2.5 Explicación de la falta de conciencia  lingüística con respecto a la preferencia por la segunda persona del singular desfocalizadora.
 
  Antes  de analizar la conciencia lingüística de los hablantes con respecto a la  preferencia por la segunda persona del singular desfocalizadora debemos, por  lógica, demostrar la existencia de una conciencia de uso. Para ello retomamos  la definición ofrecida por la ALA  (Vid supra Capítulo 1, subacápite 1.3.1), que concibe la conciencia lingüística  como el conocimiento explícito del hablante acerca de la lengua; su percepción  consciente al aprenderla, al enseñarla y al usarla (Martinell – Cruz, 1996: 5). 
  A  la hora de realizar este análisis, decidimos dividirlo en dos partes: una  correspondiente a la marca pronominal informal (tú); y la otra, a la de respeto  (usted).
  En  cuanto a la marca de respeto, 12 informantes dicen emplearla y 6, no. De los 12  informantes que dicen emplearla, sólo 3 lo utilizaron realmente (mujer, nivel  medio, segundo grupo etario; hombre, nivel superior, primer grupo etario;  mujer, nivel superior, tercer grupo etario). Esas 12 personas aseguran  utilizarla con personas mayores, de mayor estatus social o nivel cultural, con  personas desconocidas o con las que no tengan confianza; incluso 3 dicen  emplearla con todo el mundo (Vea Anexo 9).
  Nótese  el contraste con los resultados estadísticos que reflejan el uso real (Vea  Anexo 7 Tabla 2). Todos los informantes emplearon la forma de confianza con la  entrevistadora que es, con respecto a ellos, una persona desconocida o con la  que no tienen confianza.
  Como  se habrá advertido, 9 de esas 12 personas no emplearon la forma de respeto. A  nuestro parecer, el hecho de que hayan asegurado emplearlo se debe a la  confusión con la forma de tratamiento, o sea, con el uso referencial. Por ello,  decidimos que los resultados obtenidos en la encuesta con respecto a la  conciencia de empleo de la forma usted desfocalizadora no deben ser concluyentes ni decisivos  en la determinación de la existencia o no de  conciencia lingüística de la segunda persona del singular desfocalizadora 1. Para la misma tomaremos  en cuenta solamente los resultados obtenidos en cuanto a la conciencia  lingüística de la marca de confianza, pues éstos se corresponden más con la  realidad en el sentido de que aunque no todos hayan reconocido su uso, todos lo  emplearon2 .
  A  pesar de que todos los informantes utilizaron la segunda persona del singular desfocalizadora a través de los pronombres personales en función sujeto y con  alta frecuencia de uso (Vid supra subacápite 2.2.1) y que comprendieron - en  respuesta a la primera pregunta de la encuesta (Vid Anexo 6 Parte I) - el  sentido desfocalizador en el fragmento, 5 personas negaron haberla usado.
  Obsérvese,  por ejemplo, el comportamiento lingüístico real de la informante 13. Esta  compañera niega dicho uso lingüístico; sin embargo, lo utiliza explícitamente a  través del pronombre personal expreso en función sujeto y del te complementario:
  Trabajo hay, porque  si tú te pones a buscar un trabajo tú te lo encuentras.  Fíjate que mis hijos todos trabajan, porque lo que tú le enseñesa un niño desde chiquito,  eso es lo que va a aprender. Si tú los educasellos hacen lo que tú les enseñes.
  Estimamos  relevante señalar que es aquí donde las variables extralingüísticas (edad y  nivel de instrucción) desempeñan un papel fundamental. De los 5 informantes que  no reconocen valerse de este uso lingüístico (dos mujeres y tres hombres), 3  pertenecen al nivel bajo y 4 al tercer grupo etario. 
  Las  personas de nivel bajo, al no poseer una buena competencia lingüística ni  comunicativa 3 y carecer de conocimientos  culturales generales, se aferran más, subjetivamente, a los patrones  lingüísticos establecidos, así como a las convenciones sociales, que en este  caso resultan determinantes. Los de mayor edad, por cuestiones generacionales,  muestran más resistencia al advenimiento de tiempos nuevos, al relajamiento de  las costumbres.
  Aquí  entra en juego la actitud lingüística – vista desde la aproximación mentalista (Vid supra Capítulo 1, subacápite  1.3.1) – que resulta negativa por la informalidad que representa en el proceso  de comunicación el uso del tú 4(Vid infra páginas  siguientes). Resulta importante señalar que uno de estos informantes (mujer,  nivel bajo, segundo grupo etario) mantiene una actitud positiva con respecto al  uso indefinido de la segunda persona del singular e  incluso lo considera, erróneamente, exclusivo del español hablado en Cuba:  “Para mí está bien, hablando en cubano”.
  Las  5 personas que niegan el uso representan el 26, 67% del total de la muestra.  Por tanto, debemos decir que existe una conciencia lingüística del uso de la segunda  persona del singular como desfocalizadora del centro deíctico personal.  Sobre esta base, determinamos entonces si existe conciencia de la preferencia  de dicho uso lingüístico, para lo cual tenemos en cuenta el criterio de H. L.  Morales, quien apunta que, para que exista conciencia lingüística, es  imprescindible que el hablante conozca las distintas formas léxicas o variantes  morfológicas equifuncionales que puede emplear dentro de las posibilidades  ofrecidas por el sistema de la lengua así como la valoración social de cada una  de ellas (Apud. Morín, 1993: 31) (Vid supra Capítulo 1 subacápite 1.3.1).
  Debido  a lo anteriormente mencionado, acompañamos en las encuestas la segunda  persona del singular  con el  indefinido uno y el genérico se para ofrecer a los informantes  las tres opciones de desfocalización del centro deíctico personal.
  Aunque  en el epígrafe anterior quedó demostrada estadísticamente la preferencia de uso  de la segunda persona con respecto al indefinido uno y el genérico se,  en este mismo orden (Vea Anexo 7 Tablas 6), durante las encuestas declararon  usar más el indefinido uno (8), luego el genérico se (6), y por último la segunda persona del singular (4). Al  mismo tiempo, aseguraron escuchar más la segunda persona del singular (11),  luego uno (4) y se (3). De aquí resulta que los  hablantes escogidos no tienen conciencia de su preferencia por la segunda  persona del singular como desfocalizadora del centro deíctico personal,  pero sí reconocen la preferencia ajena.
  En  la falta de conciencia lingüística de la preferencia personal inciden varios factores (Vid infra Esquema 3), entre los  cuales figuran, en primer lugar, la falta  de conciencia de uso de algunos hablantes.
   Resulta influyente también el desconocimiento de las características del  uso desfocalizador de la segunda persona  del singular, que se manifiesta, por una parte, a través del desconocimiento del uso en toda su magnitud5  (Vid  infra Esquema 3). 
  Durante  la realización de las encuestas advertimos que los informantes no conocían,  aunque lo empleaban, el valor indefinido de la segunda persona del singular,  pues en la mayoría de los casos fue difícil lograr que discernieran entre el  uso referencial y el desfocalizador. Por consiguiente, tampoco sabían de las  posibilidades referenciales y de indefinición eventual que puede ofrecer dicho  uso (Vid supra subacápite 2.3).
  Por  otra parte, los encuestados no sabían precisar los momentos - dentro de la  aserción -  en que empleaban este uso  lingüístico, y ello lo advertimos en las respuestas de la cuarta pregunta (Vea  Anexo 6 Parte I), que siempre fueron las mismas: lo utilizan para generalizar,  sin especificar una situación concreta (2), para responder preguntas (5) y para  explicar (6).
  Situaciones      específicas en que se produce dentro de la aserción.
 
  
Estas  respuestas resultan muy insuficientes si tenemos en cuenta todas las  situaciones en que puede ocurrir el uso dentro de la aserción: explicación,  ejemplificación, enumeración de acciones, comparación, quejas (Vid supra  subacápite  2.2.6 y acápite 2.3). Además,  la mayoría (11 informantes) mencionó la explicación y respuestas a preguntas,  circunscribiéndose a la misma situación que les ofrecimos al inicio de la  encuesta (Vea Anexo 6 Parte I).
El 
desconocimiento de las características  del uso se evidencia, además, en el  
desconocimiento de las dimensiones que ha  tomado dentro del comportamiento lingüístico de cada uno (Vid supra Esquema  3).
Como  hemos mencionado anteriormente, los entrevistados emplearon la 
segunda  persona del singular desfocalizadora con altas frecuencias de uso (Vea  Anexo 7 Tablas 1). Sin embargo, en las respuestas a la interrogante 3 (Vea  Anexo 6 Parte I) sólo 4 reconocieron emplearlo mucho; el resto aseguró  utilizarlo ocasionalmente (4) y poco (5). De éstos últimos, tomamos como  ejemplo a la informante 3, que lo empleó en 6 intervenciones:
Ej.: Por lo  general, ¿qué busca
s en un carnaval? Rosita de maíz, carne de puerco, esas  cosas. Las encuentra
s, pero las encuentra
s a altos precios,  porque la gastronomía no tiene un balance en cuanto a eso, o no las encuentra
s,  o lo que busca
s en 
tu pista  bailable no es lo que 
tú quiere
s para divertir
te. (Inf. 3)
En  este fragmento notamos cómo la emisora, amén de decir utilizarlo pocas veces,  lo emplea a través del pronombre personal en función sujeto expreso (1),  omitido (5), el complementario 
te enclítico  (1) y la forma posesiva (1).
Otro  asunto interesante es lo relacionado con la pregunta 5 (Vea Anexo 6 Parte I).  Ninguno de los informantes que tuvieron conciencia de uso dijo haber utilizado  la 
segunda  persona del singular desfocalizadora con todo el mundo; ellos mismos  plantearon su variación diafásica
6  del  mismo. Según sus afirmaciones, este uso lingüístico ocurrirá de acuerdo con la  situación comunicativa que, específicamente, deberá corresponderse con un  ambiente de familiaridad que permita la utilización de un lenguaje informal:  con personas de la misma edad o menores (6) y con gente de confianza (13)
7 .
No  consideramos la edad un elemento cuestionable, pues la entrevistadora no  superaba en edad a ninguno de los informantes; esto impide comprobar  científicamente la veracidad o falsedad de lo que dicen. Sin embargo, el grado  de confianza nos parece discutible en el sentido de que 7 personas aseguraron  emplear la 
segunda persona del singular indefinida solamente con amigos o  familiares y, en cambio, durante sus intervenciones la utilizaron con la  entrevistadora.
Por  ejemplo, el informante 10 dice valerse de este uso lingüístico exclusivamente  entre amigos y, no obstante, lo emplea con la entrevistadora, que es con  respecto a él una desconocida:
La Marinita es una cosa en  contra de todo, porque es divisa y aparte de que es divisa 
tú vas allí a tomarte una cerveza y va la policía y 
te requiere por eso, porque piensa que 
tú estás jineteando, que 
tú eres esto, que 
tú eres lo otro… (Inf. 4)
De  todo esto resulta que los hablantes no saben con qué frecuencia utilizan la 
segunda  persona del singular desfocalizadora ni pueden precisar las situaciones  comunicativas concretas en que la emplean. 
Otro  elemento incidente en la no conciencia de la preferencia de empleo de la 
segunda  persona del singular es el 
prestigio del indefinido uno y el genérico se (Vid supra Esquema 3). Esto tiene  que ver con el hecho de que la gramática tradicional registra los dos últimos  usos mencionados, por lo cual los hablantes se encuentran más familiarizados  teóricamente con ellos y los consideran correctos.
Durante  las encuestas, al indagar sobre las razones de la preferencia de uso por una de  las tres formas ofrecidas (Vea Anexo 6 Parte II), los partidarios de 
uno alegaron que “es una forma más cómoda, correcta, su capacidad de inclusión del  propio hablante” e incluso algunos opinaron que “sirve más al propósito de  generalización”
8 . Los que prefirieron el 
se genérico también mencionaron la comodidad, que es una forma más correcta, la  formalidad
9  que  supone, así como su “mayor capacidad” de generalización. En este sentido,  resulta importante señalar dos informantes que, en la explicación de su  preferencia por otras formas, emplearon la 
segunda persona del singular 10.
Ej.:  Me gusta 
uno porque es más simple, lo que más 
te incluye, 
te caracteriza
s más con eso… (Inf. 3)
Ej.:  Yo prefiero la segunda, esa del 
se, porque ahí lo dice
s todo, dice
slo que siente cualquiera que va a una fiesta. (Inf.  18)
Nótese  cómo estos hablantes, para explicarnos sus razones, prefieren emplear realmente  la 
segunda  persona del singular desfocalizadora. En el primer caso esta forma se  expresa por medio del 
te complementario (2) y el pronombre personal omitido en función sujeto (1). En el  segundo, sólo se manifiesta por medio de la desinencia del verbo (2).
Por  último, como factor determinante, encontramos la 
inseguridad lingüística (Vid supra Esquema 3), la cual está  definida como la disminución o desaparición de la coincidencia entre lo que el  hablante considera como correcto o adecuado y los usos espontáneos del mismo  hablante
11  . (Moreno, 1998: 182)
Como  hemos apuntado anteriormente, todos los entrevistados utilizaron la 
segunda  persona del singular como desfocalizadora del centro deíctico personal.  Sin embargo, pudimos comprobar que de forma general existe una actitud negativa  hacia dicho uso lingüístico (Vea Anexo 9): sólo 3 personas mostraron una  actitud positiva; 15, negativa y, dentro de estos últimos, 5 lo consideraron  incorrecto lingüísticamente (el resto no opinó en este sentido). Esto demuestra  la existencia de 
inseguridad lingüística con respecto a la 
segunda persona del singular desfocalizadora.
De  los 13 informantes que poseen conciencia de este uso, sólo 1 no lo consideró  negativo
12 , aunque sí informal. Esta  encuestada pertenece al nivel medio y es bibliotecaria. No obstante, debemos  decir que esta variable extralingüística no incidió de manera general en la  actitud positiva, lo cual queda constatado al observar el criterio de los  informantes 4, 6, 12, 11, 17 y 18, quienes tienen nivel superior y, aún así,  consideraron negativa la utilización desfocalizadora de la 
segunda persona del singular.  Esto significa que ni el nivel cultural ni la mayor competencia lingüística  pueden impedir que los hablantes mantengan una actitud negativa con respecto a  este uso lingüístico.
En  esta actitud influyeron las consideraciones de los hablantes en cuanto a la  forma familiar de la 
segunda persona (tú); la  gramaticalidad (correcto o no) del uso lingüístico; y la desfocalización  propiamente dicha
13 .
Del  total de encuestados, 11 asociaron la negatividad del uso lingüístico a la  informalidad que supone el tuteo, lo cual relacionaron a la falta de cultura y  de respeto.
Ej.:  Es muy tosco, es falta de respeto, sin validez, es como si hablara con un  perro. Eso es negativo y hay que ponerle freno porque estamos perdidos. (Inf. 14)  (No tuvo conciencia de uso)
Ej.:  Pienso que es informal, incorrecto, porque implica un tuteo que no debe usarse  con cualquier persona. Desde el punto de vista de la comunicación no es el  mejor modo de trasmitir un mensaje. (Inf. 3) (Tuvo conciencia de uso, pero no  de preferencia)
Como  mencionamos en la página anterior, 5 personas lo consideraron incorrecto  lingüísticamente. Esto se debe a que la gramática tradicional – que es la  impartida en todos los medios de enseñanza – no registra el uso desfocalizador  de la 
segunda persona del singular, sino su empleo referencial y  definido. Debido a esto, el uso estudiado choca con la norma prescriptiva,  según la cual los hablantes disciernen entre lo “correcto” y lo “incorrecto”.
Ej.:  Para mí es negativo, un barbarismo del lenguaje. 
Tú es pronombre personal y los otros son 
ellos. (Inf. 12) (Tuvo conciencia de uso, pero no de preferencia)
La  actitud negativa estuvo dirigida, por último, a la desfocalización propiamente  dicha (3 informantes) en tanto implica indefinición, específicamente en cuanto  a la generalización:
Ej.:  La generalización siempre es mala, porque hay miles de situaciones y no todo es  como la gente dice. (Inf. 18) (No tuvo conciencia de uso)
Ej.:  Pienso que no debe ser, porque uno debe referirse a las personas en concreto,  no se debe generalizar. (Inf. 11) (Tuvo conciencia de uso, pero no de  preferencia)
Es  importante destacar el caso del informante 6, perteneciente al sexo masculino,  al primer grupo etario y al nivel superior (director de programa):
Ej.:  Pienso que es negativo, porque no 
te hace asumir una responsabilidad sobre nada, delega
s funciones. Y creo que  puede ser formal o informal, depende del momento y con quién lo use
s.  (Tuvo conciencia de uso, pero no de preferencia)
Nótese  que el hablante mantiene una actitud negativa con respecto al uso lingüístico;  sin embargo, lo emplea inconscientemente con la entrevistadora a través de la  forma complementaria 
te y el  pronombre personal en función sujeto omitido, lo cual subraya la inseguridad  lingüística. Ésta, como se habrá advertido, es consecuencia de la contradicción  existente entre la actitud negativa del hablante con respecto al uso [vista  desde la aproximación 
mentalista (Vid  supra subacápite 1.3.1)], que toma en cuenta lo que la persona cree, piensa; es  más subjetiva); y su actitud positiva [vista desde la concepción 
conductista (Idem)] en la medida en que  hacen uso real de la 
segunda persona del singular como  desfocalizadora del centro deíctico personal.
A  nuestro entender, la actitud negativa (mentalista) es el factor más  determinante en el hecho de que los encuestados, de manera general, no declaren  su preferencia por el uso lingüístico estudiado.
Relacionado  con esto, consideramos relevantes las respuestas a la tercera pregunta de la Parte II de la encuesta  (Vea Anexo 6), las cuales revelan la verdadera escala preferencial de las  formas desfocalizadoras: 
segunda persona del singular (11),  indefinido 
uno y el genérico 
se(3) (Vea Anexo 7 Tabla 6.1). 
De  forma general, los informantes reconocen la 
segunda persona del singular desfocalizadora como la forma más escuchada. El hecho de que reconozcan esta  preferencia 
ajena14  constata la  existencia real de una preferencia 
personal por la 
segunda persona del singular desfocalizadora, pues cada uno de  ellos está insertado - con respecto a otro informante - en ese grupo indefinido  que la prefiere.
Al  explicar las razones de esta preferencia 
ajena,  los encuestados mencionan la comodidad; el mejor entendimiento que se logra; la  costumbre de emplear la forma de tratamiento de confianza; el acercamiento que  se logra con el interlocutor; y, sobre todo, el relajamiento de las costumbres,  la falta de respeto y de educación, así como la igualdad social establecida por  el sistema político cubano que ha contribuido a la informalidad (inclinación de  la balanza a favor del 
eje de solidaridad). 
Ej.:  Eso es porque ya no hay respeto como antes. (Inf. 12)
Ej.:  Debe ser porque se entiende de una mejor forma, por comodidad, y depende del  nivel cultural de la persona que lo use. (Inf. 5)
Ambos  encuestados tuvieron conciencia lingüística del uso estudiado, no reconocieron  la preferencia 
personal y sí la 
ajena. El primero atribuye la  preferencia 
ajena a la falta de  respeto; el segundo, a una mayor comprensión de lo enunciado, mejor comodidad  en el momento de la enunciación y al bajo nivel cultural de la persona que lo  use (no declara esto explícitamente, pero sí lo deja entrever).
Nótese  que la actitud negativa hacia el uso lingüístico es recalcada por algunos  informantes en la Parte II  de la encuesta (Vea Anexo 9). Para ellos es más fácil reconocer la preferencia 
ajena, porque de esta manera alejan el  “problema” de sí mismos, catalogándolo como propio de “los demás”,  salvaguardando así su imagen positiva, lo cual está relacionado con el  prestigio lingüístico. 
Debemos  apuntar, por tanto, que la actitud negativa hacia la 
segunda persona del singular como desfocalizadora del centro deíctico personal convierte a este uso  lingüístico -a consideración y de acuerdo con la subjetividad de los hablantes-  en una forma no prestigiosa, por lo cual algunos niegan su empleo y, los que lo  reconocen, generalmente no revelan su preferencia con respecto al indefinido 
uno y  al genérico 
se.
 
  
    1 Sólo es posible determinar la  conciencia lingüística de un hablante con respecto a un uso lingüístico  específico después de haber comprobado que el hablante se vale del mismo. 
 
  
    2  Los tres informantes que emplearon la  forma de respeto también emplearon la informal.
   
  
    3  La  competencia comunicativa no sólo enmarca el conocimiento que el hablante debe  poseer de las reglas gramaticales, la norma y el diccionario de la lengua, sino  también la compleja red de factores sociolingüísticos, actividades verbales en  las que se desenvuelve su grupo social o comunidad, así como también el papel  que el hablante asigna al interlocutor y que tiene de sí mismo (Apud. Bidot,  2007:88-89).
   
  
     4 Más adelante  ampliaremos en este sentido.
   
  
    5  En esto  incide la novedad del tema, o sea, el hecho de que este uso lingüístico no esté  recogido en las gramáticas tradicionales. Sólo aparece descrito en la GDLE (2000: Capítulo 27).
   
  
    6  Con esto nos  referimos a las situaciones comunicativas en que se produce, en las que  resultan determinantes las variables extralingüísticas relativas al interlocutor.
   
  
     7 Algunos  informantes mencionaron más de un requisito situacional.
   
  
     8 Recuérdese  que estas razones dependen de la subjetividad de cada hablante, de su criterio,  independientemente de que les hayamos recordado la equifuncionalidad de los  tres usos lingüísticos.
   
  
     9 Al no  involucrarse hablante ni oyente en lo enunciado, el hablante no necesita un  ambiente de comodidad ni familiaridad.
   
  
    10  En las respuestas a otras preguntas  también se observa el uso de la segunda persona del singular desfocalizadora (Vea Anexo 10).
   
  
    11  Téngase en  cuenta que la inseguridad lingüística no  implica falta de conciencia lingüística de uso, pues ésta supone la no  correspondencia entre lo que el hablante dice hacer y lo que realmente hace.,  mientras que la inseguridad implica  la no coincidencia entre lo que el hablante cree correcto o adecuado y lo que  hace en realidad. Por ende, esta última no tiene que ver con el reconocimiento  o no por parte del hablante de los usos lingüísticos, sino con su actitud hacia  ellos.
   
  
    12  La actitud negativa incide también en  la falta de conciencia de algunos hablantes con respecto al uso desfocalizador  de la segunda persona del singular.
   
  
    13  Algunos  encuestados emitieron criterios sobre más de un elemento.
   
  
     14 La preferencia ajena es la preferencia de empleo por  parte de los demás (con respecto a cada hablante) de una de las variables  lingüísticas estudiadas. Está determinada por “lo que más se escucha”.