PROPUESTA DE  MICRORREGIONALIZACIÓN  TURÍSTICA DE LOCALIDADES DEL MUNICIPIO DE COYUCA DE BENÍTEZ, GUERRERO. MÉXICO

PROPUESTA DE MICRORREGIONALIZACIÓN TURÍSTICA DE LOCALIDADES DEL MUNICIPIO DE COYUCA DE BENÍTEZ, GUERRERO. MÉXICO

Teresa de Jesús Rivas Pérez
Universidad Autónoma de Guerrero, México

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2.2.2. El Desarrollo Local
Díaz y  Ascoli (2006) señalan que el origen del Desarrollo Local, como estrategia deliberada, se ubica en Europa en la década de los ochenta. Es una respuesta de los agentes locales a los desafíos que presentan los procesos de reestructuración y ajuste económico e integración europea en el marco de las transformaciones del sistema capitalista y la fragilidad de los sistemas productivos y sociales locales.

La promoción del Desarrollo Local se dio a partir de esa década desde las demandas y necesidades de los desempleados y los excluidos del mercado formal de trabajo. Los criterios que aplicaron exitosamente fueron: la cooperación entre los agentes económicos y sociales locales, consenso en el plan estratégico general, un sistema abierto de consulta y discusión, programas operativos con presupuesto asignado, instrumentos de aproximación y análisis de la realidad.

Los agentes sociales y económicos con el interés común de defensa ante los problemas de desempleo y deterioro económico y el bienestar social así como el afán de dinamizar su región, impulsan estrategias que promueven la actividad económica, e interrelacionan lo social y medioambiental, con énfasis en la inversión de la formación y cualificación profesional.
Los autores (Díaz y  Ascoli 2006) mencionan con respecto al desarrollo territorial que es un proceso que puede realizarse en diferentes ámbitos o escenarios geográficos, donde la delimitación del territorio es convencional. El desarrollo regional se localiza en un ámbito geográfico de desarrollo denominado región y combina tres dimensiones: la espacial, la social y la individual. Busca la transformación sistemática del territorio a través del progreso de una comunidad; el fortalecimiento de la sociedad civil; el sentimiento de pertenencia regional hasta el progreso de cada individuo para su realización como persona.
El Desarrollo Local se refiere a una localidad, a un marco territorial determinado, a un ámbito territorial inmediato, donde se impulsan procesos de cambio para el mejoramiento del bienestar colectivo. La localidad se concibe inserta en un espacio geográfico mayor, denominado región. En dicho proceso se comparten objetivos y visiones de largo plazo en un escenario cotidiano que facilitan las concertaciones y alianzas entre actores así como la planificación y gestión participativa.

Según Boissier el crecimiento puede ser inducido desde arriba y también desde abajo, pero el desarrollo se mostrará siempre como un proceso local, endógeno, descentralizado, capilar y continuo o discontinuo sobre el territorio (1999, en: Díaz y  Ascoli 2006).
Según Troitiño (2002, en: Díaz y  Ascoli 2006), el Desarrollo Local se entiende como la acción global de los actores locales con la finalidad de valorizar los recursos de un territorio.
Por otro lado, con respecto a la preeminencia de las decisiones tomadas por los actores locales sobre otras decisiones, Barreiro (2000, en: Díaz y  Ascoli 2006),  menciona que el territorio se convierte en espacio de flujos y espacios geográficos con influencia constante de los procesos globales, creando redes que modifican las distancias y los efectos de las decisiones mismas.

 El Desarrollo Local tiene que ver con las acciones que, tomadas desde el territorio, incrementan la creación de valor, mejoran las rentas, aumentan las oportunidades de empleo y la calidad de vida de los habitantes de la localidad. Estos objetivos no pueden ser abordados exclusivamente por la acción de las instituciones políticas, sino que son el resultado de la multiplicidad de acciones del conjunto de actores (económicos, sociales, políticos, tecnológicos) que operan y toman decisiones en el territorio o que, sin estar localizados en el territorio, inciden en él.

Por lo anteriormente expuesto se puede concluir, según Díaz y Ascoli (2006),  que  el Desarrollo Local es un proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que propicia un mejor nivel de vida para la colectividad, para lo cual desarrolla al menos cuatro dimensiones: la económica, la sociocultural, la política-administrativa y la territorial, donde el territorio juega un papel decisivo.
Ellos argumentan que la mejor forma para comprender el Desarrollo Local es considerar el enfoque sistémico. El sistema de lo local está conformado por un conjunto de elementos localizados y en interacción dinámica, dentro de los límites de un espacio físico determinado, organizados en función de un fin. El sistema, con relación a la interrelación de las personas, hace referencia a lo administrativo, lo político y lo social, además de lo cultural. Esto, para visualizar el sistema económico local, pero también comprende el sistema ambiental, social, económico y político de la localidad.

El enfoque sistémico del Desarrollo Local define el espacio local como un sistema integrado por un conjunto de subsistemas interrelacionados entre sí y con su medio ambiente, cuya finalidad es la satisfacción de necesidades de los diferentes subsistemas que le conforman. En el subsistema social interviene una sociedad local, configurando un espacio humano, en un ámbito de relación más inmediato, con creencias y valores que van a retroalimentar lo colectivo desde sus propios aprendizajes, con altos niveles de participación democrática para impulsar procesos de cambio que conduzcan al mejoramiento de su bienestar colectivo.

Con esa base sistémica, lo local se asocia al concepto de desarrollo endógeno, al desarrollo integrado y al desarrollo desde la base. Asigna especial importancia a la historia y a la cultura, incentivando el desarrollo que potencian los recursos y capacidades propias, unidas por la voluntad solidaria y participativa. Los conceptos esenciales que sustentan al sistema del Desarrollo Local son los de actores, territorio, cultura, sociedad, identidad, concertación, participación social y descentralización.
Dentro de los componentes del Desarrollo Local, generalmente se ubica al territorio, la sociedad y la cultura asignando un papel estratégico al territorio en la construcción de una identidad social, trascendiendo su enfoque espacial; a un escenario multidimensional que alberga procesos complejos diversos, históricos, políticos, económicos y sociales que conllevan al cambio social. Por ende, también es importante hacer referencia a los actores, a la importancia del capital social y a los valores, elementos que al interrelacionarse e interactuar dan lugar a las sinergias necesarias y fortalecen las estrategias que impulsan el Desarrollo Local.
El Desarrollo Local concibe al territorio como un factor y un agente clave del desarrollo, por constituir el medio en el cual se articulan las relaciones económicas, técnicas y sociales existentes en un ámbito geográfico determinado, representando un papel decisivo en la construcción de la identidad y de la cultura de las diferentes comunidades. El cambio tecno productivo, las diferencias geográficas, la competitividad territorial y locacional, junto a la reconversión de las estructuras sociales y económicas locales constituyen pilares fundamentales de los modelos de Desarrollo Local, desarrollando incidencias en los ámbitos regionales.
Al propiciar el cambio, el Desarrollo Local entiende la cultura social, técnica y productiva como factor generador de riqueza. La cultura territorial está vinculada a los procesos productivos, generación de empleo, innovación tecnológica y creación de riqueza, siendo fundamental para el desarrollo sostenible.  La expresión de la cultura puede contribuir a que se valore más el territorio aprovechando los recursos existentes como los siguientes:
• Recursos naturales, con función ecológica e instrumentos de dinamización socioeconómica.
• Recursos agrarios, con relación a los aprovechamientos tradicionales del territorio a nivel agrícola, forestal o ganadero, conforme su aporte al equilibrio territorial, su calidad ambiental y sus potencialidades.
• Recursos histórico-culturales, que aprovechan los vestigios de culturas anteriores ubicadas en el territorio, como recurso histórico turístico.
• Recursos ambientales que, mediados culturalmente, expresan la actitud ante el desarrollo y las nuevas generaciones, contribuyendo a la calidad de vida de las personas y los procesos que se desarrollan en el territorio.
• Recursos paisajísticos, que atraen al sector turismo y son favorecidos por territorios con elementos clave como el relieve, la diversidad biogeográfica, las formas de utilización del suelo y los cambios climáticos según las estaciones.
• Recursos etnológico-antropológicos, donde las costumbres y tradiciones de culturas existentes pueden ser atractivos turísticos o culturales.
• Recursos institucionales, vinculados al tejido territorial, para la canalización de iniciativas sociales y económicas, la coordinación y la toma de decisiones así como la gestión estratégica local.
Diferentes autores coinciden en señalar que los actores de un proceso de Desarrollo Local son las personas que residen y/o trabajan en un territorio determinado, las organizaciones de base, las organizaciones intermedias, las instituciones, las comunidades organizadas, el gobierno local, las empresas locales, el gobierno nacional en sus instancias locales, nacionales o regionales y la cooperación internacional, y otros actores de la sociedad civil. La interrelación de actores contribuye a la conformación de estrategias importantes, producto de alianzas y metas comunes, integración de esfuerzos y acciones, diferencias y complementariedades dentro de una complejidad y una regulación horizontal (territorial) diferente a la lógica vertical del crecimiento económico tradicional. En esa dinámica local, los diferentes actores tienen la posibilidad de realizarse, formarse, participar en la toma de decisiones, beneficiarse de las diferentes estrategias generadas y obtener su bienestar.

El capital social incluye las habilidades de los actores del Desarrollo Local para formular objetivos de mediano y largo plazo, además de impulsar trabajos conjuntos y definir objetivos comunes, supeditando las normas o intereses particulares a los colectivos, construyendo formas de trabajo conjunto, donde la confianza es importante para obtener los beneficios proyectados.  La identidad territorial constituye un factor fundamental en el capital social y se basa en la interacción, en la confianza y en la cooperación que facilita los referentes colectivos y las redes de solidaridad, con participación importante de la cultura. La identidad ya no se deriva de la simple pertenencia al territorio, sino de la comunidad de intereses y definición de objetivos que permitan alianzas, movilizaciones, proyectos comunes, adhesiones, organizaciones, etc.

Con respecto a los valores del desarrollo Local los autores establecen que entre ellos están: la cooperación, la confianza, la solidaridad y la participación, la identidad territorial y las alianzas, tanto al interior de las organizaciones como entre ellas. En todo modelo de desarrollo destacan las empresas que son innovadoras y competitivas, teniendo de fondo relaciones de cooperación y, no tanto, líneas jerárquicas establecidas. Ese no es un marco de comportamiento común entre las instituciones públicas. Los valores los fomentan los actores del Desarrollo Local, como parte de la cultura y enriquecen el capital social, facilitando la toma de decisiones, la planificación, la gestión y la evaluación del bienestar alcanzado, así como mediando en la interrelación con actores nacionales y globales.

El Desarrollo Local es una estrategia que puede facilitar el enfrentar los desafíos de la globalización y los Tratados de Libre Comercio, a partir de pensar lo global desde lo local. Optimiza las potencialidades locales con una visión sistémica que permite dinamizar el territorio con el aporte de los diferentes actores para alcanzar una vida digna, generando capacidades para combatir la pobreza, el desempleo, el desarrollo sostenible y la organización a través de la formulación de las políticas adecuadas en lo económico y social que validen y legitimen a los gobiernos locales, fortalezcan las identidades locales y la participación ciudadana. Con dicha estrategia es posible alcanzar elevados niveles de productividad, competitividad y sostenibilidad en el desarrollo (Díaz y  Ascoli 2006).
De acuerdo con De Franco (2000), quien afirma que para enfrentar el desafío de la superación de la pobreza  es necesario el Desarrollo Local Integrado y Sostenible (DLIS), ya que las desigualdades sociales y regionales, la exclusión social y las vulnerabilidades que asolan a gran parte de la población no podrán solucionarse únicamente con políticas compensatorias que aunque son necesarias, son insuficientes para países como los latinoamericanos. 

Él presenta cinco argumentos. En el primero expone que es necesario para superar las condiciones de pobreza de los países en desarrollo con una actuación capaz de mejorar los índices de habitabilidad, saneamiento, educación, mortalidad, nutrición, empleo y renta. Y puede ser posible hacerlo con bajas inversiones a fondo perdido pero generando nuevos recursos mediante la promoción del crecimiento económico apoyado en la dinamización de los potenciales endógenos, del fomento de la emprendedoriedad, del desencadenamiento de acciones colectivas y del voluntariado y las asociaciones.

En el segundo dice que el DLIS es necesario como una estrategia para estimular el crecimiento económico de las periferias internas desencadenando, simultáneamente, su desarrollo humano y social. Se trata de una estrategia para complementar, en la medida en que el efecto dinamizador de las estrategias macro,  como de los Ejes Nacionales de Integración y Desarrollo, difícilmente se traducirá en una aumento de las otras variables de desarrollo -como la riqueza o el acceso a la propiedad productiva, al conocimiento y al poder, o el empoderamiento de las poblaciones- en aquellas áreas no inmersas todavía en esta dinámica.

En el tercero expone la necesidad de implementar el DLIS como una estrategia contra-hegemónica  al proceso de globalización excluyente y que representa la capacidad de generar una agenda positiva de globalización, que mediante la colaboración ejercida al interior de las unidades socio-territoriales estimula que promuevan y asuman la conducción de su proceso de desarrollo; con la inserción competitiva de  localidades periféricas asociadas en redes de clusters sectoriales y territoriales, en mercados a los que no tendrían acceso, desarrollándose sin entrar en la lógica oligopolística, beneficiando con esa asociación el desarrollo humano y social a las localidades.

En el cuarto expone que el DLIS es también un modo de contribuir a la transición hacia un nuevo patrón de desarrollo sostenible, en el que se puede examinar nuevos softwares socio-productivos basados en nuevos "contratos naturales", nuevos patrones de producción y de consumo (por ejemplo el reciclaje) y se puede también ensayar nuevas estructuras de relación y adoptar nuevos comportamientos políticos y sociales acordes con las exigencias de este patrón más sostenible.

En el quinto y último expone al DLIS como una nueva forma de utopía y como una estrategia de transformación de la sociedad ya que el DLIS no existe sin  democracia, ciudadanía y sostenibilidad y la materialización de este compromiso en nuevas prácticas, en nuevas instituciones y en nuevos comportamientos innovadores desencadenados por el DLIS transformará las relaciones políticas y las estructuras sociales existentes.

Desde su punto de vista las dimensiones del DLIS que conforman sus argumentos están íntimamente relacionadas, sin embargo, no necesariamente se adoptarán todas juntas con la misma intensidad, dependerá de los actores que se dediquen a la promoción del mismo. (De Franco, 2000).