LOS CONFLICTOS EN LOS PROCESOSSOCIALES

LOS CONFLICTOS EN LOS PROCESOSSOCIALES

Eduardo Jorge Arnoletto (CV)

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  • EL CONTEXTO GLOBAL ACTUAL DE LOS CONFLICTOS POLITICO-SOCIALES

  • La producción de inseguridad social

Las estrategias que tradicionalmente se adoptan para lograr seguridad surgen de la incomprensión de los motivos de fondo que generan la inseguridad y terminan por formar parte del problema y no de la solución.
Se busca lograr un estado de seguridad mediante la represión, pero aún disponiendo de medios avasalladores lo más que se puede lograr por ese camino es una “paz impuesta”, que es una tregua, tras la cual prosigue implacable la dinámica de los conflictos y de la inseguridad.

  • La complejidad del mundo contemporáneo

La complejidad del mundo contemporáneo (5) puede describirse como la intersección conflictiva y trágica de tres niveles:

  • En el primer nivel encontramos al mundo como un “casino global”, sin control cívico alguno, basado en una racionalidad técnico-científica, carente de razonabilidad, vinculada con el complejo financiero empresarial multinacional y político global.
  • En el segundo nivel encontramos entidades sociales acosadas por el primer nivel y que afirman su identidad de modo excluyente, perturbando las relaciones con otras comunidades, como ocurre con los integrismos religiosos y los nacionalismos radicales.
  • En el tercer nivel encontramos a individuos viviendo su vida personal o subjetiva bajo la doble acometida de los otros dos niveles, y que desembocan en un “individualismo de la desesperación”.

En esa intersección conflictiva y arriesgada de los tres planos del mundo actual se originan muchos de los grandes problemas de inseguridad que vivimos, de los cuales vamos a plantear a continuación tres manifestaciones concretas.

  • El crimen organizado global

En el primer plano que mencionamos hay una expansión metastásica de la economía criminal. Está impulsada por la desregulación y la globalización financiera, Es cada vez más difícil diferenciar la economía legal de la economía criminal.
La causa originaria de este fenómeno está en que las finanzas especulativas han impuesto su lógica por encima de cualquier otra consideración. La cifra mundial de negocios de las actividades ilícitas (lo que podríamos llamar “el Producto Criminal Bruto”) se estima que asciende por lo menos a 800 mil millones de euros al año y representa el 15% del comercio mundial.
No menos de la mitad de esa suma es ganancia en dinero negro. Lavarlo en la banca “legal”cuesta 150 mil millones. Cada año hay, pues, aproximadamente 350 mil millones de euros disponibles para invertir en el mercado “legal”. Esto explica la enorme capacidad de influencia económica y política de la economía criminal.
Por su parte, los circuitos financieros globales otorgan una seguridad absoluta para las grandes operaciones de blanqueo. Las políticas neoliberales de los años 80’ y 90’, al aceleran el proceso de la globalización financiera y la consiguiente concentración de la riqueza. Crearon el entorno idóneo para la expansión de la economía criminal y de la corrupción económica y política.
Hoy en día, la expansión del crimen organizado sobrepasa a los dispositivos tradicionales de control de la criminalidad. El éxito del crimen organizado global no se entiende fuera del contexto de una lógica que ha hecho de la competencia sin normas y de la maximización de la ganancia privada un “imperativo natural”.

  • La guerra imperial contra el terrorismo

En el segundo nivel que mencionamos se encuentran las raíces del fenómeno actual del terrorismo. El terrorismo busca, y generalmente obtiene, una reacción estatal coactiva extrema, fuera de toda normativa, con una lógica puramente militar y que sobre todo niega los valores de la democracia.
El terrorismo es una manifestación extrema del conflicto por el poder político. Busca poder para intimidar, dominar, controlar y finalmente forzar a un cambio político de fondo. No es que el terrorismo no tenga sentido: es una aplicación deliberada y consciente de la violencia.
En el enfrentamiento al terrorismo, el protagonismo lo lleva la guerra imperial, por gobernantes que procuran administrar el miedo de los demás, que el miedo se mantenga y aumente, porque ese pánico ante el terrorismo fortalece a los poderes coactivos y reduce la responsabilidad de los supuestos protectores frente a los protegidos.
El terrorismo cunde así en medio de conflictos políticos, como un fenómeno político muy fluido y dinámico, de evidentes vínculos con el crimen global organizado. Por su parte, la estrategia imperial de guerra contra el terrorismo es también muy peligrosa, porque en definitiva es otra forma de terrorismo que lleva al mundo a un escenario de guerra sin fin.

  • El fenómeno social de la inseguridad ciudadana

En el tercer nivel que mencionamos – el del plano personal del “individualismo de la desesperación”- tienen lugar los procesos que generan la inseguridad ciudadana, que es un desafío crucial para el desarrollo humano y para la gobernabilidad democrática.
El problema de la inseguridad ciudadana es real, pero se ve agravado por la capacidad de los medios de comunicación masivos para difundir global y selectivamente, desastres y violencias.
Factores causales de fondo para la inseguridad ciudadana son las manifestaciones concretas del crimen organizado global y el abandono estatal de sus responsabilidades sociales.
Los primeros beneficiados con el fenómeno social de la inseguridad ciudadana son las actividades industriales y comerciales vinculadas con la seguridad. No debe olvidarse que el capitalismo post-industrial busca la ganancia inmediata a cualquier costo en materia de riesgos y conflictos, contando inclusive con los beneficios de ocuparse de la inseguridad que su misma actividad concentradora de la riqueza genera.
En general, las políticas de seguridad no se basan en la búsqueda de un desarrollo equilibrado y una equitativa distribución de la riqueza, sino en la capacidad represiva de las leyes penales, de la policía, de la justicia, de los presidios. La eficacia de este planteo, que es un engaño colosal, se ve cuestionada por la propia saturación del sistema público de seguridad, ámbito en parte abandonado por el Estado y colonizado por el comercio de la seguridad privada.

  • Hacia una posible gobernablidad de los conflictos

Nos resulta evidente que los conflictos no deben seguir siendo considerados como “efectos colaterales” del proceso de modernización. El actual proceso sigue adelante mediante una redistribución social de los riesgos y conflictos que genera, y mediante el aprovechamiento de los beneficios que derivan de ellos.
No estamos ante un proceso inevitable, con algunos efectos dañinos que “sería conveniente corregir”. Hay que cuestionar a fondo el encauzamiento actual del proceso de globalización y de transformación económica. No es un problema menor: se trata de un continuo de desastres y violencias que amenazan la continuidad de la vida humana en la Tierra. Se ha roto el pacto social que posibilitaba al Estado ejercer plenamente su rol regulador de los desequilibrios producidos por el crecimiento económico anárquico, y el Estado y la política se han convertido en buena medida en comparsas de la economía financiera globalizada. Es necesario un generalizado despertar de las conciencias humanas para restablecer una relación más armoniosa del hombre con la Naturaleza, sobre todo para lograr un “desarrollo sustentable”, que permita la satisfacción de las necesidades humanas actuales sin comprometer la satisfacción futura de las generaciones venideras.