LA TÉCNICA DIDÁCTICA DEL BUEN HUMOR Y SU INCIDENCIA EN LA CALIDAD DE LOS APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ. 2015

LA TÉCNICA DIDÁCTICA DEL BUEN HUMOR Y SU INCIDENCIA EN LA CALIDAD DE LOS APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MANABÍ. 2015

Edison Ruben Zambrano Cedeño
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú

Volver al índice

El buen humor percibe y muestra lo cómico, provocando hilaridad
Partiendo de las conclusiones de otros trabajos que se han publicado con anterioridad (Siurana, 2012 y 2013), se considera que, para delimitar el objeto de estudio de este tema, se puede comenzar definiendo de este modo cinco conceptos nucleares:

  • El buen humor es la capacidad para percibir o mostrar algo como cómico y, como consecuencia de ello, para activar la emoción de la hilaridad.
  • La hilaridad es la emoción placentera relacionada con la alegría que se expresa mediante la sonrisa o la risa, provocada principalmente por algo cómico que el buen humor es capaz de percibir, aunque puede estar provocada por otras causas, como las cosquillas.
  • La sonrisa es la expresión física de hilaridad de intensidad baja (se arquean los labios).
  • La risa es la expresión física de hilaridad de intensidad alta (carcajadas moderadas) o de intensidad muy alta (carcajadas estrepitosas).
  • La comicidad es la cualidad de los seres vivos y cosas que, al ser captada por alguien con capacidad para percibirla, provoca la emoción de la hilaridad. A esta cualidad también se le llama gracia, y a lo que la posee, cómico o gracioso.

Para establecer la relación entre estos cinco conceptos, se puede concluir que el buen humor percibe o muestra lo cómico, provocando hilaridad, que se expresa a través de la sonrisa o la risa.

El buen humor es universal y ha de saber utilizarse para criticar y mejorar éticamente las propias costumbres, por ello:

  1. El buen humor permite criticar las costumbres como si se las viera desde fuera.

El buen humor es una constante antropológica, universal y común a todas las culturas, pues no se ha descubierto ninguna sociedad sin buen humor.

Es una de las condiciones para adoptar una posición crítica respecto a lo que se considera vida cotidiana. Es una forma de antropología social crítica, que desmitologiza lo exótico e invierte la noción del sentido común que se tiene en la sociedad.

El buen humor es una práctica que se da una perspectiva extraña de las prácticas. Deja ver el mundo como si se hubiera llegado de otro planeta. El cómico es el antropólogo de las monótonas vidas cotidianas.

  • El buen humor es universal, aunque en cada cultura puede haber códigos diferentes sobre lo que se ríe.

La mayoría de los estudios sobre el buen humor, los chistes y lo cómico entienden que el buen humor es universal. Al parecer nunca ha habido culturas sin risa, aunque la variedad y la intensidad del buen humor difieran dramáticamente.

Pero el buen humor utiliza normalmente un lenguaje que es local y el sentido del humor suele tener un contexto bastante específico. Por eso el buen humor es terriblemente difícil de traducir. Salvo las comedias mudas, como las de Chaplin o Mr. Bean, el humor verbal es difícil de traducir. Y un chiste explicado es un chiste estropeado.

Critchley (2010) escribe: «El buen humor es una forma de conocimiento cultural del miembro de un grupo y, de hecho, podríamos decir que es eficaz como mecanismo de defensa lingüística». Tener un sentido común del humor es como compartir un código secreto.

Al escuchar un chiste presupongo un mundo social compartido, con cuyas formas la práctica del chiste se dispone a jugar. Por eso, en ocasiones, se fracasa al intentar contar un chiste en una lengua extranjera. Wittgenstein (1980: 83) lo señala así: “¿Qué supone para las personas no tener el mismo sentido del humor? No reaccionan debidamente entre sí”.

El buen humor devuelve a la condición física y la animalidad, también devuelve a la localidad, a un ethosespecífico y circunscrito. Devuelve al lugar del que se viene, ya sea un vecindario concreto o la abstracción de un Estado-nación. El sentido del humor es a menudo lo que une de la manera más fuerte a un lugar específico.

  • Desde la cultura propia, en ocasiones utilizamos el buen humor como superioridad para criticar a los miembros de otras culturas.

El ethos del lugar se expresa, a menudo, al reirse de quienes no son como el que cuenta. En Inglaterra a los irlandeses suele describírseles como estúpidos y a los escoceses como sagaces. Los franceses se ríen de los belgas, los belgas de los holandeses y éstos les devuelven la risa.

El “humor étnico” es la risa de superioridad criticada por Hobbes (1992: 46) o la gloria repentina por nuestra eminencia ante la estupidez ajena.

  • El uso ético del buen humor, arraigado en lo local, consistiría en utilizarlo como crítica de nosotros mismos y de nuestro propio pueblo.

El buen humor es lo que devuelve a lo local, a un ethos específico que con frecuencia se identifica con un pueblo en particular que posee una serie de costumbres y características compartidas. En opinión de Critchley no se debería esquivar la naturaleza relativista del buen humor, pero no para concluir que, por lo tanto, “todo vale”, sino para utilizarlo como una herramienta pegada a la realidad contextual, capaz de lanzar las críticas oportunas a las costumbres cotidianas. Así es como parece entender la función del humor cuando se pide que se tenga el valor de asumir “el provincianismo” o el “localismo”.

Cuando las personas se ríen de su propio pueblo, el buen humor dice entonces algo de lo que se es realmente, y puede ser también un recordatorio de que tal vez no sea la persona o el pueblo que les gustaría ser.

Una vez comprobado que el “humor ético” contribuye a transformar una sociedad, la última característica que es importante atribuirle es la de orientar correctamente. Habría, por tanto, que recordar la importancia de “reír con razón”.