VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

Alberto Díaz Mata (CV)
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

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6.3 Los edificios universitarios

6.3.1 Edificio A
            El edificio “A” con casi 6,000 m2 de espacios disponibles es una construcción emblemática de líneas curvas y acabados híbridos en los que el concreto, el estuco y la corona de apariencia metálica del cuerpo central se disputan la primacía, sugiriéndonos la simbiosis entre tradición e innovación. La parte frontal orientada al norte, recibe a los universitarios con un amplio y luminoso vestíbulo provisto de doble puertas acristaladas destinadas a preservar la temperatura regulada del interior y contener el ingreso de polvo e insectos del exterior. La edificación integra tres cuerpos, cada uno con diferente altura: el primero al centro es un cilindro de tres plantas que arropa a un pequeño patio interior circular. Este cilindro parece emerger del  cuerpo semicircular  de dos plantas que envuelve la edificación por la parte norte,  formando una capa frontal. Entre estos dos cuerpos (semicircular y el cilíndrico central) se forman dos pequeños y simétricos patios abiertos que con sus curvaturas y acristalamientos proveen de luz natural a los corredores interiores. El tercer cuerpo ubicado en la parte posterior es una estructura cilíndrica de una sola planta que aloja la cafetería. Este cuerpo cuenta con dos grandes accesos: el de la parte norte interseca con el cuerpo central y es la entrada natural a la cafetería, mientras que el acceso sur conduce al exterior.

            Planta baja
Los tres cuerpos del edificio “A” se articulan en la planta baja para formar una sola edificación teniendo como eje un lobby o gran corredor interior  de 157 m2  con forma de trapecio que va de norte a sur desde el vestíbulo acristalado en la parte frontal del edificio hasta la puerta de acceso al patio interior. Este espacio al que las rugosidades del terreno y el asentamiento le confieren cierto declive fue concebido para ser el principal distribuidor de trayectos para los pobladores de este edificio, Pero debido a que el sistema de transporte “indiobus“ tiene como base de llegada y partida una vialidad localizada en  la parte posterior  y sur de este edificio, el ingreso frontal perdió su rol protagónico y paso a ser es utilizado casi exclusivamente por los funcionarios y el profesorado que estacionan sus vehículos en el frente  del edificio, cediendo con ello al  acceso secundario oriente la primacía en cuanto a la cantidad de transeúntes. A pesar de la renuncia como gran distribuidor de trayectorias, el área vestibular es un espacio versátil de múltiples usos que con regularidad funciona como: sala de espera, lugar de descanso, calle didáctica, área de exposiciones, recinto electoral o para realizar actividades temporales correspondientes a la gestión institucional como: evaluación del profesorado y recepción de solicitudes de becas socioeconómicas entre otros trámites.

            El cuerpo central del edificio “A” en la planta baja acoge y concentra las actividades de gestión y una parte relevante de los servicios de apoyo. Esta edificación -aun inconclusa en 2011- fue el primer hábitat académico erigido y poblado y, del que más historias y referencias se tienen, es también la construcción más emblemática y singular del campus CU, y ha sido de 2010 a 2013 la sede simbólica del poder institucional.

            Se trata de un edificio cuyo diseño cilíndrico y muros curvos, agrada y extravía tanto a los pobladores cotidianos como a los visitantes. Esta edificación considerada en su conjunto, es claramente el espacio institucional en donde se realizan la mayor cantidad y diversidad de actividades: desde los encuentros educativos que ocurren tanto en las aulas tradicionales, salas electrónicas, Centro de lenguas, Sala audiovisual; como en los cubículos del profesorado de tiempo completo; están además las actividades de gestión realizadas por las unidades de: Control escolar, Coordinación académica, despachos de enlace de los institutos y por la Dirección o jefatura del campus; también la planta baja acoge los servicios que realizan  áreas de apoyo como: la Unidad de atención médica (UAMI) y la Coordinación de Orientación y Bienestar Estudiantil  (COBE). Si ello no fuera suficiente para ratificar su centralidad, en este mismo edificio se encuentra la cafetería que es el espacio más concurrido y con mayor rotación de usuarios en CU. A pesar de la diversidad y densidad de actividades y de usuarios que con frecuencia se arremolinan de manera caótica en sus corredores, quedan algunos recovecos y resquicios -como los localizados bajo las escaleras del cuerpo semicircular- que han servido como un espacio casi privado para que algunos estudiantes se muestren sus afectos o tomen una siesta entre clases recostados en el piso. Esas prácticas de dormitación o loas a Morfeo que a los responsables del campus les parecen inadecuadas -porque dan mala imagen- se mudaron en 2012 a las áreas que fueron equipadas con sillones y sillas de espera -incluyendo el lobby y la biblioteca- dando mayor visibilidad a las fatigas y cansancios de una parte del estudiantado de CU que de manera cotidiana se apoltrona y dormita a la vista de todos.

            Hasta la planta baja del edificio “A” deben llegar los estudiantes y profesores de los distintos programas académicos en peregrinación para realizar trámites académicos y administrativos: solicitar información, constancias, reservar el uso de la sala audiovisual, o  para llenar, entregar y conocer los resultados de sus solicitudes de beca.

            Pero también para gestionar la credencial del indiobus, obtener en préstamos los balones para la práctica de algún deporte; recibir atención o asesoría médica y para recoger la credencial del seguro social, tomar condones o recoger los resultados del examen médico Papanicolau. La marea humana cumple rigurosamente ciclos horarios, porque a esa planta baja concurre cada dos horas el profesorado para registrar en un lector biométrico su asistencia a clase.

            Se trata claramente de la sede del poder simbólico y burocrático, del área en la que se separan y distinguen los que solicitan y piden, de los que autorizan y pueden dar; los que vigilan y quienes son vigilados. La diversidad de concurrentes, de relaciones simbólicas e interacciones es propiciada tanto por las actividades docentes, como por el horario administrativo.

            A la densidad de transeúntes en el edificio A, en mucho contribuye la notable cantidad de estudiantes que concurren a la cafetería y la de aquellos otros que simplemente esperan -la siguiente clase o la salida del indiobus- en el interior del edificio al amparo del ambiente climatizado. A la densificación poblacional contribuye de manera evidente la configuración espacial de los corredores, diseñados para la circulación de un número menor de personas, que se saturan al convertirlos en espacios de espera y encuentro, en lugares en donde se entraman y colisionan las trayectorias múltiples y diversas de los estudiantes y profesores de esta comunidad.

            Para mantener la fluidez y seguridad en la planta baja del edificio se diseñaron seis accesos, aunque solo cuatro se encuentran en uso: el frontal o principal, el posterior en la cafetería y dos laterales o secundarios. Otros dos accesos laterales se conectan con los dos patios que forma el cuerpo semicircular, pero debido a que las curvaturas arquitectónicas propician corrientes de aire, ingreso de polvo y la pérdida de control de la temperatura interior, permanecen solo como grandes ventanales. Además de las puertas para el tránsito cotidiano, en esta planta baja se encuentran cinco salidas de emergencia, dos en los extremos del cuerpo semicircular, otra en la sala audiovisual (frecuentemente obstruida por motocicletas) y una más en la sección de atención médica. El equipamiento de la planta baja  incluye cuatro secciones de baños, ubicados dos en el cuerpo semicircular o área académica y dos más en el corredor circular que conduce al área de gestión y a la cafetería. Desde ese corredor se tiene acceso al patio interior. Se trata de un pequeño patio circular a cielo abierto, provisto de escasa vegetación y amueblado apenas con tres bancas metálicas al que ingresan algunos estudiantes para consumir los alimentos y bebidas que han traído de casa o adquirido en la cafetería, pero muchos otros ingresan solo  para romper la rutina, tomar un poco de aire fresco, descansar, charlar, esperar, tocar la guitarra o encender algún cigarrillo. Durante algún tiempo (2011) ese patio relativamente aislado y neutro fue punto de reunión de estudiantes adeptos o pertenecientes grupos religiosos, quienes realizaban un breve ritual consistente en compartir una oración formando un círculo tomados de las manos mientras musitaban su plegaria, para luego, cada uno dirigirse a sus propios cursos. Sin embargo esta práctica fue suprimida con la intervención del responsable del campus que atendió los reclamos de otros estudiantes que se incomodaron y exigieron  mantener a la universidad como una institución pública y laica, libre de proselitismo y de prácticas religiosas.

El cuerpo semicircular en sus  plantas baja y primera, -separado en forma improvisada del resto de la inconclusa edificación por improvisados muros de tabla roca y plásticos de color negro- fue el primer espacio del campus Ciudad Universitaria que se equipó para iniciar en operaciones y ser poblada en 2010, por una comunidad  de 500 pioneros formada por estudiantes, profesores y personal administrativo.
            Entonces se localizaban –en la planta baja- las oficinas del campus, la biblioteca (en amarillo), la sala audiovisual y algunas aulas; mientras que en la primera planta -de este estrecho e inconcluso escenario educativo- las aulas y talleres fueron utilizados para la impartición de clases. 
            A la entrega del edificio “A”  (2011) una vez que fueron concluidos los cuerpos central y la cafetería, el hábitat se expandió y algunos espacios cambiaron de uso, en especial los destinados a las funciones administrativas y de apoyo académico. Las oficinas de gestión se mudaron al cuerpo central del mismo edificio “A” (2011), mientras que la biblioteca y la Coordinación de Orientación y Bienestar estudiantil  debieron esperar al 2012 para trasladarse a la segunda planta y planta baja del edificio C, con lo cual algunos los recintos del cuerpo semicírculo del edificio “A” recuperaron la función de aulas  para lo que fueron diseñadas. La cafetería por su parte se convirtió en el centro neurálgico y pese a ser la mayor instalación de la institución destinada a la restauración y alimentación, rápidamente se evidenciaron sus limitaciones de capacidad y servicio, así como la carencia de un espacio exterior  sombreado  en donde poder consumir alimentos, charlar y esperar.

            Primera planta
La primera planta del cuerpo central desde su apertura en 2011 ha sido sede exclusivamente de aulas y cubículos para profesores, incluso un aula multifuncional para estudiantes (de medianas dimensiones) se ha utilizado, -primero- para albergar al Centro de lenguas, pero luego se habilitó como oficina y sala de juntas del Centro de Innovación y Transferencia Tecnológica, una dependencia satélite en la que se observa muy poca actividad.

            En la configuración espacial de la primera planta participan y se articulan dos cuerpos del edificio: el semicircular (antes descrito) que operaba desde el inicio (2010) y el cilíndrico central puesto en operación y ocupado en 2011. En esta planta -a la que se puede llegar por cuatro escaleras todas muy estrechas (1.3 m.), o por un elevador -que posibilita el acceso a personas con alguna discapacidad- destacan: primero la curvatura de sus corredores que al intersecarse con el área del entrepiso crea un efecto laberíntico que a más de un miembro de este colectivo le ha causado extravío; el espacio articulador es el entrepiso con forma de trapecio. Es un espacio gemelo  en forma y superficie al hall o lobby de la planta baja, pero con una oquedad que permite que la luz natural descienda hasta la planta baja. Se caracteriza por ser un espacio diáfano y con magnífica iluminación natural y que  pese a su relativa amplitud  se utiliza preferentemente para transitar entre las distintas zonas de aulas, aunque en la parte norte del entrepiso -totalmente acristalada- se colocaron sillas en las que los estudiantes charlan, leen y esperan. Desde ahí algunos atisban el paisaje o los avances en la construcción del gimnasio y alberca. 
            El tercer elemento peculiar en esta primera planta son los muros plegables recubiertos de carpetas textiles, que separan las aulas y que posibilitan convertir a pares de aulas contiguas en un recinto de usos múltiples de mayores dimensiones -posibilidad que se aprovecha solo un par de veces al año-;  otro elemento importante en la distribución espacial y en la configuración de territorios del alumnado lo constituyen dos nichos intersticiales (señalados en color rosa) ubicados justo sobre las salidas laterales de la planta baja. Estos espacios fueron diseñados como parte de la configuración arquitectónica para proveer de luz natural a los corredores y para colocar vegetación que rompiese la austeridad interior. Son pequeños espacios de 10 m2, con acristalamiento que permiten visualizar el entorno exterior y rompen con la monotonía de las curvaturas.

            El tardío amueblamiento propicio que se convirtieran en territorios de espera -entre clase y clase-. Primero esos espacios fueron ocupados por los estudiantes, que formaban pequeños grupos sentados en el suelo, luego los sillones que ahí fueron colocados se legitimó su ocupación definitiva. Pese a su estrechez y pequeñas dimensiones se han convertido en auténticos “lugares” en el sentido otorgado por Augé (2008).Esos espacios que parecían residuos arquitectónicos o nichos de luz pasaron a ser un espacio  y territorio exclusivo de los estudiantes.

            La dotación de mobiliario convirtió estos pequeños espacios en áreas codiciadas, en territorios cuya posesión se disputa con la ocupación temprana o recurrente. Para los estudiantes son espacios valiosos porque ofrecen la posibilidad de múltiples interacciones, actuaciones y acciones, desde  avanzar en las tareas, mantener comunicación a través de dispositivos electrónico, conversar con algunos compañeros, dormitar, acurrucarse junto a su pareja o simplemente dejar que corra el tiempo atisbando por las ventanas desde un espacio confortable, climatizado y con acceso a internet; pero sobre todo porque ese espacio es definitivamente un territorio que consideran propio, con distancias proxémicas que varían entre cada grupo de pobladores, se trata de un espacio de los estudiantes, en el que no reciben ni aceptan (por el momento) intromisión alguna.

            Segunda planta
La segunda planta se integra únicamente con la parte superior del cuerpo cilíndrico que ocupa la parte central del edificio. Es un área que calca la configuración espacial de primera planta. Ofrece una idéntica distribución de aulas, áreas para cubículos, y de la sala ovoide, que en esta planta estaba destinada al profesorado, pero que ha sido ocupada como aula-taller por el programa de nutrición.

            La segunda planta cuenta con dos secciones de baños y un par de esos espacios intersticiales que ya he descrito, pero que en esta planta son de menores dimensiones. Esos intersticios se pueblan, habitan y se hacen lugares, pero no se nombran, porque no existe un nombre para ellos, la única referencia tópica que utilizan los estudiantes son los sillones o el número de aula más próxima, pero al igual que los espacios de la primera planta, se ocupan reiteradamente (durante un periodo escolar) por los mismos grupos o parejas de estudiantes que durante algún horario lo hacen su territorio, manteniendo el control del espacio y de las interacciones que ahí se realizan.

            Otro espacio territorial demandado en la segunda planta son los peldaños de la escaleras que conducen al techo, que por tratarse de instalaciones para el mantenimiento están exentas de tránsito, lo que les permite a los estudiantes disponer de un lugar en donde esperan, charlan o improvisan un espacio compartido en el que consumen  alimentos. 
            A esa segunda planta concurren solo profesores y estudiantes que tienen previsto un encuentro académico, sea una clase o tutoría; pero puede encontrarse también al personal de intendencia a quienes les corresponde el aseo en ese nivel, tal vez por esas razones o porque las escaleras resultan extenuantes, la segunda planta es el espacio menos concurrido y más discreto de todo el edificio, pero por las mañanas no es necesariamente el espacio más silencioso. En este nivel los estudiantes se sienten- tal vez por el aislamiento- más relajados, conviven en pequeños grupos o con sus parejas. Es un espacio en los que los solitarios o quienes desean comunicarse con sus afectos remotos se sienten  cómodos. El ambiente, la densidad y las interacciones van cambiando conforme avanza el día y el ciclo escolar. Por las mañana fluyen y transitan estudiantes y profesores con vivacidad y algunos incluso con entusiasmo, los pasos son más rápidos y las charlas más abiertas, pero por las tardes cuando la iluminación, el número de pobladores y transeúntes es menor y las autoridades ya han abandonado el campus universitario, la segunda planta se convierte en un espacio de espera, de charlas más íntimas o de encuentros plácidos, -salvo al finalizar el semestre-, porque durante ese periodo los estudiantes hacen antesala fuera de los cubículos del profesorado, en demanda de tutoría, asesoramiento, revisión de trabajos pendientes o esperando conocer sus calificaciones finales. Luego todo queda en silencio en espera del siguiente ciclo, de nuevos pobladores, nuevas relaciones y de nuevos afectos.

6.3.2 Edificio C        
El edificio C fue la segunda infraestructura educativa puesta al servicio de esta comunidad, se trata de una edificación peculiar que rápidamente se asocia con el campus de CU, sobre todo después de que la segunda piel angular de esta edificación y uno de los grandes óculos se utilizaran como insignias en el logotipo institucional diseñado con motivo del cuadragésimo aniversario de la creación  de la UACJ. Se trata de una edificación de tres plantas, emblemática y  con una sugerente composición arquitectónica. De su exterior destacan una estructura angular independiente que funciona como una segunda piel provista de dos grandes oquedades. Este elemento arquitectónico aunque  destinado a proveer progresivamente de sombreado e iluminación a la sección de aulas es sin duda un componente estético-funcional que distingue a este edificio al igual que sus grandes ventanales acristalados de color azul y una sección de placas fotoeléctricas en el extremo oriente de la edificación que abonan al discurso de sostenibilidad institucional.

            A pesar de la compleja composición exterior, la distribución de sus interiores mantiene una regularidad, que en su simplicidad recuerda las nueve celdas del juego del gato: tres niveles y tres secciones por nivel. De ellas las tres celdas o secciones centrales en las tres plantas comparten la posición y cumplen la función de áreas de tránsito y distribuidores, -aunque la superficie de la planta baja es claramente mayor y más versátil que las correspondientes a la primera y segunda plantas. En tanto que las celdas de la parte derecha del edificio en los niveles primero y segundo se destinan a infraestructuras de apoyo académico como el área de tecnologías de la información en el primer nivel y la biblioteca en el segundo nivel; las secciones o celdas al lado izquierdo en los niveles primero y segundo cuentan con una distribución idéntica, inicia con  un vestíbulo -siempre poblado por estudiantes rezagados, dormitando o en espera de algún compañero- de ahí parte el corredor desde el que se ingresa a las aulas. El amplio corredor es un área de tránsito que termina en grandes ventanales que proveen de abundante iluminación y de una visión panorámica del entorno.

            Planta baja
             El acceso principal o la parte frontal de este gran cubo mira hacia el sur, es una orientación que permite que hasta su puerta principal lleguen los estudiantes después de descender del transporte institucional, recorriendo una sección de terracería hasta incorporarse al gran corredor exterior que conecta los edificio “A”  y “C”, pero también se puede ingresar al edificio por el acceso posterior (al norte) transitando por alguno de los senderos de tierra y grava que lo enlazan con el edificio “B” y con el  área del estacionamiento comunitario. Llegando por la parte frontal sorprende que en la planta baja la sección de la derecha sea un amplio espacio abierto, provisto de techumbre -delimitado y sombreado por la estructura a la que he denominado segunda piel-, se trata de una configuración espacial sin más equipamiento que cuatro jardineras rectangulares sin vegetación alguna, esas jardineras sirven de asiento a estudiante que conversan u observan algún partido entre sus compañeros. Es un espacio con una superficie cercana a los 600 m2,  que en la señalética institucional se ha denominado “Plaza cívica” sin que estén claras las razones del nombre. Este espacio ha cambiado de uso durante el breve periodo que comprende este estudio. Primero fue solo una abertura edificativa hasta donde se desplazaba el estudiantado en un ejercicio  de exploración, observando cómo iban erigiéndose esos altos muros con los grandes óculos centrales. Cuando se permitió el acceso fueron múltiples las visitas guiadas por la curiosidad. Al descubrir las ventajas de contar con un espacio abierto y sombreado, poco a poco se significó como  espacio lúdico a cuyo amparo los estudiantes jugaban futbol y chinchilagua, luego se trasladaron soportes para la red de volibol -y este juego dominó la escena- en algún momento se instalaron canastas móviles para básquetbol, pero la reverberación de los repetidos botes mostraron que no era el lugar adecuado, a pesar de esta condición de amplificación sonora que propician los muros, estos son aprovechan por los estudiantes para jugar al rebote en los momentos en que la plaza se encuentra poco concurrida.

            La “Plaza cívica” nunca ha fungido como tal, ha permanecido durante dos años como el espacio lúdico más diverso. Este uso no solo es propiciado por el sombreado, sino también porque los espacios y territorios de recreación como las canchas de basquetbol localizadas en la parte sur del edificio “A” fueron demolidas a mediados del 2011 e inhabilitado algunas cachas de futbol y beis bol ambas acciones para dejar espacio a nuevas edificaciones como: El complejo de cuatro estructuras edificativas conocidas como edificios D1 a D4 y a las obras del complejo deportivo en que se incluye canchas de futbol rápido y una alberca olímpica. Quedando la plaza cívica como provisional recinto deportivo y didáctico, porque al cobijo de del sol y del viento es también un espacio en que se imparten clases y se realizan algunas prácticas por los estudiantes del programa de entrenamiento deportivo.

            Durante algunos meses del año 2012 la tercera parte de la superficie que ocupa la Plaza cívica cercada por malla ciclónica y con grandes candados, fue el depósito del mobiliario que se instalaría en este edificio. Luego cuando el mobiliario fue colocado en las aulas, esa misma sección fue concesionada a una empresa de alimentos que expende fruta picada, licuados y comida fría, -en un intento por ofrecer alternativas saludables de alimentación a la comunidad universitaria-. En una clara renuncia a la pretensión de constituir ese espacio en plaza cívica, se ha transformado en un área de recreación y restauración incluso se instalaron dos grandes pantallas en la que se exhiben videos y programación comercial, además de bocinas en las que se suele escuchar música popular, que si bien alegra el ambiente, poco contribuye en la construcción de la cultura académica universitaria porque lejos de estimular un placentero y relajado solaz, interfiere con los estudiantes y profesores ubicados la sección de mesas de esa cafetería no solo para consumir alimentos, sino para conversar, cambiar de aire, realizar trabajos en forma individual o en pequeños grupo, consultan sus dispositivos electrónicos, o simplemente dejar que corra en mientras toman algún refrigerio.

            A mí me gusta trabajar en esas mesas, porque estas al aire libre, a mí me          desespera estar siempre encerrada, a veces hace mucho calor o hay mucho        aire y    mejor me quedo adentro, pero lo que no soporto es que pongan música ranchera o que los de entrenamiento deportivo empiecen con sus gritos. Alm.     ENF.

            La sección central de la planta baja –como ya se ha señalado- está ocupada por dos pequeños vestíbulos (frontal y posterior), y un lobby o hall de aproximadamente 500 m2 al que se ingresa desde los vestíbulos, ambos dotados de puertas dobles y acristaladas en un intento para regular el clima artificial interior, pero que no logran impedir que se filtre gran cantidad de polvo y algunos insectos de la fauna local (grillos, chapulines y escarabajos) a los que se han habituado los pobladores de esta comunidad, aunque no deja de incomodarlos en las épocas en que parecen como una plaga que cubre parte de los muros del edificio.

            En el vestíbulo frontal del edificio, de manera intermitente se colocan decorados, sugerencias y carteles para promover campañas de ahorro de energía, de conciencia ecológica, de solidaridad social o simples pizarras que proveen a los estudiantes de espacios en los que registren de propia mano su respuesta personal a preguntas tales como ¿Qué te haría feliz? O ¿Qué harías si fueras rico? Las respuestas suelen cubrir un espectro de posibilidades que inicia en lo obvio, pasa por lo tradicional, lo chusco y concluyen en lo grotesco u obsceno.

            Ese vestíbulo frontal es a partir de las 11 de la mañana un área sombreada que acoge a distintos grupos estudiantes que charlan y mantienen interacciones recíprocas de tipo afectivo, de tolerante co-ocupación, e incluso interacciones festivas. Algunos de los pobladores no parecen interesados en establecer relaciones o interacción con quienes comparte el espacio y tiempo de espera, ensimismados observan de soslayo el acontecer, los recorridos y comportamientos de los compañeros que se alejan o que se aproximan. En general toda la planta baja del edificio “C” es el área preferida por los protagónicos y exhibicionistas, de quienes quieren hacer de conocimiento público una nueva pareja. Es un área de libertad, un área pública acogidos por el sombreado del edificio, pero que al tratarse de la parte exterior (admite y tolera) conductas y vocabulario que no suele emplearse con tal sonoridad o desenfado en el interior de las edificaciones.

            En algún momento este espacio vestibular estuvo provisto de un par de sillas dobles de patio, tipo balancín -muy disputadas- porque en ellas los estudiantes y parejas se mecían, charlaba, descansaban o permanecían abrazados. Pero el uso intensivo y en algunos casos abusivo terminó por dejarlas inutilizables y jamás fueron remplazadas a pesar de que los responsables del campo parecían complacidos al observar el disfrute que producía entre los estudiantes, un equipamiento tan ordinario, pues se trataba simplemente de un columpio compartido. Ahora solo disponen en ese vestíbulo exterior de una rígida banca fija de plástico comprimido, que no desdeñan.

            El lobby o gran salón que recibe a quienes ingresan al edificio “C” opera en forma primaria como distribuidor para los transeúntes que se dirigen a la sala audiovisual, al área administrativa o a la sala del profesorado en esa planta baja, a la vez que sirve de corredor a los estudiantes y profesores que se dirigen o provienen del edificio “B”, pero sobre todo recibe y distribuye los recorridos de quienes tienen como destino las aulas de la primera y segunda planta  de este edificio o se dirigen a la biblioteca, las aulas electrónicas y la unidad de impresión y préstamo de cañones de proyección localizados en la segunda y primera plantas respectivamente. De este luminoso hall -en el que se encuentran y entrecruzan de forma coreográfica los distintos recorridos y las fugaces interacciones recíprocas, se crean pausas y se alteran las trayectorias por los encuentros, las indecisiones, los montajes expositivos y por los cambios de dirección, de quienes se dirigen a los baños-. De esta planta baja con frecuencia desnuda  parten a las plantas superiores del edificio: una escalera de apenas 1.50 metros de ancho y dos elevadores  con capacidad para ocho personas, que suelen congestionarse al inicio de la jornada y durante el cambio de clase. A pesar de la vorágine de inicio de la jornada, el hall es un espacio interior diáfano con múltiples usos y posibilidades, que ha servido para acoger ceremonias protocolarias, exposiciones fotográficas y de trabajos de fin de curso, pero  por su naturaleza, ubicación y dimensiones es esencialmente el receptáculo escénico que mejor acoge por su configuración espacial y la ausencia de vigías institucionales, los encuentros, esperas y despedidas. Este territorio del estudiantado generalmente se encuentra densamente poblado, porque abraza con el confort de su clima interior las interacciones y los tiempos perdidos de quienes eluden el efecto climático hostil del exterior, pero sin renunciar a contemplar lo que en él acontece. Las posiciones corporales (Davis,2010) y los rostros de quienes permanecen en el lobby del edificio “C”, –así sean solo unos pocos minutos- recuerdan la película “un hombre mirando al sur” porque en esa dirección van todas las miradas, atraídas por el acontecer del vestíbulo exterior, los recorridos del gran corredor “A”-“C” o la llegada y partida del Indiobus. Otros espacios como el lobby del edificio “A” no tienen este miso atractivo porque olvidaron que el ser humano, se humaniza en los encuentros e intercambios, que su auto-significación (Bruner,2006)  también radica en ver y ser visto por los otros. Que observar las actuaciones de los co-ocupantes del mismo espacio tiene un efecto educador y da sentido a las propias actuaciones (Lozano, 2007).

             En el año 2013 las autoridades de Ciudad Universitaria se propusieron -ante la carencia de áreas de recreación y solaz en el campus universitario- que el lobby o hall de la planta baja del edificio “C” asumiera esa función. Por ello con alguna regularidad se instalan mesas de ping pong en las que juegan unos pocos hombres y mujeres de la comunidad estudiantil, mientras los demás se asumen espectadores fugaces, que después de unos minutos reanudan su marcha. El tener que compartir o ceder el mismo espacio  con otras actividades y funciones; el frecuente deterioro o extravío de las pelotitas y la falta de torneos regulares han evitado que esta práctica lúdica se afiance entre el estudiantado.

            A mí me encanta CU, los edificios son nuevos muy modernos y frescos, pero a veces   no hay nada que hacer, si tienes horas libres anda uno buscando como matar el tiempo. Yo sé que por eso pusieron las mesas de ping pon, pero ¿cuántos pueden          jugar? , ¿Cuatro?, y para los demás solo mirar… Ram.Dis
            Con el mismo propósito recreativo durante algunos días se instalaron sobre el piso del lobby, círculos de colores para la práctica del Twist (un juego colectivo de salón que demanda de los participantes equilibrio y flexibilidad) sin que tuviera éxito, prevaleciendo para este recinto las funciones de tránsito, encuentro y exposiciones de trabajos escolares y fotográficas; pero también sirve como sala de espera y punto de observación para algunos estudiantes que desde las bancas o incluso sentados sobre el suelo y recargados en los muros escudriñan el acontecer cotidiano.

            La sección del lado derecho (oriente) de la planta baja  pese a su amplitud ha sido poco aprovechada. Ahí se distinguen tres partes: la primera es una sala audiovisual con pendiente isóptica, dotada de proscenio, área de proyección, salida de emergencia y más de cien butacas, utilizada para las juntas del claustro de profesores, conferencias, sesiones informativas, proyección de películas y documentales, así como para realizar eventos artísticos entre los que destaca el “Concurso de talentos” en el que participan estudiantes mostrando sus habilidades artísticas; la segunda parte es un corredor amplio que conduce a la sala audiovisual y a cuyo costado se localiza una escalera de servicio y baños tanto para hombres como para mujeres. Este corredor es utilizado por los estudiantes  para evadirse del continuo ir y venir del lobby sin alejarse de lo que ahí sucede. La tercera parte en la sección oriente, es ocupada por un área confinada de techumbre elevada que ocupa la mayor parte de la superficie, a ella se puede acceder  desde el hall, los profesores ingresan a esa área porque en ella se localiza el reloj biométrico que registra su llegada a clase; un segundo acceso se localiza en el corredor  frente al salón audiovisual.

            En el interior  de este amplio e insulso recinto, los medios muros que inducen y condicionan los trayectos, sugieren que el área estaba destinada a funciones administrativas o de atención a estudiantes y profesores. Desde su apertura en 2012 y hasta esta la fecha (diciembre 2013) el recinto ha sido utilizado –primero- para albergar oficinas y servicios de COBE, entre ellos el programa de cine club que ofrecía películas diariamente a las 12:00 horas para que los estudiantes que debían esperar la salida  del indiobus a las 14:00 horas tuviesen algún entretenimiento. El Cineclub no parecía tener motivaciones educativas, o la pretensión de mostrar a los estudiantes realidades que propiciaran alguna reflexión o debate. Solo debía entretenerlos, incluso se disponía solo de unas cuantas sillas que pronto eran ocupadas y el resto de los espectadores se acomodaba sentados o recostados en el suelo (condición inexplicable si se considera que a treinta metros se encontraba sin uso un salón audiovisual con butacas acolchadas). El oscurecimiento de la improvisada sala cinematográfica, los nichos que formaron los medios muros y las muchas sombras, dieron pie a que estudiantes y parejas utilizaran los sillones y el suelo para dormitar, recostarse juntos o permanecer en un apretado abrazo durante la proyección, convirtiendo el recinto en un territorio de afectos. Ello propició –entre otras causas- que se decidieran nuevos usos para esos espacios. Se suprimió la programación diaria de películas (cada vez menos concurrida) y la porción del espacio ocupado por el Cineclub quedó temporalmente con poco uso (capacitación y juntas del PIFI).

            COBE regresó al edificio “A” y el área de oficinas que dejó  esa dependencia en el edificio “C”, fue rápidamente ocupada por la unidad administrativa del campus. Mientras la porción sur del recinto, que hasta entonces había servido de almacén se habilitó como área de profesores, instalando una gran mesa y nueve sillas, de esa forma los profesores con contratos de honorarios dispusieron de un espacio propio para preparar clase, alimentarse o realizar alguna actividad entre clases (Aunque el profesorado comenta que hubiesen preferido un espacio menos expuesto). La parte más orienta y distante del recinto se encuentra fraccionada, destinándose unas partes para almacén y otras para  aulas o talleres de programas educativos de diseño. Esas distantes y poco utilizadas áreas de docencia, durante algún tiempo acogieron el fallido servicio de la Guardería para hijos de miembros de esta comunidad (Que los costos y la dificultad para trasladar a sus vástagos desde horas tempranas en el indiobus terminaron por hacerla inviable). Ahora esos habitáculos sirven de discreto y efímero nicho, en donde realizan los rituales matutinos de alimentación un reducido y asiduo grupo de estudiantes (solo chicas), que se reúnen por las mañanas -muy temprano antes del inicio de clases- para  charlar, compartir e ingerir en forma tranquila y casi clandestina el desayuno traído de casa.

            Primera planta
            Al ascender a la primera planta por las escaleras se llega a un entrepiso que se cruza con un ancho corredor que va de oriente a poniente creado en la intersección la sensación de mayor amplitud. En el entrepiso destaca como primera  impresión los amplios muros de cristal polarizados en color azul desde los que se puede apreciar al norte: el edifico “B”, y a lo lejos la mancha urbana.  Entre ambos referentes se localiza un vasto espacio semiárido salpicado de matorrales que se extienden por cerca de 10 kilómetros.

El entrepiso de ésta primera planta se caracteriza por el continuo tránsito de personas con los más diversos destinos. Ahí se encuentran: zonas de baños para hombres y  mujeres y dos bebederos junto al muro; luego al sur, -formando el frontispicio de la edificación- dos salones electrónicos a cuyas puertas y en los asientos disponibles en el entrepiso, se sientan  los estudiantes en espera de la llegada del profesor quien abre el recinto. El corredor transversal en su porción oriente conduce primero a una aula que parece usurpar parte del entrepiso y luego una amplia aula o sala electrónica de libre acceso, en la cual la distribución del mobiliario y equipo formaban una herradura –siguiendo el trazado de los muros con una isla de equipos de cómputo en ambos lados. Con esa distribución  los monitores resultan visibles para cualquier usuario o supervisor. Se trata de una medida del modelo panóptico de Bentham (Foucault,1976) que vulnera la privacidad, pero con ello se espera desalentar y evidenciar a los estudiantes que utilicen los equipos universitarios para consultar páginas de contenido violento o pornográfico (Con ese mismo argumento y sospecha se ha prohibido a los intendentes [algunos de ellos estudiantes de la universidad] hacer uso de los equipos de cómputo del campus). Ese corredor oriente continúa  hasta una sección de cinco aulas electrónicas con medios muros de cristal, en estas aulas la disposición del mobiliario forma líneas todas en la misma dirección porque están destinadas a la impartición de clase (Pese al uso de las nuevas tecnologías de información prevalece el modelo de enseñanza frontal).La distribución del mobiliario en el aula evidencia las relaciones de poder y actuaciones las actuaciones de los estudiantes en los procesos de aprendizaje (Gimeno 2002).

                        Durante algún tiempo en el corredor oriente  de la primera planta, se instaló un escritorio para controlar mostrando la credencial universitaria, el acceso al área de equipamiento electrónico, medida que resultó inoperante porque se convirtió más que en un filtro, en un embudo entorpecía el tránsito. En ese mismo recorrido pero en la parte sur del corredor se  localiza la oficina (totalmente acristalada) de los responsables de los servicios de  teleinformática en el campus de CU. De esa oficina dependen también: un pequeño recinto que brinda  servicio de impresión a los estudiantes y de préstamo de proyectores, extensiones y bocinas a los docentes y la coordinación de cursos de diversos programas informáticos abiertos a profesores y estudiantes con un costo de 850 pesos).

            Yo vi el anuncio de los cursos que se iban a dar aquí en CU y quise  tomar uno   porque la verdad soy una papa con la computadora y nada, que me van diciendo que cuesta      850 pesos. En clase siempre nos insisten que debemos saber inglés y computación       porque ahora se exige en todos los trabajos, y    cuando uno los quiere tomar, resulta             que eso que es tan importante hay que pagarlo aparte. And. Ing.

            En la parte final del corredor oriente en donde se crea un área abierta relativamente estrecha diseñada para distribuir tanto el ingreso a las aulas  como a los servicios de impresión y préstamo de proyectores. La densidad de co-ocupantes es alta y por momentos (particularmente a las 8:00 y luego cada dos horas) el flujo resulta caótico: primero, porque algunos estudiantes que esperan ingresar a los salones ocupan las sillas de espera, permanecen de pie o se sientan en el suelo reduciendo sensiblemente el espacio transitable; segundo, porque se entorpece el flujo de los distintos  estudiantes que ingresan con los que en ese momento salen de las aulas y, tercero, por estos flujos se entraman con las líneas de profesores y estudiantes que esperan ser atendidos en el área de servicios. También ahí -en el área de distribución- se encuentran otra sección de baños y una escalera de servicio (o tal vez se trate de una escalera interior de emergencia, porque en el exterior no se observa alguna). Esta estrechez propicia breves pero frecuentes interacciones en ocasiones éstas se reducen a la evasión corporal, ceder el paso, algún saludo, un gesto o una sonrisa. Estos 25 metros cuadrados  funcionan como un auténtico espacio público con una libertad acotada y una laxa estructura geopolítica, (Guerra, 2011) en donde el territorio es compartido, co-ocupado con distinta proporción pero en igualdad de condiciones por profesores y estudiantes. Dejando el discreto ejercicio del poder a los estudiantes-becarios que brindan los servicios de impresión, préstamo y apertura de las aulas.

            El corredor poniente inicia recibiendo a quienes arriban a ésta planta utilizando alguno de los dos elevadores disponibles o las escaleras y los conduce a un área vestibular amueblada con algunas bancas y sillones en donde los alumnos se encuentran, se sientan o recuestan entre clase y conversan, dormitan, consumen alimentos, se apapachan o esperan; pero la función esencial es facilitar el tránsito fluido de ingreso y abandono de la sección de aulas. De ese vestíbulo parte un corredor a cuyos lados se encuentran exclusivamente aulas, cuatro en la parte norte y tres al sur. El corredor  terminar en un gran muro de cristal polarizado en color azul, que coincide con el óculo poniente de la “segunda piel” desde esa conjunción de aberturas se observan: las rugosidades del terreno o pequeñas colinas más próximas al campus (Santos), la sección nororiente del edificio “A”, los edificios del Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez II, el domo del CECyTECH y los avances en la construcción del complejo deportivo de CU cuya altura resulta obstructiva. Además de los espléndidos y multicolores atardeceres, los estudiantes suelen dirigir la mirada a los automóviles que entran y salen del campus o entretenerse observando los partidos de futbol -que durante su hora de comida- juegan  los trabajadores ocupados en la construcción el Complejo deportivo. (Paradójicamente esa es la práctica deportiva más recurrente y sistemática en la Ciudad universitaria).

            Segunda planta
            La segunda planta del edificio “C”  replica en muchos sentidos la configuración espacial de la primera planta. Ascendiendo se Ingresa a un entrepiso o área de distribución con baños y bebederos ahí se han colado algunos sillones y también ostenta grandes ventanales mirando al norte. Al encontrarse a mayor altura, las vistan desde la segunda planta son más amplias y panorámicas, pero como lo cotidiano a fuerza de verlo se vuelve invisible, son pocos quienes dedican algunos minutos en la contemplación del vasto entorno. En este entrepiso distribuidor no es usual observar estudiantes sentados en el suelo. Parece una observación intrascendente, porque aun cuando  las variaciones materiales entre los entrepisos son menores, las variaciones simbólicas si son notables y evidencian su potencia y preponderancia en el escenario y en los comportamientos. Algunas sillas de espera en el entrepiso, la colindancia con el vestíbulo del ala poniente provisto de sillones y la proximidad a la biblioteca amueblada con sillones y cerca de 100 puestos de lectura -tal vez -contribuyen en desalentar la práctica de sentarse en el suelo. Aunque debo señalar que la biblioteca no es uno de los espacios preferidos o más frecuentados por  los estudiantes de CU. Porque las experiencias en esa infraestructura académica han resultado frustrantes, también influye su ubicación periférica, que la aleja del protagonismo que tanto gusta a los jóvenes. Pero es prudente reconocer que las sociedades complejas conforman atmósferas características distintivas  que luego se constituyen en distintos nichos ecológicos y escenarios de actuación e interacción humana. Ese es el caso del entrepiso 2C, es un área relativamente silenciosa, por la que cruzan una cantidad relevante de estudiantes y algunos profesores, pero el mutismo como impronta del ámbito  bibliotecario  infiltra el clima del entorno más próximo, haciéndolo poco propicio para las interacciones. De alguna forma se trata de un ambiente relativamente aislado,  con pocos  transeúntes fugaces, sin verdaderos pobladores y sin territorios en disputa.

            La totalidad de parte oriente de esta segunda planta se integra en un recinto amplio y alfombrado, ocupado exclusivamente por la biblioteca del campus con lánguidos acervos y desarticuladas colecciones bibliográficas. Pocos libros nuevos o actuales, la mayor parte de la dotación son excedentes o préstamos de las bibliotecas de los campus citadinos de la UACJ, cedidos solo para vestir escenográficamente la estantería. A la biblioteca se ingresa directamente desde el entrepiso  pasando el imprescindible arco de seguridad que registra el número de usuarios y controla que no se extraiga furtivamente el escaso material bibliográfico, inmediatamente después del arco de control, un cartel y un mueble con anaqueles les recuerda a los usuarios que no pueden ingresar con alimentos o bebidas a este ritual espacio académico. 
            En la biblioteca las normas institucionales aparecen aún antes de ingresar. Dejar las bebidas y transitar en silencio y aun con cierta parsimonia son las primeras demandas. Los miembros de la comunidad que ahí ingresan pronto descubren que en la biblioteca se rige por una cultura con prácticas y normas específicas en la que los usuarios deben gestionan su tiempo, ubicación, acciones e interacciones, pero sobre todo regular su tono de voz y la rapidez y sonoridad de sus desplazamientos (por ello el suelo está recubierto de alfombra).  Aunque luego los intendentes utilizan en horario de consulta las ruidosas aspiradoras para mantener limpias las alfombras). Los profesores y estudiantes en este recinto tienen acceso a los servicios de consulta en línea, a recorrer o eludir la estantería abierta, solicitar algún servicio en  la sección de referencias y préstamos; o ingresar directamente hasta a las mesas y gabinetes de las salas de lectura general y de cubículos (previa solicitud) o bien –si lo prefieren- apoltronarse en alguna de las dos áreas de sillones, ingresar al baños o husmear en la escalera de servicio.

            El recinto se encuentra circundado en sus costados oriente y norte por ventanales que proveen abundante iluminación natural. También se encuentra una espléndida terraza con vista al norte a la que se podría salir por una puerta ubicada en el cubículo de trabajo grupal, pero que se encuentra permanentemente cerrada y no está disponible para los usuarios de la biblioteca. La terraza se encuentra fuera de uso por dos razones: primero en este campus muchos recintos no áulicos tienen usos provisionales y no se acierta en otorgarle a la terraza una función o uso claro, (en algún momento se pensó que sería más funcional con un toldo que proporcionara sombras  durante los momentos de mayor soleamiento, pero el primer presupuesto desalentó continuar con esa alternativa para su aprovechamiento) y, segundo porque se teme un comportamiento imprudente de los estudiantes como el vivido en una de las terrazas del edificio “A” (2011), máxime si se considera el riesgo de caer de una terraza que se encuentra a 15 metros de altura.

            En este edificio se evidencian como la configuración espacial, los equipamientos y la invisible normativa institucional condiciona y predispone las actuaciones e interacciones entre los miembros de esta comunidad. La planta baja fluida, cálida y lúdica con abundantes interacciones y actuaciones de índole diversa; la primera planta de mucha actividad, con una ocupación densa, pero con un reducido abanico de actividades y actuaciones condicionadas en gran medida por las salas electrónicas y los servicios de teleinformática y, la segunda planta más fría y solemne, a pesar de que tanto en la primera como en la segunda planta el ala poniente está destinada a la docencia.

6.3.3 Edificio B
            Si se les mira con detenimiento, se podrá observar que los edificios B y C, son estructuras gemelas, diseñados ambos como prismas rectangulares con una distribución de los espacios en tres plantas y tres secciones por planta. Pero estos edificios son de esos gemelos que -fuera de su ADN estructural y el aire de familia-, en nada se parecen. Porque son distintas las resoluciones estéticas, de iluminación, la configuración espacial interior, el modelo de distribución de los pobladores y el equipamiento; incluso difieren en las actuaciones, el clima institucional y los ambientes de interacción que en ellos se propician.

            Entre las diferencias entre ambos se puede apreciar, que las zonas abiertas de distribución (Lobby y entrepisos) del edificio “C”, se muestran reducidas  en el edificio “B”, en favor de contar con corredores más amplios. Mientras que elevadores y escaleras intercambiaron posiciones en un intento por facilitar las trayectorias. Las escaleras del edificio B ampliaron su anchura en treinta centímetros (1.80m) suficientes para mejorar la fluidez durante el ascenso y descenso entre plantas. (Quienes diseñan los espacios educativos parecen aprender con lentitud. En el edificio “A” las escaleras con 1.20 metros de anchura resultaron peligrosas e insuficientes; luego las escaleras del edificio “C” se ampliaron a 1.5 metros, pero de nuevo, resultaron inadecuadas para el tránsito de ascenso y descenso simultáneo, por lo que en el edificio “B” se realizó un nuevo ajuste incrementando la anchura a 1.8 metros).

             De alguna manera el edificio “B” muestra el intento por enmendar algunos de los inconvenientes de habitabilidad que presenta el edificio C, en el que se privilegió la estética sobre la funcionalidad y el confort, al instalar grandes áreas acristaladas que reciben directamente durante al menos 5 horas al día  los rayos del sol. A pesar de que son los propios estudiantes quienes padecen los excesos de la exposición al sol del edificio “C”, lo prefieren frente al hermético y cláustico edificio “B”. Al parecer tiene razón Bofill (1990) cuando afirma que la belleza es la primera lección que deben recibir los estudiantes. Pero inexplicablemente en esos cambios para mejorar el hábitat académico se vio reducida la cantidad de luz natural, pero también de paneles solares en parte frontal del edificio y se omitieron los correspondientes a la techumbre como si en esta edificación el discurso de sustentabilidad se hubiese diluido.

            El edificio B fue el tercer edificio en ser erigido en el campus de CU, y aunque parece un contrasentido le correspondió en la nomenclatura institucional -por razones desconocidas- la denominación de edificio “B”. Junto a los edificios “A” y “C” utilizados como emblemas e íconos de CU, el edificio B carece de rasgos arquitectónicos exteriores que lo doten de identidad.

            “… no tiene chiste, es solo un cajón de tres pisos con salones, los otros             edificios nomas con verlos sabes que son nuevos y modernos, pero el B como      que es muy desabrido, parece un edificio de oficinas, para mí, desentona con       que hay en CU,             además ahí no hay nada, ni para que     ir…” Edn.Psi 

            Con relación a las vialidades y coordenadas del campus universitario, el edificio “B” se encuentra en la posición más remota y por ello más aislado. Es  una edificación a la que una parte de la comunidad no concurre, incluso algunos de los estudiantes que llegan en automóvil hasta el estacionamiento localizado en la  parte posterior del edificio, la eluden, porque no hay en ella ningún servicio institucional, cafetería o actividades culturales o lúdicas que los convoque. Las exposiciones y muestras de trabajos de los estudiantes -cuando las hay- son solo observadas por los pobladores cotidianos.

            Planta baja

A la planta baja este edificio ingresan por la parte frontal tanto estudiantes y profesores que llegan en autobús o quienes han dejado sus automóviles en las proximidades de los edificios A y C, pero para aquellos que llegan hasta el estacionamiento general  les espera el acceso posterior. Ambos son recibidos por un lobby en la parte central resguardado por puertas dobles de cristal. El ingreso frontal (sur) dispone de un frontispicio que crea un área vestibular más amplia y deja en claro que ese es el ingreso principal. La función primaria del lobby es el tránsito y la distribución de trayectorias. Pero también es un espacio de espera e interacciones entre sus pobladores, utilizada como todos espacios vestibulares del campus para la exposición de trabajos plásticos elaborados por los estudiantes, pero su localización hace que sean poco visitadas. No se trata solo de la distancia, la falta de corredores pavimentados y el clima exterior desalientan abandonar el confort de sus propios nichos. En el lobby o hall se encuentran dos secciones de baños una para hombres y otra para mujeres y se  puede ascender a la primera y segunda planta utilizando alguno de los dos elevadores o subiendo paso a paso por una escalera de aceptable amplitud.

            El tránsito interior en la  planta baja puede dirigirse hacia los recintos académicos del ala oriente ingresando a un vestíbulo en el que se encuentran otra sección doble de baños y un conjunto de casilleros de color azul adquiridos para que los estudiantes de los programas adscritos al Instituto de Arquitectura Diseño y Arte puedan guardar algunos de sus materiales y con ello evitar pérdidas, cargas excesivas y las molestias de trasladar repetidamente los mismos materiales en el transporte colectivo. Del vestíbulo se desprende un corredor que conduce en la parte norte a tres aulas y un taller de pre-prensa. Mientras que en la parte sur se localizan dos laboratorios que han sido utilizados como aulas, clínicas de nutrición o salas de usos múltiples en la que se exhiben diversos trabajos, productos y prototipos. También en la parte sur se localiza una escalera relativamente estrecha que conduce a la primera y segunda planta y una pequeña área recientemente habilitada como almacén. El corredor termina en una puerta o salida de emergencia a cuyo costado se encuentra una camilla. El ala o sección poniente de la planta baja también está ocupada solo por recintos académicos, en este caso son exclusivamente aulas a los que se ingresa por un corredor que parte de un espacio vestibular amueblado con algunos sillones en los que los estudiantes descansan, esperan y establecen lealtades y afectos con sus compañeros.

            Primera planta
La sección media carece de un entrepiso vestibular, todo el espacio abierto lo ocupan amplios corredores. Tan solo llegar a esta planta desde los elevadores o por la escalera,  se debe elegir entre dirigirse a las aulas (tres) de esta localizadas en esta sección, o bien tomar el corredor oriente en el que se encuentran una sección de baños y una sala de usos múltiples  destinado a  prácticas del estudiantado de las áreas biomédicas. El corredor conduce hasta  un pequeño espacio distribuidor que permite ingresar a los dos salones electrónicos existentes en esta planta (Uno de acceso libre y el otro destinado a docencia), a un cubículo múltiple habitado por cuatro profesores, a una sección de baños para hombres y mujeres o a una escalera estrecha (de servicio o de emergencia) que viene de la planta baja y continua hasta la segunda planta. Si  dentro de las posibles trayectorias se elige el ala poniente, se ingresará a un vestíbulo dotado de algunos sillones  y luego un corredor a cuyos costados se encuentran siete aulas, cuatro  al norte y tres al sur.

            Los pobladores de este edificio carecen del servicio de cafetería y no existe máquina alguna expendedora de alimentos o bebidas, tal vez por ello una parte importante trae de casa algún alimento o prefieren dirigirse a un camión  que expende burritos para los trabajadores de la construcción antes que a las cafeterías de los edificios A y C en donde esos mismos productos tienen un precio mayor. Llama la atención que en el edificio “B” los rituales y prácticas de alimentación se realicen regularmente fuera de las aulas; a diferencia de lo que sucede en los otros edificios educativos del campus. Estas actuaciones -tal vez- puedan explicarse por una conjunción de circunstancias: equipamientos, diligencia en el cumplimiento de las regulaciones institucionales e interacciones recíprocas bien establecidas. En lo primero contribuye, que en los espacios comunes, corredores y vestíbulo se cuenta con sillas de espera y sillones en los que los estudiantes pueden instalarse y consumir sus alimentos en condiciones medianamente decorosas; a lo segundo, abona la prohibición clara y firme de introducir alimentos en aulas, las salas electrónicas y de áreas de prácticas; en el tercero aspecto, destaca la actuación del intendente D.A. que ha establecido una interacción recíproca con los estudiantes, quienes en atención a su edad, trato comedido y su persistencia han terminado por aceptar la reiterada solicitud de tomar los alimentos en el vestíbulo y ya basta con su sola presencia para que los estudiantes guarden sus viandas o salgan a tomar los alimentos fuera del salón de clases. Mientras que en otros edificios las peticiones de no consumir alimentos en los salones hechas por los intendentes y aun de los profesores son frecuentemente desatendidas.

            …esta es el área más limpia, pero me ha costado estar siempre atento, cada vez que     termina una clase camino por ahí, y ellos ya con verme, saben que deben salir a    comer aquí a los sillones o fuera. A mí me respetan, nunca nadie me ha dicho algo    grosero y yo, a lo más que he llegado, es a decirles- que los       voy a reportar- porque             en los letreros claramente dice, que no se puede comer en los salones. Pero como         dicen, en el pedir está el dar, yo como les pido las cosas de buena manera, pues lo         aceptan. D.A. Int

            Segunda planta
La segunda planta calca en sus secciones central y poniente la distribución y funcionalidad de la configuración espacial de la primera planta, en ellas todos los recintos están destinados a la actividad docente. Mientras que en el ala o sección oriente los recintos de la parte norte se destinan a: un aula de docencia, una  sala de usos múltiples en los que se realizan juntas, cursos y secciones de planeación institucional es bien iluminada sala esta provista de un muro y puerta ambos de cristal desde donde se puede ingresar a una terrazas. El corredor poniente conduce al recinto más amplio de esta planta, constituido en una gran sala compartida por siete profesores de tiempo completo. En su interior junto a los muros se aprecian los escritorios individuales y los materiales que singularizan cada posición de trabajo. Al centro  una mesa de juntas para uso común. Esta sala  sirve para que los  profesores que la habitan realicen actividades de investigación, preparación de clase, revisión de trabajos y tutoren estudiantes. A pesar de la amplitud de la sala  el espacio carecen de la privacidad acústica que el trabajo y  algunos encuentros con los tutorados requieren. Algunas de las ventajas de esta sala de profesores es su relativo aislamiento la proximidad a los baños y un acceso a la terraza de la  se hace poco uso.

            Las terrazas de los edificios A y C no se utilizan bajo los argumentos de evitar los potenciales riesgos que los juegos y comportamientos imprudentes entre los estudiantes pudieran propiciar. Parece extraño –por lo anteriormente expuesto- que también la terraza del edificio “B” -anexa a un área de docentes- permanezca cerrada, cuando las premisas que guiaron la conclusión y clausura no están presentes.

            No sabemos porque, pero siempre está cerrada, nunca nos piden que la abramos. Los profesores  nada más tienen llave del cubículo, pero no para abrir la     terraza. Las únicas veces que se abre es cuando el profesor marroquí nos pide que la        abramos, porque quiere hacer sus oraciones, -   ya ve que es árabe-, pero luego se         vuelve a cerrar. Grupo Int.


6.3.4 Edificio D-1
La sección D1, es un edificio de dos plantas, que forma parte de un complejo de cuadro edificaciones  distribuidas como hélices en torno a un pequeño centro abierto que hace las funciones de punto de encuentro y distribuidor de trayectorias.

            El edifico “D” cuyos cuerpos o secciones muestran distintos grados de avance en su construcción, ocupa la parte sur del polígono destinado a las infraestructuras académicas de docencia en la Ciudad Universitaria. Muy próximo al gran tanque de almacenamiento de agua y a la caseta que alberga los controles del flujo eléctrico del campus. Esa área antes de la erección del Complejo “D”, era un espacio desolado al que nadie concurría, salvo durante el efímero periodo en que albergó las canchas de basquetbol.

            Se trata por tanto de un nuevo espacio que los universitarios empiezan a colonizar. Lo primero que observan los miembros de la comunidad que lo recorren y exploran, es que el edificio se encuentra inconcluso, que algunas secciones y trayectos están vedados con un cinta amarilla, y que aun laboran en él uno grupo de trabajadores de la empresa constructora. 
            Los estudiantes habituados -en este campus- a contar con elevadores que les  permitan eludir las escaleras, buscan este equipamiento para ascender a la primera planta, pero las oquedades que habrán de alojarlos, aún se encuentran vacías. Al ingresar los sorprenden que en esta primera sección, la estética y la sintaxis arquitectónica hayan cambiado. Ya no se trata del contenedor de aulas con amplias áreas de recepción y tránsito. Esta sección del complejo, carece de grandes espacios interiores y se echa en falta el lobby o distribuidor interior. Todo parece dispuesto en una distinta configuración espacial, incluso el mobiliario y los acabados son distintos. En las aulas se observan mesas y bancos altos, utilizados en laboratorios y talleres; los pisos carecen del recubrimiento de mármol que impera en las otras edificaciones, el acabado es simplemente concreto pulido y sellado. Esas condiciones austeras y con cierta estrechez se extienden hasta las áreas de baños que lucen más precarias, en particular en la primera planta en donde está ausente la instalación de un servicio sanitario para personas con movilidad reducida. Las techumbres en su parte interior, carecen de plafones, y las instalaciones hidráulicas, eléctricas y de climatización se encuentran expuestas a la vista. En estos espacios educativos prevalece, sobre la estética de los domus sapientae, la lógica de la eficiencia industrial, que permite que cualquier falla o requerimiento de mantenimiento en las instalaciones pueda localizarse y reparase de manera expedita, se trata del modelo imperante en las instalaciones de manufactura y producción en serie, lugares en los que equipos y maquinarias se remplazan con alguna regularidad. Pareciera que el propio escenario educativo estuviera diseñado para inducir ambiental e ideológicamente a los estudiantes al mundo laboral de la productividad, la austeridad y la operación a bajo costo de la industria. Sin duda, la sección 1 del edificio “D” es un escenario destinado a mostrar a los estudiantes los valores y prácticas en el campo laboral de las ingenierías.

            Los estudiantes que con anterioridad realizaron prácticas en los laboratorios del Instituto de ingeniería no se ven sorprendidos por un diseño que ya les es familiar, pero los estudiantes de otros campos profesionales expresan su perplejidad.

            No me gustó el nuevo edificio, parece una maquila, todas las tuberías hacen que no        se vea bien, parece que le falta algo, que ya no les alcanzó el dinero para que     quedara bien terminado. Est. In. DER
            Todos esos que dicen que el edificio “D” parece maquila, es porque nunca han    estado ni conocen una maquiladora. Así no son las maquilas, aquí son puros    saloncitos, lo    único en lo que se parecen, es que se ven los tubos y el cableado       Est. In. ING.

            A mi parece que está bien, siempre en los laboratorios se deja el piso de            concreto para no dañarlo al fijar o mover la maquinaria. Lo único que me parece que          está mal, es que los aparatos de aire acondicionado también estén por dentro,        porque eso sí produce mucho ruido y vibración. Y eso molesta cuando uno está en clase. Creo que ahí si les falló. R. .D-1
            La colocación en el interior de las diversas instalaciones y ductos, además de modificar la estética de los escenarios educativos posibilitó – a cambio de los inconvenientes de la sonoridad interior- que se dispusiera de tres secciones de espacios libres sobre la techumbre exterior de la planta baja. La mayor de ellas -localizada al norte- es un espacio diáfano, que integra una gran terraza; otra sección, de menores dimensiones también forma una terraza ubicada en la parte sur; es más pequeña, pero en contraste ofrece mayor privacidad y algunos nichos para la complicidad; ambas terrazas están provistos de salvaguardas de metal, unas verandas -casi simbólicas- que advierten del riesgo a los usuarios. El tercer espacio fue techado y acotado con muros de cristal para crear un corredor en forma de “L” que articula las secciones D-1 y D-2. En la sección D-2 se encuentran aulas provistas de sofisticados equipos de cómputo, en ellas, el mobiliario tipo taller ha desaparecido para dejar espacio a mesas y sillas. Ese corredor conector, que originalmente estaba destinado exclusivamente al tránsito entre las dos  edificaciones, se transformó rápidamente  en un territorio de estudiantes, en el que descansan, charlan y dormitan en los periodos libres, a pesar de que se trata de un área expuesta, muy luminosa y -durante el cambio de clase-con abundantes transeúntes. La colonización del corredor tuvo como detonante la colocación en la sección angular de sillas de espera que legitimaron la ocupación.

            La terraza norte es un área desde donde los estudiantes observan por algunos minutos el paisaje y la extraña amalgama de la arquitectura universitaria y el irregular entorno semidesértico, un horizonte visual en el que se solapan las rugosidades del terreno con las estructuras y senderos creados por el hombre (Milton Santos 2000). Esta terraza es a la vez el escenario de nuevas interacciones, de charlas distintas en las que la lejanía de la marcha urbana, los avances en la construcción del Complejo deportivo, la estética de los atardeceres, las reflexiones y coqueteos son frecuentes.

            En esa terraza algunos docentes que buscan romper con el enclaustramiento y formalidad de los recintos interiores o alejarse del ruido y las vibraciones, aprovechan el sombreado matutino para hacer de esa terraza un nuevo espacio educativo constituyéndolo durante su ocupación en un territorio de docencia, en donde realizan discusiones, imparten charlas y clases o conducen actividades de aprendizaje en las que el mobiliario y los equipamientos no son indispensables.

            La terraza sur es más pequeña y estrecha,  desde ahí solo se observa el árido paisaje, un gran depósito de agua, las  secciones inconclusas del edificio D y algunas serranías. Es un espacio menos frecuentado, pero es un buen lugar para evadirse unos momentos, o para fumar libre del asecho de los pedigüeños.

            A mí lo que se me hizo muy padre son las terrazas, que puedes salir al aire libre, que      no estás siempre encerrado, desde la terraza de enfrente se ven muy        padre todos los edificios. Lo que no sé ¿es por qué no abren también las terrazas de los otros            edificios?. Yo me imagino que si pudiéramos usar la       terraza de la biblioteca, sería     padrísimo. Ber. Ing.  
            Con la primera sección del complejo de edificios “D”  se dispuso de aulas, que pese a contar con un mobiliario distinto y distintivo, siguen siendo sede de la docencia frontal, expositiva y tradicional. El edificio está provisto de aulas electrónicas con los software adecuados para la programación y el diseño de los ingenieros.