La cultura y desarrollo

El estancamiento económico no permite el cambio social. Los niños de los PMD no tienen escuelas a las que acudir; y si las tienen no están estimulados para asistir; y si asisten tendrán que abandonarlas muy pronto para buscar medios de subsistencia para sí y sus familias. La cultura, considerada como formación humana y capacitación personal y profesional para contribuir a la sociedad es un lujo sólo al alcance de los ricos.

Pero el concepto de cultura tiene un sentido más amplio que señala a un conjunto de instituciones y tradiciones propias de una organización determinada que sirve para regular las relaciones entre sus miembros. Tanto Max Weber como Schumpeter escuela.jpg (20852 bytes) señalaron la importancia de este tipo de instituciones en el momento del despegue económico. Las instituciones sociales que sirvieron durante milenios en sociedades feudales y esclavistas actúan ahora como freno al desarrollo: las familias patriarcales en las que el sometimiento de la mujer y los hijos a la autoridad personal es absoluto; las relaciones tribales en los pueblos africanos; la institución del bazar islámico como regulador de las relaciones comerciales. La miseria empuja a los seres humanos a aferrarse a sus tradiciones como único sostén sólido. Todo lo nuevo es visto como un atentado contra la vieja cultura de cada sociedad y los pobres tienen miedo de perder la única riqueza que les queda, el modo de vida heredado.

Resulta chocante por tanto escuchar los bienintencionados alegatos en favor de defender "la identidad cultural de los pueblos" frente a "las agresiones de la cultura occidental". Esa aparentemente progresista argumentación esconde en realidad un paternalismo conservador y un etnocentrismo europeísta. ¿Con qué autoridad podemos condenar que un batusi prefiera cambiar sus instrumentos de música tradicionales por un radiocasette japonés? Los deseos de los jóvenes batusi son similares a los jóvenes europeos, indochinos, magrebíes o latinoamericanos: quieren vestir pantalones vaqueros, usar calzado deportivo y escuchar música rock. No podemos exigir a ningún pueblo que mantenga sus formas de vida tradicionales y su "identidad cultural". No tenemos autoridad para obligar a que los indígenas del amazonas sigan vistiendo sólo sus exóticas plumas de ave. No podemos permitir que su alimentación siga siendo tan pobre e insana como dictan sus tradiciones. Hay que permitir que los Yanomami se doten de instrumentos y maquinaria que aumenten su capacidad productiva, que se puedan construir casas sólidas, con luz eléctrica, gas y agua corriente. No podemos impedirles el disfrute de las conquistas de la humanidad.

Porque, y este es el error etnocentrista, la cultura que "amenaza" a los PMD no es occidental sino de toda la humanidad. Nuestra cultura se ha basado en los productos que surgieron en los primeros imperios asiáticos y se ha nutrido de las aportaciones de los imperios comerciales mediterráneos, del esplendor cultural del mundo islámico, y de todos los países que han sido alguna vez ricos, europeos, americanos, africanos o asiáticos. El radiocasete y el calzado deportivo, al igual que las casas de ladrillo y los sistemas de alcantarillado no son conquistas occidentales sino de toda la humanidad. Y los que piensen que el consumismo es una enfermedad, deberían curarse a sí mismos antes de impedir que otros la contraigan.

Si la cultura social de los PMD actúa muchas veces como barrera al desarrollo deberíamos esperar la ayuda cultural del exterior. Desgraciadamente las aportaciones culturales externas no son de gran ayuda muchas veces. La incomprensión teórica de los problemas del subdesarrollo permite que los mensajes que llegan a los países atrasados sean contradictorios e incluso que actúen reforzando las ataduras que impiden el despegue. Pensemos en los mensajes occidentales que, envueltos con ropajes religiosos, propugnan al mantenimiento de altas tasas de natalidad. Pensemos en los análisis de economistas que, en vez de esforzarse en descubrir los problemas internos y sus posibles soluciones, culpan del subdesarrollo a la existencia de países desarrollados.


La frontera de posibilidades de producción
Las teorías clásicas del crecimiento
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El modelo de Harrod-Domar
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Los límites del crecimiento
Conceptos de convergencia económica
La teoría de la dependencia
El círculo vicioso del subdesarrollo
Demografía y desarrollo
Cultura y desarrollo
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Esta página ha sido actualizada por última vez el 20 de mayo de 2007

Para citar este artículo en cualquier documento puede utilizar el siguiente formato:
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Martínez Coll, Juan Carlos (2001): "El crecimiento económico" en La Economía de Mercado, virtudes e inconvenientes; http://www.eumed.net/cursecon/18/index.htm consultado el (poner fecha de consulta).


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