Tradicionalmente la relación de trabajo entre las distintas esferas de gobierno y los grupos étnicos del Estado, ha sido con una orientación asistencialista lo que ha provocado una actitud de dependencia más que de autodesarrollo. Por lo que hemos observado, no se encontró un diagnostico situacional que arroje información clara y precisa de la situación en que estas etnias se desarrollan, sin embargo podemos señalar lo siguiente:
www.haciendasonora.gob.mx/1998
En estos dos sexenios de gobierno del 1997-2009, se puede observar que se promovieron acciones de coordinarse entre los tres niveles, que permitieran a las comunidad indígena tener acceso de servicios de infraestructura urbana; fomentar acciones orientadas al desarrollo económico y social, generando el empleo que se requiera, o bien inicio de este en estas comunidad; impulso de acciones que lleven a las comunidades a elevar su calidad de vida, entendiendo esto una mejora en salud, educación e ingreso y fomento de actividades productivas que generaran empleo; fortalecer el desarrollo de espacios, para su recreación, expresión y participación de jóvenes que los aleje de actividades delictivas, etc.; dirigir un desarrollo social en armonía con la naturaleza, garantizando el aprovechamiento para futuras generaciones.
En suma, para dar a los indígenas el lugar que demandan y merecen tener en nuestro estado, tendremos que dársela también a todos los grupos diferentes que habitan en él. Pero la pluralidad necesita ir más allá de la tolerancia. No sólo es necesario aceptar la diferencia, sino estar dispuesto a entablar un diálogo constante con los que son distintos. No se trata de que los sonorenses, los mexicanos vivamos separados en nuestros diferentes ámbitos culturales y sociales, sino de que aprendamos a comunicarnos más y mejor entre nosotros.
Esto es imperativo, porque en el mundo actual ni los indígenas ni los otros sonorenses y los mexicanos viven aislados de los demás. Todos oímos la radio y vemos televisión, todos emigramos a las ciudades y fuera del país, todos usamos los servicios públicos y todos participamos en la vida política local, estatal y nacional. Esa convivencia requiere que nos conozcamos mejor, que reconozcamos que todos los grupos sociales y culturales de nuestro estado, tienen algo que enseñar a los demás. Es momento de que todos los sonorenses, los mexicanos, comencemos a escuchar y aprender de los indígenas. De que sus voces se oigan en cada ámbito de nuestro estado, desde la política y la economía hasta la cultura, para que juntos construyamos el Sonora, y el México realmente plural y más justo que todos anhelamos.
Sonora debe su riqueza cultural y su carácter distintivo, como un pueblo y su rico patrimonio en lenguas, cultura y arte, y lo hacen un estado con legado y tradición entre todos los pueblos indígenas del país. Desgraciadamente, entre las comunidades yaquis aun no disfrutan de una situación social y económica propicia para el Desarrollo Humano; puesto que a estas comunidades la caracterizan por vivir en altos niveles de pobreza y una situación de significativa desventaja.
El combate al rezago social del pueblo y comunidad indígena, representa una de las áreas de política pública de gran relevancia para que se de un desarrollo en nuestro estado. Por ello, es fundamental que las políticas públicas que impulse el gobierno del estado, en coordinación con sus municipios, tengan bien focalizado el carácter integral del Desarrollo Humano, que permita incrementar las capacidades de los pueblos indígenas Yaquis, que los lleve a un cambio por su propia iniciativa. Por consecuencia, el desarrollo, solo va ser posible, con la participación de los actores sociales, los institucionales, como son las autoridades indígenas, organizaciones productivas, agrupaciones políticas, además de las dependencias del estado relacionadas con las comunidades indígenas, y toda aquella instancia que se trate y esté involucrada con las etnias. En Sonora, se reconoce que existe una escasez de empleo, salarios bajos y una relación distante entre la población indígena y la no indígena, afectando por ello cualquier proceso productivo que pudiera darse, y; por consecuencia a su desarrollo. Además esta población, la indígena, presenta grados de desnutrición, rezago educativo e incluso hasta migración.