LOS RIESGOS EN EL VIAJE TURÍSTICO: DECONSTRUYENDO LA PARADOJA PROFESIONAL

LOS RIESGOS EN EL VIAJE TURÍSTICO: DECONSTRUYENDO LA PARADOJA PROFESIONAL

Maximiliano E Korstanje
Universidad de Palermo, Argentina

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PROFESIONALES EN TURISMO.
Las cifras estadísticas nos hablan de un gran volumen de personas que a menudo dejan su hogar para veranear en destinos turísticos o viajan por placer a lugares exóticos, verdaderas economías del desplazamiento apoyadas en el consumo del signo y el estatus. No sólo vivimos en un mundo móvil, sino que los medios tecnológicos hacen del viaje algo placentero y seguro. Si bien, el imaginario colectivo y las reglas de etiqueta imponen que el “buen turista” es aquel quien puede costearse un largo viaje, no todos sienten placer al tener que viajar. Una gran cantidad de personas demuestran signos manifiestos de ansiedad, depresión y fobia a utilizar determinado medio de transporte o a dejar su ámbito de residencia (Burnham, 2007). En la literatura especializada, por desgracia, pocos estudios se han ocupado de ellos. El aspecto central que diagrama la presente investigación descansa en la necesidad de comprender la fobia al viaje como una característica evolutiva en la vida del sujeto, pero sujeta a variables socio-demográficas. ¿Puede un profesional de los viajes tener miedo a viajar?, ¿cuál es el factor común que tienen aquellos que demuestran aversión a los viajes?, ¿son propensos a trabajar más que los demás?, ¿es un resultado de su apego por cumplir objetivo o congraciarse con sus jefes?, o simplemente ¿es la experiencia un mecanismo que ayuda a regular el temor?.

Para poder responder satisfactoriamente estas preguntas nos hemos servido de tres biografías, reconstruidas bajo la metodología de la historia de vida, entre los años 2001 a 2014. Los entrevistados, dos hombres y una mujer, trabajan en diferentes rubros de la industria turística. Nuestra tesis es que la aversión al viaje no queda condicionada por ninguna variable constitutiva del sujeto como ser clase, edad, ocupación o género, sino que es una reacción adaptativa a la pérdida y posterior duelo de un familiar cercano. El trabajo puede inscribirse en una parte conceptual en donde se discute las limitaciones y aciertos de la teoría de la percepción del riesgo en turismo y hotelería, acompañado de una revisión psicoanalítica de los diferentes sistemas apegos estudiados por la psicología aplicada. Por último, exponemos tres casos reales de personas que desde diversas ópticas mantienen diferentes posiciones frente a la “idea de viajar”.  Nuestro trabajo pretende expandir las aplicaciones de la tesis del apego formulando nuevos campos de estudio dentro de la base exploratoria del sujeto. Estamos en condiciones de explicar porque ciertas personas desarrollan reacciones evitativas a abandonar lo conocido (simbolizado por el hogar) mientras otras van por el camino opuesto. En este tipo de casos la paradoja se da porque personas que trabajan como profesionales en la esfera del turismo y están familiarizados con los viajes desarrollan temores y fobias de la misma manera que otros.

La teoría psicoanalítica, desde sus comienzos, ha establecido la relación entre madre e hijo como axioma principal para explicar la conducta humana. La energía intra-psíquico es canalizada por un vínculo que es siempre parental (Freud, 1995; Spitz, 1969). Para Freud, la fobia (como temor extremo) representaba una combinación de sentimientos antagónicos frente al mismo objeto. Para evitar la fragmentación de la identidad (escisión), Freud sostenía, el sujeto crea un objeto al cual poder evitar, y al hacerlo, la estabilidad intra-psíquica queda protegida (Freud, 1998).  Recordemos que el mismo Freud había desarrollado un pánico manifiesto a viajar en tren.

Este desarrollo clínico llevó a investigadores como John Bowlby (1986) a recrear un corpus teórico-empírico que demostrara como la interacción entre el self y sus cuidadores impacta en la conducta presente (apoyado también por las evidencias etológicas). El niño, desde su nacimiento, busca seguridad apelando a la proximidad física con sus padres. Dependiendo como son resueltas sus inquietudes desarrollará una forma de adaptación segura o insegura. Ese sentimiento de apego se caracteriza por ser instintivo y persistir a lo largo del crecimiento del sujeto (Bowlby, 1986; 1989).   Bolwby define al apego de la siguiente forma,
El comportamiento de apego es una forma de conducta instintiva que se desarrolla en el hombre, al igual que en otros mamíferos, durante la lactancia y tiene como finalidad o meta la proximidad de la figura materna. La función del comportamiento de apego consistiría en la protección contra depredadores. Tal conducta se muestra especialmente intensa durante la niñez, cuando está dirigida hacia figuras parentales, pero continúa activa durante la vida adulta, en la que generalmente es encauzada hacia alguna figura activa y dominante que, con frecuencia se trata de un pariente, pero también a veces de un jefe o alguna persona de más edad que pertenece a la comunidad “(Bolwby, 1986, p 111)

La sonrisa entre el cuidador y el infante es la forma de comunicación representativa que mantiene el lazo de solidaridad entre ambos. Esta comunicación no verbal pone en juego una serie de estímulos e intercambios que influencia la psicología del bebe (el apego). La sonrisa promueve el apego pues genera una cercanía emocional con el cuidador. Bowlby en sus escritos preliminares despierta una polémica sin precedentes dentro de los círculos psicoanalíticos por su crítica a las posiciones clásicas. No es, agrega el autor, la pérdida del pecho materno como forma de sustento el aspecto principal de miedo en el niño, sino la posibilidad de perder el amor materno o de alguna figura importante para él. La misma Anna Freud (1960) considera que la personalidad no se construye siguiendo los lineamientos del apego, sino por la búsqueda del “principio del placer”. Si tomamos en serio las conclusiones de Bowlby, agrega Freud hija, no podemos explicar porque niños que teniendo una infancia estable han atravesado diversas situaciones de trauma cuando fueron encerrados en un campo de concentración, desarrollan los mismos síntomas que se describen en la teoría del apego. Los efectos del trauma no deben entenderse como eventos limitados a la infancia, aun cuando Bowlby introduzca estudios provenientes de la biología.

En contraposición con lo establecido, Bowlby admite que los efectos de dicha separación son duraderos en el tiempo (y no temporales como postulaban los freudianos). Claro que existen diversos estadios o formas de adaptación que van desde “la protesta”, pasa por la despersonalización y culmina con el desapego. Para Bowlby, el tiempo de separación es de vital importancia para explicar el pasaje de una fase a otra. En forma similar al proceso de duelo, el niño modifica su apego al objeto perdido a medida que se resigna y al hacerlo, también cambia su personalidad. Cuando la figura de la madre desaparece, el niño se auto-degrada dirigiendo la hostilidad hacia si mismo y aumentando su sentimiento de culpa. Con la autoestima deteriorada su sentido de la exploración decae (Bowlby, 1960). 

Los trabajos de Mary Ainsworth (1967; 1973) en guarderías de Estados Unidos y África fueron de capital importancia para la teoría de Bowlby. Cada niño observado mostraba un cambio en el comportamiento luego de haberse distanciado de su madre. Dependiendo del tiempo de desapego, la evidencia concluía dos tipos de comportamiento, ansioso-evitativo, y ansioso resistente. Los mismos resultados habían sido validados años atrás por Anderson. Durante el segundo o tercer año de vida un niño raramente se aleja de su madre más de sesenta metros antes de retornar. Si la pierde de vista, olvida la exploración ya que su deseo es volver con ella. Si el niño es pequeño atraerá la atención “haciendo berrinches” pero si es un niño de más edad emprenderá una búsqueda hasta dar con ella nuevamente (Anderson, 1972). Las contribuciones de Ainsworth tienen tanta valía como las de Bowlby ya que ella demostró la importancia de la figura materna en las distancias de exploración del niño y su base segura. Una madre insensible a las necesidades del niño resultará en conductas erráticas y conservadoras respecto a sus posibilidades en el ambiente.

Bowlby, en vistas de ello, concluye que la “conducta exploratoria” se encuentra ligada al apego materno. La exploración se fundamenta en la seguridad que adquiere el niño para alejarse de su base inicial. Cuando todas las demandas del infante son satisfechas, el self desarrolla una imagen segura de sí mismo y del ambiente. Una vez consolidada su base segura, se lanzará a explorar al ambiente. El temor a dejar el lugar conocido puede explicarse por fallas en la socialización temprana que nos remite a la teoría del apego materno.

Las historias de vida han demostrado ser herramientas útiles para comprender la posición del sujeto y su devenir en el contexto (Bertaux & Kohli, 1984). Una relación entre dos variables no necesariamente explica el sentido de esa relación. Explica Clifford Geertz, una persona puede guiñarle un ojo a otra, y sin la profundidad del sentido nunca sabremos si estaba invitándola complacientemente o sufría de un tic-nervioso (Geertz, 1973).

Las falencias de la teoría de la percepción del riesgo para comprender los motivos por los cuales ciertas personas ponderan algunos peligros mientras ignoran otros, al igual que las limitaciones de los métodos cuantitativos para explicar modelos integrales, nos llevan a introducir nuevas formas de estudiar el fenómeno, cuyos resultados son complementarios. A diferencias de otros instrumentos, las historias de vida no requieren grandes extensiones de población pues su grado de “fiabilidad” se corresponde con la profundidad de los datos y no con la cantidad de casos. Hemos extraído con consentimiento de los pacientes tres historias de vida pertenecientes a tres personas diferentes. Por motivos de honestidad profesional sus nombres no serán revelados en esta investigación. El rol del etnógrafo fue encubierto para poder captar la mayor cantidad de detalles posibles. Asimismo, la integridad ética de los consultados jamás estuvo en riesgo por cuanto no deslindamos de cualquier imputación ética por no declarar el objetivo del estudio. Cuando el entrevistado encuentra que sus respuestas pueden dañar su reputación o rompen con una regla ética, tergiversa sus emociones declarando lo que el entrevistador desea oír. Por ese motivo, declarar abiertamente los objetivos de la investigación, en ciertas ocasiones, puede condicionar negativamente los resultados de la investigación (Goffman, 1981).

El Retrato del miedo a viajar
Cada una de las historias de vida que a continuación vamos a presentar pertenece a personas reales, cuya identidad quedará en el anonimato por expreso pedido de los entrevistados. Sus diferentes vivencias, expectativas y objetivos hacen a la descripción rica en matices.

Carlos tiene 45 años, dos hermanos (uno mayor, el otro menor), y una hermosa hija de 9 años. Su madre es ama de casa, y su padre ha sido empleado bancario retirado. Su madre ha sido extremadamente posesiva, y su padre ha tenido un rol ausente. La personalidad de Carlos no sugiere grandes patologías. La relación de Carlos con la autoridad es óptima, considerando al “jefe” como una persona a seguir. Se motiva con objetivos impuestos y moviliza todos sus recursos para impresionar a sus superiores.  Ante el trabajo se presenta siempre bien predispuesto y manifiesta un carácter optimista frente a los desafíos. Aun cuando muestra una media tolerancia a la frustración e incertidumbre, su ambición y su apego desmedido por el dinero lo han llevado a entablar negocios que le hicieron perder mucha plata. Dispuesto a colaborar con sus compañeros, Carlos ha desempeñado en la empresa de servicios turísticos donde trabaja varios puestos de responsabilidad, hasta, merito de su infatigable esfuerzo, haber sido designado como Gerente General. Su niñez ha pasado sin muchos sobresaltos siempre viviendo en la misma casa, con sus padres y hermanos. Producto de eso, Carlos ha desarrollado vínculos societales fuertes con amigos y vecinos. Amante de vivir en casa (y no en departamento), entre sus hobbies está el fútbol, y las carreras de autos. Si bien no posee estudios universitarios, se le reconocen dotes y habilidades como vendedor.  Entre sus lemas principales se encuentran, “el cliente siempre está primero, y hay que buscar una solución para el cliente”. En su esfera personal, Carlos ha atravesado varias crisis de pareja producto de la cantidad de horas que emplea en su trabajo. Según su perfil psicológico, su orientación hacia la concreción de los objetivos es tan fuerte que en caso de no poder cumplir las expectativas de sus superiores, demuestra ciertos problemas de sociabilidad. Fue precisamente, el momento en que él se alejó (renunciando a su puesto de Gerente General) en 2009 luego de un amplio cuestionamiento de su performance de la mesa directiva de la empresa. Ante la presión laboral y ciertos desmanejos con la bebida, Carlos comenzó a entablar diversas disputas con sus compañeros y subordinados. Particularmente, manifiesta una fobia clara a viajar en avión, problema que le ha causado no pocos “dolores de cabeza” cuando tenía que viajar como representante a otras provincias. Una de las cuestiones que caracteriza la psicología del entrevistado, ha sido la muerte temprana de una de sus primeras novias a la edad de 20 años, producto de un cáncer fulminante. Esta experiencia no sólo marcó su psicología, sino que comenzó a determinar su comportamiento. Para Carlos viajar acompañado es mejor que hacerlo sólo. Desde entonces, él admite que nunca la vida volvió a ser igual. El miedo que experimenta para viajar en avión no se observa en otros medios de transporte como el metro, el bus o el automóvil. Su frustración se da, entre otras cosas, explica él porque ninguno de sus dos hermanos ha desarrollado una fobia semejante. Carlos considera que existe algo terriblemente malo en su personalidad.

Juan por el contrario no manifiesta un terror extremo a viajar, pero prefiere no hacerlo. Casado con 38 años y tres hijos, Juan ha pasado toda su niñez sin un destino residencial fijo. Producto de que su padre era un trabajador asalariado, Juan ha vivido en varios barrios, provincias y estados. Desde entonces, no ha desarrollado una red de amigos fuertes pero considera que los pocos amigos que tienen son suficientes. Posee estudios universitarios de grado y de pos-grado en turismo y hospitalidad. En su trabajo en un operador mayorista, no ha podido ocupar cargos de privilegio debido a la resistente y conflictiva relación que mantiene con la autoridad. Odia los objetivos impuestos, y prefiere motivarse con metas cortas y consensuadas. Su tolerancia a la incertidumbre es alta, pero no le interesa la posición de sus jefes sobre su trabajo. Ama los departamentos debido a que pasó gran parte de su vida en ellos, y manifiesta su desagrado de vivir en casa (ya que la considera más insegura). Entre sus hobbies podemos encontrar la lectura, y el fútbol. Juan considera que el mundo es un lugar peligroso y que uno debe cuidar la clase de relaciones que genera. Juan no ha pasado por ninguna crisis de pareja, mucho menos por cuestiones laborales ya que, por lo general, no ocupa cargos de poder y privilegio en la empresa de servicios turísticos en donde trabaja. De hecho, no le interesa el dinero más que para satisfacer sus necesidades básicas. A la hora de viajar, Juan no teme (como si Carlos) por su integridad, pero se lo ve muy preocupado cuando debe viajar junto a su voluminosa familia. Según el DSM IV, su diagnostico no recae en la figura de la fobia sino de la “ansiedad por separación”. Juan teme por la integridad de sus seres queridos. Este hecho puede vinculárselo a la muerte de su padre (en un accidente casero) cuando tenía 20 años. Con la dura mochila de tener que lidiar con trámites y mantener a su familia, Juan no ha dedicado el tiempo suficiente a hacer el duelo familiar correspondiente. Este hecho lo ha llevado a incursionar al consumo de diferentes drogas, hasta su recuperación final en 2009 luego de una larga internación en una clínica especializada. Si para Carlos viajar en avión es algo terriblemente angustiante, para Juan el sentimiento de miedo se hace más difuso y se ubica hacia el vínculo (posición altruista). No importa el medio de transporte, lo que Juan no soporta es dejar el vínculo del hogar con sus hijos y mujer. De hecho durante sus viajes, raras veces puede dormir bien (cuando se encuentra solo en el hotel). Cuando lo hace con su familia, se encuentra exageradamente preocupado de que pase algo durante el viaje con algún integrante de la familia. Ambos, Juan y Carlos (a pesar de sus diferencias) han experimentado un duelo sustancial por la pérdida de un ser querido, hecho por el cual han desarrollado una “angustia existencial” a viajar. Si Carlos prefiere usar medios alternativos, Juan opta por hacerlo sólo pero al hacerlo, experimenta la angustia de tener que dejar temporalmente el hogar. En perspectiva, la única variable que ambos comparten es la presencia de “un trauma primigenio” que se ha derivado en un temor manifiesto a abandonar el hogar.

El tercer caso, es precisamente el inverso a los otros dos. Se trata de María 35 años, empleada administrativa de un importante tour-operador, estudiante de ciencias económicas que debió abandonar la carrera al casarse. Al igual que Carlos, María ha tenido también una madre posesiva, pero se diferencia con él, en el amor que ella ha desarrollado por los viajes. María no sólo ama viajar sino que lo disfruta más cuando es con la familia. No sólo no ha desarrollado ninguna fobia sino que además no ha realizado muchos viajes en su vida. De pequeña era llevada por su padre al Aeroparque Jorge Newbery a disfrutar de la partida de los aviones aun cuando de grande ha viajado pocas veces en ese medio de transporte. A pesar de su experiencia organizando viajes, ella reconoce que no ha viajado mucho en su vida personal. A diferencia de Carlos, ella no considera que el avión sea un medio de transporte impropio o peligroso ni para ella ni para su familia. María se motiva con los objetivos impuestos por terceros, y considera que debe dejar una buena impresión con sus jefes. Ella ha vivido toda su vida en una casa con familia -padre y madre- constituida, y tres hermanas en una ciudad del interior del país. Planea, con el tiempo, finalizar sus estudios y recibirse como contadora aunque eso no le quita hoy el sueño. En la actualidad, trabaja en una empresa de servicios turísticos en donde ha llegado al rol de gerente. A diferencia de los otros dos entrevistados, Juan y Carlos, María no ha experimentado una muerte traumática de algún familiar cercano. Ella ha desarrollado una visión optimista del mundo y de la vida que la lleva a mantener lazos con seguridad. Una de las cuestiones que más le angustia en su vida cotidiana es estar sujeta a situaciones con un alto grado de incertidumbre, es decir sometida a problemas que no se pueden solucionar a corto plazo. Su umbral de control a situaciones adversas es muy bajo, hecho por el cual ha empezado una terapia psicológica que no pudo cumplimentar con éxito. Dependiente emocional de su familia, considera que el “amor” está por sobre otros valores como el dinero o el poder. El vínculo es tanto físico como simbólico. Evidencia ampliamente discutida por Bowlby sugiere que la muerte repentina de los cuidadores o personas amadas por el sujeto despiertan sentimientos que afectan su centro de seguridad y a través de éste su sistema de exploración (Bowlby, 1960; Spitz, 1960).