MOVIMIENTOS Y LUCHAS SOCIALES, TERRITORIO  Y DESARROLLO SUSTENTABLE

MOVIMIENTOS Y LUCHAS SOCIALES, TERRITORIO Y DESARROLLO SUSTENTABLE

Rivera Espinosa Ramón (Coordinador)
Universidad Autónoma Chapingo

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LOS “REVOLUCIONARIOS” DE LA ERA DE LA INFORMACIÓN

Belin Banda, Jorge Alejandro.
Universidad Nacional Autónoma de México.
 Facultad de Estudios Superiores Zaragoza.
alexbelin@comunidad.unam.mx.

Resumen

Los escritos de Marx y Engels fueron los iniciadores de una revolución dentro de las clases sociales de todo el mundo durante los últimos dos siglos. Poco a poco las ideas revolucionarias del marxismo fueron permeando a la sociedad global, con la consecuente dogmatización y deformación que se fue desarrollando conforme pasaban las décadas, situación a las que otras corrientes de pensamiento, como el anarquismo, no fueron ajenas. Con la expansión de las TIC’s, las ya de por sí deformadas concepciones de lo que significa ser revolucionario social se fueron expandiendo de manera global; sin embargo, es en el mismo proceso que se entra en una dinámica de verdades absolutas y atemporales, conceptos contrarios a la dialéctica usada por Marx. El mismo dispositivo por el que se tiene acceso al internet es una de las muestras de lo alejados que algunos “revolucionarios” digitales están de la teoría marxista. Usando el concepto de valor de cambio/signo de Baudrillard, el cual básicamente propone que las mercancías  tienen un significado de movilidad y estatus social. Aunado a esta situación, cabe destacar que las personas acceden al internet sobre todo para entretenimiento, dejando a un lado la información noticiosa, que potencialmente los sacaría de la abulia social. Tanto el alejamiento de la ciencia, como la deformación del lenguaje escrito en las redes sociales, son situaciones que limitan aún más el entendimiento de la situación que el capitalismo ha creado. Esta situación también puede ser entendida desde la “modernidad líquida” propuesta por Bauman, en la cual los procesos sociales son entendidos en un eterno movimiento, en el cual no toman forma y, por lo tanto, son siempre cambiantes. Se hace un llamado a utilizar las TIC’s como herramienta, como medio para un cambio social, todo esto por medio de la teoría de la influencia minoritaria.
Palabras clave: Marxismo, TIC y cambio social.

Abstract

The writings of Marx and Engels were the initiators of the revolution in social classes worldwide for the last two centuries. Gradually the revolutionary ideas of Marxism were permeating the global society, and the consequent deformation and dogmatization which developed as the decades passed , a situation which other schools of thought , like anarchism , were not immune . With the expansion of ICTs , the already distorted conceptions of what it means to be social revolutionary were expanding globally ; however, it is the same process that goes into a dynamic absolute and timeless truths , concepts contrary of the dialectic method of  Marx. The same device that has access to the internet is a sample of how far away some digital "revolutionaries" are of Marxist theory. Using the concept of exchange value / sign of Baudrillard, which basically proposes that the goods have meaning of mobility and social status. Added to this, it should be noted that people access the Internet primarily for entertainment, aside from news information, potentially lift them out of to social apathy. As the people turns away from science, and we can see a deformation of the written language in social networks, are situations that puts a limit of the understanding of the situation that capitalism has created. This can also be understood from the "liquid modernity" proposed by Bauman, in which social processes are understood in an eternal movement, which does not take shape and, therefore, are always changing . It calls for using ICT as a tool, as a means for social change, all this through the theory of minority influence.

Key words: Marxism, ICT and social change.

 “Anarquía significa sin líderes, no sin orden”.
Alan Moore, “V for Vendetta”, 1988.

Introducción

En 1848, en plena expansión de la segunda etapa de la Revolución Industrial, Karl Heinrich Marx junto con su colega y amigo Friedrich Engels, a encargo de la Liga Comunista, escriben una obra que es puntual para entender los movimientos sociales de los siglos XIX, XX y lo que llevamos del XXI; la obra fue titulada “Manifiesto del Partido Comunista”. Los autores, al inicio del capítulo 1 titulado “Burgueses y Proletariados”, mencionan: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases” (Engels & Marx, 1848, p. 155). Es claro que a partir de la salida de este documento el concepto de clase se masificó y politizó y fue provocador de cambios sustanciales en occidente, uno de los cuales fue la iniciación de las luchas sociales. Si bien ya habían sucedido cambios importantes en el pensamiento revolucionario a raíz de la Revolución Francesa (1789) y la independencia de diversas colonias de América, La importancia de las ideas de Marx y Engels es que aún siguen vigentes en gran parte de los discursos de los políticos de izquierda y de los jóvenes “revolucionarios” del siglo XXI.

El marxismo ha pasado por muchas etapas históricas, incluso se ha convertido en una especie de dogma entre las personas que se identifican con los movimientos de izquierda o populares. Muchos de estos movimiento olvidan la parte esencial de las ideas de Marx, una de las cuales es, dicha por Erich Fromm (1962) “… el hombre puede hacer su propia historia; es su propio creador. El factor esencial de este proceso de autocreación de la raza humana está en su relación con la naturaleza” (p. 27). El problema parte de axiomatizar las premisas marxistas, no se tiene en cuenta que la implicación de la dialéctica es precisamente que las cosas no son estáticas, por lo tanto, los conceptos marxistas que salieron en el siglo XIX tienen que ser vistos desde un aspecto crítico para ver que tanto se pueden utilizar en nuestro contexto actual. Herbert Marcuse (1969) refiere a esta situación: “ … una revisión e incluso una reformulación de la teoría marxista no puede significar simplemente el ajuste de esta teoría a los nuevos hechos; sino que debe proceder como un desarrollo y una crítica internos de los conceptos marxistas” (p. 37).
La situación es apremiante, dado que gran parte del discurso marxista actual está encasillado en lo que Wilhelm Reich llama “marxismo vulgar” y que lo podemos entender de la siguiente manera:

El marxismo científico degenerado se ha convertido en “marxismo vulgar”, que es el nombre que muchos excelentes políticos marxistas han dado al “economicismo”, que pretendía reducir toda la existencia humana al problema del paro y de los niveles de salario (p. 16).

Baste escuchar el discurso de las organizaciones sindicalistas, partidos políticos e, inclusive, organizaciones estudiantiles que reducen la situación a mejoras económicas pensando que de esta manera se cambiará la situación global. A riesgo de generalizar, la mencionada situación afecta no sólo al marxismo, otra corriente ideológica como el anarquismo es comúnmente usada como bandera ideológica y justifican actos vandálicos como premisas básicas de la anarquía. O el caso de la organización “Anonymous”, conocidos por ataques a servidores de grandes corporaciones capitalistas. Su llamado a libertad de expresión es por medio de un símbolo que es usado en la película “V de Venganza”, la máscara de Guy Fawkes utilizada por el personaje principal. Se ha comentado que la utilización de dicho símbolo es en alusión de la película de 2005 “V for Vendetta”. La fuente de dicha película es la novela gráfica escrita por Alan Moore y dibujada por David Lloyd, la cual es totalmente distinta a la película; esta última alude a un sentido más liberal de la sociedad, mientras la novela gráfica es una introducción a la filosofía anarquista. Considerando que la inspiración está más basada en lo que los integrantes de Anonymous vieron del filme y no de la fuente original, ¿podrían ser considerados anarquistas?

A raíz de la explosión del internet, todas estas expresiones, de por sí ya distorsionadas, son reproducidas por la llamada “red de redes” y específicamente por las denominadas “redes sociales” (facebook, twitter, my space, etc.). Prácticamente no hay día que no se encuentre un comentario, foto, video, etc. que no implique alguna corriente ideológica de las ya mencionadas. Con la aparición de los “teléfonos inteligentes” el acceso a dichas redes sociales se masificó, al grado de que, según el INEGI, para 2013, 43.5 % de la población mexicana tiene acceso a internet (INEGI, 2013a).  El problema no parte de que las personas hagan proselitismo o traten de generar una sinergia que, de alguna manera, despierte la conciencia de que las cosas en esta época de capitalismo desregularizador son bastante malas, el problema es que la gran parte de las personas reproducen dichas afirmaciones rara vez analizan su desarrollo histórico y que tan aplicables son en la actualidad, el asunto es aún más grave cuando son estudiantes universitarios, profesores e integrantes de partidos políticos los que reproducen las ideologías de manera mecanicista y con una teleología bien definida. En el presente ensayo nos proponemos a analizar qué tanto las TIC afectan o ayudan a la lucha social y su difusión, y cómo el uso de dichas formas de interacción social han limitado nuestras capacidades de realmente hacer un cambio significativo, situación que no es culpa del medio, sino de cómo se está utilizando ese medio.

Desarrollo

El término naturaleza puede tener diversas acepciones, la más coloquial refiere a aquello que nos rodea y que no es hecho directamente por el hombre, sin embargo, la naturaleza es también aquello que el hombre toma y transforma, ya sea para su uso o por simple estética; no existen cosas antinaturales en el mundo, ni siquiera las hechas por el hombre, dado que es la materia sólo es transformada por éste. Para puntualizar más lo anteriormente escrito, Marx (1986) escribe con respecto a esta relación entre el hombre y la naturaleza, mediada por el trabajo:

El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad (p. 131).

La creación de objetos en el modelo capitalista enajena esta relación natural que tenemos con nuestras creaciones, ya no sabemos qué fin tienen las cosas que hacemos. Esto es notable en la industria de la tecnología en la que los empleados de fábricas, sobre todo en China, que manufacturan y ensamblan los dispositivos electrónicos, como la línea de productos de Apple, rara vez conocen el producto final que manufacturan y ensamblan, esto es lo que los marxistas llaman “enajenación”. Los aparatos tecnológicos del siglo XXI tal vez sean los más enajenados que la historia ha visto, y aún peor, los más fetichizados. Es por medio de un proceso que Marx llama “fetichismo de las mercancías” que el consumidor no logra ver la enajenación inherente de un producto; básicamente se ciega ante la belleza de dicho producto, lo vuelve un objeto cuasi religioso (baste recordar la antelación con la que se espera un nuevo producto Apple: filas interminables, gente que duerme fuera de las tiendas, todos fenómenos muy parecidos a el fervor religioso), lo “reifica”. Sólo para aclarar respecto a esto, consideramos que Baudrillad (1974) lo describe de manera atinada al mencionar:

Fetichismo de la mercancía, fetichismo del dinero: lo que, en Marx, describe la ideología vivida de la sociedad capitalista, es decir, el modo de sacralización, de fascinación, de sujeción psicológica por el que los individuos interiorizan el sistema generalizado del valor de cambio, o también todo el proceso por el cual los valores sociales concretos de trabajo y de intercambio, negados, abstraídos, “alienados” por el sistema capital, se erigen en valores ideológicos trascendentes, en instancia moral que regula todas las conductas alienadas… (p. 88).

Una vez que el producto pasa por el mencionado proceso de enajenación y los consumidores lo convierten en fetiche, tenemos que tener en cuenta lo que el filósofo Jean Baudrillard llama “valor de cambio/signo”. En su crítica a la conceptualización del valor de cambio marxista, Baudrillard (1974), le da el nombre de valor de cambio/signo a la nueva modalidad del capitalismo posmoderno, y se puede entender de la siguiente manera:

Detrás de todas las superestructuras de la compra, de la transacción y de la propiedad privada, es siempre el mecanismo de la prestación social lo que hay en nuestra opción, nuestra acumulación, nuestra manipulación y nuestro consumo de objetos, mecanismo de discriminación y de prestigio que se halla en la base misma del sistema de valores y de integración en el orden jerárquico de la sociedad (p. 3).

Es decir, el consumidor no sólo compra un producto por el valor de uso y el valor de cambio, sino que ahora se añade un signo de estatus social a los productos, un mecanismo que nos permite diferenciarnos de los demás a nivel social, todo esto a pesar de que son productos de venta masiva, pero que junto con el fetichismo, nos permite consumir con el propósito de diferenciarnos o seccionarnos como consumidores de una gama de productos específicos de una marca.

El mercado en donde es notable esta situación, algo que reiteramos de párrafos anteriores, es en el de los llamados teléfonos inteligentes. La rapidez con la que sale un nuevo modelo es difícil de seguir, y los planes de adquisición son bastante flexibles, por lo tanto, es más fácil cambiar de nuevo teléfono, inclusive aunque la mejora del mencionado aparato no sea substancial. El motivo de cambiar de producto, entonces, parte de valoraciones estéticas pero más de un sentido social de comparación y adscripción a una ideología que nos dan las empresas detrás de los productos. Es por eso que los celulares dejaron atrás la tendencia de hacerlos más pequeño; ahora son más grandes, más notorios, con pantallas más grandes, su función principal es ser notados y admirados. Baudrillard puntualiza esta situación de la siguiente manera:

Así los objetos llevan adelante un juego perpetuo, que resulta, de hecho, de un conflicto moral, de una disparidad de los imperativos sociales: el objeto funcional pasa por ser decorativo, se viste de inutilidad o adopta los disfraces de la moda –el objeto fútil y ocioso se carga de razón práctica- (p. 6).

Es entonces, bajo la lógica del mecanismo de valor de cambio/signo, el simple hecho de tener un teléfono “inteligente” con el cual se tiene acceso a internet, implica entrar en el sistema de la movilidad social, esto dado que la propiedad del mencionado producto es un signo de deseo del mencionado movimiento, perdiendo la llamada “conciencia de clase” a la que aluden los marxistas.

La moda, en efecto, no refleja una necesidad natural de cambio: el placer de cambiar de vestidos, de objeto, de coche, viene de sancionar  psicológicamente coacciones de otro orden, coacciones de diferenciación social y de prestigio. El efecto de moda no aparece más que en las sociedades de movilidad social… El status social ascendente o descendente debe inscribirse en un flujo y reflujo continuo de los signos distintivos (p. 31).

Ahora bien, gran parte de los mexicanos que tienen acceso a internet no lo hacen por medio de un dispositivo móvil. Según el INEGI, para el año 2013, de los usuarios de internet el 78% lo hace por medio de una computadora de escritorio, 34% por medio de una laptop y un 9.9% por medio de un dispositivo móvil [teléfono, PDA, PocketPC, etc.] (INEGI, 2013b). En estas estadísticas no están contempladas las tabletas electrónicas que han tenido un consumo significativo en los últimos dos años, esto debido a su bajo costo y a su facilidad de interacción con el usuario. La tendencia es que cada vez sea mayor el acceso a internet por medios móviles. La pregunta sería, considerando la tesis que hemos desarrollado en párrafos anteriores con respecto al uso de los dispositivos móviles, ¿hay diferencia en las personas que usan una computadora de escritorio para acceder a internet a las que lo hacen por un aparato móvil? Recurriendo a los datos de INEGI, una vez más, podemos notar que en México básicamente internet se usa para dos cosas: entretenimiento y comunicarse (46% y 58%, respectivamente); sólo 1.9% de los usuarios lo utilizan para lo que se categoriza como “otro uso” (INEGI, 2013c). Así que podemos afirmar, con poco margen de error, que el aparato por el que se accede a internet es irrelevante, lo que se busca es básicamente entretenimiento y comunicación.

El internet ofrece millones de bits de información que podría considerarse relevante para generar una conciencia de cómo están las cosas en México y el mundo; los libros, blogs, artículos, etc. están ahí para ser leídos, sin embargo, al estar acostumbrados los usuarios a la rapidez, a la nota sencilla, a lo resumido, es difícil que el usuario promedio se dé tiempo para leer algo que le llevará más de 20 minutos. El primero de abril, en Estados Unidos, tienen la costumbre del llamado April Fool’s la cual consiste en hacer bromas, algo que se trasladó a los medios de comunicación los cuales generan notas falsas; es algo muy similar a lo que sucede el 28 de diciembre en México. La National Public Radio, por medio de su página de facebook, publicó, el mencionado día, un “estudio” en el que se pregunta ¿por qué los americanos ya no leen? La broma consistía en que el mencionado “estudio” era sólo el encabezado de una publicación inventada, y que tenía el propósito de probar sí los usuarios leían todo lo que decía la publicación. El resultado, la mayor parte de los comentarios refutaban dicho estudio aludiendo que no creían que los estadounidenses no leyeran lo suficiente. Con las respectivas reservas debido a las diferencias culturales, la situación se puede extrapolar a la población mexicana. Incluso el caso mexicano es peor, considerando que según la UNESCO, de 108 países somos el penúltimo en índices de lectura (Villamil, 23 de abril de 2013). Esta situación, junto con la previamente señalada de los sitios que más visitan los mexicanos, nos deja en el entendimiento de que el mexicano promedio lee poco, lo poco que lee lo hace de manera superficial y tiene que ver más con cosas de entretenimiento.

Otra situación bastante grave corresponde al rompimiento de gran parte de los mexicanos con la ciencia. El mismo concepto de ciencia es bastante debatido dentro de los ámbitos académicos, regularmente se asocia con un corte más positivista. No nos detendremos mucho en esto, considerando que no es el tema principal de este ensayo, pero sería interesante, en primer lugar, que al hacer estas encuestas se pregunte primero qué se entiende por ciencia. Son encomiables los esfuerzos hechos por instituciones como la UNAM con respecto a la divulgación científica, sin embargo, al parecer no es suficiente competencia contra la televisión y otros contenidos de entretenimiento. En la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología 2011 (INEGI, 2011) se nos brindan resultados que tendrían que analizarse con bastante preocupación. El dato más significativo, es que 72% de los encuestados creen más en la fe que en la ciencia5; es evidente que, por lo menos en México, gran parte de la población está alejada de temas científicos. Incluso entre los estudiantes universitarios, este alejamiento es evidente, se nota en su discurso; el estudiante promedio, tanto de bachillerato como de universidad separa lo que aprende en la escuela de su vida. Es común escuchar, incluso a los profesores, mencionar que una cosa es lo que se ve en las aulas y otra lo que se ve “allá afuera”, situación que permea al estudiante. Claro que la “realidad” (lo que sea que signifique ese término tan relativo) que teóricamente se ve en aula es superada en los quehaceres de la vida diaria, pero esa superación parte del hecho de separar conceptos y nunca unirlos o llegar a captar la conexión. Usando palabras de Hegel: “todo tiene que ver con todo”.

Uno de los retos que se le presenta al estudiante mexicano, sobre todo al universitario, es precisamente la mencionada división del conocimiento. En su momento, fue una necesidad pragmática de los sistemas educativos mundiales; de esta manera era más sencilla la especialización en algún área del conocimiento con miras a ingresar a un mercado laboral cada vez más competitivo. También ayudo al desarrollo en la investigación teórica y aplicada de fenómenos específico. El mismo desarrollo tecnológico que se suscitó a raíz de los descubrimientos científicos provocó que los grandes empresarios voltearan a ver a la ciencia como inversión. “los descubrimientos científicos sólo se traducen en innovaciones tecnológicas a condición de que sea redituable aplicarlos al proceso de producción” (Mandel, 1973, p. 7). De esta manera, la ciencia recibió un impulso aún mayor, pero a costa de su libertad de investigación; lo que se investigaba tenía que tener una aplicación práctica dentro de las industrias que invertían capital. Es por eso que hasta la fecha, la primacía en la investigación es la ciencia aplicada, dejando un tanto de lado la ciencia básica. Ya en el lejano 1973, Mandel nos advertía este movimiento en la capitalización de lo científico:

El aceleramiento de la innovación tecnológica implica una integración en gran escala del trabajo intelectual al proceso de producción. Mientras que en las fases precedentes del capitalismo el trabajo intelectual se limitó a la esfera de la superestructura social, actualmente está orientado, cada vez más, hacia la infraestructura de la sociedad. Esta reintegración del trabajo intelectual al proceso de producción no sólo reviste la forma constante de crecimiento de ingenieros químicos, físicos, economistas, sociólogos, médicos administradores, todos de formación universitaria, que son empleados por las grandes empresas capitalistas… Pero esta reintegración del trabajo intelectual se expresa también en el crecimiento del número de personas incorporadas a la producción en el más estricto sentido del término…  (1973, p.11).

A pesar del tiempo, notamos que las predicciones de Mandel son acertadas, el capitalismo ha ingresado a las universidades y éstas se han adaptado de manera pasiva a las necesidades de dicho sistema económico. El llamado “sistema de competencias” es un claro ejemplo de esto; éstas se basan en una comparación de habilidades desarrolladas por el estudiante, con claros fines de ingreso a un trabajo asalariado que sólo aceptará a aquellos “competentes”. Evidentemente la rebeldía y el no conformarse no están dentro de estas categorías. Es, sin embargo, esta misma situación la que, de alguna manera, podría ayudar a hacer más evidentes las contradicciones internas:

Como el objeto de sus estudios (refiriéndose a los universitarios) está cada vez determinado por las leyes del mercado, por las necesidades del neocapitalismo (que luego derivaría en neoliberalismo) y no por preferencias, talentos y aspiraciones individuales de los estudiantes, éstos se convierten en aprendices intelectuales cada vez más enajenados. Así llegamos a constatar que la rebelión estudiantil no sólo está producida por la enajenación del trabajo intelectual propiamente dicho, sino también por la enajenación del trabajo estudiantil en sí mismo (Mandel, 1973, p. 25).

En la actualidad, este paradigma ha perdido su vigencia al contemplar como los fenómenos son de una marcada complejidad, por lo tanto, el entendimiento fraccionado de los fenómenos no nos permite visualizar el todo, o por lo menos aproximarnos al todo. De ahí han partido los llamados a hacer ciencia de manera multidisciplinaria o interdisciplinaria; nosotros consideramos que lo que realmente se necesita es un tratamiento transdisciplinar. Si bien esto es sólo una parte del gran problema de las instituciones educativas en este periodo histórico, sería de gran ayuda que se cambie esta visión fraccionaria que, de alguna manera, nos impone el sistema social actual. Las instituciones necesitan desmarcarse de esta tendencia de capitalizar el conocimiento en aras de conseguir un cambio social auténtico. Y sí la institución no lo brinda, el cambio debe venir de los que son parte de la misma.

Escribe Octavio Paz (1999) en su libro “Posdata”: “Cuando una sociedad se corrompe, lo primero que se gangrena es el lenguaje. La crítica de la sociedad, en consecuencia, comienza con la gramática y con el restablecimiento de los significados” (p. 274). Una de las cosas más notables en las redes sociales es que el lenguaje escrito está siendo deformado de manera alarmante. Incluso periódicos de gran prestigio permiten que se publiquen notas con faltas de ortografía. Tal vez esto sea un efecto de la deficiente educación básica, pero lamentablemente se ve incluso en nivel “superior”; tesis de maestría o doctorado con errores de redacción o faltas de ortografía. Coincidimos con Paz en el aspecto de que para poder hacer una crítica social, es necesario hacernos entender, volver a dar a las palabras escritas u orales los significados que se puedan transmitir de manera clara y precisa. El problema del lenguaje es que se crean brechas generacionales que en muchas ocasiones son insalvables. Esto genera errores en el entendimiento de lo que se quiere trasmitir y lo que se entiende del mensaje, separando aún más a los padres de los hijos, o al profesor de os educandos. En sí mismo, el medio es ya una alteración de los significados, al no poder transmitir la gran gama de matices de una charla cara a cara, como es el lenguaje no verbal y la proxemia. Por supuesto, servicios como skype o el mismo facebook ofrecen video charlas, sin embargo, por lo menos en nuestro país, la limitación del ancho de banda no permite una comunicación fluida y aún se pierden detalles de la interacción en persona. Tal vez con una interacción virtual de cuerpo completo, en un futuro no tan lejano con tecnologías en desarrollo como el oculus rift, pueda salvar las mencionadas dificultades; el problema es que tan alterado esté el lenguaje para esas alturas, o que tanto las personas de mayor edad se han “perdido” en el avance tecnológico. El producto humano que permite una comprensión de la realidad en la que se vive, se interactúa y se construye es el lenguaje, es decir, el lenguaje es esencial para que el hombre sea considerado hombre. La comprensión del lenguaje es esencial en la comprensión de la vida cotidiana.

Zygmunt Bauman es un sociólogo polaco que saltó a la fama en los ámbitos académicos por su teorización de la época capitalista moderna. Lo que él llamó “modernidad líquida” es entendida como una etapa del capitalismo que no tiene una forma definida, se escapa de las manos, lo único que se puede hacer es tratar de ponerla en un contenedor, situación que es irrelevante; lo importancia parte del tiempo que está en ese contenedor. Esto se ve en toda la gama de relaciones sociales, económicas, políticas, etc.
Los fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo. En tanto los sólidos tienen una clara dimensión espacial pero neutralizan el impacto –y disminuyen la significación- del tiempo (resisten efectivamente su flujo o lo vuelven irrelevante), los fluidos no conservan una forma durante mucho tiempo y están constantemente dispuestos (y proclives a cambiarla; por consiguiente, para ellos lo que cuenta es el flujo del tiempo más que el espacio que puedan ocupar: ese espacio que, después de todo, sólo llenan por un momento (Bauman, 2003, p. 8).

El mérito de Bauman es básicamente compendiar las ideas de personas como Baudrillard, Lipovestsky y Berman, lo cual es ya decir mucho. El entendimiento que tiene Bauman de la sociedad actual es que se vive a través de una visión en donde las relaciones que engloban a la sociedad son tan cambiantes que ya no tienen una forma definida; no hay un referente al cual acudir, dado que las cosas se mueven a una rápida velocidad inherente de un mundo globalizado e interconectado. Los efectos de dicha “licuefacción” son palpables en la forma una vida más acelerada, en un temor al no estar actualizados, a quedarse atrás. Años después de modernidad líquida, extiende un poco más el concepto de la liquidez en su libro “Vida Líquida”, donde nos da un panorama aún más amplio de los efectos de vivir bajo una sociedad sin forma definida:

La vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante. Las más acuciantes y persistentes preocupaciones que perturban esa vida son las que resultan del temor a que nos tomen desprevenidos, a que no podamos seguir el ritmo de unos acontecimientos que se mueven con gran rapidez, a que nos quedemos rezagados, a no percatarnos de las fechas de caducidad, a cargar con bienes que ya no nos resultan deseables… (Bauman, 2006, p. 10).

Como ya mencionamos en párrafos anteriores, el avance tecnológico se da a pasos rápidos. Esta rapidez parte de lo que Bauman nos advierte que es la modernidad líquida. Esto tiene que ver con lo que se mencionó del lenguaje y su acortamiento y deformación en el internet. Por supuesto que las prácticas diarias no son ajenas al problema de la licuefacción. Nuestros encuentros con los demás son breves, debido a las presiones de nuestro quehacer diario, cada vez tenemos menos tiempo de platicar, a no ser, claro, que se haga por medios digitales. El asunto aquí es que al acelerarse la vida, necesitamos cosas de manera rápida y que sean de fácil comprensión con el fin de no detenernos mucho en algo. Los tiempos para leer, escribir o comentar un tema se han acortado de manera sustancial. Lo podemos ver en las redes sociales en las que los comentarios están limitados a ciertos caracteres, las mismas personas  escriben frases de manera concisa. Esto nos deja en el entendimiento de que toda actividad humana tiene que pasar por ese filtro de la accesibilidad inmediata, a riesgo de que se vea como algo lento, obsoleto y pasado de tiempo. Por supuesto que esto, aunado a las condicionantes ya señaladas, nos da como resultado una conciencia de cambio social bastante limitada en las nuevas generaciones. Sus límites de atención son tan cortos que necesitan de nuevos estímulos constantes para poder mantener la misma. Es por eso que buscan soluciones rápidas a problemas complejos; quieren el cambio ahora, aunque ni siquiera sepan que significa el cambio, o que hacer con el mismo una vez que lo han logrado.

Lo sucedido en Egipto en 2011 es un ejemplo de lo mencionado. La llamada “Revolución del Loto” tenía la consigna principal del derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak. Cansados de los excesos de éste, la población hizo actos de desobediencia civil y protestas, en gran parte mediadas por el uso de las redes sociales. El propósito se llevó a cabo, sin embargo, y después de unas elecciones democráticas, se destituyó al presidente electo Mohamed Morsi y es hasta la fecha del presente ensayo que los militares son los que mantienen el control del país. Todos querían una revolución, la hicieron de manera rápida, pero, ¿alguno pensó qué pasaría una vez que la tuvieran? Era claro que se necesitaba una plataforma política adecuada para la situación particular que se mencionó, pero el gran problema de los “revolucionarios” actuales es que no cuentan con la plataforma política, aún peor, con una plataforma filosófica de la cual partir. No tienen tiempo ni siquiera de saber que es la filosofía.

Conclusiones

Las palabras de Ernest Mandel (1973) parecen apropiadas para entender el papel que tienen los estudiantes del mundo en la actualidad:

Los estudiantes no pueden, por sí mismos, derribar al capitalismo; su fuerza social es absolutamente insuficiente a este respecto. Pero pueden contribuir en algunas etapas decisivas, con una aportación considerable para despertar un proletariado que ha caído parcialmente en la apatía por las derrotas del pasado y el reino de la burocracia (p. 21).
El estudiante de licenciatura actual parece anestesiado de igual manera que el proletariado que menciona Mandel. Tomando como base la teoría de la influencia minoritaria de Moscovici, el cual “propone un modelo genético caracterizado por considerar al sistema social como un producto de los individuos y sus acciones” (Álvaro & Garrido, 2003, p. 413), es factible el que una minoría, como es el caso de los estudiantes tanto de bachillerato y universidad, pueda, por lo menos, lograr que la sociedad se pregunte si la racionalidad desregularizadora del neoliberalismo es realmente el mejor modelo filosófico, y decimos que es toda una filosofía dado que las implicaciones del mencionado modelo no sólo abarcan el apartado de la economía, sino la misma organización de la sociedad global, por lo tanto podemos afirmar que hay una filosofía implícita detrás que comprende toda la actividad humana. Estos cuestionamientos pueden llevar a largo plazo a que realmente se comiencen a cuestionar las contradicciones, cada día más evidentes, de la citada filosofía posmoderna:

Las personas pueden rechazar los juicios de la minoría, pero el conflicto y la consistencia en las opiniones de éstas pueden influir para que se examine el objeto de la controversia y se abra un proceso de cuestionamientos de las ideas propias, el cual puede provocar un cambio inadvertido en las mismas… así como un cambio en temas afines al objeto de conflicto… (Álvaro & Garrido, 2003, p. 419).

Es pertinente la aclaración de que no se está en contra de las nuevas tecnologías, ni se hace apología a que su uso es totalmente negativo. Como toda herramienta creada por el hombre, las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) pueden ser muy útiles en aras de la búsqueda de un cambio en nuestra sociedad, incluso, a nivel global, no sólo local. La problemática parte de que se tiene que tener en cuenta las condicionantes previamente mencionadas en el presente ensayo, problemas que limitan el uso de dichas tecnologías en favor de un grupo hegemónico que le conviene tener a las personas totalmente distraídas con nimiedades de la cultura popular. Ahora que, dentro de la misma cultura popular y sus productos (tales como series de televisión, películas, videojuegos, cómics, etc.), se pueden encontrar temáticas que ayudan a que la gente despierte de este marasmo, incluso expresiones que son muy populares como la película Wall-E (que tiene una gran crítica al positivismo lógico), la serie Ghost in the Shell (un gran tratado filosófico y sociológico de la sociedad actual y futura) y los cómics escritos por el inglés Alan Moore; todos son grandes ejemplos de que aún en una industria del entretenimiento que, en gran parte de las ocasiones, ayuda a la enajenación de la población se pueden encontrar personas preocupadas por estas temáticas globales y que lo plasman en un producto que es exitoso y crítico a la vez. Aquí el asunto es lograr encontrar dichas críticas que no siempre están de manera explícita, considerando que las personas tienen poco tiempo para analizar estos materiales y los críticos de estos medios tienen una habilidad hermenéutica bastante deficiente, sólo encontrando superficialidades técnicas y calificando de manera cuantitativa algo que debería ser un análisis de cualidades y cantidades.

La situación con el pensamiento revolucionario en los países latinoamericanos es que se parte de una visión europea en un contexto que debe ser entendido desde las condicionantes específicas de nuestra zona geográfica, considerando que nuestra cultura es distinta a la europea. Esto no quiere decir que no se tenga que leer a los grandes pensadores europeos, sino más bien aplicar sus ideas como referencia, no como guía. Esto es algo que los intelectuales latinoamericanos, más preocupados por parecer inteligentes y citar a diestra y siniestra a los autores, al parecer no llegan o no quieren entender, en muchos casos son lo que Gramsci denomina “intelectuales orgánicos”, entendidos como aquellos que ayudan a  un sistema hegemónico a perpetuarse de manera pacífica a través de su función de “intelectuales dentro de una sociedad”. Es contra estos personajes nefastos que la sociedad debe luchar, identificando su discurso que supuestamente está del lado de los oprimidos mientras ellos viven en sus casas del Pedregal y con nexos con los poderes hegemónicos; no hay concordancia en la teoría y la práctica, no hay praxis en estos sujetos. Se tiene que generar una ideología nuestra, aceptando nuestras particularidades como latinoamericanos, sólo de esta manera la particularidad podrá ingresar dentro de la globalidad que es en donde realmente se logran cambios de nivel macrosocial. La tecnología es una herramienta, es el medio por el que se pueden lograr cambios en mundo interconectado, siempre y cuando se tenga en cuenta que es eso, una herramienta, se necesita gente que sepa cómo usar la misma.

Referencias

Álvaro, J. L. & Garrido, A. (2003). Psicología social: Perspectivas psicológicas y sociológicas. Madrid: McGraw Hill.
Baudrillard, J. (1974). Crítica de la economía política del signo. México: Siglo XXI.
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