LA INFRAVALORACIÓN SOCIO-CULTURAL Y SUS EFECTOS EXCLUYENTES

LA INFRAVALORACIÓN SOCIO-CULTURAL Y SUS EFECTOS EXCLUYENTES

José Pérez Veloz (CV)
Universidad Nacional Experimental Simón Rodriguez

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4.4-La autovaloración  como fuerza y barrera para  mejorar la calidad de vida.

La capacidad intrínseca de cada persona le permite establecerse metas, en concordancia con las motivaciones internas y externas, de lo cual va a depender el significado que el individuo le dé al mundo que lo rodea, así como también la valoración que reciba de su entorno.

Por tanto, una persona  formada en el seno de una familia trabajadora, responsable y con valores éticos y morales arraigados lo permeabilizan ante los desafíos impactantes  del mundo exterior, y de las amarras socio-culturales históricas, las trabas del presente y  la construcción de una nueva perspectiva con visión de futuro, también diferente.

          Son las personas capaces de impulsarse y consustanciarse con motivaciones positivas, visualizando, de manera optimista, la satisfacción de sus metas; y,  al mismo tiempo, decidir esforzarse para lograrlas, sin  atropellar la dignidad de los demás.
 
En el caso concreto de Venezuela, se ha evidenciado un proceso, conocido como movilidad social ascendente surgido, a partir de la década de los sesenta hasta 1982 (FUNDACREDESA), como producto del incremento de la renta petrolera, y el establecimiento de la democracia como sistema de gobierno, que contribuyó con el progreso y el mejoramiento de la calidad de vida de amplios sectores de venezolanos.

Sin embargo, a partir de la década de los ochenta, del pasado siglo XX, se inició el proceso inverso de movilidad descendente, cuyo correlato fue el aumento del desempleo y el subempleo, así como un altísimo porcentaje de población extremadamente pobre (FUNDACREDESA, Ibid.).
         
De hecho, la sociedad venezolana se constituye  sobre una amalgama  estructural de grupos y clases sociales muy diversas y contradictorias entre sí. Tal como se ha señalado, un sector importante  ha quedado excluido y se le ha negado beneficios  sociales, lo cual se ha traducido en un empobrecimiento general de la población, en todos los órdenes socio-culturales, los cuales conspiran para alcanzar la convivencia social armónica.

 

En este sentido Barroso (1998) señala que:

A la cultura del abandono se suma la cultura del maltrato. Niño abandonado, niño maltratado, reza el mapa. El español maltrataba al indio y lo ponía a su servicio. Y cuando el  decreto del rey llegó para proteger al indio, entonces se maltrataba al negro. Y toda la esclavitud además  de su aspecto estrictamente comercial fue la institucionalización del maltrato Y  del maltrato vinieron las diferencias sociales,  la manera de ubicarse e identificarse y diferenciarse entre blanco, negros, indios, mestizos, mulatos (p.35).

 

Actualmente, esta población maltratada está diseminada por toda la geografía nacional en barrios marginales y comunidades campesinas, cuyos pobladores son excluidos de los recursos mínimos, y de los bienes y servicios que posibiliten la satisfacción de sus necesidades fundamentales que, por derecho, les corresponde, desde los principios de equidad e igualdad.

           La negación y el maltrato instalados como modos de vida de la cotidianidad, dan cuenta de los altos índices de violencia; porque la violencia aplicada por las clases dominantes es también repartida  eficientemente  por los excluidos entre sí. Este es el reto que tiene la educación: propiciar la ruptura de esta realidad, por tanto, la educación según   Barroso (ob. cit.) debe ser:

El otro servicio, baluarte de la democracia.”Un pueblo ignorante es instrumento de su propia destrucción” (Bolívar). Sin educación no habrá democracia, sin educadores no habrá democracia. El educador…Es el modelador que sustituye y complementa al padre, instala mapas de éxitos en sus alumnos, y los guía y orienta en el mundo profesional (p.132)

Dentro de este orden de ideas, evidentemente la educación es la palanca que impulsa el desarrollo material y espiritual de   los pueblos; y, en el caso venezolano, tal como ha sido reseñado en líneas anteriores, permitió, en las décadas señaladas, la movilidad social. Pero, tal movilidad ascendente ha contribuido más a la acumulación de bienes materiales y monetarios que en la formación de una ciudadanía equilibrada que hubiese logrado superar los vicios históricos, así como las amarras establecidas por la política y los prejuicios sociales.
 
De hecho,  la  educación, como movilizadora social, ha servido para sustituir los títulos de nobleza establecidos por los conquistadores, por el título académico. Ha sido, de esta manera, como el sistema educativo  reproduce las estructuras de la dominación social. Es por ello que Del Búfalo (ob., cit.) sostiene:

El adepto es el que  en verdad  convierte la herejía en un fenómeno social: su actitud es de rechazo pasivo al orden establecido, pero adhiere a prácticas alternas e incompatibles con el modo de adhesión social existente. Más que la afirmación teórica del individuo, este tipo de hereje representa el esfuerzo por instrumentar un nuevo orden social (p.66)

Esta interpretación, puede servir como elemento fundante para promover e  impulsar nuevas opciones educativas, construidas desde la irreverencia pacífica que abone el terreno para el cultivo donde germinen los cambios,  a partir del epicentro de la estructura social, con la puesta  en práctica de una orientación desde la perspectiva de la neo-herejía.
 
Tenemos pues que, la neo-herejía educadora deberá ser reflexionada, comprendida y visualizada de forma diferente a la postura clásica, en el sentido  de que la realidad deberá ser  percibida, indudablemente, como contextualizada, compleja e histórica,  por investigadores, filósofos, teóricos, y planificadores de la educación, para que sus aportes contribuyan en la búsqueda de mejorar la calidad de vida de la población, en su conjunto sólo nuevas opciones educativas posibilitarán prácticas,  ejemplos  y convicciones  orientadas hacia el encuentro de una sociedad diferente,  deslastrada de los pesados vicios del pasado.  Así mismo, la praxis educativa basada en una orientación transformadora  será el motor sinérgico para la consistencia  socio-cultural de la nacionalidad, desde una concepción ética y moral de lo cual también depende el pivote cultural y su  sustentación histórica.

De acuerdo a Ugas (2007) se concibe que:

El hombre amerita de sus congéneres para: nacer, ser criado, convivir, socializarse, educarse y formarse, en ello hay diferencias culturales y épócales. Enfrentar esa diferencialidad determina su transcurrencia vital (vivencias, dificultades, logros, bienestar, trascendencia). Al realizar ese recorrido se presentan pliegues, repliegues y despliegues que complejizan la existencia, con lo cual transforma, deforma, conforma la vida en sociedad                                   (p.31-32).

De allí, que la conjugación del entorno: familia – escuela- comunidad es básica para la  consolidación de la propia autoestima individual   y colectiva. La calidad de vida  está estrechamente relacionada  con esta triangulación. La ruptura de uno de estos parámetros desequilibra la sociedad y derrumba la conformación psico-social del sujeto, exponiéndolo a la infravaloración y exclusión social.