EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EXPERIENCIAS URBANAS<br>
 Representaciones sociales de un sujeto ambiental en el escenario de una ciudad verde

EDUCACIÓN AMBIENTAL EN EXPERIENCIAS URBANAS
Representaciones sociales de un sujeto ambiental en el escenario de una ciudad verde

Jorge Alirio Peñaloza Páez
Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela

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Representaciones sociales y educación ambiental

Como opción de aproximarse a las subjetividades sobre Educación ambiental. Significa la perspectiva desde dónde sujetar el fenómeno en estudio

Algunas definiciones sobre representaciones sociales

Para Moscovici “Las representaciones sociales son una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos” Moscovici, (1979, p 17-18).
Según Jodelet “Las representaciones sociales son una forma de conocimiento específico, el saber del sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio, designa una forma de pensamiento social” (1986, p 474).
Abric señala que “Una representación siempre es la representación de algo para alguien. Las representaciones surgen respecto a objetos específicos y varían según su naturaleza” (2001, p 12).
Con Ibáñez“… las representaciones producen los significados que la gente necesita comprender, actuar y orientarse en su medio social. En definitiva, las representaciones sociales parecen constituir unos mecanismos y unos fenómenos que son estrictamente indispensables para el desarrollo de la vida en sociedad” (1988, p 55).
Banchs  sostiene que “La representación social es una modalidad de pensamiento práctico que sintetiza la subjetividad social. Está orientada hacia la comunicación, la comprensión y el dominio de su entorno social” (1990, p 39).

Ideas fundamentales

Moscovici (1979) en su libro El Psicoanálisis, su imagen y su público, plantea que la representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación. Este tipo de pensamiento desempeña fusiones sociales específicas, orientando la interpretación, construcción de la realidad y guiando las conductas y las relaciones sociales entre los individuos. Para el mencionado autor, la representación social concierne a un conocimiento del sentido común, que debe ser flexible, y ocupa una posición intermedia entre el concepto que se obtiene del sentido de lo real y la imagen que la persona reelabora para sí.
Siguiendo al mismo autor, las representaciones sociales surgen cuando “el pensamiento del sentido común, basado en lo perceptivo,  recepciona toda la información acerca de los descubrimientos, las nociones y los lenguajes que la ciencia inventa permanentemente y……. como toda esa información se transforma e incide sobre la manera de ver el mundo y de actuar …” (p. 19). Es decir, nos brinda una manera de ver algunos sucesos y concebir teorías implícitas para establecer afirmaciones sobre individuos o sobre nuestra vida cotidiana. Una RS es un proceso y un producto, como proceso de construcción de la realidad social a la que contribuye a configurar el objeto que representa; como producto, es el conjunto de creencias, valores y conocimientos que entre otros aspectos comparte un grupo de sujetos en función de su pertenencia a un determinado  estatus social.
En cuanto a la teoría de las representaciones sociales, ha sido concebida en el interior de una disciplina, “la psicología social” (20), que tiene objetos teóricos, conceptos y procedimientos propios. En primer lugar, ha jugado un rol de proposición original en vistas a reinsertar la psicología social en el espacio social, gracias a una mirada específica, la mirada psicosociológica, articulando siempre en relación al mundo un sujeto y un alter Moscovici (1984). En segundo lugar, ofrece también herramientas conceptuales y metodológicas fecundas para el estudio de problemas sociales concretos. Sin embargo, no puede ser reabsorbida en las transferencias que se hacen en campos vecinos.
El fundamento mismo del paradigma de Moscovici se sigue pensando; la teoría no está acabada sino que hay que integrarla y adaptarla a los problemas. No es un modelo en abstracto dando una teoría del mundo. Pero hay que ver las diferencias en cuanto a cuáles son las teorías sobre cómo funciona la sociedad y que están subyacentes en otros paradigmas calificados de emergentes. Desde Durkheim la noción de representación tenía ese rol de ligazón del sujeto a su mundo de vida. Quiere decir que hay un mundo exterior de la conciencia, existe. Pero este mundo está construido a través de la vía de interpretación y de la construcción de los sujetos sociales. El paradigma de la representación busca convalidar la complejidad pero sin utilizar todos los instrumentos conceptuales de la teoría de la complejidad del caos, entre otros.
La saturación del papel del discurso en los diversos modelos lleva a una visión menos social del sentido que tienen las construcciones sociales. Decir que la construcción social del mundo proviene de la interacción y de la negociación de sentido puede volcarse a una forma metodológica que, aunque se diga lo contrario, podría llegar a una visión bastante individualista de lo que es lo social. Hay una gran crítica, característica del postmodernismo, que se opone a la división, a la distinción, al dualismo cartesiano de un mundo y su representación. Ahí hay diversos aspectos. La idea de la representación como puro reflejo, espejo de la realidad, nunca fue la concepción de Moscovici.
Moscovici describió dos procesos que explican cómo “lo social transforma un conocimiento en representación, y como esta representación transforma lo social”. Ambos procesos son: Objetivación: Lo social en la representación. Es una operación formadora de imagen y estructurante. “La representación permite intercambiar percepción y concepto a través de la imagen” (P. 22), o sea como inciden las estructuras sociales sobre la formación de las RS y de cómo intervienen los esquemas ya constituidos en la elaboración de nuevas representaciones. Al poner en imágenes las nociones abstractas, da una textura material a las ideas. Primero se da una selección: seleccionamos ciertos conceptos acordes a nuestra ideología y los separamos del contexto donde estaban. Segundo, se forma un núcleo figurativo, una estructura de imagen que reproducirá en forma visible una estructura conceptual. Tercero, el modelo figurativo adquiere propiedades humanas naturales. La objetivación tiene ese triple carácter, que es el paradigma de la objetivación: es una construcción selectiva, es una esquematización estructurante y produce una naturalización. Este modelo revela la tendencia del pensamiento social a proceder por medio de construcción estilizada, gráfica y significante. Tal construcción se subordina a un valor social, pero también responde a expectativas íntimas de las representaciones sociales.
El otro proceso que explica cómo lo social transforma un conocimiento en representación, es el Anclaje: La representación en lo social. Se refiere al “enraizamiento de la representación y su objeto”. La intervención de lo social se traduce en el significado y la utilidad que le son conferidos, o sea la forma en que los saberes y las ideas acerca de determinados objetos entran a formar parte delas RS mediante una serie de transformaciones.  Hay una integración cognitiva del objeto representado en el esquema preexistente afirma la autora. A diferencia de la objetivación, que es “la constitución formal de un conocimiento”, en el anclaje “hay una inserción orgánica de conocimiento dentro de un pensamiento constituido”. Articula así las tres funciones básicas de la representación: función cognitiva de ingración de lo novedoso, función de interpretación de la realidad, y función de orientación de las conductas y de las relaciones sociales.
Siguiendo con lo expuesto por el autor, el proceso de anclaje se descompone en varias de las modalidades que permiten comprender el mismo: (a) Como asignación de sentido: Se confiere significado al objeto representado. La jerarquía de valores que se impone en la sociedad contribuye a crear una red de significados. (b) Como instrumentalización del saber: Es como se utiliza la representación en tanto sistema de interpretaciones del mundo social, marco e instrumento de conducta. Las representaciones no solo expresan relaciones sociales, sino que ayudan a construirlas. (c) Anclaje y objetivación: Hay una relación entre la cristalización de una representación en torno de un núcleo figurativo (objetivación) y un sistema de interpretación de la realidad que orienta a los comportamientos (anclaje). (d) Como enraizamiento en el sistema de pensamiento: La representación no se inscribe en una tabula rasa, sino que siempre se inserta dentro de algún sistema previo de pensamiento, latente o manifiesto. Esto puede impedir la incorporación de nuevos conocimientos a los esquemas previos, pero también puede facilitar la integración de los mismos en esos esquemas previos. Es un doble fenómeno llamado “polifasia cognitiva” (interrelación dialéctica entre la representación social y los saberes disciplinares).
En el artículo Aportes del enfoque de las representaciones sociales al campo de la educación Jodelet, (1984), argumenta que “una de las características del campo de la educación en el estado actual de su desarrollo reside en la diversidad de los dominios que abarca así como de los enfoques que le conciernen dentro de las ciencias humanas”(p. 15). Este campo, inicialmente circunscripto a la formación escolar, se ha extendido progresivamente, a través de la formación de adultos, a otros sectores de actividad, ya se trate del trabajo, de la vida familiar, de la vida cotidiana o de la salud. Para la autora el objetivo del artículo es analizar al interior del campo educativo la potencialidad y los límites de esta perspectiva para la construcción de investigaciones sólidas. La autora aborda el concepto de representaciones sociales en sus múltiples dimensiones para hacer un acercamiento a una definición del mismo.
Jodelet coincide con Moscovici al argumentar que las representaciones sociales son “interpretadas como esquemas mentales, cercanos a aquello que vagamente denominamos “sentido común” (p. 17). Constituyen una modalidad de conocimiento simbólico – emocional, socialmente generada que regula la comunicación y el comportamiento de los sujetos y hace inteligible para los mismos la realidad física y social. Prosigue la autora diciendo que “los recursos aportados por la teoría de las representaciones sociales  resultan particularmente importantes y pertinentes”. Para demostrarlo, la autora examina sucesivamente la historia del campo de la educación y los diferentes niveles en los cuales puede ser señalada la intervención de las representaciones sociales. Las representaciones sociales corresponden a una forma específica de conocimiento, el conocimiento ordinario, que es incluido en la categoría del sentido común y tiene como particularidad la de ser socialmente construido y compartido en el seno de diferentes grupos. Esta forma de conocimiento tiene una raíz y un objetivo práctico: apoyándose en la experiencia de las personas, sirve de conveniencia de lectura de la realidad y de guía de acción en la vida práctica y cotidiana.
Así mismo argumenta la autora que otra característica de esta forma de conocimiento es su dependencia con relación a la comunicación social, ya sea ésta intersubjetiva o situada en el espacio público, por una parte va a contribuir a producir y mantener una visión común a un grupo social, ya se trate de una clase social, de un grupo cultural o simplemente de un grupo profesional.  Esta visión es considerada como una evidencia y sirve para leer el mundo en el que se vive, actuar sobre él, decodificar a las personas que constituyen el entorno social, clasificarlas e interpretar su conducta. Por otra parte, cómo surge de los estudios centrados sobre la comunicación discursiva, pero también de las constataciones impuestas por el examen de campos sociales y profesionales definidos donde se forjan las experiencias vividas que varían según los tiempos y los contextos, la conflictividad social puede afectar el estado de las representaciones y dar lugar a interpretaciones evolutivas, incluso divergentes, en el seno de un mismo grupo social.
La perspectiva de las representaciones sociales ha encontrado un eco muy favorable en los dominios de investigación caracterizados por la “complejidad de los fenómenos o sistemas a los que se refieren, su estrecha dependencia en relación al devenir de la sociedad global, la multiplicidad de niveles a partir de los cuales pueden ser abordados: cultural, político, institucional, organizacional, interindividual, individual”. Tal es el caso particularmente de los campos de la salud y de la educación dónde se pueden reconstruir los vínculos históricos y lógicos con los de las representaciones sociales.
Desde el origen, la teoría de las representaciones sociales se ha focalizado sobre la relación que mantienen las formas ilustradas y científicas del conocimiento y el conocimiento ordinario tal como se despliega en la vida cotidiana bajo la forma del sentido común, la transmisión de los conocimientos, que interesa directamente al campo de la educación, ha sido desde el comienzo una preocupación central para Moscovici continúa diciendo la autora. El estudio de los efectos de la difusión social de la teoría psicoanalítica ha permitido delimitar la dialéctica existente entre las transformaciones del sentido común por el contacto con los conocimientos científicos y los de los saberes científicos tras su penetración en el espacio público y su apropiación por sujetos cuya identidad y modos de pensamiento están marcados por la adhesión a valores y creencias de su grupo de pertenencia. Estas transformaciones están en relación directa con los problemas que plantea la transmisión de conocimientos y las modalidades que adopta en el espacio de la formación escolar o profesional.
Prosigue la autora que el campo de la educación “ofrece un espacio privilegiado para el estudio de las relaciones dialécticas existentes entre los diferentes elementos de sistemas complejos” (p. 19). Se puede observar el juego de las representaciones sociales en los diferentes niveles del sistema escolar: el nivel político donde son definidos los fines y las modalidades de organización de la formación, el nivel de la jerarquía institucional cuyos agentes están encargados de la puesta en práctica de estas políticas, y el nivel de los usuarios del sistema escolar, alumnos y padres. Estas representaciones son localizables, en contextos institucionales y prácticas concretas, a través del discurso de los diferentes actores. Deben ser abordadas de una manera histórica que tome en cuenta la evolución de las políticas educativas, de las poblaciones hacia las cuales la educación se dirige en razón de la masificación y la democratización de la escuela, de las posiciones y de las identidades que resultan de este modo entre los participantes de la relación pedagógica.
la noción de las RS concierne a: (a) La manera en que los, sujetos sociales aprenden los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las informaciones que en él circulan, a las personas de nuestro entorno próximo o lejano. (b) El conocimiento espontáneo, ingenuo o de sentido común por oposición al pensamiento científico. (c) El conocimiento socialmente elaborado y compartido, constituido a partir de nuestras experiencias y de las informaciones y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos a través de la tradición, la educación y la comunicación social. (d) Conocimiento práctico que participa en la construcción social de una realidad común a un conjunto social e intenta dominar esencialmente ese entorno, comprender y explicar los hechos e ideas de nuestro universo de vida. Son a un mismo tiempo producto y proceso de una actividad de apropiación de una realidad externa y de elaboración psicológica y social de esa realidad. Son pensamiento constitutivo y constituyente.
Para que se conforme la representación deben ocurrir dos procesos: La objetivación que es un proceso por medio de la cual llevamos a imágenes concretas aquellos conceptos que aparecen de manera abstracta y nos permite comprender mejor lo que se quiere decir, o sea, se transfiere algo que está en la mente en algo que existe en el mundo físico. Así mismo El anclaje al cual Jodelet refiere que “… es el mecanismo que permite afrontar las innovaciones o la toma de contacto con los objetos que no son familiares….utilizamos las categorías que nos son ya conocidas para interpretar y dar sentido a los nuevos objetos que aparecen en el campo social” (p 21).
Las informaciones recibidas son deformadas por nuestros esquemas ya constituidos continúa diciendo la autora, y a su vez, esta nueva información cambia nuestros propios esquemas para acomodarlos a sus características, manifestándose los procesos de asimilación y acomodación. El proceso de anclaje articula las tres funciones básicas de la representación: función cognitiva de integración de la novedad, función interpretativa de la realidad y función de orientación de las conductas y las relaciones sociales. Tanto el anclaje como la objetivación hacen familiar lo no familiar; el primero transfiriéndolo a nuestra esfera particular donde somos capaces de compararlo e interpretarlo, y el segundo, reproduciendo entre las cosas que podemos tocar y en consecuencia, controlar.
En la entrevista Vigencia de las representaciones sociales y su incidencia en las prácticas profesionales, Jodelet (2003), coincide con Moscovici  en la preocupación de entender la manera en la cual “el pensamiento social construye la realidad actual en nuestras sociedades, y en el que diferentes grupos de pensamiento no se acercan siempre, pero al menos están en relación los unos con los otros. La misma autora afirma que cada uno se construye su mundo; ahí nos encontramos muy cerca al interaccionismo simbólico, y a otras formas de aproximación del sentido dado al mundo. Metodológicamente, tenemos diversas maneras de concebir el mundo alrededor de una concepción central, de una organización de significados y de contenidos que vienen en lugar de la realidad. Es un proceso simbólico.
El eje de las distintas líneas del trabajo de Jodelet, podría caracterizarse como “la necesidad de dar cuenta de los procesos sociales, de integrar lo psicológico dentro del conjunto de la vida social” (p. 1). En esa búsqueda, estudia los distintos paradigmas de la representación, el papel del discurso en los distintos modelos, y también la memoria. Su preocupación es entender la manera en la cual el pensamiento social construye la realidad actual en nuestras sociedades, lo que la llevó a interesarse por cuestiones como la psicología de la religión y la noción de higiene en el campo de la salud. Se sigue hablando de las representaciones sociales, siendo que dentro de las epistemologías emergentes, hay multitud de criterios que cuestionan el modelo desde el punto de vista teórico, metodológico y epistemológico, no se puede hablar de modelo emergente porque tiene más de 40 años de existencia, como un modelo de enfoque de aproximación a los fenómenos sociales se ha desplegado con tanta fuerza a través del tiempo porque se desenvolvió en un campo muy importante en término de número de investigadores, países y ampliación de perspectivas.
El modelo está clasificado dentro de la Psicología Social porque fue concebido dentro de esta disciplina y formando parte de un conjunto de modelos que están considerados como alternativos; precisamente lo que se llaman paradigmas emergentes. Tiene elementos que pertenecen a la psicología social crítica, a los modelos dominantes de la corriente principal; al modelo del construccionismo social de la psicología social discursiva. Es un paradigma que está siempre en construcción, la teoría no está acabada, hay que integrarla y adaptarla a los problemas. Estas son las grandes corrientes actuales dentro de la psicología social, junto a la representación social, que están siendo consideradas y que permiten repensar de manera nueva la psicología. Una característica y diferencia con los demás es la necesidad de dar cuenta de los procesos sociales, de integrar lo psicológico dentro del conjunto de la vida social.
Según Jodelet, el concepto de representación es transversal, “utilizado en todas las ciencias, funciona como una noción que está tomada de la lingüística, y nos permite dar cuenta, no de la totalidad, sino que es una clave de entrada al análisis de los fenómenos”. No es el único recurso, pero es una clave de entrada de comprensión de los fenómenos sociales. Todo producto científico está marcado por los sistemas de relación de poder, de conversación, entre otros. Hay sujetos sociales con una particularidad, una subjetividad propia que también tiene que ver con la producción de representaciones. Pero son los individuos, actores sociales que tiene que estar tomados dentro de la consideración de la producción del saber del sentido común.
Desde el punto de vista metodológico y empírico, el problema es cuales métodos son los requeridos, metodológicamente tenemos diversas maneras de concebir la representación alrededor de una concepción central, de una organización de significados y de contenidos que vienen en lugar de la realidad. Es un proceso simbólico, a partir del modelo francés encontramos el núcleo central y la idea de que “una representación está estructurada” (p. 5).  Continua la autora diciendo que ahora hay efectivamente técnicas para aislar el núcleo central, se puede decir que hay un riesgo de reificación de la representación porque busca los elementos que son comunes a una unidad social, sea un grupo, una profesión, una sociedad, entre otros, y de ahí puede salir una cierta verificación pero también debe volverse al sistema completo del modelo. Cuando este está puesto en relación con las prácticas busca los elementos de las prácticas que intervienen para cambiar.
Así mismo en el año 2010, Jodelet  en su escrito Las representaciones sociales. De los fenómenos representativos a la noción de representación social, argumenta que la representación que elabora un grupo sobre la tarea que debe realizar, “define objetivos y métodos específicos para sus miembros” (p. 20). Argumenta la autora: la elaboración por parte de una colectividad, bajo inducción social, de una concepción de la tarea que no toma en cuenta la realidad de su estructura funcional. Tal representación “incide directamente sobre el comportamiento social y la organización del grupo, llegando a modificar su propio funcionamiento cognitivo” (   p. 1)  Una representación social puede condensar en una imagen, historia, relaciones sociales y prejuicios. Los medios de comunicación pueden trasmitir una determinada representación social, modificando la respuesta pública según sus expectativas y deseos.
Para la autora, las representaciones sociales pueden adoptar “formas de imágenes, que condensan un conjunto de significados, sistemas de referencia para interpretar lo que nos sucede, categorías para clasificar las circunstancias, fenómenos e individuos con quinees debemos tratar, teorías para establecer hechos sobre ellos, entre otros” (p. 3). La noción de representación social nos sitúa en el punto donde se articula lo psicológico con lo social. La representación social designa una forma de conocimiento específico, el saber del sentido común (no científico), cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. Designa una forma de pensamiento social.
Las representaciones sociales “constituyen modalidades de pensamiento práctico orientados hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal” (p. 3). Presentan características específicas a nivel de organización de los contenidos, las operaciones mentales y la lógica. La caracterización social de los contenidos ha de referirse a las representaciones sociales, a las condiciones y a los contextos en los que surgen las representaciones, a las comunicaciones mediantes las que circulan y a las funciones a las que sirven dentro de la interacción con el mundo y los demás. La representación social se define por su contenido (informacional, imágenes, opiniones, actitudes, entre otros). Este se relaciona con un fin, un trabajo a realizar. Pero también se define como una relación entre sujetos. Es la representación que se forma un sujeto de otro sujeto. La representación social no es un duplicado de lo real o de lo ideal, ni la parte subjetiva del objeto ni del sujeto. Es la relación del hombre con las cosas y los demás hombres. La representación social tiene cinco características fundamentales: (a) Siempre es la representación de un objeto, representación social, acontecimiento, idea, entre otros. (b) Tiene un carácter de imagen y la propiedad de poder intercambiar lo sensible y la idea, la percepción y el concepto. La forma de representarnos el objeto, la representación social, entre otros, es mediante una imagen de ella. (c) Tiene un carácter simbólico y significante. La Representación como imagen, concepto, entre otros. No es una mera reproducción del objeto ausente, sino que es una construcción, donde el sujeto aporta algo creativo. (d) Tiene carácter constructivo. (e) Tiene un carácter autónomo y creativo.
Las categorías que estructuran y expresan la representación social son categorías del lenguaje sigue expresando la autora. Existen diversas formas de formular una representación social. Esas teorías son seis. (a) Surge de una simple actividad cognitiva del sujeto. La construye en función del contexto, es decir, de los estímulos sociales que recibe, y en función de valores, ideologías y creencias de su grupo de pertenencia, ya que el sujeto es un sujeto social. (b) El sujeto es productor de sentido, y expresa en su representación. El sentido que da a su experiencia en el mundo social (c) Se construye como una forma de lenguaje de discurso de representación social, típica de cada sociedad o grupo social. (d) Produce una representación social en función de las normas institucionales derivadas de su posición o las ideologías relacionadas con el lugar que ocupa. (e) El juego de las relaciones intergrupales determina la dinámica de las representaciones: las interacciones van modificando las representaciones que los miembros tienen de sí mismos, de su grupo, de los otros grupos y de sus miembros. Estas permiten regular las relaciones sociales. 6. hacen del sujeto el portador de determinaciones sociales.
Abric (2001), en su libro prácticas sociales y representaciones argumenta que “el estudio de las relaciones entre representaciones y prácticas desemboca en el doble problema de la articulación y de la interacción entre los diferentes campos constitutivos de la realidad social, la representación siempre es de carácter social” (p 15). El autor define a la representación como “una visión funcional del mundo que permite al individuo o al grupo conferir sentido a sus conductas, y entender la realidad mediante su propio sistema de referencias y adaptar y definir de este modo un lugar para sí” (p 17), la representación no es así un simple reflejo de la realidad sino una organización significante, concluye el autor. Así mismo sigue afirmando que las representaciones sociales están sometidas a una doble lógica, la lógica cognitiva y la lógica social que pueden ser definidas como construcciones sociocognitivas, regidas por sus propias reglas y que las representaciones sociales desempeñan un papel fundamental en las prácticas y en la dinámica de las relaciones sociales, es porque responden a cuatro funciones esenciales:
(a) Funciones de saber: permiten entender y explicar la realidad, el saber práctico de sentido común -como le llama Moscovici-, permite a los actores sociales adquirir conocimientos e integrarlos en un marco asimilable y comprensible para ellos, en coherencia con su funcionamiento cognitivo y con los valores a los que se adhieren.
(b) Funciones identitarias: definen la identidad y permiten la salvaguarda de la especificidad de los grupos,  además de la función cognitiva de entender y explicar, las representaciones tienen también por función situar a los individuos y a los grupos en el campo social... Permiten elaborar una identidad social y personal gratificante; es decir, compatible con los sistemas de normas y valores social e históricamente determinados.
(c)Funciones de orientación: conducen los comportamientos y las prácticas, el sistema de pre decodificación de la realidad que constituye la representación social es, una guía para la acción. Este proceso de orientación de las conductas por las representaciones resulta de tres factores esenciales: La representación interviene directamente en la definición de la finalidad de la situación, determinando así, a priori, el tipo de relaciones pertinentes para el sujeto pero también eventualmente, en una situación en que una tarea es por efectuar, el tipo de gestión cognitiva que se adoptará.
(d) Funciones justificadoras: permiten justificar a posteriori las posturas y los comportamientos. Pero intervienen también luego de la acción, y permiten así a los actores explicar y justificar sus conductas en una situación o en consideración a sus colegas (p. 15-17). Para Abric (1976), toda representación está organizada alrededor de un “núcleo central o núcleo estructurante” (p 18), prosigue el autor este es el elemento fundamental de la representación puesto que a  la vez determina la significación y la organización de la representación. Continúa afirmando que el núcleo central de una representación garantiza dos funciones esenciales: una función generadora, “es el elemento mediante el cual se crea, se transforma, la significación de los otros elementos constitutivos de la representación” (p. 20). Es por su conducto que estos elementos toman un sentido, un valor. Una función organizadora, es el núcleo central que determina la naturaleza de los lazos que unen, entre ellos los elementos de la representación (p.20). Es, en este sentido, el elemento unificador y estabilizador de la representación.
Así mismo argumenta que “el núcleo central constituye el elemento más estable de la representación, el que garantiza la perennidad en contextos movibles y evolutivos” (21). Será en la representación el elemento que más resistirá al cambio. “Cualquier modificación del núcleo central ocasiona una transformación completa de la representación, la identificación de ese núcleo central permite el estudio comparativo de las representaciones” (p. 22). Para que dos representaciones sean diferentes, deben estar organizadas alrededor de dos núcleos centrales distintos. La simple identificación del contenido de una representación es pues insuficiente para reconocerla y especificarla. Es la organización de ese contenido que es esencial; dos representaciones definidas por un mismo contenido pueden ser radicalmente diferentes si la organización de ese contenido, y luego la centralidad de ciertos elementos, es distinta, la centralidad de un elemento no puede ser llevada exclusivamente a una dimensión cuantitativa; al contrario, “el núcleo central tiene antes de más una dimensión cualitativa”.
Según la naturaleza del objeto y la finalidad de la situación el núcleo central podrá tener dos dimensiones distintas: una dimensión funcional, como por ejemplo en las situaciones con finalidad operatoria: serán privilegiados entonces en la representación y constituyendo el núcleo central los elementos más importantes para la realización de la tarea, una dimensión normativa en todas las situaciones en que intervienen directamente dimensiones socio afectivas, sociales o ideológicas. En este tipo de situaciones, se puede pensar que una norma, un estereotipo, una actitud fuertemente marcada estarán en el centro de la representación.
Para Abric “los elementos periféricos de la representación se organizan alrededor del núcleo central, están en relación directa con él, es decir que su presencia, su ponderación, su valor y su función están determinados por el núcleo” (p18). Sigue argumentando que constituyen lo esencial del contenido de la representación, su lado más accesible, pero también lo más vivo y concreto. Abarcan informaciones retenidas, seleccionadas e interpretadas, juicios formulados al respecto del objeto y su entorno, creencias. Estos elementos están jerarquizados, es decir, que pueden estar más o menos cercanos a los elementos centrales: próximos al núcleo, desempeñan un papel importante en la concreción del significado de la representación, más distantes de él ilustran, aclaran, justifican esta significación.
Asimismo, los elementos periféricos desempeñan también un papel esencial en la representación. Constituyen la interface entre el núcleo central y la situación concreta en la que se elabora o funciona la representación y responden a tres funciones esenciales, (p.23). Función concreción: directamente dependientes del contexto, resultan del anclaje de la representación en la realidad, y permiten revestirla en términos concretos, comprensibles y transmisibles de inmediato. Integran los elementos de la situación en la que la representación se produce, hablan del presente y de lo vivido del sujeto. Función regulación: más flexibles que los elementos centrales, los elementos periféricos desempeñan un papel esencial en la adaptación de la representación a las evoluciones del contexto. Pueden entonces ser integradas a la periferia de la representación tal o cual información nueva, tal o cual transformación del entorno. Función defensa: el núcleo central de una representación resiste al cambio, puesto que su transformación ocasiona un trastorno completo. Por tanto el sistema periférico funciona como el sistema de defensa de la representación. Argumenta que las representaciones sociales tiene dos componentes: núcleo central, y elementos periféricos, funcionan como doble sistema:
Un sistema central (el núcleo central), cuya determinación es esencialmente social, relacionado con las condiciones históricas, sociológicas e ideológicas, directamente asociado a los valores y normas, define los principios fundamentales alrededor de los cuales se constituyen las representaciones. “Es la base común propiamente social y colectiva que define la homogeneidad de un grupo mediante comportamientos individualizados que pueden aparecer como contradictorios” (p 22). Desempeña un papel esencial en la estabilidad y la coherencia de la representación, garantiza su perennidad y conservación en el tiempo: se inscribe en la duración y por eso entendemos que evoluciona -salvo circunstancias excepcionales- en forma muy lenta.
Un sistema periférico cuya determinación es más individualizada y contextualizada, bastante más asociado a las características individuales y al contexto inmediato y contingente en que están inmersos los individuos. Este sistema periférico continúa la autora “permite una adaptación, una diferenciación en función de lo vivido, una negación, experiencias cotidianas”. Permite modulaciones personales en torno a un núcleo central común, generando representaciones sociales individualizadas. Mucho más flexible que el sistema central, de algún modo lo protege al permitirle que integre informaciones hasta prácticas diferenciadas. Permite la aceptación en el sistema de representación de una cierta heterogeneidad de contenido y de comportamiento Este sistema periférico no es, por tanto, un elemento menor de la representación.
Es fundamental dice Abric puesto que asociado al sistema central le permite anclarse en la realidad, Pero entendemos también que la heterogeneidad del sistema periférico no pueda avalar la existencia de representaciones diferenciada, constituye un elemento esencial en la identificación de las transformaciones en curso, puede constituir un fuerte indicador de las modificaciones futuras de la representación, un síntoma indiscutible de una evolución en las situaciones en que la representación está en proceso de transformación. Es la existencia de ese doble sistema lo que permite entender una de las características esenciales de la representación social que podría aparecer como contradictoria: son a la vez estables y móviles, rígidas y flexibles. Estables y rígidas porque están determinadas por un núcleo central profundamente anclado en el sistema de valores compartido por los miembros del grupo; móviles y flexibles porque son alimentadas de las experiencias individuales e integran los datos de lo vivido y de la situación específica, la evolución de las relaciones y de las prácticas sociales en las que los individuos o los grupos están inscritos, termina argumentando Abric.

Construccionismo social

Los autores Berger y Luckman (2003), en su libro La construcción social de la realidad afirman que la realidad se construye socialmente y que la sociología del conocimiento debe analizar los procesos. Los escritores definen la realidad como una cualidad propia de los fenómenos que reconocemos como independientes de nuestra propia voluntad y  el conocimiento como la certidumbre de que los fenómenos son reales y  que poseen características específicas. Desde el punto de vista del sociólogo realidad y conocimiento se comprenden desde un punto intermedio entre la visión del hombre común y la del filósofo, el sociólogo comprende que la realidad no es igual para los hombres comunes de distintas sociedades. Sociología, realidad y conocimiento son relativos a la sociedad de que se trate y que por ello lo que es real para una persona no puede serlo para otra.
Entre las múltiples realidades existe una que se presenta como la realidad por excelencia, es la realidad de la vida cotidiana. Su ubicación privilegiada le da derecho a que se la llame suprema realidad. Para Berger y Luckman “La vida cotidiana se presenta como una realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente que se origina en sus pensamientos y en sus acciones y que está sustentado como real” (p. 34). El mundo de la vida cotidiana no solo se da por establecido como realidad por los miembros ordinarios de la sociedad en el comportamiento subjetivamente significativo de sus vidas. Es un mundo que se origina en sus pensamientos y acciones, y que está sustentado como real por estos. “La realidad de la vida cotidiana se presenta como un mundo intersubjetivo, un mundo que se comparto con otros” (p. 38); la realidad de la vida cotidiana se da por establecida como realidad. No requiere verificaciones adicionales sobre su sola presencia y más allá de ella. El mundo de la vida cotidiana argumentan los autores se estructura tanto en el espacio como en el tiempo. La estructura espacial es totalmente periférica con respecto a nuestras consideraciones presentes. Es suficiente señalar que también ella posee una dimensión social en virtud del hecho de que mi zona de manipulación se intersecta con la de otros.
La realidad de la vida cotidiana es algo que se comparte con otros, la experiencia más importante con los otros se produce en la situación “cara a cara” (p. 44), que es el prototipo de la interacción social y del que se derivan todos los demás casos. En la situación cara cara continúan diciendo los autores el otro se me aparece en un presente vivido que ambos compartimos. El resultado es un intercambio continuo entre mi expresividad y la del otro. La expresividad humana es capaz de objetivarse, o sea, se manifiesta en productos de la actividad humana, que están al alcance tanto de sus productores como de los otros hombres, por ser elementos de un mundo común. La realidad de la vida cotidiana no solo está llena de objetivaciones, sino que es posible únicamente por ellas. Un caso especial de objetivación, pero que tiene importancia crucial es la significación, o sea, la producción humana de signos. Un signo puede distinguirse de otras objetivaciones por su intención explícita de servir como indicio de significados subjetivos.
Continúan los autores argumentando que el hombre ocupa una posición peculiar dentro del reino animal y que las relaciones del hombre con su ambiente se caracterizan por su apertura al mundo. Prosiguen los autores que el hombre no solo ha logrado establecerse sobre la mayor parte de la superficie terrestre, sino que su “relación con su mundo circundante” (p. 65)  está por doquiera estructurada muy imperfectamente por su propia constitución biológica. Esto último permite ciertamente que el hombre se dedique a diferentes actividades. La peculiaridad de la constitución biológica de hombre radica más bien en los componentes de sus instintos. La organización de los instintos del hombre puede clasificarse de subdesarrollada, si se  la compara con la de los demás mamíferos superiores. El hombre tiene “impulsos” (p. 66); pero ellos son sumamente inespecíficos y carentes de dirección. Esto significa que el organismo humano es capaz de aplicar el equipo de que está dotado por su constitución interna a un c ampo de actividades muy amplio que además varía y se diversifica constantemente.
Para los autores la sociología del conocimiento busca comprender los procesos por los que una sociedad da por hecho que algo es real, es decir que lo que le interesa es el análisis de la construcción social de la realidad.  Suceso interpretado por los hombres y subjetivamente significativa para ellos como un mundo coherente, sociedad que se origina en sus pensamientos y se mantiene como real por ellos. La construcción social de la realidad puede tener diferentes disciplinas que la estudien.