SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

SUJETOS SUBALTERNOS, POLÍTICA Y MEMORIA

Mariano Salomone (CV)

Tras los pasos de las feministas: la relevancia de la experiencia

La noción de experiencia ha sido central para el feminismo1 . Lo que me propongo en este apartado es trazar los nexos que posibilitan la apropiación de herramientas conceptuales elaboradas por las feministas para reflexionar sobre el conjunto de experiencias políticas realizadas por sujetos ajenos a estas prácticas.
La experiencia de mujeres ha sido el punto de apoyo para la crítica feminista del patriarcado y de la cultura androcéntrica; tanto desde el punto de vista de la lucha histórico-social del movimiento político, como desde las teorías que ha producido (el conjunto de conceptos, proposiciones y análisis que intentan describir y explicar sus condiciones de opresión). Sin embargo y no obstante la familiaridad con el concepto, que los feminismos tienen y han tenido, Ana María Bach, plantea que el vocablo “experiencia” es también polisémico es decir, portador de una multiplicidad de significaciones muchas veces opuestas y excluyentes entre sí.
Las feministas han destacado el carácter sexuado de la experiencia:
Las feministas, activistas y/o teóricas, marcaron como rasgo peculiar de la experiencia el que es distinta según los sexos, por ende, la experiencia masculina no es universal. Este rasgo, que está íntimamente conectado con la afirmación de que “lo personal es político”, no puede ser separado de la faz política inherente a la experiencia” (Bach, 2008: 62).

Lo anterior se puso de manifiesto en los llamados “grupos de autoconciencia” de mujeres que surgieron en la ciudad de Nueva York hacia finales de los años 60 2: es en la comunicación entre mujeres donde la experiencia se hizo visible, donde fue posible reconocer que únicamente en la historia de los varones el mundo de las mujeres no tiene sentido; de allí que la experiencia de las mujeres genera una nueva red de significados y es portadora de potencialidad crítica respecto del orden establecido. Los grupos de concienciación ensayaban la construcción de una perspectiva propia de las mujeres sobre el mundo confrontando los saberes establecidos con la propia experiencia (Bach, 2008: 67). El intercambio de experiencias personales entre las participantes, produjo un conocimiento colectivo respecto de las condiciones de vida de las mujeres, y decantó en el famoso eslogan “lo personal es político”.
En los grupos de autoconciencia se escuchaban los testimonios de las mujeres acerca de sus experiencias y emociones con respecto a un determinado tema, se compartía la propia experiencia. Las exposiciones contribuían a conformar una fuente de conocimiento común. El conocimiento y la información permitían que las mujeres fueran “capaces” de hablar (Bach, 2008: 67) 3 .

La enseñanza duradera de los grupos feministas de autoconciencia consiste en que permiten advertir para otros grupos sociales, la significación política que tiene la experiencia. Teresa de Lauretis, considera a la experiencia como la designación del proceso continuo e inacabado por el cual se construye, semiótica e históricamente, la subjetividad (Bach, 2008: 74). Desde esta perspectiva, es posible comprender que el registro de la experiencia no se reduce al ámbito de lo individual, sino que la experiencia personal es parte de una construcción social, marcada por el sexo, la etnia y la clase social, la propia cultura, la lengua -como dimensiones fundamentales sobre las que se organizan históricamente las relaciones sociales y políticas, las experiencias personales, la vida cotidiana (Scott, 1991). Etnia, clase, sexo, lengua, marcan la singularidad de sus experiencias y de sus prácticas políticas, pues es en la experiencia donde se registran las relaciones de opresión, sus conflictos y contradicciones, los procesos de dominación y resistencias.
La dimensión de la experiencia compartida es fundamental para comprender el conflicto por los terrenos de la Estación, el proceso por el cual se había abierto el conflicto, el lugar que ocupó el encuentro entre diferentes colectivos y organizaciones, el conocimiento que arrojó el diálogo y el intercambio entre sus experiencias particulares, principalmente, la identificación del problema: la “visualización” del proceso de privatización de diferentes espacios o bienes públicos4 .
Pensar la experiencia como registro de una construcción social, como el resultado de una actividad social –la práctica de los sujetos-, es pensarla como parte de una creación colectiva, del intercambio entre los sujetos y la disputa con los sectores enfrentados. Algo que podrá observarse en los próximos capítulos dedicados al análisis de la experiencia de cada uno de los colectivos, la experiencia de okupación de la Estación llevada a cabo por el colectivo Casa Amérika, la experiencia de lucha de los ferroviarios, la construcción de OSA como instancia en procura de la articulación de diferentes conflictos.

1 Respecto de los aportes del feminismo quiero agradecer, principalmente, a la Dra. Alejandra Ciriza y al equipo de investigación que dirige, el haberme permitido formar parte del trabajo colectivo y entrar en contacto, a partir del intercambio, con la lucha y los debates que plantearon históricamente las diferentes “olas” del feminismo (la problemática en torno de la igualdad, el valor de la experiencia, los vínculos entre subjetividad y política, las relaciones entre clase y género sexual). En segundo lugar, ha sido de gran importancia para conocer la problemática específica que plantea la categoría de “experiencia” y la historia del debate que suscitó dentro de los feminismos, la tesis doctoral de Ana María Bach (2008), en la que aporta una sistematización del pensamiento feminista en torno de dicha categoría, con un énfasis especial en las teorías feministas norteamericanas de los 80 y 90.

2 La denominación de grupos de autoconciencia (Consciousness-Raising o CR) fue propuesta por Kathie Sarachild para el programa de crecimiento de la conciencia feminista de un grupo de mujeres que se consideraron “radicales” dentro del movimiento (Bach, 2008: 66).

3 La autora señala que a partir de 1968 los programas de grupos de autoconciencia se harán populares aunque con el tiempo perderán la conexión con los objetivos que le habían dado origen, esto es, el interés por la producción de cambios radicales y revolucionarios para las mujeres, aunque siempre van a permanecer incitando a las mujeres a pensar y actuar.

4 Cfr. capítulo III.