ELEMENTOS DE LA HISTORIOGRAFÍA DE  LA UNIVERSIDAD Y LA DEPARTAMENTALIZACIÓN EN LA  SANTIAGO DE CALI EN ESTOS LOS  TIEMPOS DEL PARADIGMA DE LA ECONOMÍA GLOBAL

ELEMENTOS DE LA HISTORIOGRAFÍA DE LA UNIVERSIDAD Y LA DEPARTAMENTALIZACIÓN EN LA SANTIAGO DE CALI EN ESTOS LOS TIEMPOS DEL PARADIGMA DE LA ECONOMÍA GLOBAL

Germán López Noreña (CV)
Guillermo Peñuela Fernandez (CV)

Universidad Santiago de Cali

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7.1.2 De Los Antecedentes Más Lejanos y Cercanos A La Universidad Medieval Europea

No obstante, aseverarse por los investigadores de la Universidad Medieval Europea el de haber sido una creación de la cultura Occidental con eminente influencia de la religión católica y la iglesia católica como institución hegemónica,, también son asertivos al enunciar el hecho de ella haber tenido en la historia de las culturas antecedentes a la Occidental, escuelas e instituciones educativas de educación superior que como un faro le alumbraron el camino para su emergencia. Siendo importante aclarar que no presentaban en ningún momento ni la infraestructura, el funcionamiento, y la organización de la universidad como hoy la conocemos.

Entre los precedentes de la universidad medieval europea más lejanas, la historiografía moderna de la universidad resaltan a las instituciones educativas de la Antigua Grecia, y como las más cercanas a las escuelas de Alejandría y Antioquía, las antiguas escuelas Brahmánicas, las escuelas Nestorianas del siglo V y las instituciones de enseñanza superior persas y árabes desarrolladas en Próximo Oriente y que extendieron su modelo de madrazas al Mediterráneo Occidental con la expansión musulmana.

7.1.2.1 La “Educación Superior” En la Antigua Grecia: La Academia De Platón y El Liceo De Aristóteles

La Grecia Antigua y especialmente el pueblo en sus comienzos no consideraron la educación como una responsabilidad propia del Estado; pues la existencia de documentos primarios e investigaciones constituidas en fuentes secundarias dan cuenta de cómo la educación del niño griego y ateniense se realizó en el seno del hogar.

La educación para el pueblo griego fue eminentemente privada y excluyente para las niñas. Situación que cambio en el período Helenístico (Miralles, 1989; Reyes, 1979; Shipley, 2001), también llamado Alejandrino y que cronológicamente está delimitado en la historia por dos acontecimientos: el primero, la muerte de Alejandro Magno en el 323 antes de Cristo, y el segundo, los decesos de Cleopatra VII de Egipto y su amante Marco Antonio como consecuencia de la derrota en la Batalla de Accio.

El termino Helenismo fue utilizado por primera vez en la historiografía contemporánea por J. G. Droyssen en su obra Geschichte des Hellenismus (Historia del helenismo), editada entre 1836 y 1843. Droyssen con este término, indica la significación propia y unitaria del periodo cultural iniciado con la muerte de Alejandro Magno. Desde esta obra, "helenismo" es una palabra que hace referencia al periodo de la civilización griega y, más tarde, a la grecorromana, que comienza con la muerte de Alejandro Magno (323 a. de C.) y finaliza con la batalla de Leucopetra, aunque convencionalmente se extiende hasta la victoria de Octavio Augusto sobre Marco Antonio en la batalla de Actium el año 31 a. de C., la conquista de Alejandría y la constitución de Roma como capital política y cultural de Occidente.

Históricamente el Periodo Helenístico, se concibe como el legado cultural de la Grecia Clásica al mundo griego, como consecuencia de la hegemonía y supremacía de Macedonia, primero a través de Alejandro Magno y , luego por sus sucesores, los reyes de las tres grandes dinastías en las que se desmembró el imperio Alejandrino: Ptolemaica, Seleùcida y Antigònida.

Este periodo en cuestión, suele ser considerado por la historiografía contemporánea como una etapa de transición entre el declive de la época clásica griega y el ascenso del poder romano. Sin embargo, el esplendor de ciudades como Alejandría, Antioquía o Pérgamo, la importancia de los cambios económicos, el mestizaje cultural, y el papel dominante del idioma griego y su difusión, son factores que modificaron profundamente el Oriente Medio antiguo en esta etapa. Herencia cultural asimilada por el mundo romano, germinando.
Ya realizada la anterior incursión por el tema del Helenismo, volvamos a lo educativo en la antigua Grecia y veamos como Galo Gómez Oyarzún (1998) en su escrito La Universidad A Través Del Tiempo, se refiere a la instancia educativa, en los términos siguientes:

Los atenienses no consideraron la función educativa como una tarea que requiriera la preocupación del Estado. La enseñanza se daba en el seno mismo de las familias o en instituciones abiertas al público, de propiedad y de dirección particular.

Es a fines del siglo IV a, C. cuando aparece en Atenas un nuevo tipo de instituto educativo: la escuela de filosofía, que era una asociación libre para realizar un trabajo intelectual determinado bajo la dirección de un maestro y Scholarca.

Y a este tipo de escuelas pertenecieron La Academia de Atenas, también conocida como La Academia de Platón y El Liceo de Aristóteles. Las que en el siglo XX y XXI han sido erigidas por una parte de estudiosos de la universitología como uno de los antecedentes antiguos de la Universidad Contemporánea.

La Academia de Platón (del griego Akadémeia) fue fundada por él en el 388 a. C. al regreso de su primer viaje a Sicilia, en oposición a la escuela retórica de Isócrates. De esta cuestión, detengámonos un poco y veamos brevemente en que consistió, es decir, algunas diferencias entre la Paideia Platónica y la Paideia Isocrática. Lo anterior en virtud de la importancia para el nacimiento de la Academia Platónica.
Se es posible afirmar de la Paideia Isocrática, el ser su fin último la formación y preparación técnica de hombres con deseos y potencialmente capaces en la participación política y para el gobierno de la Polis. Prueba de ello lo constituye, a diferencia de la escuela Platónica, el hecho de haberse aceptado en esta escuela a estudiantes de la clase media culta, con finalidad practica a través de la retórica. Situación plasmada por Isócrates en su discurso Antídosis.

Aspiraba fundamentalmente, lograr un nivel de formación en los jóvenes –mediados por la retórica como instrumento pedagógico-, saturados y caracterizados por la prudencia y la cultura; que les permitiera una actuación con soltura y corrección ética en los escenarios personal, domestico y publico. Es decir lo que en estos tiempos de globalización, se ha convertido en uno de los imaginarios fundamentales de la educación, una enseñanza hacia el logro del estudiante como ser social, en oposición al erróneo y acentuado enciclopedismo. De la aspiración educativa de Isócrates para con la juventud ateniense y griega, nos dice Marrou (1985, Pág. 116):

Estos jóvenes, en efecto, no tienen tiempo que perder: les aguarda la enseñanza superior, consagrada esencialmente por Isócrates al aprendizaje del arte de la oratoria. Mientras para Platón, según se ve en el Fedro, la retórica sólo era una aplicación de la dialéctica, para Isócrates es un arte verdadero, el arte supremo por excelencia.

¿Pero qué fue la Retórica para Isócrates en la educación? La educación retórica para Isócrates es lo que diferencia al hombre del animal, es lo que ha permitido establecerse como comunidad, es la primacía sobre la filosofía en la educación:

En nada nos diferenciamos del resto de los seres vivos, sino que incluso somos inferiores a ellos en rapidez, fuerza y en otras facultades. Pero como nos es innato el convencernos unos a otros, y el demostrarnos aquello sobre lo que deliberamos, no sólo nos apartamos de la vida salvaje, sino que, tras reunirnos, habitamos ciudades, establecimos leyes y descubrimos artes; en casi todo lo que hemos inventado es la palabra la que nos ayudó. Ella, en efecto, dio leyes sobre lo justo y lo injusto, sobre lo malo y lo bueno; de no haberse dispuesto así estas cosas, no habríamos sido capaces de vivir unos con otros. Con la palabra contradecimos a los malvados y encomiamos a los buenos. Gracias a ella educamos a los incultos y probamos a los inteligentes; pues el hablar como es preciso lo consideramos la mayor demostración de una buena inteligencia y una palabra veraz, legítima y justa es imagen de un espíritu leal. Con la palabra discutimos lo dudoso y examinamos lo desconocido, pues los argumentos con que convencemos a otros al hablar con ellos son los mismos que utilizamos al deliberar; llamamos oradores a los que saben hablar en público, y tenemos por discretos a quienes discurren los asuntos consigo mismos de la mejor manera posible. Si hubiera que hablar en general del poder de la palabra, descubriríamos que ninguna acción sensata se ha producido sin su intervención; por el contrario, la palabra es guía tanto de todas las acciones como de todos los pensamientos y la usan sobre todo los más inteligentes. Por eso, a los que se atreven a maldecir a quienes educan y filosofan, se los debe odiar igual que a los que pecan contra las cosas divinas.

(Isócrates, 1979: Pág. 287)

Ahora bien, ya visto los anteriores aspectos de la Paideia Isocrática y algunas diferencias con la Platónica, veamos entonces, los contrastes más prominentes entre ambas Paideias. En verdad, la confrontación entre estas paideias, fue el primer momento de la hasta hoy vigente confrontación entre la educación liberal o clásica y la educación técnica y científica.

En suma, hablar de la Paideia Platónica, nos remite incuestionablemente a la obra cumbre de Platón 1, La Republica (en griego Politeia que significa ciudadanía o forma de gobierno). Libro que de acuerdo al testimonio personal del propio Platón, en su Carta Séptima2 una de las pocas cartas del filosofo, no considerada apócrifa-, le da el calificativo de ser su obra central, en la que convergen todas las líneas de los escritos anteriores. Jaeger (2001, Tomo IV). La Republica, leída a grosso modo, nos lleva a pensar deficitariamente el ser consagrada únicamente a la explicitación de la estructura orgánica del Estado; pero al rigor de una lectura exhaustiva, nos con lleva a observar, que la razón de ser es la educación, o mejor la Politeia y la Paideia.

Ahora, ya esbozado algunas explicaciones del porqué epistémico de la emergencia de La Academia de Platón, es importante mencionar que ella y el Liceo de Aristóteles nacen en el marco del siglo IV, el que con el siglo V de la misma era es reconocida por “[…] la historia de la filosofía como la “Ilustración Griega”, por cierto “centurias de magna trascendencia en muchos aspectos y en especial, para nuestro caso, en lo educativo para la humanidad. El siglo V llamado el Siglo de Oro y también El Siglo de Pericles, en el que Sócrates es el educador por excelencia en este intervalo de la historia antigua de la educación griega; y en el IV, lo es Platón, en la perspectiva de haber considerado la esencia de la filosofía en su relación con la formación y educación de un nuevo tipo de hombre.” (López Noreña, 2010. Pág. 31)

La mencionada institución, nace de la necesidad de lograr hacerse a un lugar con cierto nivel de infraestructura apta para la enseñanza en la pomposa Atenas, en el que además de posibilitar las discusiones académicas, brindara la posibilidad del almacenamiento de documentos escritos, en ese tiempo rollos de papiro. Pues como se es conocido por la historia de la Pedagogía, Sócrates, realizó sus enseñanzas en el Ágora, lo que era en ese entonces el centro de la actividad comercial, social y política de la antigua ciudad de Atenas. Un amplio espacio abierto, flanqueado por una acumulación de edificios públicos (Mee et al, 2001).

En este centro de estudio se enseñó Medicina, Retórica y Astronomía, e inclinándose hacia las matemáticas –luego no fue mera coincidencia que Platón colocara en el frontispicio de La Academia la ya archiconocida frase “Aquí no entra nadie que no sepa geometría" y,expresiones como “Los números gobiernan el mundo” 3nos da una clara idea de la influencia pitagórica en La Academia-; desarrollándose allí gran parte el pensamiento matemático de la época. De la importancia que dio Platón a las matemáticas y en especial a la geometría, como también el papel de La Academia erigida en el centro de discusión alrededor de esta temática en ese tiempo, Proclo, en el prólogo a “Los Comentarios De Euclides”, escribe:

“Hipócrates fue el primero que compuso “elementos”. Después de ellos vivió Platón que dio a las Matemáticas, en general, y a la Geometría en particular, un impulso inmenso gracias al celo que desplegó por ellas, como lo testimonian suficientemente sus escritos llenos totalmente de discursos matemáticos y que, a cada instante, despiertan el entusiasmo por esta ciencias en aquellos que se entregan a la filosofía […].

Hacia la misma época vivían Leodamas de Tasos, Arquitas de Tarento y Theetetes de Atenas, que aumentaron el número de los teoremas y formaron con ellos un conjunto más científico; Neoclides (más joven que Leodamas) y su discípulo León pudo componer “elementos”, muy superiores por el número y la importancia de las demostraciones; fue él también quien invento las distinciones cuándo el problema buscado es posible y cuándo es imposible […]
.

Amiclas de Heraclea, discípulo de Platón, Menecmo, discípulo de Eudoxio de Platón y Dinostrato, hermano de Menecmo, perfeccionaron el conjunto de la Geometría, Teudis de Magnesia logró fama singular en las Matemáticas, como también en otras ramas de la Filosofía; redactó excelentes “Elementos” e hizo más generales diversas definiciones. Ateneo de Cízico vivió en la misma época y fue célebre como matemático, en particular como geómetra. Todos estos sabios se reunían en la Academia y realizaban en común sus investigaciones.” 4

El lugar en el que fue construido La Academia era un olivar sagrado en el que se le rendía culto a la diosa Atenea o Atena (griego ático: Ἀθηνᾶ Athēnā o Ἀθηναία Athēnaia; jónico Ἀθήνη Athēnē; dórico Ἀθάνα Athana), también llamada y reconocida como Palas Atenea (Παλλάς Αθηνά), quien en la mitología griega, representaba la deidad de la guerra, la civilización, la sabiduría, la estrategia, las artes, la justicia y la habilidad5 ; y el que estaba ubicado en las afueras de los muros de la antigua Atenas.

En el que en épocas pretéritas, desde la Edad de Bronce, se habían realizado ritos religiosos consistentes en rendirle culto a los Dioscuros (en griego antiguo Διόσκουροι Dióskouroi, ‘hijos de Zeus’), dos famosos héroes, hijos gemelos de Leda y hermanos de Helena de Troya y Clitemnestra, llamados Cástor y Pólux o Polideuces; siendo como consecuencia inmediata que el héroe legendario Academo(Ἀκάδημος en griego antiguo) proporcionaría el nombre al sitio.

La Academia desde sus inicios hasta su final, es contemplada y estudiada por la historiografía de la filosofía y la universidad en tres grandes fases a saber: La Academia Antigua, La Academia Media, y La Academia Nueva6 . La Academia Antigua la conformaron los discípulos directos de Platón en la que las ideas de Platón se sistematizaron partiendo de la teoría mística de los números, siendo entre ellos:

  • Espeusipo sobrino de Platón quien sucedió al tío y según Aristóteles como scolarca (del griego antiguo: σχολάρχης, skholárkhês) o director de la escuela, le dio primacía en la Academia a la Teoría De Números (Collette, 1985; Davenport, 1999) junto a la celebre Teoría De Las Formas o también llamada Teoría De Las Ideas (Friedländer, 1989).

Sobre Espeusipo, Diógenes Laercio (en griego, Διογένης Λαέρτιος) (García Gual, 2007, 2003) en su obra Vida De Los Filósofos Más Ilustres7 en el libro IV, dice que fue natural de Mirrina en el territorio de Atenas, e hijo de Euridemonte y Potona hermana de Platón, y el haber continuado con la enseñanza de la doctrina de su tío, resaltando en él su malgenio en esta actividad y la entrega continua a la vida frugal. En lo concerniente a las matemáticas y otras cuestiones de Espeusipo, el ya citado historiador griego escribe:

Según Diodoro, en el libro I de sus Comentarios, fue Espeusipo el primero que investigó las cosas que había comunes de las matemáticas, y las juntó mutuamente en cuanto fue posible. También fue el primero que publicó y ensalzó los dichos misteriosos y ocultos de Isócrates, como dice Ceneo. Y, finalmente, el primero que halló el modo de hacer con mimbres cuévanos y aportadores capaces. Como viese ya su cuerpo corrompido de perlesía, envió por Jenócrates, rogándole viniese y le sucediese en la escuela. Dicen que siendo llevado una vez a la Academia en silla volante, encontró a Diógenes y le dijo: «Salve.» Pero éste respondió: «Yo no te lo digo a ti, que siendo quien eres, todavía vives.» Finalmente, ya desfallecido y falto de fuerzas, dejó voluntariamente de vivir, siendo de edad avanzada. Mis versos a él son los siguientes:

Si sabido no hubiera que Espeusipo
murió de esta manera,
nadie me persuadiera
fue de Platón pariente consanguíneo,
pues éste no muriera de congojas,
sino por otra cosa más ligera.

Plutarco, en la Vida de Lisandro y de Sila, dice que Espeusipo murió de piojos.

Era frugal en su cuerpo, como lo dice Timoteo en su libro de las Vidas, y que a un rico, que amaba a una fea, le dijo: «¿Qué necesidad tienes tú de eso? Yo te hallaré otra más hermosa por diez talentos.» Dejó muchos comentarios y muchos diálogos, entre los cuales se halla uno intitulado Aristipo Cireneo; otro, De las riquezas; otro, Del deleite; otro, De la justicia; otro, De la filosofía; otro, De la amistad; otro, De los dioses; otro, El filósofo; otro, A Céfalo; otro, Céfalo; otro, Clinómaco o Lisias; otro, El Político o Ciudadano; otro, Del alma; otro, A Gulao; otro intitulado Aristipo; otro, Advertencias a los artistas; otro, Comentarios en forma de diálogo acerca de las artes; diez diálogos: De lo que se halla semejante en las cosas, Divisiones y argumentos para las cosas semejantes, De los géneros y especies de ejemplos, A Amártiro, Encomios de Platón, Epístolas a Dión, a Dionisio, a Filipo, De la Legislación, El Matemático, El Mandróbolo, Lisias, Las Definiciones, Coordinaciones de los comentarios y cuarenta y tres mil cuatrocientos setenta y cinco versos. Simóniles le dedica sus Historias de los hechos de Dión y Bión. Favorino dice, en el libro II de sus Comentarios, que Aristóteles compró por tres talentos los libros de Espeusipo. Hubo otro Espeusipo, médico alejandrino, de la secta de Herófilo.

  • Xenócrates (en griego Ξενοκράτης filósofo griego, nacido en Calcedonia (Bitinia), c. 396 - 314 a. C.) también hizo parte de la primera etapa de La Academia. Conocido como Jenócrates quien sucedió a Espeusipo en la dirección de la Academia, cargo desempeñado por él hasta su muerte. Acompañó a Platón en el viaje a Sicilia, gracias haber sido invitado su maestro por el tirano Dionisio de Siracusa y a decir de algunos estudiosos del pensamiento Platónico desarrolló un gusto especial por realizar comentarios sobre el dialogo Timeo (Platón. 1992/2002; Guthrie, 1992/2000): en el que se problematiza sobre lo cosmogónico, lo concerniente al origen del universo; alrededor de lo físico, la estructura de la materia; y lo antropológico, es decir sobre la naturaleza humana. A Jenócrates se le atribuye la división de la filosofía en física, ética y lógica, prefiriendo por él, llamar la última según Sexto empirico como Dialéctica (del griego διαλεκτική (dialektiké, τέχνη téchne), literalmente: técnica de la conversación; con igual significado, en latín (ars) dialectica) (Détienne Marcel). En síntesis se puede aseverar que en toda la obra de Jenócrates se observa una clara intencionalidad de gestar una armonía entre el pensamiento pitagórico de los números y la concepción de idea de Platón.

El mismo Diógenes Laercio en su obra ya citada, hace mención a que: Jenócrates era lento de pensamiento y comparándolo con Aristóteles afirman que dijo «El uno necesita de acicate; el otro de freno.» También: « ¡Para qué caballo unto un tal asno!»; además menciona el historiador que nuestro filósofo en ciernes era de gesto adusto y poco dado a las veleidades sexuales con las féminas de vida licenciosa –es celebre la prueba a que lo sometió la cortesana ateniense Firiné llegando a su lecho fingiendo el ser perseguida por un asesino para ultimarla-, y de intachable probidad e incorruptible –son bastantes los casos en que como embajador no se dejó “ablandar” con regalos, convites y conversaciones, virtud elogiada por Filipo; y de acentuada humildad. Veamos, lo que nuestro historiador de referato para los filósofos de esta fase inicial de La Academia escribe de las obras del filósofo de Calcedonia:

Dejó muchos escritos en verso y muchas parénesis, que son como se sigue: seis libros De la naturaleza, seis De la sabiduría, uno De la riqueza, otro intitulado Arcas; otro, Del infinito; otro, Del niño; otro, De la continencia; otro, De lo útil; otro, Del libre; otro, De la muerte; otro, De lo espontáneo; dos, De la amistad; uno, De la equidad; dos, De lo contrario; dos, De la felicidad; uno, Del escribir; otro, De la memoria; otro, De la mentira; otro, intitulado Cacicles; dos, De la prudencia: uno, De la economía; otro, De la templanza; otro, De la fuerza de la ley; otro, De la República; otro, De la santidad; otro, De que la virtud es enseñable; otro, Del ente; otro, Del hado; otro, De las pasiones; otro, De las Vidas; otro, De la unanimidad; dos, De los discípulos; uno, De la justicia; dos, De la virtud; uno, De las especies; dos, Del deleite: uno, De la vida; otro, Del valor; otro, Del uno; De las ideas; otro, Del arte; dos, De los dioses; dos, Del alma; uno, De la ciencia; otro, intitulado El político; otro, De la pericia; otro, De la Filosofía; otro, De Parménides; otro, intitulado Arquedemo, o sea De la justicia; otro, De lo bueno; ocho, De las cosas intelectuales; once, De la solución de las cosas tocantes a la Oratoria; seis Acerca de la Física; uno, intitulado Capítulo: otro, De los géneros y especies; otro, De los dogmas pitagóricos; dos, De soluciones; ocho, De divisiones; treinta y tres libros de Conclusiones y catorce Del modo de disputar. Además de esto escribió otros quince libros, y otros dieciséis más; otros nueve acerca de las Disciplinas sobre que versa la Lógica; seis De las Matemáticas, otros dos libros acerca de las cosas mentales, cinco libros De Geometría; uno, de Comentarios; otro, De Contradicciones; otro, De Aritmética; otro, De la teórica de los números; otro, De los intervalos; seis, De Astrología: Elementos a Alejandro sobre el reinar; cuatro libros A Aruba, A Efestión, más dos libros De Geometría en trescientos cuarenta y cinco versos.

No obstante que era tal Jenócrates, lo vendieron una vez los atenienses por no haber podido pagar el impuesto de vecindario. Comprólo Demetrio Falereo, y ocurrió con ello a dos cosas, pues restituyó la libertad de Jenócrates y satisfizo el impuesto a los atenienses. Refiérelo Mironiano Amastriano en el libro I de sus Capítulos históricos semejantes. Sucedió a Espeusipo, y dirigió la escuela veinticinco años, bajo de Lisímaco, habiendo comenzado hacia el año segundo de la Olimpíada CX. Murió de noche, habiendo tropezado en un barreño, ya a los ochenta y ocho años de edad. Mis versos a él son éstos:

En un cuenco de cobre tropezando,
cayó e hirió Jenócrates su frente.
Ay de mí, clamó en grito, y murió luego
el varón que era un todo, y para todos.

  • A esta primera fase de La Academia también perteneció Polemón (Πολέμων aprox. 314 a. C. - 276 a. C. conocido como El Escolarca), hijo del aristócrata Filóstrato lo que le permitió vivir una vida sin azares económicos. Fue, si no, el más predilecto alumno de Jenócrates uno de los

más apreciados por él y del que admiró sus grandes dotes de elocuencia. A Polemón le unió una gran amistad con sus dos discípulos Crantor de Soli y Crates de Tebas, a la vez que con Zenón de Tarso y Crates de Atenas.

La concepción filosófica de Polemón se significa en que el objeto principal de la filosofía era el de lograr en el hombre un ejercicio en actos y cosas, y no en divagaciones dialécticas. Diógenes dice de haber sido natural ateniense y del pueblo Oriete, adinerado, despilfarrador y adicto a embriagarse continuamente; no obstante ante reprimendas de su maestro Jenócrates asumió con vehemencia el estudio –lo que le valió más tarde el lograr la dirección de La Academia-, más no dejó su estilo de vida:

En suma, fue tal como lo describe el pintor Melantio en sus libros De la pintura. Dice que «conviene refrenar la arrogancia y dureza en las operaciones igualmente que en las costumbres», pues decía Polemón que «conviene ejercitarse en las obras y no especulaciones dialécticas, como los que meditan en cláusulas armoniosas según arte, exagerando una u otra preguntilla, y se contradicen a sí mismos en la verdadera disposición».

Era urbano e ingenioso, evitando lo que de Eurípides dice Aristófanes:
Agudo y arrebolado, etc.

pues según él dice,

nefanda obscenidad y abominable,
más con la mayor carne se deleita.

Cuando era preguntado acerca de alguna proposición, dicen que no respondía sentado, sino que se ponía a pasear, por cuya grande urbanidad y cortesía era en la ciudad muy estimado. Excepto los paseos, siempre habitaba en un huertecillo, junto al cual habían hecho los discípulos sus pequeñas chozas y habitaban cerca de la escuela y exedra. Según parece, Polemón en todo fue imitador281 de Jenócrates, y aun amado suyo, según escribe Aristipo en el libro IV De las delicias antiguas. Hacía siempre Polemón memoria de él, revistiéndose de su inocencia, sequedad y gravedad, como la música dórica. Tenía en mucho a Sófocles, singularmente en aquellos partidos en que, según el Cómico, «parece que un perro moloso componía los versos en compañía suya», y en los que, según Frinico, no es demasiado dulce y sabroso, sino moderado y suave. Y solía decir que Homero es un Sófocles épico, y Sófocles un Homero trágico. Murió hético, siendo ya anciano, y dejó varios escritos. Mis versos a él son:

Sabe, si no lo sabes, pasajero,
que a Polemón encierra este sepulcro.
Enfermedad lo trajo,
Enfermedad terrible a los mortales...
Pero ¿qué es lo que digo?
No está aquí Polemón, sino su cuerpo;
pues lo dejó en la tierra,
habiendo de volar sobre los astros.

  • Crantor de Soli, fue otro de los integrantes del colectivo de filósofos de la Primera Academia. Oriundo de Cilicia o de Soles (en griego antiguo Κράντωρ), se destacó en su tierra en la poesía, siendo sus preferidos en este campo Homero y Euripides. Viajo a Atenas para iniciarse en la formación filosófica, destacándose a Arcesilao como su pupilo más connotado. Persona de gran sencillez cuya obra no se ha perpetuado, pero que seguían la doctrina de su maestro: que el conocimiento está basado en creencias verdaderas justificadas.

De él, recurriendo una vez más y parafraseando la obra de Diógenes Laercio, nuestro historiador de cabecera para este apartado del libro, cuenta el haberse distinguido por su notable don de gente de lo que el poeta Teeteto (en griego Θεαίτητος, en latín Theaetetus o Theaitetos, nacido en Atenas en el 417 a. C. y fallecido en el 369 a. C., matemático griego hijo de Eufronio, del demo ateniense de Sunión) resalta y ensalza sus virtudes:

Si agradaba a los hombres
Crantor, más a las musas agradaba.
Sin que la senectud fuese venida,
murió este varón santo. ¡Oh madre tierra,
recíbelo en tu gremio,
para que more allí tranquilamente!

  • El último filosofo del periodo inicial de La Academia –aunque existieron filósofos menores como Hermodoro y Kion- está encarnado en la figura de Crates de Triasio. Hijo de Antígenes, sucesor de Polemón en la escuela, discípulo predilecto y amado por él. Dice Diógenes Laercio que a Crates y a Polemón les unió una singular amistad a la que Atenágoras cantó:

Refiere, oh caminante que transitas,
cómo en este sepulcro
Crates el santo y Polemón descansan;
magnánimos varones y concordes,
de cuyos labios y divina boca
sacras palabras fluyen,
y cuya pura vida,
aun sobre lo divino, sabiamente
los siglos ilustró, bien arreglada
a sus fundados y severos dogmas.

Sobre los escritos legados por Crates, citando de Apolodoro (griego antiguo Ἀπολλόδωρος, gramático, historiador y mitógrafo griego, también llamado Apolodoro el Gramático) el libro III de las Crónicas escritas en versos yambos, menciona el célebre historiador griego Diógenes Laercio: el haber dejado Crates varios libros de filosofía, otros relacionados con la comedia, y otros de oraciones al pueblo y embajadas. También hace referencia el de haberse rodeado de discípulos famosos como Arcesilao, Bión Boristenita, y a Teodoro.

Antes del análisis del segundo período tradicional en la que se suele dividir las épocas historiográficas del desarrollo de La Academia, es importante realizar un alto en el camino y detenernos un poco en el problema de qué tan influenciado fue el pensamiento de Platón por la doctrina Pitagórica.

No obstante ser un común denominador leer en los trabajos de eruditos y estudiosos de La Antigua Academia el haber sido un factor determinante en su producción teórica el pensamiento pitagórico, la verdad es que es muy difícil establecer la veracidad de esta afirmación. Luego es necesario preguntarnos ¿Y en qué se fundamenta este cuestionamiento?

Pues bien, siguiendo a Luc Brisson (2007/2003) 8 se debe a que:

“1) Platón cita en raras ocasiones los nombres de sus predecesores, incluso cuando los utiliza;

2) Pitágoras (en griego antiguo Πυθαγόρας) y su Escuela tenían como particularidad la práctica del secreto; de donde su negación de recurrir a la escritura y su elección de una transmisión codificada de la información;

3) Desde un punto de vista histórico, se saben muy pocas cosas sobre los orígenes, la formación y la actividad de Pitágoras […]”.

Ahora, con relación al primer argumento en el que se sustenta el cuestionamiento planteado, Platón únicamente presenta dos referencias a Pitágoras en su corpus escrito y específicamente en La Republica. Veamos entonces las dos únicas citas que aparecen en este libro, tomadas de la obra de C. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schoifield en la parte II de la obra Los Filósofos Presocráticos en Historia Crítica Con Selección De Textos en la Versión Española de Jesús García Fernández (2ª edición), quienes a su vez recurren al testimonio de títulos, que a decir de ellos son […] Mysticism and Science in the Pythagorean tradition de F. M. Cornford y Weisheit und Wissenschaft de Wal-ter Burkert, y además complementan la fortuna de tener […] a nuestra disposición esta pieza maestra del saber clásico de postguerra en una traducción titulada con timidez Lore and Science in Ancient Pythagoreanism (Cambridge, Mass., 1972.”.

Platón República, 600 A-B (DK 14, 10)

Pero ¿se dice, acaso, que Homero haya llegado a ser durante su vida, si no públicamente, sí al menos en su vida privada, guía de educación para quienes le amaban por su trato y que éstos hayan llegado a transmitir a ¡a posteridad un modo de vida homérico, como Pitágoras fue, por este motivo, particularmente amado y sus discípulos se destacan, de alguna manera, entre los demás, por haber mantenido hasta ahora un tenor de vida pitagórico?

Platón República, 530 D (DK 47 Β 1)


Parece, dije yo, que, así como los ojos están hechos para la astronomía, del mismo modo los oídos lo están para el movimiento harmónico y que éstas son ciencias hermanas entre sí, como dicen los pitagóricos y nosotros, Glaucón, concordamos con ellos.

Una revisión a las referencias escritas en la antigüedad a la obra pitagórica arroja diversas opiniones sobre ella. Desde las que lo postulan como un verdadero sabio, siendo entre otras, los casos del fervor con el que Empédocles (en griego Εμπεδοκλής) (Kingsley, 2008; Diógenes Laercio, Libro VIII; Rusell, 2009) y Heráclito de Éfeso ((en griego: Ἡράκλειτος ὁ Ἐφέσιος Herákleitos ho Ephésios) (Eggers Lana et al, 1986; García Calvo, 1985; Heidegger y Fink, 1986), lo erigen como un hombre que no tuviera que decir de tema alguno. Entonces recurramos a la parte II de la obra de S. C. Kirk et al:

Empédocles, fr. 129, Porfirio, Vida de Pitágoras 30

También Empédocles confirma su testimonio, cuando dice de él: "Había entre aquellos un hombre de extraordinario conocimiento, sumamente experto en toda clase de obras sabias, que adquirió la máxima riqueza de sabiduría, pues siempre que ponía su máximo empeño, veía, con facilidad cada una de todas las cosas Que existen en diez e incluso veinte generaciones de hombres".

O más aun en lo relacionado con la sabiduría de Pitágoras, la semblanza que nos deja Ferécides (en griego Φερεκύδης) -filósofo griego presocrático del siglo VI a. C. quien fue maestro de Pitágoras-., con lo escrito en su epitafio, y que es relatado por Diúride de Samos en el libro II de la obra Santuarios:

Toda la sabiduría está resumida en mí. Quien quiera alabarme
Debe alabar antes a Pitágoras, pues es el primero
Sobre la tierra griega. Al decir esto, digo la verdad.
También, hay quienes, lo tildan de una persona no muy sabia mencionando su tendencia de apropiarse del conocimiento de otros y, hacerlos pasar como suyo. Veamos que se dice en este pasaje de la obra de Pitágoras en palabras de Heráclito9 según Diógenes Laercio en su libro VIII de su obra ya referenciada, y también la apreciación del geógrafo e historiador griego Heródoto de Halicarnaso (en griego Ἡρόδοτος Ἁλικαρνᾱσσεύς) (1989/2004); en el libro que hemos venido citando para esta sección de este capítulo:

Heráclito, fr. 129, Diógenes Laercio, viii 6

Pitágoras, hijo de Mnesarco, practico la investigación científica por encima de todos los hombres y, tras hacer una selección de estos escritos, se hizo su propia sabiduría, que fue, en realidad, diletantismo y extravagancia.

Heródoto ii, 123

Los Egipcios son, además, los primeros que han sostenido la doctrina de que el alma del hombre es inmortal y de que, cuando el cuerpo perece, aquélla se introduce en otro animal que esté naciendo entonces y de que, después de haber completado el ciclo de todos los animales de tierra firme, de los del mar y de los volátiles, se reintroduce en el cuerpo de un hombre en el momento de nacer, y de que su ciclo se completa en un período de 3.000 años. Hay griegos que han adoptado esta doctrina, unos antes y otros mas tarde, como si fuera de su propia invención y, aunque conozco sus nombres, no los escribo.

Ahora, si Platón no hace sino dos referencia en sus escritos al pensamiento de Pitágoras, cómo es posible o gracias a qué se le atribuye al maestro de Aristóteles el haber sido su pensamiento influido notablemente por el de Pitágoras. Pues bien, la respuesta a esta tendencia en la historiografía del desarrollo del pensamiento platónico está contenida en lo escrito por su discípulo más aventajado en una de sus obras (Met. A 6, 987 a 29-31):

Después de los filósofos de los que acabamos de hablar (Pitagóricos y Eleatas) sobreviene Platón, cuya doctrina está de acuerdo muy a menudo con la de los Pitagóricos, pero que tiene también sus caracteres propios, muy distinta de la Escuela itálica.

Ya vistos las anteriores situaciones sobre la autenticidad o no autenticidad del pensamiento pitagórico –aspecto todavía por dilucidar en pleno siglo XXI-, y lo que esto significa para el status epistemológico de La Academia Platónica en cada una de sus fases de desarrollo y especialmente para la primera; entonces Remitámonos a develar algunas cuestiones conceptuales en lo relacionado con las premisas dos (2) y una (1) presentadas al inicio de la discusión sobre la posible influencia pitagórica en La Academia.

La naturaleza mística de los pitagóricos, posiblemente como medio de protección ante las amenazas de índole sociopolítico, y además concibiéndose y aceptándose como una confraternidad secreta –quienes utilizaron el pentagrama
o estrella de cinco puntos como símbolo religioso y el que significaba “salud”-, y la que fue conformada por astrónomos, músicos, matemáticos y filósofos; probablemente fue lo que dio como resultado el no ejercicio de evidencias escritas de sus reuniones y descubrimientos.

Del hermetismo de los pitagóricos para con sus logros, en lo relacionado con nuevos conocimientos, y en torno a esta tendencia pitagórica es celebre el suceso acaecido con el matemático, filosofo, teórico de la música y presocrático Hipaso de Meataponto (en Griego clásico: Ἵππασος Μεταποντῖνος, Ippasos Metapontinos).

Según se cree Hipaso (Centrone, 2000; Knorr. 1986; Zmud, 1997) fue quien descubrió los números irracionales –raíz de 2 como número irracional-, e Irracionalidad que era la expresión de la inconmensurabilidad. Planteando para ese entonces un serio cuestionamiento al pensamiento matemático pitagórico, el que pretendía la explicación del mundo a través de la geometría y los números racionales, siendo para esos tiempos la expresión de una cosmovisión y cosmogonía conmensurable del mundo.

Concepción comentada por Diógenes Laercio, citando el libro Sucesiones de Filósofos del erudito griego Alejandro Polyhistor (Lucius Cornelius Alexander Polyhistor o Alejandro Polímata, quien vivió sobre el 100 a. C. y falleció hacia el 40 a. C.), en que según el primero, el autor referenciado estudió una obra llamada La Memoria Pitagórica, y en donde se argumenta el cómo se construyó la Cosmología Pitagórica:

El principio de todas las cosas es la mónada o unidad; de esta mónada nace la dualidad indefinida que sirve de sustrato material a la mónada, que es su causa; de la mónada y la dualidad indefinida surgen los números; de los números, puntos; de los puntos, líneas; de las líneas, figuras planas; de las figuras planas, cuerpos sólidos; de los cuerpos sólidos, cuerpos sensibles, cuyos componentes son cuatro: fuego, agua, tierra y aire; estos cuatro elementos se intercambian y se transforman totalmente el uno en el otro, combinándose para producir un universo animado, inteligente, esférico, con la tierra como su centro, y la tierra misma también es esférica y está habitada en su interior. También hay antípodas, y nuestro ‘abajo' es su ‘arriba'.

(Diógenes Laercio, Vitae philosophorum VIII, 15)

Luego, siguiendo con esta argumentación alrededor del cuestionamiento inicialmente formulado sobre la veracidad de la influencia del pensamiento pitagórico en la primera etapa de La Academia, –aunque no se trata en este libro para los movimientos llamados neoplatónicos- , en lo que corresponde a la premisa tres “Desde un punto de vista histórico, se saben muy pocas cosas sobre los orígenes, la formación y la actividad de Pitágoras […]” es importante resaltar que los datos a verificar sobre la vida de Pitágoras son escasos.

Primero, porque no existen textos de su puño y letra ni biografías realizadas por personas coetáneas. Es así como las primeras versiones más o menos detalladas datan entre los 150 y 250 años después de su muerte, y las que en la mayoría de las veces son recopilaciones de historias transmitidas de forma oral las que forman en cierta manera una tradición doxográfica reducida, y de la que como se puede esperar presentaban notables diferencias, gracias, probablemente a la presencia de la subjetividad implícita en la instrumentación de la narrativa como consecuencia de la ausencia del discurso escrito. 10

Por otra parte, sobre la persona y la vida de Pitágoras se gestó una aureola de misticismo y casi divinidad, forjándose mitos y leyendas, muchos de ellos motivados probablemente por el mismo Pitágoras, pero sin duda producto de la naturaleza misteriosa, hermética y esotérica de la doctrina pitagórica y sus seguidores.

De la escasa obra alusiva a la vida de Pitágoras, y realizando una recopilación de las vidas escritas sobre el filósofo y matemático de Samos, en la que se forja su figura mítica, religiosa y literaria, se destacan: Las escritas por el filósofo neoplatónico y discípulo de Plotino, Porfirio de Tiro (1987) (Del griego Πορφύριος y del latín Porphyrius Tyrius, Batanea de Siria o Tiro c. 232 – Roma 304 d. C.), Jámblico de Calcis o Yámblico (2003) (en griego antiguo: Ἰάμβλιχος) y Diógenes Laercio, todos ellos del III d. C. Veamos, algunos pasajes de la vida de Pitágoras escritos en una de las obras de Jámblico, presentados en el artículo de J. J. O Connor y E. F. Robertson.

De la fundación de su escuela en la ciudad de Samos al regresar de su viaje de Creta:

[...] formó una escuela […] el ‘semicírculo’ de Pitágoras, que se conoce por tal nombre incluso hoy, en la que los habitantes de Samos mantenían reuniones políticas. Lo hacían porque creían que se deberían discutir cuestiones sobre el bien, la justicia y la oportunidad en este lugar que fue fundado por el hombre que hizo de todas estas materias su asunto. Fuera de la ciudad hizo de una cueva el lugar privado para su enseñanza filosófica particular, empleando la mayor parte de la noche y del día allí e investigando en los usos de las matemáticas [...].

De una de las razones del porqué de su abandono de la ciudad de Samos –específicamente sobre el cómo Samos reaccionó a sus métodos de enseñanza- y su huida al sur de Italia en el 518 a. C.:

[...] intentó usar su método simbólico de enseñanza que era similar en todos los aspectos a las lecciones que había aprendido en Egipto. Los Samianos no estaban muy contentos con este método y le trataron de una manera irrespetuosa e incorrecta.

Y de la huida de Pitágoras de Crotona a Metapontyum ante los ataque de Cilón un déspota y violento aristócrata de la misma ciudad, quien no le perdonó el hecho de no haber sido aceptado por el filósofo de pertenecer a la escuela. Cilón como retaliación a la negativa de Pitágoras a su pedido llevó a cabo un complot contra él y sus seguidores, provocando un incendio en la casa del atleta Milón, en la que se encontraban reunidos, para luego asesinar a casi todos los adeptos al célebre filósofo samio que se encontraban en ella, a excepción de Arquipo y Lisis, que lograron escapar:

Cilón, un Crotoniano y ciudadano principal por nacimiento, fama y riquezas, pero sin embargo un hombre dificil, violento, alborotador y dispuesto a la tiranía, deseaba fervientemente participar en la forma de vida pitagórica. Se acercó a Pitágoras, entonces un hombre anciano, pero fue rechazado a causa de los defectos de carácter ya descritos. Cuando sucedió esto, Cilón y sus amigos hicieron el voto de atacar con dureza a Pitágoras y sus seguidores. Así, un fervor poderosamente agresivo movió a Cilón y sus seguidores a perseguir a los pitagóricos hasta el último hombre. A causa de esto Pitágoras partió hacia Metapontium y se dice que allí terminó sus dias.

También hace parte a esta exigua colección el breve trabajo de la vida de Pitágoras realizado por el historiador griego del siglo I a. C. Diodoro de Sículo o de Sicilia (en griego Διόδωρος Σικελιώτης) (2001, 2004, 2006, 2008, 2012); el resumen biográfico más antiguo de Focio de Constantinopla (Griego: Φώτιος, Phōtios); y finalmente el breve epítome de la enciclopedia bizantina Suda del siglo X d. C.

Al observar algunos de estos escritos sobre la vida de Pitágoras y su pensamiento, en el trabajo de Diógenes se ve un mayor nivel de objetividad que en el resto de vidas realizadas sobre este pensador –Herodoto mismo presenta un Pitágoras mítico confundido con una figura tan fabulosa como Zalmoxis, medio
héroe, medio dios11 . Porfirio y Jámblico guardan poco rigor histórico. Jámblico cita las obras de Nicómaco (O'Connor y Robertson, 1999; Barker, 2004) y de Apolonio de Tiana (Filóstrato, 1992; Macaluso, 1974; Mead, 1906) e incluye algunos datos biográficos centrándose preferiblemente en el tipo y estilo de vida de los pitagóricos.12

Aristóteles habría escrito un trabajo aparte, pero no se conserva; sus discípulos Dicearco de Mesina, Aristóxeno y Heráclides Póntico son, así de tardíos como resultan, las mejores fuentes en que se basan Porfirio y Jámblico.

Las referencias encontradas en los Diálogos de Platón, se hallan embebidas dentro de una estructura literaria que no pretende demasiada veracidad histórica. Las que se encuentran en Aristóteles, aparentemente más fidedignas, enmascaran una gran parte de reinterpretación. Ambos coinciden, sin embargo, en destacar la enorme influencia que tuvo Pitágoras

Ya mencionados los anteriores aspectos de la primera fase de la Academia Platónica, veamos algunas generalidades de su segunda etapa llamada la Academia media, fundada y representada por Arcesilao de Pitana en 244 a.C., y de la que fue su quinto presidente, habiéndose caracterizado en términos generales por el volver al método socrático, mediante el empleo de la ironía, la interrogación y la duda en las controversias filosóficas. Si Sócrates había dicho: «sólo sé una cosa, y es que no sé nada»; Arcesilao añade: «ni aun sé de cierto que no sé nada».

Arcesilao (ΑΡΚΕΣΙΛΑΟΣ, Arcesilas, Arcesilaus, Arkesilaos, o Arquesilas) el director de esta fase de la Academia Platónica, nació en Pitanea (Eolia), h. 316/5-241/40, y según el libro ya referenciado de Diógenes de Laercio en la página 101 argumenta que “Arcesilao, hijo de Seito, o Escito, según dice Apolodoro en el libro III de sus Crónicas, fue natural de Pitana en la Eólide. Este fue el primer instituidor de la Academia media, estableciendo la prescindencia o duda en la contrariedad de proposiciones; el primero que habló en pro y en contra acerca de una cosa misma, y el primero que inmutó la forma de argüir que había establecido Platón, ejecutándolo acérrimamente por preguntas y respuestas. Unióse a Crantor en esta forma: era el cuarto de sus hermanos; los dos eran de un padre, y los otros dos de una madre. El mayor de los dos de una madre se llamaba Pilades; y el de los dos de un padre, Mereas; éste era curador de Arcesilao. Primeramente, pues, fue discípulo de Autólico, matemático, conciudadano suyo, antes de pasarse a Atenas, en cuya compañía peregrinó también a Sardes. Luego lo fue de Janto Ateniense, músico; después de éste oyó a Teofrasto, y finalmente se fue a Crantor en la Academia. Su hermano Mereas, arriba nombrado, lo inducía a estudiar Retórica, pero él amaba más la Filosofía.”.

Inicialmente antes de dar el paso a la Academia tuvo contactos en el Liceo con el peripatético apodado Teofrasto (en griego Θεόφραστος; Ereso, ca. 371 – ca. 287 a. C.) y de nombre Tirtamo13 . En la Academia asistió a las enseñanzas de Crantor, Polemón y Crates. En el 268/4 sucedió, como escolarca, a Crates. Con su dirección llevó a la Academia a un cierto esplendor. Al parecer, no escribió textos filosóficos y para lograr un buen nivel de acercamiento a su pensamiento hay que recurrir a D. Laercio, Filodemo de Gadara, Cicerón (Acad. post.), Sexto Empírico (Hyp. Pyrr.; Math.) y a Suidas. Arcesilao encandilaba a la juventud con sus discursos encendidos y de hábil elocuencia. Con él se inició el enfrentamiento de los académicos contra los estoicos. Particularmente, refuta la teoría del conocimiento de Zenón y dándole crédito a Cicerón, Arcesilao se inspiraba --al menos "metodológicamente"-- en Sócrates: "Ante todo, Arcesilao comenzó (pues ha sido esencialmente socrático) --dice Cicerón-- no a manifestar cuál era su propia opinión, sino a disputar en contra de la opinión que expresaba cada uno" (De orat. III, 18, 67).

Siguiendo el rastreo historiográfico y cronológico de la Academia nos lleva a la llamada Academia Nueva, a partir de 160 a.C., dirigida por Carnéades (en griego Καρνεάδης ο Κυρηναίος) (ca. 214 a. C. – ca. 129 a. C.) filósofo y orador de la Antigua Grecia, personaje que a los pocos años de llegado a Atenas se hizo ciudadano de ella, y se desempeñó como como director de la Academia desde ca. 160 a. C. hasta ca. 137 a. C., después de haber oído las lecciones de Hegésimo.

Diógenes Laercio en la página 110 del escrito ya mencionado, dando una semblanza general dice de él, que “Carnéades, hijo de Epicomo, o bien de Filocomo, según aseguró Alejandro en las Sucesiones, fue natural de Cirene. Habiendo leído los libros de los estoicos, singularmente los de Crisipo, los refutó modestamente, y esto con tanta sinceridad que solía decir: «Si no hubiese habido Crisipo, no habría Carnéades.» Fue tunantísimo del trabajo, menos aplicado a la física que a la moral. Se dejaba crecer el pelo y las uñas, en fuerza de la continua aplicación a los libros. Era tan hábil en la Filosofía, que hasta los maestros de oratoria dejaban sus escuelas y concurrían a oírlo. Tenía la voz muy recia, de manera que el jefe del Gimnasio tuvo que enviarle recado que no gritase tanto: pero él respondió que «le diese la medida de la voz». A esto repuso sabiamente aquél, diciendo: «Medida tenéis en los que os oyen.» Era acérrimo en las reprensiones e inexpugnable en los argumentos, y por esto excusaba los convites.”.

Carnéades, sin caer en un escepticismo absoluto, enseñaba que no se puede alcanzar más que lo probable, imprimiéndole de esta manera a la Academia un tipo de pensamiento probabilista, significado ello en que es imposible tanto la certeza total como la incertidumbre completa.

La Academia Nueva, encarnada en Carnéades ahondó el escepticismo de la Academia Media de Arcesilao, manifestándose contra la doctrina de los estoicos sobre el criterio de la verdad. Su doctrina filosófica difundida por su discípulo Clitómaco se oponía a todo tipo de dogmatismo, sosteniendo la imposibilidad de lograrse la certeza total en el conocimiento y el carácter científico de las leyes de la naturaleza. Ideas ingeniosamente debatidas siglos más tarde por San Agustín en una de sus obras filosóficas titulada Contra Los Académicos conformada por los libro I, II, y III en los que en instancia dialógica con sus alumnos Licencio, Trigencio y Alipio; y ripostando a uno de ellos la defensa apasionada a los Académicos y al que le dice «...son dignos de risa tus académicos, que en la vida quieren seguir lo verosímil, lo semejante a la verdad, ignorando ésta» (Libro II, 7, 19).

Finalmente, después de estas tres épocas de esplendor de la Academia, en los períodos subsiguientes, en ella se une eclécticamente el platonismo, el estoicismo, el aristotelismo y otras escuelas. En los siglos IV y V pasa definitivamente al neoplatonismo (Plutarco de Atenas), siendo Damascio el Diádoco quien reorganizó la escuela neoplatónica a la muerte de Proclo (485), dedicando su vida al estudio de la obra de Platón y Aristóteles y para el año 529 fue cerrada por el emperador Justiniano, en el célebre Codex Lustinianus (I, 11, 10, 2), en el que se le prohibía a los paganos el ejercicio de la enseñanza.

1 Es importante aclarar el haber sido el verdadero nombre de Platón Aristocles Podros, y cuyo seudónimo Platón significa el de la espalda ancha. En su formación filosófica, recibió influencias de Pitágoras, del que las nociones de armonía numérica hacen eco en su trabajo sobre las Formas; de Anaxágoras, quien enseñó a Sócrates y que afirmaba que la inteligencia o la razón penetra o llena todo; y Parménides, que argüía acerca de la unidad de todas las cosas y quien influyó sobre el concepto de Platón acerca del alma. Su aporte teórico de mayor significación lo es la Teoría de las Ideas o Formas. En ella se sostiene que todos los entes del mundo sensible son imperfectos y deficientes, y participan de otros entes, perfectos y autónomos (Ideas) de carácter ontológico muy superior y de los cuales son pálida copia, que no son perceptibles mediante los sentidos. Cada Idea es única e inmutable, mientras que, las cosas del mundo sensible son múltiples y cambiantes. La contraposición entre la realidad y el conocimiento es descrita por Platón en el célebre mito de la caverna, en La República. Para Platón, la única forma de acceder a la realidad inteligible era mediante la razón y el entendimiento; el papel de los sentidos queda relegado y se considera engañoso.

2 La Carta Séptima de Platón se encuentra en las páginas 324 a 351 de la Opera Omnia, siendo la más aceptada por los estudiosos de haber sido escrita de puño y letra de Platón, de su autenticidad existen dudas, presentando en la actualidad opiniones fundamentadas tanto a favor como en contra. La carta está datada después del tercer viaje de Platón a Sicilia y es anterior a Leyes (diálogo) Leyes y Epínomis (otra obra que va teniendo más aceptación como auténticamente platónica). La carta, gira en torno a la respuesta dada a los amigos y familiares de Dión, amigo y discípulo de Platón que compartía sus ideales políticos. Es en esta carta donde Platón habla de las enseñanzas para el público y las enseñanzas para los iniciados en la filosofía. En ella desarrolla parte de su doctrina política y ética y a su vez va contando la historia de sus estadías en Sicilia, su relación con Dionisio el Viejo y Dionisio el Joven, ambos tiranos de la isla. La importancia histórica y filosófica de la Carta Séptima de Platón se funda en la referencia que hace Platón en la misma a que no le parece oportuno publicar los escritos estrictamente esotéricos, referidos a lo que enseñaba en sus clases a sus discípulos. Exponiendo como razón central la dificultad de interpretación de temas que requerirían discutir y estudiarlos durante largo tiempo. Sobre la Carta VII de Platón, véase, los siguientes escritos: García Fernández, Roman (2007). La Carta VII. La Autobiografía De Platón y Su Método. En Eikasia. Revista de Filosofía, 12, Extraordinario I (2007). En http://www.revistadefilosofia.org; Zaragoza, J.: «introducción a las Cartas», en Platón.: Diálogos VII. Madrid, Gredos; Havelock, E.A.: Preface to Plato. Harvard University Press, 1963. Trad., esp., Ramón Buenaventura.: Prefacio a Platón. Madrid, Visor, 1994. p.51. Especialmente cf., todo el capítulo III., pp.49-69.

3 Se es conocido la trascendencia del pensamiento llamado Platonismo Matemático el que se ha constituido en una rama de estudio de la filosofía: el Realismo Filosófico. Pensamiento que afirma el no ser los objetos y conceptos abordados por las matemáticas meramente entes abstractos insntalados y producto de la mente de los matemáticos, sino el ser realidades inmateriales y atemporales.

El primer referente escrito de esta teoría se da en un artículo escrito por el famoso filósofo y matemático austriaco-estadounidense Kurt Gödel, publicado en 1932 (ya pasado un año de haber socializado sus famosos teoremas de la incompletitud). Artículo, en el que Gödel se pregunta si las matemáticas son un producto de la mente humana o en caso contrario existen una serie de realidades matemáticas objetivas.

La Teoría de Gödel presenta interesantes implicaciones filosóficas. Ella plantea que las teorías matemáticas logradas y desarrolladas por los matemáticos están lo más cercanas posibles a las verdades matemáticas objetivas, y dejando en claro que las anteriores no se podrán conocer en su totalidad. Lo que lleva a inferir el hecho de ser las matemáticas objetivas imperecederas, es decir, no cambian ni desaparecen. Ejemplo claro de esto lo constituye el “Teorema de Pitágoras”, el cual será siempre verdadero independientemente del sitio, de quien lo utilice, y en el tiempo cronológicamente hablando que se utilice. Siglo XXI, y sigue siendo verdadero y todavía es vigente. De la obra y sobre el pensamiento de Gödel, consúltese entre otra, la siguiente bibliografía:

Fuentes Primarias: Gödel, Kurt 1931 Sobre proposiciones formalmente indecidibles de los Principia mathematica y sistemas afines. Valencia: Teorema, 1980 y 2.ª edición: 1981 ISBN 84-370-0168-4; Gödel, Kurt 1931 Sobre proposiciones formalmente indecidibles de los Principia mathematica y sistemas afines. Oviedo: krk ediciones, 2006. ISBN 978-84-96476-95-0; Gödel, Kurt 1994: Ensayos inéditos. Francisco Rodríguez Consuegra, editor. Biblioteca Mondadori. ISBN 84-397-1966-3; Gödel, Kurt 2007: Sobre consistencia y completud en el sistema axiomático / Über Widerspruchsfreiheit und Entscheidbarkeit in Axiomensystem. Jesús Padilla Gálvez, editor y traductor, Mathesis, Serie III, Vol. II - Nr 1, 197-204. (ISSN: 0185-6200).

Fuentes secundarias: Enrique Alonso, Sócrates en Viena. Una biografía intelectual de Kurt Gödel, Montesinos, Barcelona, 2007, ISBN 978-84-96831-33-9; José Fernández-Prida, Una prueba algebraica de los teoremas de Löwenheim-Skolem y Gödel, Universidad Complutense de Madrid, ISBN 978-84-600-5847-2; Javier Fresán, Gödel. La lógica de los escépticos, Nivola, Madrid, 2007, segunda edición, ISBN 84-96566-39-0; Rebecca Goldstein, Gödel. Paradoja y vida, Antoni Bosch Editor, Barcelona, 2006, ISBN 978-84-95348-23-4; Douglas R. Hofstadter, 1979: Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle. TusQuets editories, tercera edición, Barcelona, 1989. ISBN 84-7223-459-2; Hao Wang, Reflexiones sobre Kurt Gödel, Madrid, Alianza Universidad, 1991, ISBN 84-206-2690-2.

4 Fragmento tomado del escrito de José Luis Prieto Pérez titulado La Geometría En La Cultura Griega, Págs. 19-20. Quien a su vez en nota a pie de página, en la 20, menciona como fuente a la “Traducción de P. Tannery en su historia de la Geometría Griega y que reproducía según él un pasaje de la “Historia de las Geometrías” de Eudemo (s.III. a. C.). Citado por Abel Rey en “La madurez del pensamiento científico en Grecia”. Ed. UTEHA. México. 1961. Págs. 258 y 259,”.

5 Sobre referencias bibliograficas en lo que concierne a la discusión sobre los términos “Atenea” y “Atena” consultar a Arthur Cotterhell (2008). Mitos Diccionario de mitología universal. España: Editorial Ariel. pp. 170-171. ISBN 978-84-344-3489-9; Jenny March (2008). Diccionario de mitología clásica. España: Editorial Critica. pp. 72-73. ISBN 978-84-7423-693-4; Patricio de la Escosura (2005). Manual de mitología. Editorial MAXTOR. pp. 93-94. ISBN 9788497611725.

De la Bibliografía general sobre la diosa Atenea en la Mitología Griega, véase, de entre la existente a: Powell, B (2004). Classical Myth, Upper Saddle River, NJ, Pearson Prentice Hall; Pelayo Benavidez Medina (2012).Palas Atenea: Visiones Y Modelos Culturales De La Inteligencia y El Conocimiento. En Perfiles Educativos, vol. XXXIV, núm. 136, IISUE-UNAM.

6 Aquí es importante resaltar que en algunas obras se distinguen cuatro o cinco periodos en vez de tres, dividiendo la segunda etapa en Academia Media y Academia Moderna, correspondiendo esta última al periodo entre Carnéades y la Academia Nueva. De tal manera que en las divisiones en cinco períodos, el periodo final sería marcado a partir de Antíoco.

7 Fragmento tomado de la reproducción del microfilm de Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, de Diógenes Laercio, traducidas directamente del griego por José Ortiz y Sanz, Madrid, Luis Navarro, editor, 1887, 2 tomos, procedente de la Biblioteca Nacional (España), sig. 4/26045 (t. I) y 4/26046 (t. II).

8 Escrito publicado en Eikasia. Revista de Filosofía, 12, Extraordinario 1 (2007), disponible en http://www.revistadefilosofia.org 39-b, y en la primera cuartilla a pie de página deja en claro Este artículo ha sido publicado como: “Platon, Pythagore et les Pythagoriciens”, dans Platon, source des Présocratiques. exploration, éd. par M. Dixsaut et A. Brancacci, Histoire de la philosophie, Paris (Vrin) 2003, p. 21-46. Y tiene el permiso de Monique Dixsaut y de la editorial Vrin para ser publicado en esta revista. La traducción ha sido realizada por Pelayo Pérez y Román García.

9 Es importante resaltar como esta apreciación de Heráclito en la obra de Diógenes Laercio contrastada con otra ya presentada en páginas anteriores del mismo autor, en este mismo apartado de este capítulo del libro, en la que enaltece la sabiduría de Pitágoras, sin duda da para pensar y discusiones sobre lo que el filosofo de Éfeso en realidad pensaba de lo relacionado con los conocimientos del matemático de Samos.

10 Alrededor de la transición de la oralidad a la escritura en la antigua cultura griega, véase de mi libro con referencia bibliografica López Noreña, G.: (2010) La antigua retórica grecoromana y la educación: en la perspectiva de la teoría de la argumentación y la posmodernidad, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2010d/768/, la sección 4.3 “Oralidad En La Antigua Grecia”.

11 El extinto investigador Miguel de Guzmán Ozámis (1936-2004) de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid, recomienda, en razón a la parca y dudosa verosimilitud de las fuentes ya mencionadas, el estudio de la obra de Van der Waerden Die Pythagoreer (1979), en aras de un mayor acercamiento a un nivel de verdad a la vida y pensamiento de Pitágoras. En Catedra UCM Miguel De Guzmán.

12 De manera complementaria a los escritos sobre la vida de Pitágoras, se le sugiere al lector de entre una significativa bibliografía existente, el estudio del excelente trabajo sobre esta temática del Dr. David Hernández de la Fuente con referencia bibliográfica: David Hernández de la Fuente (2011). Vidas de Pitágoras. Vilaür: Ediciones Atalanta. ISBN 978-84-938466-6-4.

13 De la obra de Teofrasto, véase: Teofrasto (1988). Historia de las plantas. Editorial Gredos. Madrid. ISBN 978-84-249-1271-0; —/ Alcifrón (1988). Caracteres/ Cartas de pescadores, campesinos, parásitos y cortesanas. Editorial Gredos. Madrid. ISBN 978-84-249-1298-7.