LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE SINALOA, MÉXICO Y LA APUESTA POR JATROPHA CURCAS

LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE SINALOA, MÉXICO Y LA APUESTA POR JATROPHA CURCAS

Rocío Esthela Urías Urías
Juan Manuel Mendoza Guerrero
Eduardo Meza Ramos
(CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

Volver al índice

CAPÍTULO VI.- METODOLOGÍA

Para realizar este trabajo se hizo una revisión contextual de los biocombustibles en el mundo y en México a partir de trabajos de investigación pertinentes, así como en base de datos oficiales como la Agencia Internacional de Energía (AIE), Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Banco Mundial (BM), La Secretaría de Energía (SENER), la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), entre otras.
Se partió de la confrontación de los principios de soberanía alimentaria con la filosofía y nueva tendencia de la producción de los biocombustibles en el mundo en función de analizar las condiciones de la soberanía alimentaria de Sinaloa frente a la apuesta por J. curcas como agrocombustible. Para ello se llevó a cabo una revisión de trabajos de investigación sobre la soberanía alimentaria del estado, con apoyo además en bases de datos oficiales de La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), el Sistema de Información Agroalimentaria de Consulta (SIACON), Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), la Comisión Estatal de Estudios Económicos de Sinaloa (CEEES) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Además, se consultaron los resultados del proyecto de J. curcas de Sinaloa para analizar y contrastar la información bibliográfica y estadística en torno a la soberanía alimentaria del estado con la actual dinámica agrícola de temporal.  Los resultados de rentabilidad de J. curcas se contrastaron con los actuales ingresos de pequeños productores de temporal en cultivos de maíz y sorgo, para lo cual se realizó un análisis costo-beneficio.
Por otro lado, se llevó a cabo un análisis multicriterio de zonificación agroecológica (ZAE) para J. curcas en Sinaloa mediante el uso de Sistemas de Información Geográfica (SIG) con apoyo del software ArcGIS 10 en función de identificar las zonas potenciales de J. curcas para Sinaloa descartando las zonas agrícolas de producción de alimentos.  Para ello se usaron las capas Serie 5 edafología, uso de suelo y vegetación, precipitación media anual, temperatura media anual y modelo digital de elevación a una escala 1:1 000 000, todas obtenidas del Instituto Nacional de Estadística  y Geografía (INEGI).
Finalmente se realizó una metodología econométrica mediante un análisis prospectivo para inferir al menos de manera somera el comportamiento de la Soberanía Alimentaria de Sinaloa frente a la puesta por J. curcas.  La variable dependiente proxy a utilizar fue el total de volumen (Ton) de producción agrícola de cada uno de los municipios de Sinaloa durante el año agrícola 2012.  Como variables independientes se tomaron: los trabajadores del sector primario (personas); el volumen (m3) de agua para regadío; la superficie sembrada en temporal (has); el uso de agroquímicos (ton); y la pobreza alimentaria por municipio (personas). Para el análisis de datos se utilizó el software econométrico E-views 5.

6.1 Zonificación agroecológica para J. curcas en Sinaloa

La metodología de zonificación agroecológica (ZAE) surge como herramienta para planificar el orden y uso de los recursos naturales a nivel global, nacional, regional o local. Actualmente es una de las herramientas más utilizadas para la búsqueda de soluciones acertadas a los problemas de evaluación de recursos naturales, especialmente aquellos concernientes con una  agricultura sostenible. Dentro de las principales problemáticas que surgen en torno a la base de recursos naturales se encuentran: la producción y autoabastecimiento de alimentos; las necesidades de explotación de ciertos cultivos; los riesgos de erosión, degradación de tierras, etc. (FAO 1997). 
García (1979), señala que el concepto de zonificación se vincula de forma estrecha a la selección de las mejores alternativas de uso de la tierra desde el punto de vista agroecológico y económico dentro de un proceso de planificación agrícola.  La zonificación puede ser de dos tipos: agroclimática o agroecológica; la primera solo considera el clima, mientras que la segunda incorpora factores edáficos.
La FAO (1997), indica que el propósito de zonificar está en función de separar las áreas con similares potencialidades y limitaciones para el desarrollo de zonas agroecológicas que mantienen similitud en sus características de clima, suelo, etc.   Los resultados de la metodología ZAE permiten identificar las zonas agroecológicas y aptitud de tierras, la cantidad estimada de las áreas de cultivo potenciales, cosechas y producción. Para el trato de los datos son utilizados los sistemas de información geográfica (SIG), los cuales permiten la manipulación de datos estadísticos, espaciales y temporales para la obtención de mapas e informes.
Considerando que la planificación agrícola es una de las bases para el desarrollo, es por tanto que para este estudio, fue pertinente realizar un estudio de zonificación agroecológica para J. curcas, el cual permita identificar aquellas zonas potenciales que no entren en competencia con tierras para la producción de alimentos en el estado de Sinaloa.
Hasta el momento, en México se han realizado tres estudios de ZAE.  Uno de ellos fue realizado por el INIFAP, en el que se identificaron las zonas potenciales para J. curcas en todo el país a partir de cartas topográficas, edáficas y climáticas (Zamarripa y Solís, 2012). Uno más se expuso en Chiapas durante en el 2010, sólo que en este caso fueron utilizados solo los mapas digitales de clima y edafología para la generación de seis unidades ambientales que reflejaran los potenciales de la planta (Valero, 2010).  El tercero se hizo en el 2012 en Veracruz donde se mostraron los rendimientos potenciales para J. curcas a partir del uso de capas de suelo, clima y precipitación pluvial (Inurreta, 2012).
Para este estudio se contemplan las capas digitales de pendiente, suelos, uso de suelos y vegetación, precipitación y temperatura media anual, todas a una escala 1:1 000 000. Se procesaron en el software ArcGIS 10 generando con ello cinco mapas, los cuales en base a un orden de valores de requerimientos agroecológicos y factores limitantes se obtuvieron cuatro categorías de potencial para J. curcas: nulo, bajo, medio y alto (véase anexo 3).
Acorde a la precipitación media anual que presenta el estado, alrededor del 21% de la superficie es de potencial alto con una precipitación de 900 a 1500 mm encontrada en su mayor parte sobre la región serrana, la cual sería la más óptima para el cultivo de J. curcas en función de obtener mayores rendimientos de producción. El mayor porcentaje (30%) se concentra entre grados de 300 a 600 mm sobre la superficie de los valles, y un potencial medio (25%) está entre 600 y 900 mm, justo en áreas de pie de sierra (véase figura 22). En cuanto a la temperatura media anual se generó una clasificación de dos categorías: una temperatura mínima de 12°C y una máxima de 26 °C (véase figura 23). Se considera que la mayor parte de la temperatura registrada en el estado es apta para el cultivo de J. curcas, a excepción de que se susciten repentinas heladas.
Por otro lado, Sinaloa registra pendientes máximas de un 82%. Al ser reclasificadas, el 48% de la superficie del estado es de potencial alto debido a que registra pendientes menores al 30%, por lo que en estas áreas sería óptimo plantar J. curcas.  El 19% es de potencial nulo.  En su mayor parte este porcentaje corresponde a la región serrana que registra pendientes por encima del 30% (véase figura 24).
Según el tipo de suelos aptos para J. curcas corresponden a textura media (francos), franco arenoso y franco limoso por su contenido en nutrientes y buen drenaje. El 64% de la superficie del estado es de potencial alto, mientras que el 18% es de potencial medio y el 11% de potencial bajo. En este último se localizan suelos bajos y alcalinos, cercanos a áreas costeras, esteros y sin desarrollo de perfil (véase figura 25).
De igual manera, dentro de la capa de uso de suelo y vegetación se realizó una clasificación en cuatro categorías de potencial. El 68% de la superficie es de potencial nulo ya que en este se descartan principalmente los bosques, palmares y la agricultura de temporal y riego con el fin de minimizar el impacto sobre la soberanía alimentaria del estado (véase figura 27).  El 22% es de potencial bajo y el 4% de potencial medio.  Solo el 5% es de potencial alto, y en él se consideran áreas que serían aptas para las plantaciones: áreas de vegetación, matorral, pastizal, sabanoide y mezquital (véase figura 26).
A partir de los mapas generados se realizó un análisis multicriterio en el que se multiplicaron las variables con el fin de obtener las zonas potenciales para cultivo de J. curcas contemplando todas las características topográficas, edáficas y climáticas de la planta (véase figura 28). Una primera evaluación se realizó contemplando la agricultura de temporal para cuantificar las hectáreas disponibles para el cultivo. Y en un segundo escenario se descartaron todas las áreas agrícolas de riego y temporal en función de proteger las áreas de producción de alimentos. Para ello, se ponderaron las variables utilizadas según grado de importancia.  En un 40% se ponderó la variable de uso de suelo y vegetación, en un 30% el tipo de suelo, un 15% a la precipitación media anual, 10% a pendiente y 5% a la temperatura.

Según los resultados del modelo y acorde a los lineamientos del proyecto de J. curcas en Sinaloa (en el que se postulan las tierras de temporal para su siembra), el primer escenario (con agricultura de temporal), el potencial alto sería de 142,976.1 hectáreas, 2, 740,058.8 hectáreas para  potencial medio y un potencial bajo de 2, 541,940.4 hectáreas (véase figura 29).  Sin embargo, en caso de utilizarse tierras de temporal se tendrían que utilizar sistemas intercalados de producción con el fin de minimizar el impacto sobre la producción alimenticia, especialmente en los municipios de la sierra, donde mayormente se localiza la agricultura temporalera y de autoconsumo.
En el segundo escenario, sin considerar la agricultura de temporal, el potencial alto ronda también en los 142,987.9 hectáreas,  identificando además 2, 079,191.2 hectáreas con potencial medio y 3, 202,517.2 hectáreas con potencial bajo.  Buena parte del potencial medio se localiza en la región serrana, por lo que se tendrían que analizar más detalladamente las pendientes registradas en dichas áreas, cuyos porcentajes suelen exceder el requerimiento para plantar J. curcas (<30%).  Las áreas con potencial alto se identifican en su mayor parte en la región sur del estado donde las lluvias son desde 600 mm hasta un poco más de los  900 mm, lo cual sería benéfico para los rendimientos de J. curcas (véase figura 30).