MODELO DE DESARROLLO ECONÓMICO LOCAL PARA LA DIVERSIFICACIÓN DE LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y LA ARTICULACIÓN DEL TEJIDO EMPRESARIAL EN BAJA CALIFORNIA SUR

MODELO DE DESARROLLO ECONÓMICO LOCAL PARA LA DIVERSIFICACIÓN DE LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y LA ARTICULACIÓN DEL TEJIDO EMPRESARIAL EN BAJA CALIFORNIA SUR

María Angélica Montaño Armendáriz (CV)
Universidad Autónoma de Baja California

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II.5. Dimensiones del Desarrollo Local.

Los procesos del desarrollo local surgen como un modelo alternativo para el desarrollo, como una forma de planear y actuar desde el territorio en el contexto de la globalización; tal como se ha mencionado con anterioridad “el desarrollo local en la actualidad es una línea de pensamiento que está en proceso de construcción, es decir, aún no es una teoría definitiva” (Jalomo, 2009) y como tal puede ser abordado desde diversas perspectivas para dimensionarla y establecer la visión sobre el enfoque del desarrollo local.  Al respecto, Gallicchio refiere que:

De tal forma que el desarrollo local es visto por algunos como participación de los actores sociales; en otros se impone lo neoliberal: otra versión lo ve como municipalismo; unos más lo conciben como desarrollo económico local; algún enfoque lo entiende como ordenamiento territorial; y por  último, la óptica del desarrollo local como método de análisis social.  Cada una de estas versiones del concepto tiene una explicación en el campo de la teoría (Gallicchio, 2004).

A fin de tener una visión de conjunto, es conveniente referir el estudio realizado por los investigadores Gallicchio (2004) y Garofoli (2009), quienes afirman que actualmente prevalecen seis visiones para abordar y dimensionar el desarrollo local.  En la primera visión que el autor destaca, se afirma que “el desarrollo local seria todo aquel en el que participan actores en la discusión de los asuntos de un territorio determinado”. Dice Gallicchio que esta perspectiva analítica parte de la idea de que todo es todo es posible desde el territorio.  Interpretando a este autor, se deduce que todo lo que se discute “desde abajo” es posible concebirlo como una propuesta efectiva de desarrollo local.

Sin embargo, es conveniente señalar que si bien es importante la perspectiva de la participación social para el diseño de los proyectos estratégicos de desarrollo local y regional, no siempre la sola participación de los actores resuelve los problemas que generan retraso en una comunidad.  En general, el ver positivo todo lo que surge “desde abajo” y negativo todo lo que surge “desde arriba” limita las estrategias realistas de desarrollo integral.

La segunda visión corresponde a una perspectiva neoliberal, que restringe al mínimo la participación del estado  y promueve proyectos que “han estado ceñidos desde una lógica de desarticulación del estado y un traslado de competencias, de forma más o menos difusa a los gobiernos y actores locales.  Es una perspectiva de descentralización para la modernización de la gestión pública con énfasis en nuevas competencias para los gobiernos locales” (Garofoli, 2009).  Sin embargo, asumir que el desarrollo local es obra sólo de los actores locales y regionales sin incorporar al estado, sería dejar a las comunidades sin el respaldo de los apoyos federales para el despegue de la región (esto en el caso de México).  No basta devolver la competencia a las regiones, sobre todo si no hay una correspondencia en términos de recursos públicos que se necesitan para hacer exitosas las políticas públicas de nivel local y regional.  En general, asumir que la desconcentración de las funciones del estado hacia las localidades, estimo que es insuficiente para la promoción del desarrollo, tal como lo requieren las comunidades en el extremo sur de la península. 

El municipalismo ha supuesto que sus representantes públicos se conviertan en los actores principales del desarrollo local, por lo que (se supone) se transformaban de prestadores de servicios públicos en responsables políticos del desarrollo.  No obstante, hasta ahora no se han concretado los mecanismos que permitan que los actores municipales tomen las decisiones pertinentes, sobre todo cuando no se ha descentralizado el manejo financiero y presupuestal (por lo menos así sucede con los municipios en México).  En consecuencia, a las políticas que correlacionan lo local con lo municipal, habría que agregar la necesidad de una descentralización de los recursos estatales y federales, a fin de avanzar en los objetivos del desarrollo local.

La visión que se centra en el desarrollo económico local, enfatiza la dimensión productiva del desarrollo.  Consideran que lo económico es lo principal para muchas comunidades. Algunas alternativas que se manejan dentro de esta tendencia, destacan la promoción de las microempresas y el impulso a la competitividad territorial.

El desarrollo concebido como un ordenamiento territorial, corresponde a  una percepción que parte del “supuesto de que el territorio no está lo suficientemente ordenado para generar un nuevo modelo de desarrollo” (Gallicchio, 2004).  Así, el tipo de políticas que sugieren es la de promover un mejor y más planeado proceso de ordenamiento urbano.  La falla en la que incurren los promotores en esta visión del desarrollo local, es la de concebirlo como si fuera sólo eso: un proyecto urbano.  Es claro que la concentración ordenada de la población en un territorio y el desarrollo de estructuras urbanas con infraestructura moderna, permiten la creación y mejor aprovechamiento de las economías externas en el impulso del crecimiento.  En tal sentido una política de promoción del desarrollo (en el caso de las ciudades mexicanas), debe considerar la falta de ordenamiento urbano, pero visto desde una lógica más integral del desarrollo, en la que se incluyan aspectos económicos, sociales, culturales y ambientales.

Por último, la visión del desarrollo que se centra en utilizar el desarrollo local como método de análisis, implica utilizar diversas herramientas para acercarse a los problemas territoriales, tales como los sistemas de información geográfica.  Sin embargo, esta visión es restringida porque limita su potencial de cambio, al centrar sus acciones en describir los procesos que ocurren en las localidades sin promover las acciones para propiciar el cambio (Gallicchio, 2004).

Cada uno de estos enfoques, por separado, permite valorar la importancia que tiene cada una de las dimensiones del desarrollo local, pero así como si fueran visiones unilaterales, se pueden mirar más bien como limitantes de una perspectiva integral o de conjunto.

Para Gallicchio, la importancia del desarrollo local, no se circunscribe a practicar una técnica de organización promovida por un grupo de expertos que diseñan estrategias al margen de la gente; al respecto, refiere que el desarrollo local radica en que los actores sociales tengan la capacidad para enfrentar-desde el territorio- los desafíos que se le imponen para poder avanzar en los objetivos prioritarios:

Saber aprovechar el potencial de un territorio, es una de las condiciones básicas de todo programa de desarrollo local.  Revalorizar lo existente, es condición de mejoramiento en el proceso de producir riqueza en el espacio local o regional; atraer recursos externos, sin que eso implique excluir a los pobladores locales, además de poder dar una dirección adecuada al excedente generado por las empresas locales, son precondiciones para elevar el bienestar social de los pobladores.  Es decir, en esta visión se trata de destacar el sentido del cambio económico con el objetivo de concretar los fines del bienestar social (Gallicchio, 2004).

Cuando se analiza el desarrollo económico desde un enfoque “local”, diversos autores (Alburquerque, 2004; Boisier,  2005; Vázquez Barquero, 2009; Gallicchio, 2004; Garofoli, 2009; Lopéz Oropeza, 2010) coinciden en afirmar que el desarrollo económico local se conciben por la relación de varias dimensiones básicas; al respecto, Alburquerque (2004) y Vázquez Barquero (2005), señalan que el desarrollo local –necesariamente- implica un proceso de crecimiento económico y cambio estructural, mismo que ayuda a mejorar la calidad de vida de la población local y lo dimensiona a partir de cinco grandes variables:

  • Económica: en la cual, los empresarios locales usan su capacidad para organizar los factores productivos locales, con niveles de productividad suficientes para ser competitivos en los mercados.
  • Formación de recursos humanos: en la que los actores educativos y de capacitación, conciertan con los emprendedores locales la adecuación de la oferta de conocimientos a los requerimientos de innovación de los sistemas productivos locales.
  • Socio-cultural e institucional: en la que los valores e instituciones locales, permiten impulsar o respaldar el propio proceso de desarrollo.
  • Político-administrativa: en la que la gestión local y regional, facilita la concertación público-privada a nivel territorial y la creación de “entornos innovadores” favorables al desarrollo productivo y empresarial.
  • Ambiental: que incluye la atención a las características específicas del medio natural local, a fin de asegurar un desarrollo sustentable ambientalmente.

En cambio para Gallicchio y Garofoli los procesos de desarrollo local, y también las experiencias de gobernabilidad, se dan sobre territorios determinados.  Lo local no está nunca definido a priori, sino que es, básicamente, una construcción social.  La búsqueda de espacios y escalas pertinentes es clave.

Así como el desarrollo en general y el desarrollo local en particular reconoce diferentes dimensiones.  Los cuatro factores anteriormente descritos: economía, sociedad, ambiente, política, refieren a dimensiones insoslayables de cualquier proyecto de gobierno local.

Por su parte Boisier (2005), sostiene que la endogeneidad del desarrollo regional se debe entender a partir de cuatro dimensiones, mismas que se cruzan entre sí y que son:

  • Dimensión o plan político: a decir del autor debe entenderse como la capacidad de diseñar y ejecutar políticas de desarrollo, así como la capacidad de negociar por parte de los actores del desarrollo local.
  • Dimensión económica: la cual se manifiesta a partir de la generación de inversión y las reinversiones de parte del capital excedente, con la finalidad de diversificar la economía local a partir de proyectos de inversión o planes de negocios que propicien un desarrollo sostenible a largo plazo.
  • Dimensión científica-tecnológica: al respecto, el autor lo refiere  como la capacidad de un territorio organizado para generar sus propios procesos de innovación y desarrollo tecnológico, a partir de los cuales se generen modificaciones cualitativas que incrementen la competitividad de los sistemas productivos locales.

Finalmente, Boisier indica que el desarrollo local debe ubicarse también en la dimensión o “plano” de la cultura, como un elemento capaz de generar una identidad socio-territorial.