EL NIVEL DE EDUCACIÓN FINANCIERA DE LOS JÓVENES DE BACHILLERATO Y SU INFLUENCIA EN LA PERCEPCIÓN QUE TIENEN DE LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS. UN ESTUDIO EMPÍRICO EN XALAPA, VERACRUZ

EL NIVEL DE EDUCACIÓN FINANCIERA DE LOS JÓVENES DE BACHILLERATO Y SU INFLUENCIA EN LA PERCEPCIÓN QUE TIENEN DE LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS. UN ESTUDIO EMPÍRICO EN XALAPA, VERACRUZ

María Teresa de Jesús Zamora Lobato
Universidad Cristóbal Colón

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1.1.- Antecedentes del fenómeno a estudiar (El estado de la cuestión)
De acuerdo a los informes presentados por el Grupo de los 20 (G-20, 2012)  y por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 2005) la inclusión financiera es un tema de agenda mundial, el cual ha sido incluido en los programas estratégicos de los países integrantes de este grupo (Ramos, 2012). A decir de estos informes, la exclusión de los grupos más vulnerables va en ascenso en el actual escenario económico mundial, lo que conlleva a la necesidad global de incluir a amplios sectores sociales –millones de pobres y marginados agrupados en asociaciones, cooperativas o separados-, ubicados en los países menos desarrollados, bajo el paraguas de la imparable modernidad financiera que, de su parte, requiere expandir su horizonte para conquistar a sus clientes y hacerse de nuevos mercados (Banco Central de Ecuador, 2012).

El marco normativo presentado por el Grupo de los 20, detalla a la inclusión financiera y a la educación financiera, como el acceso a los servicios bancarios formales, generándose una serie de recomendaciones y normas elaboradas por la OCDE, enfocadas a la protección contra riesgos, con la finalidad de proporcionar una estabilidad y progreso a las familias, económicamente. Definiendo, las transacciones financieras como la base de la mayoría de nuestras actividades diarias, sin importar el nivel socioeconómico (G-20, 2012).

La inclusión financiera se ha ido consolidando cada vez más como una prioridad para las autoridades y reguladores internacionales del sector financiero, de tal forma que un número cada vez más creciente de países ha introducido amplias reformas, políticas y compromisos sociales para mejorar el acceso y uso de los servicios financieros de la población, considerando aspectos tales como el analfabetismo.

Los Líderes del G20 han incorporado en su agenda de desarrollo económico a la inclusión y educación financiera como herramientas fundamentales para apoyar a que las familias y las comunidades puedan salir de la pobreza.

El reporte presentado en el 2010 por el G20 expone los principios en materia de inclusión financiera, remontando a la creación del Grupo de Expertos en Inclusión Financiera (FIEG) durante la Cumbre de Líderes de Pittsburgh en 2009. Lo anterior con el objetivo de identificar y aplicar enfoques innovadores para mejorar el acceso a los servicios financieros hacia las personas de menores recursos, además de elaborar normas sobre acceso financiero, educación financiera, y protección de los consumidores.

A raíz de la última crisis financiera de 2008, el tema de Educación Financiera ha sido cada vez más reconocido y recurrente, tal y como lo señalan los “Principios de Alto Nivel para las Estrategias Nacionales de Educación Financiera”, los cuales fueron confirmados por los Ministros de Finanzas y Gobernadores de los Bancos Centrales de los países miembros del G-20 en su reunión del año 2013. En dicha reunión se reconoció la importancia y relevancia del trabajo que han realizado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Red Internacional de Educación Financiera (INFEF) en materia de educación financiera, definiéndola como una habilidad importante en la vida individual de las personas en la mayoría de las economías.

García, Grifoni, López y Mejía (2013), refieren el tema de la crisis financiera que atraviesan algunos países miembros de la OCDE, lo que trae consigo la imperiosa necesidad de que las personas sepan cómo manejar sus finanzas personales y beneficiarse de los mercados financieros más desarrollados. En este sentido, sugieren iniciativas de educación financiera que pueden convertirse en un complemento importante de los procesos de inclusión financiera y las medidas de reducción de la pobreza.

Por su parte Trias y Castelló (2011),  identifican en el Dictamen de iniciativa que emite el Comité Económico y Social Europeo, elementos que llevan a pensar que la educación financiera se puede convertir en un complemento importante en torno al comportamiento financiero individual. Esta situación ha llevado a los gobiernos reguladores y diversos actores privados a desarrollar una amplia gama de iniciativas de educación financiera. Atendiendo a estas consideraciones, se pueden implementar medidas de protección al consumidor financiero, para coadyuvar al fomento per se de una educación financiera.

De esta forma y dada la creciente complejidad y la falta de transparencia en el sistema financiero, la OCDE ha desarrollado los instrumentos de consultas necesarios, con el objeto de abordar las iniciativas más significativas de 70 países, con referencia en el tema de Educación financiera.
 La OCDE también ha señalado reiteradamente que el acceso que los ciudadanos tienen a la información económica y financiera, no asegura que puedan utilizarla provechosamente, dado que en su mayoría desconocen que existe, por lo que se requiere de mayor difusión o acciones tendientes para que la población usuaria conozca que ahí está esa información. Es decir, es necesario un esquema de educación financiera que busque satisfacer la complejidad de las necesidades individuales y explique los contenidos de los productos disponibles en el mercado.

De estas evidencias, el tema de la educación financiera o alfabetización financiera constituye un compromiso público por parte de los bancos centrales, autoridades financieras y organismos no gubernamentales entre otros, considerando que 2.7 billones de adultos en edad laboral a nivel mundial, no tienen acceso a servicios financieros formales (Banco Mundial, 2012) y que además sean las personas de menores recursos las más vulnerables, puesto que los ingresos que obtienen resultan en ocasiones impredecibles e incluso inciertos. A este respecto la administración de sus recursos deben hacerla cuidadosamente para satisfacer las necesidades diarias de comida y vivienda. Asimismo, los hogares de menores recursos también buscan invertir en oportunidades para la generación de ingresos adicionales, ahorrar para gastos mayores derivados de eventos importantes de la vida (matrimonios, muertes, educación) y protegerse contra necesidades imprevistas como las enfermedades (G20, 2012).

Además, cabe señalar que el Banco Mundial como uno de los organismos miembros activos en el tema de la inclusión financiera, ha contribuido con presentaciones sobre los diferentes enfoques y programas de educación financiera para población de bajos ingresos implementados alrededor del mundo, sin embargo, Miller (2012) señala que el Banco Mundial se enfoca o busca que la educación financiera logre efectuar un cambio en el comportamiento del cliente, en vez de enfocarse en proveerle de información respecto al tema. Para esto se ha tomado a la tarea de estudiar e identificar los elementos capaces de cambiar y de apoyar las buenas conductas financieras.

En la Cumbre de Cannes en noviembre de 2011, la Asociación Global para la Inclusión Financiera realizó un reporte en donde plasma amplias y específicas recomendaciones en materia de inclusión financiera a través de las cuales el G20 reconoció la importancia de apoyar la inclusión financiera, y con ello poder transformar las ideas en acción con el fin de lograr una visión de acceso universal en el uso de servicios financieros para la población.

Las recomendaciones en materia de inclusión financiera son relativas a la promoción de la instrumentación eficaz de los Principios de Inclusión Financiera Innovadora; la relación con los organismos internacionales emisores de estándares regulatorios; el lanzamiento del Programa de Financiamiento a las pequeñas y medianas empresas con apoyo al desarrollo de modelos y enfoques innovadores para abordar los desafíos y las limitaciones financieras específicas que enfrentan los países en desarrollo; y, la creación del Conjunto Básico de indicadores de inclusión financiera del G20.
           
Por su parte, el informe más reciente de la Asesora Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para el Desarrollo Financiero Incluyente, destaca que alrededor de 2,500 millones de adultos hoy en día se encuentran excluidos del sistema financiero. En dicho reporte, refiere el dato duro del Global Findex (2014) en el cual, en su base de datos del año 2014 señala que el 80 % de quienes viven con menos de US$2 al día, no tienen cuentas en ninguna institución financiera.

De acuerdo al Global Findex, tres cuartas partes de los pobres del mundo no tienen cuenta bancaria debido a la pobreza, los costos, las distancias de viaje y, a menudo, los difíciles requisitos que se necesitan cumplir para abrir una cuenta. Sólo el 25 % de los adultos que ganan menos de US$2 al día han ahorrado alguna vez en una institución financiera formal. La falta de servicios bancarios está vinculada con la desigualdad de ingresos: el 20 % de los adultos más ricos de los países en desarrollo tiene el doble de probabilidades de tener una cuenta formal. 

Prorrogando lo anterior, podemos observar que el tema sobre educación financiera es de interés mundial, pero sobre todo,  ha sido llevado a la agenda mundial porque es un elemento primordial para el desarrollo social de los países, y ayuda a formar personas financieramente competentes, dando como resultado las mejores decisiones en beneficio de su economía (Ruiz, 2011). La educación financiera reviste de especial importancia para las economías en desarrollo (emergentes) ya que son las que presentan actualmente índices muy bajos (e inclusive nulos en algunos casos), de inclusión financiera (CNBV, 2010).

Un argumento adicional, por ejemplo, es lo que menciona Lusardi (2008) en una nota publicada en el New York Times, en ella señala que el acceso que los ciudadanos tienen a la información económica y financiera no asegura que puedan utilizarla provechosamente, que es necesario un esquema de educación financiera que busque satisfacer la complejidad de las necesidades individuales y explique los contenidos de los productos disponibles en el mercado.

Por ende, el tema de la educación financiera o alfabetización financiera constituye un compromiso público por parte de los bancos centrales, autoridades financieras y organismos no gubernamentales entre otros. En referencia a lo anterior, Parkin (2004); Bernanke y Frank (2007), argumentan que un ciudadano mal informado y sin conocimientos básicos en economía o finanzas, no puede tomar una decisión adecuada sobre el consumo presente o futuro, sobre inversiones o gastos, porque requiere la información y los conocimientos técnicos que le permitan comparar los beneficios o utilidades marginales de cada opción.

Podemos observar que el tema de Inclusión Financiera ha sido tema de importancia a nivel nacional e internacional:  en los gobiernos de los países en el orbe, en los gobiernos locales para el caso de México, organizaciones internacionales como el Banco Mundial, El Grupo G-20, La Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE),  la UNICEF con el Movimiento Child and Youth Finance, El Comité Económico y Social Europeo para la Educación Financiera; y a nivel nacional, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), Banco Nacional de México (BANAMEX), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como otras instituciones de educación superior.

La educación financiera es considerada con mayor frecuencia como una destreza esencial para el bienestar social y económico, de ahí que, con el diseño de programas -como lo es en el contexto europeo-, sobre educación financiera acordes a los niños y jóvenes, constituyen un componente importante para la transición de la infancia a la edad adulta, lo cual favorece el desarrollo de las generaciones de ciudadanos económicos responsables financieramente en esta nueva era o siglo XXI. Por ello, es tan relevante mirar hacia el contexto internacional, para poder conocer qué se está haciendo en este tema de agenda.