SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

Mariano Salomone (CV)

Recuerdos de la Estación, sentimientos y emociones

Fuimos a limpiar todo, si era una mugre eso… a limpiar, fuimos a restaurar, a limpiar y a restaurar, y había mucha energía, ¿no? porque la gente se acordaba, porque estaba bueno y había mucha energía… (Entrevista a Pini, 2008).

¡‘uh!, acá fue el último viaje, me despedí de mi novio y no sé qué…’. Entonces cada uno que se acercaba era un recuerdo, eran cosas lindas ¿me entendés? Y feo por otro lado, porque era ver como quedó eso… o sea, la gente flasheaba de ver cómo había quedado ese lugar después de que… había gente que no había vuelto después de años a ese lugar… (silencio) (Entrevista a Ali, 2008).

Venía, entraba al lugar, nos empezamos a conmocionar con todo eso que sucedía, que la gente que llegaba primero que por ahí se largaba a llorar, gente que se conmocionaba con el espacio y que se largaba a llorar, porque la Estación… hacía mucho que no estaba habilitada, porque no podían creer… hacía mucho tiempo que la gente no entraba a la Estación… no la veían destruida (Entrevista a Ciro, 2008).

Comienzo este apartado transcribiendo algunos pasajes de entrevistas en los que aparecen elementos comunes a las diferentes personas que se interesaron en algún momento por la recuperación de la Estación, que participaron y se involucraron en el conflicto. Ellos se refieren a los sentimientos que despierta el entrar a la Estación, pisar esos terrenos y ver el estado ruinoso en el que se encuentran actualmente sus instalaciones: las cenizas de los techos, los hierros retorcidos, las ventanas herrumbradas, las paredes descascaradas. Los interrogantes que me interesa plantear al respecto continúan los del apartado anterior en torno de la problemática de la memoria y sus “lugares”, los monumentos. ¿Qué es lo que provoca estos sentimientos, aquello que genera tanta “energía”? ¿Cómo interpretarlo? ¿Qué es lo que transmiten esas paredes de la Estación? ¿De qué manera esos recuerdos emocionantes intervienen en la configuración del conflicto, participan en la constitución de los sujetos colectivos? ¿Cuándo estos recuerdos se constituyen en un recurso crítico para la problematización del presente y la creación de nuevas expectativas a futuro; o más bien, comienzan a funcionar como obstáculo que cierra ambas posibilidades?
Al principio de este capítulo mencionaba la crítica que, en su momento, había dirigido Thompson a las concepciones “espasmódicas” sobre las protestas y las rebeliones populares que las interpreta como respuestas reflejas a necesidades “económicas”. Como decía, esa crítica estaba movilizada por una preocupación que ocupó un lugar central en su pensamiento, no subestimar la continuidad de tradiciones políticas y culturales en el proceso de formación de una clase. Cuestión fundamental que remite directamente a la posibilidad de reconocer los procesos de autoconstitución de la clase, pues significa que ella no se organiza únicamente en torno a los imperativos y requerimientos que impone el capital, sino que interviene en dicho proceso la propia historia política y cultural de los sujetos. Su memoria, tradiciones, valores culturales y estéticos, experiencias organizativas, anticipaciones utópicas. Es, pues, un asunto de economía moral, tal como lo llamó Thompson. La moralidad remite a la relación con el pasado, e igualmente, se traduce en la construcción de ideales a futuro, en ilusiones de un porvenir (Freud). No obstante, se trata de una herencia en la que también encontramos tensiones entre autonomía y heteronomía, entre la transmisión y el mandato; y es en la respuesta que asumen los sujetos ante estas tensiones, donde podemos reconocer su carácter activo (agencia) en los procesos histórico-sociales.
En tal sentido, una de las primeras cuestiones a dilucidar es cómo participa la memoria de la Estación en el proceso de constitución de los sujetos colectivos y la configuración del conflicto sobre los terrenos de la Estación. En el siguiente relato podemos encontrar algunas primeras pistas para guiarnos en ese trabajo. Veamos cómo una de las entrevistadas describe la dinámica que caracterizó al ciclo de reuniones que analicé al comienzo del capítulo anterior:
Se hicieron reuniones todos los jueves, durante dos meses fácil, vinieron realizando esas reuniones… no fueron fáciles esas reuniones, y fueron como muy por ahí lentas y de repetir cada una de las veces lo mismo, porque siempre se iba enterando alguno de los actores que tenían relación con estos temas ferroviarios, y se iban acercando, y cada uno traía su problemática, su idea, su concepto, qué es lo que quería sobre el tema y sus también sentimientos porque también creo que este tema está muy empapado de las emociones, que eso… que ese espacio les trae… o digamos, o esas actividades les traen a cada uno, ¿no es cierto? porque bueno, había hijos de ferroviarios, historias de familias también… (Entrevista a Sonia, 2008)

El testimonio de Sonia contribuye a visualizar la intervención de los sentimientos en el proceso de organización que “iniciaban” los distintos sujetos sociales que, hasta ese momento, se encontraban luchando por la recuperación de la Estación. Al relatar aquella experiencia, Sonia explica cómo estos sentimientos que la Estación despierta “empapaban” la dinámica de las reuniones y el trabajo de articulación, la manera como cada uno/a de los/as que se acercaba traía consigo una vivencia personal de la Estación, recuerdos de su pasado, de su funcionamiento y también de su cierre. Y, fundamentalmente, cómo esos recuerdos, que disparaban sentimientos y eran origen de una fuerte “energía”, calaban en lo más profundo de las motivaciones y expectativas que los/as habían movilizado hasta allí. En efecto, en ese ciclo de reuniones, a la par del proceso organizativo, se ponían en marcha procesos anímicos; hay una simultaneidad en aquello que moviliza a la acción, entre animarse a la organización y cierta organización de los estados de ánimo. Pero, ¿qué es lo que provoca estos sentimientos?
¿Esa carga emotiva? Y… parte me parece que tiene que ver con ese proceso no… no cerrado quizás de los argentinos… ¿no es cierto? Donde la sociedad toda quizás pensó, o vio como una alternativa, como una salida lo que estaba sucediendo y no tuvo capacidad de reacción ante este proceso de paralización, de pérdida de ese espacio. Había tal cantidad de presión sobre el tema y opiniones en relación a eso, a que las estaciones tenían que cerrar, que bueno, cerraron (…) Entonces, quienes lo han vivido en su familia, en sus espacios, obviamente que les afecta y son historias no trabajadas o no cerradas desde los familiares. Entonces, cuando uno saca el tema empiezan a aparecer todos esos recuerdos. Yo específicamente digo, ¿qué es lo que me llevó a mí a involucrarme en esos espacios? y bueno, empiezan también los recuerdos de qué es lo que significaron esos espacios para mí. Recordaba también en su momento que una de mis compañeras tenía al padre y al hermano ferroviario y muchas de las reuniones del colegio… lo hicimos en este espacio ferroviario. Entonces, así como estuvo presente en mí, en cada una de las personas, de una u otra manera, empiezan a aflorar esos recuerdos que estaban dormidos, pero estaban. Creo que eso es lo que empieza a suceder… en ese aflorar hay como mucha confusión y nostalgia y también decir ¿qué es lo que significa? ¿y qué es lo que puede llegar a significar a futuro?Entonces son caminos como muy lentos y que no dan respuestas inmediatas , quizás la respuesta va a llegar tarde, quizás cuando ya esté instalado un Puerto Madero, por ejemplo, o cuando ese espacio ya esté privatizado. La capacidad de reacción es lenta pero está… (Entrevista a Sonia, 2008)1 .

La entrevistada continúa su relato proporcionando algunas claves que intentaré retomar a lo largo de este capítulo en procura de posibles respuestas a los interrogantes planteados. Su relato refiere los sentimientos y emociones que provoca la Estación a un “proceso” vivido por “los argentinos” que no ha sido debidamente “cerrado”. Tenemos entonces, una Estación de trenes que cierra pero “procesos” que quedan abiertos, es decir, pendientes.
Quisiera destacar de este pasaje la omnipresencia que suponen estos recuerdos sobre la Estación. “Cuando uno saca el tema empiezan a aparecer todos esos recuerdos”; cuando la Estación sale a la luz, aparecen (retomaré este “salir a la luz” de la Estación, hacerse visible, más adelante). Ella misma, Sonia, al reflexionar cómo fue que llegó a la Estación, a interesarse en la lucha por su recuperación, se encuentra con esos recuerdos. Y luego afirma, “así como estuvo presente en mi, en cada una de las personas, de una u otra manera, empiezan a aflorar esos recuerdos que estaban dormidos, pero estaban”. Pienso que estos recuerdos, su despertar, pueden ser leídos como índice de una “transmisión” que tuvo lugar entre pasado y presente, respecto de la cual queda por considerar de qué tipo de transmisión se trata. Pero, además, esos recuerdos, aún difusos y fragmentarios, aparecen otorgando cierta “unidad” a los sujetos; pues, estando presente “de una manera u otra en cada uno/a”, refieren a un pasado en común y, como tal, a una temporalidad que atraviesa a todos/as y permite la constitución de un nosotros.
Por último, en un sentido contrario pero simultáneo al anterior, los recuerdos aparecen agregando “confusión y nostalgia” y abriendo algunos interrogantes respecto de la Estación: “¿qué es lo que significa? ¿y qué es lo que puede llegar a significar a futuro?”. Son preguntas que estarán muy presentes en algunos de los colectivos involucrados en su recuperación –principalmente, en OSA y Casa Amérika-, preguntas que problematizan los “caminos” andados y, por ello, producen una apertura que vuelve “muy lento” su tránsito e impide “respuestas inmediatas” 2. Abrir caminos quizás sea entonces separar, dividir, romper aquella primera unidad compacta que parecían compartir al comienzo todos/as. Esta última cuestión resulta central para comprender las condiciones históricas y subjetivas sobre las que los sujetos intentan organizarse en torno de la recuperación de la Estación (sus terrenos) como espacio público: alrededor de la imagen del pasado de la Estación, de estos recuerdos que ella despertaba, encontrarán tanto la fuerza necesaria para autoafirmarse como sujetos, esas “energías” contenidas entre sus paredes, como fuertes dificultades para responder a esas preguntas que abrió la irrupción de la Estación en el espacio público -sus significaciones pasadas, presentes y futuras. De eso se trata el proceso organizativo iniciado a mediados de 2007, de la búsqueda de una respuesta colectiva al conflicto de la Estación que, tal como indica la entrevistada, no podrá surgir en forma “inmediata”.

1 El relato de Sonia continúa describiendo cómo, desde OSA, se propusieron “ordenar” ese caos (confusión y nostalgia) intentando respetar las motivaciones de cada uno. Ver el capítulo VII dedicado al análisis de su particular proceso organizativo.

2 Impedir “respuestas inmediatas” puede leerse también como necesidad de encontrar algún tipo de “mediación” política en la búsqueda de esas respuestas; en las que el carácter público del espacio impone, como su condición, una construcción colectiva. Gran parte de la tercera sección de esta tesis, dedicada a la experiencia particular de cada uno de los sujetos analizados, tendrá como uno de sus objetivos avanzar hacia una determinación de las tensiones que, en tanto “límites y presiones” de la práctica política, contenía el tipo de respuesta ensayada.