ESCENARIO INTERNACIONAL, VENTAJAS Y DESVENTAJAS PARA MÉXICO Y LAS EMPRESAS

ESCENARIO INTERNACIONAL, VENTAJAS Y DESVENTAJAS PARA MÉXICO Y LAS EMPRESAS

Mónica Teresa Espinosa Espíndola (CV)
Adolfo Maceda Méndez (CV)
Francisca Adriana Sánchez Meza (CV)
(Coordinadores)

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La internacionalización de las empresas mexicanas en América Latina

María Esther Morales Fajardo 1

Introducción
A partir del proceso de apertura de las economías latinoamericanas a mitad de  la década de los años ochenta, el comercio y la inversión fueron alentados por la suscripción de diversos acuerdos de integración. Diversos trabajos realizados han dado evidencia de que, además del comercio intra-zona, la inversión recíproca es un elemento a destacar en el proceso de interacción de las economías latinoamericanas.
Particularmente, la inversión extranjera directa (IED) se convirtió en un elemento fundamental para América Latina, en el sentido de que estos flujos inyectan capital productivo para el crecimiento de las economías, además de otros beneficios explicados por la teoría económica. Asimismo, la atracción de estos capitales significa que las economías latinoamericanas gozan de estabilidad macroeconómica y de condiciones óptimas para rendimiento de beneficios.
Con la liberalización económica de la región, la IED estuvo impulsada por los procesos de privatizaciones y, a finales del siglo XXI, el proceso de fusiones y adquisiciones (F&A) también fungió como un importante incentivo de la IED. En este contexto se consolidaron las llamadas empresas multilatinas, empresas con capitales de origen de alguna economía de la región. En el grupo de países latinoamericanos, México sobre sale como una de las economías más dinámicas por el conjunto de empresas que han invertido de forma sustancial en sectores como alimentos y bebidas, servicios (como telecomunicaciones y comercio minorista) y materias primas, por mencionar algunos. 
            El objetivo de esta ponencia es exponer la trayectoria de la internacionalización de la inversión multilatina, particularmente las firmas de origen mexicano, durante la primera década del siglo XXI. A partir de los procesos de internacionalización, la finalidad es identificar las estrategias corporativas que han seguido estas empresas y corroborar si han seguido los patrones de internacionalización de las empresas transnacionales de los países desarrollados. 
La metodología utilizada para este documento toma en consideración al eje histórico para realizar el análisis de la evolución de las empresas multilatinas a los informes producidos por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre la Inversión extranjera en América Latina y el Caribe. Una segunda vertiente ha consistido en revisar los diferentes rankings emitidos por algunos organismos y revistas especializados (como la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD, AméricaEconomía, Forbes) para ubicar a las principales empresas multilatinas y, particularmente, las mexicanas con presencia en la región. En seguida se ha elaborado una base de datos con los diversos acuerdos de comercio e inversión de México con los países latinoamericanos. La base de datos construida tuvo como objetivo analizar si los acuerdos de integración incentivaban la inversión en la región. Finalmente se tomaron los casos de estudio representativos, a fin de trazar sus estrategias de inversión. Es conveniente apuntar que metodológicamente existen inconvenientes para estimar los flujos de inversión en el exterior de las economías emergentes, no únicamente de América Latina, ya que como lo señala la UNCTAD (2006), algunas ocasiones son sobre o sub estimadas. Para la realización de este artículo se recurrió a los datos estimados por la CEPAL, el Banco de México y la Secretaría de Economía y los informes publicados por las empresas en particular. 
Además de esta introducción, este documento expone, en primera instancia, un breve repaso de los fundamentos teóricos para el análisis de la IED, con énfasis en la inversión desde economías emergentes. En seguida, se muestra la relevancia de las inversiones en el exterior de América Latina, para conocer a los principales inversionistas y sectores beneficiados con estos capitales. Un tercer punto analiza la trayectoria de internacionalización de las empresas mexicanas y el cruce de las inversiones y  de los acuerdos de integración realizados por México en América Latina para, después, presentar la expansión de cuatro firmas mexicanas en la región. Finalmente se establecen las conclusiones del documento. 

1. IED desde las economías emergentes 
Diversas teorías se han producido para el estudio de la IED, entre estas aportaciones uno de los más recurrentes es el propuesto por Dunning (1980), quien elaboró un enfoque que combinó tres criterios: las ventajas de propiedad –basadas en la teoría de la organización industrial-, las cuales consideran la obtención de rendimientos crecientes asociados a la expansión del mercado; la localización del país receptor, también basado en ciertas ventajas, como la posesión de materias primas o mano de obra especializada; y la internacionalización, según la cual la empresa decide sustraer del mercado ciertos activos intangibles e invertir en el exterior. 
De acuerdo con la teoría tradicional, la entrada o salida de la IED de un país está relacionada con su nivel y estructura económica. Esta teoría afirma que para que se lleve a cabo una salida de inversión, el país debe haber alcanzado cierto nivel mínimo de desarrollo, al tiempo que debe poseer ventajas que hayan llevado a la evolución de las empresas en ese país.  De esta forma, las etapas por las cuales tendría que pasar un país de ser un país receptor a ser un país emisor son las siguientes (UNCTAD, 2006): 

  • Primera etapa: muy poca receptividad de IED debido a que el país cuenta con pocas ventajas de localización específicas como tamaño del mercado o desarrollo de clúster, con excepción en la posesión de recursos naturales. Las firmas locales no han creado o adquirido ventajas específicas que les permitan invertir fuera. 
  • Segunda etapa: la inversión comienza a crecer (porque se incrementa el ingreso per cápita y otros activos de localización específicos), mientras que la salida de inversión permanece nula o baja (las empresas continúan desarrollándose). 
  • Tercera etapa: la tasa de crecimiento de la inversión se espera que decline (las empresas locales se vuelven más competitivas) y la salida de inversión comienza a crecer.
  • Cuarta etapa: la salida del stock de capital de un país excede o es igual a la atracción de IED. En esta etapa, la mayoría de las empresas domésticas son capaces de competir con firmas extranjeras en el exterior y en su propio mercado.
  • Quinta etapa: la posición neta de inversión de un país tiende a fluctuar alrededor de cero, reflejando magnitudes similares en el stock de inversión y de salida de inversión.  

En principio la inversión está relacionada con el bajo/medio conocimiento intensivo de industrias basadas en recursos naturales; después la inversión se mueve hacia las industrias tecnológicas intensivas y hacia la búsqueda de eficiencia. De forma similar, la salida de inversión primero toma lugar en la tecnología baja e industrias basadas en recursos y luego en actividades de mayor valor agregado. Este es un proceso estructural que refleja el crecimiento de la competitividad nacional de las economías.  
Sin embargo, la evidencia estadística muestra las limitaciones de la teoría (UNCTAD, 2006). Existen países con similar nivel de desarrollo (Producto Interno Bruto, PIB, per cápita) que poseen patrones diferentes de inversión neta en el exterior per cápita. Esto refleja diferentes niveles y patrones de desarrollo industrial, como consecuencia de las políticas gubernamentales. Además, las condiciones contextuales, particularmente los aspectos de localización específica, son necesarias para explicar la posición actual de inversión neta de los países. 
Países que están en las etapas 1 y 2 (Brasil, China, India, México, Sudáfrica y Turquía) invierten en el exterior y son lugares de empresas transnacionales. El traslape de las etapas de la internacionalización y el desarrollo de los países puede estar ligado, tanto a las políticas gubernamentales que implementan los países, pero también a la globalización y apertura económica que aumentan la competitividad y las oportunidades para las firmas locales de países en desarrollo.2   
De acuerdo con UNCTAD (2006), las empresas de los países emergentes encuentran sus causas de internacionalización (drivers) en los siguientes factores:

  • Factores domésticos (push factors): son condiciones que influencian a las empresas para su internacionalización: mercado y condiciones de comercio, costos de producción, condiciones locales de comercio, políticas de gobierno. Las empresas tienen un limitado mercado en términos de escala y oportunidades de expansión. El incremento de los costos de producción en la economía nacional, causada por la rápida expansión económica o la escasez de recursos, también son incentivos de la internacionalización. Un factor de motivación son los costos laborales. Las condiciones empresariales nacionales: competitividad global y local.
  • Factores en la economía receptora (pull factors): los países en desarrollo son los más atractivos, aunque influye el tamaño del mercado. Los bajos costos laborales en estas empresas influyen en la recepción de la IED, así como los recursos naturales y la infraestructura. Influyen también el marco legal, las facilidades y condiciones de negocio.

Si además de estas causas, también se considera la clasificación propuesta por Dunning (1980) sobre los motivos que encuentra la IED para dirigirse a los mercados receptores (búsqueda de recursos naturales, búsqueda o ampliación de mercados, búsqueda de eficiencia y búsqueda de activos estratégicos), se podría tener un marco analítico –que considera la CEPAL- para el análisis de las empresas multilatinas.

2. La inversión multilatina en América Latina   
Para mostrar las tendencias de la inversión multilatina en América Latina, es preciso, en primera instancia, conocer los motores de atracción de la IED en la región durante los años noventa. Una primera directriz que marcó los flujos de capital respondió a la apertura de las economías y los respectivos procesos de desregulación estatal y privatizaciones de las empresas paraestatales; en tanto que a finales de la década de los noventa y principios del siglo XXI, las inversiones han seguido un F&A transfronterizas, así como un reciente proceso de translatinización de empresas. 
En seguida es necesario precisar al término de “empresas multilatinas”, el cual hace referencia a las firmas originarias o con capital de alguno de los países de América Latina y que invierten dentro o fuera de la región. Cuervo-Cazurra (2010), apunta que la etiqueta hace referencia a las empresas con origen en países latinoamericanos y que tienen operaciones de valor agregado fuera de su país de origen. En la región, la mayoría de los grupos empresariales que surgieron en las décadas previas a la liberalización económica, bajo el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), comenzaron un proceso de internacionalización de su producción durante los años setenta. Sin embargo, estos viejos empresarios y aquellos que surgieron y se desarrollaron durante las reformas estructurales en América Latina encontraron incentivos suficientes con la apertura económica para consolidar y/o comenzar su internacionalización. 
La CEPAL (2006) encuentra tres fases de los flujos de inversión en el exterior por parte de los países latinoamericanos, a partir de la liberalización económica: una primera etapa se localiza en el primer quinquenio de los años noventa, donde se aprecia que los capitales hacia el exterior no sobrepasaron los $5 mil millones de dólares (mdd). De hecho, el promedio calculado por este organismo regional apunta hacia los $3 mil mdd y esta etapa coincidió con el inicio de las privatizaciones de las empresas estatales y la desregulación económica. Es decir, la inversión en el exterior por parte de los países latinoamericanos también siguió la misma tendencia que la IED.
Durante la primera fase, los grupos empresariales regionales interesados en la internacionalización aprovecharon las reformas estructurales que disminuyeron las trabas comerciales (arancelarias y no arancelarias) para efectuar actividades de exportación y aprovechar las ventas de paraestatales que convenían a su cadena productiva, además de que la apertura comercial forzó a estos grupos a la mejora de sus capacidades competitivas y organizacionales para enfrentar la competencia internacional (CEPAL, 2006; Cuervo-Cazurra, 2010).
Una segunda etapa ocurrió desde finales de los años noventa e inicios del siglo XX (1997-2003), donde los flujos de capital en el exterior por parte de los países latinoamericanos alcanzaron en promedio los $6,800 mdd (CEPAL, 2006). La inversión multilatina coincide con la fase de la finalización de las privatizaciones y con el inicio del proceso de F&A (transfronterizas) en la región, particularmente la última. 
En tanto que la última fase, ocurrida a partir de 2004, los flujos de capital han rebasado los más de $25 mil mdd en promedio. Mientras que en algunos lugares del mundo el ritmo de las fusiones y adquisiciones ha descendido, no sucede lo mismo en América Latina. Sin embargo, de acuerdo con la información disponible por la CEPAL y UNCTAD, es posible considerar que el boom de las inversiones en el exterior realmente comenzó en el siglo XXI (véase gráfica 1). De hecho, el stock de capitales alcanzó los $24.500 mdd entre 2000 y 2004; 3 entre 1985 y 2004, este acervo en la región creció de $51 mil mdd a $271 mil mdd (excluidos los principales centros financieros, alcanzó los $147 mil mdd).
El incremento de la inversión en el exterior de América Latina es evidente a través de la internacionalización de las empresas de la región. La posición que ocupan las firmas latinoamericanas en las clasificaciones de la UNCTAD (2013) es muestra de ello: en el listado de las 100 empresas transnacionales (ET) no financieras, clasificadas por sus activos en el extranjero 2012, aparecen Vale de Brasil (minería), América Móvil (telecomunicaciones) y Cemex (cementos) de México.4 Si se consulta el mismo listado pero solo para las economías emergentes y en transición se localizan las siguientes empresas: además de las tres mencionadas –las cuales aparecen en las posiciones 4, 7 y 8- Petróleos de Venezuela (posición 13), Petrobrás  de Brasil (18), Gerdau de Brasil (29), Fomento económico mexicano (50), JBS de Brasil (54), Ternium de Argentina (61) y Grupo Bimbo de México (62).5  
La transcendencia económica de estas firmas también se aprecia en el valor de las fusiones y adquisiciones realizadas. Tan solo en el 2012, la clasificación realizada por la UNCTAD considera estos movimientos por más de mil mdd completados, entre las 50 primeras posiciones aparecen las siguientes empresas de la región: Petrogal Brasil que adquirió el 30% de las acciones adquiridas a la empresa Sinopec Group de China, la fusión de las aerolíneas TAM (Brasil) y LAN (Chile), JPLSPE (grupo hospitalario brasileño) que adquirió el 86% de las acciones de United Health Gropu Inc (EE.UU) y Usinas Siderurgicas de Minas Gerais (Brasil) adquirió el 15% acciones de Investor Grupo (Argentina).6
La pregunta es ¿Qué hicieron estas empresas para lograr esta internacionalización? Chudnovsky y López (1999) señalan que la experiencia internacional de las empresas latinoamericanas no es reciente, desde las décadas de 1970 y 1980, Argentina, Brasil, Colombia y México se destacaron como los principales inversionistas en la región. Algunos gobiernos, como el caso del brasileño, alentaron estos procesos de sus empresarios nacionales a través de políticas públicas específicas, vinculadas al modelo de ISI. Sin embargo, lo cierto es que ante el proceso de liberalización económica, la internacionalización de las firmas regionales se potencializó y fue encabezada por las economías señalas por ambos autores. Actualmente, a este esquema se han vinculado los empresarios chilenos.
Un recorrido por los informes de la CEPAL desde finales de la década de los noventa muestra dos primeras características: existen sectores productivos que son aprovechados por las grandes multilatinas en la región: productos básicos (hidrocarburos, minería, metalurgia, cemento), telecomunicaciones, bebidas y alimentos, comercio minorista y servicios financieros. Este primer hallazgo está vinculado con la estrategia utilizada por las grandes multilatinas, quienes al igual que las ET de los países desarrollados –excepto el caso de América Móvil- coincidieron en asegurar primero su mercado local y después comenzar un proceso de internacionalización a partir de la búsqueda de materias primas, eficiencia y mercados locales. La inversión multilatina dirigida hacia estos sectores, durante el primer quinquenio del siglo XXI, como apunta la CEPAL (2005), tendió a la compra de activos existes, más que a la creación de nuevos. Ello se explica tanto por el proceso de algunas privatizaciones que todavía ocurrían en ciertos países de latinoamericanos, pero aún más, por las estrategias corporativas de las multilatinas que aprovecharon los activos de empresas privadas locales que tuvieron problemas financieros y la experiencia en su sector: por ejemplo: la fusión de las empresas brasileñas Brahma y Antártica (ambas cerveceras) que les permitieron dominar el 80% del mercado brasileño; las diversas compras de compañías locales en Guatemala y sobretodo Brasil por parte de América Móvil (o Telmex) o la compra de la mexicana Hylsamex por parte del grupo argentino Technit.
A finales de la década de los años noventa y a lo largo del siglo XXI, la inversión multilatina también siguió las tendencias de los flujos mundiales del capital, es decir, las F&A que en la región adquirieron un matiz transfronterizo. 7 La importancia de F&A, desde las economías emergentes, lo muestra la UNCTAD (2006): a partir del año 2000, las transacciones entre norte y sur han tenido un crecimiento rápido, lo cual es una señal de las empresas de los países emergentes en adquirir activos estratégicos  e incrementar su presencia en los mercados. UNCTAD (2006) también coincide en que la internacionalización de las empresas latinoamericanas fue básicamente de ámbito regional, a partir de un liderazgo en los mercados locales y capitalizando oportunidades con la privatización y desregulación de las economías en la región. 
Este mismo organismo resalta que uno de los mayores incentivos que tuvieron las empresas latinoamericanas para su internacionalización fue la supresión de medidas proteccionistas al comercio. Si se observa la gráfica 1, puede apreciarse que lo que en este documento se considera como el boom de la inversión multilatina es un paso posterior a la firma de diversos acuerdos de integración regional que ocurrieron América Latina. 
Sin embargo, también se  detectaron dos problemas bajo esta tendencia: por un lado, al imitar el proceso de internacionalización de las ET desarrolladas y por las propias carencias de la región, la inversión multilatina no se dirigió a la búsqueda de activos tecnológicos, sino a afianzar las actividades productivas en las cuales tienen amplia experiencia. Por otro lado, la dinámica del proceso de F&A ha puesto duda en qué tan latinoamericanas son las empresas de la región (por ejemplo, la reciente compra del Grupo Modelo (cervecera de México) por parte de Grupo Anheuser-Bushc InBev (Bélgica).
Lo que sin duda no se puede dejar de lado es la presencia que tienen estas firmas como importantes emisores de IED en la región. La evidencia es notable para el año 2012: la IED alcanzada por la región fue de $173,361 mdd; y con respecto a los principales inversionistas en la región, Estados Unidos y la Unión Europea encabezan la lista; el primero con el 24% de la IED y el segundo con el 11% del total de flujos de inversión.
Sin embargo, si se engloba al total de las inversiones de las empresas multilatinas y se disgrega por países europeos, América Latina representaría el segundo inversionista de la región con un 11%, seguido por los Países Bajos con un 9 % (CEPAL, 2013).
Esta evidencia de que América Latina se constituye como uno de los principales inversionistas en la región muestra que, aunque a nivel global F&A sufrieron una baja, las inversiones de las multilatinas en el exterior continúan con una etapa de auge, en diversas partes del mundo. Tan sólo México fue el país de la región que más invirtió en el exterior en 2012, ya que sus inversiones llegaron a más de $25 mil mdd. América Móvil, la mayor de las empresas translatinas mexicanas, fue la principal responsable de este incremento; Grupo México invirtió $134 mdd en sus operaciones mineras en el Perú; Bimbo abrió una nueva planta en el Brasil y otra en la Argentina. En tanto que Cinépolis, la cuarta mayor cadena de cines del mundo, anunció a principios de año la apertura de nuevas salas de cine en Brasil y Colombia (CEPAL, 2013).

3. Inversión de México en América Latina 
La evolución de la inversión mexicana en el exterior comenzó en la década de los años setenta; la internacionalización la llevaron a cabo los grandes grupos corporativos mexicanos que producían en sectores dinámicos y rentables, a través de formas de organización que, entre otros elementos, recurrían al endeudamiento externo (Torres, 2006). Las principales empresas manufactureras mexicanas fueron quienes decidieron diversificar su proceso de producción en otros países, a través de exportaciones y de inversiones en el exterior. Si bien es cierto que esta tendencia ocurrió de manera similar a otras economías emergentes, la peculiaridad de la inversión mexicana en el exterior fue que eligió a los Estados Unidos como economía receptora (Basave y Gutiérrez-Haces, 2010) y, en menor medida, Centroamérica y Sudamérica. 
Esta tendencia se detuvo durante la década del endeudamiento de la economía mexicana; los empresarios requerían también superar sus problemas de endeudamiento y, a pesar de diversas estrategias de inversión financiera que fueron aplicadas (Basave, 2000), fue hasta la implantación del Plan Brady de 1989 lo que les permitió la posibilidad de regresar a los mercados financieros (Torres, 2006). Paralelamente, las primeras reformas estructurales que llevó a cabo el gobierno mexicano para abrir la economía también condujeron a que los empresarios vieran en la exportación una de las formas para enfrentar la competencia inminente en su propio mercado. Asimismo, las privatizaciones de las paraestatales apoyaron para la diversificación de algunos grupos empresariales mexicanos y, con ello, la restructuración organizativa que requerían.
En los años noventa, ocurrió una segunda expansión de capitales mexicanos en el exterior. En esa década, el promedio de las inversiones mexicanas en el exterior fue de $591 mdd, aunque en periodos como entre 1997-2000 se registró un promedio anual de más de mil mdd (UNCTAD, 2012). La IED mexicana se concentró en los Estados Unidos: 38 plantas productivas fueron establecidas en el país del norte (Basave, 2000). No obstante, la internacionalización de las empresas por exportación también giró hacia el área latinoamericana, gracias a la apertura de las economías de la región y la firma de diversos acuerdos comerciales entre México con aquellas naciones (Basave, 2000; Morales, 2011). Con ello, la estrategia de internacionalización de las empresas mexicanas basadas en las exportaciones buscó a los mercados geográfica y culturalmente más cercanos al mercado nacional mexicano.
De hecho, para finales de la década de los años noventa, las regiones de centro y Sudamérica se constituyeron como los principales receptores de la IED mexicana, seguidos por los Estados Unidos y, en menor medida, Europa. Asimismo, el número de empresarios creció: de 17 en 1994 a 26 en 1997 (Basave, 2000). 
Las actividades productivas cubiertas por la inversión mexicana por sectores geográficos era la siguiente (Basave, 2000): en Estados Unidos, además de las actividades tradicionales realizadas en décadas anteriores (productos metálicos, maquinaria y equipos, tubos de acero, textiles y químicos) dominaron las inversiones en las ramas de la construcción y petrolera (con empresas como TAMSA, Camesa, Lanzagorta), en telecomunicaciones (Televisa) y producción de vidrio (Vitro). En tanto que para Centro y Sudámerica, las inversiones se dirigieron al sector de alimentos y bebidas (Bimbo, Gruma y Femsa). Es decir, el conjunto de empresas que se internacionalizaron en esta época tenían actividades dominantes en su mercado interno. 
De acuerdo con Basave (2000), durante la década de los años noventa, las estrategias (o determinantes) que tuvieron los inversionistas mexicanos para ubicar sus capitales en el exterior fueron: la consolidación de los mercados conocidos previamente por actividades de exportación, la diversificación de riesgos de inversión, la integración de cadenas productivas, el aprovechamiento de condiciones ventajosas para el control de mercados, la internalización de insumos de mercados externos, la apropiación de condiciones tecnológicas y manejo de mercado de empresas ya establecidas.
Para el primer decenio del siglo XXI, el promedio de los flujos de inversión mexicana en el extranjero asciende a $5,210 mdd. Cabe destacar que en esta última década se registraron importantes saldos anuales como en 2010 con $13.5 mil mdd y 2011 y 2008 con $8.9 mil mdd y $8.2 mil mdd respectivamente (UNCTAD, 2012). En este periodo, el proceso de internacionalización de las empresas mexicanas buscó nuevos mercados de expansión, como Europa y Asia, pero sobre todo consolidó su presencia en los mercados extranjeros tradicionales: Estados Unidos y América Latina. Con ello, de acuerdo a los datos de Basave y Gutiérrez-Haces (2013), 20 de las mayores empresas mexicanas operan en más de un continente. Este hallazgo también está relacionado con la mayor inversión dos sectores clave: las telecomunicaciones y los minerales no metálicos, esto debido a la acción de dos empresas: América Móvil y Cemex. Ambos corporativos operan con más de $80 mil mdd de dólares en activos externos, casi $40 mil mdd en ventas externas y cuentan con más de 110 mil empleados en el exterior (Basave y Gutiérrez-Haces 2013). 
Si bien, las empresas mexicanas han buscado nuevos continentes, los mercados tradicionales, y particularmente América Latina, han jugado un papel fundamental para la consolidación en el proceso de internacionalización de las grandes firmas mexicanas. Latinoamérica se convirtió en un polo importante de captación de IED sobre todo durante y después de la Gran Recesión: la región captó $279 mdd en 2008 y $257 mdd en 2011 en comparación con 2007, cuando la IED recibida fue de un monto de $221 mdd. Ello supuso para los inversionistas, que las economías de la región eran un lugar certero para sus capitales y alentó el dinamismo de las empresas mexicanas (véase gráfica 2). Tal como los señalan los reportes de Basave y Gutiérrez-Haces (2010 y 2011), las empresas mexicanas han aprovechado la crisis para expandir sus operaciones a través de compras en el extranjero, es decir, continuando con el proceso de F&A.
Durante la primera década del siglo XXI, pero particularmente después de la Gran Recesión, los factores que han alentado la expansión de operaciones de las empresas mexicanas en la región de América Latina están vinculadas con la existencia de tasas de interés favorables para el financiamiento, la adquisición de empresas y la relativa estabilidad de las economías latinoamericanas (Basave y Gutiérrez-Haces, 2013). 
Por otro lado, la existencia de acuerdos de integración regional entre México y diversas economías latinoamericanas también aparece como un incentivo para la internacionalización de las empresas mexicanas. El cuadro 1 afirma la hipótesis de que el regionalismo abierto incentiva la inversión mexicana en América Latina. En el cuadro 1 se observan los acuerdos de integración regional, que pueden ser acuerdos de alcance parcial y/o acuerdos de complementación económica, así como los acuerdos para la protección y promoción recíproca de inversiones, firmados por México con países de la zona a partir del periodo del regionalismo abierto en América Latina. La evidencia encontrada es interesante: en primer lugar, podemos destacar que si bien México es de las economías con un mayor grado de apertura (véase anexo), no necesariamente implica que tenga más acuerdos de integración firmados8
De acuerdo con las características del segundo regionalismo, al parecer los países que tienen una mayor apertura comercial contemplan en sus acuerdos de integración, la promoción de las inversiones. Este dato es evidente cuando se observa que el 60% de los acuerdos firmados por México contemplan la inversión. Es decir, además de promover el libre comercio o la liberalización comercial gradual, también hacen énfasis en la promoción de las inversiones. 
Más aún, en el caso de México, más del 75% de los acuerdos que contemplan a la inversión contienen mecanismos para la solución de controversias en este tema. Este aspecto es significativo porque implica otorgar certidumbre jurídica a los inversionistas. 
En el caso de los APPRIS, el panorama es diferente. La economía mexicana sólo tiene 4 APPRIS, porque en todos los Tratados de Libre Comercio que ha firmado con países latinoamericanos se incluye un capítulo sobre inversiones (y mecanismos de solución de controversias), además de que otros acuerdos de integración (como es el caso de los ACE con Mercosur o Brasil), promueven la inversión recíproca. Esta práctica hace suponer que el gobierno mexicano no requería impulsar un APPRI adicional a un ACE.
Por tanto, la inversión mexicana en América Latina, sí esta incentivada por los acuerdos de integración en el marco del segundo regionalismo latinoamericano. El incremento de la inversión recíproca encuentra certidumbre en los instrumentos jurídicos firmados entre los países, pero además de este incentivo deben considerarse los cambios en las legislaciones nacionales para otorgar un mejor trato a las inversiones, así como a la dinámica de cada una de las empresas y las economías en la región.
Cuadro 1.
México: acuerdos de integración e inversión
(Acuerdos regionales)
 


Periodo

AI

AI-I

%-AI

AI-MSCI

%-AI-I

APPRIS

1993-2006

15

9

60%

7

77.77%

4

 
AI: Acuerdos de Integración (Acuerdos de Alcance Parcial y Acuerdos de Complementación Económica)
AI-I: Acuerdos de Integración que consideran a la inversión
AI-MSCI: Acuerdos de Integración que consideración mecanismos de solución de controversias en inversión
APPRIS: Acuerdos de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones
%-AI/ AI-I: Porcentaje sobre el total de AI o AI-I
Elaboración propia con base en ALADI y SICE-OEA, 2013.
 
4. Grandes empresas mexicanas en América Latina
a) América Móvil en Brasil
Telmex es un consorcio de telecomunicaciones que surgió como consecuencia de la privatización de servicios públicos en los años noventa. 9 En diciembre de 1990, el 20.4% del capital social de Telmex ($1,757 mdd) había sido adquirido por Grupo Carso del empresario mexicano Carlos Slim  Helú, en alianza con France Cable and Radio y Southwestern Bell. La última fase del proceso de privatización concluyó en septiembre de 1994 (Pérez y Tunal, 2003). Telmex forma parte del Grupo Carso constituido en 1966 y que tuvo su origen un año antes cuando se adquirieron empresas como la Embotelladora Jarritos del Sur, la Casa de Bolsa Inversora Bursátil, Inmobiliaria y Constructora Carso, Promotora Hogar, Inmobiliaria, Mina de Agregados Pétreos el Volcán, Bienes raíces mexicanos y Pedregales del Sur (Martínez, 2010). 
El gobierno mexicano abrió la competencia en el segmento de las telecomunicaciones en 1995, así que mientras Telmex tenía el monopolio de la telefonía fija, su posición en la telefonía móvil se vio amenazado por algunos operadores internacionales. Para ello, la compañía a través de su subsidiaria Telcel invirtió más de $13 mil mmd para modernizarse y expandirse. Telcel implementó novedosos esquemas de comercialización sobre todo para los clientes con menores recursos,  por medio del sistema de prepago y “el que llama paga”.
Además de comenzar a operar en el mercado interno, Telmex inició la internacionalización como una estrategia de crecimiento y consolidación. En 1995 inició trámites para operar en Estados Unidos a través de la asociación con Sprint. En 1997 adquirió la empresa Telecomunicaciones de Guatemala y algunos activos en telefonía móvil e Internet en Brasil, Ecuador y Estados Unidos (CEPAL, 2006).
En el año 2000, para consolidar su proceso de internacionalización estableció América Móvil, con la separación de algunos activos de Telmex, como Telcel en México, Telgua en Guatemala, Consorcio Ecuatoriano de Telecomunicaciones y Algar Telecom Leste en Brasil.
En este mismo año junto con Bell Canadá Inc. y SBC Inc. constituyó Telecom Américas para continuar el proceso de expansión en América Latina. Así entre 2000-2002 Telecom Américas consiguió en Brasil: Americel (con presencia en siete estados), Telet (Río Grande do Sul), Tess (São Paulo) y Algar Telecom Leste (Río de Janeiro y Espíritu Santo). Es importante comentar que a finales de 2002, América Móvil compró la totalidad de Bell Canadá Inc. y SBC Inc. Con este movimiento adquirió las participaciones que estos consorcios tenían en la economía brasileña (CEPAL, 2006). 
A finales de 2003 se integraron todas las operadoras mediante una sola marca unificada: Claro. Embratel fue adquirida un año después con una participación del 98.1% del total de las acciones.
A finales de septiembre de 2005, América Móvil realizó una inversión de más de $5 mil mdd que le permitió ampliar su presencia en Brasil (17.4 millones de clientes y 22% del mercado nacional) y competir en mejores condiciones con Teléfonica (España) que tenía más de 28 millones de clientes y 36% de la participación (CEPAL, 2006). Parte de esas inversiones se hicieron por medio de la adquisición de Net Serviços de Comunicação S.A., proveedor de televisión por cable y que fue transferida a Embratel ese mismo año. A su vez, en 2006, Embratel adquirió casi el 40% de las acciones de  Vivax, segundo proveedor más grande de televisión por cable (Telmex internacional, 2007).
En 2011 se tenía posesión del 89.8% de las acciones de Net Serviços, a través de Embrapar y Embratel. En septiembre de 2011, el congreso brasileño eliminó la restricción de limitar al 49% la participación de inversionistas extranjeros en las empresas de televisión por cable, con lo cual se autorizó el control del 90.12% de Net Serviços por parte de Telmex Internacional, a través de las subsidiarias Embratel y Embrapar. En ese mismo año, con una inversión de $235 mdd, Embratel adquirió la titularidad de las acciones de Star One, compañía dedicada a la prestación de servicios satelitales en Brasil (Telmex Internacional, 2012). 
Telmex opera en Brasil por medio de las empresas Claro, Embratel y Net Serviços. Con estas empresas se ofertan los servicios de larga distancia nacional e internacional, servicio de telefonía local, soluciones de datos, acceso a internet, servicios de centro de datos, servicios satelitales, servicios de paga vía DTH y otros servicios de valor agregado. Con ello, Telmex internacional10   opera con más de 60 mil suscriptores a celulares, más de 9 mil líneas fijas, 4 mil de banda ancha, casi 10 suscriptores de televisión de paga. Ello le permite tener el 25% de la participación de mercado de celular, el 22% de líneas fijas, el 55% de TV y 29% del mercado de banda ancha. Opera con casi 45 mil empleados y con ingresos de más de $13 mil mdd (América Móvil, 2012). Al año 2011, la actividad de la empresa en Brasil reportó ingresos por mas de $88 mil millones de pesos, equivalentes al 90.3% de los ingresos consolidados en ese año (Telmex internacional, 2012).
 
b) Bimbo en Argentina
Grupo Bimbo, la manufacturera de pan más grande en el mundo, cuenta con 91 mil empleados, 57 fábricas y con presencia en 18 países. La empresa tuvo sus orígenes en 1945, después de varios intentos de la familia Servitje por desarrollar algunos negocios de panadería. 
Grupo Bimbo trató de posicionarse en el mercado mexicano; no obstante, los lazos familiares con España llevaron a los empresarios en 1964 a establecer una subsidiaria en Barcelona,11 la cual enfrentó el desafío de la competencia establecida por Panrico, constituida por un grupo de empresarios de Cataluña. Esta aventura concluyó en 1978 cuando, a pesar de la alianza con la estadounidense Campbell Tagart Inc. los empresarios mexicanos vendieron las acciones (Moreno, 2009).
En la década de los años setenta y ante la competencia que la estadounidense Wonder representaba en el mercado mexicano, Bimbo expandió su presencia en el territorio nacional pero también diversificó su producción, por medio de una alianza estratégica con Quality Bakers of America (quienes manufacturaban la línea Sunbeam) y Barcel. Asimismo, desde los años sesenta, la empresa había comenzado un proceso de integración vertical, con la finalidad de reducir sus costos de producción. 
A partir de 1980 y como consecuencia de los problemas económicos de México, Grupo Bimbo incurrió en deuda y, como consecuencia de ello, diversas  transnacionales ofertaron por su compra. Sin embargo, nuevamente el grupo decidió apostar por la reorganización de la estructura y consolidar la integración vertical de la compañía. Asimismo, otra acción estratégica de la compañía fue la compra de empresas de alimentos que enfrentaran dificultades (entre ellas Wonder).
Con la apertura de la economía mexicana, Grupo Bimbo comenzó su verdadero proceso de expansión internacional. Primero consolidó su presencia en el mercado mexicano haciendo frente a la competencia nacional representada por Gamesa, para ello compró Cuétara y Galletas y Pastas Lara, además firmó alianza con Grupo Quan (segundo productor de helados en México, en 1993) y con Sara Lee Baker de Estados Unidos consolidaron Marinela de Occidente. Estas acciones permitieron que surgieran tres organizaciones independientes: Bimbo (pan), Marinela (Galletas y pastelillos) y Altex (que se encargó de la integración vertical).
A partir de 1990, Grupo Bimbo comenzó sus inversiones fuera de México: el primer país fue Guatemala y en esa misma década se extendió hacia diversos países de América Latina (Chile, Venezuela, Costa Rica, Honduras, Argentina, Colombia y Perú, entre 1992-1998). Para llegar a estos países se utilizaron diversas estrategias: la inversión con sus propias marcas (como en Argentina), la compra de empresas existentes (Chile) y por medio de acuerdos con empresas locales (Colombia) (Moreno, 2009). 
Simultáneamente y atraído por la cantidad de mexicanos residentes en Estados Unidos, en 1993 compró tres fábricas para operar las marcas existentes en México. Sin embargo, la estrategia no fue exitosa y decidió comprar 6 plantas en Texas (propiedad de Mr. Birds), para comercializar las marcas conocidas por aquel mercado y no únicamente las conocidas por el mercado migrante.
En 1995 Grupo Bimbo recuperó su empresa en España, a través de la compra de Panrico. En 1998, adquirió la alemana Pan Lane, que tenía plantas en Austria y la República Checa. Sin embargo, la crisis asiática de 1997 obligó a la realización de una nueva reorganización empresarial: se deshizo de la integración vertical de la oferta de materia prima y equipo, vendió la mayoría de las empresas azucareras, harineras y de mermeladas, así como Altex. El esfuerzo se concentró en el negocio de la panificación, la reducción de costos laborales, obtención de ingreso y reducción de la deuda.
En el siglo XXI comenzó una nueva estrategia de Grupo Bimbo en su proceso de expansión internacional: consolidó su presencia en Estados Unidos, con la compra de la canadiense Weston Foods In: Oroweath, y en América Latina por medio de la adquisición de empresas en Colombia, Paraguay y Uruguay. Pero el paso más grande fue en 2006, con la adquisición de la subsidiaria china de Panrico, Beijing Panrico Food Processing Company.
Particularmente, la inversión en Argentina se concretizó en 1991 cuando instaló una planta productiva. Fue hasta el 2003, cuando la Compañía informó sobre su participación como socio minoritario en un consorcio encabezado por el empresario mexicano Fernando Chico Pardo. Dicha entidad adquirió ciertos derechos de propiedad y deuda de la Compañía de Alimentos Fargo, S.A., y procuró su reestructura financiera y operativa. 
El 19 de septiembre de 2011, el Grupo adquirió Fargo, el productor y distribuidor de pan y productos horneados más grande de Argentina, ejerciendo una opción de compra por el 70% restante de la participación de Fargo. La adquisición de Fargo incluye Fargo, Lactal y las marcas de All Natural. 
Actualmente, Grupo Bimbo cuenta con seis plantas de producción en este país sudamericano y cuenta con siete centros de distribución en Argentina. Es importante mencionar que las empresas que Grupo Bimbo ha llegado a adquirir han sido de capital 100% argentino. 
Bimbo ha manejado las mismas estrategias de marketing que tiene en México debido a que la cultura y las costumbres son muy similares, las más importantes son: calidad y precio; servicio a clientes; aprovechamiento de sinergias y consolidación operativa; etc.
Su política de comunicación es la misma que maneja en México, por ejemplo lo hace por medios masivos como son radio, gráfica en revistas y vía pública. Además por medio de publicidad no tradicional en los principales programas matutinos. Mantiene el material en el punto de venta, tanto para los lanzamientos como para toda la línea de productos; utiliza 600 distribuidores en todo el país que poseen vehículos en perfecto estado haciendo que la marca esté presente en todas las calles de las ciudades de Argentina.
c) ALSEA en Chile
Alsea es un operador mexicano de restaurantes con presencia relevante en América Latina, que fundamentalmente cuenta con un portafolio diversificado de marcas de comida rápida y cafeterías como Domino’s Pizza, Starbucks, Burger King, Chili’s, California Pizza Kitchen, P.F. Chang’s, Pei Wei, Italianni’s y The Chessecake Factory. 
La internacionalización de la compañía inició recientemente con la compra de Burger King en Argentina y Chile. Particularmente en este último país llegó en el año de 2006, a través de la compra de la franquicia Burger King operada por Fast Food Chile, S. A., con una participación accionaria del 99.99%.
Posteriormente durante 2007, adquirió participación del 18% con Starbucks International (en Argentina y Chile) y, dos años más tarde, presentó su propuesta de adquirir el 64% de estas acciones. En mayo de 2011, Alsea concretó los acuerdos de desarrollo y operación exclusiva de PFCCB International, Inc., para operar la marca de P.F. Chang s ́ China Bistro en Argentina, Colombia y Chile, país en el que abrió durante 2012 su primera unidad de esta marca, en el cual se establece la apertura de 5 restaurantes en Chile durante los próximos 10 años (Cada restaurante de esta marca tiene una vigencia de 10 años a partir de la fecha de su apertura, con derecho a prórroga por 10 años más).
Durante 2011, Alsea incrementó su inversión en marcas y derechos de franquicia, principalmente por los derechos de apertura de tiendas Starbucks Coffee en México y Argentina y Burger King, Argentina, Chile y Colombia. En 2012 adquirió los derechos de P.F. Chang’s Bistro; y, en el presente año, compró The Chesse Cake Factory con una participación del 100% para ambas marcas.
Alsea también acordó un nuevo plan de desarrollo para los mercados de Argentina y Chile, el cual contempla un total de 130 unidades para los próximos cinco años.
d) Cemex en Colombia
Cemex es la empresa global que se ubica en la industria de los materiales de construcción. Esta empresa inició sus operaciones en 1906 con la planta Cementos Hidalgo. Durante sus primeros treinta años de operación, la empresa consolidó su presencia en el mercado nacional y, a través de la adquisición de Cementos Tolteca, se convirtió en una de las 10 productoras de cemento más grande del mundo, lo cual le permitió comenzar su proceso de internacionalización a finales de la década de los años ochenta.
En 1990, Cemex incursionó en la economía española al adquirir las dos empresas cementeras más grandes de este país europeo: Valenciana y Sansón. En 1994 adquirió nuevos operadores: Cementos Nacionales en República Dominicana; Vencemos en Venezuela; Cemento Bayano en Panamá y Balcones en Estados Unidos. 
En 1996, Cemex llegó a la economía colombiana a través de la compra de las empresas Samper y Diamante, lo cual la posesionó como la tercera cementera más grande del mundo. En ese mismo año, adquirió Cementos del Pacífico en Costa Rica; a finales de la década, esta empresa se expandió a Filipinas y Egipto con la adquisición de APO Cement, Rizal Cement y Assiut Cement Company, respectivamente. 
En 1999, Cemex comenzó a operar en la bolsa de Nueva York y para inicios del siglo XXI, adquirió Southdown Inc, en Estados Unidos. Así como, nuevas plantas en Nicaragua y Tailandia. 
Actualmente, en Colombia opera a través de Cementos Samper y Cementos Diamante, la primera por un valor de $400 mdd y la segunda por $300 mdd. Las dos empresas fueron fusionadas y optimizadas para crear Cementos Diamante-Samper. En este país, Cemex opera con 4 plantas de cemento, 40 plantas de concreto premezclado y 1 planta de mortero seco, así como 6 operaciones mineras. Esta operación les permite operar el 40% del mercado cementero colombiano y ubicarse como la segunda cementera de este país.  
La incursión de Cemex a Colombia se dio a partir de la compra de las empresas cementeras tradicionales y con mayor número de ventas en este país sudamericano. El éxito en el mercado colombiano se ha debido a que las operaciones mantienen las marcas de cemento vigentes.
Conclusiones
La importancia que tienen las inversiones en el exterior por parte de los países emergentes y, en particular, el resultado otorgado por la experiencia de las grandes empresas multilatinas son un fenómeno que merece un análisis detallado.
Los datos proporcionados por UNCTAD señalan que América Latina es la región más dinámica para la inversión en el exterior, más aún cuando los proyectos de inversión son nuevos y se dirigen a la propia región latinoamericanas (78%). Ello revela la importancia que tienen las empresas translatinas en este proceso de inversión en el exterior.
La apertura económica en México ha sido un factor clave para el proceso de internacionalización de sus empresas. Las estrategias y los incentivos que tiene el inversionista son diversos; sin embargo, en el caso de economía mexicana, los grandes grupos empresariales, entre ellos Grupo Bimbo y Cemex, comenzaron su proceso de inversión en el exterior una vez que consolidaron su posición en el mercado interno. Un segundo proceso de expansión se vinculó a la proliferación de los acuerdos de integración derivados del marco del regionalismo abierto, tratados que fomentaron el componente de inversión recíproca. 
 
Referencias

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1 Investigadora del CRIM-UNAM. Correo electrónico: moralesf@correo.crim.unam.mx. Esta ponencia es producto de la investigación realizada gracias al Programa UNAM-DGAPA-PAPIIT, IB300312. 

2 De acuerdo con UNCTAD (2006), las firmas de estas empresas no necesariamente tienen que pasar por las etapas que sugiere la literatura tradicional, sino que necesitan poseer ventajas específicas que les facilite la inversión en el exterior (como una base industrial fuerte).
 

3 Excluidos los principales centros financieros (Bermuda, Islas Caimán e Islas Vírgenes Británicas), el promedio anual alcanza los 9.200 millones de dólares para el último período.

4 Vale aparece en el lugar 61, con más de $45 mil mdd de activos y más de 15 mil  empleados en el exterior (ambas variables). En tanto, América Móvil se ubicó en el lugar 95, con más de $32 mil mdd y 86 empleados en el exterior. Mientras que Cemex se ubicó en la posición 98, con $30 mil mdd y 35 mil empleados en el exterior. El ranking lo encabeza General Electric de los Estados Unidos, con $303 mil mdd y 171 mil empleados en el exterior (Unctad, 2013). 

5 Esta clasificación la encabeza Hutchinson Whampoa Limitied, de Hong Kong con $77 mil mdd y 206 mil empleados en el exterior. 

6 En el listado también aparecen los siguientes movimientos de empresas de la región: la compra de Carrefour Colombia al grupo Cencosud chileno, la adquisición del 25% de las acciones del grupo minero Codelco (Chile) por parte de Anglo American Sur de Chile; Comgas de Brasil compró el 60% de las acciones de Cosan Ltd (Brasil); el grupo español Investor fue comprado por la brasileña Participes; el 30% de las acciones de Experial PLC (Irlanda) fue adquirido por Serasa (Brasil); Grupo Costanera (Chile) adquirió el 99% de las acciones de la canadiense Canadá Pension plan; el Banco Colpatria Red Multibanca de Colombia adquirió el 51% de las acciones del Bank of Nova Scotia (Canadá) y la Cervecería Nacional Dominicana compró el 42% de las acciones de Anheuser-Busch Inbev de Bélgica (Unctad, 2013). 

7 Cabe aclarar dos puntos: en la región las F&A son básicamente dentro de la propia región, a diferencia de la inversión en el exterior de otras economías emergentes en el mundo, por ello son transfronterizas, excepto en algunos casos de grandes multilatinas. El segundo punto es que en América Latina, el despliegue de la inversión en el exterior se registró más tardíamente en comparación con otras regiones del mundo, particularmente con respecto a Asia. Los países del sudeste asiático como Corea, Singapur, Taiwán y Hong Kong desarrollaron políticas económicas favorables a la inversión en el exterior desde la década de los años ochenta. Dichas medidas favorecieron la internacionalización de sus firmas en sectores en los cuales habían desarrollado experiencia: manufactura (electrónica, maquinaria, textiles, calzado). Ello les permitió incrementar la eficiencia, mantener la competitividad y acceder a nuevos mercados (Mathews, 20005 en Cepal, 2006). 

8 Por el contrario, si se hiciera el ejercicio de incorporar al cuadro 1 a las mayores economías de la región, el resultado sería que las economías proteccionistas, Argentina y Brasil, son los que tienen un mayor número (28 y 40, respectivamente). Ello se debe al número de acuerdos establecidos por el bloque al que pertenecen.

9 Históricamente, el antecedente de Telmex es la Compañía Telefónica Mexicana fundada en 1882 y dependiente de la Western Electric Telephone Company (Pérez y Tunal, 2003). 

10 Telmex internacional fue creada en diciembre de 2007, con una duración de 99 años, a través de la cual Telmex aportó en bloque parte de su activo, pasivo y capital social (Telmex internacional, 2012).

11 Moreno (2009) señala que esta “aventura” por conquistar el mercado español era característico de los empresarios españoles por conquistar su economía. Tal fue el caso de las empresas Cuétara (galletas), Gurpo Modelo y Aurrerá (supermercados).