LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE SINALOA, MÉXICO Y LA APUESTA POR JATROPHA CURCAS

LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DE SINALOA, MÉXICO Y LA APUESTA POR JATROPHA CURCAS

Rocío Esthela Urías Urías
Juan Manuel Mendoza Guerrero
Eduardo Meza Ramos
(CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

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3.2  Cambio en las políticas energético-ambientales

El reavivamiento de los agrocombustibles suscitó cambios en las políticas nacionales de muchos países. Su introducción va acompañada de una reducción de GEI y de una mejora socioeconómica para las poblaciones que se enrolen en la producción de cultivos energéticos. Además de la participación de las economías desarrolladas, muchos países subdesarrollados se están incorporando a la dinámica bioenergética. Su participación se empareja a la promesa de desarrollo que los agrocombustibles dejan en poblaciones rurales.

La política implementada por Estados Unidos responde a objetivos de seguridad energética y ambiental (Duffey, 2011). La Ley Agrícola del 2002 buscó promover el desarrollo de las biorefinerías, generando incentivos a los productores de cultivos para generación de bioetanol (principalmente a partir del maíz).  En el 2005, se introduce la Ley de Política Energética que establece metas cuantitativas en el uso nacional de biocombustibles para el transporte. Con ello se establece el Estándar de Combustibles Renovables (RFS por sus siglas en inglés) el cual solicita la mezcla de combustibles renovables sobre el uso del combustible fósil.  En el 2007 el RFS establecía un total de 4 billones de galones, incrementando a 9 billones de galones para el 2008, teniendo como meta un incremento de 36 billones de galones para el 2022.

Por su parte, la Unión Europea comenzó a promover los biocombustibles, en especial el biodiesel, como forma de prevenir un deteriorio en los medios de vida de las poblaciones rurales, a la par de responder a la demanda energética mediante el consumo de biocombustibles en el sector transporte en un 5.75%. Además, por consideración ambiental, incluye un 20% de participación de energías renovables en el consumo de gasolina y diesel (Duffey, 2011). 

Respecto a países subdesarrollados, Brasil despuntó desde 1975 con el Programa Brasileño de Alcohol (PROALCOOL) en respuesta a la crisis del petróleo. El programa creó las condiciones para el desarrollo a gran escala de la industria del bioetanol de caña de azúcar a partir de cuotas de producción y un precio fijo de compra; un volumen determinado de compras; incentivos a la inversión en centros de producción; incentivos tributarios para los dueños de autos que utilizaran mezclas de gasolina con bioetanol y créditos blandos para implementar los cambios tecnológicos necesarios a los vehículos. Se introdujo el sistema de mezclas obligatorias de gasolina y bioetanol con un porcentaje que oscila entre el 22 y 24%. Respecto a la producción de biodiesel se fomentó el Programa Nacional para la Producción de Biodiesel (PROBIODIESEL). En el 2005 se aprobó una Ley que hace obligatoria la introducción de un 2% de biodiesel. Las políticas bioenergéticas de Brasil buscan promover una mayor inclusión de los productores en la cadena de valor bioenergética (FAO, 2008a).

Para el resto de los países de América Latina, Asia y África, los agrocombustibles adquirieron un lugar privilegiado en las agendas de política nacional. En consideración a la exitosa experiencia brasileña y al alza de los precios del petróleo desde inicios de la presente década, los países subdesarrollados promovieron de forma agresiva el desarrollo endógeno de la industria bioenergética en vías de cumplir objetivos de seguridad energética, ambiental y de desarrollo rural. Era de esperarse que ante la crisis energética y ambiental, la industria “verde” creciera a pasos agigantados. Actualmente la gran mayoría de los países del mundo poseen algún tipo de política o instrumento para favorecer su producción. Estas políticas poseen entre sus principales características mandatos, subsidios directos, exenciones  tributarias y especificaciones técnicas que abarcan la producción de biomasa, la producción de biocombustibles, su uso final y el comercio internacional (véase tabla 2) (Duffey, 2011).

Diversos países subdesarrollados siembran ahora cultivos energéticos para la producción de bioetanol y biodiesel. Algunos gobiernos de Asia y África, América Latina y el Caribe cuentan ya con instrumentos y mandatos de política bioenergética (véase tabla 3).

3.3 Inclusión tardía de México

La respuesta de México a la era de los biocombustibles es un tanto tardía. Su participación responde prioritariamente a las tendencias internacionales más que a una propia política nacional. Se inicia apenas en el 2007 con la aprobación de la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos(DOF, 2008). Su política es parte de la estrategia nacional para reducir la emisión de GEI y al problema de financiación para la producción de petróleo aunado a la baja en sus reservas nacionales. Su objetivo es promover la producción de insumos para bioenergéticos a partir de las actividades agropecuarias, forestales, algas, procesos biotecnológicos y enzimáticos del campo mexicano. La aprobación de la Ley propició en el 2009 la creación de la Comisión Intersecretarial de Bioenergéticos, a la par que se crearon dos programas coordinados entre sí: el Programa de Producción Sustentable de Insumos para Bioenergéticos y Desarrollo Científico y Tecnológico (PROINBIOS) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA); y el Programa de Introducción de Bioenergéticos de la Secretaría de Energía (SENER). 

Existen proyectos específicos en los estados de Sinaloa, Chiapas, Michoacán, Veracruz, Tamaulipas, Morelos, Jalisco y Monterrey. En Chiapas se construyeron dos plantas productoras de biodiesel y en el 2006 en Sinaloa se planeó la construcción de cuatro plantas productoras de etanol a partir de maíz lideradas por Destilmex. El proyecto truncó a la falta de permiso de SAGARPA para utilizar los excedentes de maíz blanco del estado. Con ello SAGARPA le dio primacía a la alimentación de la población, dado el contexto de déficit alimentario que vive el país (González y Castañeda, 2008).

México puso como mandato producir 411.9 millones de m3 de bioetanol a partir de caña de azúcar para reemplazar los oxigenantes de gasolina MTBE Y TAME1 en las tres zonas metropolitanas (Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México), por ser éstas las más contaminantes del país. La producción se apostó del 2007 al 2012, sin embargo hasta la fecha los resultados aún no han sido ratificados. PEMEX abrió la posibilidad de utilizar etanol anhidro como oxigenante de gasolinas para sustituir en un 10% todas las gasolinas del país, para lo cual se requeriría ampliar la producción a 800 mil hectáreas (PEMEX, 2009). En el caso del biodiesel, el mandato fue sustituir en un 2% y 5% el diésel de petróleo después del 2012 (SENER, 2007), resultados que tampoco fueron expuestos.

Según la Red Mexicana de Bioenergía A.C. (REMBIO) en el 2010 se identificaron 372 proyectos de investigación en biocombustibles. Los cultivos más promovidos son la caña de azúcar, higuerilla, jatropha, palma de aceite, remolacha azucarera y sorgo dulce, siendo la caña de azúcar, higuerilla y jatropha los de mayor potencial productivo (véase tabla 4). Por otro lado, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), a través de su Programa ProÁrbol 2007-2011, impulsó la siembra de 8,113 hectáreas de jatropha para la producir biodiesel, otorgando apoyos económicos que ascendieron a $30.2 millones de pesos.
De los ingenios azucaremos existentes en México, sólo 18 cuentan con una destilería para la producción de etanol, y solamente ocho producen alcohol2 , mismo que se destina a satisfacer la demanda de bebidas alcohólicas y de la industria química. Además, han surgido algunas empresas productoras de bioetanol. Tamaulipas inició la construcción de la segunda planta de producción de etanol 3 a partir de sorgo dulce, con una prospectiva de producción de 200 millones de litros anuales a partir del 2014. 
Se tienen además algunas empresas enfocadas en la producción de biodiesel. En Cadereyta, Nuevo León está la Planta Comercial de Biocombustibles Internacionales S.A. de C.V. con una producción de 300,000 litros mensuales; Biofuels de México SA de CV que mantiene vínculos con Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) para la producción de bioturbosina a partir de aceites usados; Biodiesel Chiapas en Tapachula, misma que se mantiene inactiva a falta de materia prima; Geoestratos SA de CV en Tamaulipas para la generación de aceite reductor viscosidad para ductos de petróleo a partir del aceite de Jatropha con una producción de 78 millones de litros anuales, entre otras empresas más.

1 Aditivo que se agrega a la gasolina que contamina el agua.

2 Ingenio La Concepción (19,751 m3/año); Ingenio San José de Abajo (2,027 m3/año); Ingenio San Nicolás (4,159 m3/año); Ingenio Constancia (1,709 m3/año); Ingenio Puljitic (8,640 m3/año); Ingenio Tamazula (1,795 m3/año); Ingenio Calipan (426 m3/año) e Ingenio San Pedro (196 m3/año).

3 Denominada Bioenergéticos Mexicanos SAPI de CV (BIOMEX).