HABILIDADES INVESTIGATIVAS DE LOS EGRESADOS DEL POSTGRADO EN CIENCIAS SOCIALES,
EN EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN EN LÍNEA

HABILIDADES INVESTIGATIVAS DE LOS EGRESADOS DEL POSTGRADO EN CIENCIAS SOCIALES, EN EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN EN LÍNEA

Octavio Reyes López*
Universidad Continente Americano

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Revisión de la literatura

Esta revisión corresponde al marco teórico que dará soporte a la investigación.

1.1. Teoría primaria sobre la fundamentación filosófica

Para lograr un acercamiento al saber científico desde un enfoque teórico-social, así también para entender cómo se genera el conocimiento acumulado de toda la humanidad, es menester abordar el concepto de ciencia. Lewin (citado por Martínez, 2005) afirma que existe la urgencia por mejorar continuamente el conocimiento del hombre, así como ser muy críticos con aquello que se busca conocer y ese es el papel de la ciencia.
La ciencia no está caracterizada por un solo conjunto de saberes y conocimientos estructurados sistemáticamente, este cuerpo cognoscitivo se agrupa en diversos subconjuntos que se refieren a una parte de la realidad, los cuales se agrupan con base en un campo semántico con un denominador común, de forma tal que se busca adjudicar los constructos teóricos o las explicaciones de la realidad a una categoría en particular; de aquí surge el principio de interdisciplinariedad de la ciencia (Moreno, 2002).
El objetivo de la ciencia es estudiar la realidad bajo un enfoque multidimensional, reconociendo que la complejidad de la realidad puede estar vinculada a una contradicción lógica, ya que no es posible afirmar con toda certeza un considerando científico para todas las circunstancias en forma de ley, teoría o métrica, pues la realidad misma está ligada al azar, al caos o al desorden (Moreno, 2002). De facto, la ciencia no puede plantearse paradigmas simplificadores de la realidad, es decir que la idea de ciencia no es perfecta, porque tampoco perfecta es la realidad observada.
En la antigua Grecia, utilizaban el término “Gnosis” para designar al conocimiento en general; sin embargo, lo dividían en dos grandes tipos del saber: la “doxa”, que puede traducirse como la opinión o manera de pensar y la “episteme” para indicar que se trata de un conocimiento tan riguroso que termina por ser admitido. Adicionalmente al saber objetivo, los griegos también denominaron “tekhne” o ´técnica, al saber para transformar (Fullat, 1997). Así, algunos siglos más tarde, se desarrolla el concepto de ciencia con igual significante, pues en latín los romanos lo denominaron como “scientia”, que este término se traduce al italiano hoy en día como scienza, en francés y en inglés se escribe science, en el español es ciencia y en alemán se le denomina wissenschaft, todos estos términos tienen eminentemente el mismo significado.
En la opinión de Fullat (1997), carece de sentido inquirir cuál será la verdadera definición de ciencia; lo importante es que se entiende por el término de ciencia y comprender el paradigma de la misma iniciado por Galileo, el cual se prolonga hasta nuestros días y que se puede resumir de la siguiente forma:

De esta forma se observa por qué las Ciencias Sociales no disfrutan de un lugar cómodo en los saberes científicos, pues lo mismo aparece bajo el epígrafe de ciencias, así también bajo la etiqueta de las no-ciencias. La epistemología de las ciencias sociales no es un tema resuelto a satisfacción de todos. Como punto de orientación, puede indicarse que las ciencias se comportan como tal, cuando trabajan con la estadística o bien con documentos, pero que ofrecen procesos hermenéuticos al construir discursos más allá de la estadística o de la documentación (Fullat, 1997).
Por lo anterior, es importante mencionar que una teoría científica es un conjunto de leyes, hipótesis y hechos que constituyen una visión completa sobre un aspecto de la realidad; de esta forma, es posible explicarse una serie de fenómenos de manera objetiva, para posteriormente estos fenómenos ser explicados y comprendidos en toda su dimensión (Moñivas, 1994); es decir, que el concepto de teoría científica está asociado a la infalibilidad del método científico, al progreso permanente y a la objetividad que debe mostrar la ciencia; por ello, todo investigador deberá trabajar con una estructura metodológica que ofrezca replicabilidad, consistencia y rigurosidad en el hacer de la ciencia (Bertalanffy, 1987).
De acuerdo con Cárcamo (2005), el quehacer investigativo en las "ciencias sociales" ha estado marcado por una larga discusión sostenida entre dos posiciones paradigmáticas; éstas corresponden a la regida por el paradigma positivista y la sostenida por el paradigma humanista. Si bien ambas dirigen sus esfuerzos a un "macro objeto" común, la sociedad, poseen diferentes perspectivas para acercarse a ella, producto de la específica área de interés que cada una posee. A grandes rasgos podemos sostener que la investigación social centrada en el paradigma positivista tiene como principal preocupación el establecer leyes generales en torno a la ocurrencia de determinados hechos sociales. Por su parte, la posición sustentada en el paradigma humanista pone énfasis en la interpretación de los fenómenos particulares que acontecen en un contexto de tiempo y espacio definido. A continuación, se presenta una tabla con las diferencias entre ambos paradigmas investigativos.
En la construcción del marco teórico, es necesario hacer una revisión de literatura sobre la teoría primaria elegida; esto significa trabajar en la episteme, la cual corresponde a los saberes desarrollados por la humanidad de manera estructurada a lo largo de la historia y que resultan ser la base del conocimiento actual de las sociedades contemporáneas (Martínez, 2009). Seleccionar una escuela de pensamiento filosófico, para respaldar el armado y los resultados de una investigación, coadyuvará en la solidez de los argumentos esgrimidos que serán expuestos en las conclusiones (Reyes, Blanco y Chao, 2014). Habitualmente, los investigadores occidentales se apoyan en diversas escuelas filosóficas porque todas ellas han influido en la formación cultural a lo largo de los siglos, sin embargo es menester elegir aquella que mejor apuntala el tema de estudio.
En la siguiente tabla aparecen agrupadas las escuelas filosóficas en tres grandes columnas que ofrecen un primer acercamiento para su análisis y selección, en donde se busca que el investigador explore las diferentes corrientes del pensamiento filosófico.
El criterio empleado para la clasificación en columnas fue la percepción de los autores ante una aproximación con la respectiva episteme, la gnoseología o la teoría del conocimiento; no es una taxonomía al respecto; es una propuesta para observar si la escuela filosófica tiene una mayor orientación hacia el conocimiento mismo (epistemológica) o quizá posee una gran vocación hacia el estudio del hombre (ontológica) o tal vez si la corriente filosófica bajo análisis tiene una marcada tendencia para enfatizar la estructura de la investigación por desarrollar (metodológica). Es verdad que toda escuela filosófica posee las tres características ya citadas, pero esta clasificación tiene el propósito de apoyar el arranque de la fundamentación filosófica de la investigación (Reyes, Blanco y Chao, 2014; Martínez, 2009). 
La elección de la teoría primaria, por parte del investigador, sobre la fundamentación filosófica, dará sustento al desarrollo del proyecto, pues se está decidiendo de forma implícita una postura para acercarse al conocimiento; así también se manifiesta de manera implícita la interpretación que empleará para definir el concepto de hombre y con ello quedará pre-establecida la metodología que requiere para construir y validar el conocimiento (Reyes, Blanco y Chao, 2014). Las teorías primarias representan principios filosóficos en los cuales la comunidad científica está de acuerdo para ofrecer un soporte teórico a las investigaciones en desarrollo (Descartes, 1975).

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“La investigación se asemeja a los largos meses de gestación,
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