IDENTIDAD Y CAMBIO SOCIAL EN UNA COMARCA DE CANTABRIA: EL CASO DE CAMPOO

IDENTIDAD Y CAMBIO SOCIAL EN UNA COMARCA DE CANTABRIA: EL CASO DE CAMPOO

Alfonso Muñoz Güemes (CV)

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7.    De trenes y literatura. Elementos para el análisis de la transformación sociocultural de Campoo.

      Por los numerosos testimonios recogidos en la literatura costumbrista de Cantabria, sabemos hoy en día que el Canal de Castilla, al llegar a Alar del Rey, dejaba en este sitio productos y mercancías que serían llevados posteriormente a través del transporte carretero de tracción animal a Reinosa para, finalmente, ser transportados hasta Santander.
      Esta actividad comercial basada en el transporte de tracción animal, se concibió como propia de una economía agraria o preindustrial, como la que se delineaba en aquella literatura. Economía en la que no existía aún la industria productora de bienes para consumo extrarregional.
      Así, la puesta en marcha del ferrocarril significó la inserción de la Comarca en la Revolución Industrial. Lo cual queda patentizado porque apenas unos años antes, en 1825, se habían transportado por vez primera mercancías por tren en Inglaterra.
      Narraciones literarias como El último carretero1 , recogen en sus páginas el proceso de transformación estructural y social que vivía la Comarca de Campoo, a finales del siglo pasado, cuando el ferrocarril Reinosa-Alar del Rey, comenzó a sustituir la actividad de comercio por medio de la carretería, iniciando con ello la entrada de Campoo, aunque fuera tardíamente, en la economía industrial que unía regiones en un territorio mejor articulado y cohesionado.
      En otra narración literaria, Jovellanos relata cómo en 1797 en Reinosa había una gran actividad comercial e industrial, en el sentido de la industria anterior a la máquina de vapor y la formación de empresas a gran escala, además de una Feria Ganadera que se celebraba el día de Santiago (25 de julio).
      La actividad industrial de Reinosa y alrededores a la que se refiere Jovellanos 2 no es otra que la relativa a las antiguas ferrerías de Las Rozas y Bustasur, que fueron importantes en su momento, y que junto a los molinos harineros de Reocín de los Molinos y de Reinosa, producían harinas con granos provenientes de Valderredible, Valdeprado del Río, Valdeolea, Las Rozas, y de fuera de la Comarca, en Palencia, que una vez procesados, eran exportados vía Santander. El comercio lanar, tuvo su importancia aunque decayó por el proceso de especialización económica comarcal, que se orientó hacia el vacuno.
      Continuando con el recuento que Salvador García 3 hace de las narraciones de viajeros y estudiosos que pasaron por Reinosa citamos el siguiente fragmento:
<<Madoz se refería al comercio de vinos desde el interior y el de trigo y harinas por agua, desde Valladolid y Palencia hasta Alar del Rey, donde concluía el ramal norte del Canal de Castilla. Muchos habitantes de Reinosa y pueblos cercanos eran carreteros y se dedicaban al transporte del trigo y de la harina desde alar, atravesando Reinosa, hasta los puertos de Requejada y Santander, por los que a su vez entraban géneros coloniales para Castilla la Vieja.>>4
      En el imaginario colectivo, el carretero deviene en el articulador de la economía y el comercio regional, integrándolo como engranaje básico en la red productiva y transformadora, que en Reinosa procesaba materias primas, y que una vez hechas producto final eran vueltas a llevar por los carreteros a Santander para su exportación.
      En el proceso de transformación económico, laboral y social el carretero como profesional clave en el engranaje productivo es sustituido por la máquina de vapor. En donde lo realmente importante es la irrupción en el paisaje de estas moles de hierro rodantes que transformaban el silencio de los valles, en un atronador silbido de vapor que anunciaba la llegada del nuevo siglo, y con él, la llegada de una forma de vida diferente. En la percepción social local que se manifiesta en la literatura costumbrista, se anunciaba “el fin de la tradición”.
      Resaltaremos tres aspectos presentes en la literatura costumbrista que conectan con la historia económica y la transformación social de la Comarca. El hecho de realizar éste ejercicio de análisis literario, responde al interés en las fuentes narrativas locales, como fuentes de información histórica, con la certeza de que han de ser cotejadas y contrastadas:
1. Uno de los temas recurrentes en la literatura costumbrista es el del carretero, que llegó a ser estereotipado como “personaje novelesco”, basándose en actores sociales reales; el proceso de novelación de los personajes se realiza a través de construirles historias y de adjudicarles diálogos.
En este caso, se convertían en anécdotas de viaje, a través de las cuales los autores proyectaban su imaginación sobre procesos sociales llegando a la re/construcción (o invención) de la tradición.
El personaje del carretero es visto como el portador de la memoria colectiva que re/crea en sus narraciones literalizadas, (hechas por otro, por el autor del relato), un mundo que se ve amenazado por la modernidad que personifican la máquina de vapor y la locomotora.
Como en el caso de la obra de Demetrio Duque y Merino: “El último carretero”, el autor se pone en el sitio del carretero, que no es otro que su portavoz o (presta-voz), para expresar sus ideas sobre pasado-presente y tradición-modernidad. El progreso percibido en forma de ferrocarril, acababa con el tráfico carretero de harinas, vino, lana y sobre todo, “terminaba con una forma de vida”.
2. Al terminar con esa forma de vida, o lo que los escritores costumbristas de finales de siglo pasado habían proyectado en el imaginario colectivo como tal, el tren se convertía en el símbolo del progreso “destructor”, mientras que el carretero se convertía en personaje-héroe. En este sentido, consideramos a la literatura costumbrista montañesa como una respuesta cultural de reacción frente a los procesos de transformación social que la modernización de la economía significaba.
Esto da pie a otro de los temas que aparecen recurrentemente en el relato citado, el desfile de carretas con “estampas típicas” que se celebra el Día de Campoo.
      La construcción del ferrocarril llevó hasta la Comarca a trabajadores, ingenieros y comerciantes, todos ellos forasteros, que eran percibidos como distintos, como no iguales: no hablaban igual, no vestían igual, tenían otros gustos. Este proceso permitió crear por contraste la percepción social de nosotros/ellos. Ello, permitió al grupo local elaborar una consciencia de sí mismo como colectivo, que expresaba su cohesión en términos coloquiales como: “lo de toda la vida”, “lo nuestro”, “no es como nosotros”, o diciendo, “es que no se integra”.5
      El ingreso de la Comarca en el comercio y el mercado interregional que inició con la Revolución Industrial, tuvo su impacto local como un proceso de intromisión de formas de vida distintas. La irrupción de la era moderna, de la industria personificada en la máquina de vapor, rompe el silencio del campo e inserta en esos espacios el trajín que vendría a modificar para siempre lo que se ha llamado “la tradición”.
3. El último punto es que esta ruptura es percibida desde el ethos local, como conflictiva; se desestructuran instituciones que reglan y norman conductas y hábitos sociales: se abandonan actividades económicas, formas de producir y de relacionarse, y también de consumir.
      Se pasó de la factoría movida por agua para producir de forma semi-industrial las harinas; se abandonaron las ferrerías que utilizaban estos mismos cauces para mover los fuelles de la forja; se dio paso al obrero industrial que se comenzó a desvincular del grupo de iguales del que provenía, cuando comenzó a estar frente a otros iguales, pero desconocidos, mientras trabajaban delante de las líneas de producción.
      Este proceso de transformación social es reflejado en la literatura, desde la cual se construye un discurso al respecto. Es decir, los escritores recogen desde su propia percepción subjetiva ese cambio, y lo proyectan en sus obras. Al poner en voz de sus personajes las valoraciones suyas y de otros contemporáneos sobre el cambio social, no han hecho sino construir un discurso cultural sobre el proceso de transformación social en la Comarca.
En este sentido:

  1. la literatura costumbrista es una reacción cultural derivada del proceso transformatorio estructural de la comarca.
  2. Crea estereotipos culturales percibidos como “tradicionales”, como “formas de ser de toda la vida”, que son llevados hacia el discurso social identitario, fruto de la misma reacción ante la modernidad, y se constituyen como versiones eruditas locales del pasado, y de lo que se concebía como “tradición”.

      La invención de la tradición actual, de la que hablamos en otro sitio de esta tesis, no es otra cosa que la actualización de la invención de la tradición que se verificó, como hemos visto, a finales del siglo pasado. La que hicieron los costumbristas a finales de siglo pasado, y que quedó plasmada no sólo en los libros que aún hoy se siguen leyendo con verdadero fervor en la Comarca, sino que se transmitió generacionalmente de forma oral, conformándose en discurso social aceptado, institucionalizado y aceptado como verdadero y como fuente de conocimiento sobre sí mismos.
      Así, la tradición recuperada el Día de Campoo, y la tradición recuperada por los eruditos locales actuales, es también una reacción social derivada de los profundos cambios estructurales que modifican las relaciones sociales y que afectan a los sujetos. Esta recuperación o invención de la tradición, no es sino la actualización y adecuación a los tiempos presentes en los estudios emic, de una tradición construida en la literatura. Se convierte en el texto cultural local que se versiona a sí mismo.
      Gaspar Mairal 6 explica un fenómeno social similar al que venimos analizando aquí, cuando se refiere al proceso de construcción social de la identidad en el espacio social urbano, como producto de la reconstrucción de símbolos rurales que hacen colectivos urbanos. En este fenómeno, los colectivos de ex-emigrantes se reagrupan en los barrios urbanos de las ciudades industriales medias, y reformulan a través de desfiles, pasacalles y fiestas lo que consideran como sus “señas de identidad”.
      Es decir, que a través de los certámenes de bailes y de canto, a través de la utilización de los vestidos y trajes de fiesta característicos de los núcleos rurales, y a través de la escenificación de lo que se llaman “estampas campurrianas”, se vuelve en el imaginario colectivo a un tiempo pretérito, ya que los actores sociales reactualizan con sus cantos, sus danzas, sus trajes y la escenografías el pasado.
      Esta forma simbólica de volver atrás en el tiempo, permite al grupo social comarcal en su conjunto, pero básicamente al agregado social urbano, reconstituirse como grupo social particular con unas “señas de identidad” específicas. El colectivo urbano se reconoce como portador de unos diacríticos culturales que hace propios y se cohesiona como un cuerpo social homogéneo, aunque sea a nivel del imaginario colectivo local, reproduciendo su identidad sociocultural.
      Nuestro planteamiento en este sentido consiste en señalar que, así como existió un proceso cultural de reacción frente a la modernidad a finales del siglo pasado, que en el caso de Campoo derivó en el movimiento literario costumbrista, por su parte, en la actualidad, el proceso de ajuste estructural comarcal tiene un correlativo social en la invención de la tradición vista ésta como una forma de reconstitución social ante la crisis.
      Es decir, que el cuerpo social urbano, que es el más afectado por el paro, la reconversión y la emigración, retoma los símbolos culturales de la matriz rural agroganadera, y los actualiza simbólicamente para asegurar su continuidad histórica.
      La actualización histórica de los símbolos culturales propios de la matriz sociocultural rural de Campoo, se logra gracias a que los diversos colectivos que conforman la estructura social urbana, se aglutinan en torno a instituciones sociales como peñas de barrio, asociaciones de vecinos y asociaciones culturales, coros y grupos de danza, para reproducir en el espacio urbano, y en escenarios específicos, teatros, plazas y calles, aquellos diacríticos culturales que se consideran como constitutivos del folklore local.
      El papel que juegan las agencias de socialización primaria es fundamental en la práctica de actualizar la tradición, ya que son los grupos de iguales formados por actores que han emigrado del campo a la ciudad, o los hijos de estos actores, quienes se reúnen para preparar los carros tirados por bueyes que desfilarán por la avenida principal de Reinosa.
      En este sentido, lo que nos parece fundamental en el proceso de actualización histórica del grupo social urbano, es la interacción que se produce entre los miembros de los grupos de iguales que preparan y efectúan el desfile y las demás actividades, concursos de rabel, concursos de bailes, concursos de canto, desfile de “trajes típicos”, así como concursos de ajedrez, torneos de bolos, verbenas y romerías y un largo etcétera.
      Lo que es fundamental en estas pautas de comportamiento es que el cuerpo social urbano se fragmenta en colectivos y grupos de interés que participan de las distintas actividades señaladas; y por otra parte, se reúne en torno a un desfile en el que se diluye la particularidad de esos colectivos, para reconocerse como miembros de un grupo social mayor, el campurriano, que es portador de los símbolos y diacríticos culturales que se muestran y reproducen. Opera una doble lógica de acción social: por un lado, los grupos de iguales se congregan para realizar sus actividades de interés, ciclismo, bolos, ajedrez, coros, cantos y bailes, y por otra parte, existe un momento en el que esos mismos colectivos participan en la celebración conjunta de la actualización histórica del grupo. Todos ellos participan como colectivos individuales de una misma actualización. Se vuelcan los grupos en un cuerpo social que busca su identidad.
      En este sentido, la celebración del Día de Campoo, opera en el mismo sentido que la conmemoración de los ciclos litúrgicos a los que asisten grupos de romeros a realizar sus actos devocionales. Actos en los que opera un proceso de cohesión y empatía mediados por el ethos religioso.
      En ambos casos interviene un mecanismo por medio del cual se rompe con el tiempo histórico lineal, para volver al tiempo sagrado en el que se actualiza el grupo de origen. Se renuevan los sentidos culturales y referenciales compartidos, permitiendo la auto adscripción de los sujetos al grupo.
      En suma, se crean fronteras simbólicas de grupo en el espacio social urbano, tomando como referente a la matriz sociocultural rural. Se usa como vehículo de la acción social a las instituciones y colectivos urbanos, que operan a partir de la lógica de participación propia de los grupos vecinales y de iguales, llenándose de contenidos simbólicos propios del espacio social rural.

1 Duque y Merino, Demetrio: “El último carretero”, Revista de España, Santander, 1888.

2 Jovellanos es citado por Salvador García Castañeda: Antología de escritores costumbristas campurrianos. Ediciones Tantin, Santander 1987, pág. 13. <<Cuando en 1797 pasó Jovellanos por Reinosa ya había allí una gran feria y otras industrias, un comercio próspero y un activo tráfico carreteril de lanas al puerto de Santander y de hierro al interior.>>

3 García Castañeda, Salvador: Antología de escritores costumbristas campurrianos. Ediciones Tantin, Santander 1987.

4 Pascual Madoz es citado por Salvador García Castañeda: Op. Cit. pág. 13.

5 Algunas de estas expresiones se escucharon repetidas veces cuando los reinosanos se referían al colectivo gitano que vive en el casco urbano, en un afán de explicar sus percepciones del hecho diferencial y la integración de ese colectivo.

6 Mairal Buil, Gaspar: La identidad de los aragoneses. Egido Editorial, Huesca, 1996. pp. 11-21.