APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

APROXIMACIÓN AL CAPITALISMO RENTÍSTICO VENEZOLANO

Alejandro Landaeta Salvatierra (CV)
PDVSA Servicios Petroleros, S. A.

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Análisis de agregados en la absorción de la RPI

Para hacernos de una idea de la absorción de la renta, vamos a recurrir a los agregados de las cuentas nacionales e identificar los componentes distributivos en la formación de la demanda agregada interna (DAI). Esta absorción amplifica la esfera circulatoria, pues la renta no es el resultado de una sustantivación nativa, no deviene del valor agregado nacional, de allí la preponderancia de la circulación mercantil en nuestra economía. La mayor parte de los establecimientos en el capitalismo rentístico son mercantiles o de servicios, presentando muy baja composición orgánica de capital. 1 Además, la manufactura privada, como conocemos bien, tiene vocación de consumo final, aporta un limitado valor agregado relativo con poca producción de equipamiento de capital fijo. La absorción de la renta comprende así la asimilación de demanda rentística y la creación de base crediticia interna como medio de pago, es decir, la emisión monetaria que recae en el sistema financiero, regulada por el Banco Central desde 1939.

La masa monetaria en circulación (M) guarda una relación de proporcionalidad entre la DAI y la velocidad de circulación (V), mediante la fórmula que ofrece la teoría cuantitativa, expresada así:

La demanda agregada interna es igual a la oferta interna (OI) más las importaciones (IM),

DAI = OI + IM.     (II-2)

Obtenemos la OI al sustraer las exportaciones (X) del producto interno bruto (PIB),

OI = PIB – X.

En una economía donde la balanza comercial esté en equilibrio, X = IM, y DAI = PIB. El peso de las exportaciones (incluyendo las petroleras) normalmente supera las importaciones. No obstante, podemos despejar el peso de la renta en el conjunto de los agregados, lo que haremos primeramente con la magnitud de la masa monetaria. La renta petrolera internacional (RPI) constituye un poder adquisitivo de cobertura de una fracción de las importaciones. La magnitud de las importaciones netas en un período se puede expresar mediante la siguiente relación:

IM = RPI + IM(nr) – ΔR,

donde IM(nr) son las importaciones no rentísticas y ΔR es el incremento de las reservas, públicas y privadas. Si hacemos abstracción de la variación de reservas, podemos escribir (ii) como

DAI = OI + RPI + IM(nr).     (II-3)

La masa monetaria se determina así mediante la combinación de (i) y (iii),

El determinante rentístico de la masa monetaria es pues RPI / V. Si suponemos constante V, la oferta monetaria se hace proporcional a RPI, esto es, se requiere emitir liquidez adicional para absorber la RPI. Estas variables determinan a su vez el tipo de cambio que rige efectivamente. Para que (II-4) pueda existir, deben darse los mecanismos formales de emisión y absorción. Estos mecanismos se han constituido a lo largo de cien años de economía petrolera, cuya base monetaria fluctúa en función de la necesidad de absorción. La intervención del Estado, desde la creación del Banco Central, ha fluctuado según la circunstancia del mercado petrolero, la magnitud de la deuda pública y los criterios de la regulación monetaria. Es fácil ver que si la OI disminuye a favor de la RPI, la oferta monetaria será más dependiente de los determinantes de las importaciones, es decir, de los precios de importación2 y de la presión o inercia de la demanda, que a su vez determina el tipo de cambio.

Esta relación permite detectar otro aspecto, que es la interrelación del comportamiento nominal de la OI con la magnitud disponible de RPI. Si consideramos rígida la demanda, una contracción de la producción interna debe tender a aumentar el nivel de precios (para V constante), lo que puede atenuarse si la magnitud de RPI aumenta, es decir, si es posible compensar una baja de la producción interna con mayor capacidad para importar. Entre la masa monetaria y la RPI hay pues, una relación directa. Huelga traer una hipótesis en relación al comportamiento nominal de los agregados: la tendencia a aumentar la liquidez tiene como factor de primer orden la demanda rentística, que desde el abandono del patrón oro-divisa acostumbra desbordar las políticas astringentes.3 El incremento del nivel general de precios tiene desde entonces una matriz recurrente que no obedece a la clásica explicación del gasto público expansivo o del crédito especulativo, que desde luego son variables que operan también a lo interno. Al estar sometida la oferta interna a la estructura oligopólica / cartelizada, cualquier presión inorgánica de demanda tenderá a incidir sobre el nivel de precios y el tipo de cambio, y estas son dos de las variables más relevantes en el proceso de distribución de la renta y de su apropiación parcial. Pero más adelante veremos el carácter orgánico que guarda la inflación con la salvaguarda de la masa y la tasa de ganancia y su efecto revaluacionista.

Para hacernos de una idea sobre la conexión entre la demanda rentística y la creación de dinero, veamos algunos datos históricos de la liquidez en relación con los ingresos fiscales petroleros. En el gráfico Nº II-1 se exponen los saldos de liquidez (M2)4 al cierre de cinco lustros seleccionados, incluyendo el lustro 71-75 que contiene el salto más brusco de ingresos fiscales petroleros en el siglo XX. Los ingresos fiscales pasan de 6.258 MM$ en el período 66-70 a 23.262 MM$ en 71-75.5 La liquidez cambia en los mismos períodos de un saldo de 12.121 MM Bs. a 41.406 MM Bs., una variación porcentual de 241. Por cierto, el impacto inflacionario fue relativamente moderado, pasando de 9,4 % a 34,7 % respectivamente, si lo comparamos con el de 76-80, que alcanzó 78,4 %, aunque se atenuara la variación de la liquidez. Es una muestra de la monetización de la renta, de cómo necesariamente en el sistema económico se alteran las magnitudes intrínsecas de la órbita circulatoria por efecto del excedente de ingresos de divisas.

Esto nos lleva a la consideración de las dos variables más sensibles de la órbita circulatoria en la economía venezolana, con fuertes incidencias sociales y políticas: el nivel general de precios y el tipo de cambio. Ambas variables constituyen dos mecanismos de distribución y re-distribución interna de renta, pero también de reacomodo estructural en la distribución factorial (capital / trabajo). Su examen trasciende la consideración de la mecánica ordinaria de la órbita de la circulación para apuntar hacia los antagonismos intrínsecos del sistema capitalista y su estructura de clases, pues las deformaciones monetarias derivan de la propia funcionalidad capitalista combinada con la dependencia del flujo neto positivo de plusvalía internacional en poder del Estado.6 Una consecuencia que examinaremos luego es el efecto funcional de la RPI sobre la relación de cambio exterior.

La absorción de la RPI y las deformaciones circulatorias

Es preciso, ante todo, considerar la validez científica de las deformaciones circulatorias, porque en el capitalismo el comportamiento de las variables obedece a la dinámica de las condiciones de reproducción metabólica social, al margen de cualquier juicio de valor. Los comportamientos “anormales” de las variables están referidos a la noción liberal o neoclásica del equilibrio ideal en la “senda del crecimiento”. Es parte de la controversia entre keynesianos, liberales y monetaristas en torno a la pertinencia del laissez passer, la mecánica de los agregados y sus cocientes de proporcionalidad. La deformación (lo anormal) es un factor de afectación de los actores económicos que tiene necesariamente un carácter contingente o de incertidumbre. Pero el “deber ser” en el sistema capitalista es relativo, toda vez que los resultados del proceso económico responden a la imposición de una lógica reproductiva que modifica constantemente sus propios parámetros. Puede haber o no inflación, pero lo que no puede interrumpirse es la reproducción ampliada del capital. 7 La anormalidad corresponde en última instancia a la propia salud reproductiva, y mientras ésta preserve su vigor, la determinación de las variables conexas es absolutamente secundaria.

Los efectos que aparentemente ocasionan las deformaciones circulatorias en realidad devienen de la necesidad imperativa de la acumulación de capital; la determinación es por lo tanto inversa. Observaremos que en el caso de Venezuela, las deformaciones circulatorias y de sus agregados se encuentran íntimamente enlazadas con el contexto mundial de la acumulación de capital. Pero más importante aun es percibir que aquéllas obedecen en última instancia a una única deformación fundamental respecto del metabolismo capitalista puro: la renta petrolera misma. Las deformaciones circulatorias responden a esfuerzos de “corrección” del proceso metabólico capitalista ante un cuerpo extraño que es, nada menos, una masa de plusvalía estatizada de origen externo que impulsa o refrena la demanda interna, eleva o contrae la tasa de explotación del trabajo, que además invita a ser apropiada en todo lo posible a través de una combinación entre el proceso metabólico normal y distintos mecanismos directos y contingentes de apropiación. La asimilación de esa masa crea las particularidades funcionales y dis-funcionales en el comportamiento de los agregados del capitalismo rentístico. A medida que el Estado fue logrando una mayor participación en la renta diferencial a la par del desarrollo del aparato productivo, los efectos circulatorios cobraron intensidad y, curiosamente, la tradicional expatriación de capital de las trasnacionales petroleras fue complementada posteriormente con la misma práctica por parte de la burguesía nacional, pero con una incidencia macroeconómica insidiosa. Este proceso se potencia desde 1958 y arrecia en los 70 para hacerse crónico en adelante.

Tales deformaciones pasan a ser, pues, normales bajo las condiciones dadas del metabolismo social, de allí que las políticas correctivas comúnmente tapen un hueco mientras se abre otro. Siendo aplicable en abstracto al régimen capitalista vale igualmente para el sub-sistema del capitalismo rentístico. En éste hallamos una dinámica de brotes y reflujos que condicionan la estructura de reproducción, imponiéndose desde luego los intereses de las clases dominantes mediante la instrumentación de las relaciones de poder del Estado y la conservación del basamento sistémico social, del conjunto hegemónico de sus relaciones de producción y distribución. Se da así una fluctuación que, como hemos dicho, depende del ala exterior del sistema y de los propios antagonismos sociales latentes. Las deformaciones de la esfera circulatoria aparecen como manifestaciones de esas interacciones contingentes y antagónicas, son productos de un pugilato social por la administración de la renta históricamente mediado por el Estado. Es sencillo darse cuenta que cualquier política pública tendrá detractores y generará efectos aprovechables para un segmento social en desmedro de otro. Lo mismo si hay ausencia de política que exceso de ella. Dicha mediación se halló condicionada desde 1958 al consenso clientelar-democrático disuelto en 1989.

La V República hereda esta madeja que amenaza hoy su propia continuidad, desdibujando la estrategia de transición al socialismo. La perplejidad e irritación social que producen las deformaciones, en especial en los segmentos que defienden posiciones adquisitivas logradas generacionalmente, debe dar lugar a una perspectiva de emancipación en dos tiempos: la administración macroeconómica en la transición; y la modificación estructural de fondo.8 Nos detendremos por ahora en el abordaje de las deformaciones a partir de una variable clave, cual es el tipo de cambio. El tratamiento que hacen Baptista y Mommer sobre la determinación del tipo de cambio apunta directamente a la sobrevaluación de la moneda como uno de los mecanismos históricos de distribución de la renta. Refieren estos autores que la nacionalización de 1976 cierra un período de política fiscal sobrevaluacionista como método de maximización de la RPI: “…con la reforma petrolera de 1943 y la subsiguiente vigencia de la Ley de Impuesto sobre la Renta, el Estado venezolano dispone de un instrumento fiscal idóneo y específico para apropiarse de toda ganancia extraordinaria sin tener que recurrir a manipulaciones cambiarias. Finalmente, con la nacionalización del 1º de enero de 1976, la valorización del bolívar como mecanismo de captación de renta, es decir, como mecanismo de distribución internacional del ingreso, perdió toda importancia.” 9

La sobrevaluación es, no obstante, un recurso de doble filo que la burguesía nacional ha sabido aprovechar con habilidad. Veamos: “…si se tiene presente el papel singular que cumple la paridad del signo monetario nacional como mecanismo masivo de distribución de la renta petrolera en el capitalismo rentístico, se entiende entonces la renuencia a la devaluación compartida por todos los sectores sociales… Los sectores modernos, concentrados en las ciudades, se vieron beneficiados con un aumento muy significativo de sus ingresos por el bajo valor del dólar. En efecto, los ingresos en bolívares del Estado venezolano no sufrieron modificación por la devaluación del dólar,10 pero esos mismos bolívares ahora representaban una cantidad mayor de dólares. Por otra parte, sus gastos se hacían esencialmente en bolívares –sobre todo salarios y sueldos- de manera que los dólares baratos terminaban en manos de los particulares.” 11 El aprovechamiento de la sobrevaluación significó así una transferencia de renta a particulares. ¿A cuáles? Desde luego, a los dignos representantes de la burguesía comercial importadora. La idea de deformación es, en este caso, la depreciación, no la revaluación. Si el peso del sector exportador no petrolero fuera significativo, la revaluación actuaría como una barrera que tendría por detractores a los empresarios exportadores, lo que efectivamente sucedió con los exportadores de café. Pero según bien aclaran los citados autores, es compartida por todos los sectores sociales. La fortaleza del bolívar es además un asunto de autoestima patria subjetivamente plegada a la ostentación típica de la “cultura saudita”. Dejando de ser una táctica fiscal, actúa como táctica privada.

La renta petrolera internacional tiende a inducir la sobrevaluación, lo que hace necesario examinar más cuidadosamente su relación con los demás términos de intercambio, aparte del efecto de las políticas públicas concretas en cada período histórico, destacando el endeudamiento y el control de la oferta. La sobrevaluación cuasi-funcional deviene como un efecto necesario o recurrente de la renta. Una posible implicación (o posibilidad) es que la renta haya sido capaz de malograr ventajas competitivas de mercancías cuya productividad fuese incluso superior a la externa. En ese sentido la factura que pasa permanentemente el lado externo del sistema es el de obligar a comprar, no a desarrollar las fuerzas productivas endógenas. Es razonable suponer adicionalmente la paradoja de que algunas mercancías importadas hayan podido gozar de sus propias rentas diferenciales, al arropar la demanda mercancías producidas en el país por grupos monopólicos escasamente eficientes amparados por protección comercial.

1 En la actualidad, según el IV Censo Económico 2007-2008 del Instituto Nacional de Estadística, el 56,2 % de los establecimientos ejerce actividades categorizadas por el Clasificador Industrial Internacional Uniforme (CIIU) en el ramo de comercio. El 92,5 % se dedica a servicios diversos.

2 Precios FOB en divisa.

3 El descontrol de la emisión interna guarda con bastante seguridad una correlación con el propio abandono del patrón oro-dólar desde 1971 y el subsecuente crecimiento mundial del capital-dinero especulativo. La expansión de la deuda externa formó parte del brote de emisión inorgánica de dólares que no ha parado hasta hoy.

4 M2 es la suma de M1 (monedas y billetes + depósitos a la vista) y cuasidinero (depósitos de ahorro y a plazo).

5 Datos tomados de la ponencia “¿Qué nos dicen las cifras petroleras?”, presentada por Francisco Mieres en el I Congreso Petrolero Nacional, Maracay 18-19 de Octubre 2003.

6 Progresivamente iremos despejando los principales fundamentos estructurales de las deformaciones circulatorias, que son expresiones fenoménicas.

7 Preservación o incremento de la tasa general de ganancia.

8 La perceptiva de la transición al socialismo en dos tiempos fue traída a colación por Homero Monsalve, viejo camarada, en un conversatorio acerca de la guerra económica, para diferenciar entre la administración de la realidad heredada y la construcción de la hegemonía socialista.

9 Baptista, Asdrúbal. Mommer, Bernard. Renta petrolera y distribución factorial del ingreso. CENDES/ILDIS, Caracas, 1988, p. 19.

10 Comenta DAR: “La continuidad de dominio petrolero sobre el gobierno, hasta convertirse en los primeros de factores de poder, se evidencia fielmente en dos episodios de la historia contemporánea. El primero acontece hacia 1934 cuando el país debe reajustar su tipo de cambio a la situación creada por la devaluación del dólar. Apartándose de los mandatos del patrón de oro entonces vigente, Venezuela coloca la paridad de su moneda bien por encima del nivel que señalaban las condiciones de equilibrio cambiario.” (Cfr. Rangel, La oligarquía del dinero, p. 28).

11 Baptista / Mommer, op. cit. p. 20. Destacado propio.