El buen humor percibe y muestra lo cómico, provocando hilaridad
Partiendo de las conclusiones de otros trabajos que se han publicado con anterioridad (Siurana, 2012 y 2013), se considera que, para delimitar el objeto de estudio de este tema, se puede comenzar definiendo de este modo cinco conceptos nucleares:
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Para establecer la relación entre estos cinco conceptos, se puede concluir que el buen humor percibe o muestra lo cómico, provocando hilaridad, que se expresa a través de la sonrisa o la risa.
El buen humor es universal y ha de saber utilizarse para criticar y mejorar éticamente las propias costumbres, por ello:
El buen humor es una constante antropológica, universal y común a todas las culturas, pues no se ha descubierto ninguna sociedad sin buen humor.
Es una de las condiciones para adoptar una posición crítica respecto a lo que se considera vida cotidiana. Es una forma de antropología social crítica, que desmitologiza lo exótico e invierte la noción del sentido común que se tiene en la sociedad.
El buen humor es una práctica que se da una perspectiva extraña de las prácticas. Deja ver el mundo como si se hubiera llegado de otro planeta. El cómico es el antropólogo de las monótonas vidas cotidianas.
La mayoría de los estudios sobre el buen humor, los chistes y lo cómico entienden que el buen humor es universal. Al parecer nunca ha habido culturas sin risa, aunque la variedad y la intensidad del buen humor difieran dramáticamente.
Pero el buen humor utiliza normalmente un lenguaje que es local y el sentido del humor suele tener un contexto bastante específico. Por eso el buen humor es terriblemente difícil de traducir. Salvo las comedias mudas, como las de Chaplin o Mr. Bean, el humor verbal es difícil de traducir. Y un chiste explicado es un chiste estropeado.
Critchley (2010) escribe: «El buen humor es una forma de conocimiento cultural del miembro de un grupo y, de hecho, podríamos decir que es eficaz como mecanismo de defensa lingüística». Tener un sentido común del humor es como compartir un código secreto.
Al escuchar un chiste presupongo un mundo social compartido, con cuyas formas la práctica del chiste se dispone a jugar. Por eso, en ocasiones, se fracasa al intentar contar un chiste en una lengua extranjera. Wittgenstein (1980: 83) lo señala así: “¿Qué supone para las personas no tener el mismo sentido del humor? No reaccionan debidamente entre sí”.
El buen humor devuelve a la condición física y la animalidad, también devuelve a la localidad, a un ethosespecífico y circunscrito. Devuelve al lugar del que se viene, ya sea un vecindario concreto o la abstracción de un Estado-nación. El sentido del humor es a menudo lo que une de la manera más fuerte a un lugar específico.
El ethos del lugar se expresa, a menudo, al reirse de quienes no son como el que cuenta. En Inglaterra a los irlandeses suele describírseles como estúpidos y a los escoceses como sagaces. Los franceses se ríen de los belgas, los belgas de los holandeses y éstos les devuelven la risa.
El “humor étnico” es la risa de superioridad criticada por Hobbes (1992: 46) o la gloria repentina por nuestra eminencia ante la estupidez ajena.
El buen humor es lo que devuelve a lo local, a un ethos específico que con frecuencia se identifica con un pueblo en particular que posee una serie de costumbres y características compartidas. En opinión de Critchley no se debería esquivar la naturaleza relativista del buen humor, pero no para concluir que, por lo tanto, “todo vale”, sino para utilizarlo como una herramienta pegada a la realidad contextual, capaz de lanzar las críticas oportunas a las costumbres cotidianas. Así es como parece entender la función del humor cuando se pide que se tenga el valor de asumir “el provincianismo” o el “localismo”.
Cuando las personas se ríen de su propio pueblo, el buen humor dice entonces algo de lo que se es realmente, y puede ser también un recordatorio de que tal vez no sea la persona o el pueblo que les gustaría ser.
Una vez comprobado que el “humor ético” contribuye a transformar una sociedad, la última característica que es importante atribuirle es la de orientar correctamente. Habría, por tanto, que recordar la importancia de “reír con razón”.