SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

Mariano Salomone (CV)

El sindicato como espacio de organización

Analizar la recuperación del grupo de ferroviarios como sujeto político implica prestar alguna atención al lugar que ocupan, en la actualidad, los diferentes sindicatos del sector, su especificidad como lugar de condensación de algunas prácticas y aprendizajes políticos. En tal sentido, el sindicato como espacio de organización, es un lugar donde podemos continuar percibiendo las diferencias generacionales que, como distintas politicidades, se hacen presente hacia el interior de los ferroviarios y en relación a los otros sujetos colectivos, OSA y Casa Amérika.
Los sindicatos se constituyeron históricamente como lugares de asociatividad obrera destinados a proteger y mejorar las condiciones de trabajo, tanto las condiciones salariales como aquellas condiciones efectivas del trabajo: duración de la jornada, seguridad laboral y social, instrumentos de trabajo, etc. En la historia política del movimiento obrero, han ido variando las características de estas organizaciones sindicales. Las federaciones obreras y organizaciones de trabajadores de principios del siglo XX en Argentina, eran portadoras de tradiciones políticas vinculadas al socialismo y al anarquismo (Fernández y Yarza, 1993; Sitio web Unión Ferroviaria). La llegada de Perón al poder y la participación de los trabajdores de la jornada del 17 de octubre, así como una serie de medidas a favor de los/las trabajadores/as (la proporción de la renta nacional correspondiente a los obreros aumentó en ese período del 40 al 49%) (Fernandez y Yarza, 1993: 144), produjeron una transformación significativa en las prácticas, las formas organizativas y los encuadres ideológicos:
Toda la etapa peronista dejó una marca en la Unión Ferroviaria que ya no se borrará. El gremio, en su conjunto, asumió la doctrina peronista como propia y desde entonces, siempre respetando la pluralidad, la estrategia sindical tuvo que ver con la nueva realidad que vivía el ferroviario y el movimiento obrero (Sitio oficial de la Unión Ferroviaria)

Las inflexiones en la historia de los gremios ferroviarios están vinculadas a las del país: 1955, etapa que inaugura la resistencia peronista, estaría signada por el protagonismo de los trabajadores en defensa de sus derechos contra un régimen antipopular y antiobrero. Sin embargo, una nueva etapa se abriría a partir de 1959 y hasta el ciclo de los “azos” signada por la tendencia a la conciliación y el realismo político. Los años 70 estuvieron marcados por el auge de masas y la radicalización política hasta la llegada de la dictadura de 1976.
Según los relatos de los sujetos, en la actualidad, las expectativas respecto de la reactivación del sistema ferroviario ha movilizado nuevamente la vida de cada uno de los gremios pertenecientes al sector (La Fraternidad, Unión Ferroviaria y APEDEFA). Más aún, a diferencia de otros momentos históricos, la lucha por la recuperación de los terrenos de la Estación los ha encontrado unidos, cuestión que se puso de manifiesto en cada una de las actividades y medidas de fuerza descriptas anteriormente.
Sin embargo, el conjunto de las entrevistas deja percibir que permanecen tensiones sin resolver en relación a la historia reciente de los sindicatos, particularmente, en torno a la época de las privatizaciones. En general, los entrevistados expresan ciertos cuestionamientos a la labor de los mismos durante el cierre de los FFCC y el traspaso a manos privadas, expresan sospechas acerca de negociaciones con el gobierno:
Eso era el Estado… después el Estado privatiza, cuando quería hacerlo Alfonsín, no lo dejaron, ahí fue que hicimos 14 paros, vino Menem que prácticamente tapó los sindicatos, los tapó con guita, y los sindicatos cuando privatizó Menem no existió ninguno, ni la Unión, ni la Fraternidad, ni la CGT, nada… desaparecieron los sindicatos y ahí fue que privatizó todo Menem (…) Pudo privatizar porque compró los gremios (…) Y nosotros teníamos que acatar lo que decían nuestro gremio! y acatar… porque si vos hacés un paro no decretado por el gremio, el gremio a vos, te echan no te avala para nada, te echaron, te echaron! Entonces teníamos que hacer caso a lo que el gremio decía, ¿viste? (Entrevista a Héctor, 2008).

Y el tema de que no hubo una oposición firme (…) yo pienso que algo tiene que haber habido entre el gobierno y los gremios para que los gremios no le interfirieran, o sea, algo, algún tipo de arreglo, alguna negociación, algo que le convino de las dos partes, porque una cumplía el objetivo y el otro se beneficiaba de alguna manera con algo (Entrevista a Antonio hijo, 2008).

Porque básicamente los gremios aceptaron en ese momento lo que propusieron, porque el gobierno era peronista, jamás lo hubiera hecho el gobierno radical, jamás se lo hubiéramos permitido, jamás lo hubiera intentado ni siquiera. Pero al ser un gobierno identificado con la camiseta, nos cagó, nos traicionó y nos cagó y nuestros dirigentes nunca estuvieron a la altura y todavía son los que están ahora, ¿eh? Todavía son los que están ahora (...) Porque no hubo recambio sindical! (Entrevista a Horacio, 2008).

Este último testimonio manifiesta la tensión respecto de los sindicatos: cuestionamientos a su trabajo durantes las privatizaciones y la afirmación del hecho que, desde entonces, “no hubo recambio sindical”. Sin embargo, al menos en lo que se refiere al conflicto actual por los terrenos, los relatos expresan una conformidad con la lucha emprendida y promovida desde los distintos gremios:
Están bien, ahora están bien porque ha cambiado mucho la… hay gente nueva, muchos, muchos chicos que son, que han renovado cosas y se han logrado cosas que antes no se habían logrado nunca, ¿viste? Eso para nosotros, vemos que no hay tanta corrupción (Entrevista a Héctor, 2008).

El mismo tipo de tensiones aparece en las entrevistas en relación a las funciones que hoy cumple el sindicato dentro de la empresa privada. Si en la historia de estas organizaciones, su tarea ha sido defender los intereses de los trabajadores ante situaciones conflictivas con la patronal, hoy la tarea parece ser otra, más bien vinculada con “amortiguar o minimizar” el conflicto entre capital/trabajo, una posición más cercana a la del “mediador”:
Cuando hay algún problema o algún planteamiento, se conversa, se salva o por ejemplo, cuando hay que hacer algún movimiento de gente interno, no sacar gente de la empresa, sino algún movimiento interno de gente para que el impacto no sea tomado en forma violenta o… porque vos estás acá y te ponen acá por supuesto que esto ocasiona una reacción, entonces para, justamente, amortiguar o minimizar un poco esa reacción es que antes lo charlamos con el gremio, o que se yo, muchas cosas de decisiones que se toman o de cosas que se van a hacer para que ellos estén al tanto de… o sea, se consensúa (Entrevista a Antonio hijo, 2008).

El impacto de la historia reciente sobre los trabajadores y sus instancias organizativas, se reconoce en una cierta pérdida de la voluntad asociativa y en la morigeración de la tendencia al conflicto con la patronal. Como espacios de organización han sido históricamente lugares de socialización de la experiencia laboral y de transmisión de saberes políticos. No obstante, es importante destacar y comprender las trayectorias diferenciales que podemos encontrar dentro de los ferroviarios. Si para los trabajadores bajo el signo del Estado de Bienestar y para aquellos que transitaron los 70, el sindicato era una instancia casi obligatoria de socialización, éste tiene un lugar muy diferente para los trabajadores de aproximadamente 40 años, cuyo ingreso al mundo del trabajo se produjo hacia mediados de los 80. Recordemos al respecto el testimonio de Antonio (hijo), de 43 años, cuyo ingreso data de 1984, quien señala que su padre participaba en el gremio activamente: “Bueno yo no, yo nunca, jamás me gustó, nunca tuve la idea esa de participar activamente” (Entrevista a Antonio hijo, 2008).
Algo diferente expresa Horacio, quien, con 51 años de edad ingresó a los talleres en el año 1975; cabe destacar que su relato no solo da cuenta de una larga trayectoria sindical y política, sino que rescata, como referente, la figura de otro sindicalista, perteneciente a la generación anterior, con el cual liga su propia trayectoria, casualmente, se trata de Antonio (padre):
Yo tenía militancia gremial, yo era peronista, bah, yo cuando entré acá no era peronista… la verdad que no era peronista, es más, tenía una opinión del peronismo… no era tampoco, no había tenido experiencia política, nada… era un estudiante. Pero acá comencé a conocer la parte obrera y conocí también las cosas que había hecho Perón y que nos habían explicado los mayores. El padre de Antonio era también sindicalista, o sea que era una persona también que tenía una militancia y todavía tiene militancia y con la edad que tiene sigue estando con nosotros, codo a codo ahí, ¿viste? O sea, esa consecuencia, es una lucha de vida (Entrevista a Horacio, 2008).

Ahora bien, no obstante esas marcas que manifiestan diferencias generacionales –específicamente, algunas interrupciones en la vida política de los ferroviarios-, el aprendizaje de una práctica política ligada al ámbito laboral y los conocimientos que ella produce (los saberes políticos), pareciera que encuentran aún hoy mecanismos de transmisión:
Y en el sindicato soy el secretario gremial (risas), hace 15 años que administro este gremio, siempre administré yo acá. Ahora le estoy enseñando a este muchacho para que lo maneje (…) lo estoy preparando yo, como a mi me enseñaron los viejos! Yo no sabía nada de sindicato, ni nada, pero… viste, esto es una cosa muy organizada el sindicato de La Fraternidad (Entrevista a Luis, 2008).

Lo crucial es pensar que de esas formas organizativas, encarnadas en prácticas políticas concretas, que han sido mantenidas durante largos años, quedan inercias. En los apartados anteriores, he señalado el lugar decisivo que ha ocupado la dictadura y la imposición de las privatizaciones en la experiencia política de los ferroviarios. Indagar la experiencia de los/las trabajadores/as, como por ejemplo, de los ferroviarios, implica prestar atención al hecho de que lo que queda marcado de una experiencia tiene que ver efectivamente con la vivencia de la opresión y con la naturalización de esa opresión1 . Le pregunto a Horacio, cuál piensa que es, desde el punto de vista político, el problema actual que abrió el conflicto por los terrenos de la Estación. Lo primero que responde es lo siguiente: “Mirá, es muy simple, nosotros venimos de 25 derrotas más o menos, nosotros somos gente muy derrotada, ¿te das cuenta?” (Entrevista a Horacio, 2008). Entonces, una de sus experiencias es precisamente la impotencia de sus herramientas de lucha, de conquista de derechos y de resolución de conflictos.
O bien por el sentido liberador que una experiencia tiene, o bien por desnaturalizar los mecanismos cotidianos de opresión, es muy importante comprender el balance que aparece en el relato sobre los acontecimientos de la dictadura y de las privatizaciones.
Si, fue muy dramático, porque nosotros tuvimos que hacer muchísimas movilizaciones… muchísimos actos y demás para tratar de preservar las fuentes de trabajo. Y veíamos que se nos iba de las manos y se nos fue de las manos y así fue como se cerró el policlínico y así fue como partió el último tren del ferrocarril de la calle San Martín hace 16 años (Entrevista a Ricardo , 2008).

Sobre las “experiencias amargas” de la dictadura viene la ola de privatizaciones: “vencidos y cansados de derrotas”, los ferroviarios relatan con pesar sus experiencias en el pasado reciente. “Gente muy derrotada”, no pudieron retener sus fuentes de trabajo, ni defenderse del arrasamiento provocado por las privatizaciones. Es lógico que se piensen enfrentados a un poder que les es ajeno, que se les escapa de las manos y que está por encima de sus posibilidades organizativas.
Mirá, en realidad te explico, no se, a esta altura mucho en nuestras manos no está, no está en nuestras manos, es una decisión política, una decisión del gobierno y lo que nosotros podemos llegar a ofrecer es, digamos, lo que hacemos todos los días y hacerlo bien, nada más (...) Y… lo que pasa es que no te dan participación (...) Y… que se yo, que te consulten, porque a lo mejor hay cosas que se hacen y no se consultan, o se consultan pero a lo mejor las consultas tendrían que ser más abiertas (Entrevista a Antonio hijo, 2008)2 .

En algunos de ellos incluso, la visualización de los procesos históricos como algo que les está enfrentado y que no depende de sus prácticas, les hace evaluar toda participación política como inútil: las propias herramientas de lucha no son suficientes para decidir sobre nada, ni tan siquiera sobre los puestos de trabajo, menos aún sobre el destino de los terrenos del FC, o la suerte del país, o proyectos de largo alcance. Para algunos trabajadores es la lección aprendida en los últimos años, la significación densa que las derrotas tienen es que de lo que se trata es de hacer bien la labor diaria en el mejor de los casos, al margen de las decisiones políticas y de la posibilidad de soñar / transformar horizontes más amplios.

1 Si tal como he sostenido en capítulos anteriores, la lucha de clases permite pensar la instancia creativa del sujeto, su capacidad para transformar el mundo y su lugar en él, es preciso comprender también, que ella remite a condiciones no elegidas, reales y desiguales, que fijan “límites y presiones” a la praxis de los sujetos. Lejos de todo determinismo, se necesitan análisis concretos de situaciones concretas.

2 Como veremos en los capítulos siguientes, la política como asunto al alcance de “nuestras manos”, será un aspecto importante en la politicidad propia de los otros colectivos: en OSA, algunos de sus miembros hablarán de la posibilidad de tomar los asuntos sociales “por nuestras propias manos” (una mirada cercana a ciertas corrientes autonomistas), mientras que en la experiencia de Casa Amérika, esa idea tomará expresión en la consigna “okupá tu espacio”, frase que ilustra el “hazlo tu mismo” del anarquismo.