RETOS Y ALCANCES DE LA INVESTIGACIÓN CONDUCTUAL

RETOS Y ALCANCES DE LA INVESTIGACIÓN CONDUCTUAL

Carro Pérez Ennio Héctor. Coordinador
Unidad Académica de Ciencias Jurídicas y Sociales (CV)

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INFLUENCIA BIDIRECCIONAL ENTRE LOS FACTORES DE PARTICIPACIÓN SOCIAL Y CALIDAD DE VIDA

Banda Castro Ana Lilia, Morales Zamorano Miguel Arturo, Betancourt Reyes Rebeca Andrea y Del Castillo Ramírez Diana María
Universidad de Sonora

Resumen
El objetivo fue poner a prueba el modelo psicosocial de participación e identificar la influencia bidireccional entre la calidad de vida y la participación social. Con una muestra de 400 participantes se aplicó una encuesta de 139 reactivos. El empleo del modelo de ecuaciones estructurales mostró que el factor de calidad de vida se encuentra integrado por variables como: autoimagen, familia de origen y familia propia. El factor de participación social se compone de variables como: organización social, autoridad y participación social, y acciones comunitarias. El modelo identificado señala la influencia bidireccional entre los factores calidad de vida y participación social.

Palabras clave: Calidad de vida, participación social, modelo de ecuaciones estructurales.

Abstract
The aim was to test the psychosocial model of participation and identify bidirectional influence between quality life and social participation. A sample of 400 participants was used. A survey of 139 items was applied. The structural process modeling showed quality of life factor is influenced by variables like: self-image, own family and general family. Social participation factor was integrated by social organization, authority and social participation, and community actions. The model identified showed bidirectional influenced between quality of life and social participation factors.

Key words: Quality of life, social participation, structural equation modeling

La búsqueda de la calidad de vida ha sido tácita para cualquier rama del saber científico, la diversa cantidad de fenómenos sociales como la movilidad poblacional, la diversidad cultural, la discriminación, la violencia colectiva y las consecuencias que estos mismos acarrean como el desempleo, la desigualdad, la inseguridad, la violencia individual e intrafamiliar, las adicciones por mencionar sólo algunos ejemplos, representan los motivos para que los estudiosos de las ciencias sociales y los que detentan el poder y la potencialidad de crear políticas públicas, se manifiesten orientados a propiciar una serie de condiciones o de factores protectores que puedan prevenir la manifestación de problemas sociales que además de repercutir en la calidad de vida de las sociedades, generen menor gasto público y promuevan el desarrollo humano de la población (Wong, Zimmerman & Parker, 2010).
Un proceso promotor del desarrollo humano y del blindaje para enfrentar algunos de los problemas sociales antes referidos es la participación social, tema que comúnmente se plantea en los discursos formales e informales de los individuos. Se percibe como necesario su ejercicio, coloquialmente la población señala que debe llevarse a cabo y concede la responsabilidad de promoción de la participación a las instituciones gubernamentales. Usualmente la participación social se genera a causa de las necesidades que experimenta la población. En otros casos la población percibe las iniciativas de participación social y se involucra dentro del proceso sinérgico ya que se comparten objetivos. Para algunos legistas, se trata de crear políticas públicas que la decreten con el fin de ser instaurada. Lo cual no obligadamente rendirá fruto ya que la raza humana como componente ejecutor debe convencerse de que la misma representa un acto de voluntad, conciencia, conocimiento y acción que dirija el comportamiento social e individual hacia la realización de metas colectivas (Grubits & Vera, 2005; Díaz, Martínez & Cumsille, 2003). Alcanzar metas u objetivos colectivos inevitablemente repercutirá en la calidad de vida del ser humano, manifestándose comunitariamente, en primera instancia, para después impactar en lo individual.
El estudio de estos dos procesos ha planteado la inquietud de responder a los siguientes cuestionamientos: ¿la participación  social influye a la calidad de vida? o ¿son las personas que cuentan con calidad de vida las que pueden ser más predispuestas para participar socialmente?. Estos cuestionamientos se considera que conservan similitud con las premisas del modelo psicosocial de la participación de Flores y Javiedes (2000) (figura 1) en el cual, la relación se centra más en determinar la causa efecto ya que se presentan cuestionamientos como: ¿cuáles son los procesos o factores generadores de la participación social? y ¿cuáles factores pueden ser efecto de la participación social?.
Para este estudio no se considera viable mantener la rigidez de la relación causal entre ambos procesos precisamente porque son considerados de composición multifactorial (Banda & Morales, 2010b; Palomar, 2000). Este modelo al ser contrastado permitirá identificar si existe relación entre ambos factores y si la relación se puede plantear como generadora o como efecto. Lo cual tiene trascendencia ya que la participación social es un promotor del desarrollo humano y comunitario y dentro de los programas que tienen por misión llevar a cabo las instituciones se puede considerar el diseñar acciones conjuntas entre las mismas y las comunidades para promover dicha participación, de acuerdo con esto último tendría un carácter generador (Manríque & Carrera, 2003-2004).
En virtud de que tanto la participación social como la calidad de vida constituyen un problema que deben afrontar tanto los individuos, las comunidades como las instituciones se pensó que la naturaleza de la influencia de ambos factores pudiera ser bidireccional, especialmente, cuando los autores antes referidos señalan que el problema en términos universales es el articulador de cualquier cantidad de acciones entre los programas institucionales, los sujetos sociales (individuos y comunidades) y la realidad social tal como se muestra en la figura 2 (Flores & Javiedes, 2000).
Las hipótesis que se pondrán a prueba plantean que la calidad de vida influye a la participación social, la participación social influye a la calidad de vida y entre la calidad de vida y la participación social existe una relación de afectación bidireccional

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud OMS (2008) la calidad de vida se refiere a la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas y sus inquietudes. Para esta organización la calidad de vida se ve afectada por la salud física del individuo, por su estado psicológico, su grado de independencia, sus relaciones sociales y su interrelación con el entorno. Esto representa que tanto aspectos externos como internos coadyuvan en el proceso de calidad de vida de los seres humanos (Banda & Morales, 2011;

Fuente: Flores, B. G. & Javiedes, M.L. (2000). Análisis de participación en el área de desarrollo comunitario desde un enfoque psicosocial p. 229-230. Psicothema, 12, 2, 226-230
 
Bramston, Chipuer & Pret, 2005; Cummins, 2005; Bognar, 2005; Orwig & Fimmen, 2005; Trujillo, Tovar & Lozano,  2004; Velázquez & Martínez, 2004;  Schwartzmann, 2003; Velarde & Ávila, 2002; Veenhoven, 2000; Felce & Perry, 1992).
Bognar (2005) puntualiza la necesidad de estudiar la calidad de vida subjetivamente, cuando  las necesidades primarias han quedado satisfechas y se puede identificar el estilo de vida que se caracteriza por las condiciones de vida en que se encuentra el individuo, como serían las características y lugar en el que se ubica la vivienda, el grado educativo alcanzado, la seguridad social, la forma en que se invierte el tiempo libre, las relaciones que se establecen con la familia de origen, con la familia constituida por iniciativa propia o las relaciones con la pareja, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Asimismo, la calidad de vida se podría reflejar en el reconocimiento, posicionamiento y aceptación que el individuo experimenta dentro de su ámbito laboral o de ejercicio profesional (Bognar, 2005; Palomar, 2000).
El dimensionamiento descriptivo que involucra el término de calidad de vida, nos hace pensar que dicho proceso representa una serie de necesidades e incluso la misma calidad de vida puede llegar a representar una necesidad que el ser humano debe satisfacer, para lograr adaptarse, funcionar y lograr la supervivencia dentro de las sociedades actuales. Por consiguiente, la calidad de vida además de constituir un proceso pudiera considerarse un objetivo, al que se puede llegar gracias a una serie de acciones, o al que se tiene acceso gracias a la diferenciación de las necesidades y de lo que se pretende alcanzar (Banda, 2008). Vista la calidad de vida como objetivo se plantean una perspectiva que tenga implícita la acción y /o la diferenciación de lo que se necesita, o se pretende alcanzar. Esta perspectiva se vincula con el carácter mediador o generador que tiene la participación social ya que brinda la opción de realimentarse y posibilitar el fortalecimiento de las comunidades, conduciéndolas a notables procesos de cambio social y autogestión (Banda, Morales,  Flores, Del Castillo & Quintero Mármol, 2012; Montero, 2009; Maton, 2008).
Entre las variables asociadas al factor de calidad de vida se pueden citar: la autoimagen vinculada con la calidad de vida en la medida que el individuo manifiesta aceptación de su persona, reconociéndose con iniciativa, seguridad, estabilidad y felicidad (Banda & Morales, 2011;  Banda & Morales, 2010b); la familia de origen es una variable que mide la orientación del individuo en relación con la familia de la cual proviene identificando los nexos entre padres y hermanos (Banda & Morales, 2010b) y la familia en general se identifica por la calidad de vida que obtiene el individuo en torno a la familia que ha sido capaz de integrar en áreas de comunicación, convivencia y lazos afectivos (Banda & Morales, 2010b).
Se presume que pueden ser incontables las oportunidades que los seres humanos tienen para participar socialmente y que pueden dejar a un lado precisamente, por que no cuentan con calidad de vida; cuando se hace referencia a esta población se piensa en aquellos individuos que no tienen la seguridad de poder alimentarse tres veces al día, que adolecen de un lugar fijo donde vivir, y de un ingreso fijo que les permita satisfacer necesidades de salud, educación para los hijos por mencionar los más importantes. Ante este panorama se puede tener la certeza que los seres humanos enfocarán sus metas a alcanzar la supervivencia, más que a participar socialmente. Aunque cada vez es más frecuente que la población mundial posea las características antes mencionadas, en este estudio la población tuvo la oportunidad de contar con indicadores de calidad de vida como son una vivienda, la pertenencia y permanencia en una colonia o vecindario.
Conceptualmente hablando la participación social contempla que los individuos sean parte, o pertenezcan a ciertas redes o grupos sociales. Los efectos de la participación social se concentran en sentimientos de bienestar, de potencia y utilidad los cuales contribuyen a que individualmente el hombre se oriente a la integración grupal (Banda, González, Valenzuela, Morales & Avendaño, 2010a; Hoyos, 2003; Rotino, Urrea & Ledezma, 2000; Sánchez, 1991).
La participación social permite al individuo sentirse parte de un grupo o de una colectividad, este sentimiento de pertenencia se encuentra notablemente vinculado con las relaciones sociales y familiares. La pertenencia posibilita que el ser humano forme su identidad, autogestión 1 y conciencia ciudadana que son efectos importantes de la participación social (Flores y Javiedes, 2000). Asimismo, la participación exige al individuo la interacción y la adaptación a diferentes personas situaciones y tareas. Siendo esta exigencia cubierta gracias a las características propias de cada ser humano como son la autoestima, el locus de control por citar algunos ejemplos (Velázquez y Martínez, 2004).
La participación social según Zimmerman y Rappaport (1988) se manifiesta gracias a las acciones comunitarias y el proceso de organización comunitaria que puede ser atribuido al empoderamiento psicológico que alcanza el individuo. En torno a la dimensión denominada organización social Vidoni, Mascherini y Manca (2009) señalan que se caracteriza por la participación de los individuos en organizaciones que contribuyen al mejoramiento de la sociedad como son las organizaciones sociales, culturales, de derechos humanos, políticas, religiosas, ambientales, económicas o de paz por citar algunos ejemplos.
La clave de la participación social se encuentra en la ejecución de acciones comunitarias que representan la operacionalización del proceso de empoderamiento de un grupo comunitario, con esto, se reconoce la responsabilidad que como miembro o miembros de una comunidad se tiene. Al mismo tiempo este proceso de empoderamiento 2 confiere poder, para implicarse, tomar decisiones y llevar a cabo acciones de repercusión tanto individual como colectiva que afectan la calidad de vida. La puesta en marcha del empoderamiento de una comunidad se manifiesta, mediante la planeación, organización y dirección de recursos que se orienten a la obtención de objetivos de orden social, político, religioso y cultural que redunden a favor de las mismas comunidades (Banda, Valenzuela, González & Morales, 2010c; Illescas, Ruíz & Martínez, 2004; Irvin & Stansbury, 2004; Manrique & Carrera, 2003-2004; Ríos & Moreno, 2009; Zimmerman & Rappaport, 1988).
Otro variable asociada a la participación social la constituye la percepción del rol que juega autoridad como instituciones gubernamentales y el rol de autoridad que los integrantes de las comunidades identifican y ejercen en el funcionamiento de los vecindarios o comunidades (Illescas et al., 2004; Irvin y Stansbury, 2004; Manrique & Carrera, 2003-2004; Ríos & Moreno, 2009; Rodríguez, 2004).
Haciendo referencia a la participación social cabe distinguir que puede ser considerada como proceso  mediador para el desarrollo humano por el fortalecimiento que es viable al ejercer el trabajo comunitario y por consiguiente en su carácter mediador el responsable de la consolidación u obtención de la calidad de vida de cualquier colectividad (Montero 2009; Maton, 2008). Asimismo, la participación social suele definirse como un proceso objetivo-meta que es alcanzado por el individuo cuando pone en juego sus conocimientos, sus valores y las características propias con la mira de obtener beneficios y objetivos colectivos (Picazo, Zornoza & Peiró, 2009). En este caso se percibe que existen procesos mediadores como la calidad de vida, el empoderamiento o el desarrollo humano psicológico los que coadyuvan para alcanzar la participación social requerida por cualquier comunidad para atender a la resolución de problemas sociales como la violencia en todas sus manifestaciones, la modificación de hábitos de alimentación, de consumo de sustancias nocivas para la salud y la promoción del cambio de actitudes que conlleve a los individuos a incentivar la colaboración, el respeto, el compromiso, la autoestima, la salud entre algunos ejemplos.

En la presente investigación se pretendió contrastar el modelo psicosocial de la participación, identificar las dimensiones de calidad de vida y de participación social agrupando las variables manifiestas en dimensiones latentes y señalar la influencia entre los factores de participación social y de calidad de vida de la población estudiada.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  

Método

Participantes
La muestra estuvo integrada por 400 habitantes de una ciudad al noroeste de México, la cual fue seleccionada por conglomerados de colonias que de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI (2010) contenían la mayor cantidad de habitantes con los cinco rangos de ingresos que la misma institución registra en sus censos. Las edades oscilaron entre 18 y 83 años y la media de edad de los participantes fue de 32 años (DT= 16.28), con escolaridad promedio de sexto semestre de preparatoria. La muestra se integró por 252 participantes del sexo femenino (63 %) y 148 que fueron del sexo masculino (37 %).
El ingreso promedio no supera los 1650 pesos mensuales (123 dólares). 150 participantes (37.5%) fueron estudiantes de tiempo completo, 45 participantes (11.25%) trabaja tiempo parcial, 27 participantes (6.75 %) se encuentra desempleado, 54 participantes (13.50%) realiza trabajo en el hogar o es ama de casa y 92 participantes (23 %) trabaja tiempo completo.
Instrumentos
Para medir el factor de calidad de vida se seleccionó la escala: Inventario de calidad de vida (Banda & Morales, 2010b; Palomar, 2000) con 80 reactivos y cinco opciones de respuesta midiendo las dimensiones: a) autoimagen, b) familia en general, c) familia de origen. Se observó una alfa de Cronbach para todo el instrumento de .85 (Banda & Morales, 2010b).
Para medir el factor de participación social se empleó la escala de participación social con 59 reactivos y cinco opciones de respuesta, midió dimensiones de participación social relacionadas con: a) acciones comunitarias, b) organización social y c) autoridad y participación social (Banda et al., 2010c). Esta escala previamente ha sido piloteada y analizada en una muestra por conveniencia (259 integrantes), las alfas de Cronbach por dimensión oscilaron entre .68 y .93.
Procedimiento
Se acudió a las colonias o vecindarios previamente determinados, realizando censo de los habitantes de las mismas, siendo encuestados aquellos sujetos que mostraron su acuerdo en contestar la encuesta. La misma fue aplicada en sesiones de una hora por psicólogos que fueron capacitados para realizar la recolección de datos.
Análisis estadístico de datos
Se realizaron análisis de frecuencias para variables como sexo, escolaridad e ingreso de los encuestados. Se verificó la confiabilidad (consistencia interna) de las dimensiones que integraron cada escala obteniendo las alfas de Cronbach (1951) en el paquete estadístico System of Statistical Analysis [SAS] (versión 9.1).
Los datos recabados fueron contrastados con el modelo teórico mediante el paquete estadístico Structural Equations [EQS] (versión 6). Se realizó la técnica de análisis factorial confirmatorio AFC de los modelos de ecuaciones estructurales ya que permite poner a prueba las hipótesis antes referidas que se vinculan al modelo (Ferrando & Anguiano, 2010. Para evaluar el modelo de ecuaciones estructurales se obtuvo el estadístico chi cuadrado  esperando que dichos valores fueran bajos y con niveles de significación mayores que .01 (Hair, Anderson, Tatham & Black, 2007) en virtud de que se busca coincidencia entre el modelo teórico con el observado. Como opción para corregir la tendencia del estadístico chi-cuadrado para rechazar cualquier modelo especificado con una muestra suficientemente grande (entre 100 a 200 participantes) se obtuvo el error de aproximación cuadrático medio RMSEA, cuyos valores aceptables oscilaran entre .05 y .08 (Hair et al., 2007; Ruíz, Pardo & San Martín, 2010). Adicionalmente, se consideraron los índices: Bentler-Bonett de ajuste normado BBN, Bentler-Bonett de ajuste no normado BBNN y el índice de ajuste comparativo CFI que tienen normalmente un valor recomendado de .90 o mayor (Hair et al., 2007). 
Resultados
El coeficiente alpha de Cronbach (1951) arroja los siguientes valores para las dimensiones de la escala de participación social: acciones comunitarias .63, organización social .91 y autoridad y participación social .83. Para la escala de calidad de vida las dimensiones fueron autoimagen .90, familia de origen .74 y familia en general .90. Los valores observados por dimensión son muy aceptables (Hair et al., 2007)
Considerando en primer término las dimensiones de calidad de vida se observó que para la autoimagen la media más alta correspondió a: sentirse bien con uno mismo (4.73), ser una persona responsable (4.72) y sentirse emocionalmente estable (4.69). Para la familia en general las medias más altas fueron para las variables: que la familia este bien (4.85), que haya buena comunicación en la familia (4.73) y tener una familia unida (4.73). La familia de origen presentó medias altas en las variables: que sus hermanos estén bien (4.76), tener una buena relación con la madre (4.62) y que haya una buena relación entre hermanos (4.60).
En segundo lugar las dimensiones para la participación social, mostraron que para las acciones comunitarias y participación social, las medias más altas se observaron para las variables: población informada del funcionamiento del vecindario (4.35), se reconoce la concertación conjunta entre ciudadanía e instituciones de gobierno (3.95) y la participación mantiene informada a la ciudadanía (3.79). La autoridad y participación social presentan las medias para las variables: autoridad da a conocer propuestas de acción (4.32), logros de los representantes locales (4.23) y participación en planeación (4.07). Para la organización social las medias más altas fueron para las variables: denuncia y vigilancia en instituciones (4.21), activo en dotación de bienes para la población (4.20) y asignación de recursos que afecten al vecindario (4.19).
Mediante la estimación por máxima verosimilitud que utiliza el modelamiento de ecuaciones estructurales (Bollen, 1989) se registra el indicador global chi cuadrado  para el modelo propuesto que fue de 14.64 (g.l. = 8, p > .01). Los valores de los estadísticos fueron: RMSEA (.04), Bentler-Bonett normado BBN (.98) Bentler-Bonett de ajuste no normado BBNN (.98) e índice de ajuste comparativo CFI (.99). Se empleó el análisis factorial confirmatorio que permitió contrastar el modelo teórico en donde las dimensiones de cada escala fueron transformadas a factores mediante el análisis factorial confirmatorio (González y Vázquez, 1999).
Los modelos sometidos a prueba plantean una estructura en la cual el factor de calidad de vida presenta las dimensiones latentes denominadas: autoimagen (.75), familia en general (.88) y familia de origen (.71). El factor participación social comprende las dimensiones latentes: organización social (.98), autoridad y participación social (.74) y acciones comunitarias (.69). La correlación entre los factores fue positiva y significativa entre la participación social y la calidad de vida con un peso factorial de .14.
En las figuras 1, 3 y 4 el modelo teórico y el obtenido presentan un buen ajuste mediante los indicadores BBN, BBNN y CFI y RMSEA de acuerdo con Hair et al. (2007), Herrero (2010) y Ruíz et al. (2010). Los valores estadísticos son buenos y sugieren que la estructura factorial puede representar los constructos propuestos. Los pesos factoriales de cada una de las dimensiones de cada factor medido alcanzaron valores superiores a .69 por lo que se consideran altos (Herrero, 2010; Merino, Díaz y DeRoma, 2004).
Discusión
Considerando los cuestionamientos, hipótesis y objetivos de la presente investigación ha sido posible identificar los factores de segundo orden correspondientes a la participación social y la calidad de vida, así como la influencia que el primero ejerce sobre el segundo. En el modelo registrado en la figura 3 la participación social sugiere que genera la calidad de vida lo cual coincide con los planteamientos de Banda et al. (2012) Montero (2009) y Maton (2008). En la figura 4 es la participación social el efecto que genera la calidad de vida esto coincide con la perspectiva planteada por Picazo et al. (2009) en el sentido de considerar a la participación social como un proceso objetivo-meta en el cual el individuo cuenta con recursos que le brinda la calidad de vida para obtener beneficios y objetivos colectivos. Dada la naturaleza multifactorial de ambos factores se considera conveniente decir que para esta muestra existe influencia bidireccional entre ambos factores. Esto significa que la calidad de vida influye a la participación social y al mismo tiempo la participación social puede influir a la calidad de vida (Flores & Javiedes, 2000). Se integraron dos factores, el de calidad de vida con las dimensiones: autoimagen (Banda & Morales, 2011; Banda & Morales 2010b), familia en general y familia de origen (Banda & Morales, 2010b) lo cual coincide con los hallazgos previamente referidos.
Las dimensiones que conformaron el factor de calidad de vida se relacionan con características personales como ambientales. En este estudio se identificó como aspectos internos a la autoimagen y como aspectos externos se puede señalar las relaciones familiar en general y la familia de origen lo cual coincide con los planteamientos de autores como: Banda & Morales (2011), Bramston, et al. (2005), Cummins (2005), Bognar (2005), Orwig & Fimmen (2005), Trujillo et al. (2004), Velázquez & Martínez (2004), Schwartzmann (2003), Velarde & Ávila (2002), Veenhoven (2000), Felce & Perry (1992).

El factor de participación social comprendió las dimensiones: organización social lo cual coincide con la literatura científica (Banda et al., 2010a; Banda et al., 2010c; Manrique & Carrera, 2003-2004; Hoyos, 2003; Rotino et al., 2000; Sánchez, 1991). En la dimensión de autoridad y participación social diversos estudios han mostrado haberla identificado (Banda et al., 2010c; Ríos & Moreno, 2009; Manrique & Carrera, 2003-2004; Illescas et al., 2004; Irvin & Stansbury, 2004; Rodríguez, 2004) y de igual forma se registra para las acciones comunitarias (Banda et al., 2010c; Ríos & Moreno, 2009; Manrique & Carrera, 2003-2004; Illescas et al., 2004; Irvin & Stansbury, 2004; Rodríguez, 2004).


Conclusiones
La realización de este estudio permitió brindar un testimonio de la interacción entre dos procesos complejos como lo representan la calidad de vida y la participación social contrastando un modelo psicosocial de participación el cual es producto de la integración de diversos planteamientos que sobre el tema se han realizado. Los datos obtenidos permiten reconocer el carácter objetivo-meta y mediático o generador de la participación social en interacción con la calidad de vida. Con lo cual se puede reconocer que la participación social es un proceso que nos puede promover procesos tan complejos como el desarrollo humano por citar un ejemplo. Al mismo tiempo la calidad de vida tiene como efecto que se manifiesta la participación social.

El carácter social predominantemente observado en el factor de calidad de vida es congruente con el funcionamiento de toda sociedad ya que si se cuenta con armonía familiar, se puede tener armonía entre amistades y a su vez con vecinos y el resto de la comunidad. Asimismo, este carácter social es la mancuerna para las variables manifiestas registradas en el factor de participación social, las cuales embonan con la orientación de la ciudadanía involucrada en el funcionamiento del vecindario, con la concertación conjunta entre ciudadanía e instituciones de gobierno y con la necesidad de mantener informada a la ciudadanía.
Problemas sociales como la violencia, la desigualdad, el desarrollo humano generalmente se corroboran de acuerdo con cifras oficiales y es innegable que las sociedades con mayor índice de problemas muy probablemente correspondan a que se encuentran integradas por individuos que tienen potencialidades de mejorar en áreas como la autoimagen, por citar una de las dimensiones latentes que fueron identificadas en este estudio. Por consiguiente la promoción de la calidad de vida y la participación social bien podría ser una oportunidad de fortalecer al individuo, a la familia y a la comunidad.

Referencias
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1 La autogestión representa la posibilidad de los individuos de participar individual o colectivamente en funciones como la fiscalización, el control, la toma de decisiones y la ejecución de acciones en asuntos públicos.

2 El empoderamiento es un proceso mediante el cual los miembros de una comunidad, desarrollan capacidades y recursos para controlar su situación de vida, actuando de manera comprometida, consciente y crítica, a fin de transformar su entorno de acuerdo con sus intereses y aspiraciones.