LA TÉCNICA DIDÁCTICA DEL BUEN HUMOR Y SU INCIDENCIA EN LA CALIDAD DE LOS APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ. 2015

LA TÉCNICA DIDÁCTICA DEL BUEN HUMOR Y SU INCIDENCIA EN LA CALIDAD DE LOS APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ. 2015

Edison Ruben Zambrano Cedeño
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú

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El sentido del humor ético como una actitud positiva
El concepto del buen humor se utiliza en muchas ocasiones para referirse a un “sentido” (Carbelo) que se posee junto a otros, por similitud con la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Siguiendo con esa analogía, cabe, por tanto, distinguir entre lo que ahora se ve y la capacidad de ver, entre lo que ahora se oye y la capacidad de oír. Lo mismo ocurre con el buen humor.
La percepción de lo cómico es un fenómeno puntual, que afecta a un hecho concreto, en un momento concreto, y que, por sus características, es capaz de hacer sonreír o reír.
El sentido del humor, en cambio es una capacidad para percibir tanto ese fenómeno, como otros muchos, como cómicos. Y la posesión de esa capacidad permitirá también hacer o decir cosas graciosas, en la medida en que se cultive las destrezas para hacerlo.
Pero el sentido del buen humor es más complejo que los otros sentidos básicos. Un ejemplo de esa complejidad es que la posesión de esta capacidad y su ejercicio habitual, llevan a convertir el sentido del buen humor en una “actitud ante la vida”
El sentido del buen humor está relacionado con vivir con alegría la vida a partir de lo que sucede en ella.
Puesto que es una “actitud ante la vida” es de gran interés para la ética. Lo importante, desde el punto de vista ético, es aprender a cultivar ese sentido del buen humor éticamente, para que esa “actitud ante la vida” sea realmente armoniosa con aquellos que rodean a esa persona y que, por tanto, la alegría que produce no esté basada, por ejemplo, en la percepción de la injusticia como algo agradable, sino en valores éticamente positivos.
Begoña Carbelo (2010), enfermera, dice: “La persona que tiene buen humor tiene un alto grado de autoestima, lo que le permite ver sus imperfecciones y no desea sentirse superior a otros”. Puesto que hay personas que ríen de otras, Carbelo se estaría refiriendo, implícitamente, a las ventajas de disponer de un “sentido del humor ético”. Carbelo, que no habla explícitamente de “humor ético”, soluciona la cuestión de cómo enfrentar el hecho de su uso inapropiado diciendo que “no deben considerarse como un ejemplo de humor los chistes agresivos, porque el humor nunca sería agresivo”. Pero no aclara cómo se debería llamar a ese fenómeno si no se puede llamarlo “humor”. Creo que resulta más adecuado para la conceptualización del fenómeno distinguir entre el “humor” en general, y el “humor ético” en particular.
Garanto define el humor de este modo: “es el estado de ánimo más o menos persistente y estable, que baña equilibradamente sentimientos, emociones, estados de ánimo o corporales, surgentes del contacto del individuo (corporalidad y psique) con el medio ambiente y que capacita al individuo para, tomando la distancia conveniente, relativizar críticamente toda clase de experiencias afectivas que se polaricen, bien sea hacia situaciones eufóricas, bien sea hacia situaciones depresivas” (Garanto, 1983). Garanto, en realidad, con esta definición, ofrece algunas de las características del “humor ético”, cuyos rasgos conviene aclarar.
El buen humor ético tiene que ver con la armonía con el mismo ser y con los demás, pero, ¿cómo actúa este tipo de humor para conseguir la armonía? En otros trabajos, existen las teorías clásicas sobre las causas del buen humor (teoría de la superioridad, teoría de la incongruencia y teoría de la liberación de la tensión), y se puede resumir las aportaciones de los filósofos clásicos a este tema, tarea que ha realizado con más profundidad John Morreall.

2.1.5 El sentido del humor como fortaleza
Para lograr comprender el buen humor como una fortaleza, de carácter central se debe conocer ¿Qué son las fortalezas? Las fortalezas son rasgos de la personalidad duraderos y positivos que aportan sensaciones placenteras y gratificantes. El buen humor puede considerarse entonces como un rasgo positivo ya que hace que la persona que lo tiene pueda experimentar la risa y el placer subjetivo asociado a ella, así como los beneficios psico-físicos vinculados a esta, más frecuentemente.

Antes de continuar, se debe dejar claro que las fortalezas forman parte de la psicología positiva y aunque con las capacidades comparten muchas similitudes, una de las diferencias clave que las fortalezas son rasgos morales y las capacidades no. Además las capacidades no son tan fácilmente adquiribles como las fortalezas. Es decir, las fortalezas pueden forjarse incluso a partir de unos cimientos muy débiles, con la suficiente práctica, formación y dedicación, pueden desarrollarse satisfactoriamente. Por el contario, las capacidades son más innatas y aunque se puedan mejorar con entrenamiento, estas mejoras serán avances de una capacidad preexistente. Además, las capacidades son relativamente automáticas, mientras que las fortalezas implican voluntad. Por lo tanto, las capacidades no pueden adquirirse por medio de la voluntad, las fortalezas sí.

“La consideración del buen humor como fortaleza y no como capacidad es, desde el punto de vista, importante ya que implica que se podrá adquirir y aprender con la práctica y la formación adecuadas”. (Liébana Cristina, 2014, pág. 26-27)

Después de analizar este fragmento se puede definir que el buen humor es una fortaleza que posee y puede adquirir una persona, con el fin de satisfacer significativamente la vida de otras de su medio social y cultural, de forma general se puede decir que el trabajo basado en el buen humor de las personas puede mejorar el bienestar humano.

En el ámbito educativo los docentes son quienes deben de trasmitir aquellos aspectos relevantes para la adquisición de nuevos conocimientos, por ello el buen humor está relacionado con la creatividad ya que permitirá producir cosas nuevas, llegar a conclusiones e ideas novedosas para resolver problemas de forma original. Por ello se puede determinar claramente que el buen humor se adapta a todos los aspectos necesarios y esenciales para lograr nuevos conocimientos y así el liderazgo profesional de quienes adquieren los aprendizajes.

“El buen humor, como la importante destreza de comunicación que es, puede considerarse potencialmente útil para los líderes. Por ejemplo, el uso del buen humor, podría ser beneficio para enseñar y clarificar las tareas de trabajo, ayudar a motivar y modificar conductas, promover el afrontamiento creativo de estrés y en general hacer más positivas y menos tensas las interacciones entre el directivo y los subordinados” (Liébana Cristina, 2014, pág.  31-32)

Como lo sustenta Cristina el buen humor es una destreza de comunicación que se puede utilizar en todos los ámbitos de la sociedad y debe ser transmitido como facilitador de relaciones interpersonales y por ende del bienestar personal y la felicidad. El buen sentido del humor es considerado así como un arma capaz de modificar y reformar la sociedad, por su gran forma de comunicar múltiples significados.

2.1.6 Las virtudes éticas que promueven el buen humor
Según Morreall (2010), el buen humor promueve las siguientes virtudes éticas:
1.- Paciencia
Viendo las cosas con sentido del humor no se espera que ocurran a la velocidad que gustaría.

2.- Tolerancia
El humor correlaciona con la apertura de mente y, en las interacciones sociales, la voluntad de ver las cosas de modo diferente hace entender mejor a otras personas, lo que piensan, y cómo actúan. De este modo, el humor puede ayudar a reducir fricciones sociales. Sammy Basu (1999: 147-172) ha examinado cómo el humor promociona la tolerancia religiosa.

Un ejemplo es el de aquel hombre, cuyo padre era judío pero su madre no, y a quien no le dejaban ser miembro de un club de golf en tiempos del nacismo. Pidió hablar con el presidente del club para hacerle una pregunta. La pregunta era la siguiente: “Puesto que soy sólo medio judío, ¿puedo pertenecer al club si sólo juego nueve hoyos?” El presidente comenzó a reír y le admitió en el club.

3.- Amabilidad

Hacer gracias permite a las otras personas relajarse y no sentirse amenazadas. Una persona que es corregida con gracia es más probable que escuche el mensaje y actúe en consecuencia. Un ejemplo contrario es cuando alguien amenaza a otros con acciones legales cuando se siente injustamente tratado. Esto hace a la gente ponerse a la defensiva, de modo no razonable e incluso hostil.

4.- Humildad

Cuando una persona se ríe de sí misma puede salvar situaciones conflictivas y es apreciado por los demás.

5.- Perseverancia

Cuando se combina la humildad con la paciencia, cuando se ve desde una perspectiva cómica, es menos probable que se sientan superados por la frustración. Thomas Edison intentó más de 10.000 combinaciones de materiales hasta llegar a inventar la bombilla. Cuando se le preguntó si se sentía triste por todos esos intentos fallidos respondió: “No, yo simplemente aprendí miles de modos de cómo no hacer una bombilla”.

6.- Coraje

Ocurre cuando la perseverancia opera en situaciones de peligro. Algunos ejemplos evidentes ocurrieron durante el Holocausto. Como cuenta Steve Lipman (1991) en su libro Laughter in Hell, por ejemplo, en los ghettos, la obra principal de Hitler no era conocida por su verdadero título Mein Kampf (mi lucha) sino por Mein Krampf (mi calambre).

Morreall concluye que el buen humor promociona muchas virtudes, y aquellos que carecen de este tipo de humor virtuoso están en serio riesgo de ser meros pedantes.

Habiendo aplaudido al buen humor por su asociación con muchas virtudes, Morreall añade que, no obstante, ese vínculo no es universal. No hay una conexión necesaria entre el buen humor y las virtudes, como no lo hay entre el buen humor y los vicios. Hay buen humor que implica egoísmo, intolerancia y crueldad. El buen humor no es esencialmente ni virtuoso, ni vicioso.

De esta afirmación se puede extraer que el buen humor que fomenta las virtudes es un tipo específico de humor, que se le puede llamar el “humor ético”.

Pero la ética del humor no sólo consiste en reconocer que expresa el carácter (De Sousa), que ha de criticar su uso incorrecto, por ejemplo, en la consolidación de prejuicios (Boskin), y que es el que fomenta virtudes. La ética del humor también tiene, como tarea, la de criticar los vicios de la sociedad y contribuir a la construcción de una sociedad más ética, como puede extraerse de las propuestas de Simon Critchley.