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              Coincidimos con Bourdieu que,   las relaciones económicas entre las clases son fundamentales, pero  siempre con otras formas de poder simbólico que contribuyen a la reproducción y  diferenciación social.  1 Cuando nos referimos a las representaciones,  estamos aludiendo al proceso por el cual los sujetos sociales, las clases, los  grupos, construyen una visión del mundo social, y pugnan por imponer su propia  visión del mundo a los otros.
               En el plano   simbólico, podemos observar  como  se conformaron  las vías para la  incorporación de los trabajadores en el proyecto fabril. A través de la  retribución de bienes materiales y simbólicos quedaban establecidas las  condiciones que posibilitaron esa incorporación. En este  punto, nos parece de fundamental importancia analizar las imágenes y las  representaciones que fueron construyendo de sí mismos los propios actores, así  como del patrón y de la relación paternalista.
              Las representaciones construidas en  Calera Avellaneda, muestran una determinada forma de organización del poder. Es  en el ejercicio de la autoridad donde aparecen los efectos de las  representaciones construidas e incorporadas por los actores sociales, que  contribuyen a legitimar el poder ejercido por el patrón.
              La  construcción de la villa obrera fue paralela a la  “construcción” de un tipo de relación  laboral, una relación que se fue consolidando a medida que la fábrica crecía.  Pero también se fueron construyendo diversas representaciones. El patrón  y su esposa seguían manteniendo su estilo de vida burgués, pero eso  no era percibido por  los trabajadores, quienes lo veían como un hombre bueno, generoso o casi como uno  más de ellos. 
              Sabemos que un mito no es un  recuerdo sino algo vivido, con sentido de actualidad y presencia. No implica  una evocación más que para reivindicar sus contenidos como actuales, en el  mismo acto de invocación. Mediante él se pretende, en consecuencia, instaurar,  dictar e indicar cual debe ser el valor a imponer, a fijar, a congelar en el  tiempo, a sacar del discurso histórico, a deshistorizar, a modo de que la  dimensión temporal pase a estar subordinada al horizonte simbólico reivindicado. 2 De todos modos, tengamos presente que es necesario que un discurso hegemónico  se haga cargo de sostener la valencia del contenido mítico. 
              La reproducción del mito de la  figura de Fortabat, que analiza Federico Neiburg para el caso Loma Negra,  aparece también en Calera Avellaneda con la figura de von Bernard. 3 En ambos casos, se construye todo un sistema  simbólico cargado de significados, para resaltar en todo momento el rol  desempeñado por el patrón. Encontramos la presencia de una figura personal como  garante (quien “regala”, “redistribuye” o “beneficia”) y la generalización de  relaciones personalizadas, estructuradas de modo jerárquico.4  Es interesante señalar  aquí que, luego de la muerte de von Bernard, sobrevive el mito del patrón  benefactor, pese a no ser ya  el  fundamento de sostén del Sistema de Fábrica con Villa Obrera (SFVO), cuando las  relaciones personales ya estaban disueltas.
              Veamos algunas de las  representaciones y símbolos construidos en el SFVO:
              Por medio del mito sobre el patrón y  su filantropía, se ignora un estilo de vida burgués. Carlos Von Bernard vivía en la villa obrera, al igual que los  trabajadores, pero en un lujoso, amplio y cómodo chalet, en un sector  particular del poblado paternalista.
“El presidente de Calera Carlos von Bernard, fue una gran persona, muy abierto a la comunidad, y permitía que sus empleados vivieran casi como vivía él, porque todos los deportes que se hacían se practicaban gratuitamente y nadie pagaba nada, los padres, los hijos, toda la familia tenían la posibilidad de hacer deportes…” 5
Si bien es cierto que le patrón ofrecía, por medio de diferentes beneficios, la posibilidad de que los trabajadores realizaran actividades como las que él practicaba, por ejemplo jugar al tenis o al golf, siempre mantuvo un estilo de vida que distaba mucho de ser similar al de los trabajadores. Más allá de todos los beneficios materiales brindados por la empresa, la relación laboral era percibida como particular gracias al trato cercano que el patrón mantenía con los trabajadores y lo describen de la siguiente forma…
“Si hoy existiera una villa obrera, no se como seria la relación con el patrón, no creo que fuera la de aquel entonces,… yo en su momento, estaba con el pico y la pala, y a las 2 horas estaba jugando al tenis con el presidente de la fabrica, con el dueño. Hoy en día al dueño de la fábrica se lo conoce solo por una foto…” 6
          Las características personales  de von Bernard facilitaban una relación próxima con los trabajadores y,  mediante ese acercamiento, se reforzaba la relación “paternal”. El patrón  saludaba a todos sus empleados y se enojaba mucho si algún trabajador, por  temor, no lo hacía, ya que por medio de este gesto se acercaban dos categorías  sociales que históricamente habían estado separadas. Por medio del saludo, el  patrón lograba mantener un diálogo cercano con los trabajadores y diluir esa  barrera que podría alejarlo  de gran  parte de su plantel.De esta forma se  logró un trato cordial que, sumado a la gran “obra social” desplegada por la  empresa, permitirá la construcción de la imagen de un patrón bueno, solidario y  sobre todo protector de la villa obrera, es decir interesado por el bienestar  material y moral de sus empleados.  
              La experiencia social compartida por  todos los miembros de la villa  creó  lazos de identidad en Calera Avellaneda, que se expresaban en diferentes  prácticas sociales y culturales. Esas prácticas, como ya señalamos, iban desde  las reuniones, encuentros, torneos deportivos y diversos concursos que  involucraban a toda  la comunidad.             
              Cabe señalar que, más allá de la  atracción laboral y el acceso gratuito a las viviendas y los demás servicios  esenciales para la familia obrera, la villa obrera tenía algo especial que era  su ubicación. El contacto directo con la naturaleza daba al lugar un atractivo adicional:
“La villa era un lugar hermoso, con mucho verde, y teníamos un contacto directo con la naturaleza…”7
            El patrón se interesaba por el  despliegue de actividades al aire libre, que alejaban al trabajador de las  tensiones del trabajo fabril. Además, la vida en la naturaleza y en un espacio  apartado de la ciudad era un elemento que contribuía a la conformación de esa  “comunidad sana” y segura, de la que tanto hablan los ex vecinos de la  villa.  Los vecinos de la misma recuerdan  ese espacio como un lugar casi soñado, y describen al patrón como la persona  que hizo posible esa realidad.
              En total conformidad y agradecidos por el  bienestar brindado por la empresa, los trabajadores aceptaban esa relación  laboral, siendo conscientes que la empresa trascendía su influencia más allá de  la simple relación laboral, ya que también intervenía en la esfera de su vida  privada. Vivir en la villa y gozar de todos los beneficios brindados por la  fábrica, generaba y  casi obligaba a una  retribución a su patrón. Por eso, cuando la empresa los convocaba a trabajar  ninguna excusa era válida, estos testimonios reflejan claramente esa realidad:
“Los que estábamos siempre haciendo horas extras, la mayoría, éramos los que vivíamos en la villa. Nos decían, bueno te damos la casa en la villa, viví tranquilo pero cuando hay una emergencia te vamos a buscar…y te iban a buscar a las dos de la mañana o a las tres, te tenías que poner los pantalones y salir, eso ocurrió con mucha gente, durante muchos años.” 8
Esa dependencia con la empresa era percibida como el precio que se pagaba por “disfrutar”, por decirlo de alguna forma, de los beneficios que la empresa otorgaba a sus trabajadores. Todos conocían esta regla y fue incorporada como una obligación:
“Durante los bailes de fin de año, los más famosos de la zona, que se daban en villa von Bernard, los 31 de diciembre…muchas veces iban a buscar a la gente al baile porque se había roto algo en la fábrica, no una sino muchas veces que yo me acuerdo, iba el capataz general y te decía: ¡Ché, veni que se rompió tal cosa, vamos!… y te tenias que ir. Eso ocurría siempre, eso me lo acuerdo clarito, como la fábrica tenia la gente ahí, cualquier fiesta que había, aparecía alguno de la fabrica diciendo, se rompió tal cosa, y bueno, el que estaba ahí ya sabia, a la casa a cambiarse y a trabajar…” 9
Pero, como adelantamos, es importante comprender cómo veían los trabajadores a su patrón y cómo interpretaban la relación laboral que los unía, ya que aquéllos sabían que los beneficios que la empresa les daba era un recurso para fijar la mano de obra. También creían que el interés del patrón por el bienestar general de sus familias, partía de una necesidad personal por todo lo sufrido por él en Alemania durante la primera guerra mundial:
“La mentalidad de esta gente alemana era especial, aparentemente ellos habían pasado de todo en Alemania en la guerra, y se vinieron para acá después de haber visto todos esos horrores y… pienso yo, que se han encontrad un lugar para construir una villa hermosa, una fábrica, y así empezó todo. 10
Si bien los testimonios se refieren a una fuerte integración de la fuerza de trabajo y de los habitantes de la villa obrera, de una “gran familia”, también sugieren que eran conscientes de las diferencias sociales dentro de la empresa:
“La villa también estaba dividida, los jefes por un lado, después los capataces o empleados por otro y después los obreros mas allá, en el otro lado”. 11
Aparece en ellos el “tabú” de la inviolabilidad del sector de viviendas de los jefes, ingenieros y técnicos, y sobre todo del patrón, en que se dividía la villa. En este sentido, los trabajadores conocían y respetaban los límites de clase:
“Eso estaba bien marcado, los capataces y empleados para un lado y los obreros para otro lado, eso sí estuvo, siempre existió esa separación, aunque no se dice mucho, siempre estuvo, no es la misma forma de ser de cada uno, en aquel entonces también estaba, no era que estábamos todos juntos, abrazados, había una especie de separación… pero así mismo las fiestas eran hermosas, muy lindas…12
Si bien existían diferencias al momento de delimitar jerarquías dentro del SFVO, éstas eran conocidas y aceptadas. No vemos aquí esa contradicción y choque permanente que enfrentaría a dos sectores o clases sociales en otros contextos. Esa aceptación puede apreciarse en el gesto de bautizar a la villa con el nombre del patrón. Hasta el año 1955 ésta tenía la misma denominación que la empresa, Calera Avellaneda, es decir era un mismo nombre para designar la fuente de trabajo y el poblado en que se habita, con lo que se reconocía una misma identidad. Esta cuestión es muy interesante, ya que podríamos considerar que desde la base material y de las transformaciones culturales operadas se pueden reconstruir no sólo aspectos económicos y sociales sino también contenidos simbólicos que subyacen a estos, y que han tenido un papel singular en la formación de la memoria y la identidad colectiva serrana. 13 Posiblemente, el momento culminante de esa construcción fue la designación de la villa con el nombre, en 1955, del propio patrón:
“En el salón de actos, se propuso que el nombre de la villa, que hasta ese momento era Calera Avellaneda, fuera el de su presidente: Carlos von Bernard, pararon la música, se consultó y, a pedido de todos los que estaban en el baile, se hizo el petitorio y así la villa, de ahí en más llevó el nombre del presidente de Calera: Carlos von Bernard.” 14
En el Sistema de Fabrica con Villa Obrera, se observa una búsqueda constante para que el trabajador se involucre con la empresa, se sienta parte de ella, con el fin de mantener un clima productivo armónico. La imagen de la gran familia, era particularmente invocada entre los trabajadores para hacer referencia a las cualidades “generosas” del patrón, a las posibilidades de disfrutar de los beneficios, ayudas o favores otorgados por la empresa. Esa misma imagen, también era efectivamente invocada por la empresa, para hacer referencia a un clima cordial en el que se desenvolvían las relaciones de trabajo. 15 En esta comunidad, los trabajadores incorporaron la idea de formar parte de una “gran familia”:
“En Calera Avellaneda éramos una gran familia”.16
Estaríamos ante la presencia de las características  estructuradoras de los sistemas sociales, a los que Anthony Giddens denomina  como “propiedades estructurales”, donde encontramos la institución familiar,  que por un lado imponen restricciones a la acción, y por otro posibilitan, con algún  objetivo, que esta se realice.  17 Es decir, desde la familia se construían pautas de buen comportamiento que  dentro y fuera de la fábrica. Así, el vínculo paternalista en Calera Avellaneda  se difundió por medio del eslogan de la “gran familia”, creando un ámbito de  pertenencia e identidad que se reforzaba por medio de la prédica y la acción. 
  En la formación de la identidad del colectivo obrero, en la noción de  pertenencia, las actividades deportivas jugaron un rol fundamental. Se creía  que la práctica del deporte en la empresa, contribuía a mantener saludable la  mano de obra, a fortalecer entre ella el sólido vinculo de la camaradería profesional  y a paliar la escisión existente entre el tiempo del trabajo y el tiempo de la  vida cotidiana. En la aplicación de medidas sociales paternalistas, se otorgaba  prioridad a las actividades de recreación, entre ellas las deportivas,  fundamentales para la búsqueda  de  integración, disciplina  y construcción  de  lazos solidarios, en aquel afán de  edificar  y consolidar una identidad  común, que uniera a todos los miembros de la villa. 
              El fútbol, definido por E. Hobsbawm  como deporte de las masas  proletarias,  es recordado como una de las actividades que logró integrar a trabajadores  provenientes de diferentes nacionalidades. 18  Era la base para comenzar a integrar hombres de  distintas culturas que debían estar juntos para alcanzar un objetivo común: el  triunfo, obtenido por medio de la competencia, que les permitiría ser  reconocidos por todos los vecinos de la villa, y fundamentalmente, por el dueño  de la fábrica. Si bien se practicaban en la villa obrera otros deportes como  básquet, tenis, bochas y natación, el fútbol es el deporte  más recordado por todos los miembros de la  villa, como el generador de un fuerte sentimiento de pertenencia, de  identidad que representaba a todos los  habitantes y  trabajadores de aquel  lugar. 
“Cuando jugaba el equipo de Calera, todos íbamos a mirar, y por supuesto festejabas el triunfo, que por suerte pasaba bastante seguido… todos teníamos puesta la camiseta de Calera Avellaneda…”
            Tener puesta “la camiseta de Calera  Avellaneda” simbolizaba  la pertenencia  al lugar, ser representante  de la  empresa  y a su vez defenderla. El “Club  Calera Avellaneda” tenía su bandera, con los colores (azul y blanco) que los  identificaba como los representantes de la fabrica y de la villa obrera. Bajo  el aliento de “¡Arriba Calera!” salían a la cancha  con el orgullo de estar representando a su  gente, a su lugar,  a  la fábrica   y a la villa obrera a la que pertenecían. 19 
              En esas representaciones, en la  construcción de la visión del mundo social, vemos una dirigencia empresarial  preocupada por la legitimidad de sus acciones. Y por otro lado, vemos un grupo  de  trabajadores que legitiman las  acciones de la clase empresarial, siendo concientes de los beneficios  que esas prácticas representan para  ellos  y sus familias. 
              Así, la experiencia de fábrica es recuperada por la  memoria  de los trabajadores y sus  relatos orales,  describen una comunidad  aparentemente armónica. Pero los   relatos  de los actores muestran  visiones diferentes de una misma realidad. En un artículo escrito por la  olavarriense Aurora Alonso de Rocha, titulado “Gente del Cemento”, los  recuerdos de un obrero jubilado de la empresa, hacen referencia a la autoridad  personal de von Bernard y al riguroso control disciplinario en el trabajo: 
“Si al patrón se le ocurría jugar al tenis o hacer un pic-nic, íbamos todos sin chistar. Respecto del trabajo, puedo resumir mis recuerdos así: respeto absoluto por los que mandaban y nada de huelgas”. 20
No obstante, otros testimonios sugieren que unida a la obediencia a la autoridad personal del patrón había una intención de maximizar los beneficios de esa actitud:
“Yo me acuerdo cuando algunos obreros tenían que ir a jugar el tenis con él, y todas las tardes, lo dejaban ganar, el viejo se quedaba contento, a fin de año les regalaba las raquetas importadas, pelotas, les regalaba de todo. Ellos tenían que estar todo el año haciéndole el jueguito al viejo, dejándolo ganar, y bueno… Y le importaba más que fueran con él a jugar al tenis que estar trabajando en la fábrica. Los trabajadores, algunos, se convertían en sus sirvientes.” 21
            El testimonio estaría ilustrando la  mentalidad formada por el patronazgo que, siguiendo a Federico Neiburg, busca  maximizar los beneficios recibidos por los trabajadores.22 Si   bien algunos testimonios coinciden en remarcar el grado de autoridad  ejercida en la fábrica, se habla también de la necesidad de disciplina como  manera de control y armonía que era a su vez recompensada por el  patrón. En la idea de dependencia también está presente la búsqueda conciente  de los beneficios: dar algo para recibir algo a cambio. Los trabajadores  maximizan los beneficios, negocian con el patrón, pero no se genera  una simple relación de servilismo, aunque en  algunos casos se crea una actitud de dependencia. Se genera una representación ambigua de servilismo,  pero también de negociación permanente, donde la lealtad y la sumisión se daban  a cambio de más beneficios.
              En síntesis, podemos decir que Calera  Avellaneda adoptó una estrategia paternalista centralizada en la figura del  patrón, quien supervisaba personalmente la actividad productiva y la vida  comunitaria, estableciendo las normas   por las cuales ésta debía regirse. Se concebía a la empresa como una  gran familia patriarcal, en la que los patrones cuidaban de los trabajadores  pero, al mismo tiempo, ejercían una autoridad que iba mucho más allá de los  ámbitos laborales, para extenderse a todos los aspectos de la vida  cotidiana.  
              Si bien existía una fuerte  subordinación, ésta era generalmente aceptada, no se imponía por la fuerza. El  patrón retribuía tal actitud viviendo cerca de los trabajadores, solucionando  problemas sociales, dando signos de atención personal pero exigiendo a su vez  lealtad. Esa relación era reforzada en espacios como clubes, canchas de fútbol,  mutuales, escuelas, que simbolizan lugares de encuentro y de  autoreconocimiento, pero también de   control por parte de la empresa, del espacio y el tiempo libre.
              Como ocurre en la mayoría de  las   relaciones de poder, se articulaba tanto la negociación, la manipulación  y el conflicto, como la cooperación, la reciprocidad la solidaridad, donde el  intercambio se transforma en un terreno de negociaciones constantes entre los  dos grupos que integran este sistema.
1 Bourdieu, Pierre: "Espacio social y génesis de las 'clases'", en Sociología y Cultura, México, Grijalbo-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1984, pág. 120.
2 Gravano, Ariel: “Palimpsesto urbano. Sobre escrituras de huellas diacrónicas de la ciudad imaginada”. Revista Etnia. Números 42-43/ 1998-1999. Olavarría. ISSN 0046-2632, pág. 60.
3 Neiburg, Federico: Fabrica y Villa Obrera: Historia social y antropológica de los obreros del cemento. Centro Editor de América Latina S.A. Tucumán 1736, Buenos Aires, 1988.
4 ídem, pág. 127
5 García, Maribel: La villa von Bernard. Entre violetas, aromos y recuerdos. Edición del autor, Olavarría año 2004, pág. 98.
6 Testimonio de una ex obrero de Calera Avellaneda y ex vecino de la Villa obrera von Bernard: Carlos Lobano, Olavarría, 05/10/2006.
7 Testimonio de una ex vecina de la villa obrera von Bernard: Mabel De Souza, Olavarría, 02/10/2006.
8 Testimonio de un ex obrero de Calera Avellaneda y ex vecino de la villa obrera von Bernard: Alberto Soraisz, Olavarría, 06/02/2007.
9 Testimonio de un ex vecino de la villa obrera von Bernard: Carlos Tavernini, Olavarría, 02/10/ 2006.
10 Testimonio de una ex obrero de Calera Avellaneda y ex vecino de la Villa obrera von Bernard: Carlos Lobano, Olavarría, 05/10/2006.
11 Testimonio de un ex vecino de la villa obrera von Bernard: Carlos Tavernini, Olavarría, 02/10/ 2006.
12 Testimonio de una ex vecina de la villa obrera von Bernard: Mabel De Souza, Olavarría, 02/10/2006.
13 Paz, Carlos: “La reconstrucción de la historia del sub-sistema minero de Olavarría y su apropiación comunitaria”. Facultad de ciencias Sociales de Olavarría. Nures. UNC. Trabajo presentado a las VII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Neuquén, Argentina, 22-24 de septiembre 1999, pág. 4.
14García Maribel; Testimonio, ob. cit., pág 41.
15 Neiburg Federico: Entre Perón e o Patrao: reflexoes sobre os alcances de uma homologia. RBCS nº 13 año 5 jun. de 1990, pág 10.
16 Testimonio de un ex vecino de la villa obrera von Bernard: Carlos Tavernini, Olavarría, 02/10/2006.
17Giddens Anthony: La estructura de clases en las sociedades avanzadas. Alianza editorial, S.A. Madrid, 1996, pág. 130.
18 Hobsbawm, Eric: El mundo del trabajo. Estudios históricos sobre la formación histórica de la clase obrera. Editorial Critica, Grupo editorial Grijalbo, Barcelona, 1987, pág. 127
19 Testimonio de un ex vecino de la villa obrera von Bernard: Carlos Tavernini, Olavarría, 02/10/2006.
20 Testimonio de un ex obrero de Calera Avellaneda y ex vecino de la villa obrera von Bernard: Alberto Soraisz, Olavarría, 06/02/2007.
21 Testimonio de un ex vecino de la villa obrera von Bernard: Carlos Tavernini, Olavarría, 02/10/2006.
22 Neiburg, Federico; ob. cit, pág. 173.