CONSTRUCCIÓN DE ASENTAMIENTOS PARA CAMPESINOS DESPLAZADOS DE GUERRA EN NICARAGUA

CONSTRUCCIÓN DE ASENTAMIENTOS PARA CAMPESINOS DESPLAZADOS DE GUERRA EN NICARAGUA

Inés Claux Carriquiry (CV)
Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología

Volver al índice

“1985: POR LA PAZ… TODOS CONTRA LA AGRESIÓN”1

14 de enero
Los topógrafos están en Jalapa realizando el levantamiento de unos terrenos en Tauquil, Noel ha estado viniendo a trabajar a pesar de la hepatitis, Diana y su bebé se encuentran de lo más bien, los responsables de proyectos  andan en sus zonas y yo estoy preparando el informe general de 1984 y haciendo el plan de trabajo para el primer semestre.

22 de enero
Diana se reintegró hoy.

25 de enero
Pasé el día en Miraflor con la cuadrilla de topografía; estuvimos midiendo un terreno para veinte y dos viviendas que se construirán para los cooperativistas de la Teodosio Pravia. Santiago, quien manejaba el jeep amarillo, nos dejó y se fue a realizar varios mandados. Los topógrafos hicieron su trabajo y el chofer no regresaba. Mientras esperábamos les dije que yo quería hacer unos disparos con mi fusil para estar acostumbrada al ruido y al impacto. Quedamos sorprendidos porque tengo buena puntería. Se fue haciendo tarde y como Santiago no llegaba estábamos preocupados; teníamos frío y mirábamos hacia todos lados con los fusiles listos para cualquier cosa.

10 de febrero
¿Y ahora, qué? A cortar café. Nos vamos a ir todos los del MINVAH, este fin de semana, a Oro Verde, a cortar café con los campesinos. Oro Verde queda por los lados de Miraflor.

                   

                         HACIENDO POSTA
Recostados
bajo el árbol más ancho
sentados en las raíces
encabritadas.
Los magazines
hieren, incomodan
tenemos los fusiles
listos
y los ojos
bien abiertos
aunque sólo vemos
oscuridad.

Nos toca
a ambos
la posta
en Oro Verde;
todo
totalmente
en tinieblas;
por la tarde
pasaron
los contras
al otro lado
de esa montaña
sembrada de café.

No vemos nada,
agucemos
el oído
“Sshh”…
“Sshh”…
Sólo el silencio frío
y la enorme longitud
del tiempo.
Héctor susurra:
“Mi señora quiere
irse
a los Estados;
quiere
llevarse
a mis hijos.
Ella es adventista.”
“Sshh”…
“¿Por qué ladrarán
los perros
allá abajo?”

“Sshh”…
“no hay cuidado,
son compas,
allá pasan,
allá van.”

“No estoy más
en mi casa;
duermo
donde me agarra
la soledad
donde se desgarra
mi tristeza.”

“Sshh”…
parece
que alguien
viene
alguien
encendió un fósforo”

“Son los nuestros
que vuelven
de la fiesta,
suben
a la champa.”

“Tanto
nos hemos vergeado
Tantos años
de andar
y bajar y subir
disparando
entre el estruendo,
tantos años
de años
con hambre
con las heridas
doliendo
enterrando
y llorando
tanto tiempo
soñando
peleando
estallando
cayendo, desfalleciendo,
y siguiendo adelante
y transformando…
todo por ellos”

“No
no puedo hacerlo
la hermana
enviará los pasajes
no dejaré
jamás
que se lleve
a los chavalos;
que se vaya sóla”
12 de febrero
Los muchachos de la cuadrilla, excepto Lucas, se quedaron en Oro Verde cortando café pero el resto regresamos a Estelí y estamos preparando los planos de los asentamientos de Jalapa. Lucas está dibujando muy bien. Estamos sin dibujantes porque primero se fue Juancito y luego tuvimos que despedir a Enrique porque faltaba demasiado al trabajo debido a su alcoholismo.El 18 partiremos nuevamente todos a cortar café.

23 de febrero
Fuimos toditos a La Dalia, incluso la Diana quien dejó al Erick al cuidado de la abuela. Sólo Noel no pudo ir por la hepatitis. Muy de mañana nos poníamos en formación muertos de frío bajo la fina garúa. César Darce daba las órdenes para partir en fila hacia el otro lado, en donde las cocineras nos esperaban con café caliente y una tortilla llena con arroz y frijoles. Éramos muchos; había trabajadores de todas las instituciones del Estado. En una camioneta nos acercaban hasta el lugar en donde íbamos a cortar el café, maduro, rojito, brillante, que daba ganas de comerlo. Luego, a subir, subir, trepar hasta la cima de los cerros, resbalándonos en el barro suelto.

El capataz nos indicaba nuestro surco y con la canasta bien amarrada empezábamos el corte. A medio día, con las manos chorreando el líquido pegajoso que van soltando los granitos maduros y que se van poniendo cada vez más mugrientas porque el polvo se les va pegando, recibíamos nuestra tortilla con frijol la que devorábamos rápidamente; nos servían pinolillo o café en una lata que pasábamos del uno al otro. Todos alegres, bromeando con el garabato, con las botas de hule, con el mulero.

De nuevo a cortar hasta que volviera la camioneta a buscarnos. Y bajar los sacos en medio del barro, resbalándonos, con el tremendo cansancio, y después, a pesar el café y platicar sobre la vida del campesino, el esfuerzo, la pobreza a que fue sometido durante tanto tiempo. Qué vida la del campesino. “¿Cuánto habremos cortado?”“Ni siquiera para pagar su comida.” “Mañana nos esforzaremos más”.
Sucios, empapados, agotados, regresábamos a tratar de bañarnos en la única llave de agua ubicada en el centro del patio al que daban los cuartos en donde dormíamos en literas de madera.

Ya oscureciendo nos acercábamos a la cocina por nuestra tortilla con gallopinto y cafecito caliente. Y en las noches eran las guitarras y los cantos, los cuentos y las risas y unos que callaban a los otros para poder dormir. Los que por allí habían conseguido llenar su cantimplora con cususa se picaban y empezaba el alboroto.

Algunas noches se oían a lo lejos las ráfagas y se remecían las montañas con los combates.
Varios de nuestros compañeros se integraron a las escuadras milicianas que defendían circularmente la UPE.

27 de febrero
Mientras estuvimos cortando café en La Dalia, Noel hizo una planera de madera. Los topógrafos le dicen “el púlpito” porque es un cajón alto con tapa, que recuerda los muebles que usan los oradores. ¡Al fin quedarán bien guardados los planos originales!

28 de febrero
Se me han puesto moradas las uñas de los dedos gordos de los pies de tanto caminar ayer con César Darce en San Juan de Limay, en un lugar llamado Las Lajas. Fuimos con unos compañeros de MIDINRA y otros del EPS a ver los terrenos para un nuevo asentamiento y caminamos muchísimo buscando alguna fuente de agua. Yo ya no podía caminar más; las botas que tengo no me quedan bien.

Todo el tiempo oíamos las explosiones de un combate en la montaña más cercana. El fusil me pesaba muchísimo. El lugar era árido y desolado con un gran bosque de jícaro que se había quemado.
Hoy, uno de los compañeros del MIDINRA que estuvo ayer con nosotros, me dijo que dos horas después de regresarnos la contra pasó por el mismo sitio.

                                  EN SAN JUAN DE LIMAY
                                  El sol sobre los jicarales quemados
                                  y el grupo
desplazándose en fila
con las akas listas;
portillos de alambres de púas
recién cortados
“!Cuidado!
no le vaya a salir
una culebra.”

Kilómetros
y kilómetros
de caminata de polvo
buscando las fuentes de agua
buscando el mejor terreno
para el cultivo
el mejor terreno
para las casas.

Vienen los morterazos
de la montaña
entre el humo
del combate.
Pasa una camioneta
hacia Estelí con
con los heridos.

Entre los jicarales quemados
crecerán las viviendas
de los que vendrán caminando
sedientos
ojerosos;
ciento cincuenta familias
desplazadas
que lloran
pero caminan.

02 de marzo
Empezó a trabajar un muchacho al que vamos a enseñar a dibujar.

07 de marzo
Dos días permanecieron los topógrafos en San Juan de Limay. Volvieron espantados por la soledad de la carretera. Allá hicieron el levantamiento del terreno que estuvimos viendo con César Darce. Yo estaba bastante preocupada porque la zona está “chiva”. Me dio una gran alegría verlos regresar.

17 de marzo
Pasé varios días en Jalapa con los muchachos de la cuadrilla y Ramón Narváez, el chofer de la camioneta roja, a donde fuimos a trazar un asentamiento en el Portillo. Tuvimos que hacer todo a la carrera porque ya estaban allí, recién llegados, los campesinos desplazados por la guerra. El Portillo está en el centro este del Valle de Jalapa, a siete kilómetros de la ciudad.

Lo primero que nos dijeron fue: “No vayan a utilizar la palabra compañero porque estos campesinos se molestan mucho con ello ya que no están acostumbrados, no les hablen tampoco de cooperativismo; si les preguntan, ustedes no saben, que le pregunten al del MIDINRA; éstas personas han estado muy aisladas y todo les asusta; hay que ir al suave. No vayan de verde-olivo ni porten fusiles, la defensa está garantizada aunque no la vean”.

Había que hacer el asentamiento a la carrera, “con lotes de cuarenta por cuarenta metros” nos dicen los compañeros de la comisión coordinada por el Frente Sandinista. Les preguntamos cuál terreno es el que ha designado el MIDINRA y nos dicen: “La Ladera del cerro, entre el cerro y la carretera, desde el beneficio hasta donde están esos siembros de café que son de particulares. A los campesinos que han llegado se les dará, para que cultiven, toda esa extensión al otro lado de la carretera.”
No había tiempo que perder y, a simple vista, veíamos que el terreno no era muy grande. Entonces lo medí con pasos para darme una idea de su tamaño.

“Son sólo seis manzanas, no podemos hacer lotes de cuarenta por cuarenta porque el terreno no alcanza. Si los lotes deben tener esa medida tendrán que darnos un terreno de treinta y seis manzanas.” “¿Cómo va a ser?” y les explicamos con números: “Hay que tener en cuenta el terreno que se va en las calles, en los parques, en la escuela, el comedor infantil, el centro de salud, la tienda popular, el campo deportivo…no sólo se debe tomar en cuenta el área de los lotes.” Hicimos sumas y multiplicaciones.

Nos dicen que no hay otro terreno para el asentamiento y nos preguntan cuál sería el lote más grande que podría salir si se hicieran 140, es decir uno por cada familia. Hacemos los cálculos y decimos: “Lotes de 250 m2, que tendrán 12.50 metros de ancho y 20 de fondo”.
“Va, pues.”

Los topógrafos levantaron la poligonal durante el día y por la noche hice el diseño del asentamiento dejando que las calles bajaran la ladera del cerro para que les aguas no se empozaran y además para que no haya casas mirando para atrás (el cerro) sino con vista a los futuros campos de cultivo.

Como el Estado no tiene recursos suficientes para construir viviendas completas, ni módulos básicos, sólo se construirán unos techos sobre pilares de madera con cerchas –también de madera- hechas en la obra y cubiertas de zinc. Estuve viendo la posibilidad de utilizar tejas de barro ya que se producen en las tejeras de Chuslis que están muy cerca de El Portillo pero su producción es muy reducida y tardarían meses de meses en abastecernos, además saldría más caro porque requieren más clavadores que el zinc. La teja es también más cara por el transporte; como es delicada y se puede romper con facilidad, no se pueden llenar los camiones con ella. El zinc es más liviano y se transporta en menos vehículos. Pero es una lástima porque la teja de barro protege mucho mejor del frío (que en estos lados es intenso por la noche) y del horrible calor del mediodía. Yo estaba pensando en los inconvenientes del zinc, que trasmite y aumenta el calor y el frío, pero veo que los campesinos, por el contrario, están encantados porque “es un material moderno, un símbolo de progreso. ¡qué bonito brilla debajo del sol!”

Algún día se podría hacer una película hermosa que relatara la historia de estas familias; se verían los cerros llenos de bosques de pino que se hunden en neblina, la suave ladera verdecita que corre hasta la carretera y abajo la tierra fértil que se extiende invitando a cultivarla, mucha tierra hasta allá lejos. Se vería los camiones llegando con las 140 familias campesinas que fueron arrancadas de las montañas de Murra, de las aisladas comarcas de El Pinolito, El Rosario, El Dorado y La Esperanza…

Allá vivían pobremente, distantes unos de otros. El ejército ha tenido que sacarlas de sus lugares porque en esos territorios anda la contrarrevolución y es preciso accionar sin poner en peligro la vida de los campesinos que, aunque a veces le daban de comer y dormir a los contras, no tienen clara conciencia de lo que está pasando en el país.

Estos campesinos llegaron cansados, molestos, abrazando a sus chanchitos y gallinas… vestidos pobremente con telas desteñidas pero que habían tenido colores intensos: Turquesa, rosa chicha, verde chocoyo, rojo, amarillo, ropa que llevaba parches de otros colores contrastantes.

Ahora están ubicados en las tiendas de campaña verde-olivo del ejército en las que entra el agua por debajo, permaneciendo siempre húmedas.

Los primeros días no querían comer. Rechazaban la comida que se les daba, la botaban, sólo querían regresar a sus tierras. Los compañeros del Frente están desarrollando reuniones con ellos para hacerles comprender las razones de su traslado y la necesidad de su organización para cultivar la tierra y construir sus viviendas.

Poco a poco se fueron conformando las brigadas de hombres y chavalos y era impresionante ver a ciento veinte macheteros que avanzaban en fila por la montaña limpiando el terreno: “Chas, chas, chas…” Iban cayendo los arbustos a través de la neblina y de lejos parecían hormigas que arrasaban ordenadamente  toda la vegetación que encontraban a su paso…hombres que iban pensando en sus vacas, sus caballos, en el frijol que ya iban a cosechar.

El maestro, bajo la gran copa de un árbol, empezó a darle clases a los niños. Las mujeres, con sus tiernos en brazos, van al antiguo beneficio del café en donde se ha ubicado el puesto de salud; salen sonrientes con bolsitas plásticas con pastillas de colores. El médico que explica que la principal “enfermedad” es la desnutrición. Los chavalos están llenos de lombrices que, con la medicina, les salen hasta por la nariz y la boca.

Hay treinta mujeres embarazadas y cuatrocientos niños. Se preparó un cuarto en el beneficio de café para atender a las embarazadas y ya nació el primer bebé.

Cuando llega la camioneta que carga la leche en polvo, las papas, el arroz, los frijoles y el maíz, se arma un jolgorio porque hombres y  mujeres, jóvenes y viejos salen a rodearla. “¡Apártense!, ¡cuidado! ¡Que se alejen los cipotes!”. Todos, grandes y chicos, hombres y mujeres piden que los lleven en la tina de la camioneta “aunque sea hasta allí nomasito…” ¡Qué gran alegría subir al vehículo y sentir el viento en la cara que los va despeinando!

El tractor descapotaba la tierra y detrás de él los muchachos de la cuadrilla iban marcando los lotes. Había que ver la admiración que mostraban los campesinos al ver la gran máquina amarilla.
Los árboles están siendo cortados con una moto-sierra por un grupo de campesinos quienes se sienten felices con esta tarea.
Cuando escuchan que el palo se está quebrando, gritan en coro: “Uuuuuuuuuuuu, uuuuuuuuuuu…” y se retiran. El suelo se estremece. Hemos dejado sin cortar todos los árboles frutales y todos aquellos palos que dan buena sombra, haciendo coincidir con ellos las calles y las áreas verdes.

18 de marzo
Cuando estuve en El Portillo, Diana empezó el diseño para la remodelación del Centro de Salud de Palacagüina, Noel preparó varias propuestas para la ampliación de los módulos básicos de Ocotal y entre ambos diseñaron un centro Juvenil para la Juventud Sandinista 19 de Julio.

19 de marzo
Ramón Narváez, el chofer de la camioneta roja, es un buen trabajador.

                                  RAMON VARVAEZ
                                  Arranca Ramón persignándose
                                  “que mi Dios
                                  y la virgencita santísima
                                  nos acompañen”
                                  y va en la camioneta roja
                                  saltando en el polvo
                                  pasando los ríos
                                  volteando en las curvas
                                  atisbando las montañas
                                  escuchando
                                  escudriñando
                                  “aquí fue la emboscada”
                                  “por allí suelen pasar”.

                                  Con su fusil bien escondido
                                  y a la mano
                                  pasa por la maraña verde
                                  buscando venados
pasa por los pueblos
asustando gallinas
ruega que en medio de la carretera
no aparezca
la velocidad de un Ifa.

Conoce de hospedajes
y almuerzos mejores
y va
y va
sin poner peros.

Pasa de Estelí a San Juan
yendo por palacagüina
y corre a Jalapa
y vuelve a Quilalí
y sigue a Managua,
aunque sea domingo
aunque sea feriado
de asentamiento
en asentamiento
llevando topógrafos
llevando arquitectos
llevando albañiles
llevando compas

“Ramón, ¿cómo te fue?”
“Bien, porque regresamos”.

20 de marzo
Lucas está pasando en limpio los planos de El Portillo y los otros compañeros de la cuadrilla están cortando estacas de madera, limpiando el teodolito y los fusiles. Diana se ha ido a Managua para asistir a un seminario de Desarrollo Urbano que se llevará a cabo en el MINVAH durante cuatro días.

29 de marzo
Noel y Diana salieron juntos hacia Jalapa para hacer un análisis del desarrollo de los proyectos.

Este año construiremos varios asentamientos  más para los campesinos obligados por la guerra a salir de sus lugares de origen, se hace urgente limpiar la región de contrarrevolucionarios y las familias deben ser trasladadas.

En el MINVAH de Managua han planteado un proyecto para las zonas de guerra a nivel nacional al que llaman “El Plan Techo”.

Es parecido a lo que hicimos en El Portillo.

La diferencia es que, en vez de los pilares de madera, se usarán columnas prefabricadas de concreto del sistema Sandino y, en vez de construir las cerchas en la obra se comprarán ya pre-fabricadas, en la Fábrica Comadeco de Managua.

Además, para agilizar los trabajos, se utilizarán unos marcos metálicos, a modo de moldes, que ha construido la Ecovin con el fin de disminuir el tiempo de colocación de las columnas porque ya no se tienen que tomar medidas; los moldes llevan la indicación del lugar de cada columna y además tienen unos elementos que ayudan a ponerlas a plomo.

El cerramiento de las paredes correrá a cargo de cada familia; poco a poco cada quién irá haciendo las paredes de madera, caña, barro, adobe, ladrillos, bloques, etc. Mientras tanto, las casas se cerrarán con plástico negro, de aquel que viene en rollos de seis pies de ancho.

No es posible hacer más dada la situación de emergencia existente; hay que atender de inmediato a unas seiscientas familias en la Región I que están siendo desplazadas por la guerra y el Estado Revolucionario no cuenta con recursos para hacer construcciones más completas.

12 de abril
En estos días estuve con César darse en Jalapa, viendo el desarrollo de El Portillo. Horacio ha estado organizando brigadas de carpinteros, cargadores, paleros, terraceros, con los campesinos. Ya se ven los grupos cavando, terraceando, cortando, clavando, se van viendo las primeras columnas, las cerchas, los techos brillantes que ciegan al mediodía. Don Máximo, maestro de obra de Jalapa, coordina a un grupo de albañiles y a los campesinos y va viendo que todo se haga correctamente. A los campesinos se les paga su trabajo al igual que a los obreros para que tengan algo de dinero para sus gastos aunque por varios meses se les entregará la comida.

Habíamos ubicado en el plano los árboles que debían permanecer, procurando que allí quedaran las áreas verdes o las calles peatonales, pero cuál es mi sorpresa cuando veo que los árboles ya no están. “¿Qué pasó? Por qué cortaron los árboles” Nos dicen: “Para qué queremos más árboles si venimos del monte? Allá todo es árboles… aquí queremos que sea mejor…….. si estamos dejando la montaña, para qué queremos árboles?” Están encantados de ver tanta leña acumulada, han cortado con la moto-sierra todos los troncos en pequeños pequeños pedazos y los tienen en rumas muy ordenadas con la idea de irlos utilizando en sus fogones.

Las familias que llegaron a El Portillo vienen de diferentes lugares, tienen diferentes religiones y en los primeros días no se veían con buena cara unos a otros. Poco a poco las diferencias se están suavizando debido a que todos están en la misma situación. Han conformado una directiva con compañeros de diversas procedencias y se ve un espíritu más comunitario; con el trabajo en brigadas están descubriendo el valor de la cooperación y la solidaridad.

A la directiva recién formada se le invitó a visitar las cooperativas agrícolas del Valle de Jalapa (El Escambray, La Estancia, Santa Cruz), cooperativas que avanzan rápidamente; ya tienen agua potable, escuelas, puestos de salud, viviendas y lo mejor de todo: una tierra fértil que están haciendo producir y que les da muy buenos frutos. Ya en El Escambray han comprado un camión y en La Estancia tienen un tractor, ya tienen sus vacas lecheras y sus huertos de hortalizas. Los adultos ya no son analfabetos.

Los campesinos que están en El Portillo han sido base social de la contra-revolución y no quieren saber nada de “Sandinismo” pero en pocos días se ve que están cambiando, poco a poco van a comprender. Los niños ya están yendo a la escuela, en una champa improvisada, y los adultos también estudian por la noche. En sus tierras nunca habían tenido oportunidad de ir a la escuela, de aprender a leer y escribir, de conocer la historia de Nicaragua, por allá nunca había pasado un médico, nunca nadie se había preocupado por la alimentación de sus hijos, por su bienestar.

Durante los primeros días fue necesario controlar a estos desplazados para que no se fueran porque algunos querían regresar a sus lugares de origen; había que explicarles, convencerles… una que otra familia logró “escapar”.

Su principal preocupación y descontento era por haber dejado a sus animales. Se formó, entonces, una comisión que fue a buscar sus vacas, sus terneros, sus machos y sus mulas.

Había que ver las caras de los que se quedaron cuando a lo lejos vieron venir a sus animales jadeantes por la carretera ¡Que felicidad! ¡Qué alborozo de gritos al encuentro! Todos rodeaban a sus animalitos, los abrazaban, los acariciaban… Velozmente construyeron corrales colectivos.

Un día vimos venir por la carretera, que une a El Portillo con la ciudad de Jalapa, a un raspadillero con su carrito, haciendo sonar su pequeña campana: “Tilín, tilín, tilín…” todos quedaron sorprendidos. “¿Quién viene? Corrieron a rodearlo y se maravillaron al ver los raspados, amarillos, rosados. Todos pedían, todos querían… viejos y jóvenes sin excepción.

Las mujeres, ya un poco más conformes con su estadía en el lugar, han descubierto que existe buen barro para hacer vasijas y se han puesto a fabricar ollas y comales que queman en unos hornos que ellas mismas han construido. Hay que ver con qué orgullo nos mostraron las primeras tinajas y cuánta gracia tienen sus formas.

El domingo llegaron un sacerdote, a dar misa y un pastor, para hacer su asamblea, y por la tarde el FSLN llevó piñatas para los chavalitos. Fue maravilloso ver la alegría de esos niños.

Estuvimos discutiendo el lugar para cada edificio porque el maestro pide que ya se construya escuela; y los trabajadores del INSSBI que se haga el comedor infantil. Vimos que hay una construcción que puede destinarse para tienda popular.

Desde la parte de atrás de las montañas el viento traía el sonido de los combates.

17 de abril
Nos han fallado los camiones. Ya vienen las lluvias y aún no hemos podido llevar todo el material a Puertas Azules. Las cooperativas de transporte de Estelí no quieren meterse por esos caminos tan malos y peligrosos. Nos dicen que sí y luego no cumplen. Sólo tenemos un camión en el MINVAH: el Nissan Verde. Es necesario que resolvamos el problema del transporte para poder responder bien.

20 de abril
César Darce ha pedido la colaboración de las cuadrillas de topografía del MINVAH de Managua y de Granada para que nos vengan a apoyar en la construcción de los nuevos asentamientos del “Plan Techo”.

23 de abril
Llegó la cuadrilla de Managua y los compañeros pidieron botas. La administración se las compró. Lucas y compañía pusieron el grito en el cielo con toda la razón del mundo ¿por qué a ellos no les han dado botas siendo que las están pidiendo desde hace un año?

Los compañeros que han llegado de Managua dicen que ellos no saben usar armas y que por eso van a ir desarmados. Les decimos que pueden aprender a utilizarlas, pero dicen que “no” porque si la contra los agarra armados “es peor”. Ellos creen que si van desarmados le dirán a los contras que son simples técnicos que nada tienen que ver con los sandinistas y que entonces no los tocarán.

Héctor cuenta todos los casos que se han venido presentando de técnicos “desarmados” que la contra ha emboscado y asesinado. “Es mejor llevar su fusil, por lo menos podrán defenderse” dice. Yo le digo a Héctor que a mí me afligen los alambres de púas en la carretera y que me da la sensación de estar atrapada en caso de ser emboscados porque es difícil cruzarse la alambrada. El me explica que debo cruzarla siempre por abajo, que no se me ocurra tratar de pasar por arriba. Me dice: “Si pasas por abajo, aunque las púas te agarren la ropa, el levantarte con la fuerza de tu propio cuerpo en movimiento te logras zafar, aunque se rasgue la ropa pero, en cambio, si tratas de pasar por encima no tienes cómo hacer fuerza para desprenderte de las púas.”

Yo siempre voy con mi fusil porque no quiero que la contra me agarre viva. Pienso que, en caso de que aparezcan, por lo menos tendré con qué alejarlos de mi lado, dispararé y dispararé hasta que se vayan o hasta que me maten pero no me llevarán con ellos. Ya sabemos los horrores que hace la contra con las mujeres.

24 de abril
César Darce se fue con la cuadrilla de Managua hacia San Juan del Río Coco en donde verá cómo darle agua a Guanacastillo.

Diana se quedó varada en el camino a Condega en el jeep amarillo que está fallando mucho. Los caminos deshacen los vehículos.

Noel está elaborando un contrato con el colectivo de obreros constructores Luis Enrique Moncada de Ocotal para la construcción de las nuevas casas en Miraflores, porque los campesinos están muy atareados con la producción y la defensa y no pueden participar en la construcción de sus viviendas. Ahora vigilan de día y de noche y no les queda tiempo para otras tareas.

El colectivo Luis Enrique Moncada se formó en 1981 y lleva ese nombre en memoria de un albañil ocotaleño que cayó combatiendo a la contrarrevolución en abril del 81 en la Costa Atlántica. En él participan carpinteros, electricistas, fontaneros, albañiles, pintores, armadores, maestros de obra y ayudantes; son casi cuarenta hombres; es un colectivo afiliado a la Central Sandinista de Trabajadores y no pone peros para realizar los trabajos de construcción allí en donde se les necesite, aunque haya peligro. Ellos construirán las 22 viviendas para la cooperativa Teodosio Pravia y otras 30 viviendas para la cooperativa Sandino, en donde están las 18 viviendas hechas por los campesinos. Luego construirán otras 100 casas -a unos 4 ó 5 Km. de éstas- en lo que fue la Finca Puertas Azules para los cooperativistas de la Carlos Fonseca.

29 de abril
Hoy empezó a trabajar Ingrid Castillo como dibujante. Como su hermana estudia arquitectura ella tiene alguna idea sobre el dibujo arquitectónico, además es buena para el dibujo a mano alzada.

Me cuenta Diana que una cosa chistosa le pasó en su viaje a Managua: ella llevaba una pana de plástico en la mano y al subir al bus, tan lleno de gente, estiró el brazo y, en esa tremenda aglomeración, la pana fue a quedar encajada en la cabeza de una señora a quien Diana no veía. ¡Ella guiñaba la pana, la trataba de jalar y ésta no se zafaba! Pienso en la pobre señora con la pana en la cabeza, tapándole los ojos, con esa apretadera y ese calor…! ¡Cómo estaría desesperada.

En estos viajes semanales o quincenales que realizo a Managua, animada por el deseo de encontrarme con Alejandro, he visto, en medio de la apretadera y los empujones, el horrible calor y el sudor, las cajas y las mochilas, al compañero Pinedita. ¿En qué otro lugar del mundo encuentra uno a un diputado del partido en el gobierno viajando a pie durante más de tres horas en un bus destartalado?

01 de mayo
Ayer estuve de cumpleaños y los compañeros de la oficina me lo celebraron. Vino José Ramón, el transitero, como a las seis de la tarde y me dice que todos me están esperando en la casa de Técnicos. Le digo: “José Ramón, cómo me avisas tan tarde? Y si me hubiera ido a otro lado?” Y él me responde: “Pues no importa, hubiéramos hecho un simulacro.”

Y es que en estos días se están haciendo en Estelí simulacros de bombardeos. Las luces se apagan en la noche, empiezan a sonar las sirenas, la defensa civil ensaya los primeros auxilios, se ejercitan en apagar incendios, etc. Cada uno sabe lo que le toca hacer. Cuando hicimos el primer simulacro, todo el que tenía un arma la disparó al aire y al día siguiente nos dimos cuenta que todos los techos de Estelí estaban agujereados porque las balas les hicieron hueco al venir de regreso a tierra. De allí en adelante fue prohibido disparar durante los simulacros.

José Ramón está siempre pensando en parrandear. No se pierde nunca una fiesta ni un entierro, aunque no hubiera conocido al difunto. Además le gustan mucho el billar y las apuestas. Apuesta tanto que a veces se queda sin dinero y anda pidiendo prestado para comprar la leche para sus niños pequeños. Vive con la madre de sus hijos pero dice que a ella se la robó, que con ella no se ha casado y por eso tiene una novia con la que sí planea casarse. Es un poco “pleitisto” y se “libretea” cada vez que puede. Con frecuencia falta los lunes al trabajo porque pasa el fin de semana bebiendo. Cuando Lucas ha estado ausente él ha sacado adelante el trabajo. Le gusta sentirse importante y cuando uno valora su trabajo se responsabiliza más y lo hace con cuidado. Tiene un poco de dificultad para concentrarse, sin embargo ahora ya le están cerrando las poligonales y está dibujando cada vez mejor. El Leroy lo maneja bien.

Cuando se trata de la defensa del país él nunca dice que no; ha participado en casi todas las movilizaciones. Sin embargo, a veces no cumple con el trabajo y nos mete en apuros. Cuando él reparte lotes con las trabajadoras sociales les dice que lo llamen “Ingeniero”.

02 de mayo
Diana no había venido con ropa para salir al campo pero de pronto se animó a ir con Noel y Héctor que iban a hacer una gira por Miraflor y luego hasta Somoto. Cuando estaban entrando a Miraflor, Noel se dio cuenta de que Diana iba con sandalias y se enojó mucho. Héctor le dijo: “Con botas o con sandalias igual va a salir volando como alma que lleva el diablo si nos topamos con la contra.” En la laguna, Héctor cazó una venada, lo que afligió a Diana. En realidad, el mismo Héctor estaba apesadumbrado porque “a las hembras no hay que cazarlas.”

03 de mayo
Noel está orgullosísimo con su hijito. Lo carga en una mochila que lleva contra su pecho. El niño es muy vivo y sonriente.

05 de mayo
El viernes 3 salí con Víctor y la cuadrilla a Jalapa para ver los terrenos de la ampliación de Tauquil. Al regresar, hoy domingo, me dí cuenta que Víctor y los muchachos iban bebiendo ron en la tina de la camioneta. Yo estaba adelante con Ramón Narváez. Esto me preocupó porque los topógrafos estaban de uniforme militar y con fusiles,  y últimamente se les ha dado por pelearse por cualquier cosa, especialmente José Ramón y uno de los cadeneros; ambos son alocados y violentos y ya se han dado golpes. Le digo a Ramón Narváez: “¿Cómo se le puede ocurrir a Víctor darles ron?” “Lo que sucede es que él no puede estar sin beber”. “Ojalá no suceda una desgracia.” En Santa Clara le dije a Ramón que parara un momento; me acerqué al cadenero y le dije que le iba a llevar su fusil para que fuera más cómodo y… ¡me lo entregó!

Al pasar por el MINVAH en Ocotal nos reportamos por teléfono a la oficina de Estelí y el administrador me dijo que mañana tendré que salir nuevamente de viaje para iniciar los trabajos del Plan Techo en Quilalí. Ahorita tendré que ponerme a lavar ropa porque la traigo toda sucia. Estoy super-cansada, los caminos son muy saltarines y lo cubren a uno de polvo. Una cuestión que me tiene afligida es que no venden toallas sanitarias. Han desaparecido, simplemente “no hay”, lo mismo que el papel higiénico. Cuando tengo que viajar estando con la regla y sin toallas descartables es super-incómodo, horrible.

12 de mayo
El 6 de mayo salimos para Quilalí con la misión de empezar los trabajos de Panalí, el Coco y la segunda etapa de San Bartolo, lugares elegidos por los compañeros del zonal del Frente Sandinista y del MIDINRA para la ubicación de las familias que serán sacadas por el EPS de las zonas montañosas del norte de la Vigia y las comunidades de La Luz, Goteras, Santa Rita y Santa Ana. Es doloroso pero no hay otra alternativa.

Aunque se expliquen ampliamente los motivos, aunque se diga que no será para siempre, aunque se ofrezcan mejores tierras y escuelas y centros de salud, predomina el llanto, la incertidumbre, la angustia, los ruegos, la cólera. Es desgarrador. “¿Y nuestros muertos?” nos preguntan “Y nuestros animalitos?” “¿Y el alambre de púas que acabamos de poner?”
Este viaje lo hice con José Ramón y la cuadrilla de Managua. Llegamos por la tarde a Quilalí y buscamos al responsable zonal del FSLN con quien acordamos salir al día siguiente tempranito hacia Panalí para que nos indicaran el lugar en donde se construirá el asentamiento.

Decidimos iniciar con Panalí porque es el lugar más cercano a Quilalí, a sólo seis kilómetros,  y porque hay un antiguo compromiso con los cooperativistas del lugar, a quienes se les ha ofrecido apoyo en la construcción de sus viviendas. Ahora, dada la nueva situación, conformarán un solo poblado con las familias desplazadas.

Al ir al día siguiente a Panalí, cruzamos el ancho río Jícaro que puede pasarse con vehículos de doble tracción cuando no está crecido. En caso contrario, debe tomarse otro camino y dar vuelta por un sitio en donde el río se vuelve angosto y profundo y se ha construido un puente.

El compañero del zonal del Frente Sandinista nos señaló los terrenos: “esos son” nos dijo “¿hasta dónde?” le digo. No sabía. Sólo sabía que ese era el terreno pero no exactamente cuáles eran sus límites. Entonces dijo que seguramente el compañero zonal del MIDINRA pasaría por allí en una camioneta blanca de tina ya que tenía que ir a San Bartolo.

Nos sentamos debajo de un árbol a esperar y al rato apareció la camioneta blanca a la que hicimos señas para que se detuviera. Luego de explicarle lo que estábamos haciendo, nos señaló un cerco y dijo: “desde esta carretera hasta aquella cerca y por la izquierda hasta el zanjón que queda antes del antiguo campo de aterrizaje de avionetas y por la derecha, hasta el criquet.  No vayan a pasar atrás de la cerca porque ese lugar está destinado al futuro hato ganadero de la cooperativa” y añadió: “serán 200 familias.”

La cuadrilla llevó a cabo el levantamiento de la poligonal mientras dos macheteros de la cooperativa iban abriéndose camino entre los arbustos. El agua del criquet corría cristalina y aprovechamos para bañarnos y lavar ropa ya que en el hospedaje de Quilalí no había agua. En los terrenos del otro lado del riachuelo, un campesino, con una yunta de bueyes, cuidadosamente rehacía los surcos en donde ya estaban creciendo unas pequeñas plantas de maíz; las chicharras llenaban el aire con un ruido metálico intenso. Hacía bastante calor y teníamos mucha sed pero no queríamos beber el agua del criquet por temor a los parásitos.

Como habíamos visto unos palos de naranja y de toronja al otro lado de la carretera, nos acercamos a pedir que nos vendieran algunas. El dueño de la huerta era un viejito muy delgado que caminaba derecho, como una vara, y llevaba en la coronilla un gorro como el de los obispos de un color morado granate. Era don Calixto Tercero, combatiente del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, quien había luchado con Sandino contra los yanquis.

El tenía muchas historias que contarnos y nos expresaba su satisfacción por el triunfo revolucionario del 19 de Julio del 79.

Don Calixto nos regaló naranjas.

Los topógrafos concluyeron el levantamiento de la poligonal. Por la noche, en el hospedaje, con una luz mortecina y en una pequeña mesa enclenque, que tratábamos de nivelar con papelitos y tapitas de gaseosas, dibujaron la poligonal.

Los compañeros de Managua no estaban acostumbrados a trabajar de esa manera, tan a la carrera y tan incómodos, pero desarrollaron el trabajo con esmero. Inmediatamente que estuvo listo el dibujo del terreno, hice el diseño del asentamiento.

Cuando fui al cuarto para dormir, encontré sobre mi almohada un gran sapo café. Esa pensión está en total abandono. No sé cómo se mantiene en pie. Las paredes son de adobe y tienen rajaduras que las atraviesan de lado a lado. Cuando llueve, en todos los cuartos hay goteras. Lo peor de todo es la falta de agua para bañarse.

Al día siguiente fuimos al terreno para lotificarlo porque ya iban a llegar los compañeros de la ECOVIN a construir los techos. Contratamos a un muchacho campesino del lugar para que cortara ramas y prepara estacas. Pantaleón, maestro de obra de Quilalí, con su ancho sombrero de cuero café sobre el pelo que le llega a los hombros, su pantalón rojo y su camisa amarilla con negro, estaba ya intentando represar el agua que brotaba en unas lomas cercanas. La idea era poner unas mangueras y llevar el agua hasta el asentamiento, pero esto no tuvo buenos resultados; los topógrafos tomaron los niveles del terreno y en realidad hacía falta mayor pendiente. La cuadrilla llevó a cabo la lotificación, calcamos el plano y le dejamos la copia a Pantaleón, quien trabajará con la ECOVIN.

Al volver a Quilalí, fuimos a la pensión a buscar nuestras mochilas para regresar a Estelí. Teníamos mucha sed y decidimos tomar una cerveza.  El anciano dueño del hospedaje se puso a platicar con nosotros. El había también luchado con Sandino, había pertenecido al EDSN, pero no le daba mucha importancia a ese hecho en sí sino, más bien, lo que le enorgullecía era que su nombre salía en uno de los libros de Sergio Ramírez que él conservaba en una vitrina. “Mire usted en la página tal”, nos decía “va a ver que allí Sergio Ramírez ha escrito que yo era lugar-teniente de Quilalí.”

                                  PENSANDO EN TI

                                  Entre árboles amarillos
                                  volvimos ayer de Jalapa
                                  Hinchada, cansada, desvelada
                                  con toda la ropa sucia
                                  en la mochila
                                  las botas embadurnadas
                                  el traqueteo del jeep adentro
                                  y pensando en llamarte.

                                  Con la ropa lavada
mojada
con los rollos de planos
y las botas sucias
y tu gorro verde olivo
salí hoy para Quilalí.

Sumergida en los paisajes
de caminos curvos de montañas verdes
la guerra se desvanece
y sólo las explosiones
que vienen a veces
de detrás del cerro
me hacen despertar
y pienso si estarás viajando.

Los topógrafos clavan
las estacas
detrás de los cooperativistas
de Panalí
que van con los machetes
limpiando el monte.

Trazando los asentamientos
escucho las chicharras
aunque los árboles están brillantes.
En el terreno de al lado
una yunta de bueyes
rehace los surcos
sin dañar las plantitas de maíz.

Por el camino pasan dos mujeres
con sus tiernos enfermos
en brazos
llevan ya
las medicinas
dos horas caminando
hasta su casa.

Debajo del sol, del calor,
el sudor,
el polvo,
surgen los techos de zinc
decididos a agrupar,
organizar, producir,
defender.

Van llegando las familias
en camiones,
los niños barrigones
viejitos enfermos
hombres analfabetos
tristes, preocupados,
temeroso, recelosos,
dejaron sus casas
dejaron sus tierras
dejaron sus muertos.

No saben todavía
que aquí
se unirán
para arrancar
los arbustos venenosos,
encontrarán salud,
encontrarán escuelas
dejarán el hambre,
se lavarán
en el criquet
de aguas claras.

Es hermoso
estar aquí
pero quisiera verte.
Tal vez suceda
que el próximo
fin de semana
pueda entrar
en ese bus
lleno, repleto, caliente
y llegar a Managua.
Quizás suceda
que no hayas viajado
a Jinotega
o Matagalpa.

Lunes 13
Ayer regresé de Quilalí. Ya van dos fines de semana que no voy a Managua. Me hace falta ver a Alejandro. Lo llamé por teléfono desde Quilalí. Aunque fue una especie de hazaña lograr esa comunicación, pudimos hablar. Mañana partiré nuevamente hacia Quilalí y Diana a Jalapa. Yo iré con la cuadrilla de Managua y ella con la de Granada.
Ha sucedido algo maravilloso: han llegado cuatro camiones Liaz enviados por el MINVAH para reforzar nuestro trabajo.

Viernes 24
Hoy regresé de Quilalí después de lotificar El Coco y Diana regresó de Jalapa luego de lotificar Aranjuez.

El martes 14 salí con Héctor y la brigada “Comandante Cristóbal Vanegas” hacia Panalí. Esa brigada, que ha venido desde Masaya, está compuesta por unos veinte monimboseños fornidos, de piel oscura, todos armados. Venían encaramados en un camión repleto de mochilas, colchones, rollos de plástico, ollas, cacerolas y encima, alegremente, balanceándose, juguetes de madera pintados de amarillo y de rosado; carritos, matracas, mesitas, asientos, boleros, yoyos. ¡Qué cara la que iban poniendo los chavalitos campesinos que vivían a lo largo de la carretera! No podían creerlo… recibían los juguetes y se quedaban silenciosos… luego venía la gran felicidad.

Los monimboseños se han quedado con Héctor en Panalí ayudando en la construcción de los techos y en la defensa del lugar. Ellos están trabajando arduamente de sol a sol. Preparan su comida, lavan su ropa y vigilan de día y de noche. En la construcción de los techos están utilizando los moldes metálicos, lo que facilita su tarea. Como no son albañiles, Héctor dirige su trabajo.

Ya están allá las familias campesinas quienes fueron recibidas por una enfermera y los maestros. Los compañeros de la brigada “Comandante Cristóbal Vanegas” los ayudaron a bajar de los camiones y les están ayudando a cerrar las casas con plástico negro. Ellos los reconfortan, les platican de un futuro sin miseria, sin explotación.

La ECOVIN también llegó y hemos tenido problemas con ellos porque no se integran a los monimboseños sino que van por su lado. Además no están haciendo caso al diseño. Los techos deben retirarse de la calle tres metros; la calle tiene seis metros de ancho pero, entre techo y techo deben quedar doce metros y ellos están dejando sólo seis lo que hace que se vea todo pegado, horrible.

Los monimboseños sí están haciendo el trabajo como debe ser. Lo que sucede es que el maestro de la ECOVIN se va por lo más fácil. Pone la columna en donde está la estaca sin dejar el retiro de tres metros. La idea era que las calles pudieran llevar árboles a ambos lados, de modo que las personas caminaran siempre bajo sombra y las viviendas no quedaran tan próximas unas de otras.

Estamos de malas: dos camiones Liaz nuevecitos, cargados con columnas para Panalí, se quedaron en medio del río Jícaro. Sólo uno pasó por el río – el chofer del otro, más precavido, decidió dar la vuelta para pasar por el puente.

                 BRIGADA COMANDANTE CRISTÓBAL VANEGAS

                 Si te cuentan que pasó
                 un camión
                 con rollos de plástico
                 ollas y mochilas
                 y sentados arriba
                 unos veinte hombres
                 gruesos, sonrientes
                 de piel oscura,
                 es que por allí estuvieron.
                
Si ves por los caminos
                 a niños
                 jalando carritos
                 con rayas y flores
                 rosadas y amarillas,
                 es que por allí pasaron.
                
Si te dicen que eran recios
                 y bravos,
que iban armados
y dieron su cariño
a las familias que llegaron
desplazadas por la guerra,
ellos eran.

Si distingues los techos
que brillan en fila
es que allí trabajaron;
poniendo columnas,
armando el techo,
clavando el zinc.

Si escuchas que compartían
que preparaban su comida
que en la noche vigilaban
y se bañaban en el criquet
y a las cinco de la mañana
ya estaban
poniendo columnas,
armando el techo,
clavando el zinc,
eran ellos.

Regresarán los monimboseños
a Masaya
pero seguirá rodando
su ternura de juguetes de madera
por la carretera.

El 17 de mayo entré a El Coco con Ramón Narváez en la camioneta roja. Fuimos los primeros del MINVAH en entrar después del día, hace  poco más de un año, en que el antiguo poblado fue atacado por la contrarrevolución, que lo dejó en ruinas. Qué soledad tan espantosa la de esa carretera que une Quilalí con Wiwilí, nada, nadie, ni un animal por el camino; sólo las montañas cubiertas de arbustos. Como a 20 Kms. de Quilalí entramos en un desvío por las montañas; abajo se veía correr el río Coco y se escuchaba un inmenso silencio, la camioneta roja manejada por Ramón iba despacio por ese camino de curvas de tierra que estaba siendo invadido en algunos tramos por la vegetación.

Llegamos al lugar en donde había estado el asentamiento; sólo quedaban en pie unas viejas paredes de adobe de un rancho antiguo cuyas tejas estaban carbonizadas, desparramadas por el suelo. Las casas de la Cooperativa, como habían sido de madera, no existían. Sólo quedaban pedazos de zinc retorcidos; una callada desolación.

El gobierno regional planteaba la urgente necesidad de reconstruir el poblado para que pudieran regresar los campesinos que allí vivieron y además poder asentar a varias familias desplazadas por la guerra que venían de La Vigía. Era importante, urgente, que esas tierras tan ricas fueran trabajadas y se produjera maíz, frijol, verduras, etc.; la alimentación tan necesaria para la población.

Pero, fundamentalmente, era necesario ubicar allí un poblado organizado, un poblado conformado por campesinos milicianos, que frenaran el paso  de la contra-revolución.

Los compañeros del zonal del FSLN, en Quilalí, nos indicaron el lugar en dónde se construiría el nuevo asentamiento; una planicie alta rodeada de guindos desde donde se contempla un valle conformado por el río Coco; un mirador espléndido.

En el terreno crecían varios chilamates y otros árboles de troncos y copas inmensas que ofrecían una sombra reconfortante, además había mangos y jocotes. De repente, entre los arbustos, asomaba algún venado.

Los compañeros del Ejército Popular Sandinista nos indicaron la mejor posición de las viviendas para que se dominara el lugar y se organizara la defensa en caso de algún ataque de los mercenarios y los de Reforma Agraria nos mostraron las tierras que entregarían a los campesinos; una gran extensión de tierras aplanas que veíamos desde lo alto y que se perdían a lo lejos.
Al día siguiente regresamos al Coco con los topógrafos y con varios compañeros armados del EPS. La cuadrilla de Managua no quiso llevar fusiles. Iniciamos la medición del terreno para el nuevo asentamiento que dista unos dos kilómetros del antiguo. La zona estaba “descompuesta” porque la contrarrevolución andaba rondando en las cercanías. Un grupo de compañeros milicianos nos protegió mientras realizamos el levantamiento topográfico. A mí me cuidaba un chavalo de unos doce o trece años, con su uniforme verde olivo y su Aka. Era bajito y resultaba gracioso porque siempre iba conmigo por todos lados, muy serio y listo para protegerme en caso de necesidad. Los otros milicianos se ubicaron en los alrededores para evitar una sorpresa enemiga. Era el domingo 12 de mayo de 1985 y se oían a lo lejos los combates.

Uno de estos días, cuando llegábamos en la camioneta, entrando por el poblado viejo, el presidente de la Cooperativa nos paró y dijo: “Los está buscando el Ingeniero”, pensé: “¿qué ingeniero? ¿será el de la ECOVIN?” En eso vemos a un campesino de verde-olivo, descalzo, que viene caminando desde el lugar en donde se va a construir el asentamiento. “Allá viene el Ingeniero”, dice el compañero de la Cooperativa. Yo no veo a ningún Ingeniero, sólo al miliciano descalzo que se me acerca y dice: “Compañera, la estaba buscando porque yo soy el Ingeniero encargado de la construcción de los pozos tiradores.”

                                  EL COCO

                                  Nadie,
nadie,
ni siquiera una vaca
a lo lejos
ni siquiera un caballo
en el camino
sólo el esqueleto
carbonizado de un jeep
sólo los arbustos
cubriendo
todos los campos
sólo las montañas
llenas de árboles enormes
sólo el río Coco
allá abajo
y las casas quemadas:
las tejas regadas en pedazos
el zinc negro
y el tremendo vacío
de la quebrada.
“Aquí arriba
construiremos
otro asentamiento
rodeado
de pozos tiradores.”

03 de junio
Ingrid está dibujando muy bien; estamos contentos con su avance. Acaba de pasar en limpio las poligonales del Coco y de Aranjuez.
Mañana salgo nuevamente con la cuadrilla de Managua para lotificar el Coco.

13 de Junio
El cro. Del MIDINRA nos dijo que teníamos que trazar 150 lotes. No tiene la menor idea de las dimensiones. A simple vista se ve que el terreno es muy pequeño para tanto. Saldrán como máximo 83 y de 12.50 por 20 metros, iguales a los de El Portillo y el Coco. No les vamos a dar menos.

Ya están nuevamente en el lugar los sobrevivientes de la masacre, quienes pasaron más de un año en San Bartolo. Están allí con una enfermera, una maestra, un técnico agrícola y un representante del FSLN; han limpiado el terreno del viejo asentamiento y se han acomodado en los restos de las construcciones destruidas. Además construyeron champas con ramas y plástico negro para recibir a las familias desplazadas.
Un campesino a quien encontré en el camino cuando estábamos lotificando el Coco me dijo:

                                  LO QUE ME DIJO EL CAMPESINO
                                 
Estamos regresando, compañera
a nuestra tierra de “El Coco”
ellos entraron y quemaron,
resistimos, disparamos,
pero a dieciocho mataron.

Tuvimos que salir
las veinticinco familias
que quedamos,
pero aquí estamos ahora,
regresando.

Año y medio demoramos
viviendo en San Bartolo
pero ahora
venimos reforzados.

Si viera qué gente más bonita
es esa
que ha llegado;
esos desplazados,
esos hombres y mujeres
con sus niños,
sus abuelos,
que vienen del norte,
de “La Vigía”.

Ya los ve haciendo corrales
ya los ve limpiando el monte,
allí los ve
encantados
mirando el tractor.

La lluvia pasa
por las champas
y el plástico se vuelve
blandito al mediodía
el agua la traemos
de abajo
donde corre el río

Tenemos llena la bodega
con maíz,
con arroz,
con frijoles;
la enfermera
ya está curando
la diarrea
de los chavalos.

Si viera
cómo estoy de alegre
de haber vuelto,
de saber que las casas
ya se van a construir,
de estar preparando la tierra
para sembrar,
de tener las armas
para defendernos.

Los dos hospedajes están llenos y no teníamos a dónde ir; nos dieron el dato de una casa del MIDINRA que estaba desocupada y allí fuimos a dar los topógrafos, Santiago,  Héctor y yo,  con nueve de los monimboseños que ya no podían regresar a Panalí porque era tarde. Dormimos en el piso que estaba helado. No había ni luz ni agua; una incomodidad completa. Además las puertas no cerraban. Nos quedamos dos días allí pero luego nos pasamos a San Bartolo y dormimos en el comedor infantil en donde había baño. Es un lugar amplio y limpio y en las noches teníamos un candil. Aunque también dormimos en el suelo nos sentimos bien. Tenemos la ventaja de que San Bartolo está cerquita de El Coco.

El jeep amarillo de Santiago nos dio quehacer; es un jeep que ya tiene ocho años de uso intenso pero logra llevarnos de un lado al otro. Para que arranque, Santiago lo estaciona en una bajadita porque sino tenemos que ponernos a empujar. En este viaje, saliendo de Estelí, en la cuesta de la Kukamonga,  se le saltaron unos pernos y se la cayó la barra. Además le fallaban los frenos. “Agárrense!” gritaba Santiago cuando íbamos de bajada en las curvas de San Juan.

En Quilalí pasamos dificultades para conseguir diesel para regresar; no había en la gasolinera. Al fin Héctor consiguió que el EPS nos diera los galones suficientes para el regreso. Otra cosa: no encontrábamos la manera de inflar una llanta que andaba baja.

21 de junio
Como el camino a Miraflor está tan fangoso por las lluvias, los camiones se atollan, especialmente ya casi llegando al desvío hacia Puertas Azules. Entonces hemos enviado un tractor para que se esté allí listo a jalar a todos los que se quedan pegados. No hay otra forma de solucionar el problema.

Si no, tendríamos que esperar la época seca para meter los materiales. Son cien techos los que haremos en Puertas Azules.

25 de junio
Construiremos 60 techos en El Escambray, 50 en La Estancia y 70 en Santa Cruz, ampliando esos poblados.

                         DESDE LAS SEGOVIAS

Te escribo para decirte
que quisiera
verte
ahora mismo
hablarte largamente
no sé exactamente
de qué,
como de una felicidad
que siento,
como de algo que flota
en un viento tibio,
como de algún sonido profundo.

Y quisiera contarte
de los compañeros
que se entregan generosamente
humildemente
intensamente
en la siembra,
sin afán de sobresalir
ni competir
ni aplastar
ni desprestigiar
ni despreciar.

Y quisiera mostrarte
las cordilleras
que se abren
con sus bosques de pino
y sus venados
y las cooperativas
que crecen
aunque sale el humo
detrás de los cerros
y pasan
las camionetas
con los heridos
del combate.

Quisiera explicarte
que aquí
la teoría y la práctica
se abrazan
estrechamente
y se vuelven
un inmenso río
inseparablemente eterno.

Quisiera supieras
que te recuerdo
por esos caminos
en que
dando la curva
puede estallar la explosión
como una llamarada
de gritos
cuando la lluvia cae
deliciosamente
sobre la grama,
cuando brilla
cualquier color
de alguna pequeña flor
entre la hierba,
cuando encontramos
un criquet
de agua clara
y llenamos las cantimploras
y nos mojamos la cara
sonriendo dichosos.

01 de julio
Pasé un fin de semana muy feliz en Managua. Allá encontré la gran noticia de que mi  amiga Alicia pasará por Managua en un viaje del Canadá hacia Perú. Tendré que ir otra vez a Managua el 4 de julio para buscarla en el aeropuerto.

08 de julio
Estamos pasando unos días terribles de dolor y desaliento. Es difícil explicar lo que siento. El 4 de julio, mientras yo estaba en Managua, sucedió la desgracia. Estaba cenando con Alicia cuando telefoneó Diana desde Estelí diciéndome que Noel no había regresado de Miraflor, que había salido desde tempranito y no había vuelto. Le dije a Alicia: “Tenemos que partir de madrugada para Estelí, ojalá no haya pasado nada malo.”

Muy de mañana nos fuimos agarrando siete “rides” hasta llegar a Estelí, directo a la casa de Diana. Yo llevaba el corazón en la boca. Al doblar la esquina de la cuadra lo primero que vi fueron sillas en la calle, todas las sillas en la calle. No lo podía creer, no es posible, yo me regreso, no quiero seguir, ¿cómo va a ser posible? Es cierto, es cierto, no puede ser otra cosa. Está muerto. No quiero seguir, no quiero que se haya muerto, no quiero que sea cierto pero no hay duda, las sillas están en la calle. Miro a Alicia y le digo: “Se ha muerto, se ha muerto”. ¿Cómo estará Diana? ¿Qué será lo que pasó?

No quiero entrar a la casa pero tengo que entrar, me siento totalmente atontada. “¡Diana, Diana!” Sale Diana y me dice: “¡Me lo mataron! ¡Me lo mataron!” con una voz desgarradora. No sé qué hacer ni qué decir. La abrazo. Está llegando gente; veo a César Darce. “¡César, César!” Nos miramos profundamente queriéndonos decir que no puede ser, que no debe ser, que no queremos que sea pero que es. Se acerca César y me abraza. Diana me dice: “Me lo quemaron, mira lo que me trajeron, estos pedacitos de su peine, estos pedacitos de su cinta métrica…” Diana llora y llora. Yo no podía hablar, no atinaba a hacer nada. ¿Qué hago? ¿Qué le puedo decir a Diana?

Poco a poco fui dándome cuenta de cómo sucedieron las cosas. Ese día, 4 de julio, Noel había salido hacia Miraflor con los topógrafos de Managua y Don Isidro, quien manejaba el jeep amarillo; ellos iban para trazar los lotes de Puertas Azules; cuando se acercaban  en el jeep al gancho de camino, en donde están la escuela, el puesto de salud y la casa de los técnicos, fueron emboscados por un grupo grande de contras que bajaban por la carretera. Don Isidro me dice que los mercenarios dispararon al jeep y él se detuvo bajándose a la carretera. Noel, quien era el único que iba armado, se parapeteó detrás de la pila de agua y les gritó: “¡Corran!” Isidro y los topógrafos salieron despavoridos por detrás de Noel hacia el guindo, montaña abajo y no pararon de caminar por las montañas hasta llegar, ya de noche, a Estelí a contar lo que les había sucedido; llegaron agotados, sucios, sudados, con hambre, con el miedo en sus caras. “¿Y Noel? ¿Y Noel?” “No sabemos, él se quedó disparando; eso fue como a las nueve de la mañana”. Al amanecer del día 5 de julio, César Darce, junto con otros trabajadores del MINVAH, subió a Miraflor a buscar a Noel.

Encontraron todo destruido en Puertas Azules: la escuela, el puesto de salud, la casa de los técnicos; el jeep amarillo, un vehículo del MIDINRA, todo estaba quemado. Catorce ranchos de madera de los campesinos del lugar habían ardido. Detrás de la pila de agua César encontró un gran charco de sangre y pedacitos de cinta métrica amarilla y de un peine. Lo que dio a entender que Noel había sido alcanzado por un proyectil a la altura de la cintura, ya que la cinta métrica la llevaba agarrada la faja del pantalón. Preguntando y preguntando a los campesinos, César supo que los contras habían hecho una inmensa hoguera con toda la madera que se tenía acumulada para hacer los techos.  Un viejito campesino le contó que él vió cómo al muchacho que había estado disparando detrás de la pila de agua lo habían arrojado al fuego.  Los compañeros, buscando entre las brasas ardientes, encontraron pedazos de huesos.

Ulises también estuvo allí en el momento de la emboscada. El estaba en la casa de los técnicos reunido con otros compañeros, discutiendo sobre la preparación de la tierra, cuando sintieron los disparos y salieron volando. Me dice que aquellos minutos en que Noel hizo resistencia sirvieron para que pudieran huir guindo abajo los técnicos, las enfermeras, las maestras y unas mujeres campesinas que estaban con sus 18 niños en el puesto de salud.

13 de julio
Siento un vacío horrible, cólera, no sé. Hemos seguido trabajando pero ya no somos los mismos de antes. Hoy fui con Héctor a Somoto para recibir las 100 viviendas que ya están terminadas. Diana está viendo el avance de la construcción en la Trinidad. Esa es la gracia hermano Pinedita, no les vamos a dar gusto, pero duele, duele, duele.

23 de julio
Ulises me contó algo increíble: Bayardo Aguilera, un técnico de Reforma Agraria que estaba trabajando en Miraflor se salvó milagrosamente el día que mataron a Noel: como a las tres de la tarde se dio cuenta que los contras se estaban acercando al lugar por donde él estaba trabajando y entonces se metió en un hoyo y se tapó con hojas secas. Y cuál sería su suerte que los contras se quedaron a su lado a pasar la noche!  Allí tuvo que permanecer sin chistar hasta la mañana siguiente en que los mercenarios se retiraron.

2 de agosto
La contra quiere entrar a Estelí.
Hay un alboroto terrible, desde ayer estamos escuchando sólo morterazos de la defensa en las montañas.
Todos los varones de la oficina se han movilizado.
09 de agosto
La situación ya se calmó; los contras huyeron. Estoy contenta porque Diana se animó a viajar a Managua para hablar sobre su situación en la universidad para no perder el año. Pero hay algo que me preocupa; ella me dice que cómo vamos a estar seguros de que fue Noel al que lanzaron a las llamas ¿Y si Noel está vivo?

14 de agosto
Qué problema no poder darle lotes a la gente. Hemos presentado a la casa de Gobierno un proyecto para ver si algún organismo internacional financia la construcción de un tanque elevado en el oeste de la ciudad. Lo llenaríamos con el agua del pozo que hay en el proyecto Estelí Heroico, es un pozo excelente. Son muchos millones lo que vale este proyecto pero no hay otra forma de solucionar el problema.

Esta mañana Diana y yo fuimos a buscar al responsable zonal del FSLN para plantearle este asunto y la necesidad de ir afectando los lotes baldíos que están en el centro; vamos a ir expropiando pase lo que pase. ¿Qué es preferible? Afectar a un dueño que tiene su terreno abandonado con el riesgo de que proteste y hable pestes de los sandinistas o sacar dos o tres lotes y dárselos a los que están desesperados por un pedazo de tierra en donde hacer su casa? Incluso hay terrenos en los que pueden salir seis o siete lotes normales. La ventaja de estos lotes centrales es que tienen agua potable y energía eléctrica allí no más.

20 de agosto
Me encanta ver cómo Rolando está avanzando con la topografía. Lucas le ha enseñado a manejar los aparatos y está trabajando bien como transitero porque tiene paciencia y se fija bien, es cuidadoso. Estoy tratando de enseñarle algo de trigonometría, lo mismo a José Ramón. Aunque me pone poca mente.

03 de septiembre
Acabo de regresar de un viaje a Quilalí para ver la ampliación de San Bartolo, fui con un chofer nuevo que se llama Leonel.

                 EL LUGAR MÁS FEO

Se me escapa el fusil
de las manos
con los saltos del jeep
yendo a Quilalí
la palanca
del manipulador
me va haciendo morados
en la pierna;
lo hago a un lado
y se golpea
contra la puerta,
lo agarro bien,
lo vuelvo a poner
entre mis rodillas.

Cómo pesa,
qué incomodidad
llevarlo de aquí
hacia allá;
no me deja agarrar bien
los planos;
esos magazines
se están oxidando,
tengo que limpiarlos.

Y avanzamos
samaqueados
por las grietas
en el camino rojizo
huele a hule quemado
y entra aire caliente
por abajo.

Cuento seis
relieves montañosos
que se extienden
hasta el fondo
diluyéndose en el lila.

Leonel carga su fusil
me dice:
“Ya viene la parte más fea”
pongo la bala
en la boca del mío
vamos descendiendo
observando.
Abajo cruzamos
un riachuelo de borbotones.

Nos rodean
árboles de faldas largas
y collares
y cintas
que se mecen
mirando
su reflejo
y escuchando el viento.

Comentamos con Leonel
que la parte más fea
será lugar
de besos de amantes
de paseos con niños
de confidencias
de melodías
cuando los viajes
cargando fusiles
sólo sean
recuerdos de viejos.

05 de septiembre
Ahora trabaja con nosotros don Porfirio Ocampo, un maestro de obra de mucha experiencia. Todos le dicen “Don Porfi”, tiene el pelo blanco, una gran barriga y una sonrisa brillante de dientes grandes y parejos. Maneja la motocicleta roja y se le ve dichoso, siempre está feliz y radiante. Es increíble su buen humor.

El gana apenas para cubrir las necesidades básicas de su familia y le han hecho algunas ofertas para llevárselo a trabajar a Managua con un sueldo mucho mejor. Un estiliano que trabaja ahora en Managua le dijo el otro día: “Qué hacés vos aquí, viejo, con toda tu experiencia podrías estar en otro lado, podrías estar trabajando en la empresa privada, tendrías un ingreso más alto…” y don Porfi le contestó: “Claro que sí, hermano, pero estoy aquí en Estelí porque aquí hay mucho que hacer y los estilianos, que deberían hacer este trabajo, se han ido a Managua y no hay quién lo haga…” Todos lo queremos y él nos quiere a todos, con todos bromea y siempre tiene una palabra o un gesto de afecto. Le gusta echarse sus tragos y baila muy sabroso. Sueña con sacarse la lotería para comprarse un carro y poder viajar a Managua los fines de semana con la Lupe y sus hijas, ir a Rivas y a la Isla de Ometepe.

07 de septiembre
Siento una gran felicidad porque al fin estamos expropiando los lotes vacíos! No se ha desatado el escándalo que muchos temían. Nos está saliendo todo muy bien porque la gente dueña de esos  lotes se ha pasado la voz y más bien están apurándose en vender. ¡Magnífico!

27 de septiembre
Los planos catastrales que hace nuestra cuadrilla nunca sirven porque INETER los revisa y siempre encuentra que las medidas están malas. Claro, las estacas o cercas de piedras que marcan los límites de los lotes no son exactas ni están fijas. Nunca vamos a poder entregar los títulos de propiedad porque INETER nunca  aprueba nuestros planos. Esto es totalmente absurdo. Cada lote tiene una medida diferente al otro aunque, cuando originalmente se hizo la lotificación, todos, o casi todos, tenían medidas iguales. Los vecinos mueven sus límites poquito a poco, a veces intencionalmente pero a veces porque la marca que pusieron la sacó un niño, algún vehículo, un animal, etc. Por ej: A las vacas les encanta rascarse contra las estacas de madera y terminan sacándolas. Como solución, César plantea hacer un contrato con INETER pagando una suma bastante fuerte para que ellos mismos hagan los planos y de ésta manera lograr su autorización para entregar los títulos de propiedad. ¿Qué importan 10 ó 20 centímetros de más o de menos en la medida de un lote? Lo que quiere la gente son sus límites de propiedad y estamos quedando como unos grandes incapaces.

03 de octubre
Cuatro días estuvimos con Diana recorriendo las calles de Jalapa para ver qué hacemos con el problema de los drenajes. Nuestra propuesta de volver peatonales muchas de las calles y sembrar árboles y grama al centro, le ha parecido bien a los compañeros de allá. La ciudad quedaría más agradable y se ahorraría mucha plata al evitarse arreglar todas las calles cada año con un buldozer. Hasta pensamos que se podrían sembrar árboles frutales, por ejemplo aguacates, que se dan muy bien en esa zona. Mil aguacates darían un ingreso adicional a los jalapeños.

El problema de los que tienen carro se resolvería con pequeños parqueos. Les hemos dejado los planos con la propuesta de la ubicación de las calles peatonales, las vehiculares y los parqueos. Pero la pregunta del millón es: ¿Quién hará el trabajo? César dice que eso no nos corresponde, que nuestra prioridad son los asentamientos campesinos. La alcaldía dice que no tiene técnicos ni recursos.

04 de octubre
Han pasado ya tres meses de la caída de Noel. Hicimos un mural con su biografía, un dibujo que hizo Ingrid y poemas.
En el acto, César habló de una manera muy conmovedora; es un orador extraordinario.

                 PARA ERICK, CUANDO SEPA LEER
Tu papá, Erick,
se transformó en luz
un cuatro de julio
cuando recién
te salían
los dientecitos.

Tu papá, Erick,
la noche anterior
había desarmado el fusil
y lo había limpiado
con cuidado
(Todo siempre
lo hacía con mucho cuidado)

Tu papá estudiaba
y trabajaba
y cuando viajaba
a los asentamientos campesinos
llevaba al hombro
su fusil.

Tu papá, Erick,
construía casas
para campesinos;
era arquitecto
de la Revolución.

Cuando por la tarde
salía del trabajo
pedaleaba afanoso
en su vieja bicicleta
para llegar a verte.

Tu papá, Erick,
tan serio y responsable
te lanzaba al aire
te hablaba,
te apretaba,
te besaba.

Tu papá, Erick,
te daba la pacha
por las noches
y como un canguro orgulloso
te sacaba de paseo
los domingos.

Le gustaba juguetear
con tu mamá
y siempre andaban juntos
y reían
y se amaban.

Ese día
cuando apareció
la contra
tu papá disparó
y disparó
para salvar
a los topógrafos
al chofer
a las enfermeras
a los técnicos
de la reforma agraria
y a las madres campesinas
con sus 18 hijitos
chavalitos como vos Erick,
que corrieron
guindo abajo
y ahora juegan
y cantan
y estudian
y bailan
y viven,
viven.

11 de octubre
Ayer y antes de ayer estuve con Diana en Somoto analizando la ciudad para plantear los lugares más adecuados para su desarrollo. En todos los pueblos se hace necesario hacer este estudio y nos están llegando muchas solicitudes de las alcaldías para que veamos el asunto pero el problema es siempre el mismo: ¿Quién se encarga de controlar el crecimiento? ¿Quién va a sacar a la gente que ubique su casa en un lugar inadecuado? Las alcaldías no tienen suficiente personal ni presupuesto y nosotros tampoco.

14 de noviembre
Hoy llegó a trabajar con nosotros una estudiante de arquitectura que es mexicana y se llama Micaela; es gorda y graciosa y se ve muy inteligente. Está alojada con nosotros en la casa de los técnicos del MINVAH.

24 de noviembre
Diana, Micaela y yo acabamos de regresar de Jalapa, pasamos unos días felicísimos que parecieron vacaciones porque nos dedicamos a llevar a Micaela a todos los asentamientos y a contarle todas las historias, a presentarle a todos nuestros amigos, etc. Nos divertimos mucho, estuvimos contentas yendo por un lado y otro. Fue una buena introducción para Micaela en todo el rollo de los asentamientos.

Diana ha decidido ir a vivir a Managua hasta terminar sus estudios porque le queda muy pesado ese constante ir y venir; además le hará bien cambiar un poco porque aquí todo y todos le recordamos a Noel a cada instante.

Quien también nos deja por un tiempo es Héctor que se ha ganado una beca de un año para estudiar construcción en Cuba. Me da pesar que se vayan pero es bueno para ellos; me harán una falta enorme.

05 de diciembre
Fue impresionante volver a Miraflor. Después de la caída de Noel la zona ha estado muy “descompuesta” y no habíamos continuado los trabajos, pero ahora vamos a seguir con el proyecto de Puertas Azules, para la Cooperativa Carlos Fonseca. Salimos muy tempranito con José Ramón y los cadeneros para ver cómo estaba el terreno y poder programar el trabajo.

Todos íbamos con los fusiles bala en boca. Encontramos  el desastre intacto; se veían todavía las cenizas de la gran hoguera, la pila de agua, las construcciones quemadas. Había un profundo silencio en la montaña. Los campos estaban abandonados. Las estacas ya no existían, sólo encontramos una que otra entre el monte crecido. Es necesario volver a replantear.

12 de diciembre
Micaela ha estado leyendo el esquema de desarrollo urbano de Estelí y enterándose de todos los problemas y de todos los proyectos. Nos vamos a dividir el trabajo: mientras ella se encarga de lo referente al desarrollo urbano yo veré lo que tiene que ver con los asentamientos campesinos.

18 de diciembre

Hoy recibimos las ciento una viviendas del proyecto de la Trinidad.
1 Denominación al año 1985 por parte del Gobierno de Nicaragua