SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

Mariano Salomone (CV)

Memoria y política

En el apartado anterior, he intentado indagar las posibilidades que abre la memoria a la cohesión grupal, la continuidad de la experiencia y la constitución de un nosotros. A la vez, se pudo observar la importante función que en ese proceso cumple el recuerdo: si la identidad colectiva se apoya en la conciencia de un pasado en común, la memoria que habla de él (que lo reconstruye y relata) se constituye en uno de sus soportes fundamentales.
Ahora bien, en este apartado quiero señalar lo que en esa dialéctica entre identidad y memoria imprime un carácter encubridor al recuerdo. Según De Santos, para entender los arreglos que el pasado tiene con la memoria, hay que aceptar el carácter “encubridor” de cualquier recuerdo. “Recordar es siempre una reconstrucción de lo vivido –una interpretación- que se hace conforme a los límites que la subjetividad pone a la revisión de sentidos con los que ha tramado su identidad” (De Santos, 2006: 82). Busco advertir las condiciones que la lucha política impone a la revisión de sentidos a partir de la cual la memoria reconstruye la experiencia pasada. Ello implica un cambio de perspectiva en el tipo de reflexión que se hace sobre la problemática de la memoria: si el pensamiento de Halbwachs enfatizaba los mecanismos por los cuales la memoria está en función de la cohesión grupal -aquello que permite la continuidad del grupo a partir del sentido de pertenencia y la adhesión afectiva al mismo- aquí se trata de pensar los elementos disruptivos que contiene la memoria, aquellos que pueden hacer del recuerdo un recurso para comprender que no siempre hemos sido lo que somos y que podríamos llegar a ser diferentes. Específicamente, se busca analizar la capacidad de la memoria (como forma de representación de la experiencia) desde el punto de vista de la política, del antagonismo social.
Reconociendo aquel carácter encubridor del recuerdo se comprende que, desde el punto de vista de los sectores subalternos, el conocimiento y la apropiación de la historia depende de un ‘salto de tigre al pasado’ que logre atravesar la continuidad establecida por los vencedores. Se trata de percibir, en el instante de peligro, la constelación crítica que tal o cual fragmento del pasado forma con tal o cual presente. Aquí la tarea, el trabajo de la memoria, consiste en recuperar las energías explosivas ocultas en algún momento preciso de la historia. Una reconstrucción del pasado que procura recuperar sus deseos truncados: aquello que fracasó en la historia y que la mirada de ‘los que han vencido’ se ve forzada a negar, a dejar por fuera de su reconstrucción, para que la continuidad de ‘lo que sucedió en realidad’ pueda ser establecida. Este tipo de vínculo entre pasado y presente rompe el continuum de la historia porque permite socavar la imagen de la Historia como progreso histórico lineal. Es el momento preciso en el que la memoria puede cumplir la función de producir narraciones del pasado que contribuyan a problematizar el orden social naturalizado por el paso del tiempo, haciendo visible que las cosas no siempre han sido como son y que podríamos llegar a ser algo distinto de lo que somos.