EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EXPERIENCIAS URBANAS<br>
 Representaciones sociales de un sujeto ambiental en el escenario de una ciudad verde

EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EXPERIENCIAS URBANAS
Representaciones sociales de un sujeto ambiental en el escenario de una ciudad verde

Jorge Alirio Peñaloza Páez
Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela

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Movimientos sociales ambientales: nuevos grupos y organizaciones

Con el fin de reconocer las perspectivas que sobre Educación Ambiental, se manejan en escenarios alternativos.

Alcance de los movimientos sociales

En general, el estudio de los Movimientos Sociales implica el análisis del contexto donde estos emergen, su forma de comunicarse y al impacto que generan. Algunos autores como Jelin (2003) en su artículo La escala de acción de los movimientos sociales los describen como sistemas colectivos de reconocimiento social que expresan identidades colectivas y como intermediarios políticos no partidistas que traen las necesidades y demandas de las voces no articuladas a la esfera pública y las vinculan con los aparatos institucionales. Con los Proyectos regionales actuales en Latinoamérica, señala la autora, los movimientos sociales tienen la oportunidad de reforzar o ampliar su  rol, sus demandas, sus formas de acción para expresarlas y constituirse en sujetos colectivos, es decir, reconociéndose como grupo o categoría social.
De igual manera Raschke (1994) considera los movimientos sociales como “actor colectivo movilizador que, con cierta continuidad y sobre las bases de una alta integración simbólica y una escasa especificación de su papel, persigue una meta consistente en llevar a cabo, evitar o anular cambios sociales fundamentales” (p.124). Algunos elementos le son comunes: la movilización de apoyos es  una condición relevante para la existencia de un movimiento social; cierta continuidad para deslindar los movimientos sociales de episodios colectivos; alta integración simbólica caracterizada por un pronunciado «sentimiento de nosotros» como la moda, los modales, el lenguaje, los hábitos y los símbolos políticos; escasa diferenciación y fijación de sus papeles en comparación con las organizaciones formales.
 Otro experto en el tema es Touraine, quien en su artículo Los movimientos sociales (2006), distingue tres principios que fundamentan el movimiento social: la identidad, la oposición y la totalidad. El  principio de identidad se refiere a la definición del actor por él mismo, es el conflicto el que constituye y organiza al actor. Con el  principio de oposición, se trata precisamente de esta capacidad del movimiento para nombrar a su adversario. Un movimiento no se organiza sino nombrando a su adversario, aunque su acción no presupone esta identificación. Es el conflicto quien hace surgir al adversario y forma la conciencia de los actores involucrados en él. Las orientaciones comunes a estos dos adversarios llevan al  principio de totalidad. El movimiento obrero compartía así con los capitalistas los valores de la industrialización: la creencia en el progreso o la importancia de la producción y de la productividad. Los dos movimientos no oponían dos tipos totalmente distintos de sociedades, pero sí dos versiones conflictivas, opuestas, del mismo modelo industrial. Un movimiento social “… no puede ser jamás definido por un objetivo o un principio. Este no es más que la unión de estos tres componentes, juntos inestables, jamás completamente coherentes y casi siempre mezclados a otros modos de acción colectiva” (p. 261).
En el contexto de los Movimientos sociales surgen los Movimientos Sociales Ambientales, los cuales se orientan con un fin claramente delimitado como lo es la protección del medio ambiente.  El movimiento se presenta como una reacción frente a la destrucción de los recursos y la degradación ambiental provocados por el abuso tecnológico, el modelo de desarrollo imperante y su costo social y ecológico. Se aspira un desarrollo más igualitario y sostenido; es decir el movimiento nace como una acción colectiva de supervivencia.

Movimientos indígenas en escena

Ulloa (2004) en su texto La construcción del nativo ecológico. Complejidades, paradojas y dilemas de la relación entre los movimientos indígenas y el ambientalismo en Colombia, se refiere al papel de las organizaciones indígenas y los movimientos ambientalistas así como la construcción de las identidades indígenas ecológicas, cuáles han sido sus propuestas político ambientales y los efectos que estas han traído. En Colombia se crea el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC,  en 1971, lo que se constituye en fecha importante para el inicio de la participación en la vida política del país.  Según la autora, “Sus acciones les han permitido construir nuevas relaciones políticas y una mayor capacidad de negociación con el Estado, los sectores privados, otros grupos y movimientos sociales, al igual que con la guerrilla” (p.288).
Los fundamentos actuales de acción de la CRIC, los resumen en: (a) Recuperar la tierra de los resguardos y realizar la defensa del territorio ancestral y de los espacios de vida de las comunidades indígenas; (b) Ampliar los resguardos; (c)Fortalecer los cabildos Indígenas; (d) No pagar terraje; (e) Hacer conocer las leyes sobre indígenas y exigir su justa aplicación; (f) Defender la historia, la lengua y las costumbres indígenas; (g) Formar profesores indígenas; (h) Fortalecer las empresas económicas y comunitarias; (i) Recuperar, defender, proteger los espacios de vida en armonía y equilibrio con la Madre Tierra; 10. Defensa de la Familia, según lo transcriben en la página web del CRIC. El Primer Encuentro Indígena de Colombia se realizó en el Tolima en 1980, a fin de dotar al movimiento indígena de una estructura político organizativo así como la  creación de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC. Esta última realizó el Primer Congreso Indígena en 1982 cuyos  trabajos giraron alrededor de “los principios de Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía “.
La acción del movimiento indígena organizado es reconocido por la normativa colombiana de 1991, en su artículo 7, que reza: “El estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana”. El articulo 246…” Las autoridades de los pueblos indígenas podrán ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial, de conformidad con sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarios a la Constitución y leyes de la República…”. En el 329 norma sobre las entidades territoriales, en su Parágrafo se refiere a la explotación de los recursos naturales en los territorios indígenas que “se hará sin desmedro de la integridad cultural, social y económica de las comunidades indígenas. En las decisiones que se adopten respecto de dicha explotación, el Gobierno propiciará la participación de los representantes de las respectivas comunidades”.
Retomando a Ulloa quien expresa que el proceso de construcción de las identidades indígenas alrededor de lo ambiental colabora con el resignificado  de la política cultural nacional, al abrir nuevos espacios democráticos y cambiar la forma de hacer política. Al reconfigurar las identidades indígenas colectivas en torno a lo ecológico dos dinámicas están relacionadas con tales procesos como lo son el surgimiento de la "conciencia ambiental global" (p. 5), como respuesta a la crisis ambiental y económica expresada en el desarrollo sostenible y en los movimientos ambientalistas nacionales y globales.
Argumenta la autora las acciones políticas de los pueblos indígenas que los muestran cada vez más empoderados frente a los Estados, las agencias y corporaciones internacionales, en tanto que actores con creciente autonomía de gobierno sobre sus territorios y recursos, coinciden con la internacionalización del derecho ambiental y el multiculturalismo. La autora hace una presentación de la política cultural y ambiental de los pueblos indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta, las prácticas ecológicas de estos pueblos indígenas, aborda los aspectos de territorito, naturaleza, biodiversidad, desarrollo sostenible y participación-autonomía; las identidades étnicas y ecológicas, el espacio político que han ganado para confrontar ideas-fuerza hegemónicas como nación ciudadanía, desarrollo, democracia, ambiente y biodiversidad, para confrontar en suma la cosmología de la modernidad.
Continua la autora que las demandas de los pueblos indígenas se analizan a través de los documentos que en las últimas décadas éstos han producido en los “escenarios internacionales” (p.7) y que han ido consolidando un discurso con fuerza simbólica para confrontar la lógica hegemónica de regulación de espacios desde las concepciones indígenas de vida y territorio, en la medida en que reclaman autodeterminación en sus territorios con fundamento que les da ser reconocidos como “nativos ecológicos” (p. 8).La autora en su libro también hace referencia del proceso que ha llevado a los pueblos indígenas a situarse como actores importantes, haciendo énfasis en la incidencia que en ellos ha tenido la internalización de nueva identidades ecológicas, tras las cuales los indígena han fortalecido sus luchas por la defensa y recuperación de sus territorios.
La IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del AbyaYala (2009), resumida en la Declaración de Puno  abordó temas tales como los Estados plurinacionales, entendido como el reconocimiento de las variadas identidades culturales “que coexistimos como pueblos originarios” (p.1); la postura crítica sobre la entrega de los bienes naturales a través “de tratados de libre comercio, mega proyectos, militarización” (p.1), el despojo de los territorios indígenas y la represión contra líderes indígenas; la imposición de los sistemas educativos contrarios “ a nuestra cosmovisión ni responden a nuestras prácticas y necesidades”; la revalorización de los cosmos conocimientos. Se decidió construir un Tribunal de Justicia Climática que juzgue a las empresas transnacionales y los gobiernos cómplices que depredan la naturaleza, saquean sus bienes naturales y vulneran sus derechos, como el primer paso hacia una Corte Internacional sobre Delitos Ambientales. También constituir la coordinadora de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del AbyaYala; fortalecer sus sistemas de educación intercultural bilingüe y de salud indígena.

Para Bermúdez (2005), en el libro el dialogo de saberes y la educación ambiental enuncia como los indígenas tienen objetivos distintos a los de nosotros, conciben el mundo de otra manera, tienen otras representaciones, otra visión del mundo. La autora argumenta que hay que partir de la valoración de otras culturas que tienen aportes tan valiosos como los nuestros y que mediante el diálogo será posible construir otras nuevas realidades. Se hace necesario respetar y valora la  diversidad cultural acota la autora, contar con el conocimiento mutuo y la voluntad de comprensión para lograr una valiosa fertilización cultural.

Según la autora nosotros podemos adoptar muchas ideas indígenas para transformar nuestras representaciones, conductas, colaboración y respeto hacia la naturaleza ya que ellos se han apropiado de muchas costumbres occidentales dado que la cultura es un proceso de permanente cambio. Desde la visión occidental se percibe a la naturaleza como objeto externo a nosotros y susceptible de ser conocida, mediada, cuantificada, para la visión indígena en cambio, la realidad es simbólica y está allí presente. Siguiendo a la autora el indígena no representa al mundo,  sino que lo hace presente “simbólicamente por medio del ritual y la celebración” (p. 28), lo conoce a través de su vida misma vivencialmente, como la fiesta de la siembra y la cosecha de los Ingas, donde todos los miembros de la comunidad se reúnen para hacer surcos, siembras y agradecer a la “Madre Tierra” (p. 28) por los frutos y alimentos prodigados.

Para las comunidades indígena existe una visión integral entre hombre y naturaleza, el hombre es tan sólo parte de ella y no su artífice o modificador absoluto. Continúa la autora que lo ambiental permanece unido a un todo a la vida y acción de la comunidades, por lo cual su percepción del mundo y el manejo de los recursos naturales es inherente a su vivir y acontecer y no puede dividir o separar. Para los Iku, los Ingas y Wayuu la muerte es un estado de vida, a medida que se vive se muere, la vida y la muerte son momentos integrales de la existencia, con la muerte de lo viejo se termina un ciclo para dar paso a otro nuevo. Los ciclos son muy importantes en la vida de los seres humanos y de la naturaleza. El afirmar que todas las cosas tienen alma o albergan “espíritus” (p. 36), es la primera expresión de respeto de la especie humana hacia el resto de la naturaleza.

Para Estermann (1994), “el equilibrio armónico del ecosistema requiere de la reciprocidad de las acciones y la complementariedad de los actores” (p.134). El principio de complementariedad y reciprocidad tiene influencia en todos los campos de la vida de estas comunidades indígenas y permean su actuar cotidiano, los espíritus de los seres de la Naturaleza están atentos  a las formas de uso que hace el hombre de ellos. El indígena  está estrechamente ligado a la naturaleza porque forma parte de ella. Un cambio en la naturaleza también afecta al hombre y un cambio por parte del ser humano que altere o dañe los procesos naturales, conlleva trastornos en el ecosistema. Desde su cosmovisión el hombre indígena se constituye en el guardián y protector de la naturaleza y no en su amo y su dueño como sucede generalmente desde la visión occidental.

Así mimo el mencionado autor argumenta que “el indígena es agricultor, guardián no solo de la tierra y de los animales, sino de los ciclos ecosistémicos…  el trabajo…es un dialogo intimo e intensivo con la naturaleza, una oración a la madre tierra, un acto simbólico de carácter ritual”. , (p.199.  El hombre es el encargado de cuidar el ecosistema y la ética indígena, tiene la tarea de velar por el cumplimiento de esa función. En occidente a pesar de los logros de la ciencia y la tecnología dice la autora que hemos perdido la perspectiva humana y el alzo que nos une a la “madre tierra” (p. 41), al considerarnos superiores, dueños y depredadores y se hace necesario un replanteamiento conceptual y vivencial para que volvamos a considerarnos parte de la naturaleza y reencontrarnos con ella, estableciendo nuevos equilibrios en la relación sociedad-naturaleza.

En la Declaración de la II Cumbre Continental de Mujeres Indígenas (2013) se transcribe lo que el grupo reafirma, lo que se proponen y lo que exigen a los Estados:
 (1). Garantizar la participación de las mujeres indígenas en  la elaboración de Políticas Públicas.
(2). Crear las condiciones para que las mujeres accedan de manera efectiva a la justicia ordinaria, y establecer  junto con las autoridades indígenas mecanismos de  coordinación entre el Sistema Propio y el Sistema Ordinario.  
(3). Adoptar las Políticas Públicas que garanticen el derecho a la educación y a la salud, enfatizando en la salud sexual y reproductiva, y la prevención y el tratamiento del VIH desde una perspectiva  intercultural.
(4). Respetar los procesos de consulta previa, libre e informada según las normas y procedimientos propios de los pueblos, así como la no intervención del Estado en las decisiones comunitarias.   
(5). Exigir reparación integral y justa ante deuda ecológica, ambiental, histórica y social con los pueblos indígenas. 
(6). Reconocer y reparar los daños que las industrias extractivas causan en la vida de las mujeres indígenas y de sus familias.
(7). Que en todos los países  se  incluya los  derechos laborales  a las trabajadoras domésticas de todo el Continente, siendo muchas de ellas, mujeres indígenas, porque en el mundo ya se erradicó la servidumbre y la esclavitud.
(8). Detener los procesos de privatización de las semillas y el otorgamiento de patentes que atentan contra la vida de los seres humanos, como por  ejemplo: el caso de la leche materna.
La V Cumbre de los pueblos indígenas realizada en Panamá, en el marco de VII Cumbre de los Jefes de Estado y Gobierno de las Américas, se emitió la respectiva Declaración, que se inicia con las Consideraciones del grupo indígena sobre la discriminación sufrida a través de “injusticias impuestas a través del sistema legal” desde tiempos coloniales; la persistencia de “asesinato, desaparición física y persecución” de líderes indígenas enfrentados en la defensa de los territorios que les pertenecen; el recrudecimiento de la violación a sus derechos colectivos apoyados en nuevas formas de colonización política o económica. En esta ocasión se ratifican los contenidos de aquellas declaraciones que se han quedado en buenas intenciones y se plantean de manera firme el consentimiento mutuo ante la ejecución de megaproyectos que afecte el Buen Vivir; se valore el aporte del saber indígena y la diversidad lingüística; la protección y restauración de sitios sagrados, en fin  “la titulación, demarcación, saneamiento y protección de nuestras tierras, territorios y recursos” (p.2).