LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE SINALOA, MÉXICO Y LA APUESTA POR JATROPHA CURCAS

LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE SINALOA, MÉXICO Y LA APUESTA POR JATROPHA CURCAS

Rocío Esthela Urías Urías
Juan Manuel Mendoza Guerrero
Eduardo Meza Ramos
(CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

Volver al índice

CAPÍTULO V.- CONDICIONES DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE SINALOA Y LA APUESTA POR J. CURCAS

5.1 Sinaloa entra en la dinámica bioenergética

Bajo el discurso del desarrollo de energías renovables y en medio de la persistencia de las políticas federales por un “México más limpio”, Sinaloa sube a la dinámica bioenergética. Primero recordemos el intento del estado por liderar la industria de etanol en el país, cuando en el 2008 la empresa Destilmex planeaba iniciar operaciones en Navolato, con una inversión de 65 millones de dólares en una planta procesadora de bioetanol. El objetivo fue la obtención de 3 millones de galones de bioetanol y 100 mil toneladas de pasta de maíz, con lo que se requeriría 260 mil toneladas de maíz blanco.  Sin embargo, el proyecto truncó a falta del permiso por parte de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural y Pesca (SAGARPA), debido a que en dicho periodo la promulgación de la Ley de Promoción y Desarrollo de Bioenergéticos prohibió el uso de cultivos alimenticios para la generación de biocombustibles1 . Bajo esta determinación, el maíz quedó fuera del lente agroenergético, pues la Ley busca fundamentalmente “promover la producción de insumos para bioenergéticos, sin poner en riesgo la seguridad y soberanía alimentaria del país” (DOF, 2008).
Aun considerando que Sinaloa es un estado históricamente agrícola, en este mismo periodo se iniciaron investigaciones con Jatropha curcas para la generación de biodiesel. El primer campo experimental se estableció en el municipio de Sinaloa de Leyva en el 2007, pero el intento quedó en palabras a falta de inversión y planeación. De manera formal, la investigación se retomó en el 2011 bajo el proyecto “Desarrollo sustentable de la cadena agroindustrial de J. curcas, para el rescate de la zona serrana marginada del noroeste de México”, proyecto liderado por el CODESIN, en coordinación con el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C. (CIAD) unidad Culiacán y Mazatlán, INIFAP-Nayarit, IPN-CIIDIR, UAS y Fundación Produce Sinaloa (CODESIN, 2011).
Los objetivos fueron sustentados hacia el diseño de sistemas de producción sostenibles de J. curcas para el desarrollo social, económico y ambiental de las comunidades localizadas en las zonas de pie de sierra de los estados de Sonora, Sinaloa y Nayarit. La iniciativa pretende extraer el mayor número de bondades de la planta en vías de consolidar una cadena agroindustrial. Con ello se busca contribuir al desarrollo de los sectores agrícola, pecuario e industrial mediante la generación de aceiteras, harineras y biocombustibles (Ibíd).
Sin embargo, ¿qué tan prudente y racional resulta la estrategia, si consideramos que la entidad presenta contradicciones y problemáticas irresueltas en el sector agrícola desde hace más de dos décadas? Por ello, la inclusión de Sinaloa en la dinámica agroenergética requiere de un análisis más crítico, en primera porque las verdaderas problemáticas y necesidades de las colectividades no se han atendido, y en segunda porque se pone de por medio la disputa sobre agua y tierra. Su especificidad como estado agrícola lo condiciona a reevaluar sus políticas de desarrollo frente a nuevas tendencias de producción para determinar y analizar ¿cuáles son las condiciones de la soberanía alimentaria de Sinaloa frente a la era de los agrocombustibles?

5.2 Soberanía alimentaria de Sinaloa

Sinaloa es una de las 31 entidades de México. Geográficamente se ubica al noroeste del país; limita al norte con Sonora, al este con Chihuahua y Durango, al oeste con el Océano Pacífico y Golfo de California y al sur con Nayarit.  Limita por las coordenadas extremas  de 22° 31’ y 26° 56’ de latitud Norte y los 105° 24’ y 109° 27’ de longitud oeste del meridiano de Greenwich. Cuenta con una superficie territorial de 57,377.2 km2, el 2.9% de la superficie total nacional. El estado tiene un total de 18 municipios y 5,845 localidades, la población total es de 2, 767,552, el 2.5% del total del país.  El 73% de la población es urbana y el 27% rural,  siendo Culiacán, Mazatlán y Los Mochis donde se encuentran las localidades mayores de 100 mil habitantes (INEGI, 2010).

Los climas que predominan en el estado son cálido subhúmedo con lluvias en verano (37.1°C), semiseco muy cálido y cálido (21.2°C), seco muy cálido y cálido (18.6 °C), muy seco muy cálido y cálido (9.8 °C) y otros tipos de climas (2.3 °C). La temperatura media anual es de alrededor de 25.6°C y la precipitación media anual de 781 mm según datos de la CNA. Este nivel de precipitación está ligeramente por arriba del promedio nacional (772), pero muy por debajo de Chiapas (1968) o Veracruz (1484) (INEGI, 2012). 
El estado tiene una superficie de 5 millones 809 mil 200 hectáreas que para fines productivos se dividen en agrícola, forestal y pecuaria (Díaz Coutiño, 2004). El total de hectáreas usadas en agricultura son de 1, 079,796.56, de las cuales 727,522.31 están bajo sistema de riego y 352,274.25 corresponden a tierras de temporal. La mayor parte de la superficie de cultivo corresponde a la forma de tenencia ejidal, 73% frente a un 27% en propiedad particular.  El 81% de las tierras de temporal corresponden a la propiedad ejidal, mientras que el 19% de la superficie es particular. En la modalidad riego el 66.5% es de propiedad ejidal y el 33.5% particular.  Actualmente se tiene un total de 151,944 productores activos en la agricultura, 130,450 ejidatarios y 21,494 particulares (INEGI, 2010).

La demanda de tierra, agua y capital humano para la producción de biocombustibles es actualmente uno de los temas más discutidos, ya que la disputa y la acelerada explotación de los recursos naturales abandona paulatinamente la importancia del suelo para la producción de alimentos y para la estabilidad de muchas comunidades, especies vegetativas y animales. Al ser Sinaloa una entidad con indiscutible importancia agrícola a nivel nacional, lo obliga a analizar de forma más crítica su soberanía alimentaria en función de identificar las limitantes pudiesen presentarse. Recorrer parte de sus antecedentes servirá de guía para el presente estudio.

5.2.1 Antecedentes

El desenvolvimiento económico de Sinaloa ha estado fuertemente ligado a las políticas de inversión pública federal, en especial aquellas dirigidas al desarrollo de la infraestructura hidráulica para la modernización de la actividad agrícola y la ampliación de la superficie de cultivo bajo riego, el mejoramiento de la red de transporte y la capacidad de almacenamiento (López, 2007). Aguilar (2003) señala que entre 1950 y 1980 (periodo de influencia de la “revolución verde”), la actividad agrícola experimentó un crecimiento sostenido, llegando a representar más del 30% del PIB estatal. Las políticas federales orientadas hacia el crecimiento económico permitieron caracterizar al estado como un polo de desarrollo regional.
Sin embargo, el primer freno de la agricultura sinaloense surge a partir del cambio en la orientación del modelo de crecimiento, en el que la actividad agrícola como pieza clave para el desarrollo del país pierde fuerza. La reducción del apoyo del Estado hacia el fomento de actividades productivas debilitó a la agroindustria en Sinaloa. Es por tanto que las tasas de crecimiento económico del estado han disminuido en la últimas dos décadas a comparación de los 80’s, tiempo en que las tasas de crecimiento promedio anual alcanzaron 8.6 y 4.9% (López y Trujillo, 2003).  Los porcentajes más bajos se han presentado de 1994 al 2001.  Solo en el 2004 y 2007 la tasa de crecimiento se ha recuperado a casi 6%  (véase Figura 8)

Los cambios en el modelo de desarrollo causaron un giro sobre el patrón de cultivos. En 1950, la agricultura de Sinaloa se orientaba principalmente a los cultivos de ajonjolí, algodón, garbanzo y maíz.  Sin embargo, para la década de los 80’s la tasa de crecimiento sobre la superficie sembrada fue negativa para estos cultivos (véase tabla 5).  La situación se tornó a favor de los cultivos de exportación como legumbres, frutas, forrajes (sorgo) y oleaginosas como la soya que crecieron en respuesta al impulso de las industrias intensivas de carne de bovino, porcino y aves de corral. 
La reducción en el nivel de aranceles a la importación de productos agrícolas aplicado por el gobierno federal en 1987 trajo consigo la minimización sobre la superficie sembrada especialmente en granos básicos y oleaginosas. A ello se sumó la retirada de CONASUPO en 1989 la cual provocó una caída de los precios internos, el aumento de importaciones abaratadas y mayores problemas en la comercialización de los principales cultivos agrícolas (De Ita, 2003).

En 1994, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) vino acompañada con nuevos cambios y transformaciones que desde 1982, están operando en la agricultura de México y en especial en la de Sinaloa, ubicándola en un proceso de transición no acabado; es decir, entre el modelo anterior de desarrollo agrícola y pecuario surgido de la revolución verde, y otro de características neoliberales.
El TLCAN trajo consigo cambios sobre la estructura agrícola, sobreponiendo un nuevo reparto agrario y las bases para la renta y la venta de la propiedad ejidal  derivado de la reforma al artículo 27 constitucional (Calva, 1997).  Resultado de ello fue una alta concentración de tierras en el estado.  Cerca del 80% de la tierra pasó a ser rentada.  Dichos cambios se reflejaron en las tasas de crecimiento sobre la superficie sembrada de maíz y frijol, 20.9% y 193.4% respectivamente (únicos cultivos que quedaron amparados con precio de garantía). Además que conforme a la adopción de nuevos modelos de producción, el volumen de producción en el maíz se incrementó claramente, de 1990 al 2000 la tasa de crecimiento fue de 630.5% (véase tabla 5).
Por otro lado, De Ita (2003) señala que de las 300 mil hectáreas ejidales, únicamente 50 mil son cultivadas por los propios ejidatarios y el resto está rentado por grandes productores.  En comparación al promedio en el país, los productores de Sinaloa tienen parcelas de mayor extensión. Por ejemplo, el 80% de la superficie cultivada con granos básicos está ocupada por parcelas mayores a cinco hectáreas, en manos de 56 mil productores, con ciertas diferencias, pues un 65% cultiva parcelas entre 5 y 10 hectáreas, el 3% siembra parcelas entre 50 y 100 hectáreas y 766 productores (1.4%) cultivan parcelas mayores a cien hectáreas.

La entrada del TLCAN propició la adopción de modelos de producción externos repletos de altos niveles de insumos químicos, semillas mejoradas y maquinaría en pro de mejorar los niveles de productividad, especialmente en cultivos de exportación como las hortalizas y el maíz. Tan solo el maíz ha incrementado de 1 a 10 ton/ha, el chile verde de 11.3 a 39.6 ton/ha y el tomate de 25 a 56.3 ton/ha (véase tabla 6).

5.2.2 La infraestructura de riego en el desarrollo agrícola de Sinaloa

Debido a que el régimen de lluvias no es el más apropiado para el desarrollo de una agricultura de temporal exitosa, dada su aleatoriedad, los niveles bajos de precipitación pluvial, su concentración estacional en el tramo julio-septiembre y la ubicación territorial en una zona de ciclones; ello determina que la actividad agrícola se concentre en la producción otoño-invierno para la mayor parte de los cultivos (Kondo y Trujillo, 2004).
La construcción de grandes presas para aprovechar los escurrimientos de los ríos hizo posible la expansión de la superficie de cultivos y el desarrollo de una agricultura mecanizada y altamente tecnificada. Sinaloa cuenta con 11 presas,  siendo la de Luis Donaldo Colosio, Miguel Hidalgo y Costilla, Adolfo López Mateos y José López Portillo las de mayor capacidad de almacenamiento, alrededor del 68.3% mm3 (véase tabla 7). Ello ha permitido una destacada participación en el total de la superficie física regada del país (véase figura 9). Durante el 2012, Sinaloa participó con el 27% de la superficie física regada, usando el 20.3% del volumen (miles de m3) distribuido en el país.  Sólo Sonora y Tamaulipas le siguen con un porcentaje representativo, 15.3 y 13.5% respectivamente en superficie irrigada.

En el estado se han constituido siete distritos de riego siendo los más importantes los correspondientes al sistema Culiacán Humaya y Río Fuerte, que juntos acaparan el 64% de la superficie regada (véase figura 10). En términos de distritos de desarrollo rural los de mayor participación en la superficie regada son Los Mochis que comprende 218,322 hectáreas, Culiacán con 179,384 hectáreas y Guasave con 158,749 hectáreas (SIAP, 2012). Actualmente están abiertas al cultivo en riego 727,522.31 hectáreas, las cuales representan el 17.82 % de la superficie de riego del país, cuantificada en 4,082 142.96 millones de hectáreas. Los cultivos con mayor superficie bajo riego en Sinaloa son el maíz, trigo, sorgo grano, chile, tomate, frijol, garbanzo, cártamo y papa (SIACON, 2012).

5.2.3 Participación de Sinaloa en la producción agrícola nacional

Gracias a la gama de recursos naturales que tiene Sinaloa, a sus sistemas de producción altamente tecnificados y a su alta captación de subsidios agrícolas, es que se ha logrado posicionar como una entidad líder en la producción de alimentos. El PIB de Sinaloa participa con el 2.03% sobre el PIB total nacional, mientras que el PIB de las actividades primarias estatal participa con el 7.2% sobre el PIB primario nacional (INEGI, 2012). 
Su producción agrícola se concentra en los cereales, forrajes, frutas y hortalizas.  Durante el 2012 casi el 40% del volumen de la producción estatal fue de cereales, y el 25.5% de frutas y hortalizas. Los cultivos con mayor participación estatal son el maíz, caña de azúcar, tomate, chile verde y sorgo. A nivel nacional su participación la concentra en el maíz, tomate, chile verde, pepino, garbanzo, berenjena, cártamo y papa (véase tabla 8).  Del 2008 al 2012, la Tasa Media de Crecimiento Anual (TMCA) mostró un comportamiento alcista principalmente en la producción de frutas y hortalizas en detrimento de la producción de granos y forrajes como frijol y sorgo, y en menor medida el maíz, pero esto debido a las heladas ocurridas durante el 2011 que causaron una reducción de 5, 227,872 a 2, 929,180 sobre el volumen de producción (véase tabla 9).

1 Nota periodística. <<Producirá Sinaloa etanol>> en: http://www.sinaloa.contralinea.com.mx/archivo/2008/marzo/producira-sinaloa-etanol.htm