FILOSOFÍA DE LA SUSTENTABILIDAD DE LA VIVIENDA TRADICIONAL: TRANSFORMANDO COMUNIDADES HACIA EL DESARROLLO LOCAL

FILOSOFÍA DE LA SUSTENTABILIDAD DE LA VIVIENDA TRADICIONAL: TRANSFORMANDO COMUNIDADES HACIA EL DESARROLLO LOCAL

Rigoberto Larraga Lara y Ramón Rivera Espinosa. Coordinadores
Universidad Autonoma de San Luis Potosí
Universidad Autónoma Chapingo
Universidad de Antioquia

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CONFIABILIDAD Y VALIDEZ DE UN INSTRUMENTO QUE MIDE EL SENTIDO DE PERTENENCIA 

Cruz García Lirios 1

RESUMEN
En el marco de la migración, el impacto del mercado global en las oportunidades locales ha sido un tema de estudio comúnmente abordado por cuatro hipótesis; 1) identidad, 2) adaptación, 3) asimilación y 4) selección. Estos supuestos consideran a la migración como un efecto de los flujos económicos financieros desde los que es posible anticipar la construcción de una nueva identidad entre dos culturas diferentes, el ajuste de las capacidades laborales a las demandas del mercado local, el aprendizaje de habilidades, conocimientos según los valores de la economía receptora y del desarrollo humano a partir del establecimiento de un sistema de competencias laborales. Empero, salvo los estudios relativos a la identidad y aculturación, estos parecen obviar que el estudio de la migración no sólo se circunscribe a quienes transitan de una economía emergente hacia un país desarrollado, o bien, aquellos flujos migratorios del campo a la urbe. En este sentido, el objetivo del presente trabajo es contrastar una quinta hipótesis acerca de que la travesía, estancia y retorno de los migrantes a su lugar de origen obedece a la identidad y alteridad en la que se manifiesta el sentido de pertenencia, categorización social, representaciones sociales e identidad. Para tal propósito, se llevó a cabo un estudio transversal de corte cuantitativo con una selección no probabilística de 157 residentes de Xilitla, San Luis Potosí, México. Los resultados muestra que la objetivación y el anclaje del mercado laboral estadounidense influye en la identidad de la muestra encuestada (β = 0,57). A partir de un modelo estructural [X2 = 15,25 (25gl) p = 0,000; GFI = 1,000; RMR = 0,000] la hipótesis de la identidad-alteridad fue aceptada y discutida según el estado del conocimiento.
Palabras claves; migración, pertenencia, categorización, representaciones, identidad
ABSTRACT
In the context of migration, the impact of global opportunities in the local market has been a subject of study commonly approached by four hypotheses: 1) identification, 2) adaptation, 3) assimilation and 4) selection. These assumptions consider migration as an effect of the financial economic flows from which it is possible to anticipate the construction of a new identity between two different cultures, the adjustment of industrial capabilities to the demands of the local market, learning skills, knowledge according to the values ​​of the host economy and human development from the establishment of a system of labor skills. However, except for studies relating to the identity and acculturation, these seem obvious that the study of migration is not only limited to transit from an emerging economy to a developed country, or those migration from the countryside to the city. In this sense, the objective of this paper is to test hypotheses about a fifth of the cruise, stay and return of migrants to their home due to the identity and otherness in the sense of belonging is manifested, social categorization, social representations and identity. For this purpose, we conducted a cross-sectional quantitative study with a nonrandom selection of 157 residents Xilitla, San Luis Potosi, Mexico. The results shows that the objectification and anchoring the U.S. labor market influences the identity of the respondent sample (β = 0.57). From a structural model [X2 = 15.25 (25df) p = 0.000; GFI = 1.000; RMR = 0.000] hypothesized identity-otherness was accepted and discussed according to the state of knowledge.
Keywords; migration, belonging, categorization, representation, identity
INTRODUCCIÓN
Los flujos migratorios que subyacen de las relaciones entre países desarrollados y emergentes han sido abordados desde dimensiones económicas y laborales a partir de las cuales se derivan objetos de estudio y de investigación relativos a la trayectoria, estancia y retorno con énfasis en la reinserción laboral en la comunidad de origen (Anguiano, Cruz y García, 2013), o bien, se considera a la migración como redes de capital humano y social en donde la demanda laboral sólo es un factor que explicaría la diversidad cultural ya que la autonomía y los grupos a los que pertenece el migrante inciden sobre sus decisiones; trayectorias y búsqueda laboral en el país receptor (Izcarra, 2011). En ambas dimensiones, económica-laboral y social-identitario, los flujos migratorios son abordados desde una perspectiva de sus garantías individuales inherentes a su naturaleza humana o relativos a su condición ciudadana (Ortiz, 2012).
Precisamente el presente estudio pretende 1) establecer la relación teórica y conceptual entre ambos enfoques económico-laboral y social-identitario con la finalidad de: 2) especificar un modelo de trayectorias para: 3) contrastar la hipótesis según la cual los flujos migratorios se gestan desde un sentido de pertenencia. Tal arraigo y apego al lugar de origen determinaría el procesamiento y asimilación de información en torno a los costos y beneficios de permanecer o migrar, así como la producción de ideas en torno a las similitudes y diferencias entre la cultura mexicana y estadounidense. Una vez que el migrante a estructurado la información concerniente a su condición económica, entorno laboral y expectativas económicas, entonces inicia un proceso de elección grupal y laboral que lo orientará en su trayectoria, estancia y retorno.   
De este modo, son cuatro los procesos por medio de los cuales se establecen relaciones de dependencia entre ocho dimensiones abordadas por el estado del conocimiento y cuatro teorías psicosociales del conflicto y el cambio.
A partir de la perspectiva sociohistórica, la psicología de la migración estudia las dimensiones de pertenencia, categorización, representación e identidad circunscritas a los grupos de referencia de migrantes (Gil, 2012).
El sentido de pertenencia consiste en un conglomerado de significaciones que arraigan a un individuo a su lugar de origen. Por su parte, las categorizaciones vistas como elecciones de un grupo en relación a espacios, tiempos y personas, complementa el sentido de pertenencia a un entorno o lugar de origen.
Empero, la migración al ser impulsada por representaciones sociales de calidad de vida y bienestar subjetivo emplaza al sentido de pertenencia y la confina, junto con la categorización social, a una serie de significados de expectativas cuando el migrante decide emprender su travesía o añoranza cuando el migrante se establece en un entorno, o bien, decide retornar a su lugar de origen (García, 2009).
Cada uno de los tres procesos esgrimidos justifica la construcción de una identidad con base en significados de progreso y felicidad que el migrante adquiere una vez que se ha insertado en un entorno de desarrollo laboral y bonanza económica (Carreón, Morales, Rivera, García y Hernández, 2014).
La identidad, a decir de los expertos en la materia, explica en buena medida el flujo migratorio que busca algo más que el crecimiento económico. Se trata de un proceso ene l que convergen sentido de pertenencia, categorización social y representaciones sociales todos y cada uno de ellos articulados en la construcción de edificaciones privadas o públicas, cuando no comunitarias (García, Montero, Bustos, Carreón, y Hernández, 2013).
En el presente estudio, se exponen las dimensiones de cada uno de los cuatro procesos psicosociales que se originan por el conflicto entre la disponibilidad de recursos y las expectativas de desarrollo en una microrregión huasteca.
Las Teorías Psicosociales del Conflicto y Cambio (TPSCC) tienen la virtud de explicar los procesos inherentes a los grupos vulnerables; símbolos, significados y sentidos de su entorno. De esta manera, las comunidades migrantes, a diferencia de grupos residentes urbanos o periurbanos, son herederas de tradiciones, usos y costumbres que los llevan a establecer conflictos con otras comunidades o grupos por los recursos naturales, los espacios ceremoniales o las vías de comunicación.
Las TPSCC que se utilizarán son las relativas a la pertenencia, categorización, representación e identidad social. Se trata de cuatro procesos en torno a los cuales la dinámica migratoria es explicada según sus significados de travesía, estancia y retorno en referencia a grupos o redes familiares.
Como es sabido, la migración ha sido estudiada desde un enfoque predominantemente economicista. Desde este enfoque los flujos migratorios son una consecuencia de los flujos financieros. Es decir, la distribución de las inversiones directas extranjeras concentra una oferta laboral que sólo puede ser subsanada con flujos migratorios internacionales (Cerrón, 2010).
Es el caso de la Teoría de la Dependencia Económica la cual sostiene que los flujos financieros parten de un centro financiero hacia la periferia laboral. Empero, las inversiones al concentrarse en aquellas economías que permiten una mayor ganancia, presionan el mercado laboral de los países que no captan los flujos de inversión o que en su caso han sido abatidos por una fuga de capitales (Sangabriel, 2012).
A menudo, los flujos de inversión se aproximan hacia aquellos sistemas políticos y económicos que les garantizan altos rendimientos. Sin embargo, la estrategia de inversión a veces consiste en presionar una economía para que una vez devaluada su moneda por la falta de liquidez en dólares, los inversionistas puedan aprovechar el desbalance monetario entre el dólar y la moneda local. O bien, los flujos financieros siguen lógicas de “efecto rebaño” o “efectos asimétricos” que favorecen a los inversionistas con un mayor volumen de dólares para liquidez (García, Carreón, Hernández, Bautista y Méndez, 2013).
Grosso modo, el enfoque económico deriva de los flujos de inversión las consecuencias en el mercado laboral internacional y local para anticipar la llegada o salida de flujos migratorios en países emergentes o la estancia de migrantes en países desarrollados.
Desde el enfoque económico, lo flujos migratorios son un efecto de las políticas macroeconómicas de inversión pública, o bien, una consecuencia de la apertura de los mercado maquiladores en los países emergentes (Borjas, 2010).
Al considerar que la migración es una respuesta a la presión laboral en los países o centros maquiladores, los economistas descartan el choque de culturas y la formación de sociedades multiculturales que por su sentido de pertenencia hacen posible la diversidad en aquellas regiones receptoras de flujos de inversión (Zavala, 2012).
Un segundo enfoque economicista considera a la migración como el proceso de distribución de los recursos naturales en los que las especies animales y vegetales compiten por el control de tales recursos a medida que estos cada vez son más escasos. Se trata de la tragedia de los recursos que son comunes a grupos heterogéneos. A medida que la escasez se intensifica, subyacen prácticas egocéntristas que comprometen la disponibilidad de recursos para las futuras generaciones (Calleja, 2012).
El análisis de los flujos migratorios desde los flujos de inversión, es sustituido por este nuevo enfoque por el análisis de los flujos energéticos ya que siguen los presupuestos de la Segunda Ley de la Termodinámica (García, Morales y Carreón, 2013).
De acuerdo con esta ley, los recursos naturales son biomasa que se distribuye siguiendo una trayectoria impredecible puesto que, un incendio por ejemplo, no es anticipable por la cantidad de variables a considerar. Más aún, el equilibrio de las temperaturas en el planeta hizo posible una disponibilidad de biomasa tal que garantizó la permanencia de las especies, pero el calentamiento global amenaza con la extinción a aquellas especies que se adaptaron a las anteriores condiciones climáticas.
De este modo, una variación en la temperatura del planeta supone la emergencia de un entorno en el que la competencia por los recursos será el primer indicio de un cambio en las condiciones de vida de las especies del planeta (Hernández, 2012).
No obstante, que la economía ecológica ha explicado fehacientemente las consecuencias del calentamiento global en la distribución de los recursos naturales en las ciudades, la psicología de la sustentabilidad ha avanzado hacia una explicación más optimista al demostrar que bajo ciertas condiciones de riesgo, incertidumbre o contingencia, las especies animales y vegetales, principalmente las humanas, toman decisiones a partir de información que les permita anticipar escenarios futuros de conflicto y cambio.
La Teoría de las Decisiones Prospectivas sostiene que ante una situación azarosa de impredecibilidad y riesgo, los humanos emplean atajos mentales o heurísticos que les permiten sortear las vicisitudes de la escasez de recursos naturales.
En el caso de la migración, las redes familiares y de amistadas de los migrantes inciden en su decisión, pero la formación de estos grupos se gesta desde una escasez de información y recursos en los que las decisiones fueron construidas con base en heurísticos tales como; “entre lo malo y lo peor, prefiero lo malo”.
Se trata de una racionalidad que construye un discurso de migración ante el desempleo, sequías e inundaciones que oscurecen el panorama de una comunidad.
A partir de los marcos teóricos esgrimidos se han construido cuatro hipótesis: identidad, adaptación, asimilación y selección. En torno a las cuales los migrantes ajustan sus capacidades laborales a las condiciones imperantes del mercado. O bien, en el caso del supuesto de asimilación, son capaces de adquirir las habilidades y conocimientos para reducir las diferencias entre los mercados local e internacional en el que estuvieron insertos y en el que tratarán de incorporarse. El choque de culturas, no sólo refleja una adaptación o asimilación, sino además una aculturación en la que las comunidades migrantes adoptan los estilos de vida de los residentes. Por último, los tres procesos suponen la selección de talentos en cuanto a especialización de competencias laborales que permite la estancia de aquellas migrantes con las capacidades idóneas para el mercado laboral internacional.
Sin embargo, la perspectiva económica y el enfoque sociológico de la migración han hecho énfasis en los procesos macro soslayando la dinámica de los grupos en los que están insertos los migrantes. Se trata de redes de cooperación, confianza, solidaridad, compromiso, satisfacción y felicidad que explican en buena medida la travesía, estancia y retorno de los migrantes a su lugar de origen (Reyes, 2012).
El primer proceso psicosocial es el relativo al sentido de pertenencia el cual sostiene que los migrantes son individuos insertos en grupos discursivos desde los que se fundamentan significados de arraigo al un lugar. En este sentido, el apego a una comunidad no sólo indica la estancia prolongada en el lugar de origen, sino el retorno inmediato o retardado del migrante.
De este modo, el migrante en su travesía, estancia y retorno resignifica el apego al lugar de origen y transforma su arraigo en desapego para migrar a otro escenario laboral diferente al de su formación. Los grupos con los que interactúa el migrante no sólo son accesorios del apego o desapego al lugar, son en suma símbolos de arraigo y permanencia que serán cuestionados al ser categorizados por el mismo migrante frente a la expectativa de otros grupos o entornos en los que podrá reinsertarse en el mercado laboral (Zúñiga, 2012).
La categorización social, una consecuencia del sentido de pertenencia, principalmente del apego al lugar, explica la estancia más que la migración en si misma puesto que una perspectiva estática de la vida supone categorías sociales incuestionables, pero una vida errante está relacionada con categorizaciones constantes en donde los individuos contrastan su situación laboral con la de sus familiares y amigos que han migrado y de aquellos que se quedaron en la comunidad (Godínez, 2012).
Empero, las categorizaciones requieren de significaciones que por su grado de resiliencia anticipan la estancia de un migrante frente a la movilidad de un grupo. Es decir, a medida que los individuos anticipan escenarios futuros con los grupos a los que pertenecen, eligen pertenecer a otros grupos que les aseguren una mayor proyección laboral aún y cuando estos emigren buscando una mejor calidad de vida y bienestar subjetivo (Sabucedo, Durán y Alzate, 2010).
La respuesta al por qué los individuos se desprenden de los grupos y no permanecen en ellos lo que se quisiera por parte de aquellos está en la formación de representaciones sociales.
Como es sabido, una representación social es sinónimo de un aprendizaje en dos fases: objetivación y anclaje. Además está estructurada por un núcleo sociohistórico de significados y una serie de símbolos periféricos (Puga, 2012).
En primer lugar, la migración es un acto elegido que se antepone a una elección realizada a nombre del individuo. Es decir, la situación laboral y económica, incluso la decisión de migrar parece ser una herencia del grupo al que el migrante está adscrito. En ese sentido, el núcleo figurativo de la representación social de la migración está conformado por una serie de símbolos que arraigan al individuo a un lugar de origen, pero también lo incentivan a migrar cuando de preservar esos mismos símbolos se trata (Rodas, Ospina y Lanzas, 2010).  
En efecto, el retorno de los migrantes no sólo obedece a la presión migratoria o económica, sino a preservación del patrimonio cultural y residencial del grupo al que el migrante pertenece (Jodelet, 2011).
Es aquí donde el núcleo periférico actúa como impulsor de la travesía, la estancia y el retorno. Sin embargo, los símbolos periféricos obedecen a una lógica diferente ya que requieren de una movilidad simbólica que les permita alimentar el núcleo figurativo (Rodríguez, 2011)..
Mientras que la objetivación de la migración se procesa en los símbolos periféricos, el anclaje se establece en el núcleo figurativo De este modo, la travesía es resguardada como un instrumento de preservación del grupo, el lugar de origen y el patrimonio de sus recursos, pero esto es posible gracias que el migrante representa su situación en símbolos de seguridad, e inseguridad, confianza y desconfianza, satisfacción e insatisfacción, arraigo y desarraigo La relación entre estos símbolos opuestos da origen a un núcleo central figurativo en el que naturalizan estos símbolos y se transforman en significados socio-históricos que el migrante lleva desde sus primeros años de vida y que inciden en sus decisiones presentes (Yuangion, 2011)..
Una vez que la objetivación y el anclaje sustentan un aprendizaje individual en referencia a la dinámica de una comunidad o grupo migrante, el proceso de identidad casi se ha completado ya que ello implica la síntesis de ambos procesos representacionales en un grupo al que el migrante está adscrito (Pérez, 2012).
No obstante las críticas vertidas al concepto de identidad como la toma de decisión de pertenencia a un grupo en el que aparentemente se excluye a los entornos, lugares, espacios, objetos, patrimonios, edificaciones o recursos, la identidad social explica la relación entre un grupo con el individuo a través de los instrumentos que ambas entidades requieran para interrelacionarse.
Es cierto que los espacios o recursos son instrumentos de interacción entre migrantes y grupos de referencia, pero son estos elementos, desde la óptica de las representaciones sociales, símbolos de poder que al ser resignificados por el núcleo central permiten al migrante retornar a su lugar de origen (Long, 2013).
Las dimensiones de los significados en torno a conflictos y cambios durante la travesía, estancia y retorno podrían explicarse considerando ocho dimensiones. En la primera dimensión, la empatía explica el sentido de pertenencia y con base en ella, la categorización del grupo de referencia, empero es la segunda dimensión relativa a la confianza la que definiría en buena medida la elección de un grupo así como la representación que de sí mismo tiene el individuo (Amar, Abello, Martínez, Monroy, Cortes y Crespo, 2011).
En la tercera dimensión, el compromiso subyace como un factor intermedio entre las relaciones empáticas y/o de confianza. En este esquema, la afiliación con el grupo es asumida como parte inexorable de la identidad. Es así como una categorización supone la emergencia de un grupo alterno que no se concretiza hasta bien entrada la representación social de anclaje y objetivación (Jodelet, 2011).
Se trata de la naturalización de un individuo con respecto a un grupo, el compromiso indicaría el grado de objetivación de sus recursos, el anclaje de sus discursos y la naturalización de sus propuestas (López, 2012).
El resultado no sería la conformidad indicada por una desconfianza al interior del grupo, sino más bien la emergencia de ideas que reconstruyen y resignifican el discurso del grupo. La identidad del individuo, es la representación social del grupo (Gil, 2010).
Se requiere entonces, la convergencia de un discurso y estilo de vida centrado en la empatía, la confianza y el compromiso para entender la innovación que derive en emprendimiento En el caso de las comunidades migrantes, la travesía no sólo supone la pertenencia y categorización de una red laboral, sino la representación que el migrante tendría de la prosperidad. “El sueño americano” es un paliativo de la representación hasta que el discurso migrante lo incluye como un símbolo que los diferenciará de otros grupos del lugar de origen o del espacio receptor (Leyva, 2012).
En esta tesitura, el emprendimiento indicaría un conflicto entre el individuo que se marchó con respecto a la persona que regresó. La discrepancia entre uno y otro personaje puede ser observada en los estilos de consumo que para algunos es la felicidad, para otros es sólo satisfacción, pero que en definitiva los hace querer ser parte de un grupo (Corral, 2010).
En síntesis, los procesos psicosociales de pertenencia, categorización, representaciones e identidad explican la travesía, estancia y retorno de migrantes desde su dinámica interna que no sólo se reduce a la interrelación entre el individuo y el grupo, sino que está en constante reconstrucción ya que el núcleo figurativo de representación de la migración incentiva la preservación de una comunidad, su entorno, recursos, edificaciones y patrimonio.
A partir de las teorías de la pertenencia social, categorización social, representaciones sociales e identidad social relacionadas conceptualmente con los tres procesos de travesía, estancia y retorno, así como los cuatro fenómenos relativos a la asimilación, adaptación, selección e identidad esgrimidos en el estado del conocimiento se procedió a especificar un modelo de trayectorias (véase tabla 1). 
De este modo, 1) la identidad es determinada indirectamente por el sentido de pertenencia ya que la relación está mediada por las representaciones sociales y la categorización social, con lo cual 2) la categorización social únicamente estaría influida por las representaciones sociales como transmisoras del sentido de pertenencia y 3) las representaciones sociales únicamente estarían influidas por el sentido de pertenencia.
MÉTODO
Diseño. Se llevó a cabo un estudio transversal de corte cuantitativo
Muestra. Se realizó una selección no probabilística de 157 residentes de la comunidad de Xilitla, región huasteca de San Luis Potosí, México. El criterio de inclusión y exclusión fue el haber sido migrante considerando travesía, estancia y retorno. 
Instrumento. Se construyó la Escala de Pertenencia, Categorización, Representación e Identidad Social. Incluye 28 reactivos en torno a símbolos, significados y sentidos de travesía, estancia y retorno del migrante ante el desempleo y el mercado laboral de los Estados Unidos.
Procedimiento. Las encuestas se llevaron a cabo en la plaza principal de la comunidad previa pregunta relativa a la experiencia de migración. Una vez confirmado el requerimiento, se facilitó la encuesta indicando que los resultados de la misma no incidirían en su situación laboral o económica. Cuando los encuestados omitieron una respuesta o repitieron la misma opción, el cuestionario fue excluido de los análisis estadísticos. La información fue procesada en el Paquete Estadístico para Ciencias Sociales (SPSS por sus siglas en inglés) y el paquete de Análisis de Momentos Estructurales (AMOS por sus siglas en inglés) versiones 10 y 5,0 respectivamente.
Análisis. Se utilizaron los parámetros de curtosis para establecer la distribución normal de las respuestas a la escala, alfa de Cronbach para la confiabilidad, pesos factoriales para la validez, el estadístico “phi” para la covarianzas, el parámetro “beta” para las regresiones, el índice de bondad de ajuste y el residual para el contraste de hipótesis.
Confiabilidad. Se consideró un valor alfa superior a 0,60 para establecer la consistencia interna de las subescalas y el instrumento. En el caso de los valores superiores a 0,90 se asumió un problema de colinealidad entre los ítems y la subescala. Los valores inferiores a 0,60 fueron considerados como evidencia de relaciones espurias entre los reactivos y las subescalas.
Validez. Los valores de esfericidad KMO superiores a 0,60 fueron asumidos como un requerimiento para la prueba Bartlett de adecuación de la escala con nivel de significancia cercano a cero y esta como preliminar a la estimación de pesos factoriales superiores a 0,300 entre los ítems y el factor establecido mediante análisis exploratorio de componentes principales con rotación varimax. Por último, el porcentaje de varianza explicada superior a 20% fue asumido como evidencia de ajuste de las relaciones especificadas en referencia a las relaciones observadas.
Covarianza. Los valores “phi” superiores a 0,30 e inferiores a 0,90 fueron asumidos como evidencia de correlación entre el factor con respecto a los demás factores establecidos en la validez de constructo. En el caso de los valores cercanos a cero se consideraron como evidencia de relación espuria y aquellos valores próximos a la unidad como evidencias colinealidad.
Estructura. Los valores “beta” superiores a 0,30 e inferiores a 0,90 fueron considerados como evidencias de relaciones de dependencia entre los factores e indicadores. Los valores cercanos a cero o la unidad fueron desestimados de posteriores análisis ya que sugieren relaciones espurias o colineales.
Ajuste. Los valores de los índices de ajuste cercanos a la unidad fueron considerados como evidencia de aceptación de la hipótesis nula con respecto al ajuste de las relaciones especificadas en referencia a los datos observados. Los valores inferiores a 0,90 fueron asumidos, junto con la varianza explicada en la validez de constructo, como evidencia de rechazo de la hipótesis nula.
Residual. Los valores cercanos a cero fueron asumidos como evidencia de ajuste y aceptación de la hipótesis nula. En el caso de los valores superiores a 0,009 fueron considerados como evidencia de rechazo de la hipótesis nula y aceptación de la hipótesis alterna.
RESULTADOS
La estimación de la distribución normal (morfología de la distribución de respuestas a los ítems que miden las variables), consistencia interna (grado de vinculación conceptual entre los reactivos que miden las variables) y validez de constructo (estructura de las respuestas a ítems que miden las variables) conformó los cuatro factores planteados (véase tabla 3).
En el primer factor relativo al sentido de pertenencia; motivos, afectos y compromisos conformaron una estructura que incluyó los ítems r1, r2, r4 y r5 con un alfa de 0,68 y 45% de la varianza explicada. El segundo factor alusivo a la categorización social, incluyó los ítems 8, 9, 11, 12 y 14 con una consistencia interna de 0,72 y 36% de la varianza explicada. Respecto al factor de representaciones sociales incluyó los indicadores r16, r17, r18 y r19 al obtener un alfa de 0,61 y explicar el 27% de la varianza. Por último, el factor de identidad social se configuro con los síntomas r22, r23, r24, r26, r27 y r28 con una consistencia interna de 0,64 y 22% de la varianza explicada. Es decir, las respuestas de los migrantes y exmigrantes entrevistados se estructuran de un modo tal que no sólo están vinculadas, sino además están relacionadas de un modo directo e indirecto según la información que pudieron experimentar y registrar en su travesía, estancia y retorno
La estimación de las covarianzas entre los cuatro factores permitió establecer relaciones de dependencia para la predicción de la identidad social ya que ésta correlacionó con el sentido de pertenencia (Φ = 0,47), la categorización social (Φ = 0,41) y las representaciones sociales (Φ = 0,61). En el caso de la categorización social, sus correlaciones con el sentido de pertenencia (Φ = 27) y las representaciones sociales (Φ = 0,31) también anticiparon relaciones de dependencia para su predicción. Por último, la correlación entre el sentido de pertenencia y las representaciones sociales (Φ = 0,62) permitió establecer una relación de dependencia entre los factores. Es decir, las relaciones entre los cuatro factores, pertenencia, categorización, representaciones e identidad parecen indicar que están vinculadas de un modo lineal que permitiría anticipar la elección de un espacio, grupo y trabajo en EU por parte de los entrevistados, aunque las representaciones sociales parecen tener un vínculo más fuerte con la identidad y el sentido de pertenencia.
De este modo, las relaciones de dependencia fueron modeladas para el contraste de las hipótesis. Por consiguiente, la identidad social y la categorización social fueron determinada por las representaciones sociales (β = 0,57 y β = 0,21 respectivamente), mientras que ésta fue influida por el sentido de pertenencia (γ = 0,19).
En efecto, un aumento del arraigo genera un incremento en la identidad o elección de grupo y trabajo a medida que la información correspondiente es procesada en actitudes, percepciones, conocimientos y habilidades.
Los índices de ajuste y residual [X2 = 15,25 (25gl) p = 0,000; GFI = 1,000; RMR = 0,000] permitieron el contraste y aceptación de las hipótesis relativas a la predicción de la identidad social, la categorización social y las representaciones sociales. Es decir, la identidad concerniente a la travesía, estancia y retorno no obedece a la pertenencia, categorización y representación de la cultura y contexto de México con respecto a EU, sino además evidencia tres identidades diferentes que indican un proceso complejo entre ambos países el cual está incidiendo en los flujos migratorios.
DISCUSIÓN
En referencia al estudio de García, Morales y Carreón (2013) en el que encontraron relaciones significativas entre la precariedad laboral y la identidad resiliente en migrantes que tuvieron las tres experiencias; travesía, estancia y retorno, el presente trabajo ha encontrado que las representaciones sociales del mercado laboral en EU en referencia a las oportunidades de empleo en México determinan su identidad familiar.
Por su parte, las categorizaciones sociales de los migrantes al ser influidas por la objetivación y el anclaje de su sentido común indican que su situación laboral y familiar está vinculada con sus apreciaciones de las diferencias entre la cultura mexicana y la cultura estadounidense. En este sentido, el estudio de Godínez (2012) en el que una vida errante es factor propulsor de la migración y un nomadismo estaría vinculado con su apego al lugar de origen no sólo explican las categorizaciones de México respecto a las categorizaciones de EU, sino además las diferencia en los estilos de vida de acuerdo a la información disponible.
Ambos hallazgos corroboran los supuestos según los cuales la situación económica y laboral disemina representaciones sociales que incentivan ideas generalizadoras de las oportunidades de empleo en México que las distingue de las opciones de trabajo e ingreso en EU. De este modo, la resiliencia (asimilación y adaptación a una cultura diferente) y la propensión al futuro (búsqueda de prosperidad anticipando escenarios de crisis en el lugar de origen) reportadas como factores preponderantes de la migración e identidad por Sabucedo, Durán y Alzate (2010) es explicada por la objetivación y anclaje de información accesible y disponible a los migrantes.
Sin embargo, el sentido de pertenencia al tener un efecto espurio sobre las representaciones sociales parece reforzar la hipótesis de la selección, la adaptación o la asimilación más que el supuesto de la identidad. En efecto, si la identidad es alimentada por conocimientos de sentido común acerca de las condiciones laborales en EU con respecto a México, entonces las comunidades migrantes se ven envueltas en una aculturación desde su lugar de origen.
Estos hallazgos abren la discusión en torno al debate de los enfoques económico, sociológico y psicológico desde los que los estudios de migración han construido los cuatro supuestos de identidad, adaptación, asimilación y selección.
En este sentido, es indispensable construir escalas que midan los cuatro supuestos y contrasten estas hipótesis a fin de establecer los factores que tendrían un mayor peso al momento de migrar hacia EU.
CONCLUSIÓN
El presente estudio ha evidenciado una alteridad en torno al sentido de pertenencia, representaciones sociales, categorización social e identidad por parte de migrantes que han experimentado la travesía, estancia y retorno.
Se trata de un fenómeno en torno al cual una comunidad migrante construye un conocimiento de sentido común que determina sus ideas sobre oportunidades laborales y económicas en un escenario opuesto a su lugar de origen. Es decir, la alteridad parece ser un conjunto de ideas que no sólo diferencian al mundo laboral externo en referencia al mundo laboral interno, sino además sustentan el auto-concepto del migrante ante el desempleo de su lugar de origen y las oportunidades salariales en EU.
La alteridad migratoria podría estar diseminada no sólo en los procesos psicosociales, sino también en los procesos sociológicos tales como habitus, campos o capitales, así como en los procesos económicos organizacionales de empatía, confianza, compromiso, satisfacción o emprendimiento.
Es por ello indispensable contrastar los cuatro supuestos que el estado del conocimiento ha construido para explicar el choque de culturas en factores de identidad, asimilación, adaptación os elección de trabajadores que provienen de economías emergentes, se dirigen a los países desarrollados y retornan a su lugar de origen.
La construcción de un modelo integral permitirá anticipar escenarios de conflicto entre culturas y coyunturas de cambio en el que la interrelación entre migrantes y residentes podría dar paso a una nueva cultura que en el ámbito laboral tendría una repercusión sin precedentes ya que la solidaridad de los trabajadores de las economías emergentes podría ser complementada con la eficiencia de los trabajadores en los países desarrollados.
REFERENCIAS
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1 Estudios de Doctorado en Psicología Social y Ambiental, UNAM. Profesor de asignatura, UAEM-UAPH. Tel. 5622 6666 ext. 47 385 correo electrónico: garcialirios@yahoo.com