LA FORMACIÓN SOCIO-HUMANISTA-ASISTENCIAL EN SALUD

LA FORMACIÓN SOCIO-HUMANISTA-ASISTENCIAL EN SALUD

Renán García Tamayo
Universidad de Oriente, Cuba

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CAPITULO-1: CARACTERIZACIÓN EPISTEMOLÓGICA Y PRAXIOLÓGICA DEL PROCESO DE FORMACIÓN SOCIO-ASISTENCIAL EN COMUNIDAD DEL PROFESIONAL DE LA SALUD Y SU GESTIÓN EN RELACION A LA GERONTOGERIATRÍA.

Introducción

Se aborda la necesidad de una cultura socio-asistencial en salud, que desarrolle además de competencias profesionales, competencias humanas, mediadas por las intervenciones en la comunidad donde laboren los salubristas, para un mejor desempeño y contribuir al envejecimiento saludable y la longevidad satisfactoria. Por estar esto relacionado al desarrollo social, se parte del estudio histórico para comprender su esencia y proyección, así como un mejor desarrollo cultural socio-asistencial del profesional de la salud.
Se trata el objeto y el campo en relación a la  gerontogeriatría en el ejercicio del profesional de la salud en comunidad, desde presupuestos teóricos como los de González R. (2006), Otero Haydee (2008),  Hourruitinier P. (2004), Alvares C. (1998), Fuentes H. (2009) y  Estrabao A. (2006), entre otros, con un enfoque hermenéutico (Homero: 2009-2011).
Los sustentos también están en considerar y asumir las competencias más generales del profesional de la salud (la prevención, la promoción, la curación y la rehabilitación de la salud), que como contenidos del proceso formativo devienen categorías de la didáctica de la salud, las que se desarrollan en lo asistencial, lo docente, lo científico investigativo y lo administrativocomo componente (Fuentes: 2008) inherente a ese proceso formativo para que sea pertinente, óptimo, impactante y de existencia (Estrabao: 2006), por ello  constituyen  referentes obligados.
1.1- Antecedentes históricos de la gerontogeriatría en su carácter socio-asistencial en la formación del  profesional de la salud
Es prudente significar que el investigador para la caracterización epistémica del objeto y el campo parte de la cultura gerontogeriátrica desarrollada por la humanidad, que le permite introducirse en aspectos más generales y esenciales relacionados con la salud, ya que al que envejece (cualquiera sea su edad) y al que sobrepasa los sesenta años de edad le es inherente cualquier problema de salud.
Es por ello que los presupuestos teóricos actuales permiten la fundamentación del proceso de formación socio-asistencial en comunidad del profesional de la salud y su gestión, para mostrar las insuficiencias  en lo asistencial respecto a la atención gerontogeriátrica relacionada con los aspectos espirituales. Lo que trasciende a cualquier problema de salud, pues se reitera que a los individuos que pasan de los 60 años le es inherente además cualquier problemática de este orden. 
Es entonces que para adentrarse en el campo especifico, mediante un estudio histórico lógico se tuvo en cuenta un conjunto de criterios a partir de los referentes teóricos y praxiológicos de salud y otros que se asumen desde el Centro de Estudio de la Educación Superior (CeeS) de la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba (UO-SC) por autores como Homero F. (2002-2011), Clemente: (2010), Verdecia: (2010) y Pacheco C. (2011) entre otros, quienes han contribuido a desarrollar una pedagogía de la educación superior, aspectos que constituyen puntos de partida para mostrar indicadores, entre los que se encuentran:

  1. Apropiación de la cultura gerontogeriátrica en relación con los problemas de salud en comunidad.
  2. Intervenciones asistenciales comunitarias de salud.
  3. Trabajo comunitario del profesional de la salud.

La historiografía revisada (Ver Anexo-I) permitió periodizar el estudio y develar antecedentes históricos en el desarrollo socio-asistencial de una cultura en salud que se relaciona con la gerontogeriatría. Es así que se determinan períodos para develar una tendencia, relacionada con la Revolución Cubana de 1959 sin despreciar los antecedes, siendo consecuente con el proceso revolucionario desde la última mitad del siglo XX y los inicios del XXI. Estos períodos son:

  1. De 1959-1981: no consideración de los aspectos espirituales en las problemáticas de salud en la atención gerontogeriátrica en la comunidad.
  2. De 1982-1999: reconocimiento de la atención socio-comunitaria de salud, pero aun insuficiente en los aspectos espirituales.
  3. Del 2000 hasta la actualidad: desarrollo cultural relacionado a la atención social, aún insuficiente en los aspectos espirituales.    

Los indicadores asumidos y develados tienen alguna forma de manifestación en dichos períodos, permitiendo el análisis histórico-lógico para ir valorando el desarrollo socio-asistencial formativo en la labor comunitaria del profesional de la salud, aspectos que permitieron fundamentar el objeto y el campo, a la vez que constituyen premisas que condicionaron precisar epistemológicamente a los mismos.

  1. De 1959-1981: (no consideración de los aspectos espirituales en las problemáticas de salud en la atención gerontogeriátrica en la comunidad)

En enero de 1959 Cuba estaba constituida por una población de aproximadamente cinco millones de habitantes, con una esperanza de vida al nacer entre los 45-50 años de edad, además ocurrió un éxodo de profesionales que provocó que el Estado tomara un conjunto de medidas en todos los órdenes, especialmente en el sector educacional, entre ellas las reformas universitarias, donde una fue la formación masiva y abreviada de médicos para enfrentar mediante diferentes formas interventoras los males legados de épocas anteriores, que casi no se relacionaban con el envejecimiento poblacional, pues a pesar de existir personas de más de 60 años esto no se percibía como un problema social y mucho menos de salud.
Eso explica el no reconocimiento para desarrollar una apropiación plena de una cultura gerontogeriátrica, que condicionara la atención espiritual, a pesar de que en el mundo se viene desarrollando y gestando en otros contextos.
La referida formación abreviada condicionó que profesionales de la salud en formación participaran masivamente junto a otros sectores de la sociedad en campañas salubristas de prevención y promoción, mediadas por las intervenciones asistenciales, pero no destinadas específicamente a los aspectos espirituales de salud y mucho menos relacionadas con la gerontogeriatría.
Se significa que la pertinencia para con una cultura gerontogeriátrica en el desarrollo socio-asistencial por el profesional de la salud en su labor comunitaria no era considerada, pues el envejecimiento poblacional no constituía un problema social y mucho menos de salud; su índice según estudios realizados no sobrepasaba el 4%, lo que conformaba una población joven con pirámides poblacionales estrechas en sus cúspides, pero en el mundo se venían dando pasos relacionados a otros contextos, lo que constituye premisas históricas para el posterior desarrollo en nuestro país.
Las ideas de la prevención y la promoción de la salud gerontogeriátrica en las intervenciones asistenciales en vínculo con lo educativo habían sido introducidas por Anderson y Cowan (Ver Anexos- I), pero no necesitaban una generalización ni sistematización porque el envejecimiento poblacional y sus demandas no se reconocían en Cuba como un problema de salud.
Estos referentes históricos condicionaron que en ese período prácticamente no se gestionara el desarrollo de la apropiación cultural para la atención gerontogeriátrica en la comunidad, pues al no existir motivos no era necesario que los procesos se destinaran en consecuencia, pues la prioridad y los intereseseran la solución de otros males, pero por su fundamental visión biologisista eran insuficientes en la atención a los aspectos espirituales.

  1. De 1982-1999: (reconocimientos de la atención socio- comunitaria de salud sin énfasis en los aspectos espirituales)

En la década de los ochenta muchos países comenzaron a percibir que sus poblaciones estaban envejeciendo inevitable y aceleradamente, en especial los llamados del primer mundo, lo cual constituyó una preocupación de sus gobiernos. Cuba a pesar de no incluirse en este grupo, ha tenido múltiples logros sociales en la esfera de la salud que condicionaron que la expectativa de vida al nacer fuera elevándose, disminuyeran las enfermedades prevenibles e infectocontagiosas que cobraban numerosas vidas en edades tempranas y disminuyera el índice de natalidad entre otras, logros que aún sin hacer énfasis en los aspectos de la sensibilidad y la espiritualidad humanas, fueron condicionando que la población mayor de sesenta años aumentara y con esto el envejecimiento poblacional.
Por razones y motivos como los anteriores, muchos países en la asamblea especial sobre envejecimiento en las Naciones Unidas (celebrada en Viena: 1982) donde Cuba participó, proponen y aprueban un plan de acción, evaluado posteriormente y que rige “normas” para la atención a la población geriátrica (ver anexos), reconociéndose ya una necesaria atención gerontogeriátrica pero con enfoque fundamentalmente biologisista, donde la sensibilidad, la espiritualidad y el amor poco se tenían en cuenta.
Es así que el proceso para el desarrollo en la apropiación cultural de la gerontogeriatría y su gestión formativa en Cuba, inicia a partir de su participación en Viena. Entonces se comienzan a crear salas y servicios de geriatría en varios territorios y hospitales del país (ejemplo en el Hospital “Ambrosio Grillo” de Santiago de Cuba), previos cursos gestionados con estos fines en la ciudad de la Habana.
Alrededor del año 1987 se gradúan los primeros especialistas en la capital, trasladándose esta formación a otros territorios, entre ellos, Santiago de Cuba de forma institucionalizada a finales de la década de 1990. Se inicia además la introducción de temas de gerontogeriatría con la creación en Cuba del Médico de Familia en la década del ochenta, pero de forma muy aislada. Luego se incrementan en los programas de la especialización de Medicina General Integral (MGI) que también comienza en el mismo período.
Se inicia así el desarrollo de los conceptos de prevención, promoción, curación y rehabilitación como competencias a desarrollar en los profesionales de la salud durante sus procesos formativos. Para cumplir con éstas se comienzan a desarrollar intervenciones asistenciales en la comunidad en muchos aspectos de la salud, pero con escasa pertinencia con el envejecimiento poblacional y mucho menos en relación a sus cuestiones espirituales.
Como colofón, surge en el periodo, el Programa de Atención Integral al Adulto Mayor, así como la llamada Universidad del Adulto Mayor. (Clemente: 2007-2010, García Tamayo: 2007-2012) pero con algunas limitantes teóricas, praxiológicas, metodológicas, epistemológicas, lógicas y axiológicas que entorpecían la apropiación adecuada de la cultura en salud gerontogeriátrica en la labor socio-comunitaria en su conjunto.
También a finales de la década del 90 se crean diferentes organizaciones y filiales en Geriatría y Gerontología, incluyendo el desarrollo de eventos científicos territoriales, nacionales e internacionales, pero con poca generalización y sistematización, además de una limitada proyección formativa comunitaria.
Una de las primeras medidas relevantes que se aplicó fue comenzar la formación de especialistas en Gerontología y Geriatría en 1985. Accionar que no fue suficiente para enfrentar la problemática, pero constituyó un privilegio cubano sobre todo para encaminar la formación socio-asistencial en la labor comunitaria en sus aspectos espirituales.
Una decisión sabia y necesaria para enfrentar ese reto fue la fundación de la Sociedad Cubana de Geriatría y Gerontología en 1987, que constituyó un punto de partida para gestionar el postgrado y la investigación en múltiples ámbitos relacionados con la gerontogeriatría y favorecer su visibilidad en varias regiones del mundo, especialmente en América. Su contribución en la creación y acreditación de la docencia en once servicios de geriatría en el país también merece destacarse, pero centrada en una formación que si bien contribuyó al desarrollo de esa cultura estaba algo distanciada de la atención formativa en la comunidad y de la esencia y la condición humanas como es asumida por este investigador, desde los presupuestos teóricos de Fuentes (2009).
Ese reconocimiento de la necesidad en la atención gerontogeriátrica y el desarrollo de la cultura pertinente a esa atención, es condicionado a nivel mundial, nacional y local por el inminente envejecimiento poblacional que comienza a demandar un proceso saludable y una longevidad satisfactoria. En Cuba además ocurren otros acontecimientos socio-salubristas relacionados, como la instauración de los círculos de abuelos, las casas de abuelos, la creación de los grupos municipales para la atención al individuo de la tercera edad, entre otros que fueron trazando pautas para la atención espiritual al gerónte en la comunidad.
Esas instituciones eran atendidas por médicos generales, trabajadores sociales, psicólogos entre otros, que a pesar de estar estimulados en la atención al paciente geriátrico, el envejecimiento como proceso que comienza mucho antes de los 60 años de edad era poco atendido como un proceso que mientras más o menos saludable sea, así será más o menos satisfactoria la longevidad, como dijera Martí: ..."Cuando no se ha cuidado del corazón y la mente en los años jóvenes, bien se puede temer que la ancianidad sea desolada y triste"...
Por otro lado en el periodo, se comienza la formación del Médico General Básico (MGB), iniciándose gestiones formativasen relación con los contenidos de la cultura gerontogeriátrica, profundizándose en las competencias generales de todos los profesionales de la salud, identificadas con la prevención, promoción, curación y rehabilitación de salud en los componentes socio-laborales docentes, asistenciales, científicos investigativos, gerenciales y extensionistas, pero todavía la atención a lo espiritual, a la dignidad, a la bondad, a la honradez  y al decoro era insuficiente.
Una cuestión importante a señalar es que en este periodo, la década del noventa constituyó una etapa de crisis en todas las esferas del país, cuyos avatares muchos han sufrido  en todos los sentidos, por un lado se desmotivó la formación de profesionales en todos los niveles y esferas, incluyendo la formación gerontogeriátrica, se deterioran las intervenciones asistenciales de los profesionales de la salud para con la sociedad, la condición humana en su totalidad se ve afectada, se deterioran los valores, se desestimula en sentido general la apropiación de la cultura en la sociedad y aunque es la década en que la Universidad del Adulto Mayor tiene un empuje (Clemente: 2007, 2010 y García Tamayo: 2012) y se crean algunas salas y servicios de gerontogeriatría como la del Hospital en Contramaestre, merma además la atención espiritual y la sensibilidad humana.
No se puede dejar de mencionar la II Revolución Educacional que en esa época fue sentando las bases estructurales para ocuparse en la actualidad de un mejor desarrollo cultural en salud gerontogeriátrica en la labor comunitaria que desarrollan estos profesionales en su práctica asistencial, como un medio de formación en ejercicio de la profesión.
Otra cuestión a la que no se le puede negar su influencia es la revolución científico-técnica en este periodo, que comienza a tener auge en nuestro país, fundamentalmente con la aparición y desarrollo  de la época digital y los programas lógicos educativos, así como el desarrollo de las TICs (Tecnología de la Informática y de las Comunicaciones), lo que también se convierten en premisas indispensables para la posterior sistematización y generalización de la cultura en salud gerontogeriátrica con un carácter más totalizador en las intervenciones asistenciales, destinadas a la prevención, promoción, curación y rehabilitación de la salud. Estos avances tecnológicos condicionaron por otro lado una tendencia a la deshumanización en salud.

  1. Del 2000 hasta la actualidad: (desarrollo cultural en relación a la atención social, aún insuficiente en los aspectos espirituales)

A partir del 2000 ocurre en Cuba la III Revolución Educacional, esta vez focalizada a la educación superior, materializada en salud pública primero con el programa Revolución en la APS destinado a una remodelación de los policlínicos comunitarios en policlínicas generales integrales con nuevas atenciones, incluyendo las urgencias médicas, los estudios endoscópicos, las salas de fisioterapias entre otros.
Se precisó gestionar entonces un conjunto de cursos y diplomados para enfrentar este proceso, lo que condicionó el diseño y la oferta de maestrías de amplio acceso para la Atención Primaria de Salud (APS), entre la que se encontraba la de Longevidad Satisfactoria, Urgencia Médicas, Atención Integral a la Mujer y al Niño, Atención Estomatológica, entre otras; en las cuales  este investigador se ve inmerso, constatando que le faltaban sustentos teóricos y praxiológicos que vincularan la formación al pleno ejercicio profesional en la asistencia comunitaria, así como su relación con los aspectos espirituales, el decoro, la dignidad y la sensibilidad humana.
Posteriormente se desarrolla la Universalización y Municipalización que se concreta en el contexto de la salud pública con las creaciones de las Sedes Universitarias Municipales (SUM) en el 2003,  luego en el 2004 con la fundación del Proyecto Policlínico Universitario (PPU), en las cuales este investigador fue partícipe. Esto condicionó, la formación de profesionales de la salud de manera extensiva en contextos diferentes hasta los que en ese momento se venían efectuando y por tanto en condiciones históricas-sociales y culturales concretas y diferentes, lo que trajo consigo transformaciones profundas en los programas y los planes de estudios, con las creaciones de los llamados “nuevos modelos pedagógicos” que adolecen de una concreción didáctica propia que vincule la formación del profesional con las intervenciones asistenciales en la comunidad y la atención a la esencia y condición humanas.

El estudio histórico lógico devela a manera de resumen una tendencia  que transcita de una etapa de no consideración de los problemas humanistas y sociales en el estudio y la atención espiritual gerontogeriátrica, a una en la cual aunque se reconoce la necesidad aún es insuficiente y poco contextualizada a la formación en el propio ejercicio comunitario del profesional de la salud. Esto  permite transitar hacia nuevos estadíos en la gestión formativa del profesional de la salud, sustentados en la esencia y la existencia del humano.