El ALBA-TCP: integración bolivariana en Nuestra América

El ALBA-TCP: integración bolivariana en Nuestra América

Eugenio Espinosa Martínez*
Universidad de La Habana

Volver al índice

La Teoría de Integración Regional de la CEPAL se concibe como instrumento que favorezca los procesos de transformaciones productivas en el camino de la industrialización de todos los sectores de la economía. La integración regional cepalina concibe la aplicación de preferencias comerciales (arancelarias y no arancelarias, principalmente en el terreno del financiamiento al comercio exterior) como instrumento posible pero no el único, ya que enfatiza en la ampliación de los mercados y la creación de instrumentos conjuntos de financiamiento a la industrialización.
Una de las ideas iniciales de la CEPAL desde finales de los años 40s fue la constitución de un mercado común latinoamericano 1, proyecto nunca logrado ni siquiera como propuesta a partir de la oposición estadounidense y de sectores oligárquicos de la región. El resultado fue la ALALC/ALADI, con sus preferencias comerciales y sus acuerdos de compensación monetaria multilateral, cuya existencia y evolución condujo a la idea de que la integración regional concebida a partir de la CEPAL se limitaba al comercio. La idea de una versión minimalista de la integración regional tuvo magros resultados: pequeño número de países beneficiados, amplios sectores sociales marginados de la misma, pocos sectores económicos beneficiados mínimamente (las grandes empresas latinoamericanas, algunas privadas y otras estatales y, sobre todo, los grandes oligopolios transnacionales).
La CEPAL concebía las preferencias comerciales como instrumento que permitiera la ampliación de los reducidos mercados internos nacionales, constreñidos por el estrangulamiento externo, las limitaciones del proceso de sustitución de importaciones que consideraba relativamente agotado desde inicios de los años 60s y por la desigual distribución de los ingresos resultado de la heterogeneidad estructural de las economías y sociedades latinoamericanas. Para el caso del Caribe, a lo anterior se añadía el factor del tamaño de sus economías.
En rigor, el argumento cepalino de la ampliación de los mercados por la vía de la integración regional, si no va acompañada de otras transformaciones olvida que el tamaño de los mercados no los determinan el nivel de los aranceles sino la profundidad de la división del trabajo, la distribución del ingreso nacional y la creación de desarrollo a partir del comercio intraindustrial en cadenas de valor agregado bilaterales o multilaterales.
En la concepción cepalina, el mercado regional (y los subregionales) se verían ampliados por la complementación industrial que debía desarrollarse con el apoyo de los Estados, teniendo en cuenta la noción del trato especial y diferenciado entre los países. Las consideraciones del propio Prebisch en 1972 sobre el MCCA (Mercado Común Centroamericano) son aplicables a otros esquemas de integración. Según Prebisch: “Pero ¿Por qué no avanzó el MCCA en los acuerdos de complementación? La CEPAL luchó a brazo partido para introducir esta modalidad. Pero hubo factores exógenos de considerable significación que desbarataron los esfuerzos de la oficina de la CEPAL en México, alegando aquello de que el capital privado, librado a sus impulsos espontáneos, distribuye las industrias en la forma más conveniente desde el punto de vista de todos. Claro que esto se refería especialmente al capital privado extranjero que no tenía interés en que los gobiernos intervinieran en forma alguna con respecto a lo que se fuera a producir. Como consecuencia de ello se impuso el desequilibrio”2 . No obstante, la CEPAL y los gobiernos latinoamericanos continuaron favoreciendo la inversión extranjera con regulaciones mínimas (caso Pacto Andino, que duró poco a raíz de la salida de Chile) o sin ninguna regulación. Son numerosos los estudios que muestran y demuestran evidencias del efecto desintegrador del capital extranjero y las empresas transnacionales (y de sus Estados de origen), sin regulaciones claras de desempeño.
Hay que decir que los procesos de integración regional de perfil estructuralista concebidos por la CEPAL tuvieron efectos en el crecimiento de las exportaciones manufactureras intralatinoamericanas, pero una buena parte de ellas como comercio intrafirma entre multinacionales, y con bajo impacto en el comercio intralatinoamericano total: nunca rebasó el 25% en los esquemas subregionales (nivel solo alcanzado como record histórico y no como piso estable de comercio intraregional), y aún en estos casos con una alta dependencia del ciclo económico mundial3 . Tampoco contribuyó a reducir las desigualdades entre países latinoamericanos concentrándose en un pequeño número de estos, lo que condujo a la salida y/o resistencias de mayor o menor amplitud de los países y gobiernos afectados.
Mucho menos se logró resultado en la contribución social de la integración regional. Se concebía que el avance en la industrialización impulsada por los mercados regionales contribuyera al crecimiento económico y del empleo remunerado con protección social. Hacia finales de los 70s ya se sabía que la marginalidad, el empleo espurio y las desigualdades sociales se mantenían y se ampliaban. Hoy día es consensual que la región es una de las más desiguales del mundo con altos niveles de exclusión social.
Las ideas de la CEPAL recibieron críticas tanto de la derecha conservadora liberal primero y neoliberal después, como de las izquierdas latinoamericanas que procuraban y procuran mejores condiciones de vida y de trabajo para las amplias mayorías populares en condiciones de soberanía política, construcción de la independencia económica y bienestar social.
Desde sus mismos orígenes (en 1950) recibió la crítica más aguda de su principal insuficiencia: desestimar o no valorar en sus análisis la naturaleza socio-política del Estado 4, esto es, las clases, sujetos y sectores sociales que impulsan el proceso integracionista. Las transformaciones estructurales serían posibles en un Estado democrático popular, este sería el sujeto social de la transformación productiva con equidad.
En los 80s y 90s es conocido el auge neoliberal que registra un viraje en su crisis política a partir de finales de los 90s, fecha en la que se inicia la conformación de un nuevo mapa político latinoamericano, a raíz del triunfo electoral en Venezuela que inicia la República Bolivariana y del triunfo electoral en Brasil de la coalición de partidos liderada por el PT.
La integración neoliberal en la América Latina y el Caribe ha tenido su expresión en los intentos frustrados de conformar un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y en los Tratados de Libre Comercio entre los EUA y algunos países de la región. No voy a detenerme en consideraciones sobre las consecuencias de la (des)integración de corte neoliberal que ha sido ampliamente analizada, criticada y resistida por amplios sectores populares5 y por gobiernos progresistas y de izquierda.
No hay compatibilidad o convergencia posible entre estos acuerdos de libre comercio con los EUA y los intentos de integración regional de tipo estructuralista de la CEPAL entre países latinoamericanos, suponer otra hipótesis sería retornar a los errores del pasado, y mucho menos podría pensarse en que pudiera converger o compatibilizarse con un proceso de integración regional como el ALBA. Es en este tema de la agenda donde puede encontrarse con más fuerza la fractura en la región, y no en el surgimiento y desarrollo de un proceso de integración regional de nuevo tipo.
La situación actual es de crisis en el mundo, valorada por numerosos expertos como de larga duración y que abre un cambio de época 6; ahora en Europa iniciando un ciclo de recortes de gastos (principalmente sociales) que apunta hacia un repunte de políticas neoliberales que en América Latina y el Caribe se encuentran en retroceso a partir del retorno a la búsqueda de políticas contra cíclicas en momentos de bajo crecimiento, recesión o crisis, resistida esa crisis de mejor manera en el promedio de América Latina y el Caribe durante el 2008 y 2009, y del retorno por la CEPAL a enfatizar en la cooperación regional “como más importante que avanzar en la liberalización comercial”. La evolución reciente de la economía de los EUA, con signos de repuntes de recuperación económica no consolidados, actualmente debate su rumbo futuro de políticas económicas (uno de los ejes del debate gira en torno al papel de los déficit fiscal y presupuestario, y el peso de la deuda pública).

1 Aragao, Jose Maria, “La Teoría económica y el proceso de integración en América latina”, Revista de Integración # 2, INTAL, Buenos Aires, INTAL.

2 BID/INTAL, La integración latinoamericana en una etapa de decisiones, intervención de Raúl Prebisch en el simposio sobre el Uruguay y la ALALC, 1972. E. Espinosa, Integración en el CARICOM, Cuadernos de Pensamiento Propio, INIES/CRIES, Managua, 1982.

3 CEPAL, Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe. Crisis y espacios de cooperación regional, 2009.

4 C.R. Rodríguez, Letra con Filo, Ciencias sociales, La Habana, 1983.

5 ASC, Alternativas para las Américas, http://www.asc-hsa.org  ,2da Cumbre de los Pueblos de las Américas, Quebec, abril 2001. Umberto Mazei La crisis de EUA y sus TLCs latinoamericanos, IREI, http://www.ventanaglobal.info

6 E.Espinosa, Escenarios, Ciclo, Crisis y Cambio en la América Latina. Ponencia presentada a la reunión conjunta GT-CLACSO-Redem, Bogotá.  Theotonio dos Santos Notas sobre la crisis estructural y la crisis de la coyuntura”, en: ALAI, América Latina en Movimiento, 2010-06-16 http://alainet.org CEPAL La hora de la igualdad, Brasilia, 2010.