LA INFRAVALORACIÓN SOCIO-CULTURAL Y SUS EFECTOS EXCLUYENTES

LA INFRAVALORACIÓN SOCIO-CULTURAL Y SUS EFECTOS EXCLUYENTES

José Pérez Veloz (CV)
Universidad Nacional Experimental Simón Rodriguez

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4.7-Una mirada a la exclusión como engendro de la violencia en América Latina.

Un sector  excluido  se resiente, al tiempo que  comienza a construir mecanismos para sobrevivir en condiciones adversas a su existencia. Es así, como apela al desquite como resolución violenta de su conflicto existencial, realizando acciones transgresoras para resolver sus problemas de supervivencia.

Al respecto, un delincuente, prisionero, colombiano entrevistado por  Salazar (2002) expresa:

Cuando uno está en condición tiene amigos a granel, pero si el destino cruel hacia un abismo nos tira, verás que todo es mentira y que no hay amigo fiel. Es que no importa morirse, al fin uno no nació pa’semilla. Pero morirse de una para no tener que sentir tanta miseria y tanta soledad. (p.40).

El ejemplo de la cita anterior da cuenta del destino como un sello constitutivo estampado en el alma, que  pareciera marcar, para siempre, a algunos seres humanos, para quienes la vida no tiene importancia y se expresa, fundamentalmente, en un mundo sin opciones. De  allí  que la crueldad con su semejantes, y consigo mismo, sea el rasgo común que identifica a un sector importante de la sociedad.

 Otra persona entrevistada por Salazar (ob., cit.) manifiesta:

En vida yo celebraba algunas muertes con bombos y platillos, decías no sentir nada frente a los difuntos. Es que la violencia crea su propia anestesia y aunque usted se esté destrozando por dentro no siente. Es como la persona que tiene una infección en un riñón y en vez de aplicarle  antibióticos le mandan analgésicos, le calma el dolor pero la enfermedad sigue avanzando. (p.138)

En este comportamiento suele manifestarse una profunda confusión en la celebración de la muerte. Es posible  que celebre su propia muerte, tal vez,  el hecho de estar vivo. De lo que si no hay dudas, es que el sentimiento de desprecio por la vida lo ha ocasionado la exclusión a la que ha sido sometido por diversas maneras.
 
En la misma entrevista, realizada por Salazar (Ob. cit.) el prisionero afirma:
         
Mi papá había llegado de Quibdó, Chocó, a la edad de nueve años. No le tocó fácil, porque usted sabe que sólo por ser niche, por la piel oscura, como la tiene él y la tengo yo, se cierran muchos caminos (p.127).

Se muestra que  ese choque fue contra  la sociedad  que lo excluyó por el color de la piel, dando a entender que se  cierran los camino para construirse una vida decente; y sólo le quedarán abiertos los caminos de la violencia y de la  venganza contra quienes considera sus reales y simbólicos enemigos, dejando heridas cuyas cicatrices  quedan  fijadas  como sellos en el alma  de estos seres  fracturados en su dignidad humana.

Lo expresado por el entrevistado, en la cárcel de  Medellín, confirma el dolor psico-emocional que presenta el nostálgico poema   “Mañana ya / la sangre no estará/ al caer la lluvia/ se la   llevará. Acero y piel / qué combinación tan cruel / pero algo en nuestra mente  quedará. Con algo así terminará/ con una vida y nada más / Nada se logra con violencia ni se logrará.” (Salazar ob., cit. P.125).
 Las imágenes literarias que anteceden sirven para resaltar     que en el interior de estos seres permanecen rasgos de luz para  construir unas personas de bien, es allí, donde la educación  juega un rol fundamental en el proceso de inclusión.

Vale la pena poner en evidencia, como ejemplo del pensamiento excluyente,  la concepción  Aristotélica referida a la esclavitud como justificación  de la exclusión social “… nacen esclavos como nacen árboles”  (Savater ob., cit. p.257). De acuerdo a  esta concepción el esclavo pertenece a otra especie distinta al hombre.
 
En nuestra época, sin negar la pobreza ni la precariedad socio-económica como detonante de la violencia, no se debe ver, ni atribuirse, como sólo manifestación de la misma; porque, de hecho, hay una descomposición social y una violencia genérica que abarca a todos los sectores y actores sociales.
 
La violencia es, sin duda, un ejercicio de fuerza que permea a todos los sectores sociales,  utilizada por poderosos y excluidos. Ahora bien, los sectores sometidos a la precarización insoportable están expuestos a la criminalización y penalización de su miseria socio-económica la cual, a la vez, genera una violencia que es combatida con mano de hierro.
    
Por ello, para enfrentar el abrumador, terrible y pernicioso problema de la violencia y la exclusión se hace imperiosa la necesidad  de tener en la Educación Humanista el apoyo sustantivo  para promover un mundo donde quede erradicada la exclusión social como violencia estructural y, con ello, la configuración de una sociedad fundamentada en el respeto a la dignidad humana y en el reconocimiento de la igualdad y la justicia entre todos los seres humanos, sin discriminación de ninguna naturaleza.