LA DESFOCALIZACIÓN DEL CENTRO DEÍCTICO A TRAVÉS DE LA SEGUNDA PERSONA DEL SINGULAR

LA DESFOCALIZACIÓN DEL CENTRO DEÍCTICO A TRAVÉS DE LA SEGUNDA PERSONA DEL SINGULAR

Hyagna Cabello Peña (CV)
Hermes Infante Miguel
(CV)
Universidad de Oriente

Volver al índice

CAPÍTULO I: LA PRAGMÁTICA Y LA SOCIOLINGUÍSTICA

En este capítulo sintetizamos y explicamos cuestiones teóricas relativas a la pragmática (dentro de ella la cortesía verbal) y a la sociolingüística, que resultan esenciales para el estudio de la segunda persona del singular como desfocalizadora del centro deíctico personal así como para la solución de nuestro problema científico (Vid supra Introducción).

1.1 La pragmática.

En las últimas décadas se han intensificado los estudios e investigaciones sobre pragmática debido a su importancia dentro de los estudios lingüísticos. Su nivel de desarrollo se deja ver en la abundante investigación, la existencia de sociedades científicas, los congresos internacionales y las innumerables publicaciones a que ha dado lugar en forma de monografías, colecciones de estudio o revistas especializadas (Escandell, 1999: 1).
La pragmática lingüística 1 se desarrolla a partir de su delimitación como estudio específico del lenguaje cuando el filósofo y semiólogo norteamericano C. Morris en 1938, en el marco de una teoría general de la “semiosis” de la significación, dividiera la aprehensión de todo lenguaje formal o natural en tres campos: la sintaxis, la semántica y la pragmática que corresponden a las tres relaciones fundamentales de los signos: signos con otros signos (sintaxis), con lo que designan (semántica) y con sus utilizadores (Apud. Ibid: 5-6).
María Victoria Escandell la concibe como el estudio de los principios que regulan el uso del lenguaje en la comunicación, es decir, de las condiciones que determinan el empleo de enunciados 2 concretos emitidos por hablantes concretos en situaciones comunicativas concretas, y su interpretación por parte de los destinatarios (La pragmática. Nuevas tendencias en los estudios lingüísticos actuales, 2000: 3).
De todas las definiciones consultadas3 ésta es la más apropiada a los efectos de nuestra investigación, pues – independientemente de que todas enfocan el funcionamiento de la lengua en el proceso de comunicación, en el cual intervienen receptor, emisor, el enunciado propiamente dicho y el contexto – centra la atención en las condiciones que determinan el empleo de enunciados concretos por hablantes específicos en situaciones contextuales concretas, así como en la interpretación que de los enunciados hacen los oyentes. Por tanto, tomamos la pragmática como el instrumento teórico que nos sirve para la explicación del uso desfocalizador de la segunda persona del singular (Vid infra acápite 2.3).
Al principio, el campo de estudio de la pragmática parecía estar ocupado, pues de la forma se encargaban ya la fonología, la morfología y la sintaxis, y del significado trataba la semántica 4 (Iranzo, 2003: 11). Sin embargo, se erige como disciplina al tomar en consideración los factores extralingüísticos (sociales, psicológicos, culturales, literarios) que determinan el uso del lenguaje, a los que no puede hacer referencia un estudio puramente gramatical (Ibid: 19).
Esta disciplina examina las condiciones bajo las cuales las manifestaciones lingüísticas son aceptables, oportunas y apropiadas, o sea, las condiciones y reglas que deben darse para que un enunciado posea idoneidad  en un contexto dado (Ibid: 20). Estudia, pues, cómo los seres humanos interpretamos enunciados en el contexto5 , es decir, cuáles son los principios que guían la lectura de las enunciaciones en relación con los participantes, con el contexto lingüístico inmediato y con el entorno o situación de comunicación, incluidas las creencias de los hablantes, su conocimiento de sí mismos, del lenguaje que usan y del mundo (La pragmática. Nuevas tendencias en los estudios lingüísticos actuales, 2000: 1).
Para entender mejor el terreno de acción de la pragmática se debe tener en cuenta que el significado que se produce al usarse el lenguaje es mucho más que el contenido de los enunciados. Esto justifica el hecho de que, aunque la relación entre hablantes, discurso y contexto está más o menos codificada por la gramática, su estudio exige salirse siempre de la misma (entendida como abstracción y sistema) y observar el lenguaje en funcionamiento. 6
Según M. V. Escandell, la naturalidad del intercambio muestra que nuestra actividad comunicativa está sometida a otras pautas que van más allá no sólo de las que regulan la buena información de las estructuras gramaticales, sino también de las que gobiernan la pura y simple transmisión eficaz de la información. De ahí que el objetivo de la pragmática sea tratar de establecer con precisión qué factores determinan sistemáticamente el modo en que funcionan nuestros intercambios comunicativos (Escandell, 1993: 15).
Esta autora establece las diferencias entre la Gramática y la Pragmática. Apunta que la   divergencia estriba en la perspectiva con que se aborda el estudio del objeto 7: la primera debe atender sólo a los aspectos internos, constitutivos, que afectan a las relaciones formales entre elementos lingüísticos; la segunda, en cambio, debe adoptar un enfoque más amplio que tome también  en consideración a los usuarios y su entorno. Le corresponde, por tanto, explicar el porqué de determinadas construcciones semántico-sintácticas que de otra manera no se comprenderían (Idem), lo cual se logra a partir de las funciones comunicativo-pragmáticas.
Éstas han sido definidas por María Elena Pelly como aquellas funciones que no se cumplen sobre la base de rasgos semánticos de la oración aisladamente, sino a partir de una relación entre el significado de los elementos y la actitud del hablante respecto a los elementos de la situación comunicativa en la que se emplea. Por consiguiente, hablamos de la función comunicativo-pragmática de la persona gramatical cuando la repercusión comunicativa de la misma no está dada por el valor semántico de las formas que la representan en una oración, sino por su condicionamiento situacional y por su efecto comunicativo en una situación concreta (Pelly, 1983: 113).
En general, los criterios teóricos en torno a la pragmática referidos anteriormente muestran la relevancia del instrumental teórico aportado por esta disciplina a nuestra investigación, pues nos sería imposible estudiar el uso en cuestión desde una perspectiva puramente gramatical.

1 Existe una notable disparidad a la hora de clasificar las distintas corrientes pragmáticas. Algunos sostienen que puede hablarse de dos concepciones: una más general, que se da sobre todo en Europa, donde constituye la ciencia del uso del lenguaje, y una más estricta, anglosajona, que la ve como una subdisciplina junto a la sociolingüística y la psicolingüística (Apud. Iranzo, 2003: 12-13). Para profundizar en las propuestas clasificatorias en torno a la pragmática vea el Trabajo de Diploma de Yanet Iranzo anteriormente referido, donde la autora se refiere a las clasificaciones de Leech, Laurence, L. Horn y Beatriz Gallardo Paúls.

2 La doctora Irina Bidot, a la hora de analizar la frecuencia de uso de la segunda persona del singular desfocalizadora, trabaja con el término turnos de habla, unidad estructural concebida como “aquello que un hablante hace o dice durante una aportación interactiva continuada” (Van Dijk. Apud. Bidot, 2007: 79) Nosotras preferimos estudiar este uso lingüístico desde la perspectiva del enunciado, pues sólo dentro de él resulta perceptible la desfocalización (Vid infra subacápite 1.1.3 y Capítulo 2, acápite 2.3).

3 Vid Van Dijk (1983), M. V. Escandell (1993) e Iranzo (2003).

4 Vale decir que aunque la semántica se encarga del estudio del significado de las palabras; la sintaxis, de la forma y la relación de las palabras en las frases y oraciones; y la pragmática, de estudiar el sentido con que se expresan las palabras, frases u oraciones en determinadas situaciones comunicativas, estos tres componentes tienen una estrecha relación, pues se complementan y no se pueden separar en un estudio lingüístico generalizado (Escandell, 1993: 7).

5 El contexto se define como una organización cuyas propiedades específicas están determinadas por la intención de comunicación, por el sentido comunicado y por la posibilidad de interpretación por parte del receptor. Desde el punto de vista de la expresión, el contexto es un conjunto que tiene por base la intención de comunicar; es una organización creada con intención para un fin determinado. Tradicionalmente se han distinguido los contextos lingüístico (se le conoce también como cotexto) y extralingüístico (Ullmann, 1976: 68). Otra propuesta clasificatoria muy difundida es la que divide al contexto en tres vertientes: lingüístico, social y situacional (Frías Conde, 2001: 6). Para más información vea Carreter (1971).

6 En este sentido, Leech describe algunos postulados a través de los cuales explicita las posibilidades ofrecidas por la pragmática para la descodificación de mensajes, estableciendo diferencias con la gramática (Apud. Iranzo, 2003: 22).

7 Plantea que la Pragmática y la Gramática comparten un mismo objeto de estudio: el conjunto total de enunciados de una lengua (Escandell, 1993: 15).