ALTERNATIVA METODOLÓGICA PARA EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS EN LA ESTADÍSTICA DE NIVEL UNIVERSITARIO

ALTERNATIVA METODOLÓGICA PARA EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS EN LA ESTADÍSTICA DE NIVEL UNIVERSITARIO

Juan Carlos Ruiz Mendoza
Laura Josefina Martínez Flores

Universidad Autónoma de Nuevo León

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1.2.1 Fundamentación pedagógico-didáctica del Modelo basado en competencias.

La Educación en el Nivel Superior atiende alumnos que al término de sus estudios y en muchos casos desde los últimos semestres de la licenciatura, se incorporan a la vida laboral, aquí se perfila la formación de sus orientaciones de valor dentro de un incremento de la actividad social.  Entonces lo que se requiere es crear las condiciones favorables para que ocurra el enriquecimiento y el perfeccionamiento de sus capacidades y habilidades especializadas, integradas en determinadas competencias.
En la actualidad se observa una tendencia a cambiar el modelo tradicional  de enseñanza por un enfoque basado en competencias, que permita al alumno desarrollar ciertas habilidades necesarias para un eficiente desarrollo al ingresar a la vida laboral.
De acuerdo con (Tobón, 2006) las competencias se proyectan como un enfoque pedagógico y didáctico para mejorar la calidad de la educación, los procesos de capacitación para el trabajo y la formación de investigadores en las diversas instituciones educativas. A través de ellas, se busca trascender el énfasis de la educación tradicional en la memorización de conocimientos descontextualizados de las demandas del entorno, en tanto se basan en el análisis y resolución de problemas con sentido para las personas, con flexibilidad, autonomía y creatividad.
En ese mismo sentido (Bogoya, 2000), conceptualiza las competencias como una “actuación idónea que emerge en una tarea concreta, en un contexto con sentido. Se trata entonces de un conocimiento asimilado con propiedad y el cual actúa para ser aplicado en una situación determinada, de manera suficientemente flexible como para proporcionar soluciones variadas y pertinentes”. Este enfoque ha incorporado al mundo educativo una visión del mundo del mercado, lo cual responde a una filosofía que permea las aulas pero de la cual se tiene poca conciencia. El interés es formar personas que tengan un saber hacer idóneo en el mundo laboral y profesional, descuidándose aspectos como la convivencia y la solidaridad.
Por tanto, propone “conceptualizar las competencias como procesos complejos que las personas ponen en acción-actuación-creación, para realizar actividades sistémicas y resolver problemas laborales y de la vida cotidiana, con el fin de avanzar en la autorrealización personal, vivir auténticamente la vida y contribuir al bienestar humano, integrando el saber hacer (aplicar procedimientos y estrategias) con el saber conocer (comprender el contexto) y el saber ser (tener iniciativa y motivación), teniendo los requerimientos específicos del contexto en continuo cambio, con autonomía intelectual, conciencia crítica, creatividad y espíritu de reto. Esto implica pasar de las competencias como “un saber en contexto” a procesos de desempeño autocríticos y críticos de la realidad personal y del contexto externo, para ejercer una transformación.
Sólo de la manera apuntada puede superarse el reduccionismo que actualmente hay en este enfoque, por la preeminencia del mercado. De esta forma, se puede las competencias constituyen un marco de acción para favorecer la formación humana integral y la convivencia.
Enfoques y escuelas para la formación de competencias.
Para asumir el proceso de formación de competencias se registran tres enfoques básicos de los cuales se han derivado una gran cantidad de modelos genéricos de formación. Esos tres enfoques básicos son: el conductista, el funcional y el constructivista. (Ruiz, 2006).
Escuela Conductista
“Esta escuela incorpora modelos que basan su diseño en ensalzar los éxitos del pasado y ver en ellos la fuente de imitación requerida para la actuación, dichos éxitos se centran fundamentalmente en el moldeamiento de una conducta técnica, estandarizada y poco apropiada para organizaciones que operan en base a cambios rápidos y permanentes”.
Escuela Funcional
“Esta escuela parte de un análisis profundo de las necesidades de la industria y las relaciones que existen en las empresas entre resultados, habilidades, conocimientos y aptitudes de los trabajadores, comparando unas con otras. Se buscan aquellos elementos de habilidades y conocimientos relevantes para la obtención de un resultado o la solución de un problema”.
En esta escuela se definen los productos, no los procesos, por lo que lo más importante son los resultados y no cómo se hacen las cosas. Todo el sistema de formación está encaminado a garantizar el rendimiento en el trabajo, por ello alude al término norma de competencia ocupacional.
Escuela Constructivista
“Este enfoque se  afilia a  una definición de competencia  vista como la forma de actuación del individuo sobre su realidad al solucionar problemas, interactuar con otros y ejecutar situaciones, saber qué hacer con el conocimiento, siempre teniendo en cuenta que las competencias no son observables por sí mismas, sino a través de las actuaciones  o desempeños en las que los valores y las actitudes  se integran pues no basta saber hacer algo con lo que se conoce, sino que el estudiante  ha de tener conciencia de las intenciones que  maneja, de las motivaciones para actuar y cómo esto puede afectarlo a él o al grupo social, todo ello  condicionado, por supuesto por sus actitudes y cómo asume los diferentes retos de la vida”.
Al concepto de competencia le es inherente el saber hacer en contexto, (ICFES, 1999) asociando el saber a conocimientos, que pueden ser explícitos o implícitos, el saber hacer a acción, actuación y desempeño y el contexto al poder transferir en situaciones diferentes a aquellas en las que se produjo el aprendizaje.
Enfoques pedagógicos-didácticos acerca de las competencias.
La competencia desde un enfoque pedagógico se caracteriza por ser capaz de solucionar problemas como ciudadano, como agente económico, como persona y los que presente la sociedad en su conjunto, ello implica que en torno a la competencia debe desarrollarse un proceso de formación integral que engloba la visión que sobre competencia señala (Gonzy, 2001) al señalar que “el desarrollo de una competencia es una actividad cognitiva compleja, que exige de la persona establecer relaciones entre la teoría y  la práctica, transferir el aprendizaje a diferentes situaciones, aprender a aprender, plantear y resolver problemas y actuar de manera inteligente y crítica en una situación.” (Ruiz Iglesias, 2006).
En cuanto al enfoque didáctico para la formación y desarrollo de competencias considera que el proceso docente- educativo posee potencialidades ilimitadas para que el estudiante despliegue todas sus capacidades, ya que no es sólo el aprendizaje de una determinada ciencia lo que se desarrolla, también ocupan lugares importantes en este sentido la comunicación profesor- estudiantes y entre ellos mismos, cuestión que les permite adquirir una experiencia de convivencia, colaboración, respeto mutuo y muchos otros valores que enriquecen la dimensión axiológica del proceso formativo; sin embargo, no todo proceso docente- educativo se desarrolla con efectividad en la dirección apuntada, para ello debe cumplir, entre otros, los requisitos siguientes:

  1. Poner en el centro del proceso al estudiante como sujeto que no sólo debe aportar a su formación, sino a la erradicación de sus aspectos negativos.
  2. Lograr que los profesores y los estudiantes acepten que el proceso de enseñanza- aprendizaje puede ser un medio efectivo para su formación y autotransformación, no sólo como profesionales sino como seres humanos en general.
  3. Conjugar adecuadamente lo social y lo personal, lo grupal y lo individual.
  4. Lograr una adecuada comunicación docente- estudiante, estudiante- estudiante que permita la reflexión y autorreflexión y enriquecimiento constantes.
  5. Proporcionar a los estudiantes los medios para hacerse conscientes de sus propias características y de las de sus compañeros y profesores.
  6. Hacer uso del contenido disciplinar para el desarrollo de habilidades de razonamiento, de acuerdo con los límites y alcance de la materia en cuestión, que puedan transferirse a otras tareas personales y sociales. (Ruìz, 2005).

Dentro de las reformas educativas en América Latina, el docente es eje fundamental en el proceso educativo dentro del mejoramiento, la calidad y la excelencia. A él se le considera pieza clave de innovación y garante de la cualificación de la gestión pedagógica en ámbitos y escenarios que a su vez ofrezcan posibilidades de crecimiento personal e institucional.
Es así como desde el concepto de “competencia pedagógica” como aquel complejo conjunto de capacidades, conocimientos, habilidades y valores, demostrables por el docente en la interacción intersubjetiva e interdisciplinaria entre los saberes, el saber hacer, el cómo hacer, y el saber ser pedagogo, de manera que respondan continuamente al proceso integral de formación humana entre él y los actores implicados en el proceso educativo” debe verse el desarrollo de las dimensiones del docente universitario.
Entre las características que el profesor debe tomar en cuenta para aplicar un modelo por competencias tendientes a desarrollar la capacidad de innovar y transformar la realidad. Todo lo anterior permite hablar de un docente universitario que:

  1. Planifique su proceso de enseñanza y de aprendizaje. Esta ambiciosa competencia, hace que el docente planee, diseñe anticipadamente un programa acorde con las circunstancias y el marco curricular en el cual se ubica la disciplina dentro del plan de estudios.
  2. Indague sobre los intereses y necesidades de sus estudiantes.
  3. Sea parte activa del conjunto docente.
  4. Propicie espacios de participación.
  5. Se convierta en un investigador del cuerpo de conocimientos de la disciplina que aborda con sus grupos de estudiantes.

Estos serían algunos de los resultados de una planeación consciente del proceso de enseñanza y aprendizaje como una alta competencia docente.
Lo expresado anteriormente se relaciona explícitamente con el nuevo papel del profesor que de ser la persona que estructuraba el proceso de aprendizaje, el protagonista principal en la enseñanza y articulación de conceptos clave, así como el supervisor y director del trabajo de los estudiantes cuyos conocimientos evaluaba, pasa a ser, en una visión centrada en el estudiante, un acompañante en el proceso de aprender, que ayuda al que estudia a alcanzar ciertas competencias.
Si bien el papel del profesor continúa siendo importante, se desplaza cada vez más hacia el de un consejero, orientador y motivador que señala la importancia y lugar de las áreas del conocimiento, la comprensión y capacidad necesarias para aplicar ese conocimiento, que relaciona éste con los perfiles que deben lograrse y las necesidades que deben satisfacerse, con los intereses personales, las lagunas de conocimiento y las capacidades individuales, la selección crítica de materiales y fuentes, la organización de situaciones de aprendizaje, etc.