FILOSOFÍA DE LA SUSTENTABILIDAD DE LA VIVIENDA TRADICIONAL: TRANSFORMANDO COMUNIDADES HACIA EL DESARROLLO LOCAL

FILOSOFÍA DE LA SUSTENTABILIDAD DE LA VIVIENDA TRADICIONAL: TRANSFORMANDO COMUNIDADES HACIA EL DESARROLLO LOCAL

Rigoberto Larraga Lara y Ramón Rivera Espinosa. Coordinadores
Universidad Autonoma de San Luis Potosí
Universidad Autónoma Chapingo
Universidad de Antioquia

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LAS TÉCNICASA CONSTRUCTIVAS DEL PUEBLO DE DEXTHI, DENTRO DEL VALLER DEL MEZQUITAL HIDALGO MEMORIA, SABIDURIA Y TRADICIÓN CONSTRUCTIVA

Arq. Manuel Carlos Reyes Cedillo1

INTRODUCCIÓN
Con mayor frecuencia podemos identificar en un recorrido por las diversas regiones, el fenómeno de homogenización y decadencia en la imagen arquitectónica de los distintos poblados autóctonos de nuestro país, este hecho inevitablemente podemos asociarlo a la utilización de diversos materiales y sistemas constructivos que ahora podemos llamar “globales”, que no son más que agregados que pretenden mejorar el nivel de vida de sus habitantes y que son utilizados de la misma manera tanto en la costa, como en el altiplano, en muchas ocasiones de forma indiscriminada. Muchas son las razones que se pueden asociar a este fenómeno, sin embargo, podemos destacar dos de ellas; por un lado la gran oferta de este tipo de materiales dentro de la industria de la construcción debido a su fácil acceso, bajo costo y rapidez en su manufactura. Por otro, la conexión existente entre las características tipológicas de otras latitudes y su influencia a través de los ojos de los migrantes de nuestro país. Desafortunadamente este fenómeno en muchas ocasiones termina de la misma manera, con la demolición de una vivienda tradicional la cual dejaba ver importantes valores culturales, para construir las “nuevas viviendas modernas” de materiales industriales.
Es indudable que la imagen de esas regiones está siendo alterada y de algún modo este proceso provoca la pérdida de las tradiciones constructivas de sus pobladores, lo cual no solo condiciona la transferencia del saber, si no que atenta contra la identidad de las comunidades. A pesar de los destacados estudios entorno a la arquitectura vernácula, en donde los avances a nivel mundial nos muestran una clara preocupación por este tema, aún existen profesionales de la arquitectura que muestran un claro menosprecio, no se diga la población en general que ven este tipo de arquitectura con gran indiferencia, ya que se asocia a este tipo de edificaciones con rasgos que denotan el estado de pobreza de las comunidades autóctonas del medio rural. Estos aspectos establecen así el punto de partida de esta investigación; le desaparición de valiosos ejemplos de arquitectura vernácula en nuestro país es una problemática muy compleja y existen aspectos que hasta hoy en día han sido estudiados someramente. Es por ello que esta investigación apunta a poner en valor el saber milenario de los miembros de una comunidad en referencia a los sistemas constructivos tradicionales, los cuales forman parte medular de nuestra cultura. Para responder a ello es fundamental hablar de lo que Halbwachs nos explica en relación a la Memoria Colectiva la cual describe como “el proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un grupo, comunidad o sociedad…” (Halbwachs, citado en Aguilar, 2002) Es muy importante hacer una clara diferenciación entre historia y memoria colectiva, la primera se puede entender como el orden cronológico de sucesos o acontecimientos que buscan dar cuenta de los cambios en una sociedad, en cambio la memoria colectiva es un testimonio de la permanencia en el tiempo de esa misma sociedad, este hecho provoca que el pasado y la identidad del colectivo permanezca y no cambie en el transcurso del tiempo. La memoria colectiva se gesta en los marcos sociales de un grupo, se vuelve relevante referirse en este caso a los marcos espaciales de la misma, ya que estos se encuentran estructurados por el recuerdo de los lugares, los objetos e incluso las construcciones en donde los grupos han vivido, se han desarrollado y han depositado parte de su memoria.
Estos espacios constituyen un importante punto de anclaje de los recuerdos, incluso de los recuerdos individuales, en ellos el colectivo se reconoce, por ello cualquier transformación o alteración dificulta la reconstrucción de la memoria. De acuerdo con lo que dice Halbwachs, todos los acontecimientos y sucesos dentro de un grupo, se pueden traducir en términos espaciales, ya que estos representan la dimensión más estable en la vida de los miembros de un grupo, debido a que prácticamente todos los recuerdos siempre están asociados a un espacio o lugar. Otro aspecto asociado al marco espacial de la memoria es el emplazamiento, cuando un grupo se establece por un tiempo importante en un lugar, y en él se llevan a cabo sus costumbres y tradiciones, los comportamientos y pensamientos de sus miembros terminan por estar asociados al lugar en donde se vive. Para el colectivo perder un lugar es perder el apoyo que los certifica como grupo, por lo tanto el grupo puede llegar a dejar de existir. Lo material y físico de las edificaciones puede llegar a desaparecer y a pesar de ello la fuerte relación entre los habitantes y el emplazamiento que estas ocupaban, queda intacta, la razón de ello es que el lugar despierta un importante sentido de pertenencia.
Es importante decir que para la memoria colectiva las tradiciones o costumbres representan la mayor resistencia a las transformaciones, en definitiva su desaparición o permanencia nos permiten identificar hasta qué grado se sustenta la identidad, este aspecto es un indicador para esta investigación, ya que poner en valor las tradiciones constructivas de las comunidades, es un camino que garantiza conocer plenamente las razones de su transformación. Lo anteriormente mencionado nos permite hacer referencia al hecho de que las investigaciones en ciencias sociales realizadas en torno al tema de la memoria colectiva, han permitido el conocimiento y entendimiento del patrimonio vivo y cambiante inscrito dentro de las comunidades rurales en nuestro país, fundamentalmente por la manera de abordar los temas desde un punto de vista analítico, en un marco complejo de relaciones sociales.
Los estudios etnográficos realizados en todas las regiones de nuestro país, sustentados en el trabajo de campo basados en la técnica de la observación participante, es una de las principales características de los estudios sociales hoy en día. Esta técnica implica un comportamiento muy específico, dado que el estudio parte del análisis de la vida cotidiana. A través de observaciones, aproximaciones y conversaciones con los miembros de la comunidad se puede llevar a cabo un mejor análisis de sus comportamientos y actitudes, de tal manera que estos aspectos se pueden tomar como referencia para el desarrollo de esta investigación. Han sido muchas las instituciones que se han planteado la conservación de Arquitectura Vernácula, gracias a la realización de los Seminarios de Vivienda Rural y calidad de vida en los Asentamientos Rurales del CYTED entre 2001 y 2004 sin embargo el deterioro se acrecienta y llega a poner en riesgo de pérdida las pequeñas poblaciones vernáculas, aunado a ello las acciones de los programas gubernamentales se contraponen a los principios de intervención, se hace simplemente referencia al deterioro de las edificaciones, llegando en ocasiones a desarrollar propuestas de intervención con resultados no siempre positivos. Es indispensable la realización de estudios acerca de este problema con una visión holística, ya que existen factores que no han sido abordados ampliamente es fundamental que se destaque e incluya la presencia de los pueblos autóctonos, sus costumbres, su forma de organización y sus tradiciones ya que ello constituye primordialmente la arquitectura vernácula. Esta investigación pretende ser un instrumento que desde una visión social y constructiva aporte elementos que coadyuven a la preservación de la arquitectura vernácula.
ESTADO DEL ARTE
Para poder comprender la situación actual acerca de la Arquitectura Vernácula en México, es importante referirnos a lo realizado por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, ICOMOS por sus siglas en inglés, organización internacional que desde la década de los setenta a través de diversas declaratorias a definido que el patrimonio cultural no solamente está constituido por edificios históricos y monumentos representativos, sino que también las pequeñas poblaciones tradicionales son parte del patrimonio de la humanidad, destacando costumbres, sus lenguas y principalmente su arquitectura. la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, SAHOP, ahora Secretaria de Desarrollo Social, SEDESOL a través de un programa institucional en la década de los años setenta, promovió la valoración de las tradiciones de las diferentes comunidades étnicas del país, con acciones de mejoramiento de vivienda. Para ello fue necesario un estudio y diagnóstico del estado de las viviendas campesinas, este estudio fue coordinado por la Arq. Valeria Prieto, quien enfoco los objetivos hacia la valorización del conocimiento y la sabiduría contenida en los sistemas constructivos tradicionales, tratando de resaltar su vigencia, su orden y la acertada concepción del sitio donde se enclavan. Para poder configurar el estado del arte de esta investigación partiremos de lo publicado en una fuente “Estado del Arte sobre la Arquitectura Rural de México y el Mundo” presentada por la Arq. Aguilar Prieto en el marco del Tercer Seminario sobre Vivienda Rural y calidad de vida en los Asentamientos Rurales, en Santiago de Cuba en el año 2001, en donde se plantea de manera concisa un sistema clasificación de las publicaciones de acuerdo a las aportaciones hechas al campo de la Arquitectura Vernácula. La manera de clasificar a los autores por parte de Aguilar Prieto es la siguiente: Precursores, son autores que tocaron por primera vez el tema y su labor fundamentalmente se centró en la revalorización del patrimonio vernáculo construido y la revisión de los procesos sociales, culturales y técnicos derivado de ello, las publicaciones realizadas en esos tiempos podemos considerarlas como manuales. Su temporalidad estiba entre los cincuenta y sesenta. Pioneros estos autores realizaron las primeras publicaciones críticas sobre el tema, su enfoque fue hacia lo académico, sus principales aportaciones se dirigieron hacia la valorización de la arquitectura vernácula en comparativa con la arquitectura moderna y monumental, el nivel de análisis y profundización fue un parteaguas en su tiempo, la mayor parte de estas publicaciones se realizó en la década de los setenta. Consolidadores estos autores los podemos considerar como los que una vez que se analizó y profundizo sobre el tema, se dieron a la tarea de teorizar sobre él, su trabajo lo podemos encontrar en ensayos y publicaciones que permitieron una clara conceptualización de hacia donde se deberían conducir las acciones de valorización de la arquitectura vernácula. Su trabajo sirvió de referencia para distintas organizaciones a nivel mundial en la década de los ochenta y noventa, que consolidaron líneas de acción sobre el tema.
Por último los Vanguardistas que para Aguilar Prieto se trata de organizaciones no gubernamentales e instituciones en todo el mundo que en las últimas dos décadas se han dedicado a valorar la arquitectura vernácula mediante el apoyo a investigaciones que apunten a dar soluciones a los estratos sociales más desfavorecidos, muchas de estas investigaciones se enfocan a aspectos técnicos y a la recuperación de sistemas constructivos que abonen a una visión sustentable. Derivado de esta clasificación se presenta un análisis que ordena de forma cronológica una serie de publicaciones que sirven para construir el estado del arte de esta investigación. A partir de este análisis cronológico del estado del arte de la arquitectura vernácula podemos notar que se nos abre un amplio panorama de estudio sobre el tema, para efecto de esta investigación, considero importante identificar claramente las líneas de acción que se nos descubren, ya que de ahí se desprenden de diversos fenómenos que nos pueden estructurar el tema. Por un lado se detecta un enfoque contextual que destaca la influencia de las condiciones geográficas del sitio y pone en análisis sus afectaciones; así mismo aparece un enfoque descriptivo el cual se desarrolló en publicaciones que tratan el tema bajo aspectos morfológicos, tipológicos y físicos, también se identifica el enfoque cultural del tema que nos habla de la costumbres y las condiciones de vida de los habitantes, por último el enfoque patrimonial, el cual ha sido llevado a cabo por diversas organizaciones cuyo objetivo es la preservación.
En realidad dentro del estado de la arquitectura vernácula existen pocas publicaciones que han logrado analizar el fenómeno desde una perspectiva holística multidisciplinaria, considero que ello se ha logrado en congresos como los organizados por el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, CYTED. Sin embargo para el interés de esta investigación el eje temático apunta hacia dos enfoques por un lado el cultural al plantearse analizar y comprender las condiciones singulares de una comunidad y el descriptivo pero desde la perspectiva de los materiales con los que se construye el hábitat. Cada uno de estos enfoques servirá para respaldar el análisis que más adelante se busca desarrollar en una comunidad del Valle del Mezquital, Hidalgo. El marcado deterioro cultural de las comunidades autóctonas es en gran medida una consecuencia del discriminado proceso de globalización del mundo en que vivimos. El tema de la arquitectura vernácula toma mayor relevancia ya que ha mostrado claramente su vigencia al posicionarse como una excelente alternativa de resistencia contra esta imposición cultural. Universidades en todo el mundo con mayor frecuencia han apostado a la conciencia en el uso de materiales y sistemas constructivos tradicionales, fomentado el regreso a los orígenes, como una de las soluciones alternas al problema calentamiento global y el déficit de vivienda para los sectores más desfavorecidos en el mundo. La idea central de este trabajo se desarrolla en una serie de consideraciones hipotéticas que están enfocadas a la valorización del saber colectivo como instrumento de conservación de la arquitectura vernácula. Se plantea la existencia de elementos en la memoria colectiva de un pueblo autóctono, que al ser estudiados e interpretados permitan un mejor conocimiento y que reactiven un ciclo de conservación del saber constructivo con el objeto de ser difundidos en el campo académico.
Actualmente existen condiciones de transformación cultural en el pueblo autóctono de la comunidad Hñähñu de Dexthi dentro del Valle del Mezquital, cerca de Ixmiquilpan Hidalgo, una de las razones primordiales de este hecho obedece al proceso de migración hacia los Estados Unidos por parte de la comunidad masculina, este fenómeno ha traído como consecuencia un proceso de transformación de las estructuras sociales y desafortunadamente el abandono de las técnicas y procedimientos constructivos tradicionales, al no permitir la transferencia del saber milenario a través de la población masculina.
Cabe mencionar que los sistemas constructivos de esta región del país han sido clasificados en distintas publicaciones de arquitectura vernácula como, de gran valor cultural, técnico y estético (Prieto, 1982). Otro indicador de la transformación ha sido la sustitución de sistemas constructivos en la producción de vivienda en gran medida por las influencias de la globalización, lo cual ha traído como consecuencia una transformación en la identidad, es por ello que un estudio de las variables arrojará nuevas luces sobre la interpretación de la tradición constructiva de nuestro país. Permitiendo de este modo que se logre la comprensión en la evolución de otras comunidades. Habrá que mencionar que dentro de la Arquitectura, únicamente se han realizado diversas publicaciones e investigaciones, sobre todo de arquitectura vernácula, donde se han limitado a realizar descripciones y mapeos de los sistemas constructivos desde una valoración arquitectónica, dejado de lado cualquier consideración de su impacto en el contexto, de las alteraciones o afectaciones en los marcos sociales y culturales.
La presente investigación será de utilidad para arquitectos, urbanistas, arqueólogos, paisajistas y geógrafos que trabajen sobre lo construido y su territorio, pues en ella se busca una nueva y particular lectura sobre los patrones y transformaciones de los asentamientos humanos, fundamentados en el saber constructivo de un colectivo. Es mediante una investigación social sustentada en conocimientos de antropología, geografía y arquitectura a través de la cual se generará una metodología de análisis de los aspectos culturales y constructivos, que sirva como instrumento en la didáctica de la comunidad universitaria, con la finalidad de participar en la valorización y preservación de comunidades rurales de riqueza cultural en nuestro país. Un estudio cultural basado en la memoria colectiva puede brindarnos una visión holística, al desglosar y descubrir todos los elementos que propician la perdida de las tradiciones constructivas. La puesta en valor de estas técnicas y sabiduría constructiva en definitiva apoyaría al rescate de sus cualidades y propiedades, que no solo son sustentables sino que abonan a la construcción de una identidad cultural. Finalmente es importante mencionar que es indispensable actualizar las perspectivas de conservación en referencia al patrimonio intangible y construido dentro de las comunidades autóctonas de nuestro país, por una sencilla razón, estas representan el punto de anclaje de la identidad de cientos de grupos étnicos en nuestro país.
En cuanto a las contribuciones de esta investigación la primera consistirá en la generación de información documental (audio, fotografía y video) de los sistemas constructivos tradicionales de la comunidad, lo cual destacará su importancia como patrimonio constructivo tangible e intangible de nuestro país. Por otro lado la información procesada permitirá enriquecer los procesos de enseñanza aprendizaje en la carrera de arquitectura, al poner en la mesa de discusión el tema de la memoria colectiva, el cual no es tocado en ninguna asignatura. La visión holística contenida en la investigación permitirá que se sumen nuevas perspectivas de diferentes disciplinas que enriquezcan la manera de aproximarse a este tema EL VALLE DEL MEZQUITAL Asentamientos Hñäñus en el Valle del Mezquital Pensar en los motivos que impulsaron a la creación de antiguos asentamientos en definitiva podría asociarse a aspectos vinculados al gasto energético y de recursos.
En el mundo prehispánico, el cumplimiento de esta premisa no fue posible debido a los diferentes contextos en los que se desarrollaran las culturas. Así, en el mundo prehispánico las respuestas exitosas en lo que refiere a el “donde” emplazar un nuevo asentamiento, suelen estar vinculadas a la maximización de esfuerzo y de riesgo (Morin 1992:65). Para el caso específico del Valle del Mezquital, el orden al que obedecen los poblados en él diseminados, no es atribuible a un solo factor procesable mediante una regla general. Para llegar a conocer su génesis, sería necesario estudiar caso por caso desde el punto de vista de la antropología y la arqueología. El desarrollo de los sistemas bajo los cuales, el pueblo hñähñu dispuso la localización de sus asentamientos está comprendida en un periodo de aproximadamente mil quinientos años, iniciando el conteo partiendo del siglo III d.C. Previo a la caída del imperio azteca, entre los siglos XV y XVI el valle del Mezquital estaba habitado por el pueblo hñähñu, y en menores medidas chichimecas y nahuas. La relación entre hñähñus y aztecas básicamente fue dada de dos maneras: en la primera los hñähñus fueron sometidos, debiendo pagar tributo al imperio y aportar mano de obra para el mantenimiento de las ciudades de los aliados de la triple alianza, en la segunda los hñähñus tomaron posturas más beligerantes, culminando por consolidar en el poniente el señorío independiente de Meztitlán (López Aguilar 1997). Así, el mapa política en el valle del Mezquital y sus alrededores estaba dispuesta de la siguiente manera: al norte se encontraban los pueblos chichimecas, cuyo bajo nivel de desarrollo resultaba poco atractivo al pueblo hñähñu en comparación de las beneficios de los cuales podía ser objeto al interactuar con el imperio azteca. Hacia el sur del valle del Mezquital, la cuenca de México, el corazón imperio azteca, una de las zonas más densamente pobladas de su época. Hacia el oriente el imperio tarasco, y al poniente el señorío independiente de Meztitlán, ambas zonas de conflicto con el imperio azteca. Con dos frentes de bélicos al oriente y al poniente, y la imposibilidad de hacer frente a los habitantes del valle de México, el norte parecía ofrecer mejores posibilidades para la creación de nuevos asentamientos. Con un tentativo patrón de ocupación que partía del sur hacia el norte es posible suponer que las primeras regiones ocupadas fueron Tula, Actopan y Jilotepec, a partir de ahí, las circunstancias históricas favorecían incursionar hacia otras regiones como Tasquillo, Tecozautla e Ixmiquilpan (Rosen 1979: 98).
La traza urbana de estos asentamientos es de tipo reticular, lo que implica que los pueblos que habitaron el valle del Mezquital poseían una visión global de planeación y de sus propias limitaciones, lo que fortalece la idea de que eran grupos humanos con una identidad cultural muy desarrollada. De las relaciones políticas y comerciales dadas entre hñähñus y aztecas, las tensiones a con las regiones vecinas (gestadas por las políticas expansionistas de los aztecas y sus incursiones en el valle del Mezquital) surgen las principales cabeceras políticas de la región o atelpeme. Para consolidar su poder en ellas, los nahuas entablaron alianzas estratégicas por medio de la creación de vínculos de parentesco, lo que les permitía explotar las relaciones entre estas y sus ciudades satélite. Una característica notable de los asentamientos de este periodo de dominación azteca, es la conformación de las cabeceras políticas gracias a sistemas de doble asentamiento, uno hñähñu y otro nahua, ambos separados por una frontera interna.
Bajo la hegemonía azteca, se concibió la estrategia de dividir el valle del Mezquital en regiones concretas, según las actividades que en ellas se desempeñaba, por ejemplo: Jilotepec, Ajacuba y Atotonilco fueron integradas dentro de la región de las provincias tributarias. También se establecieron regiones de carácter económico, otras que destacaban por su importancia política y en lo relativo al control y administración de ciertas cabeceras. A la llegada de los conquistadores españoles estas atelpeme, serían tomadas como emplazamientos estratégicos, usándolos para legitimar su poder a través de la construcción obras de índole religioso en estas cabeceras políticas, aprovechando la memoria que sobre ellas recaía. Los religiosos agustinos, levantaron sus templos entre las frontera de ambos asentamientos, culminando con la integración de ambos poblados en uno solo, ejemplo de ello son Atlán y Huichapan, Actopan y Tenantitlan e Ixmiquilpan y Tlacintla. A la postre, es sistema de fundación de ciudades dado por los aztecas, basándose en la relación con el vecino más cercano, resulto tan efectivo que fue retomado por los españoles como un medio de penetración y creación de nuevos poblados en “la gran Chichimea” (que comprendía estados como Zacatecas y Aguascalientes), si bien estos poblados no presentaban antecedentes en asentamientos o caseríos prehispánicos, estos fueron ubicados en seguimiento a los criterios similares. Ejemplos de esta relación son San Juan del Rio y Huichapan, este aspecto fue el factor determinante para su creación e instauración de poblaciones que aseguraron la extracción, transporte y resguardo de recursos, sobre todo en el caso de la minería. López Aguilar y Bali Chávez han realizado estudio de gran valor en este respecto, publicado en la revista “Estudios de la cultura Otopame”.
Este artículo propone un algoritmo matemático para dar respuesta a la disposición cartográfica de los poblados del valle del Mezquital. Esta proposición estable la existencia de cierto orden, entre los poblados que, bajo ciertas adecuaciones de escala, es posible evidenciar. Teniendo por herramienta para este análisis un algoritmo de propagación, que parte de sur a norte, los autores de la publicación encontraron una separación constante entre 71 poblaciones del valle, de 18 kilómetros entre ellas. Si bien esta constante entre pueblos, no se manifiesta en todos a modo de mostrar la formación de una malla continua semi regular, si muestra la posible relación reiterativa entre ellas, es decir, poblados que entablaban relaciones con más uno o dos vecinos. En un segundo análisis, se realizó un mapeo de las poblaciones considerando una carta re-escalada a modo de tener entre ellas separaciones 25.4 kilómetros, los resultados arrojaron la existencia de 76 “vectores” (posibles rutas entre las ciudades).
Aunque las posibilidades de múltiples relación entre poblados fueron menores, este nuevo mapeo permitió observar poblados que al menos guardaban relación con un vecino. La hipótesis que es posible establecer con la ayuda de estos análisis, es la existencia de fronteras locales entre los poblados para el factor de 18 kilómetros, mientras que el escalamiento orientado a 25 kilómetros, guarda una relación más estrecha con procesos más globales, si i bien estos análisis resultan de gran ayuda para comprender los procesos de formación de ciudades, aun es preciso incorporar en ellos el factor temporal, es decir la influencia que estos poblados ejercieron sobre los de sus alrededores a lo largo de su periodo de vida de las mismas. El patrimonio cultural de los pueblos hñähñu. Las estructuras creadas por los habitantes del Valle del Mezquital para moldear la manera en que deben de conducirse los integrantes de su comunidad, han permitido su supervivencia y la de sus costumbres, sustentándose en un manejo consensuado de derechos contra obligaciones.
Estas estructuras se han mantenido en evolución permanente, como producto de una dinámica continua de negociaciones entre quienes integran la comunidad y el mundo exterior. Esto, permite la integración de sus miembros aun cuando estos se encuentran fuera la comunidad. Lo que llamaría Ella Schmidt “ciudadanía comunal”. No es posible explicar cómo los hijos de difuntos integrantes de comunidades hñähñus nacidos en Estados Unidos, emprenden un arriesgado viaje hacia poblados que solo conocen por los relatos de sus padres, con una oferta de servicios y de calidad de vida por mucho inferior a lo que están acostumbrados, con el objetivo de cumplir las obligaciones que sus antecesores les legaron (en el entendido que la “herencia” da la posibilidad a quien la hereda de aceptarla o no), si no por gracia de una fuertemente arraiga responsabilidad cívica, una responsabilidad con la comunidad.
En el Valle del Mezquital, ser miembro de la comunidad hñähñu está condicionado a la participación activa de sus miembros en sus asuntos, siendo la comunidad en su conjunto quien demanda esta participación a quienes la integran. Los principales modos de ser partícipes, es por medio de faenas y de diferentes cargos, principalmente de índole civil. Esta alternancia de las responsabilidades comunales pudo ser heredada de las estructuras de organización de los altepetls (antiguas cabeceras territoriales) originados por el contacto de los hñähñu con el imperio azteca, o bien una forma de organización surgida de la mediación con los españoles, el debate al respecto continua (Schmidt , pp. 148). La efectividad y viabilidad de este modelo hasta nuestros días, se sustenta en múltiples factores. Uno de ellos es la existencia de espacios de discusión (foros, asambleas en diferentes modalidades, etc.) llevados a cabo en lo público y de manera constante, así, la búsqueda de consenso en las decisiones que atañen a la comunidad se hace cara a cara, en un ambiente de relativa igualdad entre sus ponentes, reforzando el sentido de pertenencia a la comunidad.
La existencia de estos foros “verticales”, así como los proyectos que de ellos emanan no pueden ser considerados si no como parte del patrimonio cultural de la comunidad. Para reforzar lo anteriormente dicho, en una sociedad donde a cada miembro se le garantiza el derecho de opinar de manera directa, y quienes la integran están posibilitados para proponer los términos bajos los cuales están dispuesto a “someterse” para ser gobernados, para enseguida decidir en comunidad la viabilidad de lo dicho y trabajar en ello en conjunto, una vez hecho el acuerdo, implica que las posibilidades de sabotaje o no adherencia a las iniciativas sean prácticamente nulas. Si algún miembro de la comunidad no asiste a alguna asamblea, este debe de aceptar de buen grado las resoluciones que de ella emerjan, si bien los miembros de la comunidad, pueden reservarse el derecho de emitir sus opiniones respecto a un asunto u otro, no pueden permitirse el no formar parte activa de los trabajos comunales. Para ello, se realiza un control de tareas y actividades en las llamadas “listas”. En estos registros, es llevado un control riguroso del cumplimiento de los deberes asignados a los miembros en beneficio de la comunidad. El incumplimiento de estas obligaciones trae consigo la exclusión de los beneficios que esta otorga, como el abastecimiento de energía eléctrica y agua potable, inclusive la prohibición del uso de las tierras del panteón. La perspectiva de ser objeto de estas sanciones, cuyo halo de acción se extienda hasta alcanzar a los miembros que han migrado del territorio, los obliga a cumplirlas: “pues en realidad, al final, todos siempre regresan […] ya sea vivos […] o muertos”. (Schmidt, pp. 153) En condiciones territoriales inhóspitas, como son las del Valle del Mezquital, la fractura de los equilibrios establecidos para la explotación de recursos estratégicos adjudicados a una comunidad, como podría ser la intrusión de otra comunidad para el aprovechamiento de estos recursos, implicaría un riesgo potencial para la subsistencia de la primera, por lo que, de confirmarse este, la primera comunidad no demoraría en buscarlos medios para impedir -de ser necesario, violentos- la explotación de recursos por parte de la segunda. De ahí, que la protección de recursos de carácter fundamental, como es el caso del agua, implique en una primera instancia su valoración como un bien de la comunidad, y enseguida, su resguardo por todos los que de él se ven beneficiados. A este fenómeno, Garret Hardin llamaría una “tragedia” de carácter individualista. La acapararían de recursos en manos de unos pocos y su explotación indiscriminada, únicamente en beneficio propio. Si bien sabemos, que diferentes pueblos indígenas como es el caso de los hñähñus, lograron sobrevivir y tener permanencia en su territorio pese a las múltiples acometidas a las que han tenido que enfrentarse, posiblemente no nos sea posible comprender con nuestra óptica occidentalizada, los mecanismos que tuvieron que activar y reinventar de manera sistemática para que esto fuese posible. La esencia de estos mecanismos, vertida en sus usos y costumbres, constituye el patrimonio cultural intangible del pueblo hñähñu. Ya que estos mecanismos, permitieron ser selectivos respecto a las condiciones bajo las cuales se integrarían al mundo colonizado que los rodeaba. En estos encuentros, las más de las veces, llevados en condiciones de seria desventaja, estas comunidades mantuvieron su resistencia en defensa de su cultura así como los recursos naturales que permitían su subsistencia, gracias al ejercicio de sus mismas prácticas culturales, económicas y sociales. En décadas recientes, diversos factores se han conjugada para reorientar los modelos de interacción económica de los pueblos indígenas de Hidalgo.
Desde 1970, una fracción del mundo del activismo volteo la mirada a la problemática de la defensa de los pueblos indígenas y en 1980, tuvo impulso la creación de proyectos cuyo desarrollo incluía la protección del medio ambiente, alimentados por las preocupaciones surgidas en lo que a ecología se refiere. En las asambleas de la comunidad, sus miembros denuncian el incumplimiento de deberes o de las normas que ellos mismos establecen, las cuales replantean o reafirman en cada reunión. Si bien este proceso no excluya la existencia de conflictos para llegar a acuerdos, permite a la comunidad, en tanto que es esta misma funge como órgano auto regulador, mantener cierto grado de autonomía respecto a instancias federales.
La base de este sistema más allá de encontrarse únicamente en los ámbitos de lo económico o lo cultural, encuentra parte de su fundamento en lo moral. Este sistema de asambleas funge como la unidad nuclear en las comunidades otomíes-hñähñu, les ha permitido gestar proyectos, sin embargo hay un factor ligado a su capacidad organizativa que ha tenido un peso fundamental para su materialización de dichos proyectos: el financiamiento aportado por sus miembros desde el extranjero. Con el incremento de los riesgos para llevar a sus miembros al otro lado del Rio Bravo, una de las estrategias adoptada por las comunidades, ha sido apostar a la creación de fuentes empleo dentro sus límites territoriales, apoyándose en las remesas envidas por sus redes de migrantes. De su parte, los miembros migrantes de estas comunidades, han optado por la creación de organizaciones civiles para abrir nuevos canales de comunicación entre ellos y autoridades tanto mexicanas como norteamericanas en beneficio de sus comunidades La importancia de estas extensiones de la comunidad en los Estados Unidos no solo radica en el ámbito monetario, sino que, su condición fuera del Valle, y su gran capacidad para organizarse potenciada por las organismos que han creado o que les brindan apoyo, les permite tener acceso a información federal para la gestión y creación proyectos de diferentes índoles, misma que comporten con los miembros de sus comunidades. Una tradición constructiva Gran parte de la arquitectura vernácula tiene su origen material en el territorio donde se emplaza, a través de la evolución de sus de las civilizaciones va cambiando el modo de percibir el paso del tiempo y con ello la forma de vivir de las generaciones futuras, sin embargo se conservan los rasgos más característicos ya que están ligados a las condiciones del sitio, entre los principales rasgos podemos identificar el modo de construir.
En estos contextos es la agricultura es una constante, con ella se establece en los pueblos autóctonos el concepto de “futuro” ya que es a través de sus ciclos los miembros de una comunidad suscriben su ritmo de vida, el tiempo de siembra, el tiempo de cosecha son ideas inscritas en el pensamiento colectivo. El valle de Mezquital en Hidalgo es un ejemplo de este tipo de relación, debido a su aislamiento las viviendas realizadas en las décadas pasadas conservaban el principio de aprovechar y adaptase a las condiciones extremas de sitio, en un clima semidesértico en donde la escasez de agua es la principal característica es fundamental la aparición de un sistema constructivo que facilite el modo de habitar el mundo. Sin duda de la manera de percibir el territorio en el que se habita se despender la posibilidad de imaginar una vivienda como una extensión del mismo. La casa de pencas de maguey o nguxu´ta en hñähñu, es un sistema constructivo que solo es posible si existe una concepción del mundo muy particular que lo sustente. La cosecha de maguey sembrado en la región por décadas significo parte de este sustento, la recuperación de la hoja de maguey residuo de la producción de pulque, permitió la creación de una vivienda con espacios de carácter singular, su uso en muros y techumbres de estas viviendas ha significado por años un fuerte sustento de la historia de esta etnia.
 El modelo de vivienda empleado es una fusión con influencia prehispánica, la cual realiza reinterpretación de los sistemas constructivos de piedra y teja. Las construcciones surgían transformando la naturaleza en una vivienda, que se mimetiza y complementa con el paisaje del territorio. De esta manera por generaciones los habitantes de esa región convirtieron el material producto de la cosecha en un material capaz de sustentar una vivienda con características térmicas indiscutibles. Como cualquier otro elemento que es parte del paisaje estas viviendas muestran de manera evidente el tiempo, factores climáticos como el sol y el viento afectan la vivienda. Sin embargo si las edificaciones no son reparadas o se abandonan el proceso de deterioro continúa, es posible que de manera natural vuelvan a su origen, se biodegradan, como cualquier ser vivo. Una construcción que nace y muere en su medio ambiente natural, se potencia ya que se reintegra con el lugar que la vio nacer. No es en sí misma, si no con el todo, no quedarán vestigios y todo volverá a su origen.
A pesar de diversos registros en algunas publicaciones de arquitectura vernácula sobre este sistema, hoy en día no hay información referente al proceso social necesario para su elaboración, evidentemente nadie podría describir de mejor manera que los habitantes del pueblo autóctono de Dexthi; desafortunadamente este sistema se ha dejado de hacer, en gran medida por la transformación en las actividades económicas y por el abandono del campo, solo está presente en la memoria de unos cuantos. Esta tradición constructiva está ligada a la sensibilidad de las manos de sus constructores, existen testimonios que la ligan a la estructura social y a las actividades agrícolas del núcleo familiar de esta comunidad. Este sistema es un ejemplo tácito de la sabiduría constructiva en donde el pensamiento razonable y la lógica de las experiencias de los antepasados permitieron la eficiencia y resistencia de este sistema al paso de los años. Marginación, desigualdad y pobreza En el estado de Hidalgo, el Valle del Mezquital alberga el mayor porcentaje de población indígena analfabeta del país, cuyas vidas se desarrollan en las condiciones más altas de pobreza extrema. En el valle, su fuente de ingresos deriva de la producción de artesanías, su tierra árida y salina no es propicia para la agricultura. Aunque la infraestructura urbana y servicios básicos como el alumbrado, la construcción de centros de salud y redes de caminos son proporcionadas por los municipios, existen casos en que la comunidad participa del financiamiento de la obra parcial, o totalmente La apertura de mercados promueve el goce múltiples ventajas económicas a gran escala, solo posibles bajo el amparo tecnológico, pero también trae consigo la apertura de la brecha socioeconómica, cada vez más evidente y más desigual. Para los países en vías de desarrollo, la promesa del neoliberalismo de establecer las condiciones necesarias para lograr un desarrollo sostenido en seguimiento de la tutela del Fondo Monetario Internacional u otras instituciones bancarias de gran envergadura, ha sido un ideal que ha triado consigo la concentración de riquezas en manos de unos pocos en detrimento de grandes sectores de la sociedad. México no queda exento de esta tendencia. La progresiva aplicación de políticas neoliberales, ha promovido el crecimiento de las condiciones de desigualdad, siendo los pueblos autóctonos del país quienes encabezan la lista.
La población indígena en el estado de Hidalgo se estima en 300 mil habitantes aproximadamente, distribuidos en 720 localidades, lo que representa el 13.40% de la población total del estado. Esta se compone principalmente por dos grupos dominantes: nahuas, que habitan en la zona de la huasteca hidalguense y hñähñus en el Valle del Mezquital. Los poblados donde estos grupos se encuentran asentados son de alta marginalidad, y algunos de ellos están considerados dentro de los más pobres del país. Ante ese panorama de desigualdad y rezago en todos los rubros, el pueblo hñähñu se ha visto en necesidad de migrar hacia otros estados e inclusive fuera del país. Acorde con estadísticas del INEGI, para 1992 el estado de Hidalgo contaba con un 25% de su población radicando en otro lugar que no es el estado de Hidalgo En materia educativa, la situación muy desalentadora, el 43.29%, de la población no posee grado alguno de estudios, el 27.83% cuenta con primaria trunca y el 14.56% con primaria completa. Pese a los esfuerzos realizados, los índices de deserción y la manera informal en que la población de entre 9 y 14 años realiza sus estudios, siguen siendo obstáculos a vencer.
Los primeros intentos de integrar a los hñähñu dentro de la dinámica social se dieron en dos frentes: la educación y la integración de su economía agrícola por medio del sistema de ejidos, ambas posturas datan de la década de los años veinte. Una vez finalizada la revolución y con el fin de llevar a cabo esta integración se creó el Departamento de Educación Indígena de la SEP el cual promovió la formación de escuelas rurales y diversas misiones culturales. Algunas de ellas no tuvieron el éxito esperado, pues no tomaban en cuenta las usanzas y cultura propia de cada región, además de que la catedra era impartida en español. En 1936 el presidente Lázaro Cárdenas firmo un convenio con el Instituto Lingüístico de Verano para creación de cartillas ilustradas, muchas de ellas con temas alusivas al campo. Estas cartillas tenían el detalle de que su contenido era bilingüe, siendo importantes herramientas educativas. En 1938 se creó en Ixmiquilpan el Centro Social Internado No.14 “Fray Bartolomé de las Casas” en Ixmiquilpan, cuyo objetivo era el de brindar educación básica, la formación artística y capacitación en el uso de tecnologías en ese entonces en boga. Esta escuela, fue pionera en la enseñanza bilingüe y sentó las bases para la educación en el Alto Mezquital. En 1949 el Instituto Indigenista Interamericano y la UNESCO iniciaron actividades en el Mezquital, creando diversos programas para la integración del pueblo hñähñu. Estos programas serian la base para que en 1951, con miras en hacer extensivos sus beneficios, se crea el Patrimonio Indígena del Valle del Mezquital (PIVM). Sin embargo, su dependencia al estado termino por desvirtuar a esta institución, que comenzó a incidir en prácticas de corrupción propias del partido en el poder.
 En 1981 el rango de acción del PIVM se extendió hasta la Huasteca hidalguense, y nueve años más tarde, en 1990 se convierte en un organismo descentralizado bajo el nombre de Patrimonio Indígena del Valle del Mezquital y la Huasteca Hidalguense. Si bien este organismo trabajo en la mejora de las condiciones de vida del pueblo hñähñu, mucho se ha cuestionado respecto al fundamento de sus acciones, acusándole de haber bloqueado iniciativas de acción y propuestas provenientes del propio pueblo hñähñu, privilegiando las decisiones de gabinete tomadas por funcionarios, con un enfoque paternalista, condicionando la continuidad y beneficios de los programas a cambio de la adquisición de compromisos políticos con las autoridades de la entidad. El estado mexicano se vio obligado a replantear su política a con los pueblos indígenas con la aparición del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, quien bajo la premisa de: “Nunca más un México sin nosotros” demando de las autoridades respeto hacia la autonomía de los pueblos indígenas La existencia de estos programas y su continuidad es de vital importancia para las comunidades del Valle del Mezquital. Si bien su presencia, fuese por el modo en que han sido planteados o la efectividad de la aplicación de los recursos en ellos destinados no han logrado erradicar las condiciones de marginación y pobreza, estos han logrado crear en sus habitantes un sentido de participación social, creando comunidades políticamente activas que demandan sus derechos y proactivas para la obtención de los mismos.
Resultado de estas nuevas posturas indigenistas muchas de ellas provenientes del seno de estas sociedades son la demanda de la creación de una nueva ley indígena, y una renovación de la relación que ellas sostienen sociedad civil, en la cual el sentir de estos pueblos sea tomado en cuenta. La crisis del Valle del Mezquital En años reciente el desarrollo capitales privados en el estado de Hidalgo, ha traído consigo considerables afecciones medioambientales, se estima que a la larga afectaran el resto de sus sectores productivos, como los dedicados a la agricultura y prestación de servicios. En décadas recientes el desarrollo proyectos eco-turísticos construidos dentro del Valle del Mezquital, zona considerada como la más contaminada dentro del estado de Hidalgo La Organización Mundial de la Salud, coloca a México en el segundo lugar mundial en el uso de aguas negras para riego, solo por debajo de China, al contar con la zona irrigada con este tipo de aguas más grande del mundo: el Valle de Mezquital. Anteriormente el valle contaba con 85 mil hectáreas sometidas a este tratamiento, en la actualidad esa cifra se ha reducido a 77 mil a causa del abandona de la tierra por parte de sus propietarias que han migran en busca de mejores condiciones laborales (Jiménez,2006). Las empresas cementeras, caleras y explotaciones de mármol han contribuido en gran medida al deterioro ambiental del estado. Las plantas de cementaras de Cruz Azul, Cementos Mexicanos, son responsables de la emisión a la atmosfera de productos como agentes infecciosos, gases, toxinas químicas, polvos, minerales y partículas inmunogénicas, que además de perjudicar las salud humana afectan gravemente la flora local. El tema del consumo del agua, es otro punto en la agenda el cual deberá ser tratado lo antes posible.
En el corredor turístico Tula- Tepeji-Atitalaquia, el consumo de las cien empresas que en él se encuentran, ponen en riesgo el abastecimiento hídrico de los pobladores de los alrededores, por lo que de no implementarse mecanismos que regulen la demande de estas, pronto, las poblaciones cercanas comenzaran a carecer de agua potable. Para mantener activas estas fuentes de empleo, es preciso que más allá de que la sociedad civil presione a los nuevos y viejos desarrollos turísticos e industriales, sean ellos mismos quienes tomen la iniciativa de eficientar sus procesos a modo de hacerlos responsables con el entorno en que se encuentran. Para ello es necesario hablar de desarrollo sustentable. Este desarrollo es aquel que “permite a la generación actual satisfacer sus Necesidades sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus necesidades propias” Aunado a ello, esta la responsabilidad civil, en la cual son las empresas las que buscan modos de retribuir a las sociedades que las alojan sea directamente mediante el desarrollo de actividades que las benefician, o por medio de organización encargadas de ello
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1 Nombramiento: Profesor de Asignatura, Facultad de Arquitectura, UNAM mcreyex@gmail.com labpysc@gmail.com