Dr. C (PhD). Renan García Tamayo
Profesor Titular- Universidad de Ciencia Médica de Santiago de Cuba 
Profesor catedrático en universidad de Lurio Nampula Mozambique
MSC. Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott
Profesora auxiliar, en universidad de Lurio Nampula Mozambique
PhD. Sergio Latorre Artega
Profesor auxiliar. Facultad de ciencias de la salud, Universidad de Lurio Nampula Mozambique
renangarciatamayo@gmail.com
Publicado sin revisión por pares
2.4.- La Concepción Científica Holística Configuracional como alternativa para la inteligibilidad de la formación del profesional de la salud en Mozambique.
La Concepción Científica  Holística Configuracional constituye una postura epistemológica de  interpretación de los procesos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento,  en niveles cualitativamente superiores y en desarrollo, a través de revelar los  rasgos, cualidades, relaciones, regularidades, principios y leyes que permiten  expresar la naturaleza contradictoria, holística, irregular y diferenciada, a  la vez compleja del objeto estudiado. En ese sentido permite la explicación,  comprensión, observación e interpretación de la formación del profesional de la  salud en Mozambique.
  En la Concepción se revela  la Ley del Carácter Sintético–Configuracional del Conocimiento Científico, que  permite interpretar el  proceso de  formación del profesional de la salud en Mozambique como dialéctico de la realidad,  que se desarrollan a través de una sucesión de síntesis determinadas por la unidad  contradictoria entre lo holístico y lo complejo.
  Se estipula el  autodesarrollo como expresión dialéctica de configuraciones, en pares dialécticos  mediados y contradictorios entre sí, lo cual permite determinar la existencia  de un estilo de pensamiento científico que responde a las necesidades y derroteros  de las ciencias, y en correspondencia se revela la significación de la construcción  del conocimiento científico a partir de establecer la relación entre lo holístico  y lo complejo, en la dialéctica de lo objetivo–subjetivo, que se expresa en el proceso  de la realidad y su modelación teórica, así como las relaciones dialécticas del  autodesarrollo, lo cual permite la interpretación de múltiples procesos en su autodesarrollo,  y a su vez esta Concepción conlleva, en lo epistemológico y lo metodológico, sustentar  el carácter consciente y transformador de la construcción del conocimiento  científico de la formación del profesional de la salud.
Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato: 
Renan García Tamayo, Mercedes De La Caridad Soler Lahittebignott y Sergio Latorre Artega (2018): “Sustentos de la pedagogía y didáctica de la educación superior para la formación del profesional de la salud en Mozambique”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea: 
//www.eumed.net/2/libros/1702/sustentos-pedagogia.html
Incluye la Teoría Holístico  Configuracional y el Método Holístico Dialéctico, síntesis y sustento del  sistema de categorías, relaciones, principio, regularidades y la Ley del Carácter  Sintético–Configuracional del Conocimiento Teórico, lo que reconoce el carácter  consciente y transformador del sujeto en la actividad humana, que se sustenta  en asumir e interpretar que la relación dialéctica objeto–sujeto, que constituye  una concreción del problema fundamental de la filosofía, y que en el desarrollo  de la concepción se sintetiza en una práctica humana en un contexto histórico,  social y cultural concreto, categorías que adquieren un carácter contradictorio  en la construcción científica del conocimiento teórico y con ello dinamiza el  desarrollo de este propio proceso.
Desde esta Concepción se  reconoce al sujeto capaz de construir el conocimiento desde las relaciones  dialécticas entre la observación, comprensión, explicación e interpretación, lo  que requiere y propicia el desarrollo de cualidades esenciales en los sujetos  como son: su compromiso social y profesional, su flexibilidad ante la diversidad  del conocimiento humano, su trascendencia en los ámbitos de desarrollo y autodesarrollo  y amor infinito a lo humano universal.
La Concepción Científica  Holística Configuracional se conforma y representa en calidad de modelo, al  tener en cuenta la Teoría Holística Configuracional; constituida por el sistema  de categorías, configuraciones, dimensiones, eslabones y la estructura de  relaciones; el Principio de lo Configuracional; las regularidades de la Teoría,  que conducen a la Ley del Carácter Sintético–Configuracional del Conocimiento  Teórico y el Método Holístico Dialéctico. La representación gráfica de la  Concepción Científica Holística Configuracional se muestra en la figura 2.4.1.  (Tomada de Homero Fuentes-2009)
En resumen la Concepción  Científica Holística Configuracional permite caracterizar, desde el punto de  vista epistemológico y lógico, la construcción científica del proceso de  formación  del profesional de la salud en  Mozambique, a partir de la relación dialéctica entre lo holístico y lo complejo  y el autodesarrollo, los cuales constituye el eje central dinamizador de la  propia Concepción para las ciencias, y una teórica, epistemológico y  metodológico para el pensamiento científico, distintiva en el ámbito de las  concepciones del Siglo XXI, referido a la construcción del conocimiento  científico, pues es capaz de determinar los niveles de interpretación,  cualitativamente superiores y en desarrollo, a través de revelar los rasgos,  cualidades, relaciones, regularidades, principios y leyes que permiten expresar  la naturaleza contradictoria, holística, irregular y diferenciada, a la vez compleja  del proceso de formación del profesional de la salud.
   La consideración de la Ley  del Carácter Sintético–Configuracional del Conocimiento Científico, en la  interpretación de la formación del profesional de la salud en Mozambique, como proceso  dialéctico de la realidad, que se desarrolla a través de una sucesión de síntesis  determinadas por la unidad contradictoria entre lo holístico y lo complejo. En  la consideración del autodesarrollo como expresión dialéctica de  configuraciones, en pares dialécticos mediados y contradictorios entre sí, a lo  que se incorpora la consideración de Método Holístico Dialéctico en el estudio  de del proceso formativo de profesionales de la salud en este contexto.
2.5. La condición humana, vista desde la Concepción Científica Holística Configuracional y sustento para la formación socio-humanista-asistencial del profesional de la salud en Mozambique.
Antes  de comenzar abordar la esencia y condición humana, es preciso que se aclare que  aunque ahora se vea la condición humana desde la Concepción Holística Configuracional  ella sirvió de sustento ontológico para la elaboración de la Teoría Holística  Configuracional. Su abordaje por otro lado ha permitido además considerar que  la salud no es solo el pleno bienestar bio-psico-social como se asume desde la  OMS en los momentos actuales, cuyo concepto se abordada una vez que se concluya  lo referente a la condición humana ya que la salud es en esencia la buena  condición humana, en ese sentido son sus consideraciones teóricas que permite  encaminar los sustentos epistemológicos del concepto de salud, que además de  estar enriquecido por los presupuesto culturales de los autores de este texto  es una visión más totalizadora a tener en cuenta para la formación  socio-humanista-asistencia del profesional de la salud en post de garantizar  una buena condición y calidad de vida en la comunidad donde laboren .  
   Desde la Concepción  Científica Holística Configuracional se hace necesario investigar los múltiples  procesos y fenómenos relacionados con la condición humana, que requieren un  replanteamiento desde una nueva perspectiva de análisis, que propicie la  consideración de la dialéctica entre lo holístico y lo complejo, al dar un tratamiento  teórico a problemáticas de gran interés en la contemporaneidad y que constituyen  aspectos esenciales en el desarrollo de la humanidad. Aunque tratados por  diferentes investigadores desde distintos contextos teóricos, no han quedado totalmente  agotados, toda vez que constituyen temas muy polémicos y por lo tanto requieren  de una profunda valoración y reflexión.
   Una de las cuestiones  esenciales que entraña la búsqueda de respuestas en la actualidad, lo es la  condición humana, máxime si esta categoría constituye un aspecto esencial en la  interpretación del sujeto contemporáneo y el abordaje de las condiciones de  salud, es decir, se requiere abordar la problemática en torno a la existencia  del ser humano, lo cual implica determinar su esencia, tanto en lo singular  como en lo general, o más exactamente, sobre la esencia y la naturaleza del ser  humano.
   Esta temática tiene una  trayectoria histórica en el devenir del pensamiento teórico de la humanidad, de  ahí que desde los albores del desarrollo humano se encuentren criterios e ideas  que permiten significar el alcance histórico-lógico de la significación de la  esencia de la condición humana. Es así que en Mesopotamia, que aparece, de origen  sumerio y en escritura cuneiforme hacia la primera mitad del segundo milenio a.n.e.,  el Poema de Gilgamesh: una epopeya que contiene la más antigua reflexión sobre  la condición humana. Haciéndose referencia a la amistad, al amor entre los  hombre, a la búsqueda de la inmortalidad, a las contradicciones como fuente de  armonía y desarrollo, al compromiso con el resto de los semejantes. 
   En ese sentido el mismo  contiene una profunda y sabia, antigua y actual, reflexión sobre qué son y como  tienen que vivir los humanos, donde se aprecia una reflexión que trata de  desentrañar la esencia humana, sin embargo los conocimientos sobre estos  aspecto de la condición humana en la época, son considerados incipientes, en  correspondencia con los actuales, lo cual dedujo una consideración de la condición  humana desde un pensamiento empírico-místico del desarrollo social.
   Otro momento relevante lo  fue las concepciones alcanzadas en la Antigüedad Clásica, en Grecia y Roma, con  múltiples ejemplos que son muestra de su preocupación en torno al ser humano y  los problemas que le son intrínsecos. Uno de los filósofos que prestó atención  a este fenómeno lo fue Anaximandro (647-546, a.n.e.) quien después de Solón  considera la justicia como dominadora de mundo humano y ley que castiga la  violencia, el nacimiento y la muerte, abordo la relación indisoluble del hombre  con la naturaleza.
   Por otro lado y seguido a  Anaximandro viene Heráclito quien en el 504 antes de J.C. escribió una obra  titulada “En torno a la naturaleza” constituida por aforismos y sentencias  breves. Aborda la importancia de la comunicación entre los hombres, y da los  primero esbozo de que el hombre solo vive en la relación con los demás hombres  y considera que las cosas que suceden entre los hombres tienen causas  individuales o comunes con otros hombres.  
   Por otro lado Demócrito  (460-370, a.n.e.), quien se interesó por indagar y considerar qué es el ser  humano, a lo cual dio como respuesta “hombre es aquello que todos sabemos”,  aunque imprecisa y generalizadora. En esta consideración se percibe un  conocimiento muy incipiente, ante todo porque su preocupación de darle primacía  a los estudios de lo material, con lo que no llega a comprender la existencia  del ser humano en toda su claridad, sin embargo es válido reconocer su  preocupación por la esencia humana, aunque desde una perspectiva idealista.
   De igual forma Aristóteles  (384-322, a.n.e.), a pesar de su esfuerzo por enriquecer la “racionalidad”,  como esencia universal y necesaria del ser humano, considera como rasgos  “accidentales”, la sociabilidad, el lenguaje y la corporalidad, por lo cual no  consiguió escapar a las insuficiencias teóricas del substancialismo en la interpretación  de lo humano y su naturaleza objetiva. 
   Los cínicos, como Diógenes (404-323,  a.n.e.), y los estoicos, como Antípatros (-319, a.n.e.), realizaron su incursión  en la existencia humana, a la vez que manifestaron contraposiciones en los  puntos de partidas en su interpretación.
   Un salto superior se  encuentra en Platón (428-347,a.n.e.), pues desde el movimiento dialéctico de la  idea, condiciona el avance del ser humano; y así para este filósofo, al asumir  la dialéctica, considera el saber de esencias de lo humano, sólo que a partir  de la idea, que es la que mueve y da fundamentos a la existencia humana. Aquí  se revela la posición idealista objetiva ante la interpretación de la condición  humana.
   San Agustín (354-430),  algunos siglos más tarde, en su libro “Confesiones” aborda la cuestión de la  esencia divina del ser humano y se pregunta por éste, desde la perspectiva que  se abre, decididamente, hacia lo que posteriormente se entendió como condición  humana y no como “naturaleza”; en este nivel de contradicción entre las  categorías se establece una contingencia que posteriormente tuvo un rol  decisivo en la historia del pensamiento teórico acerca del ser humano.
   De esta misma forma Tomás de  Aquino (1225-1274) en su obra la “Suma Teológica” (1265-1273) direcciona la  existencia de lo humano a partir de lo divino, lo cual obedece a Dios como ser  supremo universal que rige al ser humano en el plano terrenal.
   Es indiscutible que en toda  la etapa del desarrollo de la Pre-escolástica y la Escolástica la  interpretación de la existencia humana y en sí su naturaleza, estuvo determinada  a partir de patrones religiosos, que trascendieron su época y que aún subsisten  desde la creencia de la formación humana verbigracia a la creación divina como  se expresa en la Biblia, en el Génesis.
   La Biblia no es un libro de  texto o tratado del ser de Dios, tampoco es un tratado de antropología, sin  embargo permite conocer acerca del ser humano, de donde se infiere la manera de  como él actúa en respuesta a la actividad de Dios, por consiguiente, es difícil  hablar de una doctrina bíblica de la naturaleza del ser humano, excepto cuando  se concibe la doctrina en términos de teología.
   En el Renacimiento, Giovanni  Pico della Mirandola (1463-1494), filósofo y humanista italiano que nació cerca  de Ferrara y estudió en la Universidad de Bolonia. A los 23 años se estableció  en Roma, donde envió una lista de 900 tesis o proposiciones sobre toda clase de  materias, ofreciéndose a defenderlas en público. El Papa juzgó que algunas de  sus tesis, que tenían relación con la magia cabalística, podían considerarse  heréticas y le prohibió continuar con sus proyectadas discusiones. En 1489 Pico  terminó el Heptaplus, un relato místico de la creación del universo. La  biblioteca de Pico fue una de las más importantes y globales de su época. 
   Fernán Pérez de Oliva  (1494-1533) en España también se ocupó del estudio humanista y la problemática  de la condición humana y Miguel de Montaigne o Michel Eyquem de Montaigne  (1533-1592),  escritor francés que  introdujo por primera vez el ensayo como forma literaria. Sus Ensayos, que abarcan un amplio abanico de temas, se caracterizan por un estilo  discursivo, un tono coloquial y el uso de numerosas citas de autores clásicos.
   Como pensador, Montaigne  destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como  por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una base racional.  Observaba la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las  contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana,  lo que hoy se identifica con el sujeto-objeto o con lo material y lo ideal; lo  cual es muestras de la existencia siempre del problema fundamental de la filosofía.  Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las  actitudes propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y  los deseos. El más extenso de sus ensayos, Apología de Raimundo de Sabunde, es un estudio de la capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser  humano.
   En lo que respecta a la  educación, Montaigne se interesó por la formación del aristócrata y sostuvo la  necesidad de enseñar a los alumnos el arte de vivir. Este arte se adquiere a  través de la capacidad de observación y conversación y a través de los viajes.  La lectura debería servir para ayudar a emitir juicios correctos y no sólo para  desarrollar la facultad de la memoria. Montaigne insistió en la importancia de  practicar con rigor y asiduidad el ejercicio físico, como parte indisociable  del desarrollo integral de la persona.
   De gran importancia  constituye el Humanismo renacentista, donde el ser humano ocupa el centro de  atención de toda reflexión filosófica y antropológica, incluso hasta de la  creación artística, tal como se expresan en las imágenes artística de Leonardo Da  Vinci (1452-1519), Miguel Ángel (1475-1564), Sandro Boticelli (1445-1510),  entre otros. En toda esta época la visión del ser humano alcanza una dimensión  más integral, terrena, y menos ideal o extraterrena, desvinculada de todo  quehacer divino, aunque no puede olvidarse que aún la condición humana no es  dilucidada en todos los aspectos que marquen la impronta de su totalidad, sino  que se configuran elementos importantes que tipifican el camino hacia una  construcción teórica que requiere mayor nivel de interpretación.
   Los cínicos y los estoicos,  San Agustín (345-430) y los pensadores renacentistas, entre otros, representan  momentos cruciales de la concepción esencialista de lo humano, la cual es  contrapuesta por otra de signo existencial, donde la empiricidad y contingencia  remiten el problema de la condición humana a la categoría identificada como de  “natura naturans”. En esta dirección se encuentra el pensamiento de Giambattista  Vico (1668-1744) quien sostiene que concebir lo humano como “natura naturata”  es abordarlo como una realidad “substante” y acabada, pensada a partir de la  metáfora de su producción por obra de un agente externo, que la trae a la existencia  a partir de un modelo previo.
   D. Hume (1711-1776) en su  obra “Tratado de la naturaleza humana”, desde una posición idealista asume las  ideas unitarias acerca del ser humano, que según su consideración nunca puede  transformar hacia cierto orden o sucesión de acontecimientos y apuntó que la  debilidad del ser humano se desprende de todas sus construcciones. Sus puntos  de vista en la teoría del ser niegan la existencia de la categoría de  sustancia, él reduce a la idea de un conjunto de cualidades aisladas, a su vez  le dio importancia a la vida psíquica y en su filosofía de la religión consideró  que el universo tiene cierta analogía con la naturaleza humana, de ahí su inconsistencia  con la comprensión de la esencia humana al enfocarla desde una posición  idealista.
   Otro representante de éste  siglo XVIII, donde se aprecia una visión acerca de lo humano universal es en J.  J. Rousseau (1712-1778), filósofo, teórico político y social, músico y  botánico francés, uno de los escritores más elocuentes de la Ilustración.  Nació el 18 de junio de 1712 en Ginebra (Suiza).  En 1750 ganó el premio de la Academia de Dijon por su Discurso  sobre las ciencias y las artes (1750) y, en 1752, fue interpretada por  primera vez su ópera El sabio del pueblo. Tanto en las obras anteriores,  como en su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1755), expuso la teoría que defendía que la ciencia, el arte y las  instituciones sociales han corrompido a la humanidad, y según la cual el estado  natural, o primitivo, es superior en el plano moral al estado civilizado. Su  célebre aserto: “Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo  degenera en manos de los hombres”. 
   Rousseau  en 1756  escribió la novela Julia o La nueva Eloísa (1761). En su famoso tratado  político El contrato social o Principios de derecho político (1762),  expuso sus argumentos sobre libertad civil y contribuyó a la posterior  fundamentación y base ideológica de la Revolución Francesa, al defender la  supremacía de la voluntad popular frente al derecho divino. Realizó una gran  contribución al movimiento por la libertad individual y se mostró contrario al  absolutismo. Su teoría de la educación condujo a métodos de enseñanza infantil  más permisivos y de mayor orientación psicológica, e influyó en el educador  alemán. La nueva Eloísa y Confesiones introdujeron un nuevo  estilo de expresión emocional extrema, relacionado con la experiencia intensa  personal y la exploración de los conflictos entre los valores morales y  sensuales. 
   A través de estos escritos,  Rousseau influyó de modo decisivo en el romanticismo literario y en la  filosofía del siglo XIX. Su obra también está relacionada con la evolución de  la literatura psicológica, la teoría psicoanalítica y el existencialismo del  siglo XX, en particular por su insistencia en el tema del libre albedrío, su  rechazo de la doctrina del pecado original y su defensa del aprendizaje a  través de la experiencia más que por el análisis. Su espíritu e ideas  estuvieron a medio camino entre la Ilustración del siglo XVIII, con su defensa  apasionada de la razón y los derechos individuales, y el romanticismo de  principios del XIX, que propugnaba la experiencia subjetiva intensa frente al  pensamiento racional. Fue el teórico educativo más relevante del  siglo XVIII. Su influencia fue considerable tanto en Europa como en otros  continentes. En Emilio (1762) insistió en que los alumnos debían ser  tratados como adolescentes más que como adultos en miniatura y que se debe  atender la personalidad individual. Entre sus propuestas concretas estaba la de  enseñar a leer a una edad posterior y el estudio de la naturaleza y de la  sociedad por observación directa. Sus propuestas radicales sólo eran aplicables  a los niños; las niñas debían recibir una educación convencional. 
   Las contribuciones educativas  de Rousseau se dieron en gran parte en el campo de la teoría; quien escribió  dos obras importantes; “discurso sobre el origen y desigualdad entre los  hombres” (1755) y “Emilio o de la Educación” (1772), en las mismas se aprecia  cierta tendencia por investigar la existencia humana, a la vez que el rol de la  cultura y la educación como aspectos fundamentales en la interpretación del  sujeto, quien en él debe reinar la amistad y la armonía, así mismo propugnaba  las libertades cívicas y la igualdad de los hombres independientemente de el  origen de los mismos, se aprecia un reconocimiento a la existencia humana sobre  la base de considerar la igualdad, los derechos y la misma naturaleza de todos  los seres humano. Aspectos que propician su desarrollo a través de plantearse  la educación como tarea necesaria para formar sujetos activos.
   En la Filosofía Clásica  Alemana de finales del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX se puede  aludir a las posiciones de G. W. F. Hegel (1770-1831) y L. Feuerbach (1804-1872),  el primero atribuye a la existencia humana una esencia idealista, al analizar  la categoría enajenación, la cual interpreta a partir de la actividad material de  los sujetos estudiando a estos últimos y su historia como resultado de su  propio trabajo, sin embargo, al partir de la identidad del ser y el pensamiento  se pierde la comprensión real del sujeto como manifestación de la idea,  concepto, espirito, ya que la Idea Absoluta al retornar a sí misma conoce el  contenido de las diversas variedades de la conciencia y la actividad humana. En  él encontramos el reconocimiento de la dialéctica como esencia del desarrollo,  aunque no la aplicó a la comprensión de los seres humanos.
   L. Feuerbach por su parte  interpreta la esencia humana desde una posición antropológica donde promueve a  primer plano el problema de la esencia del sujeto considerándola como objeto  único, universal y superior. Su antropologismo está despojado de todo  materialismo y es que al considerar al hombre lo enfoca como individuo  abstracto y puramente biológico, pero además desde el estudio de la religión  interpretó esa esencia humana a partir de que ella es la enajenación de las propiedades  humanas, en tanto el sujeto, ahí se duplica y se personifica en Dios y desde  donde contempla su propia esencia.
   En tal sentido, para L.  Feuerbach, cuando afirma que «la antropología es el secreto de la teología»,  significa que en último término Dios no es sino el producto de la proyección de  los deseos del hombre, de su esencia ideal (ideal, es decir: no realizada), la  religión constituye la autoconciencia inconsciente del ser humano a la vez que  no pudo comprender el mundo real en que vive el sujeto social.
   En general predominaron en  el pensamiento premarxista acerca de la esencia humana dos posiciones  identificadas; las teorías religiosas defensoras de que el ser humano, todo  hombre, tiene un alma y que ésta es precisamente su naturaleza; y la otra, las  teorías naturalistas como la de la biología, que indica la constitución genética  y biológica se realizan en lo fundamental del mismo modo en todos los seres  humanos de todos los lugares y de todas las épocas. Estas posiciones fueron criticadas  y solucionadas con la aparición del Marxismo.
   Es con C. Marx (1818-1883) y  F. Engel (1820-1895) cuando se revolucionó la concepción interpretativa de la  esencia humana ya que fueron capaces de comprender al sujeto como totalidad  concreta, sólo a partir de desentrañar el rol de la práctica y el contexto  histórico socio-cultural. La gran significación de marxismo consistió en  comprender e interpretar qué es el ser humano, su formación y desarrollo en la  sociedad, a partir de elaborar la teoría dialéctica materialista de la actividad,  lo cual permitió penetrar en la interpretación de la esencia humana.
   En tal sentido la  interpretación del sujeto perdió la separación metafísica entre esencia y  existencia, y sus derivaciones antropológicas y naturalistas, tanto desde la  postura racionalista como empirista. Los clásicos al criticar la concepción abstracta  y ahistórica de la esencia humana, postulada por L. Feuerbach, asumen una nueva  concepción al considerar a la esencia humana no como algo abstracto inherente a  cada sujeto, sino que dicha esencia no es más que el conjunto de relaciones  sociales. Es por eso que la práctica constituyó un eslabón esencial en la comprensión  del hacer humano, donde la esencia humana existe en la relación de lo social y  lo individual. Con razón hacen alusión de que dicha naturaleza constituye la  base de su propia existencia humana.
   Posterior al desarrollo del  marxismo surgieron diversas posturas antropológicas que trataron de explicar la  esencia y naturaleza humana y con ello su condición, las mismas fueros  desarrolladas en la antropología burguesa a partir de y una concepción  idealista y metafísica y en las cuales se encuentra oposición entre lo biológico  y lo social y concluyen que la esencia humana es algo dado de una vez y para  siempre por la naturaleza humana, como es por ellos interpretada.
   En la antropología  filosófica existen diversas tendencias consideradas como doctrinas básicas  acerca de las ciencias del hombre como la psicobilógicas, culturales,  cristianas, a la vez que corresponden con las concepciones de Max Scheler  (1874-1928), H. E. Hengstenberg. A su vez los seguidores de la antropología de  la acción, como H. Plessner, A. Huelen, E. Rothacker y W. Graeber, entre otros  que fueron incapaces de explicar la dialéctica de la naturaleza humana, pues  apelaron al subjetivismo.
   Una corriente que dedicó  atención a los problemas de la esencia humana lo fue el existencialismo, que  ontologías la existencia subjetiva humana. Ejemplos característicos lo  constituyen M. Heidegger (1889-1976) y J. P. Sastre (1905-1980), en el caso del  primero sigue la tendencia irracionalista de Kierkegaard, la Filosofía de la  vida de Nietzsche y la Fenomenología de Husserl. En la “fábula de Cura”, rescatada  por Heidegger del Liber Fabularum de Higinio, incorporada a su obra El Ser y  Tiempo, asumió el relato de que el hombre resulta creado por obra de un “proceso  analítico”, donde se incorporan dos elementos parciales que, por su unión, configuran  una totalidad, donde dio primacía al primero al considerar que el cuerpo se  modela sobre el barro húmedo de las márgenes de un río. Su concepción fue apriorística  por lo que para este filósofo el sujeto como hombre debe abjurar de todas las  orientaciones prácticas concretas y tomar conciencia de su mortalidad, por lo  que el sujeto como hombre debe despojarse de los fines y los ideales. Esta posición  constituye una visión idealista de la condición humana que rechaza toda posibilidad  de potenciar la formación humana a planos superiores.
   Por otra parte, en el caso  de J. P. Sartre considera que no existe la naturaleza humana y rechaza la  existencia de una naturaleza espiritual o física que pueda determinar nuestro  ser, nuestro destino, nuestra conducta. Para él el ser humano en su origen es  algo indeterminado, y sólo nuestras elecciones y acciones forman el perfil de  nuestra personalidad.
   J. P. Sastre en su obra “El  existencialismo es un humanismo” introduce el concepto de “condición humana”  (que para algunos intérpretes viene a ser un remedio de la noción de esencia o  naturaleza), la condición humana para este filósofo existencialista es el  conjunto de los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el  universo. Estos límites son comunes a todos los seres humanos; es el marco  general en el que invariablemente se desenvuelve la vida humana. Este marco  básico de la vida humana se aborda desde la consideración de su existencia en  que debe: estar arrojado en el mundo; tener que trabajar; vivir en medio de los  demás; ser mortal. Con estos cuatro puntos J. P. Sartre se refiere a la inevitable  sociabilidad humana, a la inevitable libertad en la que vive el hombre y a la  inevitable indigencia material de nuestra existencia, indigencia que obliga al trabajo  y a las distintas formas de organización social que sobre el mismo trabajo se levantan.
   La concepción esencialista  del hombre, expresada en la tradición europea moderna tiene su connotación en  la Antropología Teológica, donde existen diversas posiciones teológicas que  postulan el carácter divino de la condición humana. Un caso muy especial lo  constituye el de ZetaTalk quien en su ensayo “La Condición Humana” realiza un  exhaustivo análisis de este fenómeno; para este investigador el amor sentidos  por todas las formas de vida, incluso hasta cierto grado por las plantas, es el  factor de la vida, como divinidad. Es intrínseco a la vida que conduce a lo  humano a situaciones que entran en conflicto con su deseo de seguridad, de ser  el centro de atención de todas las cosas.
   En América Latina se denota  un recorrido histórico en la atención a la condición humana para significar la  esencia del hombre, como aspecto fundamental en el contexto de este continente;  es así, que desde el “Popol Vuh”, libro del consejo, algunos autores lo  ubican en la década comprendida entre 1550 y 1560. Fue elaborado en lengua  kuiche. En el padre Bartolomé de las Casas y otros se encuentran aspectos  fundamentales en torno a este problema. 
   Otra es la visión que  aparece en los textos de Arturo Roig, quien reflexiona sobre la  condición humana en la que hace necesario agregar que ese amor por lo  propio no encuentra su impulso generador en alguna motivación narcisista  ni en algún irracionalismo telúrico y más fiel a una posición dialéctico materialista  lo es Ernesto Guevara (1928-1967), quien en “El Hombre y el socialismo en  Cuba”, hace referencia a que este desarrollo pleno del hombre se obtiene  de la apropiación de la propia naturaleza humana mediante el trabajo libre de la enajenación y la expresión de la condición humana a través de la cultura  y el arte.
   La construcción del  conocimiento, como proceso cultural sustentado en la existencia del hombre y su  condición humana, desde una antropología filosófica que no se reduce a la  simple relación sujeto-objeto, que sólo propicia una comprensión abstracta sin  permitir interpretar la propia totalidad del fenómeno desde la perspectiva  holística y compleja, en una relación dialéctica reveladora de los intersticios  de esta realidad, donde se debe asumir la relación del todo y las partes.
   Se requiere, entonces, el  plantearse qué es el ser humano, en la búsqueda de lo común y diferente de los  restantes seres vivos, lo que se identifica como esencia o naturaleza. La  consideración acerca de qué es la "naturaleza humana" ha de estar vinculada  a un concepto más abarcador como es el de “condición humana”, que, antes de  estudiar en qué consiste, se hace preciso esclarecer el concepto de naturaleza  humana para despejar los equívocos y reconstruir desde una concepción holística  y compleja la condición de existencia humana.
   En el desarrollo de la  cultura el concepto naturaleza humana ha trascendido a las primeras creencias  en la inmutabilidad y universalidad de la naturaleza humana. Si se cuestiona  esas creencias o se niega la existencia de una naturaleza humana universal e  inmutable, se cuestiona con ello, las visiones del hombre, mundo y divinidad y  las del lugar del hombre en el cosmos, transformando la cosmovisión de lo  humano.
   La naturaleza consciente del  ser humano y la consideración de la unidad dialéctica entre la conciencia  social e individual, es inherente a la existencia humana. No se refiere a los  rasgos específicos del sujeto, sino de que el mismo es un ser vivo que interactúa  con el medio, lo trasforma y se transforma, condicionando su propio desarrollo,  lo que implica no sólo la transformación de su naturaleza biológica, sino también  la transformación de lo social y lo espiritual que se desarrolla en la unidad con  lo biológico y lo ecológico.
   El desarrollo de la cultura  desde proceso de construcción del conocimiento científico de la existencia del  sujeto y su condición humana, parte de sustentarse en la antropología  filosófica, sociocultural y ecológica que no se reduce a la simple relación sujeto-objeto,  que sólo propicia una comprensión abstracta, sin permitir interpretar la propia  totalidad del fenómeno desde una perspectiva que aprecie su totalidad como proceso  y a la vez reconozca la diversidad de factores e influencias, en una relación dialéctica  reveladora de los intersticios de esa realidad, donde se debe asumir la relación  del todo y las partes.
   Desde la consideración  holística y compleja se precisa el problema de lo ontológico del ser humano,  pues al hacer referencia a la naturaleza humana se reconoce lo que forma parte  de todos los seres humanos y no a determinado grupo en particular, así como  también la palabra "naturaleza" lleva a pensar en la esencia misma de  lo humano, y no simplemente en una particularidad de este, es decir lo que es  en sí el ser humano. 
   La naturaleza humana no  puede ser algo independiente del desarrollo, autodesarrollo y transformación  del ser humano, que lleva a éste a un fin determinado, porque éste es dinámico  en su esencia, de modo que la misma naturaleza humana, es la que lleva a su fin  o plenitud durante el curso de la vida. Es decir, con lo que se nace y se sigue  todo el tiempo y durante toda la vida, dinamizando el desarrollo de la misma.
   Se reconoce, en  consecuencia, el carácter de contrarios dialécticos de lo biológico y lo  ecológico, aspecto este que se manifiesta en cualquier ser vivo. Lo biológico  como categoría que expresa la vida, es una síntesis de totalidad de factores e  influencias presente en todo ser vivo, que no se reduce solo a aspectos  orgánicos, sin embargo estos factores están en interacción con el ámbito donde  este ser vivo se desarrolla, lo que identificamos como lo ecológico, en los  seres humanos esta contradicción se sintetiza en lo espiritual y lo social,  constituyendo la relación entre lo espiritual y lo social también un par  dialéctico que se da en unidad con la contradicción entre lo biológico y lo  ecológico, tal consideración revela el desarrollo de la naturaleza humana. 
   Esta condición va permitiendo  pensar entonces que la condición de salud humana al ser inherente a esta  especie, ha de estar en relación a su naturaleza que no es solo  bio-psico-social  sino también ecológica  y espiritual. 
   Es así que se significa el  carácter social de los seres humanos, y ello lleva implícito lo espiritual, que  en muchos casos se obvia su relevancia o se asume como una consecuencia o subproducto  de lo primero, y en la que se manifiesta una relación contradictoria de significados  y sentidos. La connotación de la naturaleza espiritual de los seres humanos, y  ella en la unidad dialéctica con su naturaleza social, sustenta el desarrollo  de la conciencia social e individual como soporte de la formación intencional  que se desarrolla en los procesos conscientes, por lo que el sujeto es consciente  gracias a esa unidad dialéctica entre lo espiritual y lo social, lo que permite  que se propongan propósitos, concepciones y estrategias que pueden trascender  en su ámbito.
   El sujeto se auto-desarrolla  y desarrolla, a partir de su carácter espiritual y social, en un medio cultural  y natural, ello conlleva a reconocer lo espiritual en todas sus dimensiones,  religiosa, ideológica, voluntad de luchar, vivir y hasta de utopías por una  causa. Al decir del Reverendo Raúl Suárez la espiritualidad constituye una dimensión  humana que debe ser despojada de su connotación dualista, como aspecto de la  vida desvinculada de lo material, por lo tanto no debe verse como opuesto a lo  material y lo espiritual debe ser despojado de su connotación dualista y en  referencia a N Alessio, señala que lo espiritual es una manera de vivir, de  sentir, de amar, de crecer, de existir, de comer, de luchar, de pensar, de  reír, de llorar y también de morir, que abarca todas las dimensiones de la vida  y la existencia humana. (R. Suárez 1997).
   En consecuencia con la  referencia citada, en la consideración de la naturaleza humana lo espiritual es  síntesis en la dialéctica de lo biológico y lo ecológico y lo dinamiza, por lo  que se configura en la dimensión que expresa y propicia la vida, el desarrollo  de la existencia misma en aspectos como los sentimientos, la voluntad, el amor,  entre otros, todo lo cual sustenta la espiritualidad como cualidad que emerge en  la dialéctica de lo material y lo espiritual de la existencia humana. La  espiritualidad tiene un profundo contenido en el ser humano. Cualquiera que sea  esa sustentación, somos seres espirituales y, como tales, se ejerce la formación  socio-espiritual del ser humano asa como que se puede influir consciente e  inconscientemente en el estado de salud del ser humano. Figura 2.5.1. También  tomada de Homero y colaboradores-2009-
   La naturaleza humana se  transforma en unidad dialéctica con la capacidad transformadora humana, la que  constituye otra consideración imprescindible para comprender el desarrollo de  la propia naturaleza humana, es la reflexión que permite esa diferencia de la  naturaleza humana respecto a la de otros seres vivos, que radica en el  desarrollo de la capacidad transformadora humana, dada en las relaciones contradictorias  entre el saber, el hacer, el ser y el convivir, como potencialidades humanas  que se expresan en sus comportamientos en el entorno social, cultural y  natural.
   Tal consideración permite  asumir las relaciones para interpretar el autodesarrollo humano en su entorno,  en tanto se reconoce esta capacidad de transformación a partir de sus  potencialidades, que en su desarrollo llegue a ser un aspecto significativo en  el comportamiento de los seres humanos en un contexto social.
   El comportamiento humano no  puede ser interpretado desde posiciones unilaterales, y mucho menos por una  absolutización de los postulados de una ciencia, como ha ocurrido en el caso de  la Psicología. Se trata de establecer una dinámica interpretativa de la visión  totalizadora de la capacidad transformadora humana como un comportamiento que  no sea unilateral, visto desde la Psicología u otras ciencias, como pretende M.  Martínez (1998).
   El comportamiento humano se  propicia a partir de la capacidad transformadora humana, en su saber, hacer,  ser y convivir, los cuales sustentan los conocimientos, habilidades, valores y  valoraciones, configuraciones subjetiva-objetivas en el sujeto no son factibles  de ser medidas porque están en la misma esencia humana, a partir de lo cual se  desarrolla el sujeto hacia estadios superiores en la historia de la humanidad,  pues constituye en su capacidad desde donde se proyecta y se realizan las  verdaderas aspiraciones de los sujetos para actuar en los disímiles contextos socio  culturales. 
   De tal forma el saber y  hacer constituyen un par dialéctico, mediado por el ser y el convivir, los  cuales constituyen a su vez un par dialéctico contradictorio con el saber y  hacer. Figura 2.5.2.
   Se considera que la relación  entre la naturaleza humana y la capacidad transformadora es de carácter  dialéctico, lo que significa que precisamente la capacidad transformadora  humana es resultado del desarrollo de la naturaleza humana, pero a su vez es la  capacidad transformadora humana la que propicia el desarrollo y transformación  de la naturaleza humana, que en su desarrollo llega a que el sujeto configure una  espiritualidad y sea capaz desde lo biológico, ecológico, espiritual y social desarrollar  su ser y su convivir en un saber y hacer. Así, en la condición del ser está el  desarrollo de lo espiritual y social que distingue al ser humano de los  animales, como sujeto social e individual.
   La naturaleza humana y su  capacidad transformadora, constituyen contrarios dialécticos mediados, que  existen en procesos de la realidad de carácter esencial en ella, que en su  síntesis en terceros condicionan su propio desarrollo dialéctico, como es en la  actividad humana y las cualidades más esenciales de los seres humanos.
   La actividad humana es  comprendida como la actividad transformadora, cognitiva, valorativa y  comunicativa desarrollada por los sujetos, mediada la naturaleza humana y su  capacidad transformadora en síntesis dinamizadora y condiciona la transformación  y desarrollo de los propios seres humanos en un contexto histórico social y cultural  determinado, lo cual sustenta el progreso humano, pero a su vez ha de  desarrollarse en unidad dialéctica con el desarrollo de los valores y  valoraciones, cualidades esenciales del sujeto, como son el compromiso, la  flexibilidad, la trascendencia y el amor, que en la formación del profesional,  son su compromiso social y profesional, su flexibilidad en la construcción del  conocimiento y su trascendencia en el contexto social y cultural, así como su  amor. 
   De lo anterior se significa  que existen valores como el patriotismo y la solidaridad, entre otros, no son más  que las manifestaciones del compromiso social; la ética, la entrega a la sociedad,  la consagración a su trabajo, de ahí que expresan su compromiso.
   En esta concepción sobre las  cualidades esenciales del ser humano, la flexibilidad expresa sus  potencialidades para reconocer al otro, la aceptación de la diversidad y el  respeto al ser humano y su entorno y cultural con lo cual es capaz de  incorporar la cultura universal en su entorno y a su actividad.
   El compromiso y la  flexibilidad se comportan como contrarios dialécticos, pues sólo el compromiso  conduce al dogmatismo, a la rigidez, mientras sólo la flexibilidad lleva a la  pérdida de la identidad, pero el compromiso se reafirma en la flexibilidad y  esta última se configura en el compromiso. La unidad dialéctica entre  compromiso y flexibilidad permite la trascendencia en su ámbito cultural y  social, preservando su identidad como expresión de compromiso social.
   En igual consideración en la  dialéctica entre el compromiso y la flexibilidad media el amor como cualidad  humana suprema, pero el amor en unidad dialéctica con la trascendencia se  expresa en el compromiso y la flexibilidad de los sujetos, conlleva al  reconocimiento del autodesarrollo de las cualidades más esenciales humanas, dinamizados  de la relación entre el compromiso, la flexibilidad, la trascendencia y el amor  del que emergen valores esenciales del ser humano como la dignidad, el honor,  el decoro. 
   Desde las consideraciones  realizadas, la condición humana emerge como la cualidad y esencia del sujeto,  de la síntesis entre la naturaleza humana, la capacidad trasformadora humana, y  las cualidades humanas, lo que propicia que el ser humano transcienda en su  época y contexto. Figura 2.5.3.
Otra consideración  ontológica es que la realidad presenta como propiedad la sistematicidad, lo que  se manifiesta en la estructura natural, social y espiritual de los sujetos, así  como en la naturaleza coherente de su autodesarrollo dialéctico, lo que sustenta  las potencialidades de los seres humanos en su autodesarrollo, lo cual considera  en los objeto o fenómeno de la realidad se transita por una sucesión continua y  a saltos de eventos, condiciona el movimiento dialéctico en diversas etapas cualitativamente  superiores en el tiempo y el espacio.
   Todo lo anterior ha  permitido a los autores de este texto considerar un concepto de salud más  esencial que el emitido por la OMS y que consiste en: considerar que la salud no es solo el pleno bienestar bio-psico-social  del individuo con ausencia de enfermedad, sino también un bienestar ecológico y espiritual, en estrecha relación con las potencialidades  humanas de ser saludable como lo aptitudinal, saber sobre los  problemas que la dificultan o la potencian como lo conceptual, hacer por  conservarla o reconquistarla como lo actitudinal y procedimental, más el convivir como la capacidad del ser humano a adaptarse al medio social,  económico, político, ideológico, espiritual, ecológico y cultural en que se  desarrolla, para estar en equilibrio; sin separase de su  actividad cognoscitiva sobre los problemas que entorpezcan o faciliten  bienestar del ser humano, unido a la comunicación sobre las condiciones  de la que dependa el buen vivir (digno y decoroso), para condicionar las valoraciones correspondientes que permitan las transformaciones de la realidad en  aras de un adecuado nivel de vida. En lo que hay que tener un compromiso con las situaciones concretas en las que interviene, donde se encierra: la  responsabilidad, el interés, la sensibilidad, el complimiento de la palabra  empeñada, el secreto y la identidad entre otras cualidades, pero con flexibilidad que signe la empatía, el respeto a las opiniones y conductas  ajenas, la inteligencia emocional, la asertividad, la resiliencia y el  consentimiento informado, entre otras, para que pueda entonces trascender las condiciones de bienestar, y hacerlo todo con un infinito amor que  encierre la autoestima y el altruismo.   
   En la Concepción Científica  Holística Configuracional se reconoce al proceso a partir del carácter  consciente de los sujetos implicados en un contexto histórico social, como un  espacio de construcción de significados y sentidos, lo que se expresa como un  proceso de naturaleza compleja, holística y dialéctica.
   Desde esta perspectiva se le  concede un papel esencial al sujeto en la configuración del proceso en el cual  está implicado y el que se puede contribuir a reducir las insuficiencias  teóricas y metodológicas que se manifiestan en la interpretación y desarrollo  de los procesos de formación y desarrollo humano del profesional de la salud en  Mozambique, en la construcción del conocimiento científico.
   La Concepción Teórica  Holístico Configuracional de los procesos de construcción del conocimiento  científico, incluye la dialéctica entre la Teoría Holística Configuracional y  el Método Holístico Dialéctico que desde lo epistemológico y lo metodológico sustenta  el carácter consciente y transformador de la construcción del conocimiento científico  y con ello el desarrollo de la cultura, que tenga en consideración su carácter holístico  y complejo como contradicción dialéctica que se expresa en la relación objetivo-subjetivo  entre el proceso en la realidad y su modelación teórica.
   Ofrece una alternativa  epistemológica y metodológica que permite interpretar el diseño, la dinámica,  la evaluación y la gestión de los procesos de formación del profesional de la  salud en Mozambique a partir de las relaciones dialéctica entre  configuraciones, dimensiones y eslabones del proceso, que constituyen la  estructura de relaciones (regularidades), que se manifiestan en los eslabones  de ésta, por lo que sirven de soporte teórico al diseño de los instrumentos que  con carácter metodológico conducen al perfeccionamiento del proceso en las referidas  direcciones.
   A pesar de su carácter  teórico, toma la praxis como foco de reflexión, constituyendo un intento por  integrar la praxis con la teoría. A través de sus propuestas se trata de sugerir  posibles vías de solución con la pretensión no sólo de modelar el quehacer de  los procesos considerados, sino de orientar los espacios de construcción de significados  y sentidos de las decisiones que pueden adoptarse.
   La Concepción Holístico  Configuracional ha servido de sustento teórico y punto de partida a múltiples  investigaciones realizadas, tanto en ámbitos nacionales de los autores como en otros  países, cuyos resultados en estos momentos contribuye al perfeccionamiento de  la práctica universitaria y de diferentes procesos universitarios, acortando de  esta forma la distancia, a veces insalvable, entre la teoría y la práctica, así  como enriqueciendo la ciencia y la praxis universitaria contemporánea.
   Su método permite la  modelación del pensamiento científico, encaminado a reconocer la esencia de los  procesos y fenómenos investigados desde una lógica constructiva que afianza y  asegura el camino hacia la verdad científica, de ahí la importancia y  significación de la Concepción Científica Holística Configuracional y su expresión  en la Teoría Holístico Configuracional y el Método Holístico Dialéctico, al revelarse  como una alternativa que en el orden epistemológico potencia la construcción  del conocimiento científico.
   Por último, las  consideraciones que se exponen, no obstantes ser enriquecidas con la inclusión  de otras concepciones científicas contemporáneas, son el resultado de investigaciones  que realizadas en el contexto universitario, sustento de la formación y la  Pedagogía y la Didáctica de la Educación  Médica Superior pero que son susceptibles de ser  contextualizadas a otros procesos naturales, sociales y del pensamiento.
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Recibido: Noviembre 2017 Aceptado: Enero 2018 Publicado: Febrero 2018