La democracia, comprendida como las formas de institucionalización de la sociedad para llegar a acuerdos libres con el reconocimiento igualitario y participativo de todos los ciudadanos. El respeto por el derecho a ser tratados iguales, y a la disponibilidad para el diálogo, como apertura hacia otras perspectivas, que se mantengan abiertas a la percepción de nuevos valores, que fluyan normalmente en la comunicación política; sólo así el sujeto alcanza su autonomía.
En donde la sociedad civil esté en equilibrio con el Estado y del mercado, controlados sólo por acuerdos y consensos, entre las regiones ricas por sus desarrollos tecno-científicos y aquellas regiones menos avanzadas; así como también con los sectores empobrecidos en las diferentes sociedades del planeta. De allí el compromiso ético de las Naciones Unidas y todas sus estructuras: Unesco, FAO, OIT entre otras dependencias para que tomen las acciones en función del logro de esta noble misión.
Por el contrario, sí se mantiene un monólogo en donde un solo sector de la sociedad imponga las condiciones, las reglas de lo modos vida y se mantenga la hegemonía de las naciones más poderosas en el dominio tecno-científico –armamentista y en otros casos una sola persona decide en nombre de toda la sociedad, que empujan a los sujetos al abismo que quebranta la dignidad y quedándole el mundo dibujado en blanco y negro, como construcción simbólica de la vida sin opciones.
Lo diferente es que, en el ámbito simbólico--operativo de la ética, la forma de relación es la comunicación racional –dialógica. Que para Freire (1990) esto es:
La autoconciencia de los seres humanos implica una conciencia de las cosas, un mundo real concreto en el que las personas se perciben como seres históricos en una realidad que aprenden a través de su capacidad de pensar. El conocimiento de la realidad es esencial para desarrollar la autoconciencia y un subsiguiente aumento de conocimiento (p.166).
Se interpreta que el autor concibe la racionalidad como una dimensión más esclarecida de la interpretación clásica de la razón instrumental, para incursionar dialógicamente en la realidad: hombre-mundo. Pues en ella se concreta la máxima reciprocidad y una igualdad intrínseca y extrínseca que permite todas las diversidades de la convivencia social. Los interlocutores se comunican, es decir, instituyen en reconocimiento de la autodeterminación del otro en forma de asentimiento o disentimiento.
Este razonamiento, enfatiza que la distorsión de las reglas democráticas, trae consigo implícita y explícitamente las condiciones de exclusión social. Así como también, va propiciando progresivamente la cultura de la pobreza y la psico-dependencia en las relaciones dominantes- dominados. Lo cual demanda y exige cambios profundos en la política en función de la gobernabilidad que se enmarque en los principios y valores de la democracia, la cual debe estar orientada por una asertiva comunicación entre los diversos sectores que conforman la sociedad en su conjunto. Al respecto, Guédez (2004), expone que:
Mientras la coexistencia revela el porqué de la política, la comunicación representa el porqué (sic) de la ética. La comunicación se encuentra en un gradiante superior a la coexistencia porque conlleva a una interacción más transparente y a una abierta disposición de reciprocidad. La comunicación es la base de la comunidad y la comunidad es la esencia para la ayuda mutua. La comunicación es la consecuencia de un lenguaje común y la causa de un entendimiento (p.159).
Queda entendido, que la tridimensionalidad: política-ético- comunicacional, son las bases para la gobernabilidad en un contexto de democracia real y efectiva para mejorar las condiciones de vida de la sociedad en su conjunto, sin incurrir en la patología de la exclusión con el pretexto de ofrecer dádivas, como soporte de la inequidad social. En el caso de Venezuela han sido los campesinos, quienes han llevado la peor parte, en todo el proceso histórico cargando acuesta la herencia cultural de la dominación hasta el presente.
Es significativo destacar, que el ser humano individual y socialmente mantiene la esperanza de mejorar sus condiciones de vida, nadie desea regresar al pasado a sufrir los rigores del frío o padecer dolencias superadas. La humanidad va acumulando conocimientos y el potencial para vivir mejor; lo que sucede, es estar realmente consciente para elegir las vías más expeditas para lograrlo, lo cual demanda la fundamentación ética que oriente la intersubjetividad en acciones recíprocas de alteridad. Esto es, apoyarse unos con los otros para avanzar socialmente en conjunto con unas condiciones contextuales de respeto mutuo en la búsqueda del bien ser y el bienestar compartido equitativamente en pleno ejercicio de la libertad. Gevaert (1993) Afirma:
….no hay libertad humana que no (sic) sea capacidad de sentir la llamada del otro. No existe una libertad lograda y completa que luego, secundariamente, se vea también revestida de una dimensión ética. Desde principio la libertad humana se realiza en el contexto de la llamada que el otro me dirige (p.212).
Partiendo de esta concepción, se puede interpretar que los habitantes de Latinoamérica no han logrado vivir en libertad plena, por cuanto las élites dominantes no han sentido las necesidades de sus semejantes. Stlsett (2005) manifiesta:
La libertad y la ética van agarradas de la mano, las mismas se practican con la elaboración y ejecución de las leyes, para que se garantice la convivencia social armónicamente”…creo que se debe ver a la justicia también como inclusión radical frente a leyes jurídicas y económicas excluyentes y deshumanizantes (p.53).
Esta es otra manera de infravalorar a los seres humanos menos favorecidos económica y socialmente, aunque la exclusión aplicada mediante leyes es tangible y por lo mismo más factible de atacar que la exclusión psicológica, que se oculta en los subterfugios del subconsciente y que son trasmitidas por generaciones sucesivas, que van dejando secuelas en la dignidad. Para Stslsett (ob. cit.): concibe:
La dignidad depende de factores externos y factores internos. Sus factores externos son el reconocimiento, el respeto, y las condiciones concretas –culturales, materiales, económicas, políticas, etc.,…La misma importancia tienen los factores internos de la dignidad: la dignidad humana surge del autorrespeto, de la autoestima, de la autoafirmación de la persona (p.50)
Entre las condiciones concretas de los factores externos se tiene: el empleo bien remunerado, educación, vivienda, tierra para los campesinos, salud, y otros servicios, sin ningún tipo de retaliación política, ni económica. Entre las condiciones internas de la dignidad se conciben el derecho para reclamar justicia y la valoración de la esencia de la persona en la convivencia social.