PLAN DE COMUNICACIÓN COMUNITARIA PARA MINIMIZAR LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR  CONTRA LA MUJER ENTRE 2012 Y 2013 EN LA COMUNIDAD SANTA LUCÍA DEL MUNICIPIO COLOMBIA

PLAN DE COMUNICACIÓN COMUNITARIA PARA MINIMIZAR LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR CONTRA LA MUJER ENTRE 2012 Y 2013 EN LA COMUNIDAD SANTA LUCÍA DEL MUNICIPIO COLOMBIA

Antonio González Nápoles (CV)
Yuramis Nápoles Álvarez (CV)
Irraide Naranjo Gandarilla (CV)

Sede Universitaria Municipal Colombia

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2.2: Análisis y resultados de los instrumentos aplicados.

Con la aplicación de la Guía de Observación Participante (ver Anexo No 4) se pudieron constatar las diferentes características que se manifiestan en las familias investigadas.
Las 87 familias investigadas viven en su propia vivienda, de ellas 62 en condiciones favorables, es decir cumplen las exigencias para vivir decorosamente, principalmente son casa de mampostería, con placa o techos de zinc, con acceso garantizado a los servicios básicos necesarios. Mientras existen 25 en condiciones desfavorables, es decir, son viviendas con techos, paredes o pisos en mal estado, que garantizan la convivencia con exigencias mínimas, en este caso son casas de madera o incluso de yaguas, con techo de cartón o teja infinita o guano, que se mojan cuando llueve, y que cuentan con algunos de los servicios elementales para vivir.
Dichas familias están compuestas por 123 mujeres, entre todas suman 148 hijos, casi todas tienen un hijo y las menos llegan a los dos hijos. Las de esta última condición tienen hijos de padres diferentes, lo que indica que han mantenido relaciones de pareja con más de un hombre, lo que puede indicar cierta inestabilidad en la familia.
En el caso de estas mujeres  llama la atención su nivel de escolarización, pues 18 son graduadas de la enseñanza primaria, 75 de la secundaria básica, 17 son graduadas como técnicos medios y sólo 13 son de nivel superior, por tanto la inmensa mayoría de estas, el 75.6% (93 mujeres) llegaron a aprobar al menos el noveno grado.
En estos núcleos familiares encontramos por lo general familias de 3 o 4 integrantes, así como familias en que conviven con 5 o más integrantes, ya sea padres, abuelos o hermanos, lo que de alguna manera complica las relaciones de pareja y crea contradicciones generacionales, que en algunos casos son bastante manifiestas y fácilmente observables.
Se observan algunos casos de violencia intrafamiliar intergeneracional, así como con respecto a la mujer, pero frente a personas que no forman parte del núcleo familiar tratan de hacerlas lo menos visible posible. Por ello se manifiestan ciertas tensiones, insatisfacciones y algunas conductas agresivas que afectan la calidad de vida y la convivencia de las personas.
Durante el trabajo de observación no fue posible palpar agresiones físicas, pero sí de tipo psicológico y social, algunas pasivas y otras activas, donde se practican maltratos, humillaciones y prohibiciones. También se hizo evidente, en más de una ocasión, estados de alcoholismo, que contribuyeron de forma abierta a generar actos de violencia contra la mujer por parte de su pareja.
Durante los períodos de observación siempre fue posible escuchar los serios problemas de comunicación que afectan a los núcleos familiares y sobre todo a la relación de pareja en detrimento de la mujer. Se impone el flujo vertical descendente, de forma directa, con gesticulaciones, sin escuchar la otra parte, donde se comunica a gritos, con palabras obscenas, sin ningún entendimiento entre las partes, en momentos posteriores a la carga alcohólica, donde realmente la comunicación que se establece es totalmente negativa, y no aporta acuerdos o decisiones que resuelvan los problemas familiares, más bien los recrudecen.
Todas estas manifestaciones de la violencia intrafamiliar no han sido denunciadas y cuando se trató de encontrar vías de análisis y solución, las propias mujeres impidieron dar tratamiento a las mismas y las consideraban como problemas de la pareja, para negar la participación de personas ajenas al conflicto.    
Con la aplicación de las encuestas (ver Anexos No 1 y 2) a los 97 integrantes de estas familias, se encontró colaboración entre las mujeres, no así en los hombres, pues sólo una ínfima parte de estos consintió en colaborar con las encuestas de la investigación. Se debe señalar que no siempre los encuestados asumieron las respuestas más objetivas y verdaderas, lo que quiere decir que en algunas de las preguntas no fueron totalmente sinceros, si se comparan dichos resultados con los obtenidos en las entrevistas realizadas a los representantes de las instituciones de la comunidad, especialistas y conocedores de esta temática en la localidad.
En las primeras cuatro preguntas de la encuesta No 1 (ver Anexo No 1) se obtuvieron datos generales relacionados con el rango de edades, grados de escolaridad (tratado anteriormente), estado civil y la situación laboral.  Con respecto a la edad sobresale que se encuestó un 31.96 % de mujeres hasta 35 años y un 39.18 % en el rango de 36 a 45 años, que constituyeron la mayoría. Una gran parte de ellas no trabaja, pues el 58.76 % no presenta vínculos laborales, lo que quiere decir que depende económicamente de otro integrante de la familia. Con respecto al estado civil sobresalen las madres solteras con un 34.02 %  y las que conviven en uniones consensuales no oficiales, con un 40.21 %; por su parte las casadas sólo representan un exiguo 19.59 %. Como puede observarse el 59.80 % mantienen relaciones formales de pareja.
La inmensa mayoría admite conocer en qué consiste la violencia intrafamiliar pues el 81.44 % (79 encuestadas) así lo indicaron, pero al interrogársele sobre quienes se ejerce la inmensa mayoría seleccionaron que sobre la mujer, los niños y los ancianos. Cuando se les pregunta sobre si en su familia se ponía esta de manifiesto fueron muy cautelosas al admitir sólo un 62.88 % (61 de las mujeres) dicho fenómeno.
Cuando se les interroga acerca de si es objeto de violencia intrafamiliar los resultados son bastantes irregulares, pues de forma valiente 33 de ellas (34.02%) reconocen que siempre se ejerce violencia sobre ellas, un 39.17% (38 encuestadas) asumen que a veces mientras que las restantes 26, para un 26.80%, afirman que nunca han sido objeto de violencia. De ello se desprende que el 73.19% reconoce que la violencia familiar está presente en sus hogares, en gran parte contra ellas mismas, aunque asumen otro tipo de violencia contra otros integrantes de la familia. Sin embargo todas estas mujeres investigadas se asumieron en el estudio por conocerse que en sus casas se pone de manifiesto esta nefasta situación.
La inmensa mayoría afirma que en la comunidad se observan manifestaciones de violencia, pues 84 de ellas que representan el 86.58% apuntan que siempre o a veces esta sale a relucir, aunque no se les pidió especificar que tipo de la misma se puede observar.
En los tipos de violencia que se manifiestan las que más reconocen en su medio son las comunitarias (28.86%), la física (21.64%) y la psicológica o emocional (18.55%), le sigue la sexual por un 15.46%, mientras que la de género y la económica (un 15.45% entre ambas) prácticamente no la reconocen como concurrentes.
Una gran parte de estas mujeres asumen que de alguna manera es combatida, pues el 63.91% (sumando las 27 que marcan siempre con las 35 que dicen que a veces), sin embargo es significativo que el 19.58% afirman que nunca así como el 16.49% que se abstuvieron de emitir ningún criterio al respecto, lo que indica que para ellas no es visible ninguna acción de enfrentamiento a este flagelo.
Las propias mujeres encuestadas, 52 de estas que representan un 53.60%,  reconocen que ellas por regla general no denuncian la violencia intrafamiliar que se comete contra ellas mismas, pues estas  (54 de ellas que son el 55.67%) han sabido resolverlas de alguna forma, por lo cual prefieren (49 que son el 50.51%) que estos problemas queden entre las cuatro paredes de su vivienda familiar, pues lo consideran como un problema particular de la familia.
Cuando se les aplica la encuesta No 2 (ver Anexo No 2) relativa a la comunicación los resultados de forma general corroboraron los puntos de vista que se obtuvieron con la observación participante aplicada.
La casi totalidad de encuestadas (un 91.75 %) dice conocer que es la comunicación comunitaria, la otra parte no contestó ese rubro, lo que dice que se desconoce este término en sentido teórico por una parte de dichas mujeres.
Cuando se les interroga acerca de la comunicación con la comunidad la mayoría la considera como regular (62.88%), para el 27.83% son buenas (según sus relaciones con los vecinos) y solamente el 9.27% las califica de malas, en este caso se trata de personas que han tenido serias contradicciones con otros miembros de la comunidad o por problemas que se han presentado con sus hijos.
Para el 58.76 % la relación entre los diferentes factores y la comunidad se califica de regular, mientras que el 50.52 % señalan de forma crítica que las diferentes informaciones se les hacen llegar a veces a la comunidad, lo que permite apreciar que falta el trabajo sistemático con los comunitarios.
Con respecto a la comunicación en el seno familiar, el 37.11% reconocen que es buena la comunicación entre los miembros de la familia mientras para el 56.70% es calificada de regular, lo que quiere decir que para un 93.81% la comunicación se manifiesta de alguna manera entre los límites permisibles a aceptados, mientras sólo el 6.18% califica de mala la comunicación en el seno familiar, sobre todo cuando se trata de familias formadas por varios miembros, que conviven juntos.
En la respuesta dada a la pregunta de si es escuchada y si se le toma en consideración para adoptar decisiones en el hogar, el 43.29% afirma que a veces pero el 31.95% de forma rotunda afirma que nunca, lo que reafirma la existencia del machismo y la preponderancia de los padres para tomar cualquier decisión en el núcleo familiar.
Así  cuando se les interroga acerca de que si los problemas de comunicación influyen en la violencia intrafamiliar, una inmensa mayoría, 81 de las mujeres, que representan el 83.51% afirman que de alguna manera están presentes deficiencias comunicativas (38 asumen que siempre y 43 que a veces), o sea las conocidas manifestaciones de imposiciones a viva voz, gritos, no escuchar a la otra parte, entre otras.
Al valorar la comunicación con el compañero o esposo, solamente contestaron las 58 mujeres que están casadas o que mantienen relaciones consensuales, las demás compañeras dejaron en blanco las respuestas de las preguntas 8 y 9 de la encuesta No 2. Así el 41.38% las considera como buenas y como regular el 48.28%, mientras que una ínfima representación (el 10.34%) la califica de mala. En este caso se debe asumir que más de la mitad de las encuestadas, para el 58.62% existen problemas de comunicación con su pareja.
Al indagar acerca de las características que asume la comunicación en la pareja, el 29.31% la ve como impositiva siempre, pero el 53.45% considera que a veces, realmente este 82.76% de alguna manera está reconociendo que su compañero se le impone en la conversación o discusión, sin tener en cuenta sus criterios. Dicha comunicación ocurre en alta voz o a gritos para el 27.59% de estas, mientras que el 48.28% solo ocurre a veces, lo que demuestra que se hace en forma descompuesta y agresiva. Un escaso número, el 18.97% valientemente reconoce haber recibido golpes siempre, mientras la mayoría (el 58.62%) dice que esto ha ocurrido en algunas ocasiones, de lo que se desprende que la violencia física se manifiesta y es permitida casi de forma permanente en estos círculos familiares. Tal es así que para el 51.72% siempre están presentes las palabras obscenas y un 32.76% las escucha de vez en vez, pero se debe subrayar que en la actualidad este vocabulario inapropiado se ha apoderado de todos  los ámbitos de la vida diaria, y ha penetrado en todos los confines de la existencia del ser humano en los diferentes momentos y lugares en que transcurre el accionar de los cubanos.  Para el 87.93% de las encuestadas la mayoría de las veces cualquier conversación con su pareja termina en discusiones, por lo general estériles.
Se desarrollaron 27 entrevistas (ver Anexo No 3) entre los principales actores de la comunidad  (los 7 delegados del Poder Popular en estas circunscripciones, 6 presidentes de las zonas de los CDR, 5 representantes de los bloques de la FMC, 3 trabajadores sociales, 3 médicos y 3 enfermeras de la familia) y se obtuvieron importantes puntos de vistas referidos a las características y el funcionamiento de estas familias disfuncionales estudiadas, así como respecto a la violencia intrafamiliar y los problemas de la comunicación latentes en estos núcleos familiares.
Todos los entrevistados afirman que en la comunidad Santa Lucía existe la violencia intrafamiliar como un mal extendido por casi toda su geografía, pero detallan que se pone de manifiesto contra la mujer, contra los niños, contra los ancianos así como entre determinadas familias, ocurriendo prácticamente en todo momento, sobre todo cuando están juntos casi todos los integrantes de la familia y que en estos momentos es un flagelo que desgraciadamente está en ascenso. Reconoce el 70.37% (19 de estos) que la violencia contra la mujer se manifiesta en mayor y menor cuantía, pero que la mayoría de las veces  el conocimiento de sus manifestaciones les llega tardíamente.
 Para los entrevistados generalmente los hechos de violencia intrafamiliar, en específico la ocurrida contra la mujer, no es denunciada por las víctimas ni incluso por los familiares cercanos (un 85.18%), son muy pocos los casos en que ello ha ocurrido y se debe sobre todo por la ocurrencia de violencia física, donde intervienen los golpes, lo que ha provocado la intervención de otras personas o vecinos y la asistencia médica para la atención de la víctima, lo que ha conllevado en algunos casos a la intervención policial y de las autoridades judiciales. Cuando se les pidió la cantidad de estos casos se alude a que estas cifras no son de dominio público.
Cuando conocen de la ocurrencia de tales actos de violencia física se les ha brindado un tratamiento adecuado, utilizando todos los mecanismos y especialistas existentes en la comunidad para atender a las víctimas en primer término, como para llamar la atención de los victimarios cuando ello ha sido posible.
Todos los entrevistados reconocen que existen graves problemas con la comunicación dentro del contexto familiar que favorecen la violencia en ese escenario. Para ellos las contradicciones intergeneracionales y entre la pareja asumen problemas de falta de entendimiento, de incomprensiones, de no llegar a acuerdos entre ellos, de no existe una colaboración entre todos los miembros, los mismos no tienen claramente determinadas las responsabilidades de cada uno en el seno familiar, sobre todo en aquellas familias numerosas, todo lo cual incide en las constantes discusiones, incluso delante de los menores de edad, por lo cual se pueden considerar como familias disfuncionales, o sea que no cumplen con todas las funciones que debe cumplir una familia en la sociedad socialista.
Esta comunicación se produce en alta voz, a gritos, con golpes o violencia física, usando casi siempre palabras obscenas, con gestos inapropiados, imponiendo criterios y decisiones sobre todo por parte de los hombres y de los que encabezan las familias, todo esto muy extendido sobre todo entre los jóvenes, quienes no quieren asumir responsabilidades económicas, de pareja y mucho menos en el hogar. 
No obstante estos serios problemas todos los entrevistados consideran que una gran parte de esta violencia intrafamiliar se puede resolver con una adecuada comunicación, sobre todo donde prime una correcta escucha y donde existan oportunidades para que todos los integrantes de la familia puedan verter sus criterios y opiniones para resolver en conjunto los problemas internos que afectan el adecuado funcionamiento del núcleo familiar.
Hasta el presente, el 81.48% de los entrevistados considera, que en la comunidad, no se han desarrollado actividades dirigidas a todos sus integrantes, para darle tratamiento a las temáticas de la violencia intrafamiliar, ni a la comunicación interpersonal y comunitaria, que tanta falta hace en la actualidad para enfrentar estas nefastas manifestaciones que amenazan con convertirse en situaciones cotidianas en la vida de la comunidad.