NATURALEZA, CULTURA Y DESARROLLO ENDÓGENO: UN NUEVO PARADIGMA DEL TURISMO SUSTENTABLE.

NATURALEZA, CULTURA Y DESARROLLO ENDÓGENO: UN NUEVO PARADIGMA DEL TURISMO SUSTENTABLE.

Salvador Luna Vargas (CV)

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Colonización Europea

Se ha perpetuado la creencia de que las exploraciones marítimas de Córdoba, Grijalva y Pineda fueron las primeras en cruzar las aguas de la costa del Golfo desde Florida hasta la península de Yucatán. Sin embargo, no es ésta la opinión del historiador argentino Roberto Levillier, quien ha presentado una sólida teoría a favor de Américo Vespucio. La tesis de Levillier se basa en la existencia de mapas, todos los cuales muestran el Golfo en gran talle, fechados en 1500, 1502, 1508, 1511 y 1513. Levillier no sugiere que se hubiesen efectuado seis diferentes viajes anteriores al de Córdoba de 1517, pero que el realizado por Vespucio en 1497-1498 proveyó la información que se plasmó en un mapa de 1500. Los otros cinco mapas pudieron ser obviamente copias del primero. Vespucio en una carta que describe su primer viaje, mencionaba una provincia llamada “Lariab”. La ubicación que daba era del paralelo 23 en el Trópico de Cáncer. El argumento de Levillier sostiene que en ese momento Vespucio se hallaba en la costa de Tamaulipas. Para sostener su tesis, Levillier citaba el trabajo del historiador brasileño Varnhagen, quien ha sugerido la similitud de Lariab con nombres huastecos como Tamlajab, Tancuayalab y Tancuallalab” (Chipman Donald E., 1967: 31).
Después de la caída de Tenochtitlan en 1521, Hernán Cortés mandó a explorar los territorios en la búsqueda de oro y otras riquezas, uno de esos territorios fue la Huasteca (región del Pánuco), que incluían Tantala, Huejutla y Tamazunchale.
La corona española poseía muy escaso conocimiento de la geografía regional por el tiempo en que el primer gobernador, Francisco de Garay, recibía su nombramiento en 1521. Garay disfrutó del título de adelantado, a menudo conferido a aquéllos que se dirigían a explorar zonas poco conocidas. Chipman E. Donald (1967).1  
Los españoles llegaron a la región del Pánuco, tierra que encontraron adecuada para la agricultura y la cría de ganado mayor, pero además de eso también encontraron soporte económico en los esclavos, ya que en la búsqueda implacable por la región del Pánuco por el oro, frustraron sus ánimos al no encontrar el metal precioso. Pero lo que realmente animo a conquistar todos los territorios por parte de Hernán Cortés, fue la presencia de españoles partidarios del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, y el gobernador de Jamaica, Francisco de Garay quienes reclamaban derecho sobre estas regiones entre 1519 y 1523.
La presencia de francisco de Garay, en julio de 1523, quien reclamaba para sí la “Provincia de la Victoria Garayana o Amichel” causó conflictos con los partidarios de Cortés, desembocando en pugnas entre los mismos españoles. Los indígenas de la Huasteca aprovecharon la situación para rebelarse y eliminar a los del bando de Garay y a los encomenderos que Cortés había dejado, como él mismo lo señala:

Y allí supieron la gente que el adelantado Francisco de Garay había dejado en un pueblo que se dice Tamiquil que serían hasta cien españoles de pie y de caballo, los habían todos muertos, […] y hallóse por copia que de la gente del adelantado eran muerto doscientos y diez hombres, y de los vecinos que había dejado en aquella villa, cuarenta y tres, que andaban por sus pueblos que tenían encomendados (Cortés, cit. en Pérez, 2001:24).

Chipman (1967) nos describe las delimitaciones que en aquel tiempo enmarcaban a la provincia del Pánuco:
El limite meridional de la región de Pánuco se hallaba en la vecindad del Río Tuxpan […] comenzaba justo al norte de Tuxpan y se dirigía hacia el poniente […] Desde Tamazunchale la línea limítrofe se dirigía hacia el noroeste para incluir Tanlacú […] Las poblaciones dentro de la línea descrita son Tamapache, Tamohí, Xilitla y Taculula. […] Así que la extensión territorial de Pánuco no era muy grande. No tenía más de 180 millas de largo (o alrededor de 290 km.) y unas 70 millas (113 km. Aproximadamente) en su anchura máxima. La provincia comprendía unas 10,000 millas cuadradas (16,090 km cuadrados).2
Durante la conquista de Pánuco, Cortés se topó con tácticas de guerra que no había encontrado antes en el Nuevo Mundo. Un grupo de arqueros indios se arrodillaba detrás de un erizado anillo de picas y lanzaba una lluvia de flechas. Si se rompían sus filas, se retiraban y formaban una nueva falange. Cortés en su cuarta (1524) declara que en un encuentro los huastecos atacaron con mayor vigor que ninguno de los indios contra los que había luchado en Nueva España. (Chipman 1967: 29)
Las visitas comenzaron a realizarse apenas inaugurada la vida colonial. A petición de Hernán Cortés, varios españoles recorrieron extensas áreas del territorio e informaron detalladamente sobre las “bondades” de la nueva tierra. Fueron muchos y variados los motivos que llevaron a efectuar tales inspecciones, el principal, que era imperativo conocer y organizar la tierra recién conquistada. De ahí que los presidentes de las audiencias en unos casos, después los virreyes y gobernadores o las autoridades eclesiásticas ordenaran la realización de las visitas para conocer la tierra, el número de sus habitantes y la organización política indígena. 3
La estimación numérica de la población de la región del Pánuco para esa fecha era imprecisa y dudosa a pesar de la visita de Gómez Nieto a la Huasteca. Chipman E. Donald (1967) menciona que:
El arzobispo Zumárraga, escribiendo en 1529 enlista 25,000 indios pacificados en Pánuco al tiempo del arribo de Nuño (1527) […] después de unos cinco años de la actividad esclavista de Nuño, aún había más de 20,000 indios en Pánuco. Por consiguiente, es probable que el número se acerque más a 30,000 que a 25,000 en 1527. Si se utiliza la cantidad de 30,000 y luego se añaden 10,000 indios muertos por la guerra y reconquista, por los brotes de enfermedades y por la trata de esclavos anterior a 1527, […] 40,000 podría ser un cálculo razonable de la población huasteca previa a la conquista (Pág. 30).
Al inicio de la época colonial, la administración virreinal estableció las visitas para obtener información sobre los territorios y sus habitantes. Por ejemplo la “suma de visitas” (ca. 1550) registra un total de 124 pueblos en la provincia de la Huasteca; nos confirma el proceso de fragmentación que inició con las encomiendas y además hace patente el interés que tenían los españoles por localizar las mejores tierras, propicias para otorgarlas en merced. La Huasteca era el lugar ideal para desarrollar una importante actividad ganadera y poseía los mejores pastos para la cría de ganado mayor. Otra visita que se hizo en años posteriores fue la de Diego Ramírez4, quien inspeccionó varios pueblos de la Huasteca en 1553, donde no había tasa ni medida en la tributación. (Pérez, 2001:16).
Después de la invasión española, ningún pueblo de la Huasteca estaba falto de encomendero. Ese reparto de las tierras se dio después de fundada la Villa de Santiesteban del Puerto, a fines de 1522 en la cual Hernán Cortés repartió esas tierras a algunos españoles que fueron enviados a visitarla, lo cual no hay datos de quienes fueron los beneficiados en poseer estas ricas tierras y de cuantas les fueron entregadas.
En 1527 Nuño Beltrán de Guzmán fue nombrado gobernador de la provincia de Pánuco y en 1529 presidió la primera audiencia de Nueva España. A la llegada de Nuño de Guzmán en 1527, el conquistador vino a reformar los títulos que Cortés les había dado como encomienda a sus hombres, asignando estas tierras a sus incondicionales como nuevos encomenderos de los pueblos de la Huasteca, gracias a la visita de Gómez Nieto se tiene la información de quiénes y cuáles eran los pueblos entregados en la gobernación de Pánuco. (Tabla XIII).
En 1529 Nuño de Guzmán emprendió una expedición hacia el occidente de México, sometiendo a los pueblos indígenas del norte de Michoacán internándose en los actuales estados de Jalisco, Nayarit y Sinaloa, estableciendo las condiciones para la formación de la audiencia de Nueva Galicia.
En 1533, cruzó tierra Chichimeca por el actual territorio potosino y fundó Villa de Valles, la cual anexó a Nueva Galicia. Sin Embargo, poco tiempo después, se determinó que este territorio fuera incorporado a Pánuco, que estaba sujeto a la jurisdicción de la Audiencia de México.
Pero no fue hasta el año de 1579, en el que se creó la Alcaldía mayor de Valles, que hacia 1600 abarcaba la mayor parte de los pueblos de la actual Huasteca potosina, además del Valle del Maíz y Guadalcázar.
Dentro de esta gobernación quedaron excluidos los pueblos de Oxitipa, Tziuhcoac y Tamiahua, el primero era parte de la jurisdicción de la Nueva Galicia y los otros dos de la Nueva España.
Ya establecido el control español sobre la región del Pánuco y sin ninguna oposición por parte de los indígenas, comenzaron a llegar los frailes agustinos y franciscanos hacia 1530.
En 1540, religiosos de la orden de San Agustín erigieron un convento en Xilitla; en tanto, desde 1532 el franciscano fray Andrés de Olmos5 comenzó su labor evangelizadora en territorio huasteco; en 1544 fundó la custodia de Tampico, bajo cuya jurisdicción estuvieron Valles, Tamuín, Tancuayalab y Huehuetlán, entre otras. Además, hacia el último tercio del siglo había presencia de curas seculares en Valles y Coxcatlán. El territorio de la Huasteca estuvo adscrito a la jurisdicción eclesiástica del arzobispado de México (Durán, 2009:59).
Para limitar los abusos cometidos por los españoles y para ejercer control sobre las poblaciones indígenas y los recursos de los territorios americanos, el rey Carlos I dictó, en 1542, una serie de disposiciones denominadas Leyes Nuevas. Se prohibía la esclavitud de los indios, además de que las encomiendas, concedidas originalmente a los conquistadores y a sus descendientes de forma perpetua, se limitaron a tres generaciones. Debido a ello, esa práctica predominó en la Huasteca a lo largo del siglo XVI. […] No obstante continuó la esclavización de los indios. En 1578, Luis de Carbajal, quien unos años atrás había fungido como corregidor de Tancuilave (Tancuayalab), consiguió que el rey le otorgara derechos para conquistar, colonizar y gobernar en Nuevo Reino de León. Desde ahí, Carbajal invadió constantemente territorios de las jurisdicciones de Valles y Pánuco, de donde extraía indios como esclavos. Debido a esas irrupciones, sostuvo disputas jurisdiccionales con los alcaldes mayores de esas demarcaciones, las cuales terminarían, años después, con su arresto y envío a España. Debe mencionarse que la prohibición de la esclavitud y el gran descenso demográfico de la población indígena obligaron a los españoles a utilizar esclavos traídos de África para la explotación de los recursos naturales de los territorios conquistados. […] El negro sería otro elemento en el proceso de mestizaje en todo el territorio novohispano. (Durán, 2009: 61).
Durante este siglo más tarde el señorío de Oxitipa sería adquirido por Francisco Barrón, quien a mediados del siglo heredase a su hijo con el mismo nombre, logrando ensanchar sus territorios y abarcando mayor cantidad de pueblos. Ya a finales de siglo los pueblos de Tamapache, Amatlán y Oxitipa ya habían desaparecido. Teniendo como resultado al final del siglo una gran cantidad de disputas y pleitos legales entre pueblos por las tierras. La región sin duda sufrió grandes transformaciones geográficas, políticas y culturales en todo el siglo XVI, acabando este bajo las condiciones de los españoles, y de adaptación y sumisión por parte de los indios.

Siglo XVII

Las regiones como la Zona Media y la Huasteca al carecer de minerales que pudieran detonar el desarrollo en cuanto a infraestructura y comercio se mantuvieron marginales y estancadas, dejando como única influencia a las órdenes religiosas en el desarrollo de los pueblos indígenas.
Por otra parte el área del Altiplano a finales del siglo XVI y principios del XVII atrajo la atención para los españoles al descubrir que había ricos yacimientos de  plata y oro, con el territorio ya pacificado se fundaron nuevos reales cambiando la fisonomía del Altiplano, como las llamadas minas de San Luis (1592); la de Guadalcázar (1615 aprox.); Charcas (1576) y también en el estado de zacatecas como el Real Pinos. Con la fundación de nuevos reales y de Villas más grandes, las disputas por obtener jurisdicciones territoriales se hicieron más grandes. Como la de la Alcaldía Mayor de San Luis pudo extender su control hasta el área de Rioverde en 1619, a pesar de ser reclamada por Querétaro, y la Alcaldía Mayor de Valles.
Durante la Colonia la huasteca quedó comprendida en las jurisdicciones de:

  1. Alcaldía mayor de Pánuco-Tampico;
  2. Alcaldía mayor o corregimiento de Villa de Valles;
  3. Alcaldía mayor de Yahualica-Xochicoatlán;
  4. Alcaldía mayor de Huayacocotla-Chicontepec;
  5. Alcaldía mayor de Huejutla;
  6. Alcaldía mayor de Huachinango

Los guachichiles que fueron asentados en pueblos de congregación como Mexquitic, Venado, Bocas y La Hedionda, manifestaron un proceso de asimilación cultural extremadamente veloz con relación a otros grupos. […] dando como resultado una mayor asimilación y dependencia de los españoles. Junto con ello, no debe desdeñarse que la introducción del alcohol y de otros insumos como la carne, ropa y aperos de labranza incrementó su dependencia de los españoles; en realidad, parece ser que los bienes que con mayor tesón entregaron los españoles durante el periodo de la “paz comprada” eran los aguardientes, vestidos y carne de ganado (Ruíz, 2009:87).
Como menciona Guillermo Bonfil (1987): El alcoholismo se generaliza (“pocos pueblos se inclinaron tanto a la bebida como los indígenas de la Colonia española en el curso de la historia” concluye Gibson en su estudio sobre los aztecas bajo el dominio español; los suicidios colectivos, el aborto sistemático y la abstinencia conyugal. Pero esta conclusión no sólo queda exclusivamente para los aztecas sino, para todos los grupos étnicos que habitaban en México y que fueron presas del Colonialismo español.
Sin duda este siglo estuvo marcado por los movimientos en cuanto al desarrollo comercial, minero y agropecuario del Altiplano potosino.

Siglo XVIII

A principios del siglo XVIII había cuatro alcaldías mayores, es decir, espacios en los que se ejercía la autoridad de los alcaldes mayores, que a su vez eran funcionarios de la Corona española, encargados de administrar justicia, mantener la defensa militar y de que prevaleciera el orden social. Estas eran: Charcas, San Luis Potosí, Guadalcázar y Santiago de los Valles6. Otro factor común que mantenía unidas a las alcaldías era la existencia de reales mineros como los de: San Luis Potosí, Charcas, y Guadalcázar; o bien, las misiones de la orden franciscana, que se dividían en dos custodias; Rioverde y el Salvador de Tampico, al oriente de San Luis Potosí y en Santiago de los Valles.
El poder otorgado a los alcaldes mayores y corregidores, los capitanes de guerra  y sus compañías  en el partido de Rioverde y en Santiago de los Valles les daba ciertos atributos de autonomía frente a los administradores de justicia, motivo por el cual cometían abusos en contra de los pobladores indígenas que cada vez mermaba más su modo de vida, debido a la sobreexplotación y el maltrato.
En 1720, el arzobispo de México, José Lanciego, hizo una visita a la custodia de Tampico; contabilizó siete “conversiones” en Santiago de los Valles: Huehuetlán, con 400 familias de indios, la mitad “mexicanos” y la mitad huastecos; Aquismón, con 200 familias de huastecos y ocho de “gente de razón”; Tamitad con 40 familias de huastecos y ocho de “gente de razón”; Tanlacum, con siete familias de huastecos y seis de razón; Tampasquid, con 55 familias de indios, tanto de habla nahua como huastecos y pames; esta misión tenía tres visitas (El Sauz, San Miguel y La Palma); Villa de Valles, con 50 familias de huastecos y dos de “gente de razón”. (Rangel, 2009:102).
Es notable la cantidad de cacicazgos en ese ciclo, y la cantidad de abusos que se cometían hacía los indígenas en las haciendas, además de que las personas (españoles) con alto poder (político y religioso) se adueñaban de grandes extensiones de tierra, que pertenecían a los nativos, como lo menciona Rangel José (2009):
En la segunda mitad del siglo XVII, el clérigo español Juan Caballero reunió por compra o cambio diversas extensiones de tierra en la parte norte de la jurisdicción de Valles. En 1727 José de Torres, arcediano de la Iglesia Catedral de México y albacea testamentario de Caballero, vendió las posesiones al procurador de las misiones californiana, José de Echeverría. Con esas y otras tierras se formó la hacienda jesuita de San Ignacio del Buey, una de las más grandes propiedades en la Huasteca y en todo San Luis (Pág. 104).
En el aspecto político-administrativo hubo varios cambios, ya que a principios del siglo XVIII en Santiago de los Valles había corregidor, un funcionario con atributos similares a los del alcalde mayor, excepto porque su principal ocupación era administrar los asuntos de los indígenas de su jurisdicción. El corregidor se trasladó al pueblo de Aquismón, situado en el centro del corregimiento y en la zona de mayor población indígena. Hasta mediados del mismo siglo, los diversos corregidores intercambiaron varias veces su residencia entre la Villa de los Valles y Aquismón. Aunque el pueblo de San Miguel Aquismón databa del siglo XVI, fue dotado con una misión franciscana hasta el siglo XVIII (Rangel, 2009:104).
En el segundo tercio del siglo XVIII el periodo comenzó con un serio problema de salud: una epidemia de matlazáhuatl que se gestó en el centro de la Nueva España de 1737 a 1738. Los habitantes del centro y el Altiplano de San Luis Potosí no pudieron escapar a la epidemia, causando enormes estragos entre la población indígena, diezmando en gran parte de su población. Esto trajo consigo una cantidad de problemas a los indígenas que ya de por sí luchaban por sobrevivir.
“El matlazáhuatl, tifus exantemático, ataca únicamente a la población india y ocurre por lo menos 32 veces durante la Colonia. La baja de la población, la pérdida de tierras de cultivo y la exacción inmoderada de tributos empobrecen a las comunidades y abaten y desequilibran su dieta original, dejando a la población todavía más inerme ante las enfermedades. Las nuevas condiciones de vida y de trabajo que imponen  los colonizadores también llevan a la muerte. La esclavitud inicial que se mantiene como práctica legal con los indios “rebeldes” del norte” y el trabajo forzado en las encomiendas, y después en los repartimientos, somete a los indios a un desgaste agotador implacable” (Molina, 2001:1-2).
De acuerdo con estudios médicos recientes, esta epidemia guarda gran semejanza con el tifo y la peste, cuya transmisión al hombre sobrevenía por la picadura de los piojos y las pulgas de la rata o los ratones. Los obrajes de los siglos XVII y XVIII eran recintos cerrados que albergaban un gran número de presos, esclavos y trabajadores endeudados, quienes dormían y comían en las mismas galeras en que trabajaban. Además, los obrajes se encontraban en las márgenes de los ríos y canales, donde se desechaban alimentos y materia fecal que era alimento para ratas, perros, gatos y cerdos, animales que criaban una gran cantidad de piojos y pulgas. El hacinamiento y la insalubridad del obraje de Tacuba debieron favorecer la aparición del matlazáhuatl, pues seguramente en sus cuartos proliferaban los roedores, mientras los fardos de lana también eran hábitat para piojos y pulgas. Con la movilización de indígenas utilizados para el trabajo en minas y haciendas de la Nueva España, posiblemente esto provocó que los indios provenientes del Centro de México contagiaran a los del Centro y Altiplano de San Luis Potosí.
Para la cuarta década del siglo, el contrabando inglés, que entraba por las costas de Tampico, comenzó a cobrar importancia para los mercaderes de Santiago de los Valles y de San Luis Potosí; incluso, el alcalde mayor de San Luis en 1740, Luis Vélez de las Cuevas, debió intervenir para tratar de remediar el problema, aunque sin mayor éxito. (Rangel, 2009:105). Poco tiempo después el alcalde mayor de Santiago de los Valles describió las poblaciones de su jurisdicción incluyendo el Valle del Maíz, que se encontraba en los Valles de “Ostotipac” y así dijo: Tenía 29 familias de indios tributarios hablantes de castellano y 150 españoles, mestizos y mulatos, además de 600 familias de pames. El pueblo misión estaba rodeado de haciendas y ranchos, en los cuales se sembraba maíz, y se dedicaban a la cría de los diversos ganados. Las propiedades eran todas de unos cuantos españoles. Aquí dominaba la familia Andrada Moctezuma, más tarde desplazados por los Barragán. En la Villa de los Valles había “75 familias de indios, 242 españoles, pardos y mulatos libres que viven dispersos en haciendas y ranchos de ganado vacuno y caballar”. (Rangel, 2009:106)
Rangel José (2009) nos da información acerca de lo que pensaban frailes como Jacobo de Castro, y que permite imaginar cómo se encontraba en cuanto a flora y fauna la región Huasteca: En 1748, fray Jacobo de Castro describió a la Villa de los Valles como un lugar plagado de animales ponzoñosos y de clima “cálido y húmedo en sumo grado”, que apenas producía un poco maíz y frijol y tenía unos ranchos de ganado mayor. Sobre todo “dicha misión es frontera de indios barbaros”. También la misión de Tamúl (Tamuín) padecía este problema “por ser sus sierras transito frecuente y aun habitación de ellos”.
Para los frailes tampoco fue de lo más fácil administrar las misiones en Santiago de los Valles debido a la drástica reducción de las poblaciones indias y que además eran extraídas por los españoles para el trabajo en otros territorios, como lo fue en la colonización del Nuevo Santander (actual estado de Tamaulipas), especialmente para las misiones que se ubicaban en el norte.  Rangel José (2009) nos muestra lo que percibió el custodio fray Ignacio Saldaña en 1762 al describir la situación de la misión en la Villa de Valles y en la custodia en general:
Tuviera mucho más vecindario si para repoblar […] no le hubieran sacado tanta gente […] llevándose hasta los cantores y organistas de la Iglesia; de la gente de razón se llevó todos los que pudo sacar el dinero y comodidades que les ofrecieron. Por cuya causa, Tancuayalab, Tamuín y Villa de Valles quedaron a medias de la gente […] lo propio sucedió en el Valle del Maíz, Rioverde, Nuevo Reino de León y los demás que siguen la circunferencia del Seno Mexicano  (Pág. 109).
Por el lado de Santiago de los Valles, las presiones sobre las misiones eran un poco diferentes. Tamuín era una de las misiones de frontera hasta antes de la colonización de Nuevo Santander y por ello debían, los huastecos que la habitaban, estar en constante pie de guerra, lo que a su vez les permitió tener ciertos privilegios reales como no pagar tributo y el ingreso de un paso real en el río del mismo nombre. Pero a pesar de estos servicios y privilegios, alrededor de 1770 el “apoderado del Real Fisco, sin atender los privilegios de Conquistadores los matriculó e hizo tributarios”. El custodio del Salvador de Tampico describió en 1788 la crítica situación del pueblo por constantes sequias que impulsaron a sus habitantes a salir a distintas partes” para obtener sustento e ingresos para hacer frente al Real Tributo, de manera que en ese año sólo había 40 familias de huastecos y 10 familias de mulatos en dos ranchos. (Rangel, 2009:112-113).
En diciembre de 1786 la Ordenanza de Intendentes dividió el virreinato en intendencias, que son unidades administrativas encabezadas por un intendente con jurisdicción en hacienda, justicia, policía y guerra, siendo la intendencia de San Luis Potosí la más grande de todas y abarcaba las antiguas alcaldías mayores de Charcas, San Luis Potosí y Santiago de los Valles, más la Colonia del Nuevo Santander, el Nuevo Reino de León, Coahuila y Texas. Con esta transformación, los partidos de Charcas, Venado y Ramos dejaron la jurisdicción de Nueva Galicia y pasaron a San Luis Potosí, teniendo como primer intendente a Bruno Díaz de Salcedo, que dividió la ciudad en cuarteles, como lo pidió la ordenanza real durando en el cargo por doce años.
Para finales del siglo XVIII y primeras del XIX, con la incorporación de Valles a la intendencia de San Luis Potosí, el subdelegado de Valles residía en Tancanhuitz. Entre 1795 y 1797, los subdelegados de San Luis Potosí y de Santiago de los Valles describieron en informes las misiones franciscanas. Había ocho misiones de la custodia de Santa Catarina en Rioverde, sin contar la sede de la custodia, y catorce del Salvador de Tampico, en Santiago de los Valles. Excepto por el núcleo poblacional de Valle del Maíz- San José del Valle a finales del siglo XVIII las poblaciones de Rioverde superaban en habitantes a las de la Huasteca. (Rangel, 2009: 114). La siguiente tabla muestra las misiones franciscanas en la provincia de San Luis Potosí de 1793 a 1796 con su población de hombres y mujeres y la división de castas de aquella época, además que se puede observar mayor densidad en las nueve misiones con custodia en Rioverde con un total de 21,729 personas, mientras que en las doce misiones de la custodia de Villa de Valles tan sólo hay 8,371 personas. Lo que quiere decir que la custodia de Rioverde estaba teniendo un crecimiento más rápido, situación que cambiaría en la actualidad, al tener mayor población la Zona Huasteca que la hoy llamada Zona Media. (Tabla XIV).

La Huasteca en el siglo XIX

La provincia de San Luis Potosí, que era sólo una de las demarcaciones que integraban la intendencia del mismo, se formó a partir de los territorios de las alcaldías de Valles y San Luis Potosí, que pertenecían a la audiencia de México, y las Salinas del Peñón Blanco y Charcas, que formaban parte de la Audiencia de Nueva Galicia. El Venado y la Hedionda fueron jurisdicciones en disputa entre la Audiencia de México y la de Nueva Galicia, pero al crearse la intendencia se incorporaron a San Luis Potosí, junto con Peñón Blanco y Charcas. (Sánchez, 2009: 119).
Las demarcaciones eclesiásticas, los reales mineros y las villas contaban con parroquias bajo curato, y por parte de los pueblos se encontraban las parroquias de misión o curatos, como describe Juan Sánchez (2009); las primeras podían tener visitas de misión, y los segundos ayudas de parroquia o vicarías. Como se puede observar en la siguiente tabla. (Tabla XV).

Distribución de las parroquias de la provincia de San Luis Potosí por partidos, 1794-1813
Como se puede observar en la tabla, eran los partidos que contaban con más pueblos los que tenían más parroquias dentro de su jurisdicción, como lo era el caso de Valles, que contaba con 17 parroquias, de las cuales siete eran de curato y ocho eran misiones, pero además había dos cabeceras que tenían curato y misión, seguido de Rioverde, con siete parroquias, seis bajo misión y un curato, siguiendo San Luis Potosí con siete parroquias de curato.
Ya para el año de 1800 a San Luis Potosí la integraban ocho partidos, cinco de ellos eran del Altiplano, esos eran: Charcas, Salinas del Peñón Blanco, Venado, San Luis Potosí y Santa María del Río. Además dos de la hoy llamada Zona Media: Guadalcázar y Rioverde; así como el de la Huasteca potosina: Valles.
Había alrededor de 55 pueblos, cinco reales mineros, cinco villas y abundante cantidad de haciendas y ranchos. San Luis Potosí era un territorio heterogéneo no sólo por la composición de su población, sino también por los procesos formativos de sus pueblos y demás localidades, que dieron como resultado una notable variedad en las formas de organización y en las relaciones sociales de los individuos que lo habitaban.(Sánchez, 2009:119).
Para el año de 1803 Alexander Humboldt estimó la población del ayuntamiento de San Luis Potosí en 11 mil habitantes como lo escribe Sánchez Juan Carlos (2009).
Para el año de 1808 comenzó la crisis de la monarquía española iniciada luego de la invasión de Napoleón y las abdicaciones de la familia real en Bayona ocasionaron un proceso revolucionario que modificó la estructura del gobierno además de introducir ideas, prácticas, valores, principios e imaginarios propios de la modernidad política.
Además de estos movimientos ocurriendo en España, se gestaban en territorio mexicano el movimiento insurgente que buscaba derrocar el dominio español en territorios de la Nueva España, esta era la guerra por la independencia mexicana que se extendió desde el llamado Grito de Dolores el 16 de Septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejercito Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de Septiembre de 1821. San Luis Potosí no fue ajeno a este movimiento y también comenzaron a surgir revueltas como lo menciona Sánchez Juan Carlos (2009):
A San Luis Potosí llegaron pronto las noticias del levantamiento del cura Miguel Hidalgo en el pueblo de Dolores, Guanajuato. El día 18 de Septiembre fue detenido Anacleto Moreno, quien había presenciado la insurrección de Hidalgo y había sido comisionado por éste para levantar a los pueblos de Tierra Nueva y otros
En San Luis Potosí este tipo de acciones fueron abatidas por la presencia de Félix María Calleja desde antes de 1810, cuando en 1793, Calleja fue designado comandante al frente de las milicias de Caballería de Frontera de Nuevo Santander establecidas en Rioverde y Valles. Más tarde combatiría la insurgencia, tanto al contingente levantado por Hidalgo como en los primeros estallidos de la insurrección en la entidad potosina, como los que se dieron  en los alrededores de la ciudad de San Luis Potosí, Rioverde y Valles.
Las revueltas en Valles y Rioverde iniciaron entre noviembre y diciembre de 1810; en ellas fue notable la participación de la población indígena, no sólo como parte del conglomerado que integraba a los facciosos, sino incluso como cabecillas al frente de la insurrección. En el pueblo de Aquismón, un indio de nombre Juan Téllez comandó a un grupo de rebeldes que atacó la capital del partido y saqueó propiedades de españoles; mientras que en Axtla y Xilitla, una masa de sublevados compuesta en su mayoría por indígenas, aunque dirigidos por los mestizos Antonio Sánchez y José Fernández, capturó al subdelegado del partido, Pedro Barrenechea, y le dio muerte. En los primeros meses de 1811, el área de afectación rebelde se extendería de la Sierra Gorda a la Huasteca, donde pueblos, haciendas y ranchos se convirtieron en territorio de dominio insurgente. (Sánchez, 2009:126). A su vez se formaron batallones de patriotas en las ciudades, villas y pueblos, convocando a  los vecinos de estas poblaciones quedando bajo la autoridad de comandantes nombrados por los oficiales realistas. Amenazando de poner en peligro a algunos pueblos indígenas que habían participado en actos subversivos que volvieran a la insurrección, esto fue usado por las autoridades  para oponerse a la instalación de ayuntamientos constitucionales durante el primer periodo gaditano.
Lo mismo sucedió en el partido de Valles con los pueblos de mayoría indígena ubicados al sur de la Huasteca. En el partido de la capital, el pueblo de Mezquitic fue castigado por haber participado en los disturbios de noviembre de 1810, se le quitó la categoría de república y el gobernador y los alcaldes fueron ejecutados; el castigo aún pesaba sobre este pueblo en 1813, por lo cual no se le permitió instalar ayuntamiento constitucional y sus habitantes fueron excluidos de los derechos de ciudadanía. (Sánchez, 2009:127).
En el partido de Valles, Onofre Altamirano, quien en 1813 ya tenía el grado de teniente de frontera del Nuevo Santander, fue nombrado subdelegado interino y designó al teniente de patriotas José de Paz y al capitán José Manuel Castellanos para supervisar la instalación de ayuntamientos entre 1813 y 1814; su antecesor, el capitán de patriotas José González de Orihuela, fue uno de los promotores del cambio de la capital del partido a Tancanhuitz en 1820; y Pablo Jonguitud, capitán de las milicias realistas en Tampamolón, ocupó el cargo de alcalde constitucional de primera nominación recayó en el teniente coronel Miguel Flores Alatorre en 1813, y el de regidor de primer nombramiento fue para el capitán Ignacio Astegui. (Sánchez, 2009:128).
En la primera fase de la aplicación de la Carta gaditana7, fueron erigidos sólo 33 ayuntamientos, dejando fuera a muchos pueblos, debido al temor de las autoridades de perder el control político sobre los pueblos que se habían unido a la insurgencia, un ejemplo de esto fue los castigos a los que fueron sometidos los pueblos de Mezquitic y Tamazunchale.
Ya para el segundo periodo gaditano, la Diputación Provincial había favorecido a la creación de más ayuntamientos, instalados incluso en pueblos castigados o que habían tenido algún vínculo con actos subversivos de 1813 a 1814. A pesar de la oposición de algunos por que se formasen ayuntamientos en pueblos de mayoría indígena, se logró erigir 14 ayuntamientos más, pasando de ser 33 en el primer periodo de la aplicación de la Carta gaditana a 47 en el segundo periodo.
Durante el segundo periodo gaditano surgieron tensiones entre Tancanhuitz y Villa de Valles, Catorce y Charcas, por la sede de la cabecera de partido, lo cual era reflejo de las disputas entre las élites locales por el control político y administrativo de estas demarcaciones. Este tipo de disputas y rivalidades entre las poblaciones principales se manifestaron justo durante el periodo gaditano porque las reformas de la constitución de Cádiz a los gobiernos locales favoreció un reacomodo de la organización territorial, política y administrativa que alteró las relaciones de poder entre las élites regionales no sólo en el ámbito de los pueblos y municipios, sino también en el de los partidos, aunque debe tenerse en cuenta que este tipo de conflictos y cambios en el orden prexistente fue el resultado de proceso que se venían gestando desde mucho tiempo atrás, y que acabarían cristalizando en la Constitución estatal de San Luis Potosí, promulgada en 1826.(Sánchez, 2009: 132).

1 Chipman Donald E. (2007). Nuño de Guzmán y la provincia de Pánuco en Nueva España: 1518-1533 (1ª ed. en español). México: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social: El Colegio de San Luis: Universidad Autónoma de Tamaulipas 232 p. pág. 19

2 Cortés Hernán. (1979). Cartas de Relación. México. Porrúa pág. 404

3 Pérez Zevallos Juan Manuel (2001) “Visita de Gómez Nieto a la Huasteca (1532-1533)” CIESAS: El Colegio de San Luis, A.C.: Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centro-Americanos: Archivo General de la Nación 224 p. pág. 15

4 Otras visitas generales en territorio novohispano fueron las de Lebrón de Quiñones (1551-1558) y la de Jerónimo Valderrama (1563) (Pérez, 2001:16).

5 Fue el maestro de gramática en el nuevo colegio de  Tlatelolco que desde 1533 había iniciado sus investigaciones sobre las antigüedades indígenas y habría de disponer la primera amplia gramática o arte de la lengua mexicana, así como trabajos afines sobre la totonaca, tepehua y huaxteca. El plan del nuevo colegio de Tlatelolco fue originado de la idea de erigir allí un centro de enseñanza para jóvenes indígenas, hijos de señores principales o escogidos por su talento, se debió al obispo Zumárraga y a Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la Segunda Audiencia. Ambos varones, hombres del Renacimiento español, percibieron la necesidad de contar con un colegio en el que se propiciara el acercamiento de culturas -la española y la indígena- y se formara, con un alto nivel, a jóvenes indígenas que habrían de influir en sus respectivas comunidades.
León-Portilla Miguel (1999) “Bernardino de Sahagún: Pionero de la Antropología”. Universidad Nacional Autónoma de México: El Colegio Nacional pp. 261 pág. 77-78

6 La alcaldía de Santiago de los Valles comprendía la parte oriental del actual estado de San Luis Potosí y algunas porciones del sur del estado de Tamaulipas.

7 La Constitución de 1812 propuso una construcción que incorporaba a la metrópoli y a los territorios dependientes de ultramar (América y Filipinas) en una misma estructura política. Lo que llama la atención de esta propuesta es que esa incorporación no se hizo desde una perspectiva jerarquizada, sino nivelando esos territorios mediante la integración paritaria de todos ellos en las dos figuras que más acabadamente representan a la modernidad política: la nación y la ciudadanía (Quijada, 2008:17).