PENSAMIENTO SOCIOPOLITICO Y EDUCATIVO DE SIMON RODRIGUEZ

PENSAMIENTO SOCIOPOLITICO Y EDUCATIVO DE SIMON RODRIGUEZ

Ysrael O. Márquez Ramírez (CV)
José G. Viloria Asención
(CV)
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

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Introducción

Estimados lectores y lectoras, el  libro que hoy arriba a su biblioteca es una evidencia de las lecciones que un grupo de  profesionales, próximos al campo educativo, y que trabajamos en diferentes áreas y regiones del país, hemos aprendido en nuestro paso por la Línea de Investigación Dinámicas Psicosociales y Ambientes de Aprendizaje.

En nuestros encuentros y conversaciones hemos ovillado un hilo que nos acopla en el  interés por estudiar el sistema educativo venezolano desde las ideas de los grandes pensadores. En esa búsqueda, Simón Rodríguez ha obtenido un lugar privilegiado, como filósofo y maestro revolucionario, cuyos aportes en la actualidad sorprenden a estudiosos de la historia y de la sociedad por su irreverencia en los momentos en que transcurrió su vida y por la fuerza en que se proyectó hacia el futuro. Su pensamiento sigue  siendo hoy el ideal de quienes servimos a la educación, y el mismo se expande por todo el continente americano.

Son muchos los aprendizajes obtenidos durante las disertaciones estimuladas desde este grupo de estudio. Sin embargo, lo que aquí se refleja son sólo algunas interpretaciones de los diferentes enfoques que le hemos dado a tan interesantes y originales representaciones de ese maestro venezolano reconocido en el continente como el Maestro de América.

A diferencia de otras obras literarias, este libro no fue sometido a la evaluación de otros profesionales. En esta oportunidad predomina la auto-evaluación y la co-evaluación como estrategias para valorar  el producto obtenido en forma colectiva a partir de una meta socio-educativa.  Aún así, muchos profesionales de dilatada experiencia están reflejados en esta edición, toda vez que su participación en nuestros encuentros, ponencias y conversatorios fueron de gran ayuda para la consolidación de los aprendizajes.

El libro se encuentra organizado en artículos individuales, pero conexos al tema central, entre los cuales se mantienen elementos integradores del perfil de este pensador precursor de ideas auténticas,  apegadas a la idiosincrasia de nuestro pueblo y respetuosas del potencial humano, apto para su propio desarrollo, sin necesidad de importar talentos ni modelos culturales.

Deliberadamente,  los autores responsables de esta obra hemos  renunciado a elaborar un capítulo con conclusiones, porque se trata de un proceso creativo y abierto de búsquedas y ensayos, en medio de la historia socio-educativa de nuestro país;  cargado de críticas y reflexiones, con la esperanza de reivindicar el ideario de este hombre-genio. Porque si los latinoamericanos contemporáneos reconocemos en   Bolívar al héroe que luchó por la igualdad y la libertad del pueblo americano, es preciso recordar a su Maestro, quien cultivó en él los postulados humanistas que lo condujeron a proyectar una visión de integración continental. Y más aún es necesario reconocer en Rodríguez al impulsor de la pedagogía social, al hombre idealista que sin ser militar, ni proceder de una familia privilegiada, en su época, se convirtió en el maestro itinerante de vanguardia en nuestro continente.

Su naturaleza, de carácter fuerte e irreverente, lo mantuvo alejado de los bienes materiales como una forma de protesta contra la dependencia de todo tipo. Por su vida ermitaña y revolucionaria fue tildado de loco. Hoy su propuesta educativa a favor de los pobres, de los abandonados, de los marginados, de las mujeres, de los ilegítimos y demás excluidos sociales, representa el centro de atracción para debates en innumerables recintos académicos nacionales y extranjeros, donde es reconocido como el Quijote americano.

Simón Rodríguez, el filósofo que iluminó el siglo XIX con su nacimiento, fue opacado por intereses políticos inescrupulosos por mas de un siglo en Venezuela y el resto del continente, donde se ocultó su obra invaluable, pretendiendo mostrarlo sólo como “el maestro de Bolívar”.  Así hemos podido observar cómo es ignorado en los programas de estudio de las diferentes universidades, sobre todo en las carreras de Educación y de Pedagogía. Creemos que es misión por cumplir compensar su obra con el respeto, con la discusión y el asiento de sus ideas, en la plataforma que le corresponde. Desde las cátedras de la Universidad Simón Rodríguez, desde el magisterio y desde esta línea de investigación, hemos querido hacerle honor abriendo un boquete que conduzca a su  comprensión y que permita encender las luces que este desmedido visionario  hizo arder en una época que fue implacable con quienes no poseían el reconocimiento social por bienes y fortunas.

Su obra  trasciende,  sigue vigente mientras continúen las carencias de equidad y de justicia social. Si Rodríguez hizo de Simón Bolívar  “el Libertador”, imaginemos cuántos libertadores pudiésemos formar y de cuánta libertad pudiésemos disfrutar, si  nuestras instituciones educativas hicieran despuntar el ideario de Simón Rodríguez hacia la construcción del nuevo ciudadano.

Es por ello que a través de la línea de investigación Dinámicas Psicosociales y Ambientes de Aprendizaje, hemos flanqueado la posibilidad de itinerar por diferentes espacios políticos, sociales, culturales, geográficos de nuestra institución y de otras instituciones educativas para exponer su ideario  y  discutir sus alcances. Como lo hizo Rodríguez con su propuesta de educación popular, recorriendo  Caracas, Bogotá, Chuquisaca, con fallidos intentos debido a la oposición política, militar y religiosa,  la obra que ahora, respetados lectores, tienen en sus manos pretende provocarlos a la discusión dialéctica, desde la lectura interior hasta el encuentro colectivo entre estudiantes, maestros, colegas, padres y vecinos, todos sensibles al acontecer social y al desarrollo humano.

La esperanza a través de este espacio literario reside en la posibilidad de divulgar conocimientos de ese hombre que debió cobijarse en otros nombres y apodos para poder cabalgar sobre sus ideas por muchas regiones; encontrando oídos sordos y miradas ciegas antes sus críticas y propuestas revolucionarias.

La turbulencia de sus pensamientos desesperados encuentra en estas páginas un refugio y un espejo para hacerlo  resplandecer y trascender a través de la lectura que cada una de nosotras y que cada uno de nosotros podamos brindar. Porque existe la seguridad de que cada quien, desde su herencia cultural, desde su simbología, sabrá encontrar en las palabras de Simón Rodríguez la misma sensibilidad y la misma sabiduría que a él lo impulsaban al combate de alteridad  en el que se mantuvo en su longeva vida.

Los educadores descubrirán en este encuentro con  el vigoroso  Maestro de América  la posibilidad de confrontar su vocación y sus experiencias  con los pensamientos de ese venezolano que nació expósito hace más de doscientos años en el contexto de una escuela tan viciada como la actual. Y ante la cual debió pronunciarse en la búsqueda de soluciones auténticas para Hispanoamérica: "La América Española es Original = Orijinales han de ser sus instituciones i su gobierno i Orijinales sus medios de fundar uno i otro. O inventamos o erramos". Censurando la copia de modelos extranjeros para solucionar los problemas propios. 

Sirva de ejemplo para los jóvenes maestros su estilo auténtico ante las realidades sociales, culturales y políticas que lo vieron nacer. Quienes están comprometidos a revisar las pocas publicaciones que quedaron de su recorrido histórico, entre ellas: “Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas”,  "Extracto sucinto de mi obra sobre la Educación Republicana", “El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social” y “Luces y Virtudes Sociales”. Porque hasta la naturaleza en sus últimos años de vida conspiró a favor de ocultar los aportes de este gran filósofo, cuando en Guayaquil, en los años de mil ochocientos cincuenta, un feroz incendio quemó gran parte de su obra escrita.

          Simón Rodríguez (Samuel Robinson) es el ejemplo nacional de un Maestro creativo, estudioso, autodidacta.  Porque llegó a conocer la sociedad colonial más allá que cualquier sociólogo, porque la estudió de cerca, no sólo desde los libros, porque vivió sus problemas más esenciales, porque fue  un  excluido social desde su misterioso nacimiento hasta su inmerecida muerte, a pesar de su incansable esfuerzo por lograr la equidad y la justicia social. Lo que le permitió expresar puntuales  críticas y reflexiones sobre otros temas complementarios a la educación republicana, como lo hizo con la administración pública y la educación familiar. 

Pero no lo comprendieron en su época, ni siquiera un siglo después, la grandeza de su pensamiento y de su sagacidad lo hicieron incomprensible. Él mismo lo llegó a admitir al reconocer:
 "Hay ideas que no son del tiempo presente aunque sean modernas, ni de moda aunque sean nuevas. Por querer enseñar más de lo que todos aprenden, pocos me han entendido, muchos me han despreciado y algunos se han tomado el trabajo de perseguirme".

Hoy estamos convencidas y convencidos de que Samuel Robinson vuelve a ser nuestro Simón Rodríguez, ese itinerante peregrino vuelve a repatriarse en nuestro sistema educativo desde el esfuerzo intelectual de los protagonistas de la  historia de Venezuela. Y en nuestros corazones como aquel viejo curtido del polvo del camino, que nunca quiso ser árbol sino viento.

Simón Rodríguez nace otra vez para iluminar el camino de quienes aspiran una mejor sociedad, de quienes no se vencen en la lucha por la inclusión de niños, jóvenes y adultos de todas las razas, géneros, colores y religiones. Su sueño se hace realidad en la labor diaria de los seguidores del Sócrates de Colombia.

De igual forma, los sociólogos y políticos han encontrado en el ideario apasionado de Don Simón Rodríguez la inspiración para flanquear la pobreza intelectual que nos ha embargado la conciencia durante tantos años. Estamos dando los primeros pasos, siguiendo el sendero que indicó el Maestro en 1851:

Si los americanos quieren que la revolución política que el peso de las cosas ha hecho y que las circunstancias han protegido, les traiga verdaderos bienes, hagan una revolución económica y empiécenla por los campos: de ellos pasará a los talleres, diariamente notarán mejoras que nunca conseguirán empezando por las ciudades. Venzan la repugnancia a asociarse para emprender y el temor de aconsejarse para proceder. El que no hace, nunca yerra: más vale errar que dormir”

Dra. Ildalis Antequera
 Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”