LA INFRAVALORACIÓN SOCIO-CULTURAL Y SUS EFECTOS EXCLUYENTES

LA INFRAVALORACIÓN SOCIO-CULTURAL Y SUS EFECTOS EXCLUYENTES

José Pérez Veloz (CV)
Universidad Nacional Experimental Simón Rodriguez

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CONCLUSIONES PRELIMINARES: A MANERA DE ABRIR LA BRECHA

Esta investigación constituye una aproximación al estudio de la exclusión social y sus referentes psicosociales y culturales. Implica una mirada al asunto-problema desde la complejidad, más allá de los aspectos que guardan relación con lo estrictamente económico, resaltando dos dimensiones clave: la infravaloración y la dignidad humana como valores sustantivos que impactan recurrentemente  nuestro contexto histórico y sirven de fundamentación a una comprensión gnoseológica integradora distinta de la realidad latinoamericana.

El estudio se ha centrado en la hermenéutica como herramienta para la indagación de los planos cualitativo-vivenciales de los sujetos-agentes investigados a partir de una serie de entrevistas a profundidad. La hermenéutica se traduce así en método clave para la interpretación de la imagen de sí mismo, en una triangulación que toma en cuenta las fundamentaciones teóricas, los rasgos testimoniales aportados y los enlaces entrópico-estructurales coligados a la infravaloración y la dignidad humana.

La investigación destaca, en primer lugar, el carácter histórico de la exclusión. Se remite al legado de la cultura judeo-cristiana y el Islam, destacando la imagen del Jardín del Edén, cuando la primera pareja fue desterrada del Paraíso. Eva aparece excluida en dos planos: en primer lugar, debe abandonar el Edén con su pareja al desobedecer la orden de no probar del fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal; en segundo lugar, es colocada bajo el sometimiento de la voluntad del varón, por lo que la desigualdad de género se legitima desde el principio de los tiempos. Ese referente religioso, cultural, se erige como un obstáculo psicosocial muy fuerte que debe ser revertido en un proceso que posicione la justicia social y la igualdad como referentes sustantivos de la democracia radical en la sociedad posmoderna.

El papel de la iglesia católica no luce inocente en esa configuración histórica de opresión y fractura de la dignidad humana en América Latina. En cierta medida, se convirtió en el brazo ejecutor más activo de la conquista y la colonización, al imponer una cultura del miedo y la deshumanización. Para los conquistadores, nuestros pobladores indígenas no eran personas, y por lo tanto, los procedimientos genocidas no constituían delitos. La única forma de que tuvieran acceso a ciertos derechos –entre ellos el no ser sacrificado como animales- era a través del dogma confesional; la ciudadanía era otra cosa: era asunto de mantuanos y blancos peninsulares.

Todo ese karma dista mucho del discurso igualitario e inclusivo de Jesús de Nazaret y de las propuestas que más tarde un sector de la iglesia identificado con la denominada teología de la liberación hizo a mediados de los años ’60 en América Latina. Juan Pablo II avanzó un poco más allá al proponer una Teología de la Esperanza y la Reconciliación. Pero ese modelo cultural está todavía allí, instalado en nuestra memoria histórica. La educación popular tiene allí un reto importante y mucho por hacer al respecto; eso se destaca en este trabajo de investigación.

La infravaloración aparece destacada en dos sentidos. Lo usual es que el estado del arte sobre este eje temático nos presente la exclusión como un proceso que se activa desde afuera, desde “los otros”, generalmente desde las tensiones políticas producidas por la competencia como modalidad capitalista, donde los sujetos son desplazados del disfrute de los bienes económicos y culturales; en este caso, la mirada es otra: las personas también se autoexcluyen, se desvalorizan en la percepción de sí mismas, lo que tiene efectos importantes en su desarrollo personal y social.

 La educación popular tendrá que arreglar cuentas –desde una contextualidad que incluye el rol de la familia, la sociedad y el Estado- para revertir estas tendencias de infravaloración. No es casual que programas educativos de alfabetización como los desarrollados por los agentes ideológicos cubanos en Venezuela, hayan tomado como eslogan el “Yo si puedo”. Se parte de ese referente instalado históricamente de baja autoestima y valoración personal.

La tesis implica también una apuesta por el rescate del concepto del sí mismo, desde el enfoque de la educación liberadora (Freire y otros) la Educación para la Dignidad (Esté) y la valoración de la condición humana (Arendt). Puede decirse que éstos son los pilares donde se sustenta el proyecto de Educación Popular que se ha desarrollado bajo la iniciativa y la coordinación del autor en el Estado Cojedes, entre los años 1997-2000. Se trata de un trabajo que toma en cuenta los rezagos culturales, políticos y personales que impiden a los sujetos dar un paso hacia adelante desde la educación escolarizada, en tanto herramienta fundamental para la transformación de sus propias vidas. Esa educación deberá inspirarse en principios altruistas y humanizantes e impulsada desde una trimensionalidad que tome en cuenta los ejes políticos, éticos y comunicacionales.

La investigación destaca la importancia de una visión educativa que vaya más allá de lo estrictamente escolar. El eje de la formación educativa tiene un desplazamiento cuyo recorrido abarca los planes integradores de toda la sociedad, entendida en este caso desde la perspectiva de la sociedad educadora.

 De allí, la importancia de la comunidad educativa y la participación reflexiva, crítica y transformadora de sus ciudadanos. Ese enfoque revisualiza al mismo tiempo el rol que deben ejercer las instituciones de educación superior en el país. El caso específico del Programa de Educación Popular que se ha desarrollado en las comunidades rurales del Estado Cojedes bajo la iniciativa del Núcleo San Carlos, de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, es una muestra de cómo la interrelación Universidad-Sociedad puede superar el plano retórico y discursivo y traducirse en proyectos concretos.

La investigación puntualiza los alcances y el valor de la democracia radical como epicentro para la formación de una nueva ciudadanía. El sentido de la libertad, la equidad, la inclusión y la justicia social, así como la noción del Estado social de Derecho y de Justicia, son principios irrenunciables y sustantivos para los proyectos de Educación Popular. Se propone así una educación centrada en el sujeto, en el marco de sus necesidades y aspiraciones. Sólo así luce posible el rescate del concepto del sí mismo y la condición humana, en medio de la vasta red de complejidades tensionales de nuestra sociedad.

El camino en esta hermosa travesía apenas comienza a despejarse. Hay –más allá de los obstáculos visibles del presente- un horizonte prometedor. Destellos luminosos llenan de esperanza a quienes siembran la buena simiente como dicen Los Salmos de David, en la seguridad de que se cosecha también con abundancia y en buena lid. No ha sido en vano el esfuerzo realizado por los participantes (la cifra es muy alta para nombrarlos a todos), de la Universidad Simón Rodríguez, Núcleo San Carlos, quienes  por vocación y amor a su carrera en Educación: mención docencia-Agropecuaria, trabajaron con pasión y entrega a la noble causa del Proyecto de Educación Popular. Son frutos compartidos luego del esfuerzo realizado en medio de numerosas dificultades que –con toda seguridad- tendrán efectos multiplicadores más allá de los escenarios personales.

 Se trata de una experiencia compartida que habla de cómo sí es posible rescatar de nosotros mismos las potencialidades necesarias para promover la creatividad, la innovación, la renovación de la autoestima y la reconfiguración de nuestro entorno social desde una educación liberadora y democrática.  En ese encuadre, el principal reto consiste en valorar el ser, el hacer y el vivir como principal atajo para el logro de la libertad plena y el desarrollo de nuestras potencialidades creadoras.