ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

ESTUDIO ECONÓMICO SOBRE EL TRATADO DE IBN ABDÚN

Eduardo Escartín González (CV)
Universidad de Sevilla

PARTE II: SOCIEDAD E INSTITUCIONES SEGÚN LAS FUENTES HISTÓRICAS

GENERALIDADES

Se consideran fuentes históricas todos aquellos datos que permiten reconstruir la forma de vida de las sociedades. En las antiguas, la arqueología, a través de sus excavaciones, suministra datos, pero la fuente de datos más importante es la constituida por los documentos escritos; al fin y al cabo la historia comienza con la invención de la escritura.
Como la labor de los historiadores consiste en reunir esos datos y con ellos efectuar dicha reconstrucción, en el presente estudio se acudirá directamente a los resultados ofrecidos por los historiadores en sus libros de historia. En éstos se encuentran las referencias de cuantos documentos han sido tenidos en cuenta por ellos para redactar los relatos históricos, y a las que remitimos al lector más exigente, pues ahí hay constancia de innumerables documentos y otras fuentes bibliográficas. Algunas de éstas, aunque no han sido consultadas en la realización de esta memoria, como se dijo en la introducción, se relacionan en la sección correspondiente a “Otra Bibliografía complementaria”.
Para transmitirnos la historia de al-Andalus los historiadores a menudo se quejan de la carencia de fuentes, y, por ello, recurren a veces a documentos complementarios, sin contrastar con otros datos, que en puridad de términos no son verdaderas fuentes, porque en ellos se expresa la opinión del autor en lugar de la narración de los acontecimientos. Tal es el caso de los manuales de hisba, de los que Évariste Lévi-Provençal (1957, p. 85) nos advierte sobre la necesidad de, a las indicaciones prácticas que contienen, descontar las frecuentes especulaciones teóricas vertidas en ellos; es decir, los aspectos normativos fruto de los deseos del autor. Sin embargo, este historiador y otros consideran como realidades prácticas de la época muchas de las opiniones normativas, o conjeturas teóricas, como él las califica, de los compositores de dichos manuales de hisba. Por ejemplo, Lévi-Provençal (1957, p.178) admite la existencia de una organización de los diferentes gremios, por lo menos desde el siglo IX, tomando como base varios testimonios, entre ellos los de Ibn Abdún, cuando es muy dudosa tal organización gremial en épocas tan tempranas como son las de los siglos IX al XII. Bosch Vilá (1984) tiende a abusar de las propuestas de Ibn Abdún como si fueran realidades. Así, por ejemplo, este autor (ib., p. 235) da por sentado que, respecto a las calles de Sevilla, “hubo que ordenar la reparación de «los baches en que pueda detenerse el agua y el lodo», de tal modo que cada vecino tenía que observar y cuidar el buen estado de la parte de calle frente a su casa”. La frase entre comillas («») pertenece al § 85 del Tratado de Ibn Abdúnen el que se apoya Bosch Vilá para hacer tal afirmación. No obstante, Ibn Abdún sólo propone que cada cual repare los baches de delante de su casa, pues utiliza el tiempo futuro de los verbos y no se puede saber con certeza si sus prescripciones fueron o no llevadas a cabo. No se debe olvidar que cuando Ibn Abdún escribe su Tratado no desempeña ningún cargo oficial de tipo ejecutivo que garantice la puesta en práctica de sus pretensiones. Esto es lo que en verdad se dice en el referido § 85:
Tocante a las calles, deberá ordenarse a las gentes de los arrabales que cuiden de que no se arrojen a ellas basuras, inmundicias ni barreduras, así como que se reparen los baches en que pueda detenerse el agua y el lodo. Cada cual reparará y mirará por lo que esté delante de su casa. Si en algún sitio hubiese muchos desagües de agua sucia, se obligará al propietario a construir y mantener en buen uso una alcantarilla.
Puede apreciarse claramente, por lo que escribe Ibn Abdún, que no es posible afirmar tajantemente que tuvo que ordenarse la reparación de los baches de la calzada.
Verdaderamente la escasez de las fuentes es un problema colosal a la hora de intentar reconstruir la sociedad y las instituciones de aquellos tiempos tan remotos, siglos VIII a X, que, además, están envueltos en mitos y leyendas. Y siguen siendo mitos y leyendas porque apenas hay documentos, escritos por testigos presenciales en la propia época, que permitan desvelar la realidad. Los documentos conservados que fueron escritos en su época empiezan a aparecer a partir de finales del siglo XI. No se sabe con exactitud por qué apenas hay documentos escritos entre los siglos VIII y X. La destrucción es la hipótesis más plausible, pero se ignora la causa de semejante destrucción que deja en una sombra casi impenetrable a varios siglos de la historia de la Península Ibérica. De ahí que cada intérprete histórico de esos tiempos se haga su propia composición de lugar, más o menos fundadamente, y así, con apreciaciones subjetivas, nos relate “su“ historia.
La presente segunda parte, que se basa principalmente en lo tratado por los historiadores, cuenta, en consecuencia, con esas dificultades, que, sin embargo, no impedirán afrontar la investigación, para, a su vez, dar una versión que, en algunos aspectos, también puede parecer algo subjetiva. Pero se intenta al máximo que toda afirmación esté sustentada en un razonamiento a partir de los datos disponibles. Esta parte se dividirá en tres capítulos, el primero concerniente a la población y a algunas instituciones sociales y los otros dos referentes a instituciones de contenido económico: la vitivinicultura y los gremios, respectivamente.