La agricultura orgánica es el resultado de la influencia de diversas corrientes de pensamiento que se desarrollaron en distintos países, tiempos y contextos por personas que realizaron grandes contribuciones a lo largo del tiempo (Figura 1); sin embargo, fueron cuatro corrientes las que permearon en mayor medida.
En Alemania en 1924, Rudolf Steiner mediante su curso sobre las “bases científico sociales del desarrollo de la agricultura”, en cuya teoría consideraba al ser humano como parte del equilibrio cósmico que éste debe comprender para vivir en armonía con el medio ambiente. H. Pfeiffer aplica estas teorías y da inicio a la agricultura biodinámica que se desarrolla al final de la década de 1920 en Alemania, Suiza, Inglaterra, Dinamarca y Holanda. En Suiza en 1930, Hans Müller da impulso a la agricultura orgánica. Sus objetivos eran a la vez económico, social y político, ya que prevén la autarquía del agricultor y una conexión mucho más directa y menos desordenada entre la fase de producción y de consumo. María Müller aplica estas teorías al huerto de producción. Hans Peter Rush adopta estas ideas y las incorpora en un método basado en la utilización máxima de los recursos renovables. Hans Müller y Hans Peter Rush sientan los fundamentos teóricos para la agricultura biológica. Albert Howard funda el movimiento de agricultura orgánica, en India desarrolla procesos de composta y explica la relación entre la salud del suelo, de las plantas y de los animales. En Estados Unidos en 1942, J. I. Rodale inicia su investigación para desarrollar y demostrar métodos prácticos de reconstrucción de la fertilidad natural del suelo. En Inglaterra en 1943, Eve Balfour inicia un estudio sobre la comparación entre métodos agrícolas convencionales y naturales. En Japón en 1935, Mokichi Okada inicia la agricultura natural cuyas principales ideas eran de respetar y hacer hincapié en la función de la naturaleza y del suelo en la producción agrícola y de coordinar la relación entre el ser humano y la naturaleza mediante el incremento del humus del suelo para obtener rendimientos sin fertilizantes y químicos agrícolas (MA Shi-ming y Sauerborn, 2006:169).
El desarrollo de la agricultura orgánica, tal como se conoce en nuestros días, puede resumirse en tres períodos (FIRA, 2003):
La agricultura orgánica es conocida con diferentes nombres en distintos países, y los aproximadamente dieciséis términos que se emplean para hacer referencia a ella incluyen agricultura biológica, ecológica, biodinámica, entre otros, que de acuerdo con Baillieux y Scharpe (1994), la variabilidad de la terminología para su denominación se debe principalmente a razones lingüísticas por ejemplo, el término de agricultura biológica es el más utilizado en los idiomas: francés, italiano, portugués, griego y neerlandés, el de ecológica lo es en el idioma alemán, castellano, danés y el de orgánica, es el término referido en el idioma inglés. En los países latinoamericanos, los términos más usados son los de orgánica y ecológica. Además, se aceptan como sinónimos denominaciones como agricultura alternativa, natural, biodinámica o regenerativa, agricultura sostenible principalmente (Ortigoza, 2010:96).
La agricultura orgánica ha sido objeto de diversas definiciones de acuerdo a la institución o país de que se trate. La FAO define a la agricultura orgánica como un sistema que inicia considerando los posibles impactos ambientales y sociales, eliminando el uso de insumos sintéticos, como los fertilizantes y plaguicidas sintéticos, medicamentos veterinarios, semillas y razas genéticamente modificados, conservadores, aditivos e irradiación. Estos son reemplazados con las prácticas de gestión específicas de sitio que mantienen y aumentan la fertilidad del suelo a largo plazo y previenen de plagas y enfermedades (FAO, 2014a). La Comunidad Europea establece que la agricultura orgánica es un sistema agrícola que busca proporcionar al consumidor comida fresca y auténtica al tiempo que se respeta los sistemas de ciclo de vida naturales (CE-DGA, 2014).
Para el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) la agricultura orgánica genera productos usando métodos que preservan el medio ambiente y evitan la mayoría de los materiales sintéticos como los pesticidas y antibióticos siguiendo un conjunto definido de normas (USDA, 2014a). Para el caso de México, la Ley de Productos Orgánicos la define como un sistema de producción y procesamiento de alimentos, productos y subproductos animales, vegetales u otros satisfactores, con un uso regulado de insumos externos, restringiendo y, en su caso, prohibiendo la utilización de productos de síntesis química (DOF, 2006).
No obstante, la definición más completa es la que propone la IFOAM, donde nos dice que la agricultura orgánica es un sistema de producción que mantiene y mejora la salud de los suelos, los ecosistemas y las personas. Se basa fundamentalmente en los procesos ecológicos, la biodiversidad y los ciclos adaptados a las condiciones locales, sin usar insumos que tengan efectos adversos (IFOAM, 2014a).
Adicional a lo anterior, existen otros procedimientos, insumos o sustancias, que no acepta la agricultura orgánica y que es muy importante resaltar, debido a que se podría pensar erróneamente que la agricultura orgánica sólo implica la prohibición de todos los productos de síntesis química, la sustitución de insumos o el retorno a la agricultura tradicional (Gómez et al., 2010c):
Por otro lado, la agricultura orgánica se apoya en lo posible en: (i) la rotación de cultivos, (ii) en los policultivos y la incorporación de residuos orgánicos, (iii) abonos verdes y de animales, (iv) cultivo de leguminosas, (v) labranza agroecológica de conservación, (vi) incorporación de minerales y manejo agroecológico de plagas y enfermedades, (vii) uso de maquinaria moderna, (viii) variedades de cultivo mejoradas, (ix) semillas certificadas, (x) prácticas de conservación de suelos y agua, así como de (xi) abonos producto del reciclamiento de residuos orgánicos (Gómez et al., 2010c:17).
De acuerdo a la IFOAM, la agricultura orgánica debe cumplir los siguientes preceptos para ser considerada como tal:
Como se puede ver, la agricultura orgánica implica un enfoque que va más allá del área agronómica al incluir planteamientos de carácter alternativo como los principios ecologistas generales, el ahorro energético, el comercio justo y el desarrollo sostenible.
La agricultura orgánica está basada en cuatro principios fundamentales: (i) principio de salud: la agricultura orgánica debe sostener y promover la salud de suelo, planta, animal, persona y planeta como una sola e indivisible; (ii) principio de ecología: la agricultura orgánica debe estar basada en sistemas y ciclos ecológicos vivos, trabajar con ellos, emularlos y ayudar a sostenerlos; (iii) principio de equidad: la agricultura orgánica debe estar basada en relaciones que aseguren equidad con respecto al ambiente común y a las oportunidades de vida y (iv) principio de precaución: la agricultura orgánica debe ser gestionada de manera responsable y con precaución para proteger la salud y el bienestar de las generaciones presentes y futuras y el medio ambiente, los cuales son guías que inspiran y expresan la contribución que la agricultura orgánica puede hacer al mundo, y una visión para mejorar toda la agricultura en un contexto global (IFOAM, 2014b).
La aparición de nuevas disciplinas científicas como las ciencias de la computación, tecnologías de información, biotecnología 2 principalmente mediante los OGM y la restructuración de la propia agricultura convencional, generó enfoques innovadores que rebasan la típica división entre agricultura convencional y agricultura alternativa que ocurrió hace más de 25 años. Sin embargo el enfoque de la agricultura convencional simbolizada por el modelo de la “Revolución Verde” es confrontado por diferentes manifestaciones productivas que se pueden englobar en un nuevo pensamiento agrícola denominado alternativo, como enfoque emergente y en el que sobresale la agricultura orgánica (Ortigoza, 2010:115).
Previamente se estudió la agricultura orgánica por lo que a continuación se procede en primer lugar a definir lo que es la agricultura convencional para posteriormente presentar algunas de sus principales diferencias (Cuadro 1).
La agricultura convencional 3 se ha planteado como una práctica agrícola aceptada como norma predominante4 . Desde la Segunda Guerra Mundial, la agricultura convencional se ha convertido en una forma industrializada de agricultura caracterizada por la mecanización de las labores, los monocultivos y el uso de insumos sintéticos, como fertilizantes químicos, plaguicidas y organismos modificados genéticamente (OMG), que se centra en lograr productividades y rentabilidades máximas, y que trata los productos agrícolas como mercancías (FAO, 2009:30).
Este tipo de agricultura se vio fuertemente influenciada mediante la revolución verde5 . Iniciando en los años sesenta en Asia, África y América Latina. Este modelo agrario impuesto, basado en la intensificación productiva mediante la utilización masiva de paquetes tecnológicos, se sustentó por cuatro pilares básicos: la generalización de las semillas híbridas de alta productividad, el empleo masivo de fertilizantes químicos y plaguicidas, la mecanización de las labores y la difusión del regadío (Segrelles, 2004:95).
Así que, existen dos principales posiciones fuertes y antagonistas: los que defienden la agricultura convencional frente a las de quienes promueven la agricultura orgánica, de las cuales se desprenden grandes divergencias, que han dado origen a un larga discusión y debate en diversas dimensiones: ambiental, económica, sociocultural e institucional, entre otras; en síntesis las principales diferencias radican en dos puntos: por un lado, la gestión del ecosistema y por otro, el uso de productos de síntesis química.
Actualmente, la agricultura orgánica toma posición sobre distintos aspectos y temas clave que a su vez, sirven de guía y apoyo para afrontar los principales desafíos de la agricultura y la alimentación mundial (IFOAM, 2014c). Entre estos temas se tiene: el uso de la ingeniería genética y organismos genéticamente modificados en la agricultura (IFOAM, 2002); la seguridad alimentaria (IFOAM, 2006a); el desarrollo rural (IFOAM, 2006b); la diversidad de semillas (IFOAM, 2006c); el combate de la desertificación (IFOAM, 2006d); la biodiversidad (IFOAM, 2007a); los sistemas de garantía participativos y el apoyo para los productores ecológicos de pequeña escala (IFOAM, 2007b); la mitigación del cambio climático (IFOAM, 2007c); el suministro mundial de alimentos (IFOAM, 2008a); la verdadera Revolución Verde en África (IFOAM, 2008b); el impacto de los agrocombustibles (IFOAM, 2008c); la igualdad de género (IFOAM, 2008d); la salud humana (IFOAM, 2009); la regulación gubernamental de importación de productos orgánicos (IFOAM, 2011a); la diversidad completa de la agricultura orgánica (IFOAM, 2011b); el uso de la nanotecnología y nanomateriales en la agricultura orgánica (IFOAM, 2011c); la alternativa orgánica para África (IFOAM, 2014d); la agricultura familiar (IFOAM, 2014e) y finalmente, la intensificación ecológica (IFOAM, 2014f).
El capítulo dos fue orientado a desarrollar, en primer lugar, un marco referencial sobre las bases de los conocimientos elementales y necesarios para estar en posición de entender lo que es, significa e implica la producción orgánica.
Las principales corrientes que influyeron en la agricultura orgánica fueron la agricultura: ecológica, natural, biodinámica y biológica. Su definición más completa es la propuesta por la IFOAM como un sistema de producción que mantiene y mejora la salud de los suelos, los ecosistemas y las personas; se basa en los procesos ecológicos, la biodiversidad y los ciclos adaptados a las condiciones locales, sin usar insumos que tengan efectos adversos. La cual se fundamenta en los principios de salud, ecología, equidad y precaución, al incluir el ecologismo, el ahorro energético, el comercio justo y el desarrollo sostenible.
Los procedimientos, insumos o sustancias que no acepta la agricultura orgánica son: los transgénicos, los monocultivos, la quema, la irradiación, la hidroponia, los agroquímicos, las aguas negras y/o tratadas, el uso de plásticos y de insumos con efecto residual. Por otro lado, la agricultura orgánica se apoya en: la rotación de cultivos, los policultivos, los abonos verdes y de animales, el cultivo de leguminosas, la labranza agroecológica de conservación y de manejo de plagas y enfermedades, la incorporación de minerales, el uso de maquinaria moderna, las variedades de cultivo mejoradas, las semillas certificadas, las prácticas de conservación de suelos y agua, y los abonos derivados del reciclaje de residuos orgánicos.
Las principales diferencias entre la agricultura convencional y la orgánica radican en la gestión del ecosistema y el uso de agroquímicos. Algunos argumentos a favor de la agricultura orgánica son: productos libres de químicos perjudiciales, alimentos más saludables para el consumo humano, reducción de los efectos ambientales negativos, genarción de mayor empleo al ser intensivo en mano de obra y obtención de un sobreprecio que ciertos mercados están dispuestos a pagar. Los temas clave de actualidad sobre los que la agricultura orgánica toma posición van desde la seguridad alimentaria, pasando por el impacto de los agrocombustibles, hasta el uso de la nanotecnología y nanomateriales.
2 Utilización o manipulación de organismos vivos (células), o de compuestos obtenidos de organismos vivos, para la obtención de productos de valor para los seres humanos como los alimentos y los medicamentos. La biotecnología moderna utiliza organismos modificados genéticamente para obtener beneficios aún mayores, o incluso procedimientos completamente nuevos.
3 La comunidad orgánica utiliza la expresión “agricultura convencional” para referirse a todos los sistemas agrícolas no orgánicos, desde los monocultivos más industriales hasta las prácticas de gestión integrada de plagas que se basan en comunidades ecológicas, pero permiten el uso de insumos sintéticos (FAO, 2009:30).
4 Aunque en grandes zonas de países en desarrollo, la agricultura sigue siendo "tradicional", con sistemas diversos, desde sistemas de policultivo bien gestionados hasta sistemas de pastoreo extensivos y erosionantes (FAO, 2009:30).
5 El padre de la Revolución Verde, Borlaug, llevó a cabo sus trabajos inicialmente en México, para después extenderlos a la India y más tarde a África (Tamames, 1989).