APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

Alejandro Landaeta Salvatierra (CV)
PDVSA Servicios Petroleros, S. A.

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VI. La reproducción ampliada en el subsistema rentístico

La incidencia de la renta es determinante en el régimen de acumulación de capital en el subsistema venezolano, no sólo en cuanto a los rasgos evidentes de la economía, sino también en cuanto a las consideraciones teóricas. Este subsistema se encuentra inmerso en la banda periférica del capitalismo global, reuniendo todas sus condiciones, pero mostrando adicionalmente algunos rasgos propios que lo hacen hasta cierto punto divergente del conjunto. Sólo el hecho de que la economía sea acreedora de plusvalía internacional se encuentra entre los más importantes, cuando antes cabe esperar que los nichos de acumulación periféricos sean tributarios de plusvalía. La dificultad por lograr y mantener competitividad por la tendencia a la sobrevaluación de la moneda es otro de los factores que esquiva la inserción de capital productivo orientado a la maquila o la exportación de valor agregado no petrolero. Los salarios relativamente menos atractivos para el capital extranjero1 constituyen otro factor diferenciador que interviene en la configuración del capital y la estructura de la balanza comercial. 2 El mayor asistencialismo estatal contribuye a restringir mercados potenciales al capital privado. Estos factores han limitado históricamente la formación de un proletariado extenso.

La síntesis que hemos intentado hacer sobre la génesis y estabilización funcional del capitalismo rentístico comprende el proceso de acumulación originaria, destacando la secuencia histórica desde el período temprano de vocación consuntiva, conocido como período de crecimiento simple, hasta los primeros impulsos industrializadores. Luego, habiendo indagado un poco sobre la base funcional del sistema, se hace necesario ahora intentar una comprensión del régimen de acumulación de capital tanto en el orden empírico como en el conceptual, a fin de identificar sus características y conexiones con la funcionalidad ordinaria de la valorización mercantil. Hasta qué punto el estímulo rentístico o su retraimiento condicionan la productividad interna, así como la inversión, es uno de los aspectos medulares. Preliminarmente, la observación del régimen de acumulación distingue las dos grandes vertientes del proceso capitalista venezolano, las cuales se encuentran dialécticamente conectadas: la inversión pública con fines mercantiles, sujeta a planes, políticas y preceptos teóricos e ideológicos circunscritos a distintos contextos socio-históricos; y la esfera de la acumulación privada, que responde a los intereses directos de las burguesías involucradas, tanto nacionales como extranjeras. Estas grandes vertientes están asociadas a la mecánica de la absorción de la renta petrolera internacional.

Ante todo, no resulta conveniente extrapolar a pie juntillas a nuestro régimen de acumulación los fundamentos funcionales o “leyes de moción” abstractas del capitalismo clásico, en virtud de la interferencia ejercida por la absorción de renta y por la condición de apéndice inherente al nicho de acumulación, como sucede con todos los nichos periféricos. Hemos visto que la base funcional es ya bastante heteróclita, pues no está fundada únicamente en la formación de plusvalía desde un motor puramente endógeno. La simple observación superficial muestra a las claras hechos que no encuadran en una comprensión químicamente pura facilitada por un modelo básico de reproducción ampliada, v. gr. la desconexión entre la productividad y la oferta mercantil, la coexistencia necesaria entre la deformación nominal de los agregados y la conservación de la tasa de ganancia, o la desviación de capital-dinero fuera del circuito endógeno de valorización (fuga de capitales). Destaca asimismo el difuso papel de las inversiones mercantiles no petroleras del Estado, cuyos resultados nos indican más un esquema de explotación primario des-integrado de las necesidades de aprovisionamiento interno, antes que de fomento del “desarrollo nacional” según parámetros de dominio social de la producción. La mayor experiencia nos la ofrecen las industrias básicas.

El sistema capitalista, visto como totalidad, no puede funcionar como lo hace en el nicho endógeno.3 La renta se incorpora a la manera de un “chorro de energía” que hace posible la desarticulación de la reproducción ampliada del capital-dinero respecto de la formación de plusvalía relativa. Vale referir al respecto lo que sentencia Baptista en el marco de su enfoque teórico: “…La exigencia que la acumulación capitalista impone sobre el mercado de trabajo, a saber, que la productividad exceda siempre el salario real, o dicho en términos más bien dinámicos, que el crecimiento de la productividad vaya siempre por encima del crecimiento de los salarios reales, se debilita grandemente con la presencia del provento rentístico captado del mercado mundial y que circula dentro de la economía interna. La renta sustituye, pues, el requerimiento de la generación de excedentes como condición indispensable para la inversión, y en tal sentido toca el núcleo más fundamental de la estructura capitalista de producción.”4 Sobre la desconexión de la formación de plusvalía relativa observaremos algunos indicios interesantes. En esta parcela deja de hacerse vital para el capital la tecnificación constante que, junto al desplazamiento de fuerza de trabajo, ensancha la tasa de plusvalía, tornándose necesidades secundarias e incluso postergables. Además, mientras las dificultades de captación de inversiones e impulso de la tecnificación en gran parte de la periferia llevan a los trabajadores a sufrir los salarios reales más bajos del sistema global, aquí el capital puede tolerar salarios reales comparativamente más altos en los períodos de brote rentístico. De allí que, más que en ninguna otra parte, la acumulación de capital reproduzca las condiciones de “acumulación primitiva” características de los períodos tempranos, que se expresan además en la voracidad mercantil y la transgresión constante de los controles institucionales en la búsqueda del enriquecimiento acelerado, asunto ya comentado.

Otro aspecto relevante es la orientación interna de la producción en manos de los inversionistas privados, pues las barreras sobrepuestas a las exportaciones no tradicionales los conminan a limitarse al ámbito nacional. El enanismo de las exportaciones no es sin embargo un asunto comprometedor, pues al fin y al cabo su necesidad obedece a la formación de un excedente de valores de uso que el componente rentístico hace superfluo, resultando indiferente buscar o ensanchar mercados para obtener una tasa de rentabilidad previamente garantizada en el mercado interno. El condicionamiento de la producción de valor agregado es el mismo factor que impide el estímulo de las exportaciones. Por otra parte, en las últimas décadas la opción exportadora se ha hecho más cuesta arriba por las grandes movilizaciones de capital productivo global hacia una periferia que ofrece, ante todo, fuerza de trabajo barata, infraestructuras y estabilidad institucional. 5 Esta es una de las circunstancias actuales que suman como barrera de las exportaciones en tanto opciones rentables para el capital. Como las exportaciones no tradicionales han sido históricamente poco significativas, lo son por ende las importaciones no rentísticas, o sea, aquellas que guardan una contraprestación de valor agregado interno. La acumulación de capital se asocia así a una orientación preferentemente introvertida de la producción en lo que respecta a las ramas no petroleras privadas.

Con ésta y otras características iremos dibujando, pues, un cuadro general del proceso actual y una retrospectiva sucinta con énfasis en varios eventos de interés. Vale anticipar, no obstante, la sospecha de una conducta no regular y más bien contingente de la reproducción ampliadaen su fase de capital productivo, subordinando el proceso de acumulación en su conjunto a la eficacia máxima de aprovechamiento del estímulo de demanda rentística y no a la optimización y ampliación de tiempo de plustrabajo. Será interesante hurgar sobre el destino de la plusvalía en el ciclo de reproducción, una vez analicemos las opciones distributivas de la fracción de la ganancia apartada del consumo no productivo. La tesis sometida aquí a-priori es que esta fracción se destina preferentemente a la acumulación de capital ficticio por la estrechez de absorción de capital productivo, cuyas causas son tanto objetivas como subjetivas. La separación de capital-dinero de la esfera productiva o, mejor dicho, su aislamiento previo, conduce simultáneamente a la retroalimentación especulativa en moneda nacional dentro del sistema financiero y al refugio en moneda extranjera, una vez colmada la absorción máxima interna que garantiza el retorno más elevado posible en un lapso temporal determinado.6 Pasamos así a una tesis adicional: el estímulo de la renta, que ejerce limitadamente un efecto multiplicador de la producción, se vincula a un techo de absorción de capital productivo (es decir, la inversión privada tiende a perder impulso rápidamente) hasta alcanzar un mínimo variable, que puede llegar a ser nulo, y no sólo en episodios de reflujo de los ingresos petroleros. Este efecto estaría asociado al contexto internacional, a la magnitud de la renta y a las políticas públicas.

La reproducción ampliada se halla así indefectiblemente atada al comportamiento y magnitud de los ingresos petroleros netos, derivando de ello que la porción de renta diferencial condiciona la rata de amplificación rentística, aquella que depende de las posibilidades de incrementar las importaciones mediante el acceso a una mayor cantidad de divisas. Hallamos aquí dos factores clave: a) la disponibilidad de renta incremental; y b) la conservación o elevación de la tasa de ganancia. Si disminuye el aflujo de renta el capital confrontará la dificultad de no poder amplificar la porción rentística del capital-dinero. Toda amplificación en esas condiciones dependerá por necesidad del motor endógeno, de la capacidad de absorber inversiones netas productivas y traducirse en la dilatación del tiempo de plustrabajo. Es un escenario poco probable cuando conocemos la dependencia estructural del aparato productivo de las importaciones para el consumo intermedio, de modo que los episodios de retroceso de renta habrían de generar efectos recesivos en correspondencia con una reacción del capital hacia la máxima ganancia, la máxima explotación del trabajo y la búsqueda de refugio especulativo. Sin embargo pondremos en evidencia cierta estimulación productiva en períodos de contracción de la renta disponible.

El capital no puede, objetivamente, controlar de manera directa la fracción rentística que constituye la base del capital constante hallada bajo la forma de capital circulante importado, de allí la imperiosa necesidad de ejercer hegemonía sobre el Estado.7 Sin tal hegemonía, la reproducción ampliada rentística se verá constantemente comprometida, obligando al capital a depender de maniobras contingentes con acusados efectos sobre la estabilidad de los indicadores macroeconómicos. Se desprende de esto que la reproducción ampliada rentística es irregular, y se halla por lo tanto en consonancia directa con el crecimiento del sector petrolero y sus oscilaciones. Dicha condición irregular conlleva a caracterizar a la práctica de la acumulación como un recurso de parasitación de renta, siendo proclive a estancarse en la reproducción simple, haciendo dicha estructura poco permeable a la absorción de capital productivo. En otras palabras, la amplificación del capital-dinero es subsecuentemente amplificación de la dependencia del estímulo de renta.

Tal hegemonía impone un efecto coercitivo y compulsivo sobre el Estado en cuanto al acceso a las divisas que caracteriza sobremanera la estrategia de reproducción y acumulación. Toda política encaminada a la defensa adquisitiva fiscal, a la orientación social del gasto público, al ahorro interno, a las inversiones públicas directas, al control de precios o ganancias, encontrará en los representantes del capital una oposición tácita y muchas veces expresa, pues cualquier acción que restrinja las facilidades de adquisición de divisas baratas socavará la base reproductiva ficticia del capital-dinero inserto en la noria de las importaciones. Las políticas monetarias y cambiarias restrictivas se vuelven abrojos en la ruta de amplificación rentística; el capital las tolera cuando se hacen necesarias para su propia estabilidad, pero las torpedea o vulnera cuando ya no satisfacen el ritmo de su implacable metabolismo. De allí la dificultad para lograr eficacia con cualquier método de racionalización de la paridad cambiaria. La relación a veces tensa entre el Estado y los estamentos mercantiles con frecuencia se resuelve a favor de éstos por efecto de la subordinación del funcionariado o el simple compromiso con la clase dominante, dejando a la institución pública en situación de debilidad y servidumbre.

En el ámbito rentístico el capital se halla sujeto a la fluidez de la adquisición de divisas y en buena medida a la salud de sus relaciones mercantiles con el Estado. En el ámbito endógeno se hace dependiente, como todo capital en cualquier parte del mundo, de la eficacia de las inversiones, de la efectividad de la prolongación del tiempo de plustrabajo mediante la tecnificación y la optimización del proceso de producción. Descontamos aquí las estrategias retrógradas de acrecentar la plusvalía absoluta mediante la extensión de la jornada de trabajo, el incremento de la sobreexplotación por reducción abusiva de plazas de trabajo o la reducción del salario real por la inflación de precios. El proceso de acumulación tiene así estos dos frentes cuyas resistencias son disímiles y, como vimos en cuanto a la base funcional, induce una oscilación de la dependencia rentística.

Para el capital aplica algo análogo al “principio de parsimonia” de los sistemas naturales; éste se aferra primero a lo que ofrece la rentabilidad más expedita al menor riesgo en una secuencia jerárquica de opciones que es condicionada por la demanda solvente. La presión de nivelación de la tasa de ganancia impone la misma exigencia a las alternativas de inversión, anteponiéndose aquellas de menor riesgo y complejidad. Pero no hay lugar al vacío: si aun quedan nichos rentables, ahí estará el capital. La limitación sólo es impuesta por la garantía de retorno y las posibilidades de acceso a los factores de producción. A medida que las actividades de menor riesgo y complejidad se saturan, el capital avanza hacia las actividades restantes en función de la factibilidad objetiva y las barreras subjetivas presentes. En el capitalismo en general los nichos más fáciles deben ser, seguramente, los más competidos, pero en nuestro capitalismo rentístico son también los más estables. De allí la predilección por el comercio, la especulación financiera y los servicios gráciles. Los grandes capitales presentes en ramas como la manufactura, la construcción o las finanzas, subsumen la inversión en los términos que brinda la concentración y el control del mercado, desanimando el espíritu de riesgo de aquellos actores potencialmente dispuestos a asomarse impertinentemente. Para el capital la industrialización no es un asunto de honor, lo importante es el crisol de valorización, sea cual sea su forma.

Reunimos entonces tres grandes destinos opcionales para la acumulación de capital: a) la focalización en el nicho de las importaciones, que depende, como se dijo, de la magnitud de la renta; b) la amplificación del capital productivo; y c) la separación de capital-dinero del ciclo interno de valorización. Como sabemos que el núcleo de producción es altamente dependiente de las importaciones, los destinos a) y b) no son excluyentes, pero una ruta de acumulación autónoma deberá reducir proporcionalmente el peso de las inversiones no productivas. El destino c) sólo puede comprenderse como una centrífuga de capital-dinero respecto del ciclo de las importaciones, es capital-dinero investido de la forma divisa que no completa la metamorfosis en mercancía y se condensa en la fórmula D-D´. La centrífuga, cuando responde a eventos de crisis cambiaria, puede significar apropiación y expatriación de renta. El proceso de acumulación tiene así un destino externo que coexiste con el interno, de una forma análoga a la coexistencia de las fuentes exógena y endógena de las bases de reproducción del capital.

Para ir redondeando nuestra visión del asunto, traemos a colación dos importantes observaciones de Ignacio Purroy plasmadas en su ya citado libro, editado en 1982. La primera: “Existe una grave desproporción entre los altos niveles de beneficios y las posibilidades de reinversión. La reinversión del monto de los beneficios obtenidos por la industria venezolana exigiría un aumento de la demanda general muy superior a lo que el sistema vigente de distribución del ingreso permite.” La segunda observación reza textualmente: “La acumulación de capital está encerrada en un círculo vicioso. Al producir la industria con un alto contenido importado –efecto de ello es la desintegración de la economía- y al no generar tampoco empleo, la inversión de los beneficios acumulados no tiene apenas efectos multiplicadores, ya que su efecto sobre la expansión de la demanda es mínimo y la rentabilidad decae. En estas condiciones, son perfectamente explicables las desviaciones improductivas y la fuga de capital.”8 Hasta principios de los 80, habiendo pasado dos rachas rentísticas, hallamos aun esta caracterización de la acumulación de capital, que reafirma la tesis de la “estrechez” de absorción.

No obstante, la estructura de los ingresos no es la única matriz condicionante, hay que apuntar ante todo a la predilección rentística, pues la absorción de capital productivo (en principio) debe estimular la demanda, salvo que las inversiones sean muy capital-intensivas y no destinadas al consumo de estratos sociales medios de ingresos. Por otra parte, las inversiones productivas tienen el reto no tanto de ganar mercado, sino de ganárselo a las importaciones. Aunque es cierto que una característica persistente del capitalismo periférico es la estrechez del mercado interno, la estrategia contemporánea del capital global, fundada en la creación de necesidades y en el soporte keynesiano de la reproducción ampliada, se proyecta en nuestro país mediante la distribución sesgada de la estructura de ingresos. El raquitismo de las inversiones productivas, entonces, no tiene como causa primaria la estrechez de la demanda (situación tal vez válida en países no rentísticos o durante eventos recesivos), sino la actitud parasitaria inducida por la garantía de la ganancia media obtenida con el mínimo de capital productivo. La segunda observación de Purroy es una derivación de este cuadro. En resumen, y volviendo al viejo Marx, el capital no busca satisfacer necesidades, sino valorizar exponencialmente. El acrecimiento de la demanda depende de que las capacidades técnicas de expansión productiva sean suficientes para ensanchar la rentabilidad, lo que se expresa en la reducción relativa de la composición orgánica de capital. En modo alguno tiene que ver con que ese acrecimiento sea sesgado o antes bien democrático: el capital contemporáneo se antepone a la demanda porque la crea, sin importar de antemano su estructura y la ventaja de que una distribución del ingreso más aplanada ofrezca mayor estabilidad social.

1 En un ranking de salarios mínimos publicado por la página Economía.com.ve para 2013, Venezuela ocupa la cuarta posición en un grupo de 18 países, medida al tipo de cambio oficial, por debajo de Argentina, Costa Rica y Panamá. Nueve países se sitúan por encima del promedio, entre ellos Chile y Colombia. De los países ubicados bajo el promedio, destacan Brasil y México, este último un fuerte maquilador y último de la lista.

2 La divisa barata contribuye a disuadir las inversiones del capital productivo trasnacional que busca países con mano de obra con bajos salarios, abundante y desasistida en los planos legal y sindical; que además ofrecen condiciones cambiarias favorables a las exportaciones (maniobras tendentes a la subvaluación).

3 En general, el desempeño del capital remitido al ámbito de cualquier Estado-nación puede acusar desviaciones respecto de la funcionalidad sostenible del modo de producción y distribución, posibles en el contexto de la complementación o compensación establecida sobre la división internacional del trabajo y el relacionamiento geopolítico centro-centro y centro-periferia. Los subsistemas de acumulación capaces de burlar condiciones insoslayables para el sistema en su totalidad podrían ser estructuralmente viables en la medida que persistan las fuentes de las asimetrías sin comprometer el equilibrio sistémico. Por ejemplo, las rentas diferenciales son fuentes estructurales de asimetría. Los nichos de prevalencia de capital-ficticio son otros casos de asimetrías estructurales por especialización funcional del capital con alcance global, como sucede, por ejemplo, con Suiza y otros centros financieros. Esto conduce a una red de distribución de nichos de absorción y nichos tributarios de plusvalía, que se observa superficialmente en los países que consumen más de lo que producen.

4 Baptista, Teoría económica…, op. cit. pp. 145-146. El destacado es propio.

5 Los gobiernos aperturistas de los 90 procuraron medidas draconianas para el fomento de las exportaciones en el contexto de la liquidación del rentismo estatal, lo que tuvo un alcance muy breve.

6 Esta conducta no es exclusiva del capital endógeno, pero mientras los brotes especulativos que suceden en el capitalismo global y en los grandes centros de acumulación es contingente, (aunque en los últimos tiempos se haya hecho crónico), aquí es estructural.

7 “…la clase capitalista venezolana forjó su hegemonía en y a través del Estado.” (Purroy, Ignacio. Estado e industrialización en Venezuela, Vadell hnos. editores, Valencia, 1982, p. 47)

8 Purroy, Estado e industrialización en Venezuela, pp. 245 y 246.