DIMENSIONES DE LA COMPETITIVIDAD EN LOS NEGOCIOS INTERNACIONALES

DIMENSIONES DE LA COMPETITIVIDAD EN LOS NEGOCIOS INTERNACIONALES

Mauricio Igor Pecina Rivas (Compilador)
Universidad Autónoma del Estado de México

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I. DIMENSIÓN HISTÓRICA

1. LAS ESTRATEGIAS DE NEGOCIOS DE LAS MULTINACIONALES EUROPEAS

Autora:
Mtra. Ma. Teresa Medina Farfán

Introducción
Las primeras empresas como auténticas organizaciones, surgieron en Europa a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. La Verenigde Oostindische Compagnie (VOC) fue la primera multinacional en el mundo que implementó varias estrategias de competitividad en 1602, dentro de un mundo globalizado. Mejor conocida como la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, cuyas estrategias de negocios perduraron por más de cien años, hasta que sus actividades comerciales se desplomaron a mediados del siglo XVIII; debido a la competencia feroz por los productos y los mercados de Oriente.
En consecuencia, su más cercano competidor comercial, la Compañía Británica y en menor medida la Compañía Francesa, se beneficiaron de la experiencia y los negocios que realizó la Compañía Holandesa, especialmente en los diversos mercados de Asia. Por lo que el objetivo, de la presente investigación es descubrir de forma general, el desarrollo empresarial europeo a partir de la revolución industrial en Inglaterra.

Desarrollo
Hasta antes de Isabel I, la Gran Bretaña no fue sino un Estado relativamente pequeño y débil, en donde existían pequeñas empresas, dedicadas a la distribución comercial local, conocidas como Compañías de Librea.  Estas organizaciones se constituyeron en agrupaciones comerciales con cierta importancia, después de la revolución inglesa de 1640. 
Las pequeñas empresas inglesas, fueron impulsadas por las actividades en la manufactura de paños, extracción minera y construcción naval, propiciando la aparición de una clase empresarial pudiente. Estos empresarios ejercieron funciones muy importantes en el orden social, económico y político nacional. Después de la victoria de Inglaterra sobre España en 1591, los empresarios realizaron los primeros contactos con el lejano Oriente, para competir por la distribución de los productos de ésta región en Europa. (Barnes, 1987)
James Lancaster fue enviado por esta clase empresarial, al frente de una expedición marítima rumbo a las Indias Orientales. El objetivo del viaje fue reconocer la ruta comercial de las especias, trazada por el poderío naval de los portugueses. Éste viaje fue fundamental para la fundación de la British East India Company.
En el año de 1600 la reina Isabel I mediante Carta Real, le concedió a la empresa, el permiso exclusivo para ejercer el comercio en las Indias Orientales, por espacio de quince años. Bajo éste contexto en 1647, se fundó el centro de operaciones comerciales de Oriente en la India, con 90 empleados ingleses. Los negocios se centraron en el algodón, la seda, el índigo y el té. Utilizaron las estrategias de diversificación de productos y la de enclaves productivos o inversión extranjera practicadas por los holandeses, es decir forzar a los nativos a cultivar determinados productos, para beneficio propio.
La Compañía Británica llegó a ser un verdadero Estado dentro de la India, con las futuras atribuciones que le concedería el gobierno inglés, para administrar las zonas de Bombay, Madrás y Bengala. Ubicación de la zona comercial más sofisticada y competitiva de Asia. La empresa fue respaldada por una fuerza militar muy grande, comandada por los llamados casacas rojos. Por la rentabilidad que representaba la India, fue considerada como la joya de la corona británica. (Wiliamson, 1956).
El gobierno inglés, inicialmente sólo le otorgó el apoyo de la flota naval. Los accionistas de la Compañía se posicionaron con sus propios recursos, dentro del lucrativo comercio de los océanos árabes y la India. El poder marítimo, se empezó a consolidar con la práctica constante de la piratería en contra de los españoles. 
Por lo tanto, la British East India Company, fue el resultado de la unión de varios empresarios que hacían negocios en el sureste de Asia. El objetivo de dichos comerciantes, se reducía al suministro de mercancías suntuosas provenientes de Oriente, para la clase acomodada de Londres. También surtían al mercado interno con algodón traído de la India, para asegurar el desarrollo de la industria de la producción de paños, así como la exportación de las mismas.
La Compañía carecía inicialmente de las capacidades y habilidades organizacionales, para enfrentar la estructura comercial y de negocios emprendida por la VOC. Fue hasta el año de 1670 que se empezó a perfilar como una verdadera organización empresarial, con algunos objetivos multinacionales. Las actividades comerciales, se desarrollaron paulatinamente y se basaron en el crecimiento naval y colonial.
Fue el rey Carlos II, el que le concedió el derecho de capitanear ejércitos y formar alianzas, declarar la guerra o establecer la paz y ejercer jurisdicción tanto civil como penal en las zonas en que operaba. De la misma forma que lo hizo el gobierno de la Provincias Unidas con la VOC, en 1602.
Durante el siglo XVII, los comerciantes ingleses consideraron la utilidad, de crear una empresa de estructuras jerárquicas, con funciones de supervisión y vigilancia, mediante el uso de una amplia red de gerentes asalariados al igual que la VOC. Dedicando un esfuerzo e ingenio considerables, para establecer y mantener esta organización. Además, desarrollaron los mismos niveles de coordinación, entre el gobierno y la Compañía. (Varios autores, 2002)    
El auge comercial de la empresa se basó en el proteccionismo, que fue impulsado por las leyes de navegación, promulgadas por el Parlamento inglés. La consecuencia de dichas legislaciones, fue la explotación de un extenso imperio colonial, que permitió la acumulación de un gran capital. Bajo éste sistema, los empresarios tenían garantizadas las transacciones comerciales.
Las actividades comerciales propiciaron el surgimiento de la clase media británica, que se constituyó en el motor del desarrollo industrial y comercial del país, conjuntamente con las ideas de libre comercio, propagadas por Adam Smith.
Cuando la Compañía Británica llegó al final de sus operaciones en 1874, fácilmente fue sustituida por la Commonwelth, la cual desempeño sus actividades económicas en los cinco continentes con mucho éxito. Dándole el poder hegemónico mundial a Inglaterra en el siglo XIX.
Por otro lado, Francia se vio impedida a hacer una pronta entrada en la lucha comercial, debido a las divisiones religiosas que acabaron en guerras civiles en los últimos años del siglo XVI. Para el siglo XVII, los franceses no se quisieron quedar atrás, en la obtención de los beneficios de este tipo de empresas. En 1642 Jean Baptiste Colbert, ministro de Luis XIV fundó la Compañía Francesa de las Indias Orientales (Compagnie française pour le commerce des Indes Orientales).
Con la llamada Manufactura Real, se le otorgó a la Compañía la exención de impuestos, el monopolio exclusivo del comercio en el hemisferio oriental, el poder de nombrar embajadores, de declarar la guerra y de celebrar Tratados. Las mismas facultades que le atribuyeron el gobierno de Inglaterra a la Compañía Británica y el de las Provincias Unidas a la VOC.
La Compañía francesa que contaba con el apoyo financiero del gobierno, se propuso cumplir tres objetivos básicos, pero muy ambiciosos:

  • Expandir el comercio, luchando contra los productos y planes de comercialización, tanto de ingleses como de holandeses.
  • Contribuir al desarrollo de una flota naval y mercante, que afirmara la presencia francesa sobre los mares.
  • Propagar la cultura y la civilización francesa y evangelizar a los paganos.

Las principales actividades comerciales, se centraron en el cultivo del azúcar, el tráfico de esclavos, la piratería y el contrabando; en los territorios de Canadá, el Caribe y las Antillas. En éstos lugares utilizaron la estrategia de diversificación de productos, siguiendo las huellas de los holandeses. Por el tipo de operaciones comerciales y de negocios, ocuparon un lugar terciario, ya que el poderío comercial se encontraba en manos de holandeses e ingleses.
En 1651, la empresa fue liquidada y las tierras vendidas a los colonos, para conservar la soberanía de Francia, sobre las mismas. El ministro Colbert, también creo la Compañía del Norte, que operó en el Báltico; la de Levante, cuyas actividades se centraron en el Mediterráneo Oriental; la del Senegal, cuyas acciones comerciales estaban en África y las Indias Occidentales y Orientales. Esta última abrió la perspectiva de las futuras colonias de Madagascar y la India.
Cuando la VOC fue desplazada momentáneamente de los negocios internacionales, a mediados del siglo XVIII; se inició la lucha entre Inglaterra y Francia, por la supremacía comercial. Inglaterra como ya referimos, practicó la ocupación y explotación intensiva de áreas limitadas, mediante una política colonial.
En tanto que Francia efectuó una colonización con pocos inmigrantes, compuesta de soldados y comerciantes, en vastos territorios. El mercantilismo inglés fue iniciado por intereses privados desde abajo, mientras que el mercantilismo francés fue impuesto por la burocracia desde arriba. (Barnes, 1987)
Después de la revolución comercial y de negocios que iniciaron los holandeses, los mercados se contrajeron y el comercio decreció. Una de las causas generales, fue que las nuevas potencias coloniales siguieron imponiendo diversas restricciones comerciales como aduanas, peajes, y limitaciones al comercio colonial; lo que afecto el desarrollo de los negocios internacionales. (Viljoen, 1978)
Lo anterior propició la baja en el intercambio y distribución mercantil, lo que se ligó a la caída de los precios internacionales de los cereales. Surgiendo un periodo depresivo en la economía europea, afectando a la mayoría de las empresas. En éste momento los comerciantes y funcionarios gubernamentales, impugnaron drásticamente las legislaciones que se oponían al libre comercio, ya que interferían con el desarrollo de los negocios y de las empresas. (Viljoen, 1978)
Hacia finales del siglo XVII en varios países de Europa, se inició la actividad manufacturera de imitación de mercancías orientales para la exportación, como la cerámica, bisutería, vidrios, muebles, tapices y sedas; mientras que las importaciones aumentaron notablemente, por la compra de una gran diversidad de artículos de consumo primario como arroz, tabaco, café, té, azúcar, algodón, especies, etc., que provenían de una gran variedad de territorios.
En el siglo XVIII resurgieron poco a poco las transacciones y negocios mercantiles en Europa, iniciándose de nuevo una expansión de los mercados, a nivel mundial. Todo ello, gracias a la difusión de las ideas del libre comercio y al descubrimiento de nuevas técnicas para producir más, naciendo las primeras industrias europeas.
Una de las causas de la revolución industrial del siglo XVIII, fue que los crecientes mercados asiáticos, empezaron a exigir por un lado grandes cantidades de artículos manufacturados europeos, especialmente los paños producidos en la Gran Bretaña. Surgió la necesidad de la innovación, lo que llevo a inventar máquinas que permitieran producir más artículos y mercancías en menor tiempo. 

Multinacionales europeas: innovación y tecnología
La cuna de la experiencia multinacional se gestó en Europa Occidental
La primera revolución industrial del siglo XVIII, aportó nuevas perspectivas a las estrategias de negocios internacionales y el aumento de la idea de la competitividad. Aumentó la producción de mercancías y su desplazamiento alrededor del mundo, lo que beneficio enormemente a los países europeos, especialmente a Inglaterra.
La revolución industrial, se originó en el Condado de Lancashire, Inglaterra de una forma gradual, desde el siglo XVI. Lugar en donde existía una gran producción textil de tipo manual, y que, al introducir los telares mecánicos, multiplicaron la cantidad de la producción de paños. Estos productos se distribuían por Inglaterra, Europa y Asia, a través de pequeñas empresas. (Pierenkemper, 2001)
La invención de la lanzadera de John Kay en 1733 y la hiladora de Hargreaves en 1764, hicieron posible el impulso de la industria de los textiles de lana y algodón. Estos inventos fueron impulsados por la aplicación de la máquina de vapor, creada por James Watt en 1780. El vapor fue la energía fundamental, para mover las máquinas y producir en masa, incrementando la producción de mercancías. Surgieron nuevas empresas llamadas fábricas, que buscaron mercados más amplios. (Brom, 1973)
Además, Inglaterra disponía de importantes yacimientos de carbón, el combustible que más se usó para mover las máquinas; así como yacimientos de hierro, la materia prima con la que se hacían las máquinas. La posesión de estos recursos, marcaron el cambio en la forma de producir mercancías, más no en la transportación, en donde los holandeses, dieron las primeras y más exitosas lecciones en toda Europa.
Este nuevo sistema de producción, se debió a la combinación de innovaciones técnicas, nuevas fuentes de energía, la especialización del trabajo y a una demanda de la expansión comercial. En esta época persistió la idea de los holandeses, de aprovechar en su conjunto, los recursos de una manera más eficiente.
Adam Smith, sintetizó el pensamiento religioso del calvinismo, idea religiosa que se practicó en las Provincias Unidas y que alentó la mentalidad empresarial.  Propuso que un país nunca debe producir bienes, que podía comprar a menor precio en otro país. Cada país debe especializarse en la producción de bienes en donde tienen una ventaja absoluta y luego cambiarlos por bienes que se producen en otros países. Habló de la mano invisible que equilibra los precios en el mercado, a través de la oferta y la demanda. (Hill, 2007)
Smith concluyó con la idea de que la división del trabajo, aumenta la productividad y que, al incrementar la habilidad y destreza de cada trabajador, se ahorra tiempo y costos en la producción. Con estas propuestas, definitivamente los conceptos económicos se separaron del pensamiento religioso del catolicismo, para transformarse en una ciencia especial, dedicada a los problemas de la riqueza material y del bienestar nacional. (Montenegro, 1956)
Estos mecanismos se desarrollaron y perfeccionaron con la aparición del sistema económico llamado capitalismo, que de acuerdo a Ianni (1999, p. 33) “ocasiona constantes y periódicos impulsos de expansión, de tal forma que resulta simultáneamente nacional e internacional o propiamente global.”
Durante el siglo XIX, el imperio colonial inglés facilitó la propagación del nuevo sistema económico, así como las estrategias de negocios de la VOC, por todo el mundo. La hegemonía colonial contribuyó al espectacular crecimiento económico de Gran Bretaña y de sus intereses en el escenario mundial. Los británicos producían manufacturas de modo tan eficiente, que podían vender más barato que los productores locales en los mercados extranjeros. (Tanner- Athos, 1988).
La transformación industrial propició la competitividad y la competencia entre las empresas europeas, eliminando a las más débiles. La consecuencia fue que muchas pequeñas empresas artesanales y familiares, fueron absorbidas por empresas más grandes; otras más simplemente desaparecieron del mercado, facilitando la expansión de éstas. (Calduch, 1991).
A finales del siglo XIX, surgieron las grandes empresas que retomaron las estrategias de negocios multinacionales complejas, practicadas por la VOC, como:

  • Organización corporativa, jerárquica y controladora.
  • Diversificación de productos y mercados.
  • Alianzas estratégicas.
  • Inversión extranjera.
  • Exportación de capitales a los países productores de materias primas.
  • Modelo de sociedad anónima.
  • Fusión de los intereses empresariales con el gobierno y las finanzas.

Iniciándose una nueva dimensión de la internacionalización de las empresas, conjuntamente con la segunda revolución industrial.  Este movimiento fue propiciado por la aplicación de la máquina de vapor a los transportes como el barco y el ferrocarril. Lo que facilitó el desplazamiento más rápido de mercancías y pasajeros. Todo esto favoreció la expansión comercial, de diversas empresas europeas en el extranjero, en medio de una nueva forma de globalización económica y con el apoyo del gobierno y el capital bancario.
El requerimiento de capital para financiar las actividades empresariales en el extranjero, adquirió diversas formas: empréstitos gubernamentales; inversiones directas de las mismas empresas por medio de la cotización de sus acciones en las principales bolsas de valores de Europa; aperturas de crédito por parte de los grandes bancos a las empresas. Esta conjunción de actividades empresariales, financieras y gubernamentales, significaron la penetración de capitales extranjeros en diversas partes del mundo.  (Fajnzylber- Matínez, 1976).
A lo largo del siglo XIX, las empresas multinacionales aparecieron no sólo en Inglaterra, sino también en Francia, Alemania, Holanda y Estados Unidos. En medio de sistemas estandarizados de producción, así como de nuevos hábitos de consumo, que deambularon entre las políticas económicas del proteccionismo y el libre comercio.
Desde la primera revolución industrial en el siglo XVIII, las empresas europeas se centraron en la diversificación de mercados. El objetivo principal de esta táctica fue introducir sus productos en los territorios más lucrativos de Asia, a través de la exportación. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se concentraron en la búsqueda de los mercados más rentables de materias primas, para abastecer su industria.
Surgieron una vez más los ya conocidos monopolios, favorecidos por el capital financiero que otorgaba grandes cantidades de créditos a las multinacionales, para favorecer su potencial económico. Fueron el resultado de la fusión y absorción de pequeñas empresas, que dieron como resultado la formación de unos cuantos grupos empresariales con actividades multinacionales, que llegaron a dominar la economía mundial.
La inversión extranjera, siguió el modelo de negocios practicado por la VOC. Buscó el apoyo financiero y gubernamental, para el financiamiento de la infraestructura empresarial y la expansión de negocios. Factores que llevaron al desarrollo económico de varios países europeos, durante el siglo XIX. (Varios autores, 2002).
La base de la inversión extranjera siguió siendo, tener una matriz que controla a una serie de filiales. La dirección central tuvo como finalidad, ejercer un control de las ventas y la comercialización de los productos, en el extranjero. La unión de los intereses gubernamentales con los empresariales, tuvieron como consecuencia, que las multinacionales tomarán el control de la vida política. (Illera, 1994)
En el siguiente cuadro, se muestran el periodo de aparición de las primeras multinacionales europeas entre 1860 y 1914, en los países con mayor potencial económico, así como sus actividades de inversión extranjera; resaltando la presencia de Holanda.

La creciente demanda de las empresas multinacionales de materias primas, culminó en una gran rivalidad europea, a principios del siglo XX.  Esta tendencia se manifiesto con más intensidad en los países con mercados internos reducidos como los Países Bajos, Suecia y Suiza; naciones que tuvieron un porcentaje más alto de filiales establecidas en el extranjero, antes de la Primera Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial dejó devastado gran parte del territorio europeo; la producción de las empresas europeas decayó drásticamente, teniendo un crecimiento lento hasta la década de los años sesentas, en que inician una rápida expansión, a pesar de que conservó una gran burocracia administrativa.
Bajo el marco de la integración económica de 1957, se creó una política industrial para fomentar la diversificación de productos, basada en un proceso de innovación y cambio, a través de la cooperación entre la Unión Europea y los Estados miembros. Las actividades en la industria aeronáutica, que datan del año de 1967 en que la Comisión Europea, autorizó la creación de Airbus Integrated Company, una empresa integrada por el Reino Unido, Francia y Alemania, cuya actividad principal fue coordinar el proceso de diseño y venta de aviones comerciales.
En 1970 se creó el consorcio Airbus Industrie, formado por la Aerospatiale de Francia y la Deutsche Aerospace como fabricante europeo de aviones con una participación del 37.9% cada uno. En 1971 la empresa española CASA se incorporó al consorcio con el 4.2% y en 1979 lo hizo la British Aerospace del Reino Unido con una participación del 20%. (Encyclopedia Britanica, 2006)
El objetivo fue competir con el principal fabricante de aviones del mundo, la compañía estadounidense Boeing. Convirtiendo a la industria aeroespacial, en la producción más importante en Europa. Esta fabricación impulsó al sector de la defensa europea, con aeronaves civiles e impulsó el desarrollo de industrias auxiliares que trabajan, conjuntamente los Estados miembros para conseguir un volumen de producción, capaz de enfrentarse a la competencia en el mercado global.
Los proyectos GALILEO y GMES (observación Terrestre Medioambiental y de Seguridad) conjuntamente con la Agencia Espacial Europea y la Unión Europea se han consolidado en la industria aeroespacial. (Parlamento Europeo, 2001). En el año 2007 entro en vigor la Política Europea del Espacio, en donde han quedado definidas las responsabilidades de la Agencia Espacial Europea.
          Además, los empresarios europeos, se inclinaron por la producción sintética, para ahorrar materias primas naturales, y aumentar el número de consumidores de bajos recursos. (Sutton, 1983) A finales del siglo XX las empresas multinacionales europeas, siguieron el proceso de cooperación entre las diferentes empresas nacionales de los diferentes países miembros. 
Iniciaron una fase de fusiones empresariales, para emprender una serie de inversiones en el exterior. Surgió el impulso a nuevas industrias como la química, la biotecnología, la informática, telecomunicaciones y la industria extractiva. Un ejemplo de estas nuevas fusiones son, Unilever (holandesa-inglesa), Shell (holandesa-inglesa), Azko-Enka (holandesa-alemana) ( Ball- McCulloch, 1996)
Al unirse estas empresas se fragmentaron los procesos, que es el común denominador de la presente globalización: por ejemplo, en la producción de aviones, las alas se fabrican en el Reino Unido, algunas partes del cuerpo en Hamburgo, Bremen o Alemania; la cabina en Toulouse, Nantes o Saint-Nazaire, Francia y el ensamble en España.
El apoyo financiero de la banca siguió teniendo un papel fundamental, ya que hizo posible una vez más, el movimiento de grandes cantidades de capital de acuerdo a las exigencias de cada empresa a nivel mundial, para incrementar la inversión extranjera. Se volvió a producir la fusión entre los capitales empresariales y bancarios, es decir se reinventa el capital financiero, que había operado como impulsor de las actividades comerciales de la VOC. (Brom, 1996).
Por otro lado, el ingreso de Europa del Este a la Unión Europea, hizo imperante la reconversión de la planta productiva existente en estos países, que estaba colapsada por el sistema de economías centralmente planificadas, implicando altos costos en el desarrollo empresarial del resto de los países de la Unión Europa Occidental. (Piñón, 1999)
Los países de Europa del Este han representado tradicionalmente una pequeña cuota comercial a nivel mundial. Desde la desintegración de la Unión Soviética la relación con la Unión Europea se ha incrementado paulatinamente, caracterizándose por una gran afluencia de ayuda e inversión, abriéndose las puertas a la importación de los productos de Europa Oriental.
Con las reformas en los diferentes sectores industriales, efectuadas por los órganos comunitarios, la consecuencia inmediata fue propiciar el éxito de las empresas multinacionales europeas, aumentado el crecimiento de la economía en la mayoría de los países del continente, por lo menos hasta los primeros años del siglo XXI. Iniciándose el uso sistemático de la ciencia y la tecnología en la producción de bienes y servicios.
El siguiente cuadro muestra parte de este proceso, además de que se presentan datos sobre el valor de las empresas, que mejor cotizan en las diferentes bolsas de valores. Encontramos que las actividades económicas más importantes corresponden al sector de telecomunicaciones y el de los servicios, representado por los seguros. Las empresas más activas son las alemanas y las inglesas. (OCDE, 2001).                                                                                                                                                                                                             El resto de las empresas multinacionales produjeron automóviles, extrajeron petróleo, produjeron artículos químicos y farmacéuticos. Se fusionaron con empresas estadounidenses y japonesas, principalmente. Realizaron negocios multinacionales llamadas cross-border M&As, en el campo de las telecomunicaciones, servicios y finanzas y de negocios. Este tipo de empresas se concentraron en pocos países como el Reino Unido y Alemania.
En esta etapa la inversión extranjera, no sólo se realizó en los países que contaban con recursos de materia prima. También se desplegó dicha inversión, en países con potencial económico. Tal es el caso de los ingleses que abrieron la inversión extranjera directa en Estados Unidos con fábricas de hule vulcanizado, establecidas por la empresa Colt Fire Arms y Ford, antes de la Guerra de Secesión, aunque duraron pocos años, ya que fracasaron. (Ball- McCulloch, 1996)
La innovación tecnológica, que se aplicó tanto a los medios de comunicación, representados por el telégrafo, radiotelégrafo y radio; así como al transporte, esto es el ferrocarril y la navegación movidos por el vapor, garantizaron el control de las empresas madres, sobre sus filiales que se encontraban ubicadas a enormes distancias.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, los negocios de las empresas multinacionales europeas, se basaban en la inversión extranjera que era de dos formas: una entre países desarrollados y otra en los países subdesarrollados, para propiciar la diversificación de mercados. (Krugman, 2006)
Después de la conflagración bélica, los países europeos iniciaron una gran actividad económica y financiera de forma conjunta, como una forma de expansión segura y más redituable. Dicho crecimiento fue iniciado conjuntamente por Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo, Bélgica y Holanda en 1952, cuyo objetivo principal fue una Europa unida. (Cuenca, 2007)
Con el inicio de la integración económica, esta estrategia se subordinó a los intereses regionales, y se superó la extremada competitividad tradicional entre las potencias europeas, para hacer frente al extraordinario crecimiento de las empresas multinacionales estadounidenses.
A partir de 1960 se habló, una vez más de la reaparición de las empresas “multinacionales”. Estas fueron consideradas como grandes corporaciones con una matriz y varias filiales en el extranjero. Algunas formaron parte de un grupo empresarial o se encontraban plenamente subordinadas a éste y actuaban en varios países.
La política administrativa de adaptación a las regulaciones, hábitos de consumo y particularidades de cada mercado, influyó en dar mayor autonomía a las filiales en el extranjero, por ejemplo: Alemania concentró el 53% de filiales en el exterior; Francia 67%; Bélgica 53% y Holanda 55%. (Fajnzylber-Martínez, 1976)
En esta época, fueron varios los factores que estimularon un crecimiento espectacular de la inversión extranjera directa europea. En primer lugar, muchas empresas consideraron el acceso directo a los mercados foráneos para evitar las tarifas y otras barreras al comercio contra la exportación de sus mercancías, mediante la construcción de plantas de producción en otros países, en especial si ello significaba ahorros en costos de transporte y en otros aspectos que hicieran sus productos más competitivos.
En segundo lugar, muchos países en desarrollo ofrecieron trabajo barato, tratamiento especial en materia de impuestos, a cambio de la atracción de la inversión extranjera a sus respectivos países, por lo que se indujo a muchas empresas a construir plantas en el exterior.
En tercer lugar, la nueva tecnología, que incluye los avances en las comunicaciones que hace posible el manejo de gran cantidad de información, la computación, el movimiento de las mercancías mediante contenedores. Las filiales se localizaron, tanto en países desarrollados como en desarrollo, en estos últimos por lo general fueron ex colonias de alguno de los países desarrollados como en África, Medio Oriente y Asia. (Pearsons-Rochester, 2000).
Las actividades en el extranjero de las empresas multinacionales, han agrupado a las economías nacionales en un sistema económico interdependiente a nivel mundial y han difundido los efectos de la industrialización, más allá de sus países de origen; al igual que las actividades comerciales y de negocios de la VOC, que propiciaron una primera interdependencia con Inglaterra y Francia, basada en la competitividad, de una forma regional.
Los principales inversionistas europeos han sido Volkswagen, Siemens, ABB, Motorola, Royal Dutch Shell, Swis Telecom/PT Netherland, Deuch Telekom. El sector automotriz ha sido el que más significativo crecimiento ha tenido dentro de la inversión extranjera. (Piñón, 1999). La organización empresarial europea, desde la época de la Compañía Británica, retomo el modelo de la VOC, que se basó en una estructura jerárquica y burocrática, cuya administración se apoyó en la sociedad anónima.
La Unión Europea, se centró en proporcionar un marco adecuado para el desarrollo organizacional de las empresas, con la finalidad de ser un lugar atractivo para la inversión y la creación de empleo. Con la incorporación de la parte Este del continente a la Unión Europea, ha continuado esta tendencia de invertir en la región, un ejemplo es la República Checa, que, debido a su situación política estable y a un positivo desarrollo económico, se ha convertido en un territorio que atrae inversión extranjera directa de manera importante, en donde han invertido Suiza, Holanda, Francia y el Reino Unido.
La Comisión Europea, realizó estudios y análisis entre grupos de trabajo de expertos y los directores de las empresas de los diferentes países de Europa del Este, para coordinar las capacidades individuales de cada empresa y mejorar las condiciones de producción y competitividad. (Cuenca, 2007).
El sector textil, uno de los emblemáticos del desarrollo económico regional desde el siglo XVII, fue apoyado con los acuerdos multifibras, firmados con el GATT, que establecía cupos por categorías de productos y por países. Paralelamente se aplicó un plan de reestructuración de las empresas de dicho sector, que consistió en la aplicación de nuevas tecnologías, más calidad y desarrollo de la moda.
El sector de la construcción naval, se adaptó a la demanda, modernizando a la mano de obra, mediante capacitación especializada, para enfrentar la competencia de terceros países, por salarios bajos y prácticas dumping. Además, se implementaron medidas de apoyo para las PyMES, ya que existía un gran número de ellas y el 98% necesitaban incentivos económicos, porque creaban el 58% de los puestos de trabajo de la industria manufacturera, por lo que el Parlamento declaró en 1983, el año europeo de la pequeña y mediana empresa. (OCDE, 2001)
Entre las medidas de apoyo efectuadas por el Parlamento Europeo, se encuentran la reactivación de la Oficina de Aproximación de Empresas, para poner en contacto a las PyMES con los diferentes Estados miembros, creándose la Business Cooperation Network, diseñada para mejorar la competitividad de dichas empresas.
Otra medida fue otorgar apoyos financieros, para realizar proyectos comunes; los diferentes gobiernos presentaron ofertas de mercados, para las PyMES, así como una compra conjunta de materias primas en el exterior, entre otros refuerzos. Como se puede observar después de más de doscientos años de ejercer una organización pesada y corporativa, las empresas europeas funcionan mejor y son más redituables como pequeñas y medianas empresas. Los europeos se han concentrado en las telecomunicaciones, petróleo y gas, equipo de transporte y farmacéutica. (OCDE, 2001)

Conclusiones
Como podemos observar, tanto las estrategias empresariales como el desarrollo industrial nacieron en Europa. Introduciendo la idea de una organización o empresa, así como la forma de producir y distribuir las mercancías por todo el mundo. Surgiendo el concepto de competitividad de las empresas, el cual ha evolucionado como un proceso, para mantenerse activo comercialmente en el mundo de los negocios.
Desde los años sesentas y setentas, las empresas europeas han optado por las constantes fusiones, sin importar la nacionalidad de las mismas, con la finalidad de seguir siendo competitivas, frente al creciente desarrollo de las empresas estadounidenses. Con sus actividades han buscado aumentar su eficiencia y competitividad, dentro de la economía mundial.
El análisis de las estrategias de negocios de las empresas multinacionales europeas, que operaron después de la creación de la VOC, ha demostrado que también se han convertido en un agente clave dentro de la globalización de la economía internacional. Estas organizaciones, se han destacado en la producción de bienes y servicios, así como en la distribución de bienes a través de una complicada red de logística, en los lugares más convenientes en todo el mundo.

Referencias
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