GÉNERO Y ECOTURISMO: PERSPECTIVAS DE EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE LOS TUXTLAS

GÉNERO Y ECOTURISMO: PERSPECTIVAS DE EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE LOS TUXTLAS

Isis Arlene Díaz Carrión (CV)
Universidad Autónoma de Baja California

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Capítulo IV. REFLEXIONES FINALES.

            Nunca resulta sencilla la interpretación de las investigaciones de campo, no obstante la ayuda que supone abordar la temática desde los aportes de una metodología feminista, las interpretaciones desde la postura de quién realiza la investigación y quienes participan en ella pueden adquirir interpretaciones no coincidentes.  Para esta investigación cualitativa deliberadamente se asumió la interpretación de los resultados considerando el otorgar voz a las mujeres que participaron como sujetos de investigación a la vez que se establecían las variables desde una postura académica.  La interpretación por lo tanto exigió un arduo trabajo para balancear las, no en pocas ocasiones, encontradas interpretaciones entre la teoría y la praxis; ha sido, sin embargo, un ejercicio que ha valido la pena porque ha permitido enriquecer los conceptos utilizados estimando siempre el desarrollo de una teoría que no se contraponga a la realidad, sino que se alimente de esta.

          El turismo es una actividad económica y social que se desarrolla en tres espacios: el de origen del visitante, el de tránsito y el de origen del anfitrión.  Para el caso de las iniciativas comunitarias de la RBT el mercado meta se ubica básicamente a la escala nacional y regional desde donde llegan turistas y excursionistas que demandan sus servicios; no obstante, independientemente de la figura que adopte la visita (turista/excursionista) este estudio se basa totalmente en lo local por resultar éste el lugar de residencia e interacción de las socias y por consecuencia, el lugar donde es posible actuar en la definición de decisiones que les atañen en las esferas personal, en las relaciones cercanas y comunitaria. Los cambios en materia de género si bien pueden desarrollarse a escala nacional (p.ej. con la promulgación de la Ley General para la Igualdad de  Mujeres y Hombres o el distintivo de Equidad de Género MEG:2003), a escala macro regional (a través de las conferencias auspiciadas por la CEPAL o la OEA), y por supuesto a escala mundial (p.ej. la Declaración del Milenio, las Conferencias Mundiales sobre la Mujer) pero el sitio donde todas estas leyes o iniciativas deben encontrar eco es en lo local, pues es precisamente ésta la escala donde están presentes los mecanismos que conducen a políticas de desarrollo sustentable.  Lo local entre las comunidades ubicadas en la RBT es definido no solamente como consecuencia de ahora conformar un espacio natural protegido, su identidad también está formada por una marcada situación económica de desventaja que se deja sentir a su vez en limitadas oportunidades de educación o en una salud precaria, donde además están considerablemente arraigados los roles tradicionales de género.   Las mujeres que ahí habitan, independientemente, de si lo hacen en la zona de costa o de selva siguen fuertemente identificadas a partir de un rol complementario a la figura del varón;  no quiere decir lo anterior que éstas no realicen actividades importantes o individuales, pero su trabajo se mantiene poco visible al reconocimiento social.   Es así como el espacio de las mujeres continúa siendo principalmente el del hogar y su labor el cuidado de la casa y de la familia –una familia generalmente extensiva- que se convierte en apoyo en las tareas  domésticas.  Los hombres, por su parte, continúan a cargo del papel de proveedor del hogar;  pero el ingreso con que cuenta el grupo doméstico no se limita al aportado por los varones, las mujeres aportan también ingresos (en dinero o en especie) como resultado de realizar trabajos, generalmente, en la economía de autoconsumo y sumergida.

          Sin embargo, durante los últimos años a través del concepto de desarrollo sustentable se han modificado algunos aspectos de la vida de las mujeres.   La propia conformación de la RBT modifica no solamente la economía de las comunidades, pues al introducirse la perspectiva de género en los planes y proyectos de esta ANP se establece institucionalmente la oportunidad para una presencia más activa y pública de las mujeres.  Estos aires de cambio que vienen desde lo internacional son acogidos no sin cierto recelo por parte de los hombres, quienes básicamente se han preservado el derecho de participar en los proyectos productivos de la región;  así, bajo un mandato presidencial algunas mujeres entran en asociaciones comunitarias a través de las cuales se afrontan nuevas actividades productivas amigables con la conservación. 

          Para algunas autoras la llegada de nuevas actividades en el espacio geográfico puede resultar una oportunidad para generar los cambios necesarios en las normas sociales que mantienen a las mujeres subordinadas a las necesidades de los hombres y de una sociedad patriarcal que se traduce en invisibilidad, educación deficiente, nula o limitada propiedad de los recursos productivos, restricción en movilidad, desequilibrado acceso a oportunidades, situaciones de violencia y vulnerabilidad, por solamente señalar algunos de los efectos que caracterizan la situación de miles de mujeres de las ciudades y el campo mexicano.   En este panorama, la llegada del ecoturismo –actividad económica y social teóricamente comprometida con el desarrollo sustentable- pudiera ser utilizada como herramienta para introducir cambios positivos en los patrones de género de las comunidades anfitrionas.   Así parece ser entendido en un inicio y se plantea la forzosa incorporación de mujeres como socias en las iniciativas turísticas; es la anterior una postura que ya de entrada plantea un desequilibrio entre las comunidades donde, como ya se comentó anteriormente, la titularidad de participación en los procesos productivos es predominantemente masculina, aunque soportada por la mano de obra de las mujeres de la familia pero sin que medie un reconocimiento al respecto.

          Un elemento importante en la generación de cambios es precisamente la figura de agente de cambio, en los de las iniciativas de ecoturismo y artesanía comunitarias se identifican agentes endógenas y exógenas cuyas acciones pudieran ser utilizadas como figuras de referencia por mujeres y hombres de las comunidades; en este apartado el contacto con personas que han desarrollado modelos alternativos a la estructura tradicional juega un activo rol para generar cuestionamientos sobre los aspectos tradicionales que mantienen a las mujeres en una situación de desventaja para el desarrollo de actividades y habilidades en la esfera pública.  Como consecuencia de formar parte de las iniciativas ecoturísticas y artesanal algunas de las socias han podido constatar nuevos planteamientos para definir sus relaciones:

   Sí, sí; la mera verdá [verdad] he admirado a varias mujeres, admiro a muchas mujeres que están por ejemplo haciendo mucho trabajo con las comunidades principalmente, porque finalmente todo este conocimiento, o el desarrollo que agarran las mujeres en la comunidad se aprende también de consultores, de asesores, de cursos, de talleres, de gente que nos visita, del turismo, de mujeres que vienen en plan de hacer una investigación, de ellas aprendemos.
- (Olga, 2008)

          Sin perder de vista que las socias de las iniciativas también han podido contar con otras situaciones que hayan detonado cuestionamientos sobre las relaciones de género; a través de los contactos con quienes les visitan o trabajan también han podido reforzar cambios positivos en los ámbitos personal y de su comunidad; de la misma forma hay algunas socias que buscan aún caminos para que esos cambios positivos se vean también reflejados en las relaciones familiares, y completar así el ciclo de empoderamiento.   No obstante, la posibilidad de efectivamente aprovechar las oportunidades para generar cambios en los patrones de género es una tarea que debe ir acompañada de acciones múltiples e incluso simultáneas; pues de no ser así es más probable que se perpetúen los patrones tradicionales. 

          Es la anterior una situación afincada entre las cuatro iniciativas comunitarias estudiadas donde la presencia de las mujeres sigue circunscribiéndose alrededor de actividades y espacios tradicionalmente caracterizados como femeninos; es decir, para el caso de las iniciativas de ecoturismo el área de cocina-comedor y para el caso de las artesanas la propia actividad en sí. Cada territorio condiciona la naturaleza y las prioridades del proceso de empoderamiento (Batliwala, 1997:188); es así como la historia, la política, la economía y la sociedad de cada región imprime su particular huella en la situación actual de las mujeres y en cómo éstas interpretan la misma. Nunca es sencillo el proceso de empoderamiento, y tampoco es vivido de la misma forma por las mujeres, pues al ser éste subjetivo también es necesario considerar la historia y la realidad personal a través de aspectos como la edad, la clase social, la raza o la religión.

          En este particular entramado de relaciones entre la persona, el grupo doméstico, el mercado, la comunidad y el Estado, donde tradicionalmente se ha considerado a las mujeres como responsables principales del trabajo doméstico -mientras los hombres hacen lo propio con el trabajo productivo- se implanta el ecoturismo; precisamente una actividad donde el cuidado y la atención a terceras personas se une a la hospitalidad y la amabilidad; generando así una actividad que, de apegarse a los parámetros tradicionales, se califica como femenina.   No obstante, la esencia femenina de esta actividad que permite por un lado extrapolar trabajo doméstico de la esfera privada a la pública, y por otro generar un ingreso y el tratar con personas foráneas resulta en una revaloración de las actividades de atención y cuidado.

          Esta particularidad de revaloración a través del turismo no es igual para todas las actividades catalogadas como femeninas ya que algunas continúan estando subvaloradas, sin tener oportunidad de efectivamente representar un cambio significativo para las mujeres (Young, 1997:104).   Pero en la realidad, a pesar de no romper con la tradicional división sexual del trabajo y las inequidades que ésta causa, las integrantes de las iniciativas valoran positivamente los cambios presentados y expresan una serie de razones entre las que se destaca la posibilidad de relacionarse con  personas  foráneas o incluso entre ellas mismas.   Un aspecto también importante es el poder contar un ingreso extra, aún cuando se busca que los ingresos obtenidos sean menos esporádicos esta temporalidad no es considerada como una característica especialmente negativa; pues en comunidades acostumbradas a obtener ingresos a partir de actividades temporales, el ahora ser socia de una empresa con instalaciones propias y con clientes que se desplazan hasta la comunidad es de momento considerada más como una inversión a futuro.    Es la anterior una postura que no debe ser considerada como conformista pues hay que valorar la decisión de convertirse en empresaria de una actividad totalmente nueva y desconocida para ellas por mucho que ésta se base en el trabajo doméstico.

          Otros efectos que se identifican hacia el interior de las empresas comunitarias mantienen una segregación ocupacional de las áreas de trabajo; y en los casos de las iniciativas que brindan el servicio de alimentación es evidente la presencia de mujeres y la ausencia de hombres en tareas tradicionalmente femeninas, pudiendo mantenerse una invisibilidad del trabajo que realizan las socias y que poco aporta para el reconocimiento del valor social del mismo. Sin embargo, hay algunos casos donde el confinamiento en la cocina no ha anulado la presencia y visibilidad de las socias, pues éstas han desarrollado contactos con visitantes institucionales lo que las ha llevado a visibilizarse en funciones de capacitación estratégica bajo la figura de asesoras comunitarias de proyectos ecoturísticos; es así como algunas socias han podido efectivamente aprovechar las oportunidades para hacerse visibles en un rol de microempresaria exitosa.  Es cierto que las empresas son aún financieramente poco rentables, pero de ser ama de casa sin permiso del esposo para salir de casa a dar cursos y pláticas sobre la experiencia ecoturística hay un avance empoderador a considerar.  Otra de las iniciativas también ha visibilizado el trabajo de cocina y comedor de las socias,  sucede en la iniciativa de Ruiz Cortines donde la cercanía de la ciudad de San Andrés Tuxtla ha generado mayoritariamente la presencia de un excursionista cuya principal motivación es la gastronomía típica (antojitos mexicanos) resultando el servicio de alimentación el más solicitado y el que genera más ingresos a la iniciativa; las socias realizando un trabajo tradicionalmente femenino de momento aportan más ingresos que el generado por los socios. Haciendo uso de un espacio tradicionalmente catalogado como femenino, las socias han puesto en valor sus habilidades adquiridas como consecuencia de su trabajo doméstico; es ese aspecto algo positivo y que requiere a su vez apoyarse en la revaloración del trabajo doméstico por parte de los hombres de la comunidad, para entonces, efectivamente considerarse un cambio que modifique los patrones de género.

          A través del ecoturismo las socias de las iniciativas de la RBT han registrado pequeños avances sobre todo en la esfera personal; hay que reconocer que generalmente se trata de avances que se traducen en mejoras en la satisfacción de las necesidades básicas y que el salto hacia la generación y logro de intereses estratégicos es una meta aún lejana.  Los espacios de poder siguen estando predominantemente en manos de los hombres: jefatura de familia, las figuras administrativas –Comisariado Ejidal y Agente Municipal-, así como las figuras empresariales y las mujeres siguen ejerciendo los papeles de implementadoras de las decisiones masculinas.  Lo anterior guarda una estrecha relación con la poca o nula propiedad de los recursos productivos: las mujeres como ejidatarias o pescadoras tienen una presencia mínima.   Quienes participan como socias en las iniciativas acceden a la figura de propietarias de los bienes empresariales, pero su área de toma de decisiones se circunscribe a la cocina-comedor y pocas opinan sobre las decisiones estratégicas de la empresa, una participación pasiva por parte de las socias puede ser resultado de la personalidad propia, pero es también motivada por una educación tradicional donde a las mujeres se les considera poco capaces en la persecución de objetivos estratégicos para ellas y su comunidad.

          A pesar de que existe una idea extendida sobre el papel de los hombres como proveedores del grupo doméstico también las mujeres contribuyen en la aportación de ingresos, esta aportación que se realiza principalmente por tres vías –asistencia oficial, auto empleo y auto consumo- pone también de manifiesto la importancia de los ingresos que ellas captan.   Es precisamente este uno de los desafíos que muestran dos aspectos a analizar, por una parte la posibilidad de efectivamente generar un ingreso constante a través del turismo y por la otra el obtener la independencia económica como resultado de esa actividad, si bien  una independencia económica no es la etapa final del proceso de empoderamiento, si es una condición necesaria.

          El uso de los espacios –principalmente los públicos y de poder- de una mujer empoderada pasan necesariamente por acceder a los puestos de las presidencias de los grupos, en esta tesitura resulta interesante dar seguimiento a la disposición rotatoria de los puestos en los Consejos de Administración de las empresas comunitarias;   no obstante, incluso si efectivamente las socias de las iniciativas mixtas logran acceder a los puestos de presidencia queda todavía pendiente el neutralizar la consideración del ecoturismo como un sector feminizado de la economía.   Se ha anotado ya en varias ocasiones la estrecha relación del trabajo doméstico con la actividad turística y cómo al estar el primero poco reconocido el segundo también lo está por extensión; pero la anterior característica no debe ser considerada como un aspecto negativo y se hace necesario recurrir a otras características de la actividad para mostrar el involucramiento con la conservación o el papel de empresarias y usar estos elementos para reforzar así una imagen positiva de las mujeres en las actividades empresariales de la comunidad. También se habló en su momento sobre las características de las empresas que son dirigidas por mujeres            –tamaño, rentabilidad, uso de tecnología, entre otras-, en este aspecto las empresas comunitarias se caracterizan por ser de pequeño tamaño, con un nivel de rentabilidad bajo y con un uso limitado de la tecnología;  pero también es cierto que en el ecoturismo el modelo empresarial que resulta amigable con el medio ambiente pasa también por ser pequeño en tamaño y con un uso tecnológico moderado (p.ej. en el caso de las empresas ecoturísticas está la captación de agua de lluvia, separación de aguas grises y negras, los baños ecológicos, las celdas fotovoltaicas para generar electricidad; y ya en los aspectos administrativos la comercialización vía Internet).    

          Considerando lo anterior se recomienda la implantación de estrategias conjuntas para que las mujeres empresarias accedan efectivamente a fuentes de financiamiento y capacitación a fin de construir herramientas para acceder a los espacios de toma de decisiones; y más importante aun, que esas mujeres puedan también establecer relaciones de género más equitativas con sus familias.  Para pasar del discurso de equidad de género a la acción las mujeres deben retener el control sobre su persona y valorarla, tener presencia en los espacios de poder comunitarios donde se hace necesaria una redefinición de éstos donde no exista la clasificación de espacios comunitarios femeninos y masculinos; y finalmente el llevar esos cambios hasta el interior de su grupo doméstico. Tanto la actividad ecoturística como la figura de empresas comunitarias son escenarios fértiles para efectivamente modificar los esquemas tradicionales de género; pero es necesario que esta tarea revise las estrategias a seguir para así asegurarse que los efectos a conseguir no van a beneficiar a los hombres a costa de perjudicar a las mujeres.

Los efectos aquí reportados ¿Son circunstancias aisladas o el inicio detonante de un cambio en las relaciones de género? Es todavía pronto para emitir un juicio al respecto, pues aun cuando existen evidencias de cambio en algunos aspectos de las relaciones de género en la familia y en las iniciativas de ecoturismo, también es cierto que de momento la base que genera la desigualdad de oportunidades entre las mujeres y los hombres parece fuertemente arraigada.