SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

Mariano Salomone (CV)

El punto de llegada como punto de partida

Voy a comenzar la exposición del conflicto a partir de un determinado momento de su configuración: principios de julio del año 2007, fecha a partir de la cual comienza un período de reuniones entre los diferentes grupos que venían defendiendo, cada uno a su modo y en forma separada, los terrenos de la Estación de trenes como espacio público. El período de confluencia de estos tres colectivos (ferroviarios, OSA y Casa Amérika) se extiende desde mediados de 2007 hasta abril/mayo de 2008 aproximadamente, momento a partir del cual comienzan a diluirse los puntos de encuentro que habían construido entre las organizaciones. A lo largo de ese período, cerca de un año, las instancias de organización y coordinación de la lucha estuvieron definidas principalmente por reuniones semanales y, en menor medida, por una serie de actividades compartidas 1.
He tomado como hito que marca el comienzo de este período, la iniciativa que tiene OSA, el 1 de julio de 2007, de realizar una amplia convocatoria a participar de una reunión para debatir el futuro de los terrenos de la Estación. El día 5 de julio se realiza la primera reunión entre los/as interesados/as en la defensa de la Estación como espacio público en FEDEM (Federación de Entidades No Gubernamentales de Niñez y Adolescencia de Mendoza), lugar en el que funcionaba OSA. A partir de allí, comienzan a reunirse todos los jueves a las 20 hs, salvo en determinadas oportunidades, en que las reuniones se realizaron en la sede de La Fraternidad, la Unión Ferroviaria y la Estación cultural de la Municipalidad de Capital alternativamente. A fines de ese mes, luego de las primeras reuniones, habían logrado acordar un primer documento que expresaba las posiciones políticas del grupo respecto de la situación de la Estación (ver el análisis en el próximo apartado). El “plan de acción” programado contemplaba tres grandes objetivos: a) la denuncia y divulgación de la información; b) actividades para promover la adhesión de la ciudadanía y c) la persuasión de autoridades responsables y del resto de la comunidad.
Las primeras materializaciones de esas reuniones no tardarían en aparecer. Al mes de haber comenzado se hace público un documento consensuado entre todas las organizaciones (ver análisis en el próximo apartado). El sábado 26 de agosto realizan la primera acción conjunta. Ese día, el colectivo Casa Amérika tenía programada una actividad en la Estación como parte de su cronograma artístico-cultural, llamada la “Mansa Movida”. El resto de las organizaciones decidió acompañar asistiendo al evento con un panfleto, e instalando una mesa con volantes y planillas de adhesión de firmas. En general, todas las actividades en las que participaron las organizaciones en forma conjunta, fueron “compartidas”, aunque no necesariamente organizadas y pensadas colectivamente.
La instancia de coordinación más importante y mantenida con cierta regularidad, fue la de las reuniones semanales. No obstante, la curva de intensidad de las mismas tendió a depender del conjunto de iniciativas emprendidas por el “adversario”, el ONABE, la Municipalidad de Capital, o Puerto Madero. Así las discusiones iban fluctuando entre momentos de amesetamiento, otros de dispersión y algunos picos de euforia. A comienzos del año 2008, en el mes de febrero, el número de participantes de las reuniones había disminuido. El declive remite a múltiples motivos, pues en parte obedecía al lento recomienzo de las actividades luego del período de vacaciones, a las situaciones particulares en las que se encontraba cada una de las organizaciones (OSA había comenzado a involucrarse en otros conflictos, mientras que Casa Amérika tenía problemas organizativos internos), y también a las dificultades encontradas para fortalecer y consolidar una articulación política. Un nuevo pico de reuniones, de mayor intensidad, ocurrió hacia mediados de abril de 2008, a partir de los rumores acerca de que el convenio con Puerto Madero se haría efectivo en esos próximos días: “ante la inminencia de la firma del convenio de traspaso de la tenencia de los terrenos de la ex-Estación del Ferrocarril Gral. San Martín a manos de la Corporación Puerto Madero” se decidió el día 12 de abril un corte de calle, en la intersección entre Av. Juan B. Justo y Belgrano2 . Esa fue la última actividad organizada y llevada a cabo en forma conjunta. A partir de allí, comienza la dispersión de los colectivos y a diluirse la principal instancia de coordinación, las reuniones semanales. En septiembre de 2008, un nuevo conflicto con la Municipalidad de Capital (por el intento de apertura de una calle a través del predio de la Estación) encontró a los ferroviarios realizando solos el corte de calle y defendiendo los terrenos. En tal sentido, puede tomarse como hito que marca el cierre del ciclo de confluencia y articulación de la lucha.
Hay que tener en cuenta que los tres colectivos sociales se involucran en el conflicto por los terrenos de la Estación en diferentes momentos de su trayectoria grupal. La cronología del conflicto, por eso, resulta bastante poco “cronológica”. El momento en el que cada colectivo es interpelado por “el conflicto”, responde a temporalidades particulares, a su propia historia; más aún, aquello por lo cual se sienten convocados, lo que los moviliza a participar e involucrarse, también se constituye en esas temporalidades que les son particulares. De esa manera, por ejemplo, el grupo de ferroviarios tiene una larga relación conflictiva con la historia del ferrocarril y, en especial, con la “privatización” y el abandono de esos terrenos. Sin embargo, pasada la situación de emergencia vivida a principios de los 90, no había atravesado períodos de movilización sino hasta entrado el año 2007; en el que la reaparición del debate en la agenda pública mediática, sobre proyectos ferroviarios (el anunciado “tren bala” por parte del gobierno nacional), los rumores acerca del proyecto de inversión de Puerto Madero, y el avance de la Municipalidad de la Capital de Mendoza sobre los terrenos del ferrocarril, impulsarán a los ferroviarios a ocupar nuevamente el espacio público (ver capítulo VI).
Por su parte, el colectivo artístico Casa Amérika, comienza la okupación del edificio de la Estación Central a principios del 2006 en busca de un espacio para realizar actividades artísticas, pero resignificará su práctica en torno al conflicto público-privado con el devenir de su experiencia y, por cierto, a partir del contacto con algunos ferroviarios (ver capítulo VIII).
Por último, el grupo OSA, comienza a participar hacia mediados del 2007 de una manera también particular, portando una politicidad propia que lo llevará a ocupar un lugar importante en el proceso de articulación de la lucha, esto es, en el esfuerzo de acercamiento de los diferentes grupos que la estaban impulsando (ver capítulo VII)3 .
Ahora bien, aunque desde sus respectivas trayectorias grupales e idiosincrasias particulares, hay algo del proceso de configuración del conflicto, del hacerse conflictivo para cada uno de ellos que no se encontraba presente con anterioridad en ninguno por separado. Algo que, por el contrario, remite a los entrecruzamientos con el/la otro/a, al proceso de creación colectiva que tuvo lugar en los intercambios que, aún de manera esporádica, fueron ocurriendo. En ese sentido, la confluencia entre los tres grupos, a mediados de 2007, es un punto de llegada en el proceso de configuración del conflicto, a la vez que su apertura, la posibilidad de llevar a cabo una experiencia política colectiva en la lucha por la recuperación de la Estación como espacio público.
Se trata de un momento en el que asumen la búsqueda de articulación de sus respectivos proyectos particulares. El encuentro entre los distintos grupos, a partir del diálogo y el intercambio, puso en juego la afirmación de las propias capacidades, al posibilitar compartir información sobre la voluntad política del gobierno, sobre la historia del FC, sobre el conocimiento de los distintos convenios realizados entre el Estado nacional, el municipio y Puerto Madero (ver en el Apéndice Imágenes los planos 2 y 3: son los únicos registros públicos que se han conocido del “Plan Maestro” en Mendoza); así como también facilitar el contacto con funcionarios de distintos niveles y el acceso a los medios de comunicación. Pero también, significó la aparición de nuevas dificultades y tensiones colectivas, ligadas tanto a las formas o las modalidades del debate, como a las diferentes lecturas del “conflicto” que hacía cada grupo -el diagnóstico, sus causas y posibles alternativas políticas. Es decir, la articulación proporcionaba oportunidades y tensiones vinculadas las diferentes politicidades de cada uno de los colectivos, exponiéndolos al desafío de lograr ciertos acuerdos que permitieran construir un camino en conjunto. El período de reuniones estuvo marcado por el intento de llevar a cabo una lucha en común y, a la vez, desafiar el conjunto de dificultades y tensiones encontradas en esa búsqueda.

1 De lo que se trata en este capítulo es de anticipar algunos elementos que serán expuestos de manera más precisa y compleja en la tercera parte de la tesis.

2 En esta ocasión participaron además otras organizaciones como el colegio de arquitectos y la ex rectora de la UNCu, Gomez de Erice.

3 La genealogía del conflicto se complejiza si, como veremos en los siguientes capítulos, se tienen en cuenta sus antecedentes. Para el grupo de ferroviarios son tal vez más “evidentes”, pues se trata de una larga historia de luchas salariales, huelgas y defensa del ferrocarril durante el período de privatizaciones. Pero también hay antecedentes en los otros dos colectivos. Varios/as de los/as miembros de Casa Amérika venían comprometidos/as en la recuperación del “espacio público” desde su actividad artística, vinculados principalmente al arte callejero y comunitario y cuestionando lo que llaman la “cultura del shopping”. En cuanto al grupo OSA, muchos de sus miembros tienen una larga militancia social que se remonta a experiencias partidarias en la década del 70, y como grupo venían haciendo de la “recuperación del espacio público” una de las preocupaciones centrales de su práctica política.