PLAN DE COMUNICACIÓN COMUNITARIA PARA MINIMIZAR LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR  CONTRA LA MUJER ENTRE 2012 Y 2013 EN LA COMUNIDAD SANTA LUCÍA DEL MUNICIPIO COLOMBIA

PLAN DE COMUNICACIÓN COMUNITARIA PARA MINIMIZAR LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR CONTRA LA MUJER ENTRE 2012 Y 2013 EN LA COMUNIDAD SANTA LUCÍA DEL MUNICIPIO COLOMBIA

Antonio González Nápoles (CV)
Yuramis Nápoles Álvarez (CV)
Irraide Naranjo Gandarilla (CV)

Sede Universitaria Municipal Colombia

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CAPÍTULO I: FUNDAMENTOS TEÓRICOS METODOLÓGICOS DE LA COMUNICACIÓN COMUNITARIA Y LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR CONTRA LA MUJER.

El presente capítulo aborda los aspectos teóricos metodológicos que fundamentan el trabajo de investigación y que permiten realizar el diagnóstico con la precisión requerida para proponer un plan de comunicación comunitaria con el fin de eliminar las deficiencias detectadas y arribar a conclusiones y recomendaciones.
El primer epígrafe 1.1, nombrado “Reflexiones teóricas sobre la comunicación comunitaria”, integra los principales aspectos relacionados con este tipo de comunicación específica y cómo se contextualiza la misma en su aplicación en la comunidad que se estudia. El epígrafe 1.2 llamado, “Reflexiones teóricas sobre la violencia intrafamiliar contra la mujer”, donde se aborda todo lo relacionado con este flagelo, haciendo hincapié específicamente en la violencia contra la mujer, mientras el epígrafe I.3 aborda los fundamentos teóricos  acerca  del  plan de comunicación.

1.1.- Reflexiones teóricas sobre la comunicación comunitaria.

El hombre surge precisamente, gracias a la vida en común, que facilita el desarrollo de la actividad conjunta para la satisfacción de las necesidades, en la cual se crean las condiciones para que aparezcan las primeras formas de trabajo y de comunicación humana, que como señalara Engels, fueron las que le dieron origen al hombre: «Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el  cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano»
La comunicación, es la capacidad de interacción entre seres vivos a través del intercambio de información. Según su génesis, es, por tanto, una capacidad que surge en la evolución  de determinadas especies y no resulta un privilegio de la especie humana. Por su contenido, es un proceso sociocultural activo de interrelación entre actores, que acuden al recurso de la información" (Serrano, 1991:13) y cuenta con diferentes niveles según el número de participantes y el grado de relación que los mismos establecen.
El término que proviene del latín communis, significa poner en común, y expresa la esencia de esa actividad compleja que se da en diferentes espacios, entre un número diverso de actores que producen y hacen uso de la información de manera privada o pública: sociales, grupales e interpersonales y que con el desarrollo industrial se ha tecnologizado, diversificando sus soportes.
Para Wilbur Schramm “la comunicación es la trama que une a los individuos, familias, grupos sociales y religiosos, corporaciones, públicos de los medios de comunicación masiva, sociedades, culturas y naciones” (Márquez de Melo, 2001: 27)
En la actualidad la sociedad, en consecuencia, hace de la comunicación una práctica de la que depende no sólo la organización y rentabilidad de sus niveles de producción, sino también y principalmente la identidad de su misma reproducción, que hoy día se sostienen ya sea mediante la producción social de comunicación y medios, ya sea a través de las estrategias sociales de comunicación en las organizaciones. (Piñuel, 1997: 92)
En las últimas décadas se han ido delineando posiciones que plantean la necesidad de enfocar la comunicación desde las prácticas sociales, otra mediación que no es precisamente la de los medios. Se destaca, entre otros, el investigador y académico Jesús Martín Barbero, quien con su libro “De los Medios a las Mediaciones” (1986) descentra la atención en los medios  como únicos componentes de los proceso de comunicación y propugna la tesis de abordar las mediaciones que tienen lugar en esos procesos de comunicación y la incorporación de lo cultural como ingrediente fundamental para entender y explicar la comunicación. Allí menciona como tres dimensiones o componentes esenciales de la práctica social la sociabilidad, la ritualidad y la tecnicidad que median el proceso comunicativo, lo hacen más diverso, rico y complejo.
Ello le permite afirmar que “el fortalecimiento de prácticas sociales -autónomas y democráticas- y especialmente de la comunicación, producto y componente de ellas, es uno de los mayores desafíos que actualmente se enfrenta y la condición sine qua non, para ir haciendo realidad una utopía sustentada en una libertad comprometida con la justicia y la equidad, y en una solidaridad crítica” (Barbero citado por Orozco, 1998: 3).
No es extraño observar actualmente como tendencia el hacer un tipo de aproximación global o, al menos, establecer las interrelaciones entre las distintas formas de comunicación. Al respecto Saperas señalaba que “cualquier forma de comunicación se encuentra interrelacionada con otras formas del proceso comunicativo de mayor o menor complejidad. Pensar en cada elemento comunicativo de forma segmentada del resto de las comunicaciones es ignorar la compleja realidad actual” (1998: 111). Por su parte Alsina ha apuntado que “si se apuesta por una aproximación global al objeto de estudio, hay que tener en cuenta todas las formas de comunicación de la vida cotidiana” (2001: 14).
Según la Norma Cubana 3000 del 2007: "comunicación es un proceso de interacción social inherente a los grupos humanos y, por ende, a los trabajadores, que se materializa mediante mensajes, a partir de un código común al emisor y receptor, con el propósito de crear significados. Es también información para el conocimiento, análisis y discusión sobre un tema o asunto, y un principio esencial que garantiza la participación de los trabajadores en la toma de decisiones, en el cumplimiento de los objetivos estratégicos de la organización y en la búsqueda de soluciones a los problemas"
El sistema de interacciones entre personas, que actúa como sistema abierto y móvil para garantizar la posibilidad de distribución y redistribución de las funciones participantes, el intercambio de roles durante la solución del problema, la cooperación o contraposición mutua, la corrección, y que transcurre en dependencia de cómo se forman las relaciones entre sus participantes, (Calviño, 2004: 38).
“El entendimiento de la comunicación como proceso bidireccional, participativo y de construcción de significados es la otra faceta en la que se desarrollan los estudios relativos al fenómeno. De esta manera, se entiende la comunicación como el "proceso de interacción social democrática basada en el intercambio de signos por el cual los seres humanos comparten voluntariamente experiencias bajo condiciones libres e igualitarias de acceso, diálogo y participación". (Beltrán, 1981: 34)
"La comunicación humana constituye un proceso básico, clave para la integración y existencia de la sociedad como un todo. Es un proceso único configurado por diferentes niveles cada uno de los cuales se manifiesta entre actores que interactúan en ámbitos sociales específicos y posee sus propias particularidades, sus aspectos comunes y sus elementos de enlace con el resto". (González M. J., 2005)
"Las relaciones sociales y la comunicación no son dos cosas situadas una al lado de la otra, porque del mismo modo que la sociedad no existe como persona aislada, al margen de los individuos que la integran, las relaciones sociales no existen al margen de la actividad vital real y de la comunicación de las personas y en ello reside su unidad" (Andrieva, 2000)
Los procesos de comunicación construyen identidad porque producen sentidos comunes desde el interior de dinámicas sociales, económicas, políticas y culturales más amplias. Por ello, no es posible entenderlos de manera abstracta, sino en relación con el contexto histórico del que forman parte los sectores populares (González M. J., 2005). Por tanto, se está  hablando como señala Oscar Jara de: "los procesos comunicativos que se dan en los espacios cotidianos de los sectores populares".
En las actuales circunstancias que vive Cuba, también corresponde a la comunicación influir de manera destacada en el desarrollo económico, social y cultural del país, tomar parte del proceso de perfeccionamiento empresarial y la masividad de la cultura, como elementos claves en la cohesión, la movilización, la participación de los públicos inmersos en dichos procesos.
Algunas de las barreras que influyen en la comunicación de las comunidades cubanas son las siguientes: no tienen las mismas costumbres, hábitos, modos de vida y poseen creencias religiosas diferentes, esto puede ser un obstáculo en su comunicación, por eso es de gran importancia que tengan estos aspectos en cuenta para atenderlos de forma permanente y diferenciada.
La relación entre comunicación y vida cotidiana, que se había convertido en los 70 y los 80 en uno de los temas centrales de estudio de la comunicación en América Latina y también en uno de los sellos distintivos en relación con los estudios europeos y norteamericanos, se verán ahora enriquecidos al atribuírsele de entrada a los receptores una actitud más activa, no son agentes pasivos sino activos en la recepción de los mensajes de los medios.
Estas contribuciones, sin dudas, favorecieron la construcción de  una nueva mirada a los procesos comunicativos en general y a los que se desarrollan en los espacios comunitarios, en particular. Permitieron incluso, recapacitar en torno a la llamada comunicación alternativa.  Esta se convirtió en el nuevo modo de traducir la comunicación para el desarrollo, tomando especial fuerza a fines de la década de los setenta y en los ochenta del siglo XX.
“Otro de los aportes significativos de los 80 fue el de la llamada comunicación popular o comunicación alternativa. Este sería otro de los sellos característicos de los investigadores latinoamericanos, que ponen el acento en la dimensión comunicativa como un insumo para el desarrollo. Este trabajo estuvo precedido por las críticas al modelo de difusión de innovaciones tecnológicas, por entonces la visión de desarrollo predominante en virtud del extendido ánimo modernizante de las economías latinoamericanas.” (Miralles, 2000)
Actualmente se le da un uso indistinto a los términos comunicación popular, comunicación alternativa, comunicación comunitaria y comunicación participativa para designar procesos similares. En este largo camino aún no concluido de búsquedas conceptuales, sí hay consenso en que comunicación popular no ha de equipararse con alternativa, a partir de identificarla exclusivamente con la utilización de medios de comunicación locales.  Se trata de acercar el concepto a los procesos comunicativos que se dan en “los espacios cotidianos de los sectores populares” (Jara, 2002:85).
Desde esta óptica es a través de los procesos de comunicación que sus miembros muestran, comparten y recrean las claves y códigos que les son propios y a través de los cuales van modelando los perfiles de su identidad, permitiendo establecer los lazos de relación, los espacios de encuentro, de referencias comunes que generan la producción de sentidos desde el interior de dinámicas sociales, económicas, políticas yculturales más amplias. (Jara, 2002:84)
Así,  comunicación  y educación popular pueden convertirse en prácticas que contribuirán a  propiciar el desarrollo humano en el contexto comunitario a partir de asumir  la comunicación dentro del complejo tejido de relaciones sociales y culturales que se han constituido históricamente y a través de los cuales los actores sociales – en determinados contextos socio - económicos e influencias históricas y políticas – comparten, recrean y dan significación a códigos culturales establecidos o a los que como resultado de diversos factores – coyunturales, políticos, etc. – se van incorporando a las prácticas cotidianas. Es a través de estos procesos que se va construyendo la identidad individual y colectiva.
Esta visión de la comunicación - compleja, multidimensional, relacional - permite comprender que no se puede concebirla fuera de la realidad que la produce; por tanto, cualquier labor de trasformación conlleva la necesaria  subversión de formas verticales de asumirla y la creación de condiciones que faciliten la real y efectiva participación ciudadana.
Este desafío implica conocer muy bien a qué proyecto de desarrollo o de transformación está dirigido, así como lo que significa para la convivencia ciudadana la conversión de la gente en sujetos activos. Esto sería entre muchos otros factores, un elemento medular para elevar la eficacia de los proyectos sociales.
Luego de este preámbulo, a los efectos de esta investigación se hace necesario abordar la comunicación comunitaria, por constituir una de las categorías analíticas a utilizar en el presente trabajo investigativo.
El término de lo comunitario en la comunicación surgió a mediados del siglo XX,  como una forma de representación social de grupos excluidos por los grandes medios. Sin embargo, la representatividad de los medios de comunicación comunitarios se ha mantenido en la actualidad, con ciertos cambios acorde a la época.
En algunas ocasiones, el término comunicación es utilizado como sinónimo de transmitir e informar, o para hacer referencia a las industrias mediáticas; en otras, se emplea para designar el análisis  de los componentes de una organización. El énfasis desde la comunicación comunitaria se coloca en las interacciones sociales, abriendo el campo de interés a la comunicación como fenómeno esencial del ser humano y de las organizaciones. La comunicación fue, es y será un fenómeno antropológico, social, un fenómeno específicamente humano (Magarola, 2004).
En la comunicación comunitaria, se busca reconstituir la comprensión de la comunicación como humana, como cultura que se hace en lo cotidiano. Es a partir de los intercambios comunicativos que se producen, transmiten y negocian significados, saberes y puntos de vista. Todo fenómeno social es entonces, en una de sus dimensiones, un fenómeno comunicacional, un proceso de producción de sentido (Cordero, M. L. y Corti, M. L. 2004).
Mariana Lidia Cordero y Mariana Laura Corti plantean, además, que "es a partir de los intercambios comunicativos que se producen, transmiten y negocian significados, saberes y puntos de vista. Todo fenómeno social es entonces, en una de sus dimensiones, un fenómeno comunicacional, un proceso de producción de sentido" (2004).
La comunicación comunitaria o los medios de comunicación comunitarios, que cuentan actualmente con un velo que los margina, producto de los prejuicios clasistas, tienen su origen en los requerimientos de organización de los grupos, de un colectivo o sector para detectar sus  problemas o debilidades y reconocer y reforzar sus fortalezas, en beneficio de construir colectivamente las respuestas que les permitan dignificar sus vidas.
De igual manera Luis Jesús Galindo Cáceres considera que los individuos participan en cuanto a que llegan a "intervenir en las acciones que son necesarias para su desenvolvimiento individual, familiar, vecinal y nacional. Como fenómeno social es un proceso dinámico y en ese movimiento manifiesto, canaliza una serie de factores significativos en el proceso de desarrollo personal y social de los individuos" (1994). Por ello, para el comunicador es importante considerar la comunicación comunitaria como un puente para el desarrollo. 
"Un comunicador comunitario, diagnostica y planifica en forma participativa, desarrolla estrategias, capacita a los actores sociales para mejorar y fortalecer sus habilidades comunicacionales, para hacer visible y sustentable la vida institucional. Se piensa en la comunicación comunitaria como comunicación para el desarrollo, comunicación para fortalecer la ciudadanía y la vida democrática, en fin, comunicación para tejer redes. El comunicador comunitario tiene ahí un campo importante para el desarrollo profesional. La idea es establecer puentes entre las organizaciones sociales para que recuperen su protagonismo histórico" (Maragola O. en entrevista de Gómez y Rey, 2007). Así la comunidad alcanza un importante protagonismo, donde el proceso comunicativo adquiere rasgos muy particulares.
"En tal contexto se advierte la necesidad de desarrollar el estudio de la comunicación aplicada a los espacios educativos y comunitarios, para dar respuesta a las demandas de organismos involucrados en la tarea de prevención y transformación social, (…). La comunidad cobra, cada vez más, importancia como escenario de reconocimiento y de recreación de identidades colectivas, en la medida en que la interacción social contribuye a la conformación de redes asociativas que se tejen a propósito del logro del bien común y del reforzamiento de  valores como la solidaridad. Hoy se hace esencial investigar los procesos comunicativos desde donde se construyen esas redes y esas identidades. (Portal y Nápoles, 2007)
En los trabajos comunitarios, la comunicación es utilizada como una herramienta de interacción y vínculo entre dos o más personas. Se le otorga una importancia fundamental al destinatario, cuya participación en los procesos deja de ser pasiva. Desde esta concepción se intenta guiar a los receptores activos para que se transformen en protagonistas de sus propios cambios y para que elijan con libertad el tipo de sociedad que desean producir.
De esta manera, "la comunicación hace posible que dialoguen las heterogeneidades personales, sociales y culturales" para poder "integrar sin eliminar las diferencias, cuestionando la desigualdad y el aislamiento" (Alfaro, 1993: 34).
La participación de la población, colectivo o  grupo puede adoptar dos formas básicas, aunque entre ambos polos se pueden establecer toda una serie de posibilidades según cada situación concreta. Así, puede participar durante todo el proceso, en la selección del problema u objeto de estudio, diseño de la investigación, trabajo de campo, análisis de resultados y diagnóstico crítico, elaboración de propuestas, debate y toma de decisiones, planificación y ejecución de actividades y evaluación de la acción.
Aunque entre los comunicadores sociales, insertados en organizaciones populares, se haya profundizado en la idea del diagnóstico comunicacional y en las técnicas de planificación de cualquier tarea, y esto haya avanzado en sintonía con el concepto de ciudadanía y el de desarrollo local, existe una zona poco explorada para el impulso de proyectos de comunicación comunitaria, que es la relacionada con el análisis de los barrios como escenarios de comunicación, con circuitos, actores y medios. Y se trata de una carencia importante.
La tarea a enfrentar es la de definir una manera de que el investigador se pueda acercar a los mapas comunicacionales de los barrios, los elementos que nutren su identidad política, sus actores, circuitos, medios y contenidos. Es decir, la manera en que se articula esa trama movediza que forma la vida del barrio y en la que se puede incidir con las producciones comunicacionales. Una mirada que vea al barrio como escenario y productor de comunicación.
Se trata de partir, en las acciones de comunicación, no exclusivamente de lo que se quiere "decir", sino de cómo pueden encontrarse en un diálogo con el investigador,  aquéllos con los cuales es preciso involucrarse en la creación de lo que se va diciendo.
Implica el esfuerzo inicial de imaginarios, ver los lugares por donde circulan, se concentran, se reúnen y recién entonces crear tanto las formas del impacto y de la información y, sobre todo, las de la reflexión y la acción conjunta, además, el conjunto de medios, lenguajes y técnicas que se utilizan en la comunicación barrial y comunitaria son un recurso inmejorable para relevar y darle visibilidad a ese disfrute; a la fuerza y la legitimidad que sustenta y a los proyectos solidarios que forman parte de la vida del barrio. Por eso, es necesario aplicar un instrumento eficaz de comunicación comunitaria que potencie al conjunto de iniciativas solidarias que coexisten en el barrio.
Un enfoque integral de los temas relacionados con la comunicación comunitaria potencia enormemente el trabajo organizativo, sobre todo si va acompañado de una mirada abierta y dinámica de los procesos de producción de conocimientos en los movimientos sociales y un impulso de tareas artísticas y culturales territorializadas como parte de un proyecto global.
Un proceso de trabajo comunitario es exitoso en la medida que, a lo largo del tiempo, se incorporan más vecinos, más organizaciones, más diversidad y más riqueza en la participación colectiva, a la vez que se resuelven problemas más graves y se enfrentan desafíos con mayores apuestas de solidaridad.
Por lo tanto, el trabajo de cualquier comunicador es, dentro de la misma tarea, generar nueva y mejor comunicación, ya que la comunicación comunitaria ayuda a sumar más vecinas y vecinos en la discusión de los temas del barrio.
Tarde o temprano se verá que la mejor infraestructura con la que puede contar un barrio es un grupo de vecinos solidarios, creativos y organizados. Ese es el capital político que no se debe dilapidar a lo largo de cada tarea que se emprenda. Y eso se capitaliza comunicacionalmente, en el sentido de que la tarea del comunicador es garantizar que la gente del barrio se apropie de sus logros, sus inquietudes, sus deseos.
En la vida cotidiana del barrio se suceden millones de cosas que pueden ser vistas como hechos de comunicación. Un vendedor ambulante, una pelea, un chisme, un choque y sus rumores, un fogón roto, un partido de béisbol,  una conversación, todo esto circula por la vida del barrio generando opiniones, silencios, rechazo o indiferencia.  La comunicación va y viene, representando a los distintos intereses, actores y formatos que viven en el barrio, como si fuera un estadio lleno, en permanente movimiento. Esa comunicación natural y espontánea del lugar es lo que se llama comunicación barrial, o sea, el conjunto de hechos por los cuales unos se comunican con otros, con el más variado abanico de ideologías y objetivos por detrás.
Ahora bien, si ésta es la comunicación barrial, la pregunta podría ser ¿dónde comienza la comunicación comunitaria? Bueno, cuando uno o varios vecinos se hacen cargo de su poder de comunicación y realizan alguna tarea en función de rescatar en el escenario del barrio los valores e iniciativas que tienen que ver con el potencial de solidaridad colectiva, generan hechos de la  llamada comunicación comunitaria. Personas que piensan que en ese conjunto de casas, calles, caminos y esquinas puede construirse algo conscientemente compartido por una parte de sus vecinos.
La comunicación comunitaria es el intento de darle sentido a los elementos de la comunicación barrial y familiar desde la perspectiva de la posibilidad de la unión, la solidaridad y la organización en el barrio. Está hecha de esos modestos pero permanentes impulsos solidarios en torno a la salud, la nutrición, la vivienda, la educación, la familia, que buscan el encuentro, la "colaboración" de los vecinos, la fiesta y el trabajo.
Según Hilda Saladrigas, la comunicación comunitaria es un proceso que permite el flujo y reflujo de información social y masiva en los espacios comunitarios, una práctica formativa para impulsar procesos de desarrollo personal y comunitario, factor que facilita el cambio y las transformaciones demandadas por los sujetos afectados e involucrados, como catalizador de las dinámicas cotidianas de sus protagonistas. (Fleites, 2010: 21-22).
A los efectos de esta investigación, los autores asumen este concepto por considerar que la comunicación comunitaria se asume como un proceso, que se condiciona en el intercambio informacional de aquellos aspectos que interesan a la comunidad, que están directamente en función de su propio cambio y desarrollo, incluyendo la propia transformación de los comunitarios.
La comunicación se nutre ahí de los intereses de los sectores populares. En ese momento surgen los problemas de la comunicación popular, que son los hechos comunicacionales que no sólo favorecen la solidaridad y la organización en el barrio, sino que además toman una posición clara frente a otros actores sociales, ligados a los sectores dominantes, y los enfrentan en negociaciones y conflictos concretos desde la perspectiva de los sectores populares.
En ese momento la comunicación es algo más que un proceso intracomunitario, para abarcar un escenario de disputa política con otros actores, aunque se refleje en el ámbito barrial.
Por supuesto que, comunicación barrial, comunitaria y popular coexisten en el tiempo y el espacio, que no son estrictamente etapas en un proceso lineal, sino aspectos de la vida comunicacional del barrio y sus organizaciones, pero esta clasificación ayuda a la hora de entender que una buena comunicación popular necesita el tramado de herramientas de comunicación comunitaria, asentadas en los fenómenos de la comunicación y la cultura barrial.
Los elementos que forman la comunicación en un barrio son:
1. Los actores.
En un barrio, visto desde la perspectiva de la comunicación, se pueden diferenciar distintos tipos de actores. Cada actor social es un "productor" particular de hechos de comunicación: los adolescentes y jóvenes, las madres, los adultos varones, los abuelos, los niños, etc., tienen una forma especial de intervenir en la vida del barrio, que se tiene que analizar bien en las tareas de comunicación. Además están los actores institucionalizados u organizados, es decir, los grupos, escuelas, comisiones, clubes, organizaciones, etc., que tienen su actividad dentro del barrio y forman parte de su vida.
Y así como "cada casa es un mundo", cada actor es un mundo también. Tiene intereses, fuentes de poder, historia, conflictos, objetivos, visiones de la realidad que, aunque no son estáticas (cambian a lo largo del tiempo), surgen de su práctica, la modelan y definen su identidad como actor.
2. Los espacios y circuitos.
También aparecen los distintos medios: visuales (carteles, grafittis, símbolos, ornamentaciones, diseños en la vestimenta o en la arquitectura, etc.), auditivos y radiales (altoparlantes, equipos de música callejera, la radio comunitaria), y audiovisuales (la televisión, el video, el cable, etc.). Además se observa a la gente conversando, cuchicheando, arengando, escuchando en las tiendas, los bares, en las esquinas o por la calle.
Todo este flujo de procesos comunicacionales se da en lugares que, aunque parezca artificioso, son clasificables según un criterio bastante práctico, en cualquier barrio existen tres tipos de espacios o lugares:
1- Lugares de circulación: son los espacios por donde la gente pasa: pasillos, calles, pasajes, avenidas, esquinas, etc., casi siempre sin detenerse, los atraviesan caminando sin tiempo que perder.
2- Lugares de concentración: son los espacios en los que las personas se juntan para lograr un objetivo, pero en los que no necesariamente se comunican entre sí para hacerlo (por ejemplo, el parque del barrio, la tienda de víveres, la placita de las viandas, la salida de la escuela, la sala de espera del consultorio del médico de familia, etc.).
3- Lugares de reunión: son los espacios en los que se reúnen grupos de mayor o menor envergadura, organizados, conocidos, que necesitan comunicarse para el logro de un objetivo en común (la escuela, la iglesia, las rendiciones de cuentas del delegado de la circunscripción, las reuniones cederistas, el club del barrio, etc.).
Todos los lugares del barrio pueden ubicarse en esta clasificación; y la vida cotidiana pasa siempre por estos tipos de espacios. El análisis de los lugares del barrio es útil porque existen objetivos de comunicación que pueden pretenderse en cada uno.
En los lugares de circulación, por ejemplo, es un poco aventurado pretender que la gente se detenga a leer textos largos o discutirlos, pero puede pensarse en consignas impactantes en forma de carteles o anuncios que puedan percibirse y entenderse al pasar. Por lo tanto, los medios adecuados en ese tipo de espacios son los que privilegian el impacto, tanto en lo gráfico como en lo radial o lo audiovisual.
Muy distinto es en los espacios de concentración, en los que la gente permanece durante quince o veinte minutos esperando algo, a veces agrupada, a veces suelta. Ahí se puede pretender que el vecino lea un folleto, por ejemplo. Sobre todo la sala de espera del consultorio del médico de familia, esos minutos en que los vecinos se aburren esperando la atención del médico o la enfermera pueden aprovecharse para compartir con ellos algunos datos o planteamientos a través de medios gráficos, radiales o audiovisuales. Los medios para operar en esos escenarios son los llamados “de información”.
Y el tercer tipo de lugares, los de reunión, son los que abren la posibilidad de llegar con medios y estrategias que busquen el debate grupal, el compromiso con las tareas, la discusión de fondo. Son espacios que permiten el uso de medios llamados de “reflexión y acción”.
3. Los medios y técnicas.
Tanto en lo gráfico y plástico (afiches, volantes, boletines, vallas, murales y grafittis), en lo radial, como en lo audiovisual (cine y video), el barrio es el "soporte" de un conjunto muy variado de lenguajes y formas de comunicación. Cada uno de ellos tiene especiales virtudes para entablar un diálogo con los "interlocutores". Y claros límites también.
4. El proceso social, histórico, político y cultural.
Los barrios son el resultado dinámico de tramados complejos, de historias "enredadas" que van haciendo una sola. En esa trama hay tradiciones, relatos, hechos que pesan en la memoria de los que habitan el lugar como experiencias de felicidad, de tristeza, de esfuerzo, etc. Y para el que quiere contribuir a la creación de una comunicación comunitaria, se trata de datos y elementos imprescindibles.
5. Los problemas y contenidos.
La comunicación comunitaria va tomando forma en torno a los problemas concretos sobre los cuales los vecinos se movilizan y organizan. Y cada uno de esos temas "pesa" en la cultura barrial de una manera particular, según haya sido el eje de "triunfos" o "fracasos" de las iniciativas comunitarias.
Problemas y contenidos pueden trabajarse a manera de favorecer un proceso de creciente participación, así como la instalación de otros temas puede desatar divisiones y enfrentamientos al interior del barrio.
Los cinco elementos mencionados determinan, de una o de otra manera, el contexto comunicacional en el que las producciones van a operar. Por eso la habilidad principal debe ser la de evaluar con justeza el grado de sintonía comunitaria que puede desatar tal o cual iniciativa social, teniendo en cuenta la manera particular en que va a formar parte de la vida cotidiana del barrio. Ese, y no otro, es el comienzo de un proyecto eficaz de comunicación.
En la combinación inteligente y sensible de estos elementos se juega la posibilidad de un momento superior de creación solidaria y colectiva.
La comunicación es, ante todo, una relación. Pensarla como una transmisión de mensajes "de un lado a otro", no permite ver que, en realidad, el sentido es producido por emisores y receptores simultáneamente. Como dice María Cristina Mata: "Los receptores no son el último tramo de un proceso iniciado por el emisor, sino parte activa de él, tanto como productores de sentido pero también porque están presentes, inscriptos en el discurso del emisor".